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II. RETROFLEXION Y CIVILIZACION Nuesrnas dificultades comenzaron con Moisés. Ninguna reli- gién contiene un ntimero tan abrumador de normas que re- gulen la consuncién de alimentos como la mosaica. Algunas de ellas, como el tabu de comer cerdo, parecen estar justifi- cadas racionalmente por posteriores descubrimientos cientifi- cos; sin embargo, es muy posible que Moisés haya impuesto sus leyes del alimento porque él mismo era muy remilgoso con él y, 0 generalizé lo que no le gustaba, o queria asegurarse de que el diezmo (el 10% del alimento que recibfan los sacer- dotes) se acomodara a su gusto. . Se da ademés un factor irracional que complica el cuadro. El judio distingue dos clases de alimento: el “lechoso” y el “carnoso”. Esto corresponde a la distincién entre el alimento del nifio de pecho y el del “que muerde”, cuyo deseo de comer a su madre debe ser detenido, De esta forma la agresién den- tal, aunque no prohibida por completo, se ve regulada y limi- tada estrictamente y permanece en parte sin expresién. Esta agresién no expresada debe haber estimulado la oposicién de los judios contra su jefe. Toda clase privilegiada ha de temer la agresién de la clase oprimida, y Moisés consideré rectamente esa agresién (que inconscientemente aumenté con sus reglas sobre alimentos) como un peligro para él mismo. Cuando Ja tensién agresiva de una clase oprimida llega a ser muy fuerte, los gobernantes or- dinariamente la desvian hacia algiin enemigo exterior. Susci- tan una guerra o buscan un chivo expiatorio en alguna otra clase, raza o credo. Sin embargo, Moisés empleé otro truco: la retroflexién. ' Las tribus primitivas piden a sus fetiches ayuda en sus di- ficultades, y en caso de que el fetiche resulte inefectivo, se le descarta. Los griegos antiguos se comportaban de una for- ma similar, pero sus dioses estaban demasiado bien estable- cidos como para ser arrojados, y adem4s, habia muchos. Por eso, cuando uno se sent{a frustrado 0 engafiado por un dios, se dirigfa a otro y se convertfa en su parroquiano. Para no 154 llegar a ser objeto de ese comportamiento desleal, el dictador —Moisés— proyectandose a si mismo en Jehova, lo declaré el unico Dios. Una vez se puso furioso cuando, durante su ausen- cia, los judios construyeron un dios rival, el Becerro de Oro, un dios que podfan ver y tocar —y que ha permanecido hasta hoy, aunque no se le rinde culto abiertamente en cuanto tal. Para asegurar su jefatura, Moisés aplicé el truco de retrofle- xionar la agresién. Retroflexionar significa que una funcién, originalmente di- rigida desde el individuo hacia el mundo, cambia su direccién y se tuerce hacia atrds en direccién a su originador. Un ejem- plo es el narcisista, una persona que en vez de dirigir su amor hacia afuera, a un objeto, se enamora de si mismo.* Siempre que se emplea un verbo unido a un pronombre re- flexivo podemos buscar una retroflexién; cuando una persona se habla “a sf misma” lo hace en vez de hablar a otro. Cuando una joven, desilusionada por su amante, “se” mata, lo hace porque sus deseos de matarlo a él se retroflexionan debido al muro de su conciencia. El suicidio es un substituto del homi- cidio o asesinato.” Entendemos ahora lo que Moisés logré al retroflexionar la agresién de sus seguidores. El judio religioso no culpa a Jehova de ningin fracaso o desgracia. No arranca Su pelo, no golpea Su pecho —retroflexiona su propio disgusto, se culpa a si mis- mo de cada desgtacia, arranca su propio pelo, golpea su pro- pio pecho® Esta agresidn retroflexionada fue el primer paso en el des- arrollo de nuestra civilizacién paranoica. Comenzaron a exis- tir los “medios” para la “ganancia final” de la represién. Esta 1 El psicoanilisis reconoce dos clases de narcisismor el primario y el se- cundario, Deberia reservarse el término narcisismo para lo que el psicoand- lisis Hama narcisismo secundario. El “narcisismo primarlo” no tiene nada que yer con el comportamiento del joven griego, que retroflexioné su amor por su hermana gemela sobre s{ mismo. En el “narcisismo primario” no hay retro- flexién. Se identifica con lo que yo Hamo percepcién sensomotora. 2 La retroflexién manifiesta una complicacién dialéctica, que podemos pa- sar por alto en este contexto, pero que trataremos en Ja tiltima parte del libro. 3 Si los judios pusieran un término a esta retroflexién y volvieran su agre- sién en su direccién originaria, atacarlan a Moisés-Jehova; con esto queda- ria destruida su religién, pero también su melancolia. represién inicia un circulo vicioso. Con la ayuda de Ja agresién retroflexionada se ahoga otra ola de agresién y de nuevo se retroflexiona, y asf sigue el proceso. En apariencia, la intencién de Moisés fue suprimir la agre- sién tan sélo en cuanto amenazaba su autoridad. Sin embargo, en la religién cristiana, el proceso se desarrolla mas: se deben reprimir todos los instintos, y se establece por primera vez una separacién entre cuerpo y alma; cl cuerpo, como portador de los instintos, es despreciado y condenado como pecador. A ve- ces hasta se prescriben ejercicios para amortiguar el cuerpo y sus funciones. Al mismo tiempo, se comete otro error. El equivalente emo- cional de la agresién es el odio. En vez de permitir escapes a la agresién, se introduce el dogma de que el odio puede ser compensado, o hasta remplazado, por el amor; pero a pesar, o tal vez debido a un vigoroso entrenamiento en la caridad, se produce una intolerancia y agresién acrecentadas. Estos efectos no son neutralizados por el amor, sino dirigidos contra el “cuerpo” y contra los que no creen en Ja verdad de esa rama especial de la religién. Este error, esta creencia de que se ‘puede neutralizar la agresién por medio del amor y la religién, adquiere un significado mayor en nuestra época. Dos escrito- res muy distinguidos, A. Huxley y H. Rauschning no saben en absoluto qué hacer con Ia agresién. Tampoco ellos ven otra forma de manejarla que prescribir idealismo, amor y religién. Después de suprimida la agresién, repudiado el cuerpo y glorificada el “alma”, Ia época del industrialismo aporté una nueva dificultad: hoy en dia al empresario no le interesa el alma del obrero. Tan sélo necesita las funciones del “cuerpo”, y especialmente de aquellas partes del organismo requeridas para el trabajo (manos de fabrica; Charlie Chaplin en Tiempos Modernos). De esta forma la desvitalizacién progresa aun més: se mata la individualidad. Este proceso afecta también a los obréros ‘altamente especializados, trastornando la armonia de su personalidad, ' Cada dia se proyecta y se confiere mas actividades a la mé- quina que, de esta forma, asume un poder y vida propios.‘ 4 La utilidad de las maquinas (como Ja de Ja religion y otras proyecci nes) esti mas que compensada por sus desventajas.

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