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Introducción y "entreactos" del trabajo de Hilda Sábato sobre la Revolución de 1880, que concluyó con la victoria de las fuerzas nacionales y la federalización de la Ciudad de Buenos Aires.
Introducción y "entreactos" del trabajo de Hilda Sábato sobre la Revolución de 1880, que concluyó con la victoria de las fuerzas nacionales y la federalización de la Ciudad de Buenos Aires.
Introducción y "entreactos" del trabajo de Hilda Sábato sobre la Revolución de 1880, que concluyó con la victoria de las fuerzas nacionales y la federalización de la Ciudad de Buenos Aires.
BUENOS AIRES
EN ARMAS
la revolucién de 1880
hilda sabato
gio veinti
DK eeasintane12 BUENOS AIRES EN ARMAS
Luto en Buenos Aires
Paz o tregua?
El desenlace
Epilogo
Buenos Aires
Dos modelos
Lista de siglas y
Notas
278
281
285,
291
293
298
305
Introduccién
En la maiiana del lunes 21 de junio de 1880 dos ejércitor
de unos 5000 hombres cada uno se enfrentaron en las puertas de la
ciudad de Buenos: Aires, en Puente Alsina y los Corrales (hoy Par-
que Patricios). Pelearon durante més de diez horas sin descanso. El
combate habfa empezado a las cuatro de Ja madrugada, con un ata-
‘que sorpresa por parte de fuerzas del Ejército Nacional, que aprove-
charon la oscuridad de la noche para trasladarse por tren y a caba-
No desde sus carapamentos en los alrededores de la ciudad hasta el
;nsaba un importante destacamento de la Guardia
wineia de Buenos Aires: Fuerzas de infanteria, ca-
se trenzaron en la batalla, que algunas horas des.
Pués se desplazé a la meseta de los Corrales, ya dentro de los limites
de la ciudad, A eso de las dos de la tarde, todo habia terminado. Mil
2 2000 victimas, entre heridos y muertos, era el luctuoso saldo del
combate. Ambos lados reclamaban la victoria: los nacionales habian
es y apretado el sitio a la ciudad; los rebeldes
habfan aguantado la carga impidiendo la ocupacién del casco ur-
bano. Sin embargo, éste fue un enfrentamiento decisive y pocos
dias més tarde los contendientes negociaron un acuerdo de paz que
constituy6, pars. los rebeldes, un acta de derrota.
Este episodio de confrontacién violenta no es excepcional en la
historia argentina del siglo XIX. Aun después de sellada la union
politica con la Constitucién de 1853, cientos de sublevaciones y re-
beliones tuvieron jugar en distintas regiones del territorio a lo largo
de varias décadas.La poderosa Buenos Aires no fue ajena a esta ten-
dencia: la principal ciudad del pais, nticleo del proceso de moderni-
zaci6n politica, social y cultural, fue sede de varios levantamientos
armados, entre los cuales se cuenta éste de 1880 y varios otros que
integran el “cicio revolucionario” de la segunda mitad del KIX."14, BUENOS AIRES EN ARMAS
Con frecut
cia, la historiografia ha considerado estos episodios
nes en cl camino progresivo que debfa desembo-
car en la consolidacién del estado. Esta implicaba la concentracién
de los medios coercitivos y el monopolio del uso de la fuerza por
parte de una autoridad central, asi como la expropiacién de la vio-
ia del territorio pacifico de la sociedad civil. Desde esta perspec-
tiva, los levantamientos armados se han entendido como obstéculos
destinados, en tiltima instancia, al fracaso.
Pero, spor qué esa obstinada recurrencia a las armas en la vida po-
itica del siglo XIX? Este interrogante no ha sido demasiado explo-
sado y las razones que se atribuyen a la violencia han sido en general
algo vagas o esencialistas: desde la que encuentra en los argéntinos
(y més en general en los latinoamericanos) tendencias atavicas ala
violencia sin freno, hasta la que, de manera algo teutolégica, explica
las rebeliones como resistencias de una sociedad tradicional a los
procesos de modernizacién inevitables. Sélo en Tos iltimos aitos se
yaiintentar otras respuestas.
