Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Capitulo 02 P2 PDF
Capitulo 02 P2 PDF
FINANCIERA
ROBERTOZAHLER
Página
A. Antecedentes 158
B. Condiciones necesarias para la eficacia de la política monetaria 158
1) La oferta de dinero 159
2) La demanda de dinero 163
3) El equilibrio del sector monetario 166
C. Objetivos, mecanismos de transmisión, indicadores e
instrumentos de la política monetaria 169
1) El rol de la política monetaria 169
a) Aspectos análiticos 169
b) Evolución de los objetivos de la política monetaria 171
2) Los mecanismos de transmisión y la implementación de la
política monetaria 175
A. Antecedentes 186
ROBERTO ZAHLER”
* Agradezco los comentarios y sugerencx~ de José Pablo Arellano, Juan Foxley, Juan Eduar-
do Herrera, Manuel Marfán, Francisco Rosende y Mario Valdivia, así como los recibidos en
el Taller de Macroeconomía de CIEPLAN. Por cierto, las opiniones expresadas en este do-
cumento son de la exclusiva responsabilidad de su autor y no reflejan necesariamente las de
las instituciones a las que está afüiado.
1 Cabe sefialar, sin embargo, que en varios de estos nuevos paises industriales la apertura exter-
na fue selectiva y hubo un activo rol estatal en la promoción de exportaciones.
156 ROBERTO ZAHLER
1. LA F’OLITICA MONETARIA
A. ANTECEDENTES
3 Cabe advertir que la heterogeneidad de los países de América Latina sugiere que tanto el
anáJisis como las conclusiones y proposiciones del texto deben entenderse en términos ge-
nerales, los que intentan ser razonablemente representativos de un país “típico” de la re-
gión. Su utilizaaón, para la interpretación así como para el diseño y formación de política%
debe ciertamente adecuarse a las especificidades propias de cada caso nacional.
4 En Ggor, también se squiere que los desequilibrios en el sector monetario se resuelvan con
una trayectoria dinámica estable de equilibrio.
POLITICA MONETARIA Y FINANCIERA 159
1) La oferta de dinero
El control de la autoridad monetaria sobre la oferta de dinero es
uno de los tópicos más complejos en el diseño de la política monetaria,
por cuanto envuelve importantes aspectos institucionales, tales como la
estructura de poder y control de la autoridad monetaria, así como otros
de naturaleza instrumental. pero no por ello poco importantes: iposee la
autoridad monetaria, sobre todo en países como los latinoamericanos,
herramientas adecuadas para poder efectivamente influir sobre la evo-
lución de las “variables-objetivo” de la política monetaria?
El estudio de la oferta de dinero se refiere al valor nominal de de-
terminados pasivos del sistema monetario, por cuanto la autoridad so-
lo puede controlar, en el mejor de los casos, dicho valor mas no su ca-
pacidad de compra (esta última, pertinente para el estudio de la deman-
da de dinero, equivale al valor real del dinero).
La oferta de dinero puede representarse, alternativamente, por las
siguientes dos ecuaciones deftnicionale? :
(1) M=Bm
(2) M = RI + CI
donde B = Base monetaria.
m = Multiplicador bancario.
RI = Acervo de reservas internacionales (en moneda nacional)
del sistema monetario.
7 Obsérvese que los componentes de B, cuando se vkualizan pop el lado de los activos de la au-
toridad monetaria, son esencialmente los mismos que los de la ecuación (2), sólo que en B
los términos RI y Cl se refieren a los activos del Banco Central (y no a los del sistema mone-
tiO).
6 Por cuanto, en rigor, hay transacciones en moneda extranjera, del balance de pagos, que no
tienen contrapartida monetaria.
9 El déficit del sector público puede financiarse de varias otras formas, tales como el endeu-
damiento interno (no bancario) y externo y la venta de activos reales y/o financieros. Para
simplicidad, en lo que sigue se supondrá que aR1 = BP y que &I, = (G - T).
POLITICA MONti.TARIA Y FINANCIERA 161
CC, AK, (G - T) y nCIp interachían entre sí, ya que son función, en bue-
na medida, de los mismos argumentos, tales como el ingreso nacional,
la tasa de interés interna, el nivel (y expectativas de modificación) de
la paridad cambiaria, etc.
En teoría, en la ecuación (4) los terminos BP y G - T podrían ser
nulos. En efecto, ello ocurre con BP, obviamente, en una economía
cerrada al exterior o si el tipo de cambio es dejado flotar libremente,
en cuyo caso no hay impacto monetario de las transacciones exter-
nas. Por su parte, en una economía sin sector público o si éste esta
permanentemente equilibrado o si no se le permite financiarse a traves
del sistema monetario, G - T sería nulo. La realidad de la mayor parte
de los paises de América Latina, sin embargo, se aleja sustancialmente
de las situaciones recién descritas. Características estructurales e insti-
tucionales, típicas de la región, sugieren que es difícil sostener que la
oferta de dinero pueda ser considerada exbgena, en el sentido de que la
autoridad monetaria pueda ejercer un efectivo control sobre aquella.
En cuanto al sector externo, no solo suele existir el compromiso
de la autoridad monetaria de comprar y vender divisas -para un impor-
tante número de transacciones, a un precio por lo general predeter-
minado-, sino que las características de la estructura exportadora y el
pequeño tamaño relativo de los mercados financieros domésticos res-
pecto de los internacionales implican que cambios no muy pronuncia-
dos en los términos del intercambio, la tasa de interés internacional,
el acceso a los mercados internacionales, la oferta exportable o los mo-
vimientos de capitales netos hacia el pafs pueden y suelen generar sig-
nificativas variaciones en la oferta monetaria”. La experiencia re-
ciente, en los diez años comprendidos entre 1973 y 1982, muestra en
algunos países una situación de extrema dependencia de la política mo-
netaria respecto de la situación del sector externo, debido a que la
afluencia de financiamiento externo y la influencia del EMBP llevaron
a que la oferta monetaria jugara un rol pasivo y residual al acomodarse
a la evolución del balance de pagos”
La importancia del aspecto institucional y estructural tambien de-
riva de la forma en que tradicionalmente se han vinculado las autorida-
des monetarias (Banco Central) y fiscales (Ministerio de Hacienda) en la
región. Esta ha significado que en muchas ocasiones la política mone-
taria se ha acomodado a los requerimientos fiscales. Esto se ha debido a
que en la mayor parte de los países de la región los mercados de capita-
les han tenido un escaso desarrollo, realizando su rol el sistema banca-
rio, el cual ha estado fuertemente controlado por el gobierno. Debido
a las limitaciones o al pequeño tamaño del mercado de capitales, o por
razones históricas? cuando el sector público ha necesitado financiar un
~3 Problemas crónicos dc balance de pagos han llevado a que en varios países de la región se im-
pongancontroles cambiarios y otras restricciones cuantitativas a las transacciones vincula-
das al sector externo, lo que desde un punto de vista monetario permite, al menos en el COI-
to plazo. mayores grados de libertad en el manejo de la oferta de dinero.
” Cabe destacar, sin embargo, que si uno de los objetivos de la política económica es fijar el
tipo de cambio nommal, entonces de hecho se opta por una fuerte pérdida de control sobre
la oferta monetaria.
162 ROBERTO ZAHLER
12 En este caso es fácil demostrar que bajo ciertos supuestos simplificadores la inflación cons-
tituye de hecho un impuesto a la mantención de saldos monetaion roales (Zahler y Budl-
nich, 1976).
