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Blado Blado, te odié por vil y alevoso…

M T
e recuerdo muy joven, descubriendo los predios de Radio Ciu- ú tan martiano, esto te va a encantar: Blado, te odié por vil y alevo-
dad una otoñal tarde de octubre para hacer mi primer progra- so… Te lo juro. ¿Acaso no te acuerdas de cómo llamaste a este
ma de radio. Muy flaca, guitarra en ristre, tan pálidamente… pobre muchacho recién llegado a la redacción? “Oye, niño, así que
como dice Silvio. Era un programa en vivo, una revista cultural que no tú eres El Posthumano”. De sopetón, sin conocerme, burlándote por esos
recuerdo el nombre, que me había conseguido mi amiga Amelia María artículos que escribía yo, repletos de gaya ciencia y docta filosofía. De
con su amigo Sergio, que era no se qué del programa. Allí además de pronto, náuseas me daba de verte, y sin poder replicarte, porque eras un
cantar hice unas infantiles declaraciones sobre algunos problemillas del Mito: el Caimán más antiguo, un poeta que admiré desde mi adolescen-
gremio, gremio insipiente y prácticamente desconocido para mí, atrevi- cia en los 80, el tipo que entrevistó a Fito Páez cuando a mí mismo me
da que soy, que era, que siempre fui. No obstante me tildaron de muy decían Fito Páez.
aguda aquel día. Ah, Blado, pero no me revolví en ese odio de muerte y agarré tu
Ya saliendo de cabina, siento una voz ronca que me dice ven haz este sarcasmo por el lado del desafío, y me puse a hacer entrevistas, reporta-
otro programa que se graba ahora, quiero que cantes aquí y hables jes, crónicas, a tomarle el pulso a la cultura por la calle del medio, como
como quieras y lo que quieras de lo que te voy a preguntar, bienvenida lo hacías tú, porque quería demostrarte que podía ser tan periodista
a ’Pisando el césped. como tú.
Era Bladimir Zamora (que después El Blado), así con B de Bayamo Coño, Blado, antes no te lo dije y qué lástima tenga que llegar mi
-como leí en cierta antología- un tipo misterioso, fastidioso, provocativo, confesión en el momento póstumo… Tú me hiciste crecer, fue así mismi-
enigmático para los que no lo conocieron bien. to. Como de seguro también le habrá pasado a otros, a los que bajaste
Serían finales de los 80 y me volvió a invitar. Pero aquella vez el cés- los humos con esa facilidad tuya para colgar el mote justo y a la hora
ped ya no se podía pisar, debía presentarme yo misma en el programa y clave.
para asombro y susto del Blado que abrió desorbitadamente los ojos, Blado, pasó el tiempo y pasó… Y te me fuiste poniendo tan villano y
espeté inocentemente “yo estuve ya una vez aquí cuando Bladimir habla- tan hermoso, tan facilito de querer cuando uno descubría las llaves de tu
ba todavía”. bondad. Tú haciendo la ronda con la mano de Teresita Fernández agarra-
Nunca supe que pasó antes y si paso o le pasó algo después por da bajo la Ceiba de Don Alejo. “Mira, Fidelitoooo…”, truenas con la voz
aquella alocución mía, pero el caso es que el bocadillo se nos quedó por ronquísima. Vaso de ron en ristre y se te sale un estallido de risa, de la risa
los siglos de los siglos. más gozona que ojos humanos vieron. Son chispazos. Son recuerdos.
La última vez que lo vi fue en la redacción del Caimán, en los altos de A qué negarlo ahora, Blado, a veces fuimos rivales. Tú queriendo ha-
la Editora Abril, hace unos tres meses tal vez, no recuerdo con exactitud. lar la revista para un lado y yo para el otro, tozudos ambos, tú con la
Subí y lo vi sentado entre dos de sus colegas hablando como siempre, autoridad de los años, yo con la del editor de plantilla. Pero con un
hablando, ronco, hablando, ronco, ronco, ronco, hablando, con las sue- respeto que a la larga (así lo creo) llegó a ser mutuo, porque nos arrima-
las y la garganta ya gastadas de tanta hierba pisada, de tanto fango, de ba idéntica fidelidad y amor al Caimán Barbudo…
tanto mundo, de tanta vida, de tanto amor, de tanto césped… Hay que revelarlo ahora, Blado, que otras veces fuiste mi par del
¿Está Fidelito?, pregunté y con un lento ademán me dijo que no. reino. El mejor aliado, la palabra arcana en que apoyarme, sobre todo si
Y cruzamos aquel mediodía solo cuatro palabras: “sabes que te estaba en juego la autonomía, la libertad del irreverente Saurio. Porque,
quiero”. y esto lo sabe cualquiera, hacia dentro somos la redacción de la eterna
Y luego el abrazo. porfía, la de decirnos hasta alma mía cuando nos da por arreglar el
mundo; pero ante el afuera, leal escuadra de mosqueteros.
Con el tiempo dirán que en su novela Los Hermanos Caimaneros,
Dostoievski escribió: “Si Blado no existiera, sería menester inventarlo”.
Uno para Todos y Todos para Uno, te vamos… No, yo te voy a extrañar.
Estuve llorando toda la noche por ti, Blado.

