Analiza, por contra, cuáles son tus mejores virtudes profesionales y personales para
ponerlas de relieve de forma implícita o manifiesta.
También puedes convertir supuestos defectos en virtudes: la timidez puede ser espíritu reflexivo, el nerviosismo entusiasmo, etc. Si uno no está persuadido de sus propias cualidades y aptitudes para el puesto al que opta, es difícil que convenza a los demás de ello. El efecto Pigmalión de la auto-profecía que termina por cumplir sus expectativas, sean ciertas o no, es efectivo y conocido en psicología, así que saborea la victoria por anticipado. Procura ser natural y ameno: los tribunales tienen, además de la canícula, otros muchos motivos para dormirse despiertos. Adorna tus ejercicios con ejemplos concretos, poemas, citas y anécdotas personales. Enfoca cada asunto desde la perspectiva que te sea más cómoda. Rodéate de gigantes y menciona a grandes pedagogos y a grandes maestros que hayas tenido. Para que no maten al mensajero, evita transmitir cualquier impresión negativa o crítica, pues el transmisor de malas noticias acaba siendo culpado de ellas. Propaga buenas vibraciones para potenciar el efecto halo, la tendencia que lleva a generalizar la evaluación de todos los aspectos a partir de un aspecto positivo. La batalla de propaganda personal debe ser secreta.