13 Esta situación ha sido más común en la mayor parte de los países de América del Sur que cn
América Central tj~ hasta hace poco en Venezuela). En estos últimos, la mantención de un tipo
de cambio nominal fijo impuso límites bastante estrictos en cuanto al financiamiento del dé-
ficit del sector público a través de la creación de dinero. Para un anábsis diferenciado entre
países cuyo ob]etivo de política fue estabtizar el tipo de cambio y el nivel de precios y aque-
llos cuya política monetaria se ajustó a los requerimientos fiscales y a otros objetivos tales
como los de mantener una baja tasa de desempleo, véase Porzecanskl(1979).
14 En último tCrmmo, la decisión en torno a la generación del poder, los mecanismos de con-
trol y la inserción y dependencia institucional que debe tener la autoridad monetaria es una
decisión política. Para un estudio prelimmar de estos tópicos sobre las autoridades moneta-
rias en países industriales, véase Wooley (1978).
POLITICA MONETARIA Y FINANCIERA 163
2) La demanda de dinero
A diferencia de la oferta monetaria, el estudio de la demanda de
dinero se entiende en terminos reales, es decir, en función de una canas-
ta de bienes y servicios (cuando el acervo nominal de dinero se deflacta
por un índice de precios construido a partir de dicha canasta) o del nú-
mero de días, semanas o meses del ingreso nacional (u otro flujo ma-
croeconómico, como, por ejemplo, el consumo) que dicho acervo
permite compraP Esto se debe a que quienes demandan dinero son las
personas y empresas no bancarias, las que se supone carecen de “ilusión
monetaria” y deciden el monto de sus tenencias de dinero con base en
los servicios que éste presta, como por ejemplo, proveer liquidez,
cerrar la brecha temporal entre el momento en que se perciben los in-
gresos y se realizan los gastos -reduciendo el costo de realizar transac-
ciones-, constituir un depósito de valor, etc., todos los cuales dicen
relación con el valor real del dinero.
Los principales determinantes de la demanda real de dinero son el
ingreso real y el costo de mantener dinero. Mientras que el primero pue-
15 Para un análisis reaente del caso colombiano véase lnunillo y Montenegro (1984).
16 Cabe seiialar que mcluso en los países industriales, en los que la autoridad monetaria posee
un alto grado de independencia, se ha cuestionado la capacidad de aquélla pan controlar la
oferta de dinero (Ciccolo, 1974; Tobin, 1981).
‘7 En este último caso, la demanda real de dinero es equivalente al inverso de la velocidad de
circulación de éste.
164 ROBERTO ZAHLER
l8 Un aspecto poco desarrollado, y que puede modificar la forma tradicional en que se incor-
pora la demanda de dinero en los modelos macroeconómicos, es analizarla y estimarla en un
contexto de equilibno general.
19 Sin embargo. si la demanda de dinero cs una funciónrelativamente más inestable que la fun-
ción de gasto, be torna más eficaz intentar controlar la tasa de interés en lugar de la oferta
dc dinero. Para un análisis de este tema, desde la perspectiva del modelo macroeconómico
1s.LM, véase Po& (1970).
rD Este procedimiento adquiere especial signticación en períodos como los de la década de los
setenta, en que be crean nuevos instrumentos financieros, re modifican las regulaciones fi-
nancieras y/o be indiza la tasa de interés (Batten y Thomton, 1983: y Han, 1982).
a Esto no ugnifica que la deiin~ckm de dinero deba permanecer invariante a lo largo del tiem-
po ni deba SCI la misma paradiferentes países.
p Los instrumentos de control de la oferta de dinero incluyen laa operaciones de mercado
abierto, los camhlos en las tasas de encaje legal sobre diferentes tipos de depósitos, las modi-
ficacionn en la tasa y cn los montos de redescuento del Banco Central y diversos meczmi-
mos de control cuantitativo y selectivo del crédito bancario.
166 ROBERTO ZAHLER
FIGURA 1
j\\\\_ i-1 Md
P 1 (Yl)
B
\ Md
( u 1 0 (Yo)
Mo 1M M
PO PO T-
a. Aspectos analíticos
Para poder definir con precisión los objetivos de la política mo-
netaria es necesario responder dos interrogantes básicas, por lo demás
interrelacionadas: iqué puede y que no puede hacer la polftica mone-
taria? y icuál es el rol de la política monetaria en el corto y en el largo
plazo?
Comenzando por la segunda cuestión, ha existido un amplio y agi-
tado debate en cuanto a la dimensión temporal pertinente para el dise-
no de la política monetaria. Dicho debate está íntimamente vincula-
do a las discusiones teóricas en torno a si el dinero es neutra1 o no, a la
dicotomía del dinero, etc. En último termino, la cuestión de fondo
radica en si es posible o no influir sobre variables reales (producto real,
empleo, acumulación de capital, tasa de interes real, tipo de cambio
real, etc.) a traves del manejo de variables nominales, como la oferta de
dinero.
Como se señaló, los desarrollos teóricos y la evidencia empírica
sugieren que el mayor impacto de la politica monetaria sobre variables
reales tiende a darse en el corto plazo. En el mediano y largo plazo,
el grueso de los cambios en las variables nominales se refleja principal-
mente en variaciones similares de los precios nominales y, consecuente-
mente, del nivel genera1 de precios. Esto se corrobora con la menciona-
da estabilidad secular de la demanda real de dinero. En efecto, el creci-
miento del nivel genera1 de precios está estrechamente vinculado al de
la oferta nomina1 de los medios de pago, ajustado por el crecimiento de
los bienes y servicios disponibles y de las variaciones de la demanda real
de dinero. Como el rango de valores que pueden tomar estos dos últi-
mos elementos tiene, por su propia naturaleza, cotas relativamente
pequenas, esto implica, sobre todo en el largo plazo y cuando la infla-
ción es elevada, que ella presenta una alta correlación con el crecimien-
to de la oferta nominal de dinero. De ahf el tradicional vínculo que ha
existido entre dinero, política monetaria e inflación y el rol que se le ha
asignado a aquélla en las políticas de estabilización.
La dificultad de modificar en el largo plazo variables reales a través
de variaciones en la oferta de dinero sugiere que el rol principal de la
política monetaria, en dicho plazo, debe orientarse hacia la estabilidad
del nivel de precios (o de la tasa de inflación) y difícilmente puede asig-
narse a esta política un rol de importancia en la promoción del desarro-
llo ccon6micoz8. En terminos más generales, su principal objetivo radi-
28 Las imperfecciones dc los mercados de capitales en los panes en desarrollo y las dificultades
de un slstema bancario Iiben!.izado r>ara asirnar desde un r>unto de vista socialmente eticien-
te los recursos crediticios, rugieren ia necesidad de un cierto control cuantitativo y selectivo
del crédito del sistema financiero, de modo de orientarlo con fines de desarrollo yio de natu-
raleza redistributiva. Esta función, aunque vinculada con la política monetarla, corresponde
más propiamente a la política tinanciera, la que se desarroh en la segunda sección de este
trabajo.
170 ROBERTO ZAHLER
29 Cabe destacar, sin embargo, que para las distintas versiones de la escuela monetarista la
política monetariatampoco debería orientarse al manejo macroeconómico de “finetunmg”
de corto plazo.
3o Básicamente, a través de operaciones de mercado abierto, cambios en la tasa y en el monto
del redescuento yen la tasa de encaje legal.
31 Recuérdese que las variaciones en la oferta de dinero son, por deftición, las representadas
en la ecuación (5).