24
Blado Blado, te odié por vil y alevoso…

Por Heidi Igualada Por Rafael Grillo

M T
e recuerdo muy joven, descubriendo los predios de Radio Ciu- ú tan martiano, esto te va a encantar: Blado, te odié por vil y alevo-
dad una otoñal tarde de octubre para hacer mi primer progra- so… Te lo juro. ¿Acaso no te acuerdas de cómo llamaste a este
ma de radio. Muy flaca, guitarra en ristre, tan pálidamente… pobre muchacho recién llegado a la redacción? “Oye, niño, así que
como dice Silvio. Era un programa en vivo, una revista cultural que no tú eres El Posthumano”. De sopetón, sin conocerme, burlándote por esos
recuerdo el nombre, que me había conseguido mi amiga Amelia María artículos que escribía yo, repletos de gaya ciencia y docta filosofía. De
con su amigo Sergio, que era no se qué del programa. Allí además de pronto, náuseas me daba de verte, y sin poder replicarte, porque eras un
cantar hice unas infantiles declaraciones sobre algunos problemillas del Mito: el Caimán más antiguo, un poeta que admiré desde mi adolescen-
gremio, gremio insipiente y prácticamente desconocido para mí, atrevi- cia en los 80, el tipo que entrevistó a Fito Páez cuando a mí mismo me
da que soy, que era, que siempre fui. No obstante me tildaron de muy decían Fito Páez.
aguda aquel día. Ah, Blado, pero no me revolví en ese odio de muerte y agarré tu
Ya saliendo de cabina, siento una voz ronca que me dice ven haz este sarcasmo por el lado del desafío, y me puse a hacer entrevistas, reporta-
otro programa que se graba ahora, quiero que cantes aquí y hables jes, crónicas, a tomarle el pulso a la cultura por la calle del medio, como
como quieras y lo que quieras de lo que te voy a preguntar, bienvenida lo hacías tú, porque quería demostrarte que podía ser tan periodista
a ’Pisando el césped. como tú.
Era Bladimir Zamora (que después El Blado), así con B de Bayamo Coño, Blado, antes no te lo dije y qué lástima tenga que llegar mi
-como leí en cierta antología- un tipo misterioso, fastidioso, provocativo, confesión en el momento póstumo… Tú me hiciste crecer, fue así mismi-
enigmático para los que no lo conocieron bien. to. Como de seguro también le habrá pasado a otros, a los que bajaste
Serían finales de los 80 y me volvió a invitar. Pero aquella vez el cés- los humos con esa facilidad tuya para colgar el mote justo y a la hora
ped ya no se podía pisar, debía presentarme yo misma en el programa y clave.
para asombro y susto del Blado que abrió desorbitadamente los ojos, Blado, pasó el tiempo y pasó… Y te me fuiste poniendo tan villano y
espeté inocentemente “yo estuve ya una vez aquí cuando Bladimir habla- tan hermoso, tan facilito de querer cuando uno descubría las llaves de tu
ba todavía”. bondad. Tú haciendo la ronda con la mano de Teresita Fernández agarra-
Nunca supe que pasó antes y si paso o le pasó algo después por da bajo la Ceiba de Don Alejo. “Mira, Fidelitoooo…”, truenas con la voz
aquella alocución mía, pero el caso es que el bocadillo se nos quedó por ronquísima. Vaso de ron en ristre y se te sale un estallido de risa, de la risa
los siglos de los siglos. más gozona que ojos humanos vieron. Son chispazos. Son recuerdos.
La última vez que lo vi fue en la redacción del Caimán, en los altos de A qué negarlo ahora, Blado, a veces fuimos rivales. Tú queriendo ha-
la Editora Abril, hace unos tres meses tal vez, no recuerdo con exactitud. lar la revista para un lado y yo para el otro, tozudos ambos, tú con la
Subí y lo vi sentado entre dos de sus colegas hablando como siempre, autoridad de los años, yo con la del editor de plantilla. Pero con un
hablando, ronco, hablando, ronco, ronco, ronco, hablando, con las sue- respeto que a la larga (así lo creo) llegó a ser mutuo, porque nos arrima-
las y la garganta ya gastadas de tanta hierba pisada, de tanto fango, de ba idéntica fidelidad y amor al Caimán Barbudo…
tanto mundo, de tanta vida, de tanto amor, de tanto césped… Hay que revelarlo ahora, Blado, que otras veces fuiste mi par del
¿Está Fidelito?, pregunté y con un lento ademán me dijo que no. reino. El mejor aliado, la palabra arcana en que apoyarme, sobre todo si
Y cruzamos aquel mediodía solo cuatro palabras: “sabes que te estaba en juego la autonomía, la libertad del irreverente Saurio. Porque,
quiero”. y esto lo sabe cualquiera, hacia dentro somos la redacción de la eterna
Y luego el abrazo. porfía, la de decirnos hasta alma mía cuando nos da por arreglar el
mundo; pero ante el afuera, leal escuadra de mosqueteros.
Con el tiempo dirán que en su novela Los Hermanos Caimaneros,
Dostoievski escribió: “Si Blado no existiera, sería menester inventarlo”.
Uno para Todos y Todos para Uno, te vamos… No, yo te voy a extrañar.
Estuve llorando toda la noche por ti, Blado.

