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LA DESHUMANIZACION DEL ARTE [Now creds domas Bers ¢ ser Martin. DIVINA COMMEDIA.—PARADISO ILI. IMPOPULARIDAD DEL ARTE NUEVO Entre las muchas ideas geniales, aunque mal desarrolladas, del genial fiancé Guyau, hay que contar su intento de estudiar ef arte desde el punto de vista sociolégico. Al pronto le ocuttitia a uno pensar que parcjo tema ¢s estécl. Tomar el arte pot el lado de sus efectos sociales, se parece mucho a tomar el rébano por las hojas a estudiar al hombre por su sombra. Los efectos sociales del arte son, 2 primera vista, cosa tan extrinseca, tan remota de la esencia estética que no se ve bien cémo, partiendo de ellos, se puede pene- trar en la intimidad de los estlos. Guyau, cicrtamente, no extrajo de su genial intento el mejor jugo. La brevedad de su vida, y aquella su trégica prisa hacia la muerte impidieron que serenase sus inspi raciones, y dejando a un lado todo lo que es obvio y primerizo, pudiese insisir en lo més substancial y recéndito. Puede decirse que de su libro El arte desie el punto de vista sociolégico s6lo existe el titulo; el resto esté atin por escribir, La fecundidad de una sociologia del arte me fué revelada ines- peradamente cuando hace unos afios me ocurtié un dia escribit algo sobre la nueva época musical, que empicza con Debussy. (1) Yo me proponfa definir con la mayor claridad posible la diferencia de estilo entre Ia nueva miisica y la tradicional. El problema era tiguro- samente estético, y, sin embargo, me encontré con que el camino més corto hasta l partia de un fenémeno sociolégico: la impopula ridad de la nueva miisica, © __Véase Masicala en El Espectaior, tomo TI (pigina 229 del tomo TI de estas tras Complets). 353 ‘Tome ttt. — 25 Hoy quisiera hablar més en general y referirme a todas las artes que atin tienen en Europa algén vigor; por tanto, junto a la mésica nueva, la nueva pintura, la nueva eee el nuevo teatro. Es, en ver dad, sorprendente y misteriosa la compacta solidaridad ‘consigo misma gue cada época histérica mantiene en todas sus manifesta, ciones. Una inspirecién idéctica, un mismo estilo biol6gico pulsa en las artes mas diversas. Sin datse de ello cuenta, cl misico joven aspira a realizar con sonidos exactamente los mismos valores esté- ticos que el pintor, el pocta y el dramaturgo, sus contempordneos. ¥ esta identidad de sentido artstico habia de rendit, por fuerza, idéntica consccuencia socioldgica. En efecto, a la impopularidad de la nueva mtisica responde una impopularidad de igual cariz cn las dems musas. Todo el arte joven es impopular, y no por caso y accidente, sino en virtud de un destino esencial. Se dir que todo estilo recién llegado sufre una etapa de lazarcto y se recordard la batalla de Hernani y los demas combates acaecidos en el advenimiento del romanticismo, Sin embargo, la impopularidad del aie nuevo es de muy distinta fisonomia, Conviene distinguir entre lo que no es popular y lo que es impopular, El estilo que innova tarda algin tiempo en conquistar la. popwlaridad; no ¢s popular, pero tampoco impopular. El ejemplo. de la irrupeién romtics que suele aducizse fué, como fendmeno sociolégico, perfectamente inverso del que ahora oftece el arte, El romanticismo conquist6 muy pronto al «pueblo», para el cual el viejo arte clésico no habia sido nunca cosa entrafiable, El enemigo con quicn el romanticismo tuvo que pelear fué precisamente una minorfa selecta que se habia quedado anguilosada en las formas arcaicas del «antiguo régimen> oético. Las obras roménticas son las primeras—desde la invencién EP'le tnpeeatat se ben gozado de grandes tiradas. El romanti- cismo ha sido por excelencia el estilo popular. Primogénito de la democracia fué tratado con el mayor mimo por la masa. En cambio, el arte nuevo tiene a la masa en contra suya, y la tendrd siempre. Es impopular por esencia; més atin, es antipopular. Una obra cualquiera por él engendrada produce en el puiblico automaticamente un curioso efecto sociolégico. Lo divide en dos porciones: una, minima, formada por reducido nimero de persoe has gue le son favorables; otra, mayoritaria, innumerable, que le es bout (Deena © a lode be ‘equivoca de los snobs.) Actia, pues, la obra de arte como un poder social que crea dos grupos antagénicos, que separa y selecciona en el montén informe de la muchedumbre dos castas diferentes de hombres. 