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El control vertical de pisos ecológicos

1. “El Control Vertical De Pisos Ecológicos” Reseña #1 El antropólogo y etnohistoriador


ucraniano, John Murra, dedico gran parte de su vida al estudio de las sociedades de las
antiguas culturas andinas, fue el creador del concepto de “verticalidad de un máximo de
los pisos ecológicos”, planteando así una tesis en la que dicho concepto tuvo repercusión
en la economía de las antiguas sociedades andinas. En su texto “El control vertical de un
máximo de pisos ecológico en la economía de las sociedades andinas”, basado en las
visitas, a comunidades indígenas, de Iñigo Ortiz; Murra describe cinco casos de grupos
humanos, ubicados en distintas partes del Perú, que mediante su percepción y junto a los
conocimientos adquiridos durante años, estos hombres lograron fusionar tal variedad,-
como se menciona en el texto-, “en un macro-sistema económico”, lo que le permitió
sobrevivir a las adversidades naturales. En el primer caso, se presenta a pequeñas etnias
que habitaban Chaupiwaranqa, en la zona más alta del Marañón y del Huallaga, eran
llamados los chupaychu o yachas, formaban entre 2500 y 3000 unidades domesticas. Su
organización estaba dirigida principalmente por un núcleo de población, en el que se
concentraba el poder y los centro de producción de los alimentos básicos. En las periferias
se encontraban las “islas”, habitadas por los mismos pobladores del núcleo, que estaban
ubicados en lugares estratégicos, sus ubicaciones eran: a tres díashacia arriba del núcleo,
se encontraban las salinas y zonas de pastoreo de los rebaños, de tres a cuatro días hacia
el sur se plantaba el algodón, se cultivaba la coca y se explotaba las zonas de madera.
Cada “isla” estaba a cargo de una unidad domestica, la cual se encargaba del cultivo y
cosecha de los productos con los que trabajaba. Por otro lado, en el segundo caso se
presenta una situación parecida, puesto que cumple con el concepto “verticalidad de pisos
ecológicos”, al igual que el primer caso, por la ubicación de sus archipiélagos. En
comparación con las etnias ya mostradas, estas tratan de verdaderos reinos altiplánicos
asentados en la cuenca del Titicaca. EL reino dominante fue el Lupaca, algunos de sus
archipiélagos se encontraban en los valles costeños, donde al igual que los Pacaxa, un
grupo étnico que pertenecía al mismo reino, cultivaban algodón y maíz; en la zona oriental
a su núcleo los utilizaron para la explotación de bosques, específicamente en Larecaxa.
En este reino se creó otro tipo de colonias aparte de las productivas, había “islas” en las
que se concentraban artesanos especializados, dichas islas se encontraban a distancias
más alejadas del Titicaca. En el tercer caso, se parte de un litigio entre dos etnias serranas
y una costeña: los Canta, los de Chacalla y los Collique, la documentación de aquella
disputa indica que las tierras en litigio eran muy fértiles y se ubicabanen la zona costera
del Perú, en los valles de Quivi. La época en la que se remonta esta situación es después
de la conquista española, pues, eran los encomenderos los que