24
EL CAIMÁN BARBUDO—mayo-junio—2016
Bladimir Zamora: la música cubana El Blado y yo (la despedida)
como acto de fe

A
hora podría decir que los poetas no mueren y demás lugares co-
munes; escribir un obituario con todas las de la ley, resaltando los


Bladimir Zamora está muy mal de salud”, me decía este jueves Joa
valores humanos del Blado, el tronco de periodista que fue, inves-
quín Borges-Triana cuando coincidimos en el primer concierto del
tigador de la música cubana, etc. Pero no tiene sentido. Otros que lo
Festival Musicabana. Joaquín se puso a repasar varias de las anécdo-
conocieron mucho antes que yo (lo que no significa que lo conocieran
tas que guarda sobre el “Blado”, desde que comenzó a compartir con él
mejor) tendrán de seguro las palabras perfectas para despedir a Bladimir
las páginas del El Caimán Barbudo, las vaporosas peñas que lleva la revis-
Zamora Céspedes, quien amenazó durante días con irse de este mundo
ta adelante cada miércoles, y la inquietud por impulsar un periodismo
y, no contento con amagar, cumplió su promesa anoche, mientras yo
sincero, claro y profundo.
dormía (sin la esperanza de recibir una mejor noticia en la mañana).
Mientras conversábamos sobre los grandes conciertos que hemos vi-
Cuando desperté a El Caimán, Bladimir estaba allí. Estuvo durante
vido en los últimos tiempos, Darío Alejandro, un joven y talentoso perio-
tanto tiempo que la revista era él y él era la revista. Una tarde me confe-
dista, se nos acercó para darnos la noticia que no por esperada dejó de
só que trabajar en El Caimán Barbudo era “lo mejor que le había pasado
causar un fuerte impacto. “Blado ha muerto”, dijo y Joaquín reaccionó
en su vida”. Lo conocí a mediados de los 80, cuando su foto era la de un
inmediatamente ante la pérdida. El mejor homenaje posible, sentenció,
tipo delgado, común y corriente, que escribía unos versos rarísimos que
es el que le haremos en la próxima Peña del Caimán. Leeremos sus poe-
luego se negaba a enviar a los concursos. Se me apareció en unos pocos
sías y los trovadores se reunirán para cantarle en una jornada muy larga.
poemas compilados en Usted es la culpable, que a alguien se le ocurrió
No hay otra forma de recordarlo.
etiquetar como “Nueva Poesía Cubana” (tal vez inspirado en el entonces
Es cierto. Blado, como lo conocían entre sus amigos, murió este jue-
pujante “Movimiento de la Nueva Trova”). Pero lo vi “en persona” mu-
ves en la noche a los 64 años y su pérdida no solo es un golpe bajo para
chos años después; convertido en un sujeto pintoresco, barbado, pelirro-
la revista El Caimán Barbudo, sino también para el periodismo cubano.
jo y tan ancho como un escaparate que fumaba unos tabacos enormes.
Porque los que conocieron a ese periodista, poeta y promotor cultural,
Conversar con Bladimir en la redacción de El Caimán no es una de las
nacido en 1952 en Bayamo, saben que dedicó buena parte de su obra a
mejores cosas que me pasaron a mí: es una de las mejores cosas que
hurgar en ambientes sonoros que muchos no llegaban a ver, descubrien-
pueda pasarle a cualquiera, entre tragos de ron (si había dinero para
do a jóvenes trovadores que hoy son figuras reconocidas en el panora-