384 aCuil es el principio diferenciador de estas dos castas Toda obra de arte suscita divergencias: a unos les gusta, 2 ottos, no; a unos les gusta menos, a otros, mas. Esta disociacién no tiene caric- {er orginico, no obedece 2 un principio. El azar de nuestra indole individual nos colocaré entre los unos o entre los otros. Pero en el caso del arte nuevo, la disyuncién se produce en un plano més pro- fando que aquel en que se mueven las variedades del gusto indivi: dual. No se trata de que a la mayoria del publico no le gust la obra Joven y a la minoria si. Lo que sucede es que la mayoria, la masa, ino la entinde, Las viejas coletas que asistian a la representacién de Hernani entendian muy bien el drama de Victor Hugo, y precisa, mente porque lo entendian no les gustaba, Fieles a determinada sensibilidad estética sentian repugnancia por los nuevos valores artis- ticos que el romintico les proponia. A. mi juicio, lo caracteristico del arte nuevo, «desde el punto de vista sociolégico», es que divide al publico en estas dos clases de hombres: los que lo entienden y los que no lo entienden. Esto implica que los unos poseen un drgano de comprensién negado, pot tanto, a Tos otros, que son dos variedades distintas de la especie humana. El arte nuevo, por lo visto, no es para todo el mundo, como el romintico, sino que va desde luego ditigido 2 una minoria especialmente dotada. De aqui la irritacién que despierta en la masa. Cuando a uno no le gusta una obra de arte, pero la ha compren’ dido, se siente superior a ella y no ha lugar a la iritacién. Mas cuan- do al disgusto que la obra causa nace de que no sela ha entendido, queda el hombre como humillado, con una oscura conciencis de su inferioridad que necesita compensar mediante la indignada afirmacién de si mismo frente a la obra. El arte joven, con sélo pre- sentarse, obliga al buen burgués a sentirse tal y como es: buen burgués, ente incapaz de sactamentos artisticos, ciego y sordo a toda belleza pura. Ahora bien, esto no puede hacerse impunemente después de cienaffos de halago omnimodo a la masa y apoteoss del «puetlon, ‘Habituada a predominar en todo, la masa se siente ofendida en sus «derechos del hombre» por el arte nuevo, que es un arte de privile- gio, de nobleza de nervios, de aristocracia instintiva. Dondequiera que las jévenes musas se preséntan, la masa las cocea, Durante siglo y medio el «pueblo», la masa, ha pretendido ser toda la sociedad. La mfsica de Strawinsky o el drama de Pirandello tienen Ia eficacia sociolégica de obligarle a reconocerse como lo aque cs, como wa6lo pueblos, mero ingrediente, ent otter de [a estructura social, inerte materia del proceso historico, factor secun- ass datio del cosmos espiritual. Por otra pate, el arte joven contribuye también a que los «mejores» se conozean y reconozcan entre el gris de la muchedumbre y aprendan su misin, que consiste en ser pocos y tener que combatir contra los muchos. ‘Se acerca el tiempo en que la sociedad, desde la politica al arte, volverd a organizarse, segiin es debido, en dos érdenes 0 rangos: el de los hombres egregios y el de los hombres vulgares, Todo el malestar de Europa vendré 2 desembocar y curarse en esa nueva y salvadora escisién. La unidad indiferenciada, ca6tica, informe, sin arquitectura anatémica, sin disciplina regente en que se ha vivido por espacio de ciento cincuenta afios, no puede continuar. Bajo toda 1a vida contemporinea late una injusticia profunda e irvitante; dl falso supuesto de la igualdad real entre los hombres. Cada paso que damos entre