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ISSN 0328-9478

Cuadernos de Antropología
Segunda Época | Número Especial | 2012

Programa de Arqueología Histórica y Estudios Pluridisciplinarios


(PROARHEP)
Departamento de Ciencias Sociales
Universidad Nacional de Luján
Universidad Nacional de Luján
Rutas nacionales 5 y 7. 6700 Luján - Provincia de Buenos Aires
República Argentina

Autoridades

Rector
Dr. Oreste Carlos Cansanello
Vicerrector
Mgr. Hernán Bacarini

Departamento de Ciencias Sociales

Directora Decana
Dra. Alicia Rey
Vicedecano
Prof. Omar H. Gejo

Secretaria Académica
Lic. Amalia Testa
Subsecretaria Académica
Dra. María del Carmen Martínez
Secretario de Investigaciones
Dr. Gustavo D. Buzai
Secretario Administrativo
Lic. Héctor Barthelemy
Secretaria Técnica
Prof. Mariela Karaman

Programa de Arqueología Histórica y Estudios Pluridisciplinarios


(PROARHEP)

Director
Dr. Mariano Ramos
CUADERNOS DE ANTROPOLOGÍA es una publicación semestral del Programa de Arqueología
Histórica y Estudios Pluridisciplinarios (PROARHEP) del Departamento de Ciencias Sociales (Disposi-
ción del Consejo Directivo Departamental Nº 431/09) de la Universidad Nacional de Luján. Pu-
blica artículos originales, conferencias, entrevistas, traducciones, reseñas y debates de autores
nacionales y extranjeros que desarrollen sus investigaciones en el campo de la Antropología Social,
la Arqueología y la Etnohistoria. También se aceptan artículos de Antropología Biológica cuando
su objeto de análisis (material) forme parte de un registro arqueológico o un estudio social. La
revista se propone colaborar en la actualización y profundización del conocimiento en las diversas
áreas dentro del campo antropológico contemporáneo, incluyendo el abordaje de problemas pluri-
disciplinarios. Las contribuciones pueden ser de índole epistemológica, teórica, metodológica y
estudios de casos. CUADER-NOS DE ANTROPOLOGÍA recibe artículos a partir de convocato-
rias específicas y su publicación está sujeta a un proceso de evaluación externa al Comité Editorial,
garantizando el anonimato de autores y evaluadores. La revista cuenta con el ISSN 0328-9478.
Director y Editor responsable
Dr. Mariano Ramos
Co-Directora
Lic. Marcela Brac
Comité Editorial
Dra. Bibiana Andreucci (UNLu), Dr. Alejandro Balazote (UNLu, UBA), Dr. Rubens Bayardo
(UNLu, UBA), Dra. Mabel Fernández (UNLu, UNLPam), Mgr. Beatriz Goldwaser (UNLu), Prof.
Verónica Helfer (UNLu), Dra. Eugenia A. Néspolo (UNLu, Instituto Ravignani),
Lic. Daniel Piccinini (UNLu, UBA), Dra. Alicia Tapia (UNLu, UBA) y Dr. Sebastián Valverde
(UBA, CONICET).
Editores ejecutivos
Lic. Fabián Bognanni, Dra. Matilde Lanza, Dra. Analía García,
Lic. María Eugenia Morey y Téc. Odlanyer Hernández de Lara
Diseño y diagramación
Odlanyer Hernández de Lara
Revisión y corrección
Fabián Bognanni, Matilde Lanza, Analía García, Pablo Molina, Martín Vilariño y
Laura Weiss
Foto de tapa
Fotos de Pablo Quintero
Comité Académico Asesor
Dra. Martha Bechis (UBA), Dr. Eduardo Crivelli Montero (UBA, CONICET), Dr. Luis
González (UBA), Dra. Mabel Grimberg (UBA/CONICET), Dr. Daniel Loponte
(CONICET), Dra. María Rosa Neufeld (UBA), Dr. Juan Carlos Radovich (UBA,
CONICET), Dra. Ana María Rocchietti (UNRC, UNR), Dr. Mario Silveira (UBA),
Dr. Hugo Trinchero (UBA/CONICET), Dr. Alejandro Goldberg (FFYL-
UBA/CONICET).
Evaluadores del número
Dra. Mariana Andrea Schmidt (ICA-FFyL, UBA). Dra. Ana Murgida (Programa de
Investigaciones en Recursos Naturales y Ambiente. FFyL UBA). Marcelo Spagnuolo (Centro
Regional Zona Atlántica, Universidad Nacional del Comahue, Viedma). Marcelo Conti.
Valeria Iñigo Carrera (ICA-FFyL, UBA – CONICET). Henry Chiroque Solano (Universidad
Nacional de Quilmes). Valeria Mutuberría Lazarini. Carlos Cowan Ros. Carlos Martínez
ÍNDICE

Antropología rural: orígenes, desplazamientos y aperturas............. 7


Pablo Quintero

Compresión espacial y avance de la frontera agropecuaria.


Transformaciones en los usos del suelo en el Chaco central y en
el umbral al Chaco................................................................................. 15
Sergio Braticevic

Problemática del agua e impacto social en las familias


campesinas del noroeste cordobés...................................................... 39
Karina Fleitas y Magali Paz

Organización, resistencia y persistencia campesina en los Andes


colombianos. Aproximaciones en voz de los excluidos.................. 63
Luis Felipe Rincón

Tensiones en los movimientos sociales en Venezuela. El caso del


Frente Nacional Campesino Ezequiel Zamora................................. 85
Yanina Settembrino

Desarrollo y normatización de la producción en el circuito


productivo frutícola del Alto Valle de Río Negro............................ 95
Liliana Landaburu

Antropología del desarrollo: enfoques principales y tendencias


recientes................................................................................................... 117
Pablo Quintero
ANTROPOLOGÍA RURAL:
ORÍGENES, DESPLAZAMIENTOS Y APERTURAS

Pablo QUINTERO

Ha transcurrido ya más de medio siglo desde la conformación de un


campo de producción teórica e investigativa abocado al estudio del
mundo rural, en tanto espacio geográfico diferenciado y específico, que
se supone mantiene relaciones económicas y socioculturales particula-
res, disímiles e incluso contradictorias con el mundo urbano. Como lo
anota Raymond Williams (2001), es probable que esta distinción se haya
brocado en los imaginarios sociales modernos a partir de la revolución
industrial, y de las amplias transformaciones que a consecuencia de ella
comienzan a gestarse tanto en el campo como en las ciudades. Si bien la
expansión urbana es un fenómeno general que puede rastrearse al me-
nos a fines del siglo XVI, la configuración ontológica en el episteme
moderno de lo “rural” parece acometerse en el siglo XVIII. Entre la
melancolía de la vida campestre perdida y los cada vez más imperantes
requerimientos del capital para volver “productivo” al campo, los senti-
dos del mundo rural parecieran haber navegado por esa corriente pa-
radójica que empero circunscribía al mundo rural una caracterización
inequívoca. Según esta idea, el campo, lo rural representa un espacio
cercano a la vida natural, de cierta inocencia romántica, acompañada
por una cotidianidad simple, sin el traqueteo de la vida moderna citadi-
na, y al parecer apartado de las transformaciones frecuentes de la urba-
nidad. El mundo de lo rural sería así el espacio especulativo de lo tradi-
cional y lo folk, cuando no de lo atrasado y lo perenne.
No parece casual que una disciplina como la moderna antropología
se haya interesado por este mundo rural. Como se sabe, la conforma-
ción de las ciencias sociales a mediados del siglo XIX formó parte del
proceso de reconstitución de los saberes modernos, cimentándose so-
bre la elaboración de unidades ontológicas supuestamente separadas e


Instituto de Ciencias Antropológicas, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de
Buenos Aires / Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Correo
electrónico: pquintero@filo.uba.ar

Quintero, P. (2012), “Antropología rural: orígenes, desplazamientos y aperturas”, Cua-


dernos de Antropología, No. Especial: 7-13. ISSN: 0328-9478 (impreso).

7
Antropología rural: orígenes, desplazamientos y aperturas P. QUINTERO

incluso opuestas entre sí (Lander 2000). De esta forma, se organizaron


campos de saberes especializados encargados del estudio de la sociedad,
la economía, la política, la cultura. Pero esta división implicó a su vez la
clasificación social global de la población mundial y una geopolítica que
administraría la puesta en práctica de esos saberes. En este escenario, el
objeto de la antropología, la ciencia de la cultura, quedó circunscrito al
estudio de las poblaciones tradicionales de las sociedades colonizadas,
cuyo examen se suponía que podía arrojar luces acerca del pasado de las
“sociedades modernas”. Según esta racionalidad, dichas poblaciones
eran contemporáneas en el espacio más no en el tiempo: a pesar de que
habitaban muchas áreas del planeta y podían ser estudiadas por los
antropólogos in situ, el modo de vida de estas agrupaciones humanas no
correspondía con las disposiciones de la vida moderna, por ende se
daba por hecho que estaban desfasadas en el tiempo. El antropólogo
holandés Johannes Fabian (1983) denominó como negación de la simulta-
neidad a esta tendencia sistemática y permanente de ubicar a los objetos
de estudio de la antropología en un tiempo pretérito al presente del
productor del discurso antropológico. Estas figuraciones no represen-
tan exclusivamente una añeja herencia, sino que constituyen parte de las
bases y de las disposiciones fundamentales de la antropología.
Pero a pesar de lo que podría pensarse espontáneamente a partir de
lo anterior, el interés de la antropología por el mundo rural, y más es-
pecíficamente por las poblaciones rurales tradicionales, o sea, por el
campesinado, podría decirse que es reciente. Ya que la distinción de
sociedades campesinas como objeto de estudio de la antropología data
de la segunda postguerra. Si bien algunos estudios pioneros son anterio-
res, como los de Robert Redfield y las investigaciones que a través del
departamento de antropología de la Universidad de Chicago él mismo
dirigió en la península de Yucatán en México. La difusión de las elabo-
raciones de Redfield prontamente colaboraron en la instalación de cier-
tos dispositivos analíticos sobre el campesinado, especialmente su con-
cepción de la comunidad folk alimentó los imaginarios sobre las comuni-
dades campesinas como agrupaciones homogéneas, cerradas, estáticas e
incluso apartadas de la vida moderna. Probablemente esta fue la imagen
dominante sobre campesinado en la antropología, al menos hasta el
célebre debate entre Robert Redfield y Oscar Lewis, que comenzó a
resquebrajar los cimientos de estas concepciones.

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Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

Como una respuesta crítica a estas tendencias dominantes en la an-


tropología y la sociología de la época, un proyecto de investigación
desarrollado a principios de 1950 bajo la tutela de Julian Steward, y con
la participación de nombres como Eric Wolf, Elman Service, Sidney
Mintz y Robert Manners, se propuso estudiar el cambio en las comuni-
dades campesinas de Puerto Rico en la relación con el mercado capita-
lista y lo que hoy llamaríamos la sociedad global. El Proyecto Puerto
Rico, redimensionó los preceptos del estudio del campesinado y del
mundo rural en general. Estas poblaciones sin embargo continuaron
siendo poco estudiadas por la antropología, aún férreamente unida al
estudio de las sociedades tradicionales definidas en términos de etnici-
dad. ¿Pero acaso esas poblaciones que habitaban las vastas zonas rura-
les carecían de etnicidad? Aquí subyace una interesante tensión en la
definición de los objetos de estudio de la antropología ¿por qué el cam-
pesinado no era estudiado de la misma forma que las etnias? Eric Wolf,
brinda la respuesta en uno de sus primeros textos (más no en el más
representativo de lo que luego sería su perspectiva epistémica), para
Wolf (1966: 5) “[el campesinado] son amplios sectores de la humanidad
que se encuentran entre la tribu primitiva y la sociedad industrial. Esas
poblaciones que abarcan muchos millones de individuos, ni primitivos
ni modernos, constituyen la mayor parte de la humanidad”
Es claro que la justificación del estudio del campesinado no podría
ser algo meramente cuantitativo, el interés por el campesinado, estaba
además definido por este espacio intersticial de “desarrollo” de las so-
ciedades humanas, a medio camino entre las etnias primitivas y la so-
ciedad moderna. A pesar de las taras de esta idea, emprendimientos
investigativos como los de Wolf, lograron desplazar el estudio del cam-
pesinado como little community a la exploración de estas poblaciones
como conjuntos actuantes dentro de procesos mundiales, donde dife-
rentes fuerzas y agentes se relacionaban con estas poblaciones y de
hecho intervenían fuertemente en sus dinámicas. En América Latina, el
desplazamiento de la “antropología rural” hacia estos nuevos derroteros
fue particularmente importante sobre todo en las sociedades nacionales
en donde el campesinado había sido una de las fuerza sociales más
importantes de su historia política (como en México y en Bolivia), don-
de los conflictos por la tierra fueron el drama de la mayoría de la pobla-
ción nacional (como en Colombia y en el Perú), o en países como la
Argentina y Brasil que por largos períodos representaron reservorios de