POLITICA MONETARLA Y FINANCIERA 171
34 Un análisis similar al de Friedman, pem en cierta medida más radical y basado en la teoría
de expectativas racionales, SCdesarrolla cn Lucas (1972, 1973).
35 Obskvesc que X depende fundamentalmente de 1%definición de dinero que se utilice.
36 Véase Roley (1985). Desde una perspectiva de más largo p!.azo, Fischer (1980) analiza los
cambios en la demanda dc dinero y cuestiona la ciiciencia de una política monetaria adheri-
da auna regla fija para predecir la evolución del mvel de precios. Laidler (1981, Sección Iv),
refiriéndose a la política de Intentar fGar un valor a la tasa de crecimiento de un agregado
monetario, sostiene que cuando no se sea capaz de prever con exactitud los cambios provo-
cados sobre la demanda dc dinero, como consecuencia, por ejemplo, de innovaciones en el
sector financiero, “a aJguien, en alguna parte, habrá que otorgarle facultades discrecionales”
para enfrentar esas situaciones. Es decir, rechaza la adhesión auna regla monetarista sunple
e inflexlblc.
37 Este conjunto dc elementoa ha afectado acriamentc la eficacia y cl diseño mismo de h polí-
tica monetaria cn el norte. Véase OCDE (1984) y FinanciaI Times (198.5).
38 En rigor, las expectativas racionales forman parto del bagaje te6ñco que caracteriza a los
nuevos clásico$ pero óste incluye otros componente$ independientes dc aquéllas (Hoover,
1984). Además, los nuevos clásicos apoyan cualquier re& monetaria no aleatoria o prede-
íinida, más que la propuesta específica de Fricdman, a la que adhieren principalmente por
su simplicidad.
174 ROBERTO ZAHLER
39 h ,,,ayo~ parte de los adherentes a la teoría de las expectativas racionales sostiene que
no es posible diseñar políticas monetarias y/o fiscales que puedan estabilizar “activamente”
la producción y/o el empleo en tomo a valores diferentes a los de sus tasas “naturales”,
excepto en lo que dice relación con el componente no anticipado de las políticas de deman-
da agregada. Véase Grosanan (1980). Sin embargo, en rigor, dlchas conclusiones, que impfi-
can circunscribir las políticas públicas a aquellasorientadas a afectar la oferta agregada, re-
quieren de una serie de supuestos, adicionales a los de las expectativas racionales, tales corno
que la información disponible por la autoridad sea igual a la del FcctorpIivado, que no existan
rigideces ni en los contratos ni en los precios y que todos los mercados estén permanente-
mente en equilibrio, que los ajustes de cartera sean instantáneos, etc. Si uno o varios de
estos supuestos no se cumplen, entonces la política monetaria, incluso en presencia de ex-
pectativas racionales, puede influir, a través dc cambms en la demanda agregada, sobre el
nivel de producción y el empleo.Véase, por ejemplo, Azariadis (1981), Buiter (1980,
1981), Foxley y Marce1(1984), y Lagos y Larraí” (1982).
4o Barro (1976) y Sargent y Wallace (1975) proporcionan argumentos teóricos en favor de
esta tesis. Barro (1977, 1978) y Sargent (1976) aportan evidencia empírica en favor dc la
misma.
41 En rigor, dicha política se orienta a reproducir intemamcnte la inflación internacional.
42 Sin embargo, corno bien anota Hoover (1984), existen importantes diferencias entre el
monetatio tradicional (a la Friedman) y cl de los nuevos clásicos, sobre todo en rela-
ción a los marcos teórico y metodológico y al tratamiento que le dan a los determmantes
de la dinámica económica.
POLITICA MONETARIA Y FI‘IANCIERA 175
43 Véase Buiter (1980, 1981) y Tobin (1981). Además, Fischer (1980) presenta un intere-
sante análisis en cl que, aun cuando se acepte la hipótesis de las expectativas racionales,
se pronuncia por una política monetaria “moderadamente” activista.
176 ROBERTO ZAHLER
(1) M = RI+CI
(2) Md = f (P, y,~e, t, i ,...)
(3) M = Md
50 En este sentido, cabe destaca los últimos programas antiinflacionarios de Argentina y más
reaentemente de Brasil, los cuales con pragmatismo y originalidad han combinado políti-
cas restrictivas de demanda agregada con reformas monetarias, programas de desindización
e intentos por reducir fuertemente las expectativas inikionarias en un contexto de darle
credibilidad y reducir los costos de dichos programas, al proyectar alzas en las tasas de
interés y caídas en los salarios reales menores que los que se habn’an dado de seyuuse las
políticas antiinflacionarias más tradicionales.
YOLITICA MONETARIA Y FINA?ICIERA 183
51 La posición del Fondo. y crccientcmente del BIRF a ese respecto, es que 10s países debe-
rían abrir más sus economías por el lado de las importaciones. Ello alivia& las presiones
monetarias e inflacionarias, pero podría atentar en contra de la estntegia de desar&o
nacional y del mejoramiento de la posición negociadora del país que logre incrementaI
sus reservas internacionales.
184 ROBERTO ZAHLER
2. LA POLITICA FINANCIERA
A. ANTECEDEXTES
58 En muchos casos esta situación es inconveniente desde un punto de vista social, por cuanto
tiende a acentuar la concentración cn la distribución del ingreso yjo se debe a que no SC
han desarrollado mercados o mecanismos dc intenncdiación que permitirían una más ade-
cuada especialización de actividades entre agcntcs y/o una asgnaclón más ci’iciente de los
fondos excedentaios disponiblea.
POLITICA MONETARIA Y FINANCIERA 189
59 Esto no significa, ciertamente, que no bea deseable dwxiar la política financiera y crediticia
con el objettio de que el sector financiero contribuya a cana!.uar una parte Importante
de los ahorros y orientarlos hacia la inversión. Ese es, precisamente, un rol prioritario de
la política iinancicra, cspecitientc en los países en desarrollo. no sólo por sus urgentes
necesidades de inversión, sino que también po~ el escaso desarrollo de su mercado de capi-
tales no bancario.
6o Virmaru (1982) contiene un excclentc anáhsis de las características de los mercados de
capitales en los países en desarrollo.
190 ROBERTOZAHLER
61 Estos y otros roles del sistema financiero, entre los que destaca su importancia en el meca-
nismo de pagos y en la transmisión de la política monetaria, se describen en Tobin (1978
y 1984).
62 En términos más específicos, los intermediarios financieros transforman activos primarios
-promesas de pagos futuros extendidas por los usuarios últimos del ckdlto, o derechos
de propiedad sobre los retornos que entregan activos físicos- en activos financieros, dán-
doles su respaldo y modificando sus características (Le Fort y Vial 1985).
63 Obsérvese que mcluso, en este caso, tiende a haber racionamiento del crédlto debido a la
conducta de los oferentes (Stightz y Weiss, 1981).
POLITIC.4 MONET.~RIA Y FINANCIERA 191
3) El sistema bancario
En los paises en desarrollo, a las recién descritas características de
los mercados de capitales, debe agregarse algunas consideraciones adi-
cionales, derivadas de la mencionada importancia del sistema bancario
en el proceso de intermediación financiera.
