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1. Símbolos
Objetos propios del género Vanitas han servido de atributos para caracterizar a
determinados santos: San Francisco, atribuido a Luis de Morales, siglo XVI.
Entre todos estos objetos simbólicos, el cráneo humano, símbolo de la muerte, es uno de
los más corrientes. Se encuentra este memento mori (acuérdate de que vas a morir) entre
los símbolos de las actividades humanas: saber, ciencia, riqueza, placeres, belleza... Las
vanidades denuncian la relatividad del conocimiento y la vanidad del género humano
sujeto al paso del tiempo, a la muerte.
Otros símbolos que suelen encontrarse en las vanidades son: fruta pasada, que simboliza
la decadencia como en senescencia; las burbujas, que simbolizan la brevedad de la vida
y lo repentino de la muerte; humo, relojes, y relojes de arena, que simbolizan la
brevedad de la vida; e instrumentos musicales, símbolos de la brevedad y la naturaleza
efímera de la vida.
Objetos para un rato de ocio, por William Michael Harnett, 1879. Museo Thyssen-
Bornemisza. Las alusiones a la muerte se evidencian a través de cerillas apagadas, pipas
humeantes o periódicos atrasados, siempre en posición inestable y desordenada.
2. Historia
En el siglo XVII, estos bodegones moralizantes se hicieron muy frecuentes como
memento mori, complemento indispensable para la predicación y la devoción en Europa
bajo formas y con intenciones apenas diferentes al Norte y al Sur, para el catolicismo y
para el protestantismo.
Es un género que gozó de gran apreciación entre los pintores del Norte de Europa, en
Flandes y en los Países Bajos, pero también fuera de ese ámbito, con artistas de la talla
de Jacques Linard o Philippe de Champaigne en Francia, Francesco Solimena en Italia o
Antonio de Pereda, Andrés Deleito y Juan de Valdés Leal en España.