En el caso particular de la revolucién del 80, el énfasis se ha colo-
cado en atender a sus resultados mas que en estudiar sus causas y
sus caracteristicas. En ese marco, el levantamiento sz analiza en re~
lacién con el proceso de afirmacién del estado facional, un estado
cuya construccién habfa sido conducida
con base en Buenos Aires que no habia
consolidar su poder y lo estaba perdiendo en may
quella elite se vio ratificaba con la derrota en la e
los perdedores emprendieron “el camino de
mada”, camino sin salida que terminarfa por con!
jén permite trazar las coorclenadas princi-
odio particular, no se interroga ch cambio por el
hecho revolucionario mismo. Por qué la pérdida del control poli-
tico Hevé al uso de las armas? ¢Qué empujé a personajes destacados
de las elites politicas e intelectuales de la €poca a recurrir al uso de
Ia fuerza como medio de aceién politica? Gémo fue que cultivads-
simos hombres de la principal ciudad del pafs estuvieron dispuestos
a levantarse contra el gobierno y a matar y morit
tos con otros miembros de su propia clase, con los ¢
snfrentamien-
les los unian
INTRODUCCION 15,
fuertes laz0s sociales? :Por qué no resolvieron sus conflictos en el te-
negociacion, un recurso al que, por otra parte, estaban
lalmente, por qué una parte importante de la
poblacién los siguié en esas lides?
Este libro ensaya un camino para tratar de responder estas pre-
guntas y para “dar sentido” a la revoluci6n del 80 en tanto aconteci-
miento politico marcado por la violencia. No fue un episodio ané-
malo ni excepcional, por lo que su estudio puede brindar algunas
pistas para pensar el tema més general del lugar de la violencia en la
vida politica de la Argentina decimonGnica. Pero me interesa sobre
todo como acontecimiento singular, en el que se cruzaron y encade-
naron de manera tinica condicionamientos estructurales y contin-
gencias coyunturales, movimientos colectivos y acciones individuales,
tradiciones e innovaciones politicas, para dar lugar a un desenlace
que no estaba inscripto en el origen, sino que se fue generando en
el tiempo, producto de las acciones humanas.
Mi propésito aqui es contar una historia. No es la tinica posible,
ni siquiera Ia més completa, sino apenas la que logré construir a
partir de una preocupacién lugar de la violencia en la
vida politica argentina, a partir de la convi
variado profundamente a lo largo de la historia y de mi pasion por
indagar alli donde no entiendo y, por lo tanto, en este caso, por tra-
tar de explicarme una manera de hacer politica (y usar la fuerza)
que me resulta por completo ajena.
‘Conté para ello con varios textos que narran los hechos con bas-
tante detalle, algunos de actores y observadores de la época, otros
de escritores y ensayistas més contemporéneos. También, con los
anilisis ¢ interpretaciones que los historiadores han propuesto de
esa coyuntura tan decisiva para la historia de la Reptiblica Argen-
tina. Me inspiraron, ademas, trabajos realizados sobre otras revolu-
ciones que tuvieron lugar aqui y en otros lugares del mundo, y so-
bre todo en América Latina, a lo largo del siglo XIX, asf como las
reflexiones sobre el tema més general de la violencia politica en la
modernidad.
Para armar esta historia tuve que sumergirme, literalmente, en
Ios restos que quedan de aquella época: cartas, noticias de periédi-
cos, Fotografias, cuadros, telegramas, caricaturas, mapas, listados de
hoepltal, partes de guerra, memorias ensayos escritos por los pro-16 BUENOS ames EN ARMAS
jeeanistas, discursos, actas de sesiones del Congreso y la Legislatura,
leyes y decretos... Con estos materiales y aquellas obras constrat
que sigue: un ejercicio de interpretacién,
VIOLENCIA
cién de fines politicos, en cualquiera de sus manifestaciones y
sin hacer distinciones temporales, Esa compactacién tiene el menito
de la contundencia pero no sirve demasiado a la hora de reflexie.
