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Resumen Segundo Parcial Teoria
Resumen Segundo Parcial Teoria
1. Concepto. Factores de atribución. Objetivo (riesgo, garantía) Subjetivo (dolo, culpa). Como
funciona el proceso de asignación de daños.
2. Caso fortuito
4. Incumplimiento. Tipos.
1. Concepto. Factores de atribución. Objetivo (riesgo, garantía) Subjetivo (dolo, culpa). Como
funciona el proceso de asignación de daños.
El factor de atribución subjetivo es aquel que considera la conducta del deudor para determinar si
este es responsable por el incumplimiento de las obligaciones a su cargo. Los factores de atribución
subjetivos en el derecho uruguayo son la culpa y el dolo.
El articulo 1319 inc. 2 CC, de responsabilidad extracontractual, pero que es aplicable a todo el
sistema de responsabilidad civil, caracteriza al dolo por la intención de dañar del sujeto que ocasiona
el perjuicio. El inc. 1 del artículo 1344 CC define la culpa como “la falta del debido cuidado o
diligencia”, pudiendo ser grave o leve.
Los factores de atribución objetivos utilizados básicamente en los sistemas normativos son el riesgo
y la garantía. El factor de atribución objetivo riesgo determina la atribución objetiva al sujeto que
realiza una actividad riesgosa, es decir, con una alta probabilidad de generar daños, como, por
ejemplo, la producción de productor o servicios en serie destinados a consumidores.
Se considera bastante la introducción del elemento con aptitud de dañar a los fines de asignar el
deber de resarcir a quien con él creo el riesgo. Por riesgo entendemos la probabilidad de daño para
los individuos.
En caso de que el factor de atribución sea objetivo, el incumplimiento material coincide con el
incumplimiento obligacional strictu sensu.
2) CASO FORTUITO
El caso fortuito o la fuerza mayor interrumpen el nexo causal entre la conducta del agente, culpable
o no, y el daño y en tal situación no es autor del daño.
La imposibilidad debe ser absoluta, la mera dificultad no exonera, solo hay imposibilidad cuando el
deudor se enfrenta a un obstáculo que la fuerza humana no puede superar. Debe ser objetiva, debe
ser imposible para cualquiera no solo para ese deudor, sino para todos.
Dentro de la causa extraña se encuentra el caso fortuito o fuerza mayor, culpa del acreedor, o hecho
de un tercero no imputable al deudor.
Es de fuerza mayor, puede provenir de un hecho de la naturaleza, un rayo, ciclón, incendio, o por un
hecho del hombre, guerra, prohibir una exportación.
La fuerza mayor debe ser imprevisible, exterior e irresistible. Debe ser causa extraña absoluta, esto
es que debe ser un obstáculo insuperable, debe ser un obstáculo invencible para la fuerza del
hombre, irresistible, la mera dificultad no exonera.
Caso fortuito y fuerza mayor son acontecimientos extraños al deudor que imposibilitan a éste
(cediendo a fuerza mayor o por caso fortuito) el cumplimiento de la prestación.
Caso fortuito como factor que incide en la relación de causalidad.
Se podría entender con rasgos generales, que, caso fortuito o fuerza mayor se trata de circunstancias
externas (causa extraña) imprevisibles o irresistibles, que eliminan y suprimen la relación de
causalidad, imposibilitando el cumplimiento de manera absoluta y objetiva tiene por consecuencia
exonerar de responsabilidad al deudor siempre que no le sea imputable el daño.
La causa que provoca el incumplimiento debe ser extraña, la exterioridad, es también una nota
perteneciente a la relación de causalidad, no es el deudor quien causa el incumplimiento sino un
hecho o evento externo, una fuerza externa. La causa extraña es algo externo que se opone a la
ejecución del contrato.
La relevancia causal del factor externo aparece de manifiesto en la formula del artículo 1343 “el
deudor no ha podido “realizar la prestación “cediendo a fuerza mayor o por caso fortuito artículo
1549”; vale decir que la imposibilidad de cumplimiento (de que trata el artículo 1549) está causada
por el caso fortuito.
