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El trueque es el intercambio de bienes materiales o de servicios por otros objetos o servicios, y se diferencia de la compraventa habitual en que no

intermedia el dinero como representante del valor en la transacción. Al contrato por el cual dos personas acceden a un trueque se le denomina permuta.
Según la corriente liberal de la economía fundada por Adam Smith, el trueque, como intercambio libre entre individuos, es una práctica natural del ser
humano para la cual debe existir previamente el excedente (exceso de bienes que no necesitan consumirse) y la división del trabajo (necesidad de un bien
que no produce uno mismo), lo que desemboca en el concepto de propiedad privada.1
Sin embargo, según diversos antropólogos, no se ha descrito ninguna comunidad en la que el trueque existiera como el medio principal de acceso a
bienes, lo que desmiente la extendida concepción de que el trueque era una fase previa a la aparición del dinero. Tan solo se ha documentado el trueque
como una práctica ejercida entre comunidades rivales (debido a que el reparto de los bienes dentro de la propia comunidad se realizaba en común) o en
periodos posteriores a las caídas de los grandes imperios y sistemas económicos que ya estaban basados con anterioridad en la moneda y en el
intercambio
dos gallinas (que se valoran en dos sacos de trigo cada una)
por una oveja (que se valora en cuatro sacos de trigo).
Un conejo por un pescado

Una liebre por una chomba

Maíz por una vaca

Los habitantes de la cultura Nazca fueron grandes agricultores. Irrigaron las desérticas tierras mediante canales superficiales y acueductos subterráneos.
También las abonaban para hacerlas más fértil, a falta de campos agrícolas construyeron andenes en las faldas de los cerros.
Sin embargo lo que más llama la atención en esta tecnología agrícola, es en ser los únicos en el Perú prehispánico y en el mundo en construir acueductos. Eran verdaderas
vías subterráneas con ventilación, por donde circulaba el agua siguiendo distintas direcciones y pasando aún por debajo del lecho de los ríos.
¿Como fueron construidas estas maravillas del Perú Antiguo?. Según los expertos, se seguían los siguientes pasos:
la ausencia de lluvia, que solo cae durante los tres primeros meses del año, y la existencia de aguas subterráneas en la zona de Nazca (hoy departamento de Ica, en el sur de
Perú) sirvió a este pueblo preincaico, que habitó la región entre los siglos I y VII, para desarrollar los puquios (acueductos o galerías).

"Lo más grande es que no a muchos ingenieros actuales se les hubiera ocurrido esto: cómo sacar el agua de un territorio inhóspito. Ellos descubrieron esas aguas y
prepararon galerías de más de un kilómetro de profundidad para aprovecharlas", explica el español Alonso Comas, ingeniero del área de Proyectos de Saneamiento y
Reutilización de Aguas del Canal de Isabel II Gestión. De los 56 puquios que llegaron a funcionar, en la actualidad se mantienen activos 36

Los acueductos constan de pozos cavados hasta encontrar la capa freática, por la que discurre el agua en el subsuelo, situados a 20 o 50 metros unos de otros. Estos
quedaban unidos por canales hechos con cantos rodados, que permiten la filtración, y cubiertos con lajas (piedras planas) o maderas de árboles resistentes como el algarrobo
o el huarango, que impiden la oxidación. El último paso de este sistema hidráulico lo componen las cochas o depósitos de agua.

"(Los nazcas) demuestran un gran conocimiento del terreno, sabían de matemáticas y resolvieron de esta manera el problema de no poder hacer un pozo vertical. Denotan
una perfección inusitada", agrega este responsable de formación y sensibilización sobre el agua de Canal Voluntarios, presente en Perú como integrante del equipo
académico de la Ruta BBVA.

Comas detalla que aquellos pobladores, al observar los ciclos de la naturaleza, vieron "que los ríos que iban por las montañas andinas se iban al subsuelo y luego volvían a
aparecer para perderse en el mar; pensaron que había una red subterránea".

"De hecho, se cree que debajo de Cerro Blanco hay un lago subterráneo como un depósito regulador que no se llega a terminar", comenta respecto de una de las grandes
dunas de Latinoamérica, situada junto a la ciudad de Nazca, que alcanza los 2.078 metros sobre el nivel del mar.

En cada tramo se abren "ojos" o pozos para permitir la limpieza y el mantenimiento. Dos de esos ojos se abren actualmente al turismo en los acueductos de Cantalloc (en las
afueras de la población de Nazca), si bien las visitas que antes se realizaban al interior de las galerías quedaron prohibidas por precaución debido a la actividad sísmica de la
región. Según Leo Reyes, guía del Ministerio de Cultura peruano, estos se limpian una vez al año, normalmente en octubre, y el proceso lo lleva a cabo la población local.

"Las 50 familias que viven en la zona son las que se encargan de la limpieza de las galerías. Los hombres, de generación en generación, han hecho la limpieza. Tienen que
ser delgados y bajitos para acceder al interior y entran arrodillados. Entran cinco o seis con machete y linterna, sacan la basura, esta se quema en el exterior y vuelve a entrar
otro equipo", detalla.

Este ritual de la limpieza para el aprovechamiento posterior del agua se convierte en una fiesta, en la que las mujeres se encargan de llevar la comida que se consumirá,
después de las cuatro o cinco horas que dura el trabajo, entre brindis con chicha, pisco o cerveza. "Al final vuelven todos contentos a casa", bromea Reyes.

De esta manera festiva, la población heredera de aquellos "ingenieros" nazcas agradece a la tierra los regalos que esta le da en forma de agua.

Huaca del Sol

Esta huaca funcionó como centro político- administrativo, el cual se compone de plataformas de varios cuerpos en diferentes niveles, empleándose en su construcción más de

140 millones de adobes.

Según cuentan las leyendas, esta estructura fue construida en tres días por un cuarto de millón de hombres pertenecientes a la cultura Mochica.

Huaca de la Luna

Ubicada frente a la Huaca del Sol, este monumento funcionó como centro ceremonial. Está conformado por tres plataformas y cuatro plazas ceremoniales delimitadas por

muros de adobe. La fachada norte está decorada con bellos relieves policromados y escenas alusivas a una de las deidades del templo denominada “La Deidad de las Montañas”.

También cuenta con seis templos que fueron construidos uno encima del otro, en diferentes periodos de tiempo, teniendo como finalidad el desarrollo de ceremonias y rituales.

Por el lado de la plataforma superior se puede observar una serie de salas decoradas con figuras humanas

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