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Introducción

El trastorno de la fluidez de inicio en la infancia, entendido también como


disfemia y mejor conocido como tartamudez, corresponde a una alteración del lenguaje
que se manifiesta a través de una interrupción en la fluidez del habla con frecuencias
inusuales. Estas alteraciones están dadas por usuales repeticiones de sonido, sílabas,
frases o palabras y en la prolongación de sonidos, sílabas, pausas y bloqueos en el habla,
estos tipos de alteraciones son clasificados entre tónicas cuando representan un tipo de
bloqueo y clónicas cuando se manifiestan en forma de una repetición de sonidos. La
conducta central de la disfemia consiste en la disrupción de la coarticulación
mayoritariamente al iniciar la frase o palabra, generando interrupciones por medio de
diversas formas. A pesar de que la persona tenga clara en su mente la oración o lo que
se quiere decir, además de la articulación de la misma, se manifiestan signos de
aumento de la tensión muscular y también esfuerzos para hablar debido a la alteración
del lenguaje. La disfemia es iniciada en la infancia, en un rango de aproximadamente
dos a cuatro años de edad, con una tendencia mayoritariamente en los niños que en las
niñas, con una razón de 3:2, esta razón se vuelve más evidente mientras observamos el
avance de edad, obteniendo una razón de 5:1, lo que supone que las mujeres resuelven
el problema con mayor capacidad que los hombres. Emerge paralelamente con el
lenguaje conectado del niño o niña, es decir, cuando la persona recién comienza la
articulación de frases a través de la unión de palabras.
Este trastorno tiene una prevalencia dentro de la población general de un 0,75%,
sin embargo, existe un cálculo que establece que en la edad preescolar alrededor de un
5% de los niños posee un periodo de alteración por al menos unos meses. Hay que
sostener que es necesario diferenciar esta disfemia de la típica “no fluencia” de los niños
en edad preescolar ya que la tartamudez o disfemia se caracteriza por la rapidez de las
repeticiones, en la tensión muscular al prolongar ciertos sonidos verbales, la dificultad
para hablar y los bloqueos. Se ha postulado que el crecimiento natural en las niñas y
niños juega un papel muy importante en la colaboración del éxito en cuanto al
desarrollo del habla fluida, sin embargo en algunas personas este trastorno puede ser
muy grave y según una observación clínica se evidencia de manera sistémica algunas
condiciones sujetas a este tipo de alteración, tales como: susceptibilidad emocional,
ansiedad y perfeccionismo, éstos factores son considerados como elementos
acompañantes de la disfemia.
A raíz de los términos anteriores, se genera una fragilidad en la fluidez del habla que
puede desencadenar a disritmias de mayor gravedad debido a cuadros con alta carga
emocional, de hecho, la afectividad emocional guarda relación con la menor o mayor
gravedad de las disfluencias, siendo una característica del trastorno la gran variabilidad
del mismo entre los pacientes.
En cuanto a la comorbilidad de esta alteración se presenta con mayor frecuencia el
síndrome de Down, además, en una muestra de 550 pacientes disfémicos, se identifican
otras entidades clínicas: trastorno de habla (13%), trastorno del lenguaje (14%) y
trastornos de ansiedad (16%) y, algunos autores consideran a la disfemia como un
trastorno ​per se​, es decir, cumple las características y condiciones para poder
diferenciarse de otros trastornos por lo que en caso de comorbilidad se sugiere el
análisis de la relación que guarda entre la disfluencia y la situación clínica del otro
trastorno ya que el tratamiento en conjunto de ambos trastornos da mejores resultados.
Se clasifica la disfemia principalmente por medio del patrón usado para la
manifestación del trastorno.
● Disfemia tónica: presenta bloqueos, generalmente al inicio de la frase y que se
producen por contracciones musculares generando el aumento del tono muscular
lo que lleva a la rigidez de algunos órganos de fonación. Aguilar (2002)
menciona que este tartamudeo, en español, se presenta con mayor frecuencia en
palabras que comiencen con las letras “b”, “c”, “d”, “m”, “n”, “p” y “t”.
● Disfemia clónica: a diferencia de la tónica, este tipo de disfemia se caracteriza
por la presencia de la repetición en determinadas sílabas o sonidos. Su
asociación a tensión muscular es relativa. Su fluidez aparece repentinamente y es
de corto tiempo.
● Disfemia mixta o tonicoclónica: es el brote de las dos disfemias anteriormente
descritas y también suele ir acompañado de prolongaciones en el habla, en
donde se alarga la duración de las sílabas y sonidos. Presenta mayor frecuencia
en la “f”, “l”, “s” e “y”.
Existe otra clasificación de la tartamudez en base a la gravedad del trastorno, ya que es
necesario entender que los casos tienden a evolucionar con el tiempo y algunos podrían
complicarse llegando a un estado grave.