nar sobre el papel de la violencia en la politica latinoamericana*
Me interesa interrogarme sobre ese papel, sobre el rol de ln vio-
Jencia en las précticas y en la cultura politica de la Argentina ys mas
qegenerah de América Latina. Pertenezco a una generacién que
desde arriba por el terrorismo de estado, pero que tambien experi-
fete desde adentro su utiizacién como un medio de accién polf
tica en cuyo marco el oponente se convierte en un enemigo “otro”
la confrontaci6n deviene en guerra. Esa experiencia trewmatics
Nev6 a algunos de nosotros -a mi entre otros-a incubar un rechese
wisceral hacia la violencia racionalizada, instrumental, como me.
ica, y a entender su ejercicio como antipolitico,
1a politica.* Esta conviccién no deberfa obturar,
terrogante acerca de la relacién entre politica y
sin embargo, el
violencia,
£1 desafio es complejo. En un libro reciente, Reflexiones sobre la
violencia, John Keane sefiala, como una de las paradojas de este si
Blo de violencia, la escaser, en la teorfa politica contemporanen, de
INTRODUCCION 17
reflexiones sobre sus causas, efectos e implicaciones ético-politi
cas.> El historiador Arno Mayer,
bro The Furies sobre las revoh 's francesa y rusa, atribuye en
Parte esa carencia a “Ia dificultad ética y epistémica de conceptua-
lizar la violencia y teorizar acerca de ella sin justificarla, absolveria
Lo mismo vale para el andlisis hist6rico, lo que uno
advierte no bien procura internarse en ese terreno. -
2Como entender o interpretar la violencia politica pasad? Para
abordar la cuestién, propongo desarmar aquel diagnéstice sobre
una América Latta violenta para interrogar las diferentes formas
de violencia politica en distintos momentos y lugares. Una segunda
precaucién serfa la de evitar leer el pasado s6lo en funcién del pre-
sente, para rastrcar en él el origen de problemas contempordneos,
En el tema que 0s ocupa, esa operacién ha llevado con frecuencia
a wasladar anacyénicamente al siglo XIX conceptos y fenémenos
Propios de la violencia politica del siglo XX.
En éste como en otros aspectos de Ia historia latinoamericana
hubo también une tendencia a contrastar lo que file ocurriendo ext
{a regi6n con un camino ideal o canénico, que habria de llevar de
Ja sociedad tradicional a la sociedad moderna. A esa transforma:
transito hacia la domesticacién de la
violencia, 0 mejor, hacia Ia ny monopolizacién por
tado moderno del uso legitimo de la fuerza. En
ese esquema, el hecho de que, luego de las revoluciones de inde.
pendencia, se abriera un largo perfodo de conffictos y ensayos de
16n de naciones, durante los cuales no parece haber habido
un poder estatel que lograra monopolizar el uso de la fuerza, en
tanto que la violencia politica colectiva no estatal era recurrente, se
idad liberal 0 como simple caos, que habria
Tarcado la incapacidad de Ia regi6n para transitar civilizadamente
hacia el progreso.
Si bien ha habido exploraciones mas acotadas que buscarén inda-
gar en Ia historia particular de rebeliones y guerras en lugares y
HemPos especificos, ellas no alcanzaron a horadar aquellas interpre.
taciones globales. Slo en los iiltimos afios se ha generado un ees,
tlonamiento hacia ellas, junto con intentos sistematicos por estudjar
tas diferentes formas de violencia en el marco de las transformacin18 BUENOS AIRES EN ARMAS
nes mas generales que experimenté la vida politica et. el siglo XIX
Esta reacci6n pone en duda afirmaciones que forman parte del sen-
tido comtin de nuestra época respecto al Cardcter especialmente
violento é¢ la historia latinaomericana: seguip las investigaciones re~
cientes, la regi6n no fue ni mas ni menos “violenta” que otros rinco-
nes del mundo, ¥ mas que tratar de medir Ia Yiolencia politica a par-
tir de algiin patron universal, lo que ahora interesa es analizarla en
contexto y tratar de entender sus caracteristicas espzcificas y el por.
qné de su ocurrencia?