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Antropología rural: orígenes, desplazamientos y aperturas P. QUINTERO

producción agrícola para el mercado mundial. En los países donde el


proceso de descampesinización fue acelerado y abrupto (como en Ve-
nezuela y en Chile) las reflexiones sobre el mundo rural y sobre el cam-
pesinado quedaron relegadas al olvido; en algunos casos la desintegra-
ción de la vida agraria fue motivo explicito de la celebración modernis-
ta, incluyendo derechas e izquierdas.
Lo cierto es que el estudio del mundo rural se convirtió en un pro-
fundo tema de investigación y debate en América Latina al menos des-
de mediados de la década de 1960, impulsada también por el auge de la
teoría de la dependencia y de los estudios sobre colonialismo interno.
Investigadores como Rodolfo Stavenhagen, Pablo González Casanova,
Aníbal Quijano, Orlando Fals Borda, Antonio García, Miguel Murmis,
Leopoldo Bartolomé y Osvaldo Barsky, son sólo algunos de los nom-
bres que participaron desde esa época en la formación de un campo
interdisciplinario interesado en el estudio de gran parte de la población
latinoamericana. A pesar de las divergentes disciplinas que se concate-
naron en estos emprendimientos la antropología tuvo una fuerte pre-
sencia, debido a la utilización cada vez más presente del método et-
nográfico, como herramienta de los estudios sobre ruralidad. Estos
estudios se concentraron en un primer momento en el análisis de las
estructuras sociales y productivas del campesinado y sus dinámicas de
relación con la sociedad general, decantándose posteriormente por el
estudio de los procesos de descampesinización y desfragmentación del
mundo rural. Paralelo a estos debates se irguió además el interés por
caracterizar y tipologizar al campesinado. Esta temática, que ya había
sido emprendida por Eric Wolf, comenzó a ocupar gran parte del deba-
te sobre los estudios rurales e incluso llegó a representar una verdadera
obsesión por definir qué y quiénes eran el campesinado, y quienes no, a
través del uso de diversos criterios de demarcación como las caracterís-
ticas de la unidad doméstica, la presencia o no de acumulación de capi-
tal, las pautas tecnológicas y productivas, la identidad social, entre otras
variables.
No obstante, los férreos impactos de la re-expansión capitalista y de
los procesos de re-constitución del mercado mundial, que comenzaron
a pulular en los debates académicos y de la opinión pública en general
bajo el epítome de “globalización”, paulatinamente dejaron a un lado
parte de los antiguos debates, en pos de explorar la configuración de
estos procesos y sus consecuencias para el mundo rural y sus poblacio-

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Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

nes. Lo que vino a llamarse nueva ruralidad, ha representado una alterna-


tiva conceptual para estos procesos de profundos cambios en unas
zonas rurales ya arrasadas por las tendencias más perversas del capita-
lismo moderno/colonial. Pero la re-expansión capitalista hacia el mer-
cado de la producción agraria de alimentos que comienza a gestarse a
principios de los años 1980 exacerbará algunas de esas tendencias
(Teubal 2001).
Ya en los años 1970 Estados Unidos comenzará a ejercer una estra-
tegia de apropiación y control de la producción agropecuaria y agroin-
dustrial a partir del favorecimiento de la conformación de corporacio-
nes trasnacionales acompañada por políticas aduaneras y de subsidios a
la producción agrícola en el país. Bajo el marco de la revolución verde y
las políticas de ayuda humanitaria, las compañías comienzan a exportar
alimentos en grandes cantidades y a llenar los mercados del “tercer
mundo” con productos alimenticios que a pesar de su origen podían
adquirirse por precios más bajos que los producidos en los países recep-
tores. Los subsidios a las megaempresas permitían vender las mercanc-
ías agroindustriales por debajo del costo de producción de los alimentos
locales. Este fenómeno denominado dumping, comenzó a socavar las
economías agrarias nacionales hasta la puesta en práctica de restriccio-
nes aduaneras por parte de los países del “tercer mundo”. Pero además
de las añejas prácticas de presión internacional, sobre todo por la vía de
las impagables deudas externas, Estados Unidos y parte de Europa
occidental que también estaba participando en el negocio con sus pro-
pias corporaciones, comienzan a diseñar nuevos instrumentos para el
gobierno global del mercado capitalista. El antiguo Acuerdo General sobre
Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT por sus siglas en inglés), sería
reactualizado a través de la creación de la Organización Mundial de Comer-
cio durante la larga Ronda de Uruguay. Esta institución de gobierno
global del mercado capitalista impediría a la postre las regulaciones
prohibitivas e impositivas a las importaciones abogando por el libre
mercado, lo que claramente ha traído como consecuencias la profundi-
zación de la dependencia económica de los países periféricos. Hay que
sumar a esto la fundación del Tratado de Libre Comercio de América del
Norte firmado entre México, Estados Unidos y Canadá, que ha tenido
consecuencias gravísimas para el agro mexicano, y deben considerarse
también los diferentes tratados bilaterales de libre comercio entre Esta-
dos Unidos y una decena de países de América Latina y el Caribe. De-

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Antropología rural: orígenes, desplazamientos y aperturas P. QUINTERO

ben ser mencionados también los intentos fracasados del Acuerdo Multi-
lateral del Inversiones, y para el caso latinoamericano del Área de Libre Co-
mercio de las Américas, ambos proyectados durante la década de 1990.
En consecuencia, estas políticas que afectan la economía mundial
han impactado profundamente en el campo latinoamericano ocasio-
nando serios resultados: a) Por los patrones de siembra actuales los
suelos se desgastan cada vez con mayor rapidez y las empresas requie-
ren de nuevos territorios productivos, esto origina la recrudización de
los históricos conflictos por la tierra entre fracciones del capital, por lo
general con la venia de los Estados en contra de las poblaciones rurales,
sean estos campesinos, indígenas o afrodescendientes; b) La precariza-
ción del trabajo rural y las consecuencias que esto conlleva en el modo
de vida de estas poblaciones; c) Lo anterior ha impactado a su vez en la
explosión migratoria del campo hacia las ciudades latinoamericanas y en
algunos casos al cruce de fronteras buscando mejores oportunidades de
subsistencia; d) La subsecuente monopolización de territorios y paque-
tes tecnológicos que condicionan la producción de alimentos en fun-
ción de los requerimientos del mercado mundial, en la mayoría de los
países América Latina esto ha generado la proliferación de “productos
de lujo” y el decaimiento de la producción de cereales, que como se
sabe representa un alimento básico para cualquier población; e) La re-
ducción de la biodiversidad genética a partir de los patrones producción
y consumo, impuestos por el mercado internacional y las compañías
agroindustriales transnacionales derivado de la monopolización ya
mencionada, en la actualidad sólo cinco compañías controlan más del
88% del comercio mundial de granos, por mencionar sólo un ejemplo;
f) A raíz de los puntos anteriores la reemergencia y explosión de los
movimientos sociales ligados al mundo rural por la defensa del territo-
rio, la autonomía y la vida.
Bajo este panorama se vislumbra que el escenario de la ruralidad y
sus actores ha cambiado con la profundización de las crisis. La antropo-
logía rural de hoy, está preocupada por estas tendencias y sus investiga-
ciones recientes parecieran estar lejos de considerar a las poblaciones
rurales como un escalón intermedio entre la modernidad y la tradición.
El espacio rural atravesado por estas actuales tendencias del capitalis-
mo, se yergue como un espacio fundamental en donde están al mismo
tiempo apareciendo y re-expandiéndose nuevos horizontes de sentidos
y prácticas de subversión del orden capitalista, así como se ha expandi-

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Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

do la pobreza también se han difuminado las estrategias y las estructu-


ras de sobrevivencia de los mismos que apelan en algunos casos a
praxis no capitalistas (Quijano 1998).
El dossier que presenta esta edición de Cuadernos de Antropología,
procura por un lado dar continuidad a algunos de los debates recientes
en el campo de antropología rural, y al mismo tiempo intenta ejemplifi-
car a donde apuntan hoy los estudios de este campo. Por ende, los artí-
culos reunidos en este número se centran en la exploración de algunos
de los fenómenos más relevantes para las zonas rurales y sus poblacio-
nes, a saber: la expansión capitalista y los conflictos socioeconómicos
que ella necesariamente conlleva (Braticevic), la conflictividad social
producida por la expropiación de la naturaleza (Fleitas y Paz), la resis-
tencia de los movimientos campesinos frente a estos procesos en curso
(Rincón), las heterogéneas relaciones entre los movimientos campesi-
nos y el Estado dentro de la actual coyuntura política latinoamericana
(Settembrino), la implementación de políticas de desarrollo rural y sus
consecuencias para los productores agrícolas (Landaburu), y finalmente
el espejismo del desarrollo y la necesidad de examinarlo y desbaratarlo
desde una crítica antropológica radical (Quintero). Como se verá, los
estudios de caso presentados en este volumen tienen además la cualidad
de explorar los procesos mencionados en la Argentina, en Colombia y
en Venezuela, brindando un panorama de amplio alcance.

Bibliografía

Fabian, J. 1983. The time and the other. How anthropology makes its objects.
Columbia University Press, Nueva York.
Lander, E. 2000. Ciencias sociales: saberes coloniales y eurocéntricos.
La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales (E. Lander).
CLACSO, Buenos Aires, pp. 11-40.
Quijano, A. 1998. La economía popular y sus caminos en América Latina.
Mosca Azul Editores, Lima.
Redfield, R. 1941. The folk culture of Yucatán. Chicago University Press,
Chicago.
Teubal, M. 2001. Globalización y nueva ruralidad en América Latina.
¿Una nueva ruralidad en América Latina? (N. Giarracca). CLACSO,
Buenos Aires, pp. 45-65.
Williams, R. 2001. El campo y la ciudad. Editorial Paidós, Buenos Aires.
Wolf, E. 1966. Los campesinos. Editorial Labor, Barcelona.

13
COMPRESIÓN ESPACIAL Y AVANCE DE LA FRONTERA
AGROPECUARIA. TRANSFORMACIONES EN LOS USOS
DEL SUELO EN EL CHACO CENTRAL
Y EL UMBRAL AL CHACO

Sergio Braticevic*

Resumen
En este estudio se presenta un breve análisis del desarrollo reciente en
infraestructura, así como los arreglos institucionales que brindaron
mayor compresión espacio-temporal sobre las áreas examinadas. Todo
esto con el propósito de comprender las transformaciones territoriales
que confluyeron en el avance de la frontera agraria en el Chaco Central
y el Umbral al Chaco. De este modo, se intentan reconocer los cambios
en los usos del suelo a nivel regional, identificando las limitaciones que
este mismo proceso impuso sobre la población local.
Palabras clave: compresión espacio-temporal; arreglos institucionales;
desarrollo de infraestructura; expansión sojera.

Abstract
In this study appears a brief analysis of recent infrastructure develop-
ment, as well as the institutional arrangements that offered increasing
time-space compression at the examined areas. All this with the inten-
tion of understanding the territorial transformations that came together
with the agrarian frontier expansion at Central Chaco and Umbral al
Chaco. Therefore, it is tried to recognize the changes in the land uses in
the region, identifying the limitations that the same process imposed
over local people.
Key words: time-space compression; institutional arrangements; infra-
structure development; soybean expansion.

*Licenciado en Geografía, doctorando en Antropología y Becario Doctoral Tipo II del


CONICET. Instituto de Ciencias Antropológicas, Facultad de Filosofía y Letras de la
Universidad de Buenos Aires. sergiobraticevic@gmail.com.

Braticevic, S. (2012), “Compresión espacial y avance de la frontera agropecuaria. Trans-


formaciones en los usos del suelo en el Chaco central y en el umbral al Chaco”, Cuader-
nos de Antropología, No. Especial: 15-38. ISSN: 0328-9478 (impreso).

15
Compresión espacial y avance de la frontera agropecuaria... S. BRATICEVIC

Introducción

La reducción del efecto de fricción espacial ha sido una de las carac-


terísticas primordiales de la geografía histórica del capitalismo. Esta
contracción ha permitido que, tanto los flujos materiales como los in-
materiales, puedan circular a mayor velocidad y con menores costos
(Gutiérrez Puebla 1998). Cronológicamente, Harvey asegura que, de
manera paralela al surgimiento del régimen de acumulación flexible, se ha
experimentado una intensa fase de compresión espacio-temporal desde los
años setenta hasta la actualidad (1988).
Más allá de la formidable compresión espacial que se ha vivido du-
rante los últimos tres o cuatro decenios, este fenómeno no se ha mani-
festado con la misma intensidad en todos los ámbitos. En términos de
velocidad y accesibilidad, se han acrecentado las disparidades entre los
espacios urbanos y algunos ámbitos rurales así como dentro de estos
últimos (habitualmente menos interconectados en su interior si se los
compara con los espacios urbanos). Este es el caso del Chaco Central,
un amplio espacio de más de 150.000 km2, que ha sido objeto de diver-
sas intervenciones orientadas al desarrollo productivo durante los últi-
mos quince años. La creación del MERCOSUR1, IIRSA2 y ZICOSUR3
terminó por conformar una visión estratégica y gubernamental centrada
en la obtención de utilidades a través del aprovechamiento de los recur-
sos de la tierra.

