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¿A dónde voy?

Quiero ir al lago donde el patito feo se reflejó, el mar donde la ballena Ismael
moraba, la piedra donde Abraham sacrificaría a su hijo Isaac. Tales lugares son
actos creadores de algo, de la verdad y fe, por uno mismo o por las maestrías de
dios, pero la niñez es tímida, cierro mis ojos para que mi destino sea libre, tanto
fue el valor que yo perdí al nacer, que mis padres dejan su lucidez en un hondo y
profundo poso. Mis cenizas son llevadas por un austero viento, mi cuerpo camina
entre bifurcaciones, siempre acompañado de la sombra de ser un desdichado,
pienso en el final de la oscuridad, cuando dejo de ser un extranjero del mundo,
veo taciturnidad, una benigna secta llamada humanidad, voy descalzo por la fina
arena del mar, viendo la costa, donde yo me dejo vivir, donde soy eternidad y no
un prodigio, tal reflejo llega por escasos segundos a mi retina, ¿que se podía
esperar de unos ojos sin luz?. Me conmuevo en el momento de soñar que no
sueño, donde Andrés es ensimismo él, donde aguanta el horror sagrado de haber
nacido. Y yo que me imaginaba mi camino como los pasillos de la casa de
Asterión

¿Quién soy yo?

Soy un juego del tiempo, de lo finito e infinito, del espacio y el vacío, el gran
bastardo de la existencia que con ironía poblá con fervor su mundo de fantasmas
oscuros y cuentos fantásticos. Aquel que imagina y regresa al rio del tiempo y
agua, aquel que olvida rezar a los ángeles y los ángeles olvidan rezar por él. Un
hecho sin causalidad o misericordia, un regalo injusto de la creación al mundo,
una quimera, que adolece y apacienta a la muerte, pero como Ciorian entendió, la
muerte llega tarde para aquellos que sufren, no soy más que Golem que busca su
vida en las estrellas, que se turba con su ahogamiento y mismo consuelo esta en
otra vida que pudo haber sido y no fue por orgullo piensa en esa compañera que
la esperaba y tal vez lo espera.

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