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24/9/2018 Ismael Carvallo Robledo, Sobre Octavio Paz, El Catoblepas 175:4, 2016

Separata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974


publicada por Nódulo Materialista • nodulo.org
impresa el lunes 24 de septiembre de 2018 desde:
http://www.nodulo.org/ec/2016/n175p04.htm

El Catoblepas • número 175 • septiembre 2016 • página 4

Sobre Octavio Paz


Ismael Carvallo Robledo
Se presenta una breve caracterización de Octavio Paz, considerado como el gran mito intelectual del siglo XX
mexicano.

[Octavio Paz, 1914-1998, el gran mito


del México del siglo XX.]

Un impostor, según el significado ordinario del término, es aquel individuo que actúa ante un grupo social arrogándose la
posesión de determinados títulos (a veces, los personales de otro individuo concreto, y entonces es un suplantador), de los
cuales en realidad carece, pero cuya posesión putativa es la condición de su posibilidad de acción pública.
Gustavo Bueno.
Los intelectuales: los nuevos impostores.

Para ponderar la figura y obra de Octavio Paz distinguiremos tres planos de análisis: el plano sociológico-literario-
intelectual, el político-ideológico y el filosófico.

II

Desde el plano sociológico-literario-intelectual, Octavio Paz es indiscutiblemente el intelectual-literato mexicano más


importante de la segunda mitad del siglo XX, comparable solamente con Alfonso Reyes (1889-1959) y José Vasconcelos

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(1882-1959), que podrían ser considerados como las dos figuras centrales en ese terreno durante la primera mitad del
siglo.

La obtención del Premio Cervantes en 1981, y el Nobel en 1990, confirman la amplitud del radio de alcance de su
influencia internacional, y la escala de primer orden en la que su trayectoria se dibujó, independientemente de que se
coincida o no con sus posiciones y planteamientos fundamentales en el terreno ideológico, político o filosófico.

Carlos Fuentes (1928-2012) sería quizá el otro intelectual-literato que pudo medirse con él, desde esa misma
perspectiva sociológico-literario-intelectual. Fuentes obtuvo -también- el Cervantes (1987), y el Príncipe de Asturias
(1990), además del Rómulo Gallegos (1977). Pero nunca obtuvo el Nobel.

Cuando se busca su nombre en Google, los nombres a los que se le vincula son los de Carlos Fuentes
(precisamente), Pablo Neruda, Sor Juana Inés de la Cruz, Juan Rulfo, Elena Garro, Jorge Luis Borges, Gabriel García
Márquez, José Emilio Pacheco, Julio Cortázar, Miguel de Cervantes, Antonio Machado y Mario Vargas Llosa.

El listado anterior confirma el hecho de que es en el campo literario -pero no en el filosófico o en el histórico-, aquél
en el que se definen con mayor nitidez y claridad las abscisas y ordenadas de su obra, su persona, su trayectoria y su
legado.

III

Desde el plano político-ideológico, Octavio Paz fue un hijo genuino de la revolución mexicana, que gravitó en un
primer momento -y de manera muy general- en la órbita de la izquierda socialista y comunista, sobre todo por su
involucramiento ideológico-intelectual con la guerra civil española, pero que se distanció posteriormente del comunismo
soviético tras el endurecimiento burocrático-autoritario del socialismo real, lo que le valió ser objeto de ataque por
sectores dogmáticos de la izquierda socialista y comunista mexicana durante toda su vida. La contrafigura de Octavio
Paz, en este terreno, sería quizá José Revueltas (1914-1976), que se mantuvo hasta el final, si bien de manera también
crítica, dentro de la órbita ideológico-política del marxismo leninismo.

Tras los acontecimientos del 2 de octubre de 1968, se distancia también Paz del régimen del PRI, al que tacharía de
autoritario y burocrático, y que acaso haya visto como una modulación a la mexicana de la tendencia represora del
Estado en tanto que maquinaria de control y dominación social, política e ideológica (El ogro filantrópico). En esta
ruptura con el régimen del PRI, aparecerá otra vez la figura, en este caso antagónica, de Carlos Fuentes, quien de
manera un tanto sui generis defendió en su momento tanto al gobierno de Luis Echeverría como a la revolución cubana.

