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BLUE DE BUKOWSKI VIGILADO

Para Ray Fernández. la soledad es una vieja loca


tambaleante en mi casa
a un poco más trata continuamente de
de los 50 tirárseme encima
he cerrado la puerta le doy todos los golpes
del balcón que puedo
para cagar y me salgo a la calle
en la estrecha después de trancar
intimidad la puerta del tiempo
sobre por fuera.
el periódico de ayer. camino buscando mis creídas
creo creeré querencias
en las manos o los viandantes
que por sorpresa en que pueda crecer
me entregan
un calor
de pájaros
que no se cansan
la flor de amistad.
no es tarea fácil.
casi todos van
enfundados
Bladimir
de volar
pero
cagando
trabajosamente
en su piel
y no te dan la hora
ni el saludo.
me cansa la máscara
Zamora
en el periódico
de ayer
me caen
como auras
tiñosas
las dudas
y regreso tarde
a casa
tarde encuentro
a la soledad
como una abuelita
amorosa
Céspedes
en la cabeza. que quiere mostrarme
todavía el caldo tibio SOBRE TI MISMO
llegan que me ha preparado
a mi puerta Para que amanezca la verdadera pobreza
o a mi piel con fuerzas es la soledad
los cuerpos pero yo sé que es que
en que quisiera su cicuta en la hora
vivir por eso me voy con hambre maravillosa y tremenda
para siempre con ganas de abrazar nadie eche en cuenta
pero es martes con ganas EL RESOPLIDO
que faltas
—cualquiera— de que alguien ese no estar
ni siquiera 13 me salude ahora mismo si me vinieran a
en la imaginería quemar la casa
y acabo de cagar aunque sea desde lejos de los otros o en alguna pesadilla
16 sobre el ligero
periódico
alzando un pañuelo
adolescente sobre mi cara.
esa es la pobreza
y que sea solo enroscarte
tocaran a la puerta para pedirme
un viaje
EL CAIMÁN BARBUDO—mayo-junio—2016

de ayer veo el pañuelo flotar sobre ti mismo


y nadie como un ave por paisajes totalmente fuera
el ademán sabio de mi cariño
revienta sin norte de la salvación
mi teléfono y trato de alcanzarlo y si los emplazadores hicieran el increíble
la franciscanía papel del indulgente
con cuerdas cuando me tira el sueño la desnudez de la materia
que me alcen. sobre una tabla tiesa permitiendo
quien te ayude que llevara conmigo
y amanezco a sacar
con dolor en todo las pertenencias indispensables
esos pájaros sin dudas miraría en redondo
vigilado de vuelo más alto
por la soledad tratando de indagar con cual de ellas
que se guardan en ti me salvo
que ya se ha repuesto pero que no haya
de mis golpes de ayer echaría un resoplido de caballo en trote
en esta hora y poniendo la vista en un punto
y tiene brillosos ojos nadie
de apostar a parecido a la cercanía
que apueste a esos
que me ganará esta vez. su camisa desfiladeros remotos
más rota les podría decir solo
por tu mayor ventura con el seguro cauce de mi mirada
esa es la pobreza llévenme apenas
el animal con los olores del cuerpo.
que puede
anudarse en tu cuello
cuando estás
esperando
que la piel
del semejante
suelte
tus deseos
de vivir
por encima
del mayor peligro.
CETRO DE LA IMAGINACIÓN

Para Gastón Baquero.

solo tiene una mesa y otros cuantos artilugios aquellos tranvías de tan generosa y lenta veloci-
traídos del rastro de los sueños dad.
y pretende contarme toda la historia: alza los brazos como diciendo: estoy en vuelta
el tronco de la primera cuerda abajo.
el abismo donde se perdieron las amarras entra de nuevo en su ciudad
y estos cabos sueltos donde ahora bailan nuestros cuerpos. la recorre con la misma fruición con que el ciego
dibuja en el tacto las aristas.
un hombrecito hecho apenas para lo imprescindible está otra vez sobre el labio del mar
derrama el mantel ante nosotros nos vierte el agua. y salta el pez de su memoria a saludarlo
lo ve marcharse y hace un amplio acordeón con las manos sobre el misterioso bastidor de las sales.
como si desplegara la cartografía de la isla
y se siente sobre la madera resobada voy tras él soy el guajiro curioso
una sorda crepitación las yerbas en andas el recién llegado en aquella montaña de plátanos
el descuelgue repentino de un remoto verano. y él luce desenvuelto sonrisa y dril blancos.

hemos cogido a un tiempo las jarras pacientes


él es un cetro de la imaginación.
frota la voz entre sus dedos
y las fotos sujetas en el sepia
del vino.
me incita a los dominios de aquel bar de la calle
17

EL CAIMÁN BARBUDO—mayo-junio—2016
cobran otra vez el timbre de entonces: Concordia
se ve a los hombres que corren incesantes que hace tiempo duele como una carie.
por los caminos y cantan y se complican las ruinas elevan el fuego fatuo de la vitrola
en un apretado y frágil remolino y él pide aguardiente para mí.
como si fuera la tormenta del juicio final estamos en la menuda fiesta que alumbra
y salen luego del mal paso con el espasmo de una carcajada. un repique de manos que parece interminable.
corren y cantan y corren
siempre con una bandera clavada entre los hombros. vuelve al punto el hombrecito del fondo
cualquiera diría que lloran con las carnes las viandas las verduras
cuando en realidad sencillamente cantan. y otro palmo de vino.
él se levanta gracioso como un adolescente
las familias enteras trasiegan la carretera central mira con malicia el jolgorio de los alimentos
buscándose la vida y me dice: arrímese que es con voluntad.
espantándose el polvillo impertinente de la incertidumbre.
van con las aves imprescindibles parece un sonero insinuándome la clave.
el perro que siempre los prevendrá
de una mala curva en lo oscuro
y la imagen de la caridad que es definitivamente
la cuarta y providencial pata de la mesa.

tardan las carnes en su vuelta del horno y las guarniciones


por eso les brindo el vino de la casa
ha dicho el leve sirviente de antes
y se vuelve a perder en el humo zumbón de la cocina.
no le escuchamos
yo porque atiendo solo al tablado interminable
donde él va colocando otras piezas y colocándose
en ese mecanismo invencible que es
el hombre haciendo lumbre en sus paisajes
y él porque ya se apresta a dejar el reino del entonces

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