REVOLUCION DEL 80
Este libro se inscribe entonces en ese marco de debatés sobre el pa-
sado de América Latina, asi como en el de las disciisiones sobre la
vida politica de la Argentina decimonénica. También en este caso,
en Jos tiltimmos aiios se ha preducido una importante renovacién his-
toriogréfica cuyas indagaciones seran el punto de oartida para mi
exploracién de la violencia politica tal como se desplegé en un mo-
mento particular, el de la llamada revoluci6n det 80.1°
Ese episodio ha sido contado y analizado desde entonces por his-
toriadores y ensayistas con lentes y estilos diversos. Le narraron los
contemporineos, de uno y otro lado, con la pasién y el detalle pro-
pios de los protagonistas.'* La toma de partido también esta pre-
sente en muchas de las reconstrucciones posteriores, con la consi-
guiente asignacién de responsabilidades por cl estallido de la
violencia y hasta la celebraci6n de alguno de tos dos bandos de la
contienda.!? Finalmente, estin los estudios que descertan el alinea-
miento para indagar en la complejidad del suceso y que proponen.
interpretaciones diversas tanto de sus causas como de sus efectos."
Todos coinciden, sin embargo, en considerar que ese episodio
marca un momento decisive en la historia de Ja Argentina. Una
consecuencia inmediata y de largo alcance -la federalizacién de la
ciudad de Buenos Aires, separada de la provincia y conyertida en ca-
pital de la Reptiblica~ condensa mejor.que ninguna otra el sentido
de lo que habia ocurrido: ¢l estado nacional triunfaba sobre la ul-
tima provincia con arrestos le autonomfa y fortalecta decisivamente
INTRODUCCION 19
su organizacién y sus instituciones. Ademas, en términos politicos,
lograba imponerse un nuevo régimen, que prometia poner fin a la
gimnasia partidaria propia de los afios anteriores y traer “paz y ad-
ministracién”, Era la consigna adecuada para aprovechar al maximo
las oportunidades que brindaba una creciente insercién en el mer
cado mundial, para garantizar el proceso de acumulacién econé-
mico y para atraer inmigrantes y capitales. A continuacién-se inaw-
guraria una etapa de crecimiento y expansién inéditos.*
EI 80 fue asi una “divisoria de aguas” que se ha explicado recu-
rriendo a diferentes claves, no necesariamente excluyentes: desde la
estructura econémico-social hasta la dindmica partidaria, la organi-
zaci6n institucional o la cultura politica han figurado en el centro
de las interpretaciones. En la mayoria de ellas, sin embargo, el he-
cho revolucionario mismo no ha sido interrogado. ¥ no es que los.
acontecimientos sean ignorados; por el contrario, en general se los
describe ~o se los menciona- con el objeto de dar cuenta del
triunfo del ejército y del gobierno nacionales y de la derrota de las
fuerzas y autoridades de Buenos Aires. Pero el hecho de que el con-
flicto terminara dirimiéndose en el terreno de las armas no ha des-
pertado la curiosidad de los estudiosos.!* El despliegue de violencia
se toma como un dato que no requiere explicacién, pues se consi-
dera ya como el resultado “natural” de un enfrentamiento politico
que se agudiza sin retorno, ya como la consecuencia del empecina-
miento de algunos personajes de la dirigencia portefia (segiin algu-
nas versiones) 0 de los cuadros nacionales (segtin otras), pero en
ningtin caso como un problema que.merezca ser indagado.
En cambio, esa cuesti6n es la materia principal de este libro. Mi
pregunta central es, en suma, gpor qué hubo una “revolucién”? La
busqueda de respuestas me ha llevado a tratar de entender el acon-
tecimiento mismo, es decir, a seguir las vicisitudes del episodio que
desembocé en el uso de violencia. Esa reconstruccién me obligé
también a explorar las principales bases sobre las cuales funcionaba
Ia vida politica de esos afios. He voleado aqui los resultados de esta
indagacién, que, si no responden definitivamente al interrogante
inicial, al menos ofrecen pistas para entender el papel de la violen-
cia politica en una coyuntura clave de la historia argentina,20 BUENOS AIRES EN ARMAS
RELATO
Para abordar esta historia elegg el camino de la narracién cronolé-
gica. Me parece la mejor forma para rastrear los avatares y las con-
tingencias de la vida politica, a la vez que para dar cuenta del ritmo
con que ésta se desenvolvi6 en los meses que precedieron al eniren-
tamiento armado. Por cierto que esa estrategia implicé una selec-
‘ules fueron los momentos clave, cuales los hechos ‘elevantes
aanalizar y cuales los actores a quienes debia seguir fueron decisio-
nes que tuve que tomar a cada paso. A partir de la materia prima en-
contrada en las fuentes y con los limites que ellas me fueron impo-
niendo, di forma al presente relato que constituye, como siempre
‘ocurre en la historiografia, una interpretacién entre otras posibles.