Mariño establece que el caso fortuito es aquel evento exterior al presunto ofensor e irresistible para
este, que interrumpe la relación de causalidad o, en su caso, la relación de atribución. El sujeto a
quien se pretende imputar responsabilidad civil se exonera de esta si acredita que el caso fortuito
ha producido un daño (interrupción de la relación de causalidad) o el hecho dañoso (interrupción
de la relación de atribución).
El caso fortuito puede cumplir dos funciones en el proceso de asignación de la responsabilidad civil.
Dicho evento puede actuar en la fractura de dos relaciones (causalidad o atribucion0 entre
elementos del sistema de responsabilidad contractual. La interrupción de cualquiera de ambas
relaciones indicadas produce la exoneración de la responsabilidad por daños.
El caso fortuito puede interrumpir la relación de causalidad entre hecho previsto en la norma como
hecho dañoso y el daño que ha sufrido la víctima. El daño debe ser causado por el hecho dañoso
previsto en la norma como imputable al sujeto imputado. Si el daño no fue causado por el hecho
dañoso sino por un caso fortuito, entonces, el proceso de asignación de responsabilidad al sujeto
previsto en el sistema jurídico como responsable se interrumpe y este último no queda obligado a
reparar los daños padecidos por la víctima.
A esta función del caso fortuito se refiere el artículo 1322 CC en sede de responsabilidad
extracontractual: “nadie es responsable del daño que proviene de caso fortuito a que no ha dado
causa”.
Es el caso fortuito y no la conducta del sujeto lo que provoca el daño. En consecuencia, no existe
nexo causal entre daño y hecho dañoso a cargo del sujeto previsto como responsable por el sistema
jurídico.
Esta función del caso fortuito es la más usual en el ámbito de responsabilidad extracontractual, en
el cual los sujetos involucrados no se encuentran vinculados en una relación obligacional
preexistente.
En cambio, en el ámbito de la responsabilidad contractual, predomina la función del caso fortuito
interruptora de la relación de atribución, donde el casus provoca el incumplimiento, el cual, a su vez,
causa el daño.
Sin embargo, en la responsabilidad contractual también es posible que un caso fortuito sea lo que
ocasione el daño al acreedor. En ese supuesto, por tanto, no se genera la relación de causalidad
entre el incumplimiento material (o el hecho previsto por la norma para generar la responsabilidad
del deudor) y el daño, puesto que, este último no ha sido provocado por aquel. Así por ejemplo
cuando se ha pactado una obligación de no hacer una determinada conducta y la conducta dañosa
es realizada por un tercero ajeno a la relación contractual, el caso fortuito fractura el vínculo entre
el daño y el incumplimiento material, y, en consecuencia, el proceso de asignación de
responsabilidad al deudor se interrumpe, sin necesidad de ingresar a analizar si el deudor incumplió
o no su obligación. En el ejemplo planteado, el daño fue producido por el caso fortuito y no por el
incumplimiento material del deudor.
El caso fortuito puede interrumpir también la relación de atribución entre el hecho dañoso y el
deudor. En efecto, luego que el daño se ha conectado con un hecho dañoso (denominada
imputación objetiva), es necesario luego atribuir dicho hecho dañoso al sujeto responsable por
medio del factor de atribución (imputación subjetiva).
En consecuencia, la relación y atribución entre hecho daños y sujeto puede quedar fracturada por la
inserción de una causa extraña no imputable o caso fortuito.
Esta segunda función del caso fortuito, denominado en la norma citada causa extraña no imputable,
produce, en el ámbito de responsabilidad contractual, la denominada imposibilidad liberatoria del
cumplimiento, la cual permite la exoneración de responsabilidad del deudor. Para que el caso
fortuito exonere de responsabilidad por la interrupción de la relación de atribución entre el
incumplimiento material (hecho dañoso) y el deudor, es necesario que produzca en éste la
imposibilidad de cumplir la obligación. Esta función del casus de impedimento en el cumplimiento
de la obligación y generar el incumplimiento, es usualmente utilizada por la jurisprudencia uruguaya
para la exoneración de responsabilidad al deudor.
4) INCUMPLIMIENTO. TIPOS.
Habrá incumplimiento cuando el deudor, no da, no hace o hace cuando se obligó a no hacer. El
incumplimiento es la no realización por parte del deudor en la prestación en la forma debida.