ellos nos muestra tan evidentemente lo contratio, que cada paso es un tropezén doloroso, ; Si la cuestién se plantea en politica, las pasiones suscitadas son tales que acaso no es atin buena hora para hacerse entender, Afor- tunadamente, la solidaridad del espiritu histérico a que antes aludia permite subrayar con toda claridad, serenamente, en el arte germir nal de nuestra época, los mismos sintomas y anuncios de reforma moral que en la politica se presentan oscurecidos por las bajas par siones. Decia el evangelista: Nolite fri seut equus et mulus quibus non est intllectus, No sedis como el caballo y el mulo, que carccen de enten” dimiento. La masa cocea y no entiende. Intentemos nosotros hacer lo inveno. Exrapamon del ane joven re peincipio excacal, y cemoay ‘ces veremos en qué profundo sentido es impopular. ARTE ARTISTICO Si el arte nuevo no es inteligible para todo el mundo, quiere decitse que sus resortes no son los genéricamente humanos. No es tun arte para los hombres en general, sino para una clase muy particu lar de hombres que podrin no valer mas que los otros, pero que evi dentemente son distintos. Hay, ante todo, una cosa que conviene precisar. 2A qué llama Ja mayoria de la gente goce estéticor ¢Qué acontece en su 4nimo cuando una obra de arte, por ejemplo, una produccidn teatral, le agustarz La respuesta no offece duda: a la gente le gusta un drama 356 cuando ha conseguido interesarse en los destinos humanos que le son propuestos. Los amores, odios, penas, alegrias de los personajes conmueven su coraz6n: toma parte en ellos como si futsen casos reales de la vida. Y dice que es «buena» la obra cuando ésta consigue producir la cantidad de ilusién necesaria para que los. personajes imaginarios valgan como personas vivientes. En la lirica buscard amores y dolores del hombre que palpita bajo el poeta. En pintura sélo le atraerin los cuadros donde encuentre figuras de vatones. y hembras con quienes, en algiin sentido, fuera interesante vivir, Un cuadro de paisaje le parecer «bonito» cuando el paisaje real {que reptesenta merezca por su. amenidad o patetismo ser visitado en una excursién. Esto quiere decir que para la mayorla de la gente el goce estético nno es una actitud espiritual diversa en esencia de la que habitual mente adopta en el resto de su vida. Sélo se distingue de ésta en calidades adjetivas: es, tal vez, menos utilitaria, més densa y sin jas penosas, Pere,-en-definitiva, et objeto dé que ch el Seren aie tne oe is use eee y.con ella a las demés potencias, es el mismo que en la existencia cotidiana: figuras y pasiones humanas. Y Ilamari arte al conjunto de medios por los cuales Ie proporconado ese contacto con cosas humana inter samtes. De tal suerte, que sélo tolerara las formas propiamente attis- an it nei, et nf mds en gu ao ner su _percepcién de las formas y peripecias hiimanas. Tan pronto como fn CEMENTOY pment WRIST AGE Y ae Peete nen bien a historia de «Juan y Mara, el pablo queda desisado y no sabe qué hacer delante del escenario, del libro o del cuadro. Es natural; no conoce otra actitud ante fos objetos que la prictica, la jue nos leva a apasionarnos y a intervenir sentimentalmente en ellos. Una obta que no le invite a esta intervencisn le deja sin papel. Ahora bien; en este punto conviene que leguemos a una per? fecta clatidad, ‘Alegrarse o suftir con los destinos humanos que, tal vez, la obra de arte nos reffere o presenta, es cosa muy diferente del verdadero goce artistico. Mas atin: esa ocupacién con lo huma- no de Ia obra es, en principio, incompatible con la estricta fruicién estética, Se trata de una cuestién de éptica sumamente sencilla. Para ver om clo tenes qin ioriodse do uaa cats sarigajailirs aparato ocular. Si nuestra acomodacién visual es inadecuada, no vveremos el objeto o Jo veremos mal. Imaginese el lector que estamos mirando un jardin al través del vidrio de una ventana. Nuestros ‘ojos 357

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