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Las rocas ígneas (del latín ignis, fuego) también nombradas magmáticas, son todas

aquellas que se han formado por solidificación de un de material rocoso, caliente y


móvil denominado magma; este proceso, llamado cristalización, resulta del
enfriamiento de los minerales y del entrelazamiento de sus partículas. Este tipo de
rocas también son formadas por la acumulación y consolidación de lava, palabra
que se utiliza para un magma que se enfría en la superficie al ser expulsado por los
volcanes.
Las rocas metamórficas (del griego meta, cambio, y morphe, forma, “cambio de
forma”)1 son rocas formadas por la modificación de otras preexistentes en el interior
de la Tierra mediante un proceso llamado metamorfismo. A través de calor, presión
y/o fluidos químicamente activos, se produce la transformación de rocas que sufren
ajustes estructurales y mineralógicos.2 Los agentes del metamorfismo hacen posible
que Rocas ígneas, rocas sedimentarias u otras rocas metamórficas, cuando
quedan sometidas a presiones que van de menos de 1.000 a hasta 16.000 bar,
a temperaturas que van de los 200 a los 1.000 °C,3 y/o a un fluidos activos,
provoquen cambios en la composición de las mismas, aportando nuevas sustancias
a estas. La roca que se genera dependerá de la composición y textura de la roca
original, del tiempo que esta estuvo sometida a los efectos del llamado proceso
metamórfico, así como de los agentes del mismo metamorfismo.1 Al precursor de
una roca metamórfica se le llama protolito.4
Los procesos metamórficos producen muchos cambios en las rocas, entre ellos, un
aumento de la densidad, crecimiento de cristales más grandes, reorientación de los
granos minerales en texturas laminares o bandeadas y la transformación de los
minerales de baja temperatura en minerales de alta temperatura. 2 Debido a esto,
hay muchos modos de clasificar convenientemente las rocas metamórficas: Por
ejemplo, se pueden agrupar en amplios tipos litológicos; otros criterios están
basados en la textura (donde intervienen las condiciones de presión y temperatura)
y la mineralogía, clases químicas, grado de metamorfismo o en el concepto de
facies metamórficas. Un método sencillo y práctico consiste en tomar en cuenta el
tipo de metamorfismo que originó a las rocas y dividirlas en dos grupos principales
según su textura, esto es en foliada y no foliada.1
Las rocas sedimentarias son rocas que se forman por acumulación
de sedimentos, los cuales son partículas de diversos tamaños que son
transportadas por el agua, el hielo o el viento, y son sometidas a procesos físicos y
químicos (diagénesis), que dan lugar a materiales consolidados. 1Las rocas
sedimentarias pueden formarse a las orillas de los ríos, en el fondo
de barrancos, valles, lagos, mares, y en las desembocaduras de los ríos. Se hallan
dispuestas formando capas o estratos.
Existen procesos geológicos externos que actúan sobre las rocas preexistentes,
estos agentes las meteorizan, transportan y depositan en diferentes lugares
dependiendo del transporte (agua, viento, hielo). De igual manera, distintos
organismos animales o vegetales pueden contribuir a la formación de rocas
sedimentarias (fósiles). Las rocas sedimentarias pueden existir hasta una
profundidad de diez kilómetros en la corteza terrestre. Estas rocas pueden
presentarse sueltas o consolidadas, es decir, que han sido unidas a otras por
procesos posteriores a la sedimentación, conocidos como diagénesis.
Las rocas sedimentarias cubren más del 75 % de la superficie terrestre, formando
una cobertura sedimentaria que se encuentra sobre rocas ígneas y, en menor
medida, en metamórficas. Sin embargo su volumen total es pequeño cuando se
comparan sobre todo con las rocas ígneas, que no solo forman la mayor parte de la
corteza, sino la totalidad del manto

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