comprar ron), volutas de humo, y el frío de un aire acondicionado que
ma musical cubano.
roncaba como un tractor soviético. Escamoteábamos horas al trabajo
Blado, melómano irreductible, eligió, entre tantos destinos posibles,
para discutir tonterías como si se tratara de enigmas filosóficos.
contar la historia de la música cubana, de la trova y traer a la superficie
El Blado podía sorprenderte con casi cualquier cosa. Al primer
a figuras anónimas que él consideraba que con ellas el mundo de la
“ronazo” era capaz de recordar el día que estuvo a punto de ahogarse,
música cubana sería mejor. Y casi nunca se equivocó. Hoy son bastantes
porque su casa de Cauto del Paso se inundó cuando el ciclón Flora. Al
los creadores que le agradecen a él las primeras reseñas de su obra, que
segundo “ronazo” se emocionaba hasta las lágrimas escuchando una can-
los alertara sobre sus puntos débiles y les mostrara luego un posible
ción de Sindo. Al tercero disertaba sobre la futilidad de la “poesía pura”.
camino a seguir.
Pero su plato fuerte era repetir la anécdota de la vez que se transformó
Aparte de sus contribuciones al periodismo musical, también desarro-
en turista ruso, como parte de una delegación del “país amigo” que
lló una obra poética que mostraba en cuanta peña hubiera tanto en La
visitaba Pinar del Río… Un día voy a contar esa historia.
Habana como en cualquier Casa del Joven Creador de la Isla. Escribió
Yo me hice el poco periodista que soy junto a mis caimaneros entra-
textos que luego pasarían a integrar diversas antologías como Nuevos
ñables. Daría lo que no tengo por estar junto a ellos el miércoles próxi-
poetas 1974 (1975), Poetas de la Colina (1977),Imágenes de la mujer
mo, cuando se reúnan en la peña que el Blado tanto disfrutaba (y conducía
(1980) y Usted es la culpable (1985).
de manera errática) en el patio de la EGREM. Desde la distancia no
Para él uno de sus mayores tesoros fue la amplia colección de música
puedo sino evocar en solitario a un poeta que cantó “la soledad es una
cubana que guardó como una reliquia en la austeridad de su casa. Es la
vieja loca/ tambaleante en mi casa/ trata continuamente de/ tirárseme
misma música que escuchaba sabiendo que a veces era la única manera
encima/ le doy todos los golpes/ que puedo/ y me salgo a la calle/
de salir vivo y de seguir dándole voz a los noveles juglares para que
después de trancar/ la puerta del tiempo/ por fuera.”
expresaran lo que, para ellos, significaba ser un trovador en la Cuba de
este siglo. Sí, un periodista o un crítico musical sabe que para no estar
espiritualmente muerto tiene que mantener una actitud muy ética consi-
La vida toma rumbos impensados.
Nos despedimos en un paradero de “almendrones”, en Neptuno y
25
Consulado. Había llovido. Me dio un abrazo frugal y se metió en el carro.
go mismo y con su profesión.
Como quien te palmea la espalda y te dice “mañana seguimos hablan-
do”. Ambos sabíamos que era la última vez.
No estás solo, Blado, te vas con tus “pertenencias indispensables”. Te
llevan “apenas con los olores del cuerpo”. Con “un resoplido de caballo
en trote”.
Un abrazo.
Bladimir Zamora: la música cubana El Blado y yo (la despedida)
como acto de fe
Por Leopoldo Luis
Por Michel Hernández