1. 2. controlaban y evitaban conflictos entre comunidades. La mayor parte de la


población vivía en aldeas costeñas y una menor, cerca de las chacras en el valle.
Si en el tercer caso se habla de etnias pequeñas con núcleos en la costa central,
ahora en el cuarto caso se hace mención de grandes reinos costeños, los cuales no
tenían sus “ islas” ubicadas verticalmente, si no eran valles regados a lo largo del
litoral peruano, separados entre sí por desiertos. A pesar de las investigaciones,
Murra menciona que no se ha comprobado la “(…) existencia en la serranía de
colonias permanentes a través de los cuales las sociedades costeñas tendría acceso
a pastos (…)”. Sin embargo, se señala en las visitas de Ortiz, que cuando el
Tahuantinsuyo comenzó con su expansión, encontró una fuerte resistencia en el
Norte (Cajamarca), pero tampoco puede ser considerado “archipiélagos
verticales”, aun se plantea un probable tráfico entre sierra y costa, por eso se hace
mención solo a la relación entre colonias costeñas. Ahora si uno se traslada de la
costa a las montañas, se encontrará con núcleos de pequeñas etnias que al parecer
no contaban con colonias de cultivo. El etnohistoriador afirma dicho enunciado
ya que “(…) los moradores del lugar niegan todo acceso a recursos fuera de su
región (…)” (pág. 101). Estos grupos andinos estaban constituidos tan solo por
200 unidades domesticas, las cuales tenían sedes en las yungas de La Paz, ene los
valles alrededor del Songo. En las periferias de las casas y pueblos, cultivaban los
productos básicos en su alimentación, cada familia tenía su cocal cerca de sus
viviendas. Aunque personajes de otros grupos étnicos afirman que las chacras de
estos, estaban a largas distancias de su pueblo. Es así como John Murra mediante
estos cinco casos expuestos de manera clara y didáctica, queda reflejado la alta
capacidad de adaptación que posee el hombre, y como también a raíz de sus
experiencias y necesidades, ha ido creando un sistema socio-económico
estratégico y desde ya, moderno. La concepción de crear un núcleo en el cual se
concentraba el poder y la mayor parte de la población, y la colonización de lugares
adyacentes a este, hace que la mentalidad del hombre andino evolucione
beneficiándose a sí mismo y a su comunidad. Esto hace que el concepto de “…
pisos ecológicos en la economía de las sociedades andinas” se cumpla, ya que, en
la mayoría de los casos, las distintas comunidades andinas hicieron uso de la
diversidad ecología que presenta cada piso geográfico, es decir, utilizaron el
clima, el relieve, la altura, entre otros factores que les ofrecía su medio, para la
plantación de sus productos. La misma ubicación de los archipiélagos hizo posible
el tráfico entre costa y sierra, ya sea entre colonias de los mismos reinos o en el
mejor de los casos, aunque no se afirma, entre distintas etnias. Son tal vez los dos
primeros casos propuestos, los más comprensibles, ya que Murra, muestra
gráficamente la organización de cada etnia, ya al afirmar mucha informacion, pues
su ensayo está basado en visitas de otros personajes, hace al texto más veraz. A
pesar de ello, el citado de otros estudiosos y testimonios de habitantes de las zonas
mencionadas, como es el caso de la disputa por un territorio entre etnias (caso III),
fortalece por otro lado, la objetividad del texto. Hubiera sido quizá un poco más
interesante si es que el mismo etnohistoriador John Murra, hubiera vivido
2. 3. dichas visitas; sin embargo, esta diferencia no quita el grado de importancia que
tiene su ensayo en el aprendizaje de las sociedades andinas, pues las visitas de
Iñigo Ortiz, es probablemente una de las mejores pruebas de la convivencia y
crecimiento en la planificación económica del hombre andino. Además, la
escritura de conclusiones después de cada caso, despeja dudas que se podían haber
tenido al concluir el caso, personalmente, despejo la mayor parte de las dudas que
tenia, y para ser la primera vez que he leído un texto de este personaje y con
relación al tema central, la comprensión no de me hizo ajena. Por un lado,
volviendo al tema del hombre andino y su construcción de un sistema económico,
cabe resaltar, que este sistema estuvo basado en la agricultura, lo que les permitió
sobrevivir y desarrollar sus capacidades de vivir en sociedad. Es interesante, que
a lo largo del ensayo analizado, no se menciona ningún tipo de rivalidades o
batallas entre etnias, que hayan trascendido, aunque esto no quiere decir que no
las haya habido o que los interés económicos de estas no se interceptaran con otras
comunidades, como se menciona en un pasaje de la lectura muchas veces tuvieron
que compartir territorios, a pesar de ello se logro vivir armoniosamente. Por otro
lado, y aunque aparentemente no guarde relación, el uso de los conceptos de
“islas” y archipiélagos” son formas muy didácticas de dar mención a las colonias
que tenían fuera de su núcleo cada sociedad andina. Este ultimo pasaje del ensayo
es muy interesante: “Cada una de estas instituciones funcionaban en íntima
relación con los archipiélagos verticales. No es difícil ver que, en 1532, la
sociedad andina, su economía, sus aparatos administrativos y políticos, estaban en
el umbral de profundas transformaciones que la invasión europea detuvo y
desvió” (pág. 115). Efectivamente, estas sociedades y no solo las cinco señalas,
pues seguramente existieron muchas más, estuvieron en pleno desarrollo de una
cultura que quizá sin la intervención de los españoles hubiera podido llegar muy
lejos.

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