El sistema bancario (de reserva fraccionada) transforma pasivos lí-
quidos en activos menos líquidos: depósitos a la vista y en general exigi-
bles a corto plazo, en cartera de créditos generalmente sólo recupera-
bles, sin pérdida, a plazos más largos. En la medida que tal sistema im-
plica efectuar préstamos, con el consiguiente compromiso de repago en
el futuro, éste introduce necesariamente un elemento de riesgo en sus
activos y, por ende, en sus pasivos (Zahler y Valdivia, 1986). Debido a
los costos e incertidumbre envueltos en intentar asegurar el menciona-
do repago, hacer efectivos los compromisos de los avales o la liquida-
ción de las garantías, aun cuando existan procedimientos técnico-jurídi-
cos expeditos, el banco no siempre podrá recuperar la totalidad de los
préstamos efectuados. Esta situación, unida a la imposibilidad de gene-
rar un sistema -de costo razonable- de evaluación de solvencia a toda
prueba (Díaz-Alejandro, 1985) implica que, al optimizar su gestión, los
6b Estas podrían consistir, por ejemplo, en eliminar el sistema de reserva fraccionada o cn que
los depositantes y acreedores bancarios no tuviesen asegurado el valor nominal de sus acreen-
cias y se dejase fluctuar el valor de éstas, con base en el valor de los activos del sistema
bancario. Ikta última opcGn Se analiza en Khan (1986).
POLITICA MONETARIA Y FINANCIERA 195
67 Este tema se desarrolla en Broaddus (1983, OCDE (1984) y Wallich y Glaessner (1985)
68 Para un análisis de los efectos de la desregulación en los mercados internacionales, véase
Plender (1985).
196 ROBERTO ZHLER
e internacional, se hizo más difícil tener una clara distinción entre qué
empresas financieras eran bancos y cuáles no: con la preocupación con-
siguiente en torno a la estabilidad y solvencia del sistema financiero.
Las elevadas y erráticas tasas de inflación e interés contribuyeron
no sólo al proceso de desregulación financiera -para revertir la crecien-
te desintermediación financiera- que habría atentado en contra de la
existencia misma de los bancos tradicionales- sino que a incentivar
préstamos y depósitos a tasas de interés variable y a acortar el plazo
promedio de los préstamos para reducir el descalce con los plazos de los
depósitos. La importancia de los elevados ritmos inflacionarios y de las
altas y fluctuantes tasas de interes sobre el proceso de innovación finan-
ciera se observa además al constatarse que, incluso en paises en que ha
habido poca o ninguna desregulación, se han generalizado las prácticas
de prestar a tasas de interés variables y a plazos menores y de que los
depósitos en cuentas a la vista reditúen interés.
Los abultados déficit fiscales de los paises industriales en años
recientes han contribuido también el desarrollo de nuevas técnicas e ins-
trumentos financieros. En esencia, el problema ha sido que para colocar
mas títulos de la deuda pública ha sido necesario elevar la tasa de inte-
res, lo que -de no mediar cambios en las regulaciones, orientados a dar
mayor flexibilidad al sistema bancario- habrfa implicado un importan-
te grado de desintermediación financiera.
La generalización de la flotación cambiaria, y su interrelación con
los movimientos de las tasas de interes, ha sido una fuente adicional de
incertidumbre y riesgo que ha afectado a las operaciones de los merca-
dos financieros. Para enfrentarlos se ha hecho necesario desarrollar téc-
nicas e instrumentos tendientes a reducir el riesgo cambiario y a diver-
sificar la cartera de préstamos para minimizar los posibles efectos de
descalces de monedas entre activos y pasivos. Esta situación también ha
incentivado un desarrollo más acelerado de los mercados de cambios a
futuro.
En resumen, los elementos más importantes de la innovación
financiera son la existencia de cuentas corrientes remuneradas, tasas de
interés variables y menores plazos de depósitos y préstamos, creciente
sensibilidad de las captaciones bancarias a la tasa de interés y una reduc-
ción promedio en las tenencias de circulante y depósitos no remunera-
dos tanto por parte de las personas como de las empresas.
La innovación financiera ha afectado también al funcionamiento de
los mercados monetarios. El control sobre la oferta de dinero se ha vis-
to complicado por la inestabilidad del multiplicador bancario, derivada
de los frecuentes cambios en las preferencias relativas por diferentes ti-
pos de depósitos y circulante y de los efectos que dichos cambios gene-
ran sobre el encaje obligatorio. Como se señaló, desde mediados de los
años setenta ha habido también importantes traslados de la función de
demanda de dinero, en buena medida a causa del impacto de la innova-
ción financiera
., sobre el total del acervo de dinero demandado y su com-
posicron.
Los cambios generados por la innovación financiera sobre la ofer-
ta y demanda de dinero han repercutido también en la eficacia de la po-
lítica monetaria, sobre todo considerando la importancia que en el últi-
POLITICA MONETARIA Y l-INANCIEKA 197
” Recientemente cl Presidente del Bstema de la Rcscrva Fedeml de los Estados Unidos sos-
tuvo que ‘CnuestIa historia financiera prueba, con certera, los peligros de confio exclusiva-
mente en la d&ciplma de mercado”. (Volcker, 1985a). Véase, además, Solomon (1984).
POLITICA MONETARL4 Y FINANCIERA 199
72 Bajo estas circunstancias, cl sistema financiero interno ve reducida su eficacia como me-
ranismo de intcnncdiacih entre agentes económicos supemvitatios y deficitarios, en el
proceso de ahorrwnversión.
T3 Cabe destacar que en la medida que haya sectores favorecidos a través del mercado formal
del crédito, sc ven perjudicados aquelh que sólo tienen acceso a él a través de Jos mecams-
mas e instituciones informales (Kapur, 1981).
200 ROBERTO Z4HLER
‘~4 Esta situación se puede deducir de la teoría que sostiene que el ahorro -que depende
positivamente de la diferencia entre la riqueza deseada y la actual- es un flujo a tmvts
del cual los agentes económicos intentan lograr el acervo deseado de riqueza.
POLITICA MONETARIA Y FIN.4NCIERA 201
75 Obsérvese que si se incrementan las tasas de interés, se reduce el financiamiento del sector
público a tnrés de la expansión de la base monetaria, debido a la menor demanda de esta
última
202 ROBERTOZAHLER
Junto a una mayor vigilancia sobre las tasas de interes” parece in-
dispensable darle cierta selectividad al crédito debido a la mencionada
heterogeneidad, fragmentación y desigualdad de acceso que caracteriza
este mercado. Ella debería ir acompañada de una supervisibn y/o regula-
ción más rigurosa sobre la cartera de colocaciones del sistema financie-
ro, orientada a reducir los créditos relacionados -desvinculando por es-
ta vía las empresas productivas de las bancarias- y a mantener el riesgo
del sistema dentro de márgenes considerados aceptables. Esta última
consideración se vincula al tema del seguro sobre los depósitos. Las ca-
racterísticas de los bancos y la inestabilidad de las economías de la re-
gion hacen indispensable formalizar una situación que de hecho signifi-
ca la garantía estatal sobre una parte al menos de los pasivos bancarios.
Ella debe ir acompafiada, como se vio, por un control de la tasa de inte-
rés pasivas a niveles positivos, pero bajos, debido a la elevada liquidez y
protección de las captaciones.