Según Gamarra, si, el incumplimiento crea la obligación de reparar los perjuicios, fundamentos, el
articulo 1431 en donde se establece que los daños y perjuicios se deben cuando una de las partes
no cumple con su compromiso, y el articulo 1342 en donde se establece que el deudor es condenado
al resarcimiento de daños y perjuicio, debido a la falta de cumplimiento en la obligación.
Clases de incumplimiento
1. Incumplimiento definitivo
2. Cumplimiento inexacto
3. Incumplimiento temporal
La desaparición del interés del acreedor no causa por si solo incumplimiento definitivo, si la
prestación sigue siendo posible. El incumplimiento definitivo requiere primero la constitución en
mora del deudor, y este todavía está en condiciones de cumplir contra la voluntad del acreedor.
Constituida la mora el acreedor debe promover la demanda de resolución judicial, a partir de la cual
el deudor pierde la facultad de realizar la prestación si no cuenta con la conformidad del acreedor.
2. Cumplimiento inexacto: el cumplimiento debe ser exacto y completo, ya que rife el principio de
la identidad de la paga, sino se cumple debidamente según lo acordado habrá incumplimiento; en
caso de cumplimiento inexacto podrá el acreedor reclamar la ratificación de la prestación, esto es
que se cumpla debidamente, o la reducción de la contraprestación o la resolución del contrato por
incumplimiento.
Es cuando la prestación sigue siendo posible pero el deudor demora la ejecución o retarda la
entrega, existe una inobservancia de la modalidad temporal de la obligación. Se da una situación de
retardo, seguida de una incertidumbre, ya que es factible que el deudor cumpla tardíamente pero
también puede suceder que no lo haga. Existe la posibilidad de cumplimiento, se da un
incumplimiento provisorio.
Como la mora equivale a incumplimiento temporal o provisorio, es obvio que el Código le asigne
una regulación normativa con consecuencias distintas a las que tiene el incumplimiento definitivo.
Además, la condena de resarcir daños y perjuicios art 1342 existen otros efectos aplicables debido
a la persistencia en el tiempo de la situación, como la no liberación del deudor si la cosa parece
fortuitamente durante la mora art 1551 y los intereses moratorios art 1348 causado por el atraso del
cumplimiento.
MORA Y RETARDO: El instituto de la mora forma parte del denominado retardo (demora o retraso)
en el cumplimiento de la prestación y por tanto será necesario, ante todo, ubicar cronológicamente
a la mora con relación al mismo. La mora siempre es una hipótesis particular del incumplimiento, es
una fase del incumplimiento temporal (por retardo).
La etapa del retardo se inicia cuando la obligación deviene exigible. Es a partir de ese momento que
el acreedor puede reclamar la prestación del deudor. Para que exista retardo no basta con que se
venza el plazo, sino que requiere que el deudor no realiza la prestación. Esta duración temporal de
la situación jurídica por la cual atraviesa la obligación, llamada retardo, está caracterizada por la
posibilidad de que se verifique un incumplimiento tardío.
Solo puede haber mora cuando la prestación sea todavía susceptible de cumplimiento (aunque con
atraso). Estamos fuera de la mora cuando sea seguro que la prestación no podrá tener lugar (el
deudor destruye el objeto que se obligó a entregar, por ejemplo).
Si bien la mora supone retardo, no puede existir mora sin retardo, no hay que confundirlo con él. La
mora es una etapa más evolucionada dentro del retardo.
El sistema del código civil: Todas las consecuencias sancionatorias tienen su origen en la mora, son
ajenas a la etapa de mero retardo. Solo en caso de mora el deudor es condenado a reparar los daños
y perjuicios art 1341 y 1342. El código exige el estado de mora para que pueda reclamarse el pago
de la cláusula penal artículos 1366 y 1368. Los intereses de la mora corren a partir de la mora.
1. Interpelación judicial
4. Mora automática
El articulo 1363 define a la cláusula penal como “aquella en cuya virtud una persona para asegurar
la ejecución de la convención, se obliga a alguna pena, en caso de falta de cumplimiento”.
c) negocio jurídico de garantía con función punitiva, puesto que impone al deudor una pena en caso
de que no cumpla.