1 El Mercado Común del Sur (MERCOSUR) es una unión aduanera integrada por
Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Fue creado el 26 de marzo de 1991 con la firma
del Tratado de Asunción.
2 La Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA)

es un mecanismo institucional de coordinación de acciones intergubernamentales de los


doce países suramericanos, con el objetivo de construir una agenda común para impul-
sar proyectos de integración de infraestructura de transportes, energía y comunicaciones
(IIIRSA s/f).
3 La Zona de Integración del Centro Oeste de América del Sur (ZICOSUR) es un

proyecto de complementación económica, comercial y cultural, además de cooperación


intergubernamental y empresarial que congrega a las regiones aledañas con el Trópico
de Capricornio. Comprende a las siguientes regiones: Tarapacá, Antofagasta y Atacama
del Norte Grande de Chile, los Departamentos de Potosí y Tarija en el sur de Bolivia,
las Provincias del Noroeste Argentino: Jujuy, Salta, Tucumán y Catamarca, y las Provin-
cias del Noreste Argentino: Corrientes, Formosa, Chaco y Misiones. Así como, los
Estados de Mato Grosso, Mato Grosso Do Sul y Paraná en el occidente brasileño, la
República del Paraguay y las Regiones del sur de Perú (ZICOSUR s/f).

16
Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

Esta concepción, permeada por la fuerte influencia del consenso


neoliberal de los años noventa, fue generando una morfología espacial
asimétrica en la región entre los sitios orientados a la valorización y los
lugares marginales donde, generalmente, se fueron instalando los cam-
pesinos e indígenas desplazados por el proceso de expansión de la fron-
tera agropecuaria. Asimismo, el desarrollo de la infraestructura –y de las
condiciones de valorización en general- se direccionó hacia la genera-
ción y obtención de plusganancias por parte de consorcios agroexpor-
tadores transnacionales, así como de grandes productores. De este mo-
do, el principal objetivo del presente trabajo es examinar las causas que
volvieron más “denso” al espacio regional, así como las transformacio-
nes resultantes en los usos del suelo debido a este mismo fenómeno.

Compresión y densificación espacial en el Chaco Central

La generación de condiciones de alta fertilidad territorial

La conformación de espacios de alta fertilidad territorial en el Chaco


Central se constituyó a partir de tres dispositivos que impulsaron, de
manera análoga, la expansión de la frontera productiva. Por un lado, la
provisión de infraestructura fija -especialmente de gran porte- orientada a
imprimirle mayor velocidad al ciclo de rotación del capital en el ámbito
rural. Por el otro, la conformación de un mercado de compra-venta de tierras.
Se trata de parcelas localizadas en el contorno externo del espacio de
valorización reciente, apropiadas durante el avance de la frontera agro-
pecuaria (en su mayoría, terrenos fiscales ocupados por pequeños pro-
ductores de subsistencia). Finalmente, a estos aspectos se le agrega un
tercer factor que se encuentra inexorablemente relacionado con aque-
llos dos y que puede observarse tanto en la esfera de la producción
como en la de comercialización: los arreglos institucionales e impositivos.
La combinación de estos mecanismos se traduce en mejores condi-
ciones de valorización del capital agrario extra-regional mientras que se
reducen los efectos de la distancia geográfica, a medida que el espacio
de producción se vuelve más denso. Este proceso deriva en una pro-
ducción de espacio asimétrica o, más bien, en un desarrollo geográfico des-
igual. Como afirma Harvey: “La general disminución en los costos de transporte
de ninguna manera rompe la significación de las divisiones territoriales y especializa-
ciones del trabajo. Incluso, exige divisiones territoriales más finas desde que las

17
Compresión espacial y avance de la frontera agropecuaria... S. BRATICEVIC

pequeñas diferencias en los costos de producción (debido a las materias primas, las
condiciones de trabajo, los bienes intermedios, los mercados de consumo, la infraes-
tructura y arreglos impositivos) son más fácilmente explotables por el capital con alta
movilidad. Reducir la fricción de la distancia, hace al capital más sensible a las
relaciones geográficas locales. El efecto combinado de un mercado más libre con costos
de transporte más reducidos no genera mayor igualdad de poder a través de la evolu-
ción territorial de la división del trabajo, sino mayores desigualdades geográficas”
(Harvey 2006: 41).

Mejoramiento del aparato infraestructural

Para el caso del Chaco Central y el Umbral al Chaco, la infraestruc-


tura física orientada al transporte (entendida como capital fijo espacial-
mente inmóvil: caminos, vías férreas y ductos) ha ido en incremento
durante los últimos diez años, aun cuando la densidad de redes regional
siga siendo considerablemente menor si se la compara con la trama
territorial de las áreas centrales del país. No obstante, el avance ha sido
substancial. La finalización del asfaltado de la Ruta Nacional 81 en 2008
–que comunica Formosa Capital con el Chaco Salteño- y el anuncio en
2010 del mejoramiento de la Ruta Nacional 16 –que atraviesa la Provin-
cia de Chaco entre Resistencia y el Este de Salta- con una extensión de
700 km cada una, forman parte del Programa Norte Grande de Viali-
dad Nacional (Vialidad Nacional s/f) que intenta integrar las regiones
del NEA y NOA a través de los Corredores Bioceánicos Internaciona-
les.
Se trata, entonces, de un estímulo estatal a la profundización del in-
tercambio económico regional con los puertos de Santos (San Pablo,
Brasil) e Iquique (Norte de Chile) a través del paso internacional de
Jama (Jujuy). A estas inversiones se le suman dos obras de restableci-
miento de infraestructuras subutilizadas o en desuso. El llamado a lici-
tación para cinco tramos del ramal C-25 del Ferrocarril Belgrano Cargas
en la provincia de Formosa (Ministerio de Planificación Federal, Inver-
sión Pública y Servicios 2011) -con una extensión de 230 km en parale-
lo a la RN 81- junto con la reconstrucción integral de todo el ramal
(Diario Región Norte Grande 2011a), el plan de recuperación del Puer-
to de Barranqueras-Resistencia en Chaco (Diario Región Norte Grande
2011b) y la inauguración de la línea de alta tensión NEA-NOA (Bolsafe
Valores 2010) forman parte de la estrategia de puesta en producción del

18
Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

territorio para generar saldos exportables. A su vez, el Programa de


Desarrollo e Integración del Norte Grande del Ministerio de Economía
(Ministerio de Economía y Finanzas Públicas s/f) apunta en la misma
dirección que la mencionada más arriba.
Por otra parte, tanto el enripiado de diversos caminos vecinales, pe-
queñas obras de riego y electrificación rural para pequeños productores
desde el Ministerio de Agricultura, a través del Programa de Servicios
Agrícolas Provinciales –PROSAP- (PROSAP s/f); como la firma del
contrato para importar gas desde Bolivia a partir de la construcción del
gasoducto NOA-NEA -que incluye el servicio de red domiciliario- le
imprimen un sentido diferente al desarrollo infraestructural. La inter-
vención de organismos públicos como la Administración Nacional de la
Seguridad Social –ANSES (Diario El Comercial 2011)- (que aportará
parte de los fondos para la ejecución del proyecto del ducto de más de
1.500 km) así como el destino de las obras que son ideadas como parte
de una vasta política de inversión social –que incluye, también, distintos
programas de Agricultura Familiar desde el Ministerio de Agricultura
(Ministerio de Agricultura Familiar s/f)- muestran un giro en la concep-
ción de las políticas públicas.
Si bien todas las obras mencionadas están dirigidas al aumento de la
productividad de la tierra y el comercio internacional, existen algunas
contradicciones en el seno mismo del desarrollo territorial impulsado
desde el Estado. El primer paquete de corredores que atraviesan el
Chaco se encuentra orientado, principalmente, al crecimiento del apara-
to productivo a gran escala, mientras que la mejora de la infraestructura
básica de pequeños productores y la construcción del gasoducto están
apuntadas, en mayor medida, hacia la inversión social. En líneas genera-
les, puede afirmarse que el desarrollo infraestructural regional oscila
dentro de los límites del proceso de valorización. Ahora bien, la recien-
te transformación en la correlación de fuerzas sociales se expresa en el
cambio de orientación de las políticas públicas, satisfaciendo demandas
populares, lo cual evidenciaría una metamorfosis en el paradigma de
desarrollo estatal.

Conformación del mercado de tierras y arreglos impositivos

Paralelamente al mejoramiento de la infraestructura productiva, se


efectiviza el trasvase de tierras del erario público a manos privadas,

19
Compresión espacial y avance de la frontera agropecuaria... S. BRATICEVIC

promoviendo ambos fenómenos la conformación de un mercado de


tierras y el avance de la frontera agropecuaria. El espacio regional se
vuelva así más “denso” para la obtención de ganancias extraordinarias y
en términos de renta agraria y petrolera. En este sentido, la revaloriza-
ción productiva tras el cese de la convertibilidad promovió una nueva
expansión de la frontera agropecuaria, con la consecuente expulsión de
ocupantes tradicionales y pequeños productores. A nivel nacional, la
variación intercensal de las EAP bajo ocupación entre 1988 y 2002 se
mostró negativa en un 21%, pasando de 421.221 a 333.533 unidades.
Casualmente y en el mismo lapso, en las provincias que componen el
Umbral al Chaco y el Chaco Seco (Chaco, Salta, Santiago del Estero) es
donde más disminuyeron las EAP bajo régimen de ocupación, ya sea
por concentración de la tierra, ya sea por entrega de títulos de propie-
dad (Slutzky 2008).
Por su parte Reboratti asegura que, para el caso del Umbral al Chaco,
la expansión sojera produjo la expulsión de campesinos y ocupantes de
subsistencia. En Santiago del Estero se desarrollaron diversos procesos
de resistencia por parte de la población local, que derivó en la confor-
mación durante 1990 del Movimiento Campesino de Santiago del Este-
ro (MOCASE)4. Para el caso de Salta, “(…) el gobierno provincial promovió
activamente la expansión sojera, pero se encontró con una fuerte resistencia de los
pobladores indígenas, que habían recibido un importante impulso con la modificación
de la Constitución realizada en 1994, que les otorga derechos de propiedad comuni-
taria sobre la tierra que ocupan” (Reboratti 2009: 6).
En la provincia de Formosa, las EAP con límites definidos en 1988
representaban el 48% del total y ocupaban el 0,8% de la tierra, mientras
que para 2002 éstas registraban el 36% del total y apenas el 0,6% de la
extensión provincial. Siguiendo estos datos, Iñigo Carrera asevera que:
“El período que se abrió en el decenio de 1990 fue testigo de la promoción del capi-
tal agrario concentrado, a través del desarrollo de obras de infraestructura en el
centro-oeste de la provincia para la instalación de emprendimientos productivos agrí-
colas plenamente capitalistas y con gran inversión de capital fijo. Paralelamente, el
gobierno provincial puso en marcha un plan de reordenamiento parcelario en esa
zona de la provincia, caracterizada por la existencia de numerosas explotaciones sin
límites” (Iñigo Carrera 2008: 90).

4 Este movimiento, con base en Quimilí, adquiere gran notoriedad en 1998 cuando en
el Paraje La Simona los campesinos locales resistieron un intento de desalojo de sus
tierras.

20
Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

A su vez, entre 1990 y 2003 fueron transferidas al dominio privado


más de 340.000 hectáreas, beneficiándose a más de 4.000 productores
con una superficie promedio de 83 hectáreas (Beck 2007). Para el caso
del Chaco las unidades con límites definidos de más de 1.000 hectáreas
representaban en el año 2002 al 7,6% y poseían el 56% del total de la
superficie, mostrando una mayor concentración de la tierra con respec-
to al ejemplo anterior en una provincia en la que se produce mayor
cantidad de soja.
En cuanto a los arreglos impositivos o institucionales, se puede
afirmar que desde el Estado existen múltiples mecanismos para generar
condiciones de valorización más propicias para los agronegocios.
Además, esta clase de ajustes se vinculan a las transformaciones en el
régimen de acumulación, apoyado siempre sobre la base de correlación
de fuerzas sociales existente. De este modo, la forma de apropiación
espacial sobre las áreas analizadas durante los últimos tres decenios se
ha asociado a una visión estratégico-territorial de obtención de ganan-
cias extraordinarias en combinación con bajos niveles de inversión. Las
políticas de subsidio del Estado Nacional a partir de la Dictadura (Ley
22.211/80), otorgaron ventajas impositivas y crediticias que hicieron
aún más atractivas las inversiones con el argumento de promover la
puesta en valor de zonas semiáridas y de baja rentabilidad (Van Dam
2002).
A partir de la desregulación del comercio de granos y la eliminación
de la Junta Nacional de Granos (1993), que cumplía un papel funda-
mental en la regulación de precios del sector, se estimuló la liberación
de los precios. Este fenómeno permitió que los consorcios agroexpor-
tadores pudieran determinar los valores de estas commodities, agudi-
zando la integración vertical de las cadenas agroindustriales. Las gran-
des empresas recibieron también diferentes exenciones impositivas:
bajas en las alícuotas, desgravación de tasas inmobiliarias rurales, elimi-
nación del impuesto a las actividades económicas para productores
agropecuarios, entre otras. Estos privilegios en áreas de baja rentabili-
dad y escasa aptitud agroecológica incentivaron la puesta en producción
y la conformación de un nuevo mercado de tierras, con la consecuente
valorización y expulsión de pequeños productores, como en el Umbral
al Chaco por ejemplo (Trinchero y Leguizamón 1995).
Así, se efectuaron transferencias directas de tierras desde el Estado
hacia los privados, como es el caso de la entrega de grandes extensiones