Un aspecto de especial importancia se refiere a las normas que re-
gulen los vínculos del sistema financiero interno con los mercados de
capitales internacionales. Aun cuando en el futuro cercano predomi-
nará la restricción de divisas. la experiencia reciente sugiere la necesidad
de regular los fondos provenientes del endeudamiento externo, tanto
en términos de su monto, costo y uso. El monto y su velocidad de en-
trada (o salida) afectan a la política monetaria y pueden distorsionar
los precios de activos: con lo que tendrían un impacto indeseado sobre
la inflación, la cuenta corriente del balance de pagos y la asignación de
recursos. Es necesario considerar, además, la necesidad de garantizar
que la velocidad de entrada de los movimientos de capitales internacio-
nales se compatibilice con el ritmo de acumulación de capital y con la
velocidad de ajuste de la cuenta corriente del balance de pagos. La pre-
sencia de diferenciales de importancia entre el costo de crédito externo
e interno, ajustados por expectativas de variación cambiaria, estimulan
movimientos y ganancias especulativas de capital, losque pueden redu-
cirse a través de políticas de encajes o fiscales. El uso del crédito exter-
no, debido a los compromisos futuros envueltos, debe orientarse hacia
sectores de alta rentabilidad social y, en principio, hacia actividades
productoras de bienes comerciables internacionalmente. En último tér-
mino, estas regulaciones contribuirían a que el ahorro externo comple-
mente el ahorro interno en el proceso de acumulación de capital.
Finalmente, cabe recordar que la inflación, sobre todo si es errá-
tica, atenta fuertemente en contra de un funcionamiento eficaz del
sistema financiero. Las técnicas de indización y flotación de tasas de
interés, si bien permiten superar algunos de los problemas derivados
del impacto de la inflación sobre el financiamiento de la inversión, no
contribuyen a generar los flujos crediticios requeridos de mediano y
largo plazo, indispensables en el proceso de acumulación de capital.
Ello se debe, principalmente, a que la elasticidad del ahorro respecto
de la tasa de interés no parece ser significativa (Giovannini, 1983;
86 En cuanto a la tasa de mterés actwa, la autoridad debería ~egularla cn témura de que sea
compatible con la rentabilidad normal de las actividades pmductivas.
208 ROBERTOZAHLER
Ocampo el al., 1985). Una forma de aliviar esta situación podría ser
incentivando el ahorro “institucional”, los fondos de capitalización de
trabajadores, y algunas modalidades de ahorro “forzoso”, todos los cua-
les, por su naturaleza, se vinculan más directamente con la inversión de
largo plazos7. Con ello no sólo se tendería a financiar los gastos de capi-
tal de horizonte temporal largo, sino que a difundir la propiedad entre
los grupos sociales que normalmente ven dificultado su acceso al siste-
ma fmanciero. De este modo se vincularía mas directamente el ahorro
con la expansión de la capacidad productiva y se permitirfa que en esta
última adquiera creciente importancia un sector privado “no tradicio-
nal” 0, si se quiere, un sector social “no estatal”, lo cual junto con con-
tribuir a la acumulación de capital, promoverfa el pluralismo de la pro-
piedad y el fortalecimiento de la economfa mixta.
REFERENCIA8 BIBLIOGRAFICAS
ANDERSEN, L.C. y D.S. KARNOVSKY (1977), “Some Considerations in the Use of Monetary
Aggregates for the Implementation of Monetary Policy”, Federal Reserve Bank of St.
L&is;Review. Vol. 59; No 9, septiembre.
ARELLANO, J.P. (1983), “De la liberalización a la intervención: el mercado de capitales en
Chile 1974.1983”. Estudios CIEPLAN. No ll. diciembre.
(1984), “La difí& salida al problema del endeudamiento interno”, Estudios CIEPLAN,
No 13, junio.
ARGY, V. (1982), “Monetary Agregates, Intercst Rata and Income as Short-Term Targets
of Monetary Pohcy in the Small, Open Economy”, Macquarie University Center for
Studies in Money, Banking and Finance, julio.
AZARIADIS, C. (1981), “A Re-examination of Natural Rate Theory”, Thr Amrrwnn Econo-
mic Review, Vol. 71, No 5, pp. 946.960, diciembre
BALTENSPERGER, E. (1978), “Credit Rationing”, Jownol of Money. Credu and Bankrng,
Vol. X, No 2, pp. 170.183, mayo.
BANOUF PARIBAS ~.(19851. ~,. “Reforms and Bank Risk in the Usted States”. Monfhlv Econo-
micBulletin, pp. 149.157, noviembre.
BARNETT, W. (1982), “The Optima1 Leve1 of Monetary Ag.gregation”, wkunnl of ilfon?.vu, Cre-
dit and Banking, Vol. 14, No 2, pp. 687.710, noviembre.
--, E. OFFENBACHER y P. SPINDT (1981), “New Conceptsof Aggregated Money”, The
Journnlof Finance, Val. 36, No 2, pp. 497.505, mayo.
BARRO, R.J. (1976), “Ratlonal Expectations and the Role of Monetary Policy”, Journnl OJ
Moonetary Economics, Vol. 2, pp. l-32.
~~~~ (1977), “Unanticipated Money Growth and Unemployment in the United States”,
Americnn EconomicReview, Val. 67, pp. pp. 101-115.
--- (1978), “Unanticipated Money, Output, and the Prxe Level in the United Stateï, Jour-
nal of Political Economy, Vol. 86, pp. 549.580.
---- (1984),Macroeconomics, John Wilcy.
BATTEN, D. y D.T. THORNTON (1983). “M, OI M,: Which is thc Better Monetary Target?“,
Federal Reserve Bank of St. Louis, Review, pp. 36.42,junio-jubo.
BHATT, V.V. y J. MEERMAN (1978), “Resource Mobilization in Developing Countries: Finan-
cial Institutions and Policies”, Wor!d Developmen~. Vol. 6, No 1, pp. 45-64.
87 OtIas operaciones que cabría fortalecer son las que han efectuado los bancoa de fomento
y de desarrollo, que tradtcionalmcnte se han financlado con aportes gubcrnamcntales y/o
desde el exterior. Sería deseable que la banca comercial u otras instmxkmc\ iinmc~~~s
pudiesen captar ~ccurxx a largo plazo, para lo cual podría sa útil el uso dc instrumentos
fiscales que discriminen en función del período de tiempo dc las captaciones dc ahorro y
de los depósitos aplazo.
POLITICA MONETARIA Y FINANCIERA 209
BLEJER, M. (1984), “Recent Economic Policies “f the Southern Cone Countriesand the Mo-
netary Approach to the Balance of Payments”, en Ardite Barletta, Blcjer y Landau
(eds.), Economic Libernlization and Stabüizarion Polrcies in Argentina. Chile ond Uru-
guay. Applications of the Monerary Appronch fo the Balance of Payments, Banco
Mundial.
BORTS, G.H. y J.A. HANSON (1978), “El enfoque monetario de la balanza de pagos con
aplicación empírica al caso de Panamá”, Cuadernos de Economró, Año 15, N” 44,
Universidad Católica de Chile, pp. 91-120, abril.
BOUEY, G.K. (1982), “Monetary Policy: Finding a Place to Stand”, Bank of Canada Review,
septiembre 1982, artículo presentado en la reunión auspiciada por la Fundación Per
Jacobsson, Toronto, Canadá, 5 de septiembre.
BROADDUS, A. (1975), “Aggregating the Monetary Aggregates: Concepts and lssues”, Federal
Reserve Bank of Rxhmond, Rewew, November-Dccember.
~~~~ (1985), “Financia1 lnnavatmn in the United States -Background. Cunent Status and
Prosoects”. Federal Reserve Bank of Richmond. Economrc Revie+, Vol. 71. x” 1,
en&-febrero.
BLITER, W. (1980), “Tbe Macroeconomic of Dr. Pangloss: A Crltical Survey of the New Clas-
sical Macroeconom~cs”. The EconomicJournal. Vol. 90. DD. 34-50. march.
