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/y TEMAS DE LA REVOLUCION a eon {eene 13 HNO 1895 oem ¥ \ Cempndo o_ Donado por BR Ck fize.00- nag O19 fi BIBLIOTECA BANCO CENTRAL DE NICARAGUA 1980 Va CRONGLOGIA DE LA LIBERTAD En 1522, los caciqnes Nicaragua y Diriangén intentan mante- ner nuestra libertad. Pero fuimos sojuzgados. Re * En 182], un grupo de patriotas centroamericanos nos liberta. Pero enseguida fuimos de nuevo sojuzgados. *% En 1856, el General José Dolores Estrada y otros hombres heroicos, de nuevo nos liberan. Pero enseguida fuimos sojuz- gados. En 1934, el General Augusto C. Sandino da su vida al liber- tarnos de la dominacion extranjera, Pero enseguida nuevos tiranos, de nuestra misma sangre, otra vez nos sojuzgaron. Oe * En 1956, el poeta Rigoberto Lopez Pérez muere para darnos, por un momento, libertad. Pero enseguida de nuevo fuimos sojuzgados. En 1979, el revolucionario Augusto C. Sandino vuelve; y por accién de su encendido espfritu rojo y negro, como la b{bli- ca columna liberadora del desierto, que nos sefiala y guia a nuestro destino, ya para siempre nadie nos sojuzga. * ** jAhora sf sos libre, compafiero! LOS ESPECTROS DE ESTELI Es que después del balerfo, de la reventada de las bom- bas y el ruidaje de los aviones pasando bajito, todo quedaba como’ calmado entre la humazén de los incendios, pero se ofan sus buenos gritos de largo. Ofamos gritos de muchachos con miedo y mujeres llorando. También de puertas desgaja- das, de ventanas hundidas como a mazasos. Enseguida unas descargas cada vez mds cerca y unos vozarrones como de odio de enemigos. Se ofan Ilantos en frente, a la cuadra, lloridos fuertes de muchachitos, de las mdmas, y gente corriéndose para todos lados pero se regresaban pronto de la esquina, de la otra esquina, por cuenta estaban rodeados, tropezaban en la carrera unos con otros desesperados. De balde golpeaban las puertas de todos nosotros, suplicaban gritando para entrar. En eso el fusilerio cada vez mds cerca, las puertas derrumbadas donde los vecinos, los grandes golpazos primero las amenazas dando 6rdenes malcriadas, un gran ruidaje de quebrazén de trastos y alaridos de gente encontrada sin defenderse, cada vez mds cerca. No halldbamos dénde escon- dernos, debajo de la cama, en la cocina, entre los roperos, acurrucados detrds de los palitos del patio. Pero de nada servia. Cada vez mds cerca se ofa que venia el ataque. Nos ponfamos a rezar. Pero el Padrenuestro enreddndose con la Salve. Volviamos a principiar. Dios mfo milindo no puede ser

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