21
Compresión espacial y avance de la frontera agropecuaria... S. BRATICEVIC

con exenciones impositivas por veinte años a CRESUD y al empresario


Alfredo Olmedo en la Provincia de Salta, contrato rescindido por el
Estado Provincial en el año 2010 por intermedio de la Ley n° 7.628.
Con esta ley la legislatura provincial autorizó al Poder ejecutivo a reali-
zar las medidas necesarias para la reconducción de la empresa Salta
Forestal (perteneciente al Olmedo). Al año siguiente, se aprobó una
modificación de las cláusulas contractuales de la concesión, a partir de
lo que Olmedo Agropecuaria y CRESUD debían pagar un canon del 10%
de su producción anual (de acuerdo a lo establecido por la Ley n°
7.623). Acto seguido, el Decreto n° 2.478 –del mismo año- consideró
“lesivo” a los intereses del Estado al contrato de concesión de tierras de
Salta Forestal a la empresa Ecodesarrollo SA, por lo que fue solicitada
su nulidad.
Por su parte, en Chaco la provincia cedió en arrendamiento unas
200.000 hectáreas de tierras fiscales a un grupo saudí en un pacto que
aún queda poco claro (Magnano 2011). Para el caso de Formosa, en el
año 1996, se cedieron a la empresa agropecuaria LIAG S.A. (de capita-
les mayoritariamente australianos) unas 40.000 hectáreas a un precio de
$8,46 por ha en la localidad de Pozo del Mortero (de las cuales un 75%
fueron devueltas a la provincia en 2007 por no cumplir con las inver-
siones estipuladas). En 1997, se crea en la ciudad de Laguna Yema el
Centro de Validación de Tecnologías Agropecuarias (CEDEVA) para
ensayar cultivos con diferentes tecnologías de riego, fertilización, irriga-
ción, tecnologías de conducción y nuevos materiales genéticos con
apoyo técnico del Estado de Israel (CEDEVA 2011). Se genera así un
enclave tecnológico para la asistencia de grandes productores que apli-
can estas técnicas en el corredor de la RN 81 entre Laguna Yema y Las
Lomitas en el Centro-Oeste Formoseño, ofreciendo riego a unas 50.000
hectáreas (con la construcción un canal de hormigón de 96 km a lo
largo de este corredor). Es allí donde el Gobierno Formoseño estimula
la llegada de inversiones para realizar cultivos subtropicales y de primi-
cia, producción frutihortícola, algodón y soja, entre otros.

Modificaciones en la utilización del suelo

Sojización del Chaco

A inicios de la década del ochenta se registra en el territorio nacional


una expansión de la soja hacia áreas de menor aptitud ecológica, consi-

22
Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

deradas hasta aquel momento como marginales. Unos años más tarde,
la frontera del cultivo avanza en dirección oeste gracias a la necesidad
de implementar rotaciones para mejorar la productividad de la región
cañera-algodonera del norte santafesino, promoviendo el avance de la
soja hacia el norte del país. Es en aquel tiempo cuando empieza a densi-
ficarse el domo agrícola chaqueño. La adaptación de la soja al terreno,
así como los buenos precios internacionales fueron favoreciendo el
incipiente proceso de agriculturización, teniendo como contrapartida el
consecuente desplazamiento de la ganadería y la liquidación de stocks.
La producción de soja, mientras tanto se fue incrementando a mayor
ritmo que la demanda interna, generando precios internos inferiores a
los del mercado externo, convirtiendo a la Argentina en un país expor-
tador de soja (Conte et. al 2008).
Desde el punto de vista climático, la extensión del ciclo húmedo en
la década de 1970 posibilitó extender la frontera para cultivos de secano.
Más tarde, a comienzos de década de 1990, se desarrolla un proceso de
revalorización de las tierras aptas para la soja, desmontadas previamente
por el valor de sus maderas nativas y dedicadas mayormente a la gana-
dería extensiva. En este punto confluyó la introducción de innovacio-
nes tecnológicas en la producción –el paquete de semillas transgénicas,
siembra directa y herbicidas- con la creciente demanda mundial de soja
(Slutzky 2008).
Se producen, entonces, dos procesos análogos: la agriculturización y
oleaginización del Chaco, expandiéndose la frontera de este cultivo en el
ecotono selva-yungas hacia el este salteño y desde el norte de Santa Fe hacia
el domo central chaqueño y Santiago del Estero. De este modo, la soja
desplaza a la ganadería, a la vez que las antiguas áreas algodoneras (que
no estaban en producción) se convierten al cultivo de la oleaginosa. La
facilidad de desmonte, los bajos precios de la tierra, las nuevas tecno-
logías, la extensión del ciclo húmedo y los buenos precios internaciona-
les son los factores que permiten la generalización del cultivo en el
Chaco. En la figura 1 puede observarse el incremento de la superficie
sembrada entre principios de los años 1980 y la presente década. Du-
rante el primer periodo, el cultivo se centraba en la Pampa Húmeda,
área de mayor aptitud agroecológica, y marginalmente en el este de
Tucumán y Salta. Para el año 2005, se había extendido a gran parte del
territorio del Chaco Meridional (Domo Central de la provincia de Cha-

23
Compresión espacial y avance de la frontera agropecuaria... S. BRATICEVIC

co, norte de Santa Fe y noreste de Santiago del Estero) y todo el Um-


bral al Chaco.

Figura 1. Crecimiento de la superficie sembrada con soja. Periodo 1981-


85 y 2001-055. Fuente: Conte et. al (2008).

A escala regional, tanto en el Umbral al Chaco como en el Chaco


Meridional, la superficie agrícola aumentó un 70% pasando de 2.5 a 4.3
millones de hectáreas en el período intercensal 1988-2002, de las cuales
el 66% del área cultivada corresponde a soja. Asimismo, en todas las
zonas de crecimiento agrícola hubo poca sustitución de cultivos y un
significativo aumento del área agrícola. En efecto, se produjo una subs-
tancial transformación en los usos del suelo, incorporándose a la agri-
cultura áreas no utilizadas para tal fin, es decir, áreas anteriormente con
cobertura vegetal natural (vegetación del Chaco Seco como bosques de
quebracho, palo santo y duraznillo). Además, la explotación sojera se
desarrolló en grandes unidades, ya sea por sus propietarios, ya sea bajo
arrendamiento. A su vez, en el crecimiento del área bajo cultivo influyó
la generación de economías de escala y el incremento de la densidad
espacial, de la mano del aumento de la accesibilidad: “Si bien gran parte
del aumento de la agricultura en el período analizado (1988-2003) se dio sobre
áreas de vegetación natural, el inicio de la expansión está claramente asociado a la
accesibilidad (caminos y centros urbanos), y una vez iniciado el proceso de reemplazo,
el área agrícola se expande de manera “contagiosa”, debido probablemente a cuestio-

5 Cada punto verde representa mil hectáreas sembradas.

24
Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

nes operativas y de escala de producción. Este fenómeno genera áreas parches agríco-
las de gran tamaño, con pequeñas ´islas` de vegetación natural. Este patrón es
particularmente claro en Salta. La agricultura se ha transformado por la superficie
ocupada y la conectividad de los parches en la “matriz” del paisaje” (LART-
FAUBA 2004: 76).
En el Umbral al Chaco el cultivo se localiza en el este de Tucumán,
mientras que en Salta la zona de cultivo se desarrolla en los departa-
mentos de San Martín, Orán, Anta, Rosario de la Frontera y Metán. Por
su parte, la provincia de Salta representó el 57% del área cultivada en la
región para la campaña 2005-06. Si se incorporan a las zonas sojeras de
Catamarca, Jujuy y Santiago del Estero, durante el periodo 1970-2006
las tasas de crecimiento anual promedio para el área sembrada y la pro-
ducción oscilaron alrededor del 16,3% y 18,7% respectivamente. La
producción de la región a comienzos de los años 1970 era de 9.325 t y
el área sembrada abarcaba unas 7.700 hectáreas, mientras que en la
campaña 2005-06 estos valores fueron de 1.8 millones hectáreas y 3.8
millones de toneladas. La mejora de la productividad se reflejó en los
rindes, que crecieron a un ritmo de 2,3% en promedio por año durante
las últimas tres décadas, algo así como 35 kg/ha año, partiendo de 1,2 t
en la década de 1970 y alcanzando un promedio de 2,7 t/ha en el ciclo
2005-06. El incremento de la productividad ocurrido fue posible gracias
a la adopción de tecnologías como la siembra directa y variedades de
soja transgénica con resistencia al glifosato (Devani et. al 2007).
En la figura 2 puede observarse el área sojera del Umbral al Chaco
por departamento con la superficie cultivada durante la campaña 2010-
2011. Los departamentos que superan las 100.000 hectáreas son Burru-
yacú (al noreste de Tucumán), San Martín y Anta (este Salteño). En
estos dos últimos se identifican desmontes recientes para la puesta en
producción con cultivos de secano (como la soja). Por lejos, el de ma-
yor superficie cultivada es Anta, que alcanza unas 330.620 sobre unas
603.445 hectáreas de toda la provincia (alrededor de un 60% del área
cultivada de todo el Umbral se localiza en Salta y casi un 30% en Anta).
Además, entre ambos departamentos registran el 75% de la superficie
sojera provincial. Para el caso de Santiago del Estero, si bien la exten-
sión territorial del cultivo es considerable (1.048.330 hectáreas), repre-
senta apenas el 20% del total de la provincia (182.710 hectáreas) ya que
el 80% restante (865.620 hectáreas) se encuentra en el este provincial –
formando parte de la expansión del norte santafesino y oeste chaqueño-

25
Compresión espacial y avance de la frontera agropecuaria... S. BRATICEVIC

. En Tucumán hay 273.265 hectáreas de soja, de las cuales 119.790


hectáreas pertenecen a Burruyacú. Por último, Catamarca tiene 51.825
hectáreas y Jujuy apenas 12.330 hectáreas.

Figura 2. Área sojera del Umbral al Chaco. Superficie cultivada campa-


ña 2010-2011. Departamentos con mayor cantidad de hectáreas y des-
monte en Salta (2008). Fuente: elaboración propia en base a Ministerio
de Gobierno, Seguridad y Derechos Humanos (2011)
y Paoli et. al (2011)6

La notable expansión de la frontera sojera tuvo sus efectos negati-


vos en varios aspectos. En materia ecológica se produjo un significativo
retroceso del bosque. Entre 1998 y 2002 se deforestaron en la provincia
de Salta unas 41.000 ha por año, lo que significa una tasa de deforesta-
ción de 0,8% anual de la masa forestal, pero en lugares específicos co-
mo el bosque de piedemonte esa tasa puede llegar a 5% (Gasparri
2004). En la figura 3 pueden visualizarse las áreas de desmonte y los
usos del suelo en el este Salteño hasta el año 2008. Gran parte de las
áreas desmontadas –delimitadas en color blanco- coinciden con usos

6 La superficie cultivada se determina a través del uso de sensores remotos.

26
Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

agrícolas de secano (con cultivos de poroto y soja) o bajo riego (con


plantaciones de hortalizas, citrus, banana y caña de azúcar). Se puede
identificar, entonces, que estas áreas coinciden con las desmontadas
recientemente. A su vez, gran parte de lo que fue desmontado en el
departamento San Martín (al este de Tartagal y Mosconi) se ha conver-
tido a la producción de soja de forma posterior a 2008, mostrando el
corrimiento de los cultivos de secano hacia la isohieta de los 600 mm.

Figura 3. Usos del suelo y desmontes recientes en el este Salteño (2008).


Fuente: elaboración propia en base a PEA (1999) y Ministerio de Go-
bierno, Seguridad y Derechos Humanos (2011)

En muchos sectores del Umbral, una vez aprovechada la fertilidad


natural de la tierra la productividad cae rápidamente, produciéndose el
cambio locacional de los arrendatarios. Cabe mencionar que el 70% de
los campos del área son alquilados (Reboratti 2009). Este tipo de utili-
zación sobre el recurso suelo ha ido degradándolo a partir de diversas
causas. En primer lugar, el patrón productivo de “pampeanización del
Umbral” adoptó las mismas tecnologías y prácticas de origen sin tener
en cuenta las diferencias edafológicas y climáticas. El ciclo de lluvias
estivales de gran intensidad, la eliminación de la cobertura forestal, la

27
Compresión espacial y avance de la frontera agropecuaria... S. BRATICEVIC

existencia de pendientes, la menor profundidad de los suelos y por


añadidura el ostensible cambio en el ecosistema –produciendo la apari-
ción nuevas plagas, enfermedades y malezas, que requieren de una cre-
ciente cantidad de agroquímicos- determinó que las prácticas importa-
das desde la pampa fueron más perjudiciales que lo que se pensaba. De
todos modos, la siembra directa de la mano de la sistematización de los
campos, evitando la erosión laminar, propició una notable recuperación
de la fertilidad de los suelos. En segundo lugar, el bajo precio de la
tierra hizo posible la escasa incidencia de este bien en los costos de
producción, fenómeno que se contrapuso a cualquier clase de conser-
vación por parte de los arrendatarios (Van Dam 2002). En la figura 4
pueden observarse rendimientos de más de 2 t/ha tanto en campos
sojeros del núcleo más fértil de la pampa, así como en diversos sectores
del Chaco, pese a las grandes diferencias agroecológicas existentes. Si se
compara esta figura con la anterior, se puede identificar que uno de los
departamentos de mayor rendimiento en el Umbral es San Martín, el
mismo lugar a donde se han extendido recientemente los desmontes y
el cultivo de la soja.