---- (1981), ‘The Superi&ty of Continpent Rul& “ver F’iGed Rules’with Rational Expec-
tations”, The Econom~cJournal. Val. 91, pp. 647.670, September.
BURGER, A.E. (1971), The ~fuonqv Supply Process, Wadsworth Publishing Company, Inc.
~~~~ (1971a), “The lmplementation Problem of Monetary Policy”, Federal Reserve Bank of
St. Louis, Rrv;ew, pp. 20-30, marzo.
CICCOLO, 1.H. (1974), “1s Short-Run Mondtary Control Pasible?“, en Monetary Aggregates
and Monetary Poliiy, Banco de la Rwerva Federal de Nueva York, pp. 82.91, octubre.
CORBO, V. y R. MATTE (1984), “Capital Flows and the Role of Monetary Policy: Th” CaSe
of Ch&“, Universidad Católica de Chile, Instituto de Economía, Document» de Trabajo,
NO 92, mayo.
CORRIGAN, E.G. (1985). “Financia1 lnnovations and thcir lmplications for Policy-Makers”.
Bank for lnternational Settlements, Press Revfew, NO 108.5 de junio
DEMAESTRI, C.C. y D.E. DUEÑAS (1979), “La programación monetana y la financiacwn del
déficit”, Serie de Información Púbirca, NO 7, Centro de Estudios Monetarios Y Financie-
IOS, Banco Central de la República Argentina, mayo.
DIAMOND, D.W. y P.H. DYBVIG (1983), “Bank Runs, Deposit lnsurance, and Liquidity”.
fourna ofPolitica1 Economy, Vol. 91. No 3.
DIAZ-ALEJANDRO, C. (19X5), “Good-Bye Fmancial Reprewon, Helio Finarna Crash”,
Jourmzl of Developmeni Economics, Val. 19, pp. l-24.
DIZ, A. (1975), Oferto monetario. uil modelo s;mpknpl~ablea América Latma, CEMLA.
DWYER, C.P. (1985). “Federal Deflcits, lnterest Rates and hlonetary Policy”, Journal “amo-
ney, Credzt nnd Banking, Vol. XVII, No 4, parte 2, pp. 655-68 1, noviembre.
EYZAGUIRRE, N. (1986), “El impacto de shocks macroeconómicos sobre la situación flnan-
cien de las empresas”, mimeo, Proyecto PNUD/CEPAL RLA/77/021> marzo.
FANELLI, J.M. (1984), “Ahorro, inversiún y financiamiento. Una visión macroeconómica de
la experiencia argentina”, Ensayos Económ;cos, NO 31, la parte, Banco Central de la
República Argentina, septiembre.
FFRENCH-DAVIS, R. (1967), “El programa monetario y la embrión”. Bo~eiin mensul, CEM-
LA, No 3.
FINANCIAL TIMES (1985), “Less Regulation, Less Control”, 12 deJunio.
FINGLETON, E. (1985). “Why Capital Ratios are a Cauw for Concero?“, Curom«ne>‘, pp. 98.
104, junio.
FISCHER, S. (1980), “On Activist Monetary Policy with Rational Expectation? co S. Fixher
(ed.), Rational ExpectotE>ns and Economic Polrcy, Natlooal Bureau of hconomic Res-
earch, Tbe University of Chicago Prcss, pp. 21 l-235.
FOXLEY, 1. (1985), “Discriminación crcditlcia bajo libre mercad”: el caw de la induîtrla chilc-
na en 1980”, ICHEH, Documenro de Trabajo, Santiago, Chile.
-~~~ y M. MARCEL (1984), “Expectativas racionaler~ recapltulaclón de enfoques para un
cuso de macroeconomía”, Documento SFIIP Docencia, No 48, Departamento de Econo-
mía, Universidad de Chile, junio.
FRIEDMAN, B..M. (1982), “Monetary Policy with a Credlt Aggregate Target”, Workmg Paper
No 989, National Bureau of Economic Restarch, septiembre.
210 ROBERTOZAHLEK
FRIEDMAN, M. (1959), A Pro~ram for illonerary Sfnbilify, Ny, Fordham Univcrqity Prcss.
---- (1968), “The Role of Monerary Policy”, Amerimn EconomicReview. Vo1 58, pp. l-17,
marzo.
--- y A. SCHWARTZ (1963), A Mononetar~ Hislory of the Lhited Stares, 1867.1960, Prin-
ceton, NJ., Princeton Umversity Press.
GABA, E. (1981), “La reforma financiera argentina”, Ensayos Económicos. No 19, Banco Cen-
tral de la República Argentina, septiembre.
GALBIS, V. (1977). “Financia1 Intermediation and Economic Growth in Less-Developed Coun-
trtes: A Theoretical Approach”, The Journa of Drvelopmenr Studies, Vol. 13, N” 2,
pp. 58-72, enero.
~~--- (1981), “Aspectos teóricos de las políticas de tasas de interés en países en dewrollo”.
Ensayos. CEMLA, No 46, México.
GIOVANNINI, A. (1983). “Saving and the Real Intcrcst Rate in LDC?, trabajo presentado al
N Congreso Latinoamericano de la Sociedad Ecnnométrica, Santiago, Chile, julio.
GROSSMAN, H.L. (1980), “Rational Expcctations, Business Cycles, and Government Bcha-
vio&‘, en S. Fischer (Cd.) Rntiod E.vpecrntrons ond Eionom~ Polic.v, &tional Burcau
of Economic Research, The Cniversity of Chicago PIess, pp. 5-22.
GURLEY, 1.G. y E.S. SHAW (1955), “Financia1 Aspects of Economic Development“, 7%~
Ameritan Economlc Review, Vol. XLV, No 4, pp. 515.538, septiembre.
HAMBURGER, hl..I (1976), “El rezago en el efecto de la política monetaria: un estudio de la
literatura reciente”, Boletít~ CELLA, Val. Xx11, No 2, pp.77.87, febrero.
HEIN. S. (1982), “Short-Ron hloney Growth Volatility: Evidente of Mishehaving Money De-
mand?“, Federal Reserve Bank of St. Louis. Reviav, pp. 27-36, juniojulio.
HOOVER, K.D. (1984), “Two Types of Monetarism”, Journni ofEwnomic Lirerorure, Vol.
XXII, pp. 58.?6, IIIâIL”.
HORNL, J. y V. MARTIN (1985). “The Optima1 Monetary Amceate and hlonetary Policy”.
IMF DM/85/61, 21 de septiembre.
MTERNATIONAL MONETARY FUND (IMF) (19831. “Interest Pate Policies in Develoome I Y
Countries”, Occasional Papa No 22,‘“ctib;c. ”
JARAMILLO, J.C. y A. MONTENEGRO (1984), “Indexaclón, manejo monetario y política
macroeconómica”, en J.A. Ocampo (editor), La poliiica eco?xjmica de la cncrucyada,
Banco de la República y CEDE, Colombia.
JOHNSON, HG. (1969), “Money in a Neo-Classical One-Sector Growth Model”. cn Essavs ui
fif~??zetnry Economu, Harvard University Press, Cambridge, Massachusetts.
-~-~ (1971), “Macroeconomicsand Monetay Theory”, Lectures in liconomics, 1, Gray-MdI\
Publishing Ltd.
JORDAN, J.L. (1969), “Elcments of Money Stock Detcrmination”, Federal Reserve Bank of
St. Louis, Rewav, Val 51, pp. 10-19, octubre.