A
hora podría decir que los poetas no mueren y demás lugares co-
munes; escribir un obituario con todas las de la ley, resaltando los


Bladimir Zamora está muy mal de salud”, me decía este jueves Joa
valores humanos del Blado, el tronco de periodista que fue, inves-
quín Borges-Triana cuando coincidimos en el primer concierto del
tigador de la música cubana, etc. Pero no tiene sentido. Otros que lo
Festival Musicabana. Joaquín se puso a repasar varias de las anécdo-
conocieron mucho antes que yo (lo que no significa que lo conocieran
tas que guarda sobre el “Blado”, desde que comenzó a compartir con él
mejor) tendrán de seguro las palabras perfectas para despedir a Bladimir
las páginas del El Caimán Barbudo, las vaporosas peñas que lleva la revis-
Zamora Céspedes, quien amenazó durante días con irse de este mundo
ta adelante cada miércoles, y la inquietud por impulsar un periodismo
y, no contento con amagar, cumplió su promesa anoche, mientras yo
sincero, claro y profundo.
dormía (sin la esperanza de recibir una mejor noticia en la mañana).
Mientras conversábamos sobre los grandes conciertos que hemos vi-
Cuando desperté a El Caimán, Bladimir estaba allí. Estuvo durante
vido en los últimos tiempos, Darío Alejandro, un joven y talentoso perio-
tanto tiempo que la revista era él y él era la revista. Una tarde me confe-
dista, se nos acercó para darnos la noticia que no por esperada dejó de
só que trabajar en El Caimán Barbudo era “lo mejor que le había pasado
causar un fuerte impacto. “Blado ha muerto”, dijo y Joaquín reaccionó
en su vida”. Lo conocí a mediados de los 80, cuando su foto era la de un
inmediatamente ante la pérdida. El mejor homenaje posible, sentenció,
tipo delgado, común y corriente, que escribía unos versos rarísimos que
es el que le haremos en la próxima Peña del Caimán. Leeremos sus poe-
luego se negaba a enviar a los concursos. Se me apareció en unos pocos
sías y los trovadores se reunirán para cantarle en una jornada muy larga.
poemas compilados en Usted es la culpable, que a alguien se le ocurrió
No hay otra forma de recordarlo.
etiquetar como “Nueva Poesía Cubana” (tal vez inspirado en el entonces
Es cierto. Blado, como lo conocían entre sus amigos, murió este jue-
pujante “Movimiento de la Nueva Trova”). Pero lo vi “en persona” mu-
ves en la noche a los 64 años y su pérdida no solo es un golpe bajo para
chos años después; convertido en un sujeto pintoresco, barbado, pelirro-
la revista El Caimán Barbudo, sino también para el periodismo cubano.
jo y tan ancho como un escaparate que fumaba unos tabacos enormes.
Porque los que conocieron a ese periodista, poeta y promotor cultural,
Conversar con Bladimir en la redacción de El Caimán no es una de las
nacido en 1952 en Bayamo, saben que dedicó buena parte de su obra a
mejores cosas que me pasaron a mí: es una de las mejores cosas que
hurgar en ambientes sonoros que muchos no llegaban a ver, descubrien-
pueda pasarle a cualquiera, entre tragos de ron (si había dinero para
do a jóvenes trovadores que hoy son figuras reconocidas en el panora-
comprar ron), volutas de humo, y el frío de un aire acondicionado que