Figura 4. Rendimiento de los campos sojeros en Argentina en el perio-


do 2001-05. Fuente: Conte et al (2008).

28
Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

Desplazamiento de la ganadería en la región

El notable crecimiento de la producción de soja se tradujo en el in-


cremento de la productividad y en la expansión territorial del cultivo,
especialmente durante los últimos veinte años, significando una pro-
ducción anual de 53 millones de toneladas, una superficie sembrada de
18 millones de hectáreas con un rendimiento de 2,9 t/ha para la cose-
cha 2009/2010 (SIIA 2011). Para alcanzar estos números fue necesario
extender la frontera de la soja hacia áreas que no se empleaban para este
cultivo. El norte argentino fue parte de esa transformación productiva
que tuvo sus primeras manifestaciones en los años 1970, proceso que
terminó por consolidarse durante los dos últimos decenios. Por su par-
te, a medida que la soja fue avanzando dejaba de lado otros usos del
suelo. De este modo, el proceso de sojización desplazó a los típicos
cultivos cerealeros (maíz y trigo) y al girasol, haciéndoles perder su peso
en el volumen total de la producción agraria nacional, significando la
soja más de un 50% del total.
En el mismo sentido, el avance de la soja produjo un doble proceso
de migración del ganado vacuno. En primer lugar, desde la pampa
húmeda hacia áreas marginales y más áridas del país, como las regiones
analizadas. En segundo término, al interior de estas zonas también
hubo desplazamientos por el avance de la oleaginosa, ya que la sojiza-
ción no sólo afectó a las provincias del litoral pampeano. Gran cantidad
del stock vacuno migró hacia provincias como Chaco, Formosa, Salta y
Santiago del Estero, y dentro de estas provincias hacia las zonas más
áridas. En la tabla 1 se observa que a las provincias pampeanas que
habitualmente han tenido gran número de cabezas se le suman las cua-
tro mencionadas más Corrientes y San Luis. Por su parte, entre las cua-
tro provincias que ocupan parte de la región chaqueña aportan casi el
15% del stock ganadero durante 2010.
A escala nacional, el stock bovino cayó entre 2008 y 2010 un 15%,
de 57.6 a 48.9 millones de cabezas. Son diversas las causas de este de-
crecimiento, entre ellas la fuerte sequía de 2009 que incrementó la fae-
na, en un contexto de menor nivel de pariciones y alta mortandad. Esta
liquidación de stocks también se debió al crecimiento de la superficie
ocupada por la soja ante un notable incremento de los precios interna-
cionales de las commodities. Las provincias extra-pampeanas se constitu-
yeron, entonces, como receptoras de ganado para cría e invernada. En

29
Compresión espacial y avance de la frontera agropecuaria... S. BRATICEVIC

la tabla 2 se muestra la evolución del stock en las cuatro provincias


mencionadas. Allí puede verse que entre los años 2000-2002 se produce
un quiebre en la serie. En Salta se duplica el stock entre 2002 y 2008,
mientras que se observa un crecimiento substancial en Santiago del
Estero y Formosa. Por su parte, la provincia de Chaco mantiene su
cantidad de cabezas constante.

Provincia Cabezas
Buenos Aires 15.982.834
Santa Fe 6.032.822
Corrientes 4.868.160
Córdoba 4.782.463
Entre Ríos 3.981.768
La Pampa 2.545.878
Chaco 2.379.091
Formosa 1.790.164
San Luis 1.598.794
Santiago del Estero 1.328.235
Salta 1.019.006
Total Argentina 48.949.743
Tabla 1. Provincias con más cabezas de Ganado Bovino. Marzo de
2010. Fuente: INTA-RIAN (2010).

Santiago del
Período Salta Formosa Chaco
Estero
1,993 482.670 762.870 1,369,760 2,435,760
1,994 441.160 764.280 1,243,400 2,429,980
1,995 481.700 784.610 1,214,970 2,622,090
1,996 388.000 764.200 1,096,700 2,481,300
1,997 381.800 768.300 1,224,600 2,655,600
1,999 477.100 751.600 1,093,500 2,277,200
2,000 421.400 817.700 1,060,300 2,305,000
2,002 493.804 1,044,169 1,340,983 1,981,310
2,008 968.929 1,389,095 1,834,273 2,627,329
2,010 1,019,006 1,328,235 1,790,164 2,379,091
Tabla 2. Existencias de ganado bovino (cabezas) en provincias seleccio-
nadas. Serie histórica 1993-2010 con saltos. Fuente: SIIA (2011)

A su vez, en todas estas provincias crece notablemente la produc-


ción de soja a partir de finales de la década del noventa, con excepción

30
Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

de Formosa. Esto estaría explicando dos procesos paralelos. Por un


lado, el reemplazo de otros cultivos como, por ejemplo, el algodón que
cae en su producción en todas estas provincias. De este modo, el espa-
cio que deja este cultivo lo ocupan la soja y luego la ganadería, en ese
orden. Por el otro, entran en producción tierras que estaban sin utilizar
o en manos de pequeños productores. En la figura 5 puede identificarse
el stock vacuno por departamento para el año 2009 y la variación de
stock en la serie 2008-2010. Puede verse que los departamentos en los
que disminuyen la cantidad de cabezas poseen una continuidad espacial
sobre zonas más húmedas y cercanas al domo central chaqueño, con
excepción del centro de Santiago del Estero. Las mayores cantidades de
ganado bovino se ubican en áreas más secas, como Las Lomitas (depar-
tamento Patiño-Formosa) y Anta (localidad Joaquín V. González-
Salta).

Figura 5. Stock vacuno año 2009. Variación de stock 2008-10.


Fuente: INTA-RIAN (2010)

Producción y enclaves hidrocarburíferos en territorio indígena

En la figura 6 pueden identificarse los distintos usos del suelo, entre


los 600 y 800 mm predominan los cultivos de secano extensivos (poro-

31
Compresión espacial y avance de la frontera agropecuaria... S. BRATICEVIC

to, maíz y soja) y algunos enclaves a base de riego. Por su parte, en las
zonas más áridas o cercana al Bermejo se desarrolla el sector silvogana-
dero. A su vez, pueden observarse las propiedades indígenas en Formo-
sa (tituladas) y el territorio en disputa en Salta (lotes fiscales 55 y 14)
con sus respectivos centros principales a la vera del Pilcomayo en el
límite internacional. El principal propósito del mapa es mostrar el arrin-
conamiento de las comunidades indígenas hacia zonas de frontera con
pocas precipitaciones y baja productividad de la tierra.

Figura 1. Chaco Central. Usos del suelo, precipitaciones y territorio


indígena. Fuente: elaboración propia en base a PEA (1999)

En la figura 7 se registra claramente el avance del frente productivo


diversificado en cuatro sectores de explotación: el agrícola (con la soja y
el poroto a la cabeza en el nordeste de Salta), el forestal en la misma
subregión, el ganadero extendido a las zonas más áridas a causa de la
“sojización” (no sólo de la Pampa Húmeda, sino también del propio
Umbral al Chaco) y el hidrocarburífero. Este último, se localiza en la
denominada Cuenca del Noroeste tanto en las áreas más conocidas de
Salta (Tartagal-Mosconi y Orán-Embarcación), como en las de explora-
ción y obtención reciente de petróleo y gas, cercanas a territorio indíge-

32
Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

na en la provincia de Formosa. Se podría afirmar entonces que los sec-


tores sojero y petrolero se erigen en la actualidad como los más dinámi-
cos del Chaco Centro-Occidental (oeste de Formosa y este de Salta).
No obstante, es necesario marcar una importante distinción entre la
localización de las explotaciones agrícolas de mayor productividad (ubi-
cadas detrás del “cordón verde” en el mapa) y los yacimientos formo-
seños de descubrimiento más reciente. Estos últimos se encuentran en
el departamento Ramón Lista, el distrito con mayor proporción de
población indígena del país -65,6% de la población- (INDEC 2004-
2005). A diferencia de los pozos emplazados en Tartagal y Orán, donde
la población criolla es predominante, en el oeste de Formosa las comu-
nidades originarias son mayoría.

Figura 2. Chaco Central. Usos del suelo y avance del frente productivo.
Fuente: elaboración propia en base a PEA (1999)

Si bien existen gran cantidad de lotes de exploración a lo largo de


toda la región desde hace más de medio siglo, en Formosa la produc-
ción se inicia en 1983 con el hallazgo en la localidad de Palmar Largo-
El Potrillo, tras varios años de búsqueda. Recientemente, a finales de
2008 se anuncia la apertura de un nuevo pozo petrolífero con participa-

33
Compresión espacial y avance de la frontera agropecuaria... S. BRATICEVIC

ción del estado provincial en la exploración y extracción en la zona de


El Surubí7. A su vez, hay varias empresas privadas que explotan petró-
leo en el oeste formoseño: las transnacionales con base en Argentina:
Pluspetrol y CGC, Gran Tierra Energy (Canadá), Repsol YPF (España)
y la coreana Golden Oil (que también se encuentra en el área de El
Vinalar, en la provincia de Salta).

Conclusiones

Desde mediados de los años setenta, se han venido produciendo


importantes transformaciones en los espacios agropecuarios marginales
respecto a la Pampa Húmeda. Es en aquella época cuando las campañas
poroteras del Umbral al Chaco registran un crecimiento exponencial,
pasando de 75.000 hectáreas sembradas para el año 1974 a 211.000
hectáreas en 1980 (Trinchero y Leguizamón 1995). Actualmente, la
zona se ha convertido en plenamente sojera, con 1.123.575 hectáreas
sembradas para la campaña 2010-2011 de acuerdo a la utilización de
sistemas de teledetección (Paoli et. al 2011). No obstante, la expansión
productiva en el Chaco Central es más tardía, ya que a lo largo del siglo
pasado esta área se caracterizó por ser proveedora de mano de obra –
más que un espacio de avance agrícola-. De todos modos, en los años
noventa empiezan a realizarse diversas obras de infraestructura, como
caminos, ductos y obras hidráulicas, que marcan el camino hacia la
integración territorial del Chaco Central de acuerdo al proceso de valo-
rización promovido por la expansión de la frontera agropecuaria.
Asimismo, existen diferencias desde el punto de vista productivo, ya
que el Umbral destina un 73% de su superficie en hectáreas a cultivos
de secano (de las cuales más de la mitad se destinan a la soja), mientras
que en el Chaco Central las condiciones de aridez permiten primor-
dialmente ganadería de tipo extensiva desplazada por el avance sojero
sobre regiones centrales y en el mismo Chaco, además de la explotación
petrolífera (INTA 2010). Se pudo constatar, entonces, que ante la liqui-

7En el campo petrolero de Selva María, donde se ubica el paraje El Surubí, se encontró
petróleo el 2 de septiembre del año 2008. Un descubrimiento que se produjo en un área
concesionada con una superficie de casi 368 km2, en una faja cercana al campo de
Palmar Largo. La participación es del 85% para la petrolera canadiense Gran Tierra
Energy S.A., mientras que el 15% restante queda en manos del consorcio provincial
REFSA-Recursos Energéticos Formosa S.A.

34
Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

dación de stock vacuno a nivel nacional por el avance del cultivo de


oleaginosas –se redujo el número total de cabezas en un 15% entre
2008-2010- todos los departamentos del Chaco Central aumentaron sus
existencias ganaderas (INTA-RIAN 2010).
A partir de estas condiciones de valorización comienzan a darse no
sólo conflictos entre los actores sociales extra-regionales y la población
local por la propiedad de la tierra, sino también formas de producir
espacio que no eran propias del Chaco. De este modo, el avance del
frente productivo se tradujo in situ en un desarrollo geográfico desigual, al-
ternando áreas de agricultura tecnificada y enclaves hidrocarburíferos
con enormes áreas de extrema pobreza. En este sentido, el desarrollo
infraestructural y los diversos arreglos institucionales confluyeron en el
avance de la frontera agropecuaria, generándose así condiciones de alta
fertilidad territorial. Por último, sería necesario abrir el debate sobre qué
tipo de desarrollo debería promoverse desde el mismo seno del Estado,
ante una emergente correlación de fuerzas sociales que podría estar
marcando ciertos límites respecto de las políticas públicas de corte neo-
liberal.

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Recibido: 19 de agosto de 2011.


Aceptado: 12 de diciembre de 2011.