La narracién empieza el afio anterior a 1880, momento que clegi
algo arbitrariamente como punto de partida pero que pone en foco
Ja coyuntura de la sucesin presidencial que dara origen al con-
flicto. A partir de entonces, el ritmo del relato busca recrear los
tiempos de la politica. Los capitulos que siguen refieren a perfodos
cada vez més cortos en sentido cronol6gico pero mas intensos en
acontecimientos, hasta llegar al 21 de junio, punto de mayor densi-
dad en términos tanto de la vivencia de los contempordneos como
de las preocupaciones de este libro. Luego los tiempos vuelven a es-
tirarse, hasta Hegar al desenlace del conflicto, que se cierra con la
definitiva derrota politica de los port
Este relato en nueve capftulos se ve interrumpido por ocho entre-
actos, textos cortos que preferf no insertar en los capitulos para no
interrumpir innecesariamente la narracién. Se trata de algunos and-
lisis y reflexiones que ofrecen perspectivas de largo plazo y
cuenta de debates que son pertinentes para nuestra interpretacién.
Finalmente, un epflogo busca retomar los interrogantes iniciales
para aventurar algunas respuestas.
“Hace casi una década que comencé a explorar un terreno que hasta
entonces habfa esquivado casi sin darme cuenta, el de la violencia
politica en Ia Argentina del siglo XIX. Por-ese camino egué al tema
de la revolucién de! 80 y a la produccién de este libro, el resultado
ITRODUCCION 21
de teabajo personal pero también de colaboraciones,
intercambios y préstamos intelectuales, asf como de apo.
yos institucionales, que lo hicieron posible. Muchos de mis interro-
gantes centrales surgieron del debate historiografico y de Ia discu-
sién politica compartida con colegas y amigos, en el clima de
libertad por fin vigente en la Argentina desde 1983. En consecuen-
ia, mis deudas son multiples y dificiles de enumerar, por la que a
continuaci6n sélo haré referencia a las més especfficas e inm&diatas,
Empiezo por !as instituciones, que brindaron soporte material,
apoyo financiero y un marco colectivo para mi quehacer. Con base
laboral en la Universidad de Buenos Aires y'¢l CONICET, tengo en
el Programa PEHESA y en su sede,
cultad de Filosofia y Letras, mi px
terlocuci6n. En 2008 fui invitada al Wissenschaftskolleg zu Berlin,
en Alemania, ambito privilegiado para la creaci6n
ectuales, donde clistruté durante siete meses d
cién del 80. Esta/tius posteriores como profesora visitante en las
(2005) y de Stanford (2007) resultaron estimu-
lantes y productivas. Tuve, ademis, la oportunidad de exponer
iates de la investigacién en reuniones y seminarios di-
versos, donde comentarios, criticas y sugerencias invalorables.
Finalmente, conté con apoyos financieros del programa UBACyT
de la Universidad de Buenos Aires; del CONICET, a través de un
Proyecto PIP coorcinado por Elias Palti, y de Ia ANPOyT, a través de
un PICT dirigide por Luis Alberto Romero,
Mis colaboradores mas inmediatos en Ia investigacién han sido
Graciela Bonet y Juan José Santos, quienes participaron de manera
eficiente y entusias.a en la biisqueda, selecci6n, recoleccién y proce-
samiento de materiales de diversos repositorios documentales, A
Juan José quiero agradecerle especialmente sus sugerencias a lo
largo de todo el usbajo y su lectura critica del manuscrito. P
Nowydwor los mapas y croquis, a Guillermina
Garefa Blaya la transcripcién de diversos manus-
sdoza el apoyo que me brind6 en diferentes planos.