La cláusula penal es una típica medida que refuerza el crédito, porque el deudor se verá estimulado
a cumplir ante la amenaza de sufrir una pena. El acreedor exige una tutela suplementaria de su
crédito:
b) se crea una segunda obligación, que coexiste con ella, y tiene también como punto de mira al
incumplimiento. Esta prestación se debe a título de pena, sin que se requiera probar el daño, aunque
ningún daño se hubiera causado, y su monto no se modela sobre el perjuicio, sino por el contrario
es fijado arbitrariamente, en una cantidad sensiblemente superior.
La obligación de clausula penal es accesoria por cuanto presupone una obligación preexistente,
cuyo cumplimiento va a asegurar; se rige, entonces, por los principios generales del negocio
accesorio, y el articulo 1364 en cuanto hace referencia a ellos.
La subsidiariedad de la cláusula penal se explica por el supuesto de hecho en que se asienta a) pacto
b) incumplimiento. La pena se debe “en caso de falta de cumplimiento “articulo 1363. Con el
incumplimiento se abre para el acreedor la opción entre la pena o la ejecución forzada, articulo 1366.
El deudor puede siempre liberarse cumpliendo la obligación principal, pero no puede ofrecer a pena
en lugar de la prestación principal puesto que no se trata de una obligación facultativa.
Función de la cláusula penal, función coercitiva y punitiva. Garantía por riesgos. La sanción legal,
para el caso de incumplimiento, está dispuesta por el articulo 1342 y consiste en imponer al deudor
la obligación de reparar el perjuicio.
La típica función de la cláusula penal es punitiva, por consiguiente, el monto de la pena no debe
sobrepasar la estimación del perjuicio, porque si así no fuera no habría pena sino resarcimiento
(reparación del daño compensando exactamente con dinero la medida del perjuicio sufrido).
La cláusula penal tiene que superar esta función satisfactoria (compensatoria) propia del
resarcimiento, para poder asegurar el cumplimiento de la obligación artículo 1363. Para ello es
menester contar con una nueva sanción, que se agregue o superponga a la legal, del resarcimiento
prevista por el artículo 1342.
De ahí la conveniencia de un pacto, que haga nacer, por acuerdo de partes, una garantía en beneficio
del acreedor (pacto de clausula penal).
Este acuerdo de partes genera una pena privada. La pena sirve para asegurar el cumplimiento
porque su naturaleza aflictiva o de castigo tolera que pueda implantarse sin referencia alguna al
daño causado por el incumplimiento. La distinción entre la función indemnizatoria y la punitiva se
encuentra en este aspecto: mientras que el resarcimiento repara el perjuicio sufrido por el acreedor,
pero no puede ir más lejos, la imposición de una pena no se calcula en función del perjuicio, más
todavía, ha de sobrepasarlo en su monto para presionar psicológicamente al deudor induciéndolo
al cumplimiento bajo la amenaza de padecer un mal mayor que el representado por la obligación
de reparar el daño.
Esta desvinculación de la cláusula penal respecto del resarcimiento explica la irrelevancia del
elemento daño en el ámbito de la cláusula penal, la pena se crea y se aplica con prescindencia de la
entidad del daño que pueda producirse y aunque ningún daño haya tenido lugar. No se trata de
reparar el perjuicio, sino de coaccionar al deudor para que cumpla, y de castigarlo si no lo hace.
Por consiguiente, la cláusula penal, acorde con la naturaleza de pena privada que se le asigna,
desempeña una función punitiva, la cual resulta incompatible con la función indemnizatoria.
Es esta función punitiva la que permite garantizar al acreedor, otorgándole seguridad o mayor
posibilidad de satisfacer su crédito.
Pero, además, la cláusula penal uruguaya tiene otra función. Además de su función punitiva, incluye
una garantía por riesgos, según Gamarra. Esta garantía nada tiene que ver con la pena. El acreedor
se asegura todavía más eficazmente, ya que la prestación a título de clausula penal se debe no solo
por incumplimiento sino también en situaciones que propiamente no pueden calificarse de tales.
En ambos casos existe una previsión originada en la voluntad de las partes, se fija una prestación o
suma de dinero, para el caso de que el deudor incumpla la obligación. Pero la liquidación
convencional del perjuicio tiene un cometido indemnizatorio; estima la cantidad que corresponde
al perjuicio producido por el incumplimiento; esta suma de dinero compensa el daño, es decir, repara
exactamente el perjuicio sufrido y elimina de esta manea el menoscabo o quebranto.