38
PROBLEMÁTICA DEL AGUA E IMPACTO SOCIAL EN LAS
FAMILIAS CAMPESINAS DEL NOROESTE CORDOBÉS

Karina V. FLEITAS
Magali L. PAZ

Resumen
En el noroeste cordobés, el avance del capital agrario en zonas margina-
les conlleva una lógica de explotación de recursos naturales (desmonte
indiscriminado, monocultivo) que se opone a la dinámica del sector
campesino. El trabajo se propone abordar las estrategias socioeconómi-
cas de los pequeños productores para su subsistencia y el conflicto que
sostienen por el acceso deficitario al recurso del agua. El estudio se
concentra en la zona de riego del Dique Pichanas, en el espacio deno-
minado Fuera de Zona, una zona de riego eventual, que en el sistema de
reparto es la primera que no recibe agua.
Palabras clave: Capitalismo agrario; Pequeños Productores; Recurso
Hídrico.

Abstract
In the northwest side of Cordoba, the progress of the agrarian capital in
marginal areas comes with a logic of exploitation of natural resources
that opposes to the peasant’s sector dynamic. This dissertation proposal
is the approach of the socioeconomics strategies of the small produc-
ers, in their subsistence and the conflict that they have in the area, be-
cause of the poor access to water. The research is concentrated in the
area of the dam Pichanas. The space called Out of Area is an eventual
irrigation zone that is the last in receiving water in the system of distri-
bution.
Key words: agrarian capital; the small producers; water resource


Cátedra de Antropología Social y Cultural- Facultad de Filosofía y Humanidades-
Universidad Nacional de Córdoba. karyfleitas19@hotmail.com; magaliartano@gmail.com

Fleitas, K. y M. Paz (2012), “Problemática del agua e impacto social en las familias
campesinas del noroeste cordobés”, Cuadernos de Antropología, No. Especial: 39-62. ISSN:
0328-9478 (impreso).

39
Problemática del agua e impacto social en las familias K. FLEITAS y M. PAZ

Introducción

En marzo del 2004 se produjo una intensa protesta en la zona de


riego del Dique Pichanas ubicado en el departamento Cruz del Eje,
provincia de Córdoba, provocado por la desigual distribución de agua
que afectaba a unas trescientas familias campesinas del margen izquier-
do. La ausencia de respuestas por parte del Estado decantó en la con-
formación de una Asamblea de autoconvocados con apoyo de la Aso-
ciación de Productores del Noroeste de Córdoba (APENOC) que nu-
clea a más de mil familias del noroeste cordobés organizadas en comu-
nidades de base y, que derivó en la toma del dique en el año 2006. La
toma fue la clara expresión de la crisis de un sector de la población rural
y de las características de un modelo rural excluyente profundizado en
los años noventa que impactó en los sistemas productivos familiares.
El conflicto generado en torno a la distribución inequitativa del agua
en zonas marginales levantó un escenario particular en el desarrollo de
las dinámicas de las economías domésticas y su relación con los demás
actores involucrados: el capital y el Estado.
Esta situación no puede analizarse sin tener en cuenta el contexto en
que se encuentran, las características del sistema capitalista periférico en
que se desarrollan y las políticas estatales en el marco de la transforma-
ción de la economía mundial.
En este trabajo reflexionamos acerca de la problemática del agua en
el sector rural tomando como referencias los aportes teóricos-prácticos
de la antropología económica para dar cuenta de los impactos diferen-
ciales de los procesos de expansión de la frontera agropecuaria y las
tendencias inherentes a una estructura rural particular hoy dominada
por la expansión del monocultivo de soja transgénica en detrimento de
otras producciones diversificadas. “Una estructura agraria que, a la par de
mostrar un proceso agudo de concentración capitalista, expulsa sistemáticamente
población rural campesina e indígena generando otras contradicciones en el campo
político y cultural” (Trinchero 1995: 17).
Como fuentes de información primaria, utilizamos material e infor-
mes dispuesto por la Asociación de Productores del Norte de Córdoba,
informes oficiales y registros de la participación en reuniones de asam-
bleas auto-convocadas de los pobladores afectados en esos años, sus-
tentados con entrevistas formales y charlas informales para ampliar el
campo temático.

40
Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

Discusiones acerca del modo de producción y su pertinencia en


la problemática del agua

El supuesto sobre el que partimos es que en las sociedades agrarias


no solo se necesita de la tierra para producir y reproducirse sino tam-
bién y, fundamentalmente, del agua que requieren los sistemas produc-
tivos familiares para garantizar su reproducción. No podemos analizar
la cuestión de la tierra sin tomar el agua como un factor esencial para la
vida pues sin ella no hay riego, no hay agua para abrevaderos de anima-
les, no hay para consumo humano, no hay posibilidades de existencia.
En este artículo pretendemos aportar con reflexiones teórico-
prácticas para complejizar la problemática del agua en el noroeste cor-
dobés y es en esta misma dirección que situamos nuestro análisis desde
la perspectiva de la totalidad social.
Como instrumento de análisis partimos del concepto de modo de
producción que elabora Karl Marx en El Capital y que resalta Palerm en
los textos extraídos:

En la producción social que los hombres realizan, éstos


entran en relaciones definidas, que son indispensables e inde-
pendientes de su voluntad; estas relaciones de producción co-
rresponden a un estadio determinado de desarrollo de sus po-
deres materiales de producción. La suma total de estas rela-
ciones de producción constituye la estructura económica de la
sociedad, el fundamento real, sobre la cual se elevan las su-
perestructuras jurídicas y políticas, a las que corresponden
formas definidas de conciencia social. El modo de producción
en la vida material condiciona el carácter general de los proce-
sos de vida social, política y espiritual (Palerm 1986:18).

Entendemos que desde esta totalidad social la sociedad se erige y


desarrolla una forma de vida, una forma de producir y de reproducirse,
manteniendo una particular relación entre el hombre y el medio que se
transforma a partir de la energía aplicada. Sin embargo, reconocemos
junto con Susana Narotsky (2004), que de este pasaje marxiano se han
desprendido lecturas dogmáticas en torno a la articulación de los mo-
dos de producción -como categoría analítica- y el momento histórico-
concreto de su realización. Tomando distancia de esta linealidad, reco-

41
Problemática del agua e impacto social en las familias K. FLEITAS y M. PAZ

nocemos que el pensamiento marxiano se torna más claro en la argu-


mentación sobre las condiciones objetivas del trabajo y el ser social
subjetivo del individuo, donde enfatiza la separación de estos aspectos
como un producto de la historia, que solo se completa en la relación
entre el trabajo asalariado y el capital. Es precisamente la alienación del
trabajo en las relaciones capitalistas la que transforma el trabajo en un
medio para satisfacer necesidades en lugar de ser un proceso directo
material y espiritual de satisfacción de las necesidades (Ibíd.: 238-240).
En el mismo sentido, compartimos con Comas D’ Argemis (1998)
que los aportes de antropólogos neo marxistas, como Maurice Godelier
y Eric Wolf, resultan elementales para arrojar luz sobre estas problemá-
ticas. Así, entendemos que el modo de producción capitalista no apare-
ce como unilateral y anulando a todos los demás y por tal razón es pre-
ciso enfatizar la intersección entre centros y periferias, entre lo global y
lo local, entre las fuerzas estructurales y las que derivan de la acción
humana (D’ Argemis 1998: 71).
El concepto de reproducción ampliada que introduce Rosa de
Luxemburgo y que rescata Palerm (1986) nos advertía que el capitalis-
mo para su expansión requiere de la existencia de formas no capitalis-
tas. Es decir, manifiesta las características de las relaciones entre formas
capitalistas y las colonias externas (América, África, Asia) así como las
internas (campesinado, artesanado) que permiten que el capitalismo se
siga reproduciendo de manera articulada pero dominando las demás
formas de producción.
La histórica dependencia de América Latina fue atravesada por la ex-
pansión del capital al proveer de materia prima a los mercados europeos
y consumir manufactura de esos mismos mercados. El capital necesitó de
estos espacios por los reservorios de mano de obra y de recursos natura-
les para su reproducción, explotación y comercialización que constituyó
la base del desarrollo industrial; pero para que el proceso fuera posible
muchas veces se recurrió a la violencia política, la presión tributaria del
Estado y la baratura de las mercancías. Así se fue conformando un parti-
cular capitalismo periférico dentro de la conformación de los nuevos
Estados emergentes del siglo XIX que, en el tiempo, profundizó las crisis
de sociedades sometidas a un continuo pasaje de erosión, disgregación,
destrucción o mutación radicales y donde las relaciones entre el sistema
capitalista y las economías domésticas adquirieron una dimensión distinta
a las estudiadas en sociedades occidentales (Godelier 1974).

42
Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

Lo que resulta evidente es que el capitalismo jerarquiza el territorio,


impone un intercambio desigual y crea periferias incluso en el mismo
centro. En las regiones periféricas, el capitalismo se combina con otros
modos de producción, que se integran en un único sistema de mercado,
controlado por el modo de producción capitalista.
A su vez, “En la práctica social el capitalismo opera una separación entre el
ser subjetivo y las condiciones objetivas para la producción de la vida, así como una
alienación de la conciencia y del proceso de producción de vida” (Narotzky op.cit.:
241). Es sobre ese entramado ideológico que se encuentra enclavada la
práctica humana, material, histórica, consciente. Unos de los primeros
teóricos que extendió su reflexión sobre el binomio de lo material y lo
ideal ha sido Antonio Gramsci. El autor, nos propone aprehender lo
social como una totalidad histórica articulada a partir de las relaciones
de poder y de fuerzas y no como una sumatoria mecánica y yuxtapuesta
de factores económicos, políticos, ideológicos. Resulta de vital impor-
tancia en el análisis gramsciano, los conceptos de sociedad civil (institu-
ciones como la escuela, la familia, la iglesia, medios de comunicación) y
el de hegemonía (entendida como el consenso de los sojuzgados, que se
logra básicamente a partir de ese entramado institucional). Como nos
aclara Kohan, “La hegemonía de un grupo social equivale a la cultura que ese
grupo logró generalizar para otros segmentos sociales. La hegemonía es idéntica a la
cultura pero es algo más que la cultura porque además incluye necesariamente una
distribución especifica de poder, jerarquía y de influencia” (Kohan 2007:509).
El esfuerzo de Gramsci por comprender lo social desde la perspec-
tiva de la experiencia práctica de la política real y de las estrategias para
la acción en el presente, en cierto sentido, le obliga a mirar hacia aquello
que efectivamente mueve a las personas a la acción. Nuestro rescate de
este autor y sus nociones teóricas apuntan a, como menciona Narotzky,
“…que la experiencia, la práctica y el proceso en las sociedades humanas requieren
una comprensión dialéctica de la materia y la conciencia, de la vida real, concreta.
Esto nos permite ampliar la discusión para no caer en una explicación netamente
economicista aunque sin dejar de lado la determinación, en última instancia, de lo
económico” (Narotzky op. cit.:246).
Consideramos que el aporte de la antropología económica a los de-
bates sobre la integración de zonas periféricas al capitalismo consiste en
la realización de minuciosas etnografías para analizar cómo estos proce-
sos se manifiestan en ámbitos particulares, lo que permite establecer
rupturas y continuidades, los procesos recurrentes y divergentes, de

43
Problemática del agua e impacto social en las familias K. FLEITAS y M. PAZ

forma que se puedan determinar las variables diferenciales que concu-


rren en cada contexto social. “La perduración histórica de los grupos domésti-
cos y comunidades locales, en el contexto de expansión capitalista, se basa en su
capacidad para diversificar las bases de su existencia económica. Pero al mismo
tiempo estos grupos se encuentran imposibilitados de reproducirse con sus propias
bases materiales, lo que los sitúa en una relación de dependencia respecto a las rela-
ciones capitalistas” ( D’ Argemis op. cit.: 70-71). He aquí uno de nuestros
problemas centrales.
En Agua y Modo de Producción, Pierre Vilar (1990) resalta trabajos
sobre los accesos y los usos del agua en la España mediterránea en un
periodo de largo plazo; así como los impulsos de los países europeos en
la construcción de obras hidroenergéticas, tras la Primera Guerra Mun-
dial1. Estas necesidades hidroenergéticas compulsivas determinaron un
nuevo fenómeno ligado cada vez más a las fuerzas del agua lo que
orientó estudios hacia los usos sobre un recurso que es manejado por el
poder público y vinculado a capitales privados. Pierre Vilar retoma el
modelo de modo de producción y lo utiliza teniendo en cuenta la uni-
dad de los hechos económicos y sociales donde uno de sus componen-
tes es la explotación hidráulica. Entiende que se trata de “…un conjunto
en el que entran las fuerzas naturales, las condiciones geográficas de su explotación,
“los tipos de financiamiento que permitieron su despegue y su desarrollo posterior, las
estructuras y coyunturas económicas, las repercusiones de la legislación y los conflictos
políticos ocasionales” (Vilar op. cit.:10).
La problemática sobre los usos del agua siempre estuvo presente pe-
ro bajo estudios denominados de grandes obras públicas o formas de
poder dominante sin tener en cuenta la unidad-complejidad de los pro-
cesos sociales e históricos (técnicas, economías, estructuras sociales,
luchas de clases y choques de potencias) que pongan en relieve el mane-
jo del recurso.
Es en este proceso de construcción teórica que se rescatan los estu-
dios de Wittfoggel a partir de su teoría de las sociedades hidráulicas y el
modo asiático de producción. Sin intenciones de extrapolar conceptos,

1 Tras la Primera Guerra Mundial hay un impulso por la construcción de obras


hidráulicas que genere energía y desarrolle y profundice la industrialización. En América
Latina, la profundización de este proceso es ubicada después de la Segunda Guerra
Mundial (en el marco de una Europa necesitada de alimento y materia prima) a partir de
la construcción de megas obras hidroenergéticas que rápidamente tuvieron sus
consecuencias sociales (Vilar 1990).