ma musical cubano.
roncaba como un tractor soviético. Escamoteábamos horas al trabajo
Blado, melómano irreductible, eligió, entre tantos destinos posibles,
para discutir tonterías como si se tratara de enigmas filosóficos.
contar la historia de la música cubana, de la trova y traer a la superficie
El Blado podía sorprenderte con casi cualquier cosa. Al primer
a figuras anónimas que él consideraba que con ellas el mundo de la
“ronazo” era capaz de recordar el día que estuvo a punto de ahogarse,
música cubana sería mejor. Y casi nunca se equivocó. Hoy son bastantes
porque su casa de Cauto del Paso se inundó cuando el ciclón Flora. Al
los creadores que le agradecen a él las primeras reseñas de su obra, que
segundo “ronazo” se emocionaba hasta las lágrimas escuchando una can-
los alertara sobre sus puntos débiles y les mostrara luego un posible
ción de Sindo. Al tercero disertaba sobre la futilidad de la “poesía pura”.
camino a seguir.
Pero su plato fuerte era repetir la anécdota de la vez que se transformó
Aparte de sus contribuciones al periodismo musical, también desarro-
en turista ruso, como parte de una delegación del “país amigo” que
lló una obra poética que mostraba en cuanta peña hubiera tanto en La
visitaba Pinar del Río… Un día voy a contar esa historia.
Habana como en cualquier Casa del Joven Creador de la Isla. Escribió
Yo me hice el poco periodista que soy junto a mis caimaneros entra-
textos que luego pasarían a integrar diversas antologías como Nuevos
ñables. Daría lo que no tengo por estar junto a ellos el miércoles próxi-
poetas 1974 (1975), Poetas de la Colina (1977),Imágenes de la mujer
mo, cuando se reúnan en la peña que el Blado tanto disfrutaba (y conducía
(1980) y Usted es la culpable (1985).
de manera errática) en el patio de la EGREM. Desde la distancia no
Para él uno de sus mayores tesoros fue la amplia colección de música
puedo sino evocar en solitario a un poeta que cantó “la soledad es una
cubana que guardó como una reliquia en la austeridad de su casa. Es la
vieja loca/ tambaleante en mi casa/ trata continuamente de/ tirárseme
misma música que escuchaba sabiendo que a veces era la única manera
encima/ le doy todos los golpes/ que puedo/ y me salgo a la calle/
de salir vivo y de seguir dándole voz a los noveles juglares para que
después de trancar/ la puerta del tiempo/ por fuera.”
expresaran lo que, para ellos, significaba ser un trovador en la Cuba de
este siglo. Sí, un periodista o un crítico musical sabe que para no estar
La vida toma rumbos impensados.
Nos despedimos en un paradero de “almendrones”, en Neptuno y
25

EL CAIMÁN BARBUDO—mayo-junio—2016
espiritualmente muerto tiene que mantener una actitud muy ética consi-
Consulado. Había llovido. Me dio un abrazo frugal y se metió en el carro.
go mismo y con su profesión.
Como quien te palmea la espalda y te dice “mañana seguimos hablan-
do”. Ambos sabíamos que era la última vez.
No estás solo, Blado, te vas con tus “pertenencias indispensables”. Te
llevan “apenas con los olores del cuerpo”. Con “un resoplido de caballo
en trote”.
Un abrazo.

Fotos: Racso

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