He tenido la suerte, ademas, de contar
vilegio. Agradezco e1
ilo de Carvalho, Pilar
Halperin Donghi, Nils Jacobsen, Gecilia22 BUENOS
cela Ternavasio y Ariel Yablén ~con quien descubrimos interrogan-
tes comunes ¢ intercambiamos ideas y borradores~. Con mis compa-
fieros del PEHESA, del proyecto sobre “La ‘tica en la
Argentina, 1852-1890” y de la cétedra de Historia Argentina I, el
jo constante y siempre inspirador. Recib, en. diféren-
En Ia exploracién y consulta de bibliotecas y ar:
1a colaboracién inestimable del personal del Archi
Nacién (en especial de Alejandro Jankowsky), el Ari
Je la Provincia de Buenos Aires, el Departamento Hist6rico Judi-
cial de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Ai-
res, el Archivo y Museo Histérico del Banco Provincia de Buenos
Aires, el Archivo Histérico de la Cancilleria Argentina, el Archivo
cis Ja Gran Logia Argentina, la Biblioteca Nacio
teca y Sala de publicaciones periédicas antiguas
Luis Boquete y Jorge Pac-ano- y del Tesoro), la Bi
quist, el Museo Mitre, el Museo Sarmiento, el Servicio Hist6rico del
Ejercito (en ps joteca y Musco Po-
pular “Juan N. Madero” de San Fernando, el
Archivo histérico municipal de S:
tuto Ravignani (en especial de Vi
la Academia Nacional de la Historia, del Congresc a
la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UA, del Jockey
Club (a la que accedimos gracias ala generosa intermediacién del
(de Hemero-
-n especial José
CORTADERAS, FEBRERO DE 2008~~
1. 1879. Las visperas
Se acercaba la eleccién presidencial. En el aiio 1880, los ar-
gentinos debian clegir al sucesor de Nicolas Avellaneda.!6 Desde
tiempo antes habfan conienzado las negociaciones y las disputas en
torno a las candidaturas, pero fue a mediados de 1879 cuando final-
mente se concretaron dos candidatos, Julio A. Roca y Carlos Tejedor,
quienes protagonizarfan la lucha polftica en los meses siguientes. EI
camino desde esa nominacién hasta la definitiva confirm:
vencedor fue largo y accidentado,
nes habituales en tiempos de elec
Ientos en varios lugares del pais y una tiltima confrontacién armada
en Buenos Aires. Ysi bien a mediados de 1879 ese final no era previ-
sible, fue por entonces que se aceleré la carrera hacia el poder que
desembocaria en la revolucién. En los meses que siguieron aparecic-
Ton en escena todos los actores de la vida politica.
CANDIDATOS ¥ PARTIDOS
Si bien la “danza de las candidaturas” habia comenzado bastante an-
tes, el 1° de junio de 1879, en una asamblea reunida en Buenos Ai-
res, los partidos conciliados proclamaron piblicamente la formula
Carlos TejedorSaturnino Laspiur. Por su parte, la candidatura de
Roca habia sido lanzada primero en Cérdoba, el 14 de mayo, luego
confirmada en Rosario, Tucuman, Salta, Mendoza y San Luis, y final-
mente proclamada por el Partido Autonomista de Buenos Aires
de julio, en una gran reunién celebrada en el Teatro Variedades.
Tejedor y Roca integraban las huestes de la dirigencia politica gel
pais. El primero era un jurista prestigioso que tenia, ademas, unaEntreacto 1. Fuerzas Armadas
En estas paginas hemos hablado de ejército, milicias, guar-
dias nacionales, soldados y ciudadanos en armas. ¢A qué se referfan
los contemporaneos con esas palabras? ¢Cémo se organizaba la
fuerza militar en esos afios? ¢Quién (0 quiénes) ejercia (¢jercian) el
control institucional sobre la violencia?