44
Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

valoramos su análisis ya que toma la noción de modo de producción


para interpretar las características de la sociedad oriental manifestando
dos cuestiones: una, la ejecución y administración de las grandes obras
hidráulicas para la agricultura de gran escala; dos, el sistema sociopolítico
centralizado, burocrático asociado a una clase social dominante y fun-
cional (Palerm op. cit.:27).
Más adelante, estudios relacionados con el agua critican la posición
de Wittfoggel y proponen investigaciones sobre los vínculos existentes
entre el agua, la tecnología hidráulica y las estructuras socioeconómicas
subyacentes sin dejar de lado aspectos culturales. Desde esta perspecti-
va, para Pérez Picazo y Lemeunier: “la construcción de un embalse no es solo
una obra hidráulica desde el punto de vista tecnológico sino que supone además un
impacto ecológico en el medio ambiente, un beneficio económico importante para las
empresas constructoras, una serie de repercusiones socioeconómicas diferenciales para
las poblaciones y una decisión política fruto de una ideología concreta y de un juego
de intereses” (Pérez Picazo-Lemeunier 1990:23).

Estado e impacto de las grandes obras

El desarrollo histórico del capitalismo agrario en Argentina conso-


lidó dos estructuras agrarias diferenciadas: una Pampeana, capitalista,
basada en la valorización de la tierra a partir de grandes explotaciones
ganaderas y cerealeras y orientadas al mercado agro-exportador; y una
Extra-pampeana, basada en explotaciones agroindustriales y/o extracti-
vas de los recursos naturales donde el campesinado debe vender su
fuerza de trabajo a los sectores del capitalismo agrario para subsistir
(Radovich -Balazote 1992; Trinchero 1995).
La zona del noroeste de Córdoba históricamente se caracterizó por
el predominio de una economía campesina, pero a partir del avance
sobre tierras con escasa aptitud agrícola se fueron aplicando modalida-
des de producción que pasan a ser reguladas por la dinámica del merca-
do internacional y el impulso de obras de infraestructura (de inversión
privada o pública). Este proceso de avance de la frontera agropecuaria
las fue insertando en la dinámica de la economía global donde el papel
del Estado se restringe a la promoción estatal y la desregulación sobre
el manejo de los recursos naturales disponibles.

45
Problemática del agua e impacto social en las familias K. FLEITAS y M. PAZ

Nos preguntamos, entonces: ¿Cuál es el papel que cumple el Estado


en este proceso de distribución y administración del recurso hídrico en
el sector agrario del noroeste de Córdoba?
Desde la perspectiva marxista, el Estado es considerado como el Es-
tado de Derecho en que la burguesía se organiza como clase dominan-
te. Esta dominación se ejerce a través de un doble mecanismo: la coer-
ción, ya que el Estado concentra el poder de la fuerza pública; o a partir
de conseguir el consenso de los dominados, mediante lo que Gramsci
denominó Hegemonía. Si bien el consenso se extendió de manera for-
midable en las sociedades modernas, la hegemonía también supone
violencia y coerción, siendo la sociedad política o el mismo Estado, con
sus fuerzas armadas y policiales, las encargadas de su ejecución.
En los Estados latinoamericanos el ascenso de la burguesía no ha
seguido el curso histórico de los Estados europeos. Este aspecto se
vincula estructuralmente con el accionar y las decisiones estatales frente
a la sociedad. Autores como Lechner, plantean que las propias carac-
terísticas de capitalismo periférico dieron como resultado un accionar
que tiene que ver más con la coerción que con el consenso ante la falta
de una burguesía fuerte que represente la voluntad general. Este proce-
so se observa en lo que algunos denominan crisis de hegemonía que refleja
la continua sucesión de golpes militares en nuestro continente. El mis-
mo autor plantea que se establece una suerte de pacto social, entendido
como “la expresión política de esta modernización capitalista (…) el intento de
gestar un equilibrio entre los principales grupos sociales que permita ampliar la base
social del orden sin modificarlo sustancialmente” (Lechner 1977: 62).
De esta manera, el Estado latinoamericano se constituyó como re-
lación de dominación interna y de hegemonía externa instaurando me-
canismos de coerción en aquellos espacios donde impulsa la expansión
de la lógica del capital. (Rey 1994).
En síntesis, tomamos dos cuestiones centrales para aproximarnos al
problema inicial: a-La planificación de la construcción del dique para
parcelamiento durante el régimen dictatorial de 1976 argentino que
devino en una determinada forma de distribución de agua; b-La interac-
ción de dos racionalidades diferentes expresadas en la expansión de
empresas agropecuarias capitalistas; y en los productores familiares o
de menor dotación de recursos que enfrentan las estrategias dominan-
tes, aún estando subsumidas a la lógica del capital.

46
Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

Nos interesa indagar, especialmente en la afectación sobre las po-


blaciones residentes ante la construcción de las obras y el sustento ide-
ológico y político-económico reflejado en los proyectos de este tipo de
construcción. Autores como Balazote y Radovich (1993), Bartolomé
(1985), Lins Ribeiro (1987) profundizaron sobre los efectos socioe-
conómicos producidos por estas grandes obras en Sudamérica a partir
de la problemática de la relocalización de poblaciones. Si bien, no es el
caso que analizamos aquí, sí acordamos en cuestionar que la planifica-
ción de estos emprendimientos tiene sus intencionalidades económicas
y políticas sujetas a las ideas de progreso y de desarrollo que son justifi-
cados bajo el argumento de desarrollo productivo en la región. Esta
puesta en práctica de nociones del paradigma científico-tecnológico fue
vista, en general, por los pobladores locales como positiva, ya que su-
ponía beneficio e incentivo a la producción local. Y, aunque estas obras
varíen según su naturaleza, la importancia para la región y las particula-
ridades históricas y culturales donde se realiza el emprendimiento pue-
den ser cuestionadas, así como la intencionalidad subyacente de estos
proyectos, al no quedar claro quiénes son los que se benefician y quié-
nes son los afectados (Balazote, Radovich op. cit.: 30).

El caso del Valle de Pichanas

El Valle de Pichanas está ubicado en el noroeste de Córdoba,


departamento de Cruz de Eje y sus características medioambientales la
describen como una región con déficit hídrico que condiciona el
desarrollo productivo medido en términos cuantitativos. Las medias
pluviométricas no superan los 600 mm anuales y con un clima regional
que pasa del semi-árido al árido (Salinas Grandes) con una disminución
en las precipitaciones que llegan hasta niveles próximos a 400 mm
anuales.
El valle Pichanas fue objeto de una planificación y gestión estatal
hacia1966 bajo el gobierno dictatorial del General Onganía2, momento

2 La etapa iniciada con el nombramiento de Adalbert Krieger Vasena, en diciembre de


1966 como Ministro de Economía, inauguró un periodo que se extendió hasta mayo de
1969, caracterizado por una política fiscal severa, basada en el aumento de la
recaudación impositiva, la elevación de las tarifas de los servicios públicos y la pérdida
de empresas estatales; reformas que hicieron posible que el Estado jugase un papel
clave en la expansión de la inversión fija. La inversión pública creció en términos reales
un 55 por ciento e impulsaron obras como: la represa del Chocón, el túnel subfluvial

47
Problemática del agua e impacto social en las familias K. FLEITAS y M. PAZ

en que se iniciaron las primeras construcciones de la represa destinada a


riego. Recordamos que, hacia la década del ‘40 el proyecto del entonces
Gobernador de Córdoba, Amadeo Sabatini, “Dar agua al norte” (Ley N°
3732) impulsó obras hidráulicas, entre ellas, la construcción del dique
Cruz del Eje bajo una visión estratégica y de desarrollo para elevar la
población y el consumo de las localidades cercanas como Capilla del
Monte y La Cumbre.
En este proceso, en 1968 se presentó el Estudio y Proyecto de la
Red de Riego del Dique de Pichanas realizado por la Gerencia de Pro-
yectos Civiles e Hidráulicos de la Agencia Agua y Energía Eléctrica,
perteneciente a la Secretaría de Energía y Minería Nacional, en que se
definió con exactitud la red de riego que se pretendía implementar en el
margen derecho del Pichanas con el objetivo de llevar adelante un plan
de colonización. Diez años después comenzaron las primeras construc-
ciones. La construcción del dique en 1978 se realizó en un contexto de
reestructuración económica y productiva con la implantación de un
nuevo régimen de acumulación – neoliberal3-profundizado con el golpe
de facto de 1976. En el marco de la reestructuración del capitalismo
mundial, en Argentina el terrorismo de estado será una herramienta
eficaz para la implementación de las políticas económicas de flexibiliza-
ción, precarización y exclusión social. Para 1981, la Organización de las
Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) presentó
el Estudio del sistema de riego (Proyecto PCT/ARG/8904) mediante
un acuerdo con el gobierno de Córdoba en el que participan la FAO,
Consultoría e Ingeniería española INYPSA y el consultor Juan F. Za-
morano.

Santa Fe -Paraná, el complejo Zarate –Brazo Largo, la central nuclear de Atucha, entre
otras. (De Riz 2007).
3 Hacia 1970 y en los años ‘80 se estableció una re-estructuración económica y

productiva. La economía basada en la oferta -con un tipo de producción estandarizada


(fordismo) de competencia regulada por espacios diferenciados nacionalmente- pasó
hacia nuevas formas de procesos de trabajo, consumo y de producción (posfordismo)
(Bonanno 1994) caracterizado por el capital transnacional y por el predominio de
actividades financieras. En el caso argentino, esto trajo aparejado, por un lado, la
consolidación y continúa concentración económica de los sectores dominantes y, por
otro, la profundización de la crisis social y el aumento de la pobreza en los sectores más
vulnerables de la sociedad. (Basualdo 2003). A inicios de los noventa, en materia
agropecuaria, una de las primeras acciones estatales privatistas y desreguladoras fue la
desarticulación de las instituciones reguladoras de alimentos y materia primas (Junta de
Granos, Junta de Carne, de la Yerba Mate, entre otras).

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Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

Fig. 1. Pedanías Departamento Cruz del Eje

La prefactibilidad del área de riego de las parcelas de colonización El


Paso Viejo implicaba el parcelamiento de 6.909 ha en 57 parcelas ampa-
rados por la Ley de Colonización y Reordenamiento Agrario N° 5487
que en sus artículos 1 y 3 manifiesta la redistribución equitativa de la
tierra, el desarrollo de la conciencia cooperativista, la elevación integral
de la calidad de vida de las familias campesinas y emprendimientos de
obras de interés común. En el mismo estudio se dejó constancia de un
apartado de antecedentes que decía que debía destacarse que en el mar-
gen izquierdo del río Pichanas existía un área de pequeños regadíos
eventuales que, hasta la construcción del dique, regaban con aguas no
reguladas del río y a las que se había aceptado que tenían derechos de
agua de 12,49 hm3.

49
Problemática del agua e impacto social en las familias K. FLEITAS y M. PAZ

La construcción del dique Pichanas impuso uno nueva forma de dis-


tribución del recurso y de gestión: en el margen izquierdo la distribu-
ción quedó en un 25% del caudal y en el margen derecho el 75%. Lo
que manifiesta el incumplimiento de los artículos mencionados en de-
trimento de los pobladores del margen izquierdo: “Ahí vi los planos, y vi
que a partir de ahí se iba a empobrecer toda la zona”, resalta R. quien trabajó
en las parcelas construyendo canales anti -desbordes.