1. Tipo 1: se caracteriza por la presencia de tartamudez sin que la niña o niño sea
consciente de esto y por lo tanto no se busca solución. Generalmente se presenta
en una edad muy temprana con signos de bloqueos y repeticiones.
2. Tipo 2: algunos autores lo observan desde una perspectiva persistente ya que, al
contrario del Tipo 1, el niño o niña es consciente de su tartamudez o presenta
cuadros ansiosos al concebir la posibilidad de tartamudear pensando en la
represión o mofa llegando a evitar situaciones de exposición pública como leer
de manera pública en la sala de clases o el solo hecho de hablar supone alguna
maquinación por parte de la persona.
Se vuelve más complejo aún cuando nos ubicamos desde la perspectiva del niño
o niña y decidimos evitar situaciones donde tengamos que hablar y por lo tanto,
dejamos la práctica lingüística del habla, paralelamente con la ansiedad que
aumenta considerablemente las probabilidades de alguna manifestación
disfémica.
Se trata de una evolución de la tartamudez de Tipo 1 por lo que contempla en
niñas y niños de 8 a 12 años con una anterior disfemia en su historial.
En cuanto a la etiología del tartamudeo es desconocida, sin embargo, se estima que
tienen influencia algunos factores de tipo fisiológicos, psicosociales y lingüísticos:

● Factores fisiológicos: se plantea una incorrecta dominación cerebral en cuanto al