La derivación natural de esta trayectoria político-ideológica de Paz, determinada tanto por la crítica al burocratismo
del socialismo real como por la crítica al autoritarismo del régimen del PRI, fue la del liberalismo democrático, que
encontraría su punto de inflexión fundamental en la década de los 90, teniendo de frente el colapso de la Unión Soviética
y el proceso de reorganización neoliberal y desnacionalizador de la matriz priísta (nacionalista revolucionaria) del Estado
mexicano.

Desde este punto de vista, Octavio Paz fue el ideólogo orgánico de la transición democrática mexicana. El célebre
coloquio La experiencia de la libertad de 1990, convocado y organizado por Paz y la nomenklatura cultural anticomunista
occidental -y la anti-priísta nacional- significó su ungimiento como el sumo pontífice ideológico de la democracia liberal.
Su principal cardenal y heredero ha querido ser, a como dé lugar, Enrique Krauze.

IV

Desde el plano filosófico, la figura de Octavio Paz de alguna manera desfallece, no siendo la suya una formación
rigurosa en el terreno de la filosofía. Paz fue un poeta y un literato, no un filósofo ni un historiador. Por eso en Google
con quienes se le vincula son poetas y novelistas, no con filósofos (ni Kant, ni Hegel, ni Marx, ni Espinoza, ni siquiera
Ortega y Gasset). De haberlo conocido, Marx lo habría catalogado como 'literato que sabe las cosas a medias'
(Halbwissende literati).

De manera general, Octavio Paz mantuvo posiciones ilustradas y «modernas», de ascendencia iluminista (orbe
germánico idealista y kantiano) y enciclopedista (orbe francés: Voltaire, Diderot; además de su predilección por la obra

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de Levi-Strauss en antropología y el surrealismo poético de Breton) pero bastante rudimentarias u ordinarias en su


argumentación, de manual corriente de historia de la filosofía.

Desde esta plataforma fue que defendió Paz sus posiciones liberales y demócratas, antiautoritarias y críticas del
Estado, tomando distancia crítica respecto del escolasticismo dogmático de cuño español, en donde quiso ver él la
fuente de lo peor que tenemos los que hablamos español, y del dogmatismo de estirpe germánico-hegeliana, cuya
teleología ontológica estaba detrás tanto de la «escolástica» marxista como de los totalitarismos del siglo XX (el fascista,
el nazi y el comunista).

En todo caso, Octavio Paz es el intelectual-literato más importante que México produjo durante la segunda mitad del
siglo XX, de eso no puede haber duda. A escala mundial, no habiendo sido él un filósofo en sentido riguroso, con quien
podría equipararse serían quizá un Sartre o un Ortega o un Malraux, que no es poco, pero no Hegel, o Marx o Gustavo
Bueno, el filósofo más importante de nuestro tiempo y del que lo separan cientos de miles de leguas.

Y si el comparativo fuera hecho trasladándonos al área de difusión greco-helenística, Octavio Paz sería algo así,
quizá, como un sofista, a lo Gorgias o a lo Protágoras, es decir, un retórico refinado y sutil pero en el límite, por carecer
de sistema, evanescente, imposible de ser parangonado con la penetración ontológica de Platón o con el rigor
sistemático y sinfónico de Aristóteles, que está en la base de nuestra estructura racional.

En lo personal, la autoridad intelectual y filosófica que Octavio Paz ejerce sobre mí es casi igual a cero. Puede que
se encuentren algunas cosas de un cierto interés en una u otra de sus obras, y su vida desde luego que no puede no
sernos de interés por los ámbitos en los que se movió y por las personalidades que conoció. Pero, de manera global, su
herencia y pensamiento no representan para mí a un enemigo. Podría ser quizá -en todo caso- un antagonista, pero muy
lejano, tan lejano que en realidad ni siquiera merece ser tomado demasiado en cuenta.

Octavio Paz es, en definitiva, uno de los grandes mitos geniales del México del siglo XX, cosa que tampoco molesta
demasiado.

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