WPUR. B. (1981), “The Rolc of Fmancial lnstitutions in Economic Dcvelopment: A Theo-
retical Analy?is”, trabajo presentado â la conferencia “Problemas financieros de los
países en desarrollo”, organizado por la Asociación de Economía Internacional y llevada
acabo en Buenos .41x5, Argentina, ocrubre.
KHAN, M.S. (1986). “Islamic Ir,tere+Free Banking”, IMF Sof/ Pqx’rs, Val. 33, N” 1, pp. l-
21,mmo.
~-- y S. EDWARDS (1985), “Interc\t Ratc Detcrrnination m Dcvcloping Countrlea. A Con-
ceptual Framework”, IMF Sroff Papers, Val. 32, No 3, pp. 377.403, septirmbrc.
KHATKHATE, D.R (1978), “Falsc Issues un the Debate on lntcre\t Rate Policies in Less Dc-
veloping Countries”, IME, DM/78/96. octubre.
KAREKEN, J.H. (1985), “Ensuring Financia1 Stabihty”, Federal Reserve Bank “f San Francis-
co Confercncc: Thc Search for Finanual Stabihty: Thc Part 50 Ycar\, Junc 23-25.
KARNOVSKY, D.S. (1974), “Real Money Balancc~. â Miulcading IndiLator of Mon?tuy
Actlon\“, Federal Reserve Bank of St. Lou¡\, Rcvrew, Febrwry.
KAUFMAN, H. (1985), “Presentation antc el Subcomlti de Ibnergiz y Comercio dc la Cámara
de Representantes de los Estado? Unidos”, 5 de Junio.
LAGOS, L.F. y LARRAIN, F. (1982), “Expectativa? raaonalcs. ciclo económw y polítuza mu-
netaria”, Documento de Trabajo No 83, lnstltut” dc Economía, Unncrudad Católica dc
Chile, julio.
LALDLER, D. (1981). “Monetarism: an Interpretation and an Awcssmcnt”, Tlic b(or~<~~ifr<
Journal, Val. 91, No 361, pp. l-28, marzo.
LAiiE, T.D. (1984), “Instrument Inîtability and Short-Teim Monctary Control”, Journol of
.Mowtary Economics, Val. 14, pp. 209.224.
POLITICA MONETARIA Y FINANCIERA 211
LL l:ORT, G. y J. VIAL (1985), “El problema del endeudamiento interno”, mimw, Proyecto
PNUDiCEPAL RLA;77/021.
LCCAS, R. (1972), “Expectatmns and thc Neutrality of Money”, Jownoi ofEconomic Theory.
Val. 4, pp. 103~124.
~~~ (1973), “Some International Evidente on Outpur-Inflation Tradeoffs”, Ameritan Eco-
n«micRe~iew. Val. 63. pp. 103-124.
~~~ (1977), “Understandmg Buciness Cycles”, en Stabiluation of rhe Domestic and Inter-
national Economy, K. Brunner y A.H. Meltzer (eds.), pp. 7-29, CarnegeRocheder Con-
fcrcncc Series on Public Policy, Val. 5, New York, North Holland.
~~~ (1980). “Rules, Discretion, and thc Role of the Ewnomvz Advisor”. en S. Fischer (ed.),
Roiionoi expectaiu>ns and Economic Poiicy, Narional Bureau of Ecanom~c Research,
The University of Chicago Prc~s,pp. 199.210.
MARFAN, M. (1984), “Políticai reactwadoras y recesión externa”, colección Estudzos CIE-
PLAN, NO 12, pp. 89-l 19, marzo.
McCALLUM, B.T. (1985), “0” Conscquenceî and Crit~cim~s of Monetary Targetmg”, Journo~
of .&lww~, Credrr and RnnkinK. Val. XVII, NO 4, parte. 2, pp. 570-597, noviembre.
y J.G. HOFHN (19X3), “Instrumcnt Choicc for Money Stock Control with Contempo-
rancous and Lagged Reserve Rcquirements”, Journnl of Monear, Credii nnd Bankinx.
Vol. 15, pp. 96.101, febrero.
McKINNON, R. (1973), Money arui Capxal in Economic Dewiopment, The Broakings Institu-
tion. Washington D.C.
McMILLIN, W.D. ;J.S. FACKLER (1984), “Monetary YS.Credit Aggregates: An Evaluationof
Monetary Policy Targets”, Smthwn Economic Journal, Val. 50, pp. 711-723, enero.
MELLER, P. y A. SOLIMANO (19841, “Inestabihdad financiera, burbujas especulativas y tasa
de interés: la economía chilena de 1975.1983”, Esmdios CIEPLAM
MENA, H. (1980), “Bac monetaria, multiplicador bancario y el enfoque monetario de la balan-
za dc pagos”, Emyor Económms, No 16, la parte, Banco Central de la República Ar-
gcntina, pp. l-45, diciembre.
MERRICK, J. y SAIJNDERS, A. (1985), “Bank Regulation and Monetary Policy”, Journol of
Mmy, Credir ond Banking, Val. XVII, NO 4, parte 2. pp. 691-717, noviembre.
MINSKY. H. (1984), Can ir’/fnppen Axoin?. M.E. Sharpc, Ix., Nav York.
MOLHO, L.E. (1986). “lnterwt Rater. Savmg. and Investment in Dcveloping Countries: A Re-
examination of the McKmnon-Shaw Hypothcw”, IMF Stoff Papen, Vol. 33, NO 1,
pp. 90-l 16, marzo.
MONTEMAYOR, A. y L. SOLIS (1979), “Los Certificado- de Tesorería: su operación y sEni-
fiado para la polítIca monetaria”, Boletín Mensud. CEMLA, Vol. XXV, NO 3, pp. 170.
177, mayo-jumo.
MONTfS. F. (1981). “Los indicadores monetarios tradicionales y la liquidez de la economia”,
Rcwsto del Banco dc /o Rrp~ihlico. Bogotá, Colombia, pp. 23-37, diciembre.
MULLER, H.J. (1985), “Bankmg Control and Supervislon”, Bank for International Settlements
PIess, Rrview. NO 109, 6 dc junio.
OBSTFELD, M. (1982). “Can we Sterilize? Thcory and Evidente”, The Amwrlcan Economic
Revitw, Vol. 72, No 2, pp. 45.50. mayo.
OCAMPO, J.A., J.L. LOhmOÑO y L. VILLAR (1985), “Ahorro c mve&n en Colombia”,
Co,wntwa Fconómica, Vo1 XV, NO 1, pp. 93-141,jumo.
OCDE (1984). “The Impact of New Assets and Intermediation Techniques of the Functioning
of Financia1 Markets”, F’innncialMorkcts Trends, NO 28, París, pp. 12.24, junio.
ORTEGA, F J. (1979). “Polítxa monetaru y sector finanaero”. Revista del Banco de la Repú-
hlico, Bogotá, Colombia,pp. 1309.1315, wptxmbre.
PLENDFR, J. (19853, “Deregulation Gams that Add Up to Zero”, Flnancial Tfme? jueves29
dc ngodo.
FQOLI:, W. (1970), “Optima1 Choice of Monetary Policy Instruments in a Simple Stochastic
Mncro hlodel”, T!ze Quurfcrl~ J~ournniof Econamrcs, Vol. 84, NO 2, pp. 197.216, mayo.
PORZECANSKI, A.C. (1979). “Patterns of Monetary Policy in Latm Amaca”, Journal of
&f~roncy.Ocdir, ondBonkin~, Val. ll, NO 4, pp. 427.437, noviembre.