En cambio, la función de la cláusula penal art 1363, es asegurar la ejecución de la obligación, se trata
de un medio adicionado por voluntad de las partes a la sanción legal de los daños y perjuicios.
Coexisten entonces dos obligaciones: la obligación de reparar el daño art 1342 y la obligación que
emerge de la cláusula penal, esta última con función netamente coercitiva, ya que compele al deudor
a cumplir bajo la amenaza de un mal mayor, a la norma sanción legal de la reparación del perjuicio.
La obligación de medios importa un comportamiento para el obligado similar al que tienen como
regla general los sujetos en la responsabilidad extracontractual. La obligación de resultado aparece
como un caso de responsabilidad sin culpa, análoga a los supuestos específicos de responsabilidad
extracontractual objetiva.
Su admisibilidad y expansión hacia todas las relaciones contractuales se debió, principalmente a dos
motivos. En primer lugar, la distinción se funda en un hecho innegable: las obligaciones
contractuales no tienen toda la misma intensidad. En segundo lugar, la clasificación permitía sobre
la base de los textos normativos existentes, proteger a los acreedores victimas de daños con un
régimen más beneficioso sin evadir de la órbita contractual. Se intenta dar un paso más hacia la
protección de la víctima, pues ya no se presume la culpa, sino que, basta la no-obtención del
resultado de la acción programada contractualmente a cargo del deudor para que este responda,
sin otra posibilidad de exonerarse que por causa extraña no imputable.
En el caso de obligación de medios por ejemplo la que asume el médico, ya que no se compromete
a lograr el resultado (sanar el enfermo) ya que esta mas allá de sus posibilidades, puesto que
depende de factores aleatorios, inciertos, como la salud del paciente. La prestación del médico
consiste en realizar un esfuerzo para lograr un fin, que es externo a la relación obligacional.
El carácter aleatorio proviene de circunstancias o fuerzas que escapan del poder del hombre y
existen siempre, ya sea en mayor o menor proporción. En la obligación de medios pasa a primer
plano el accionar diligente el deudor en contraposición del resultado.
En el caso de obligación de resultado, por ejemplo, en el contrato de transporte, lo que pasa a primer
plano no es la actividad o comportamiento del deudor, sino un resultado preciso, llevar al pasajero
al punto de destino. Lo que promete al deudor es el resultado determinado de una manera precisa.
En las obligaciones de medios el interés primario perseguido por el acreedor, si bien se encuentra
in obligatione, no está, en cambio, in solutione. Se trataría de un interés aleatorio o contingente, y
el deudor cumple la obligación desplegando solo la conducta comprometida.
En las obligaciones de medios el interés final, el fin último esperado por el acreedor aun formando
parte de su objeto, es solo interés empírico, no coincidente con el interés jurídico comprometido
por el deudor: este cumple cuando observa una conducta prudente y diligente según las
circunstancias del caso, siendo resultado algo contingente o potencial.
Por el contrario, en las obligaciones de resultado la simple conducta diligente no satisface la
prestación, pues es necesario que se alcance el fin perseguido por el acreedor. También en esta
categoría de obligaciones el deudor compromete igualmente su cooperación, pero el resultado es
de consecución imprescindible para el cumplimiento de aquellas. La diligencia en el desarrollo de la
conducta debida queda excluida de la determinación del cumplimiento de la obligación de
resultado, entendiéndose que el obligado ha cumplido solo cuando ha dado satisfacción al interés
definitivo o fin último esperado por el acreedor.
De acuerdo con esta posición, en las obligaciones de medios hay un interés final contingente
(resultado) y el interés primario es la diligencia del deudor. En cambio, en las obligaciones de
resultado, el interés primario coincide con el interés final.
Obligación de medio: en esta obligación el deudor promete emplear la diligencia media de un buen
padre de familia. Por ejemplo, el médico, no se obliga a sanar al enfermo, sino a dedicarle la atención
cuidadosa, prudente, técnica, según el grado de evolución de la ciencia. En esta obligación el
acreedor deberá probar el contrato u obligación, el incumplimiento, y la culpa del deudor. Mientras
que el deudor deberá probar para liberarse de responsabilidad, la cusa extraña no imputable o que
cumplió debidamente.