análisis del lenguaje, esto es, una dominación del hemisferio derecho para
corresponder el lenguaje. Además se encuentran déficits en la planificación y
coordinación del habla, provocando un estilo de movimiento asincrónico. Se han
encontrado también factores genéticos para la etiología del trastorno que apuntan
al riesgo de tartamudeo en familiares biológicos donde se desprende que, en el
caso de los hombres, alrededor del 10% de las hijas será tartamuda mientras que
en hijos se presenta un porcentaje del 20%
● Factores psicosociales: existen variados factores que influyen en la concepción y
el posterior desarrollo de la disfemia, tales como el nivel de exigencia que
podrían tener los padres sobre la niña o niño donde una corrección extrema del
habla podría generar mayores cuadros de ansiedad y estrés; actitudes negativas
en los interlocutores respecto al tartamudeo, atención en los errores, la propia
falta de habilidades sociales, la baja autoestima y la retracción respecto al
mundo social. A esto anterior se ha añadido un factor que tiene que ver con los
modelos familiares inadecuados en los que se desenvuelve el niño o niña.
● Factores lingüísticos: se ha designado una mayor probabilidad de tartamudeo a
las palabras con contenido, palabras largas, palabras que comienzan con alguna
consonante, o al empezar una frase. Mientras que se asigna una menor
probabilidad de tartamudeo a palabras funcionales, palabras cortas, palabras que
comienzan con vocal o simplemente al final de la frase.
En base a esta introducción de la alteración del lenguaje, es correcto destacar lo social
como un gran factor incluyente dentro del trastorno, el cual muchas veces tiende a
desencadenarse en cuadros ansiosos, depresivos o de estrés, implicando la aparición de
otras alteraciones en el habla. A raíz de esto es que me surge la pregunta: ​¿qué tan
efectivo sería incorporar una mirada y enfoque psicosocial a la hora de brindar un
tratamiento para la disfemia? García Morales (2015) reconoce algunos factores
biológicos (​infecciones cerebrales, lesiones traumáticas del sistema nervioso central y el
carácter hereditario) cuando se desenvuelve en las causas de la aparición de la disfemia,
sin embargo, a la hora de reconocer factores que tienen que ver con el contexto social de
la niña o niño admite la existencia de facilitaciones que puede adoptar el entorno del
infante en función de lo psicosocial, apuntando a la relevancia que tiene la familia, los
profesores y el círculo cercano a la persona debido a la calidad de la estimulación en el
desarrollo del lenguaje. Se identifica así que los niños y niñas en cuanto al origen del
trastorno tienen como principal influencia las exigencias familiares y sociales, esto
implica cualquier tipo de regaño o burla en caso de algún error del lenguaje, las
dificultades en las dinámicas familiares (inseguridad o conflictos entre los padres),
aplicación de inadecuados métodos educativos por parte de la familia y la inestabilidad
emocional.
Sin duda, personalmente creo que es imprescindible considerar los factores fisiológicos
y cognitivos a la hora de entender la disfemia y poder retribuir un tratamiento
correspondiente, sin embargo, pongo a modo de reflexión la instauración de un mayor
énfasis sobre los factores psicosociales para un encuadre y caracterización del trastorno
más eficiente, puesto que es correcto afirmar que tanto el ambiente donde crece el niño
o niña, la redes en el colegio/jardín, la relación con la familia y la propia postura que se
tenga frente al trastorno orientan y encaminan en gran medida el posterior desarrollo de
las alteraciones, queriendo implicar un progreso o, en caso contrario, la emergencia de
otras complicaciones en el lenguaje y a nivel interpersonal.
Metodología
La metodología adoptada en este trabajo es netamente explicativa haciendo referencia al
trastorno desde su caracterización: las distintas clasificaciones existentes, la prevalencia
respecto a la población en general y las implicaciones sobre la vida de las personas que
padecen de este fenómeno. El objetivo de la metodología incorporada es posicionarnos
desde una concepción más comprensiva y empática respecto al trastorno ya que como
hemos mencionado, es de real importancia el rol que cumple el entorno psicosocial de la
persona en el desarrollo tanto de las alteraciones como a nivel personal. Para
discriminar y seleccionar los artículos bibliográficos que encaminaron este trabajo, se
usaron solo aquellos que entraban entre los años 2000 y 2015 para darle un enfoque más
preciso y reciente en cuanto a la caracterización del trastorno se refiere. Dentro del
material usado en realización de este trabajo se encuentran principalmente artículos de
revistas, así como también el DSM V y capítulos de psicología clínica infantil para
recabar datos en cuanto al trastorno. Trabajo enfocado principalmente en Latinoamérica,
Europa, y Centroamérica.
Tipos de estudio: revistas académicas, estudios de casos, ensayos clínicos, artículos
académicos, libros.
Palabras claves: Trastorno en la fluidez del habla, trastorno en la fluidez de inicio en la
infancia, disfemia, cuadros ansiosos, estrés infantil, tartamudez, psicología, contexto social,
patología, trastorno, tratamiento, psicosocial, factores.
Este trabajo hizo uso de las siguientes herramientas de investigación: SciELO, Google
Scholar, Scribd. Fueron utilizados aproximadamente 12 artículos para la composición del
presente.
Resultados
“En la mayoría de los casos la disfemia comienza sin desencadenantes aparentes. En un
subgrupo de casos se refieren factores desencadenantes estresantes; en este subgrupo la
existencia de antecedentes familiares de tartamudez es menos frecuente que en un grupo
mayoritario, y además son típicos los perfiles de personalidad con alta reactividad emocional
y/o rasgos de ansiedad” (Sangorrín, 2005). El autor identifica la genética del trastorno como
un factor de menor frecuencia que los nombrados desencadenantes estresantes,

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