ROLI’Y, V. (1985), “Money Demand Predictability”, ~oownnl of Money, Credil and Bankbzg.
Val. XVII, No 4. parte 2, pp. 611.647, noviembre.
ROOS, L.K (1979). “Lo5 obJetivos monetarms y su papel en la formulación de políticas”, Bo-
ktlrr CEMIA, Val. XXV, NO 5, pp. 287.291, septiembre-octubre.
ROPbR. D.E. y S.U. TURNOVSKY (1980), “The Optimum Monetary Aggregate for Stabiliza-
tion Pohcy”, @azrter/l~ Journaloj’Econornics. Vol. XCV, pp. 331-355, septiembre.
217. ROBERTOZAHLER
SANTANGELO, R.A. (19841, “T eorías alternativas sobre la taa de interés: una breve reseria”,
Centro de Estudios Monetarios y Bancarios, Banco Central de la República Argentina,
Serie de Información Pública, NO 116, diciembre.
SARGENT, T.J. (1976), “A Classical Macroeconomic Model for the Lnited States”, Journnlof
Polificol Economy. Vol. 84, pp. 207.237.
--- y N. WALLACE (1975), “Rattonal Expectations, the Optimal Monetary ln?trume”ts,
and the Optimal Money Supply Rule”, Journnl ofPo/iticnl Economy, Val. 83. pp, 241.
254.
SARMIENTO, E. (1985), “The Failucs of the Capital Market: a Latin American Vie\%“, Work-
shop o” “Fmancial Liberalbation and the Interna1 Suucture of Capital: Objectives,
Resulta and Alternatwes”, United Nations Univer?ity and ECLAC, Tokyo, April 22-24
~~~~ (1985a), “Las fallas del mercado de capitales”, Rmmto de lo CEPAL, NO 21, diciembre.
SHAW, E. (1973), Financia1 Deepining in Econornic Development, Oxford Unlverslty Preîs,
New Yolk.
SIMPSON, T.D. (1984), “Changes in the Financia1 Systcm: lmplications for Monetary Policy”,
Brookings Papmon Economic Acripity, 1, pp 249-265.
SISTEMA DE LA RESERVA FEDERAL (1982), “Innovación Financiera y Política Moneta-
ria”, Boletirz CELLA, Val. XXVIII, NO 4. pp. 172.179,Jullo-agosto.
SOLIMANO, A. (1985), “Liberalización financiera y crius: aspectos teóricos y consideraciones
de política económica”, mime”, Proyecto PNUD/CEPAL RLA/77/02l,]ulio.
SOLOMON, A.M. (1984), “Bankmg Deregulatmn. Whcre do We Go From Here?“, Federal Re-
serve Bank of New York, Quorrcrlv Review. Val. 9, X0 3.
SPENCER, R.W. (1974). “Channels of Monctary lnfluence: A Survey”, Federal Reserve Bank
of St. Louis, Reviau, pp. S-26, noviembre.
STICLITZ, J. y A. WFISS (19811, “Crcdit Rationing in Marketswth Imperfect Information”,
The Ameritan l?conomic Revw~, junio.
TAYLOR, L. (1983), Srrucfurnlisf Macroeconomics, Baslc Books lnc.. New York.
TOBIN, J. (1965), “Money and l~axom]c Gowth”. Emnomerrica, Vo1 33. NO 4. pp. 671.
684. octuble.
~~~~ (1978), “Monetary Pohcier and the Fconomy The Tlanrmisai”” Mechanism”, Soullz-
en, EconornicJournal, pp. 421.431. cncro.
~~~ (1981), “Thc Monetarist Counter-Revolution Today: an Appraisal”. The Econom~
Jouriml, Val. 91, NO 361. pp 29-42, “I~TLO.
~~~- (1984), ‘Y)n the Efficienty of the Financia1 System”, Lloyds Bank, RWKW. pp. l-15,
JUhO.
VI.SCOVSKI, F.; PRICE. L.; BOCKFLMANN, H. y DIMITRIJEVIC, C. (1979). “ln\trumc”to\
y obietivos de la política monetarla”. Bolerlif CELLA. Vol. XXV, NO 2. pp. 77.110,
marz-oo-abril.
VOLCKER, P. (19831, “Statement Before thc Committee of Banking, Housmg and lhban
Affairs, Umlred States Senate”. Federal Reserw Bullerin, 69, AMay.
~~~~ (1985a). “Presentación ante el Comité de Banca Estatal del Congreso de los Fstados
Unidos”, ll de septiembre.
- (1985b), “Federal Homc Loa” Ba”k System’s 14th Annual Conference”, atado en
Bank for Intcrnational Settlements, Press Revimu, Na 94, 15 de mayo.
WALLICH, H. (1984), “Nuevas técntas de políticas monetarias”, BolrrÍr~ CELLA, Val. 30.
NO 5, pp. 233.239, septiembre-octubre.
y T.C. GLALSSNER (19851, “Fmancial Dcrebulatio” i” the United State< and un De-
velopmg Countries”, trabajo plcacntado a la tercera conferencia intclnacional wbie cl
dearrollo financiero dc América Latma y el Caribe. Caraballcda, La Guaira, Venczucla.
marzo.
WLNNINGER, J. (1984), “France Innovation A Complex Problcm Ewn i” a Simple Framc-
work”, Federal Reserve Board of New York, Qunrferly Hrr%+, Summ?r. pp. 1-8.
WOOLEY, J. (1978), “Monetary Policy Instrumentation and the Rclatiunship of Cenrral Banks
and Governments”. The Brooking% Institution, Rrprmr Series, NO 337, Junc.
YOO, J.H. (1977), “A Note on Overall Savings, Physical Savmg& and Monïy as a Consumcrs
Good”, T~~~.h~urnolofDe~elopment Studm, Vo¡. 3, Na 4, pp. 387.397,juho.
ZAHLER, R. (1980), “Repercusiones monetarias y reales dc la apertura financiera al exferwr
El caso chileno: 1975.1978”. Revrst~ de la CEPAL, NO 10, pp. 137.163, abril.
~~~~ (1984), “Políticas recienteq de liberalización y cîtabilnaclón en lw paíce? del Cono Sur:
el caso chileno 1974.1982”; en Perrpeclivaî ewnómiins parn ia dem«cracm hohzmc I’
lecciones paro lo experiencm cliilena, varios autorcï, ICHhH, Santiago, Chile.
POLITICA MONETARIA Y FINANCIERA 213
---~ (1985), “Economía mixta, exigencia del régimen democrático”, en Orden Ectmhico y
Democracia, Centro de Estudios del Desarrollo, Santiago, Chile, pp. 231.291, noviembre.
--~~ (1985a), “Las tasas de interés en Chile: 1975.1982”, en El Desarrollo Financiero de
América Latina y el Caribe, Instituto Interamericano dc Mercados de Capital, Venezuela,
noviembre.
~~~ y BUDINICH (1976), “Financiamiento gubernamental, emaión e Impuesto inflación”,
Estudios de Economia. No 8, Universidad de Chile, pp. 89.156, segundo semestre.
~~~ y M. VALDIVIA (1986), “Asimetrías de la liberalización financiera y el problema de las
deudas interna y cxtcrna”, mimeo, Proyecto PNUDíCEPAL RLA/77/021, abril.
ZOLOTAS, X. (1977), Intermtionol Monetory Issues and Developmenr Policies: Selected
Essays and Sfotemenrs. Bank of Greece, Athcns.