La mayoría de los programas de preparación docente no abordan la neurociencia en sus
planes de estudios. Esto es curioso, ya que el aprendizaje ocurre en el cerebro en
contexto y los maestros fundamentalmente fomentan y facilitan el aprendizaje. Por un lado, fusionar el conocimiento de neurociencia en programas de formación docente está lleno de desafíos, como conciliar cómo se ve y utiliza la evidencia científica en educación, superar neuromitos, reconocer la falta de conexión directa entre los hallazgos de laboratorio y las prácticas en el aula, y coordinar a través de diferentes niveles de análisis en neurociencia y práctica educativa. Por otro lado, existen beneficios notables para dicha fusión, como la profundización del conocimiento del contenido pedagógico desde múltiples perspectivas; comprender la neuroplasticidad y sus implicaciones educativas; reconocer el poder del ambiente para afectar la neurobiología, el aprendizaje y el desarrollo; y contribuir a la práctica comprometida y reflexiva y a la investigación informada en la enseñanza. Particularmente en términos de equidad de aprendizaje para los estudiantes y el desarrollo de una cultura de educación de aprendizaje en los programas de formación docente, los beneficios de incluir el conocimiento de la neurociencia en la formación docente parecen superar los desafíos.