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Discapacidad y Sujeto.

Podríamos precisar una complejidad intrínseca a la cuestión de la discapacidad. La misma atañe a


que, por un lado, reivindicar al sujeto afectado por este particular modo de padecer (y a esto lo
decimos partiendo de la base de que todo sujeto, como hecho constitutivo, padece de algún
modo), requiere de asumir y respetar su particularidad. Hablo entonces de la defensa de lo
singular como herramienta para reivindicar al discapacitado-sujeto.

Por otro lado caemos en el riesgo de hacer del discapacitado-sujeto, un sujeto-discapacitado, es


decir, una sujeción particular y amputada, una de carácter diferenciado que no contaría (o que “no
estaría contada en”) aquellas vicisitudes bien generales que determinan a todos los sujetos.

¿Desea el discapacitado de un modo muy particular, es decir, con una particularidad que lo
diferencia del resto de los sujetos? ¿Es pensable un discapacitado como sujeto de deseo? ¿Qué
clase de efecto produce este pensamiento a nivel social? ¿Es el discapacitado un sujeto sexuado,
un sujeto con apetito sexual? ¿Será que de algún modo se piensa que SU DESEO es
“discapacitado”?

Este ensayo es solo un intento de problematización que se puede resumir en la siguiente


pregunta: ¿Hasta dónde singularizar la discapacidad para reivindicar a los sujetos que la habitan,
sin que esta singularización derive en un trato de “calidad diferencial”, digo, en proponer sujetos
que serían, no tanto singulares sino de “diferente especie”?

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