Fig. 2. Aspecto del canal Provincial (Margen Izquierdo)


por Iglesia Vieja

Los pobladores

La región Extra-pampeana y, específicamente, la zona del noroeste


cordobés se caracteriza por la diversidad que adquiere el campesinado
en su forma de producción y de reproducción social. Esta peculiaridad
es entendida a partir del problema original del desarrollo de la agricultu-
ra en el capitalismo, visible en la constante indagación acerca de la per-
manencia o del fin del campesinado: ¿Cómo en un proceso de expansión y
reproducción de acumulación global del sistema capitalista aún quedan reductos de
formas productivas no capitalistas? Esto se expresa en la coexistencia de
racionalidades diferentes dentro de un mismo sistema, como pretende-
mos ver en nuestro trabajo.
Entre las décadas del ‘70 y ‘80 la cuestión agraria dominó el princi-
pal debate de las vertientes teóricas del paradigma de la Cuestión Agra-
ria, cuyo exponente paradigmático es la obra de Kaustky (1980). Como

50
Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

afirma Mançano Fernández (2001) algunos científicos aseveraban la


destrucción del campesinado por medio de la diferenciación interna
producida por las contradicciones típicas del proceso de integración en
el mercado capitalista o por el proceso de penetración de las relaciones
de producción capitalistas en el campo. Estos procesos determinarían la
proletarización del campesinado. En otra vertiente, algunos autores
negaban esa posibilidad, entendiendo que el campesinado es creado,
destruido y recreado por el desarrollo contradictorio del capitalismo,
por la producción capitalista de relaciones no-capitalistas de produc-
ción, en la expresión notable de José de Souza Martins (1986) (Mança-
no Fernández op. cit.: 7).
Pero a partir de la década del ‘90 el debate giró en torno al
paradigma denominado Capitalismo Agrario en el que la permanencia o
el fin del campesinado pasan a ser vistos como una cuestión coyuntural
ya que depende de un cambio en la coyuntura socioeconómica
determinada por el desarrollo del capitalismo. Esto es, la integración
plena a un mercado completo que posee fisonomía impersonal define el
proceso en que el campesino se adentra al mundo moderno del capital4.
Así, mientras el paradigma de la Cuestión Agraria manifiesta el sentido
de la conflictualidad en la lectura del desarrollo de la agricultura como
un movimiento de destrucción y recreación de relaciones sociales, el
paradigma del Capitalismo Agrario revela el sentido de la conflictua-
lidad en la interpretación del desarrollo de la agricultura como un
movimiento de metamorfosis del campesinado (Ibíd.:11)5. Esta última
forma lineal de advertir el proceso de desarrollo del capitalismo
imposibilita la comprensión de su contradicción. La misma se relaciona
con que los campesinos se comportan distintamente frente a los
procesos de expansión del capitalismo. Integración parcial e integración

4 Según Mançano Fernández, es necesario estimular este debate entre el paradigma de la


“Cuestión Agraria” y el del “Capitalismo Agrario” (cuyo nombre lo debemos al título
del libro de Ricardo Abramovay, publicado en 1992 Paradigmas del Capitalismo Agrario en
Cuestión), pues este último trajo una diferenciación teórica y política que se manifestó en
políticas públicas y organizaciones sociales de los trabajadores, generando conflictuali-
dades. (Mançano Fernández 2004).
5 “El foco del método del paradigma del Capitalismo Agrario da énfasis a los procesos determinantes y

dominantes del capital que metamorfosea un sujeto para adecuarlo a sus principios. El foco del método
del paradigma de la Cuestión Agraria da énfasis a los procesos determinantes y dominantes del capital
que destruye y recrea, como también enfrenta estrategias de resistencias del campesinado, en constante
diferenciación y reinvención social, permaneciendo como tal y cambiando en su tiempo presente,
proyectando el futuro y transformando el pasado en historia” (Mançano Fernández Op. Cit.:14).

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Problemática del agua e impacto social en las familias K. FLEITAS y M. PAZ

plena representan diferentes formas de subordinación del campesinado


al capital. Uno de los ejes problemáticos que atraviesa esta cuestión es:
¿Será el modo de vida campesino incompatible con el capitalismo o el capitalismo es
incompatible con el modo de vida campesino? Aquí surgen distinciones teóricas
entre pequeño agricultor y campesino. Son diversas las tipologías para
diferenciar los campesinos desde la clásica forma de diferenciación:
rico, medio y pobre, presentada por Lenin (1973) y Kautsky (1980); “o
fuerte, medio y débil” presentada por Bloemer; o “campesinos viabilizados,
remediados, empobrecidos y excluidos o, incluso, agricultura familiar consolidada, de
transición y periférica” (Mançano Fernández op. cit.: 21). Separar el campe-
sino del agricultor familiar o considerarlos como un único sujeto en
proceso de cambio es, en última instancia, una cuestión de método. De
hecho: “¿Cómo diferenciar un agricultor familiar periférico de un cam-
pesino visibilizado? o ¿Un agricultor familiar consolidado de un campe-
sino empobrecido?”. El debate aún continúa abierto.
En el caso de los pobladores rurales de la zona de estudio si bien
son poseedores de su tierra se encuentran afectados en su persistencia
ante la inaccesibilidad de agua para consumo humano y para la produc-
ción y reproducción de la unidad doméstica.
Las familias ubicadas en el margen izquierdo del dique Pichanas son
trescientas y abarcan las comunas de Las Abras, Las Pirguas e Iglesia
Vieja. Sus unidades productivas son pequeñas parcelas de menos de 50
has y siembran maíz, algodón, avena, alfalfa, sandía, melón, leña,
carbón, acompañado de ganado caprino para consumo familiar y, even-
tualmente, para el mercado local.
Radovich y Balazote (1992) caracterizan a este tipo de economías
como unidades domésticas cuyas características principales son el traba-
jo familiar, las unidades son de producción y consumo, tienen dificulta-
des estructurales para la acumulación de capital, el ingreso proviene de
la producción agropecuaria, cuentan con la posesión de los medios de
producción y el control formal del proceso productivo: “Susana se dedica
a la cría de animales. No siembra porque debería cercar y el alambre está muy caro
(apunta H. 2005). “Sembramos maíz, algodón, avena, alfalfa, sandía, melón… a
veces, llamamos al tractor de Las Abras para arar; si no se ara con animales y a
medida que se hace el surco se va tirando la semilla” (H F. 2005).
Sin embargo, como manifestaba una familia campesina de la comu-
nidad de Las Pirguas: “la adquisición de alimentos y productos de limpieza es en
Serrezuela o en Tuclame” (J.0.2005).

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Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

Viajan una hora hasta Serrezuela día por medio o cada dos días para
hacer las compras. Aunque la mayoría de las familias cocina al calor de
las brasas también consumen gas envasado.
Mientras tanto, en el margen derecho según informes y un acta de
constatación (fecha 2004), los beneficiaros del parcelamiento son quin-
ce propietarios, empresarios agrícolas, terratenientes ausentistas, algu-
nos funcionarios públicos, que las tienen en arriendo o a nombre de
testaferros:
“…el Sr. Juan Jose Archilla ex legislador provincial es dueño de parcelas ya
que contrata gente para trabajar y según consta en listado de catastro (adjunto) su
nombre no figura como adjudicatario por lo que en algún momento compro o arrendó
sus parcelas” ( Informe facilitado por la Asociación de Productores del
Noroeste de Córdoba).

Déficit e inequidad de la distribución de agua y crisis de los sistemas productivos

Previo a la construcción del dique, según los relatos de sus poblado-


res y los escritos de los informes oficiales, las familias de Iglesia Vieja y
Las Abras regaban mediante sistema de acequias y canales de tierra y
cultivaban especies agrícolas que requerían un importante aporte de
agua, como garbanzo, poroto, maíz, algodón sin que les faltara para su
cultivo. A partir de la construcción del dique y con el proyecto del re-
vestimiento en el margen derecho presentado en 1998, comenzaron a
tener problemas de abastecimiento de agua que impactaron directamen-
te en sus sistemas productivos. El margen izquierdo solo está revestido
en sus primeros 850 m y el resto es de tierra por lo que una importante
cantidad de caudal se pierde y se filtra en el recorrido.
La Dirección Provincial de Agua y Saneamiento- D.I.P.A.S- destinó
el 75% de regadío a las parcelas de colonización e implementó el siste-
ma de consorcios eligiendo un interventor que se encargue de la gestión
del regadío e intermedie con los demás regantes.
La escasez de agua y el déficit hídrico propio de la zona impide el
autoabastecimiento en las unidades productivas y la producción para el
mercado local, esto se traduce en que las familias del margen izquierdo
no pueden garantizar su propia reproducción. Según un técnico de la
zona: “En este momento sólo tienen avena y observamos que es un campo con una
incipiente vegetación en donde las vacas están muy flacas y no les queda otra alterna-
tiva de venderlas antes de que se mueran”.

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Problemática del agua e impacto social en las familias K. FLEITAS y M. PAZ

La relación entre el sector doméstico y el capitalista se establece a


partir de mecanismos indirectos que mantienen el carácter no capitalista
del proceso de trabajo doméstico. La subsunción indirecta del trabajo al
capital explica esta relación a partir de que el capitalismo agrario nece-
sita mano de obra estacional y que el campesinado produzca mercancías
simples (Bartra 1982; Gutiérrez Pérez y Trápaga Delfín 1986; Gordillo
1992; Trinchero 1992). Pero el capital agrario esconde otra cuestión: la
de evitar los costos de la reproducción del trabajador que es sostenida
por la producción familiar (Meillassoux 1985). El ingreso del capital en
el campo significa no solo subordinación a través del trabajo sino tam-
bién subsunción a través del mantenimiento de la propiedad del pro-
ductor sobre sus medios de producción: específicamente, contratando
trabajadores estacionales o comprando su producción a bajo costo.
En el caso de la zona de estudio, los pobladores afectados arguyen
las malas condiciones en la que se encuentran las obras a raíz de que los
mejoramientos en el revestimiento del canal maestro se hicieron solo
para el margen derecho financiado y ejecutado por la administración
hidráulica provincial; mientras que en el otro margen, muchas veces
resultaron afectados por los desbordes del río atentando contra su me-
dio de vida, por ende contra las posibilidades de producir, por ende,
contra su propia persistencia como unidad productiva.
A partir de la desigualdad en el acceso al agua se fue desarrollando
una particular relación entre los parceleros del margen derecho y el
izquierdo: por la falta de agua del lado izquierdo se hace imposible cul-
tivar, criar ganado o mantener animales de la chacra pues el agua adju-
dicada es solo para represas de la cual, una gran cantidad, se evapora en
el verano por las altas temperaturas. A estas familias no les queda op-
ción más que migrar o convertirse en trabajadores temporarios de los
parceleros. Como recuerda esta familia, que ha trabajado durante años
en las parcelas, sobre un desborde del río en el año 2004: “…no quedaba
otra que trabajar para los parceleros, porque acá no se sembraba nada. Las jorna-
das eran de seis de la mañana a ocho de la tarde, y cobraban ocho o diez pesos por
día… Hemos pasado tiempos difíciles (…) a esto se llegó porque el agua iba sólo a
las parcelas, entonces acá no se podía sembrar, no había trabajo y había que traba-
jar para los parceleros”.
El capital se entromete por varias vías y el Estado regula las relacio-
nes entre este y las familias campesinas.

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Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

El sistema de regadío por canales es la fuente principal para el desa-


rrollo de cultivos y abrevaderos de animales. Pero la distribución del
25% del agua sobre trescientas familias demuestra la crisis interna de
sus sistemas productivos: “Siempre tiene cosas que hacer o lo llaman para ir a
algún lado, y él va. Yo me tengo que hacer responsable sola de los chicos y de andar
cuidando los animales y del campo”, dice M. en relación a su marido y re-
marca la importancia que tienen sus hijos en su vida: “Yo hago todo lo
posible para que mis hijos vivan bien y no falte nada”.
Los problemas más acuciantes son: el agua para consumo y el agua
para riego. En cuanto al agua para consumo, la comunidad de Iglesia
Vieja contaba con una bomba que sirve para consumo humano y cuyos
costos rondaban los tres pesos por mes; cada familia sacaba la cantidad
necesaria de agua que conservaba en un tacho y la utiliza para cocinar y
para beber. El agua de represa también se almacenaba en un tacho por
espacio de dos días y se utilizaba para higiene personal, lavar ropa,
utensilios y para las gallinas.
El agua para riego es la problemática mayor: no solo padecen la des-
igual distribución del agua sino también la desigualdad en las modalida-
des de pago por el uso del agua.
El agua pasa de ser un bien social a tener un valor económico que
desnuda otros problemas estructurales. Uno, las condiciones económi-
cas de los regantes campesinos; el otro, la situación jurídica sobre la
tierra que refleja las diferencias con respecto a los colonos del margen
derecho.
Los siguientes datos cuantitativos provienen de entrevistas realiza-
das a las familias en agosto de 2005: para una familia del margen izquierdo, el
costo del canon era de 1 peso la hora más el pago del derecho del agua de represa y de
riego cada seis meses cuya suma rondaba los 50 o 60 pesos. Para un parcelero del
margen derecho 0,50 centavos.
El abuso al que son expuestas las familias campesinas es una cons-
tante, no solo porque son víctimas de la expropiación directa de sus
tierras mediante la violencia, sino también, porque sostenemos que se
establecen mecanismos de expulsión indirecta para que abandonen sus
predios mediante la inaccesibilidad al agua.
La distribución del agua se mide en cantidad de horas y por turno
distribuido cada tres o cuatro meses recibiendo 400 l por segundo,
según los pobladores, mientras que para los parceleros los turnos son
cada quince días recibiendo 4.000 l por segundo. “Es una gran preocupa-

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Problemática del agua e impacto social en las familias K. FLEITAS y M. PAZ

ción la escasez del agua porque vivimos con el riesgo de que nuestros animales se
mueran de hambre y tampoco podemos sembrar porque no tenemos de dónde sacar el
agua, o hay veces, que el agua viene muy poca” (vecina de Iglesia Vieja).
Además, el agua que llega a los predios para que las familias llenen
las represas y rieguen sus cultivos es de pésima calidad ya que arrastra
mucha arena fruto de la erosión en el lecho de los canales de tierra y del
arrastre desde el azud6, así como también se sufre la falta de caudal en
el canal por las grandes pérdidas de agua cuando atraviesan el canal de
tierra.
La distribución del sistema de riego queda reflejada de la siguiente
manera:
Desde el dique Pichanas nace un canal que se divide en dos partes,
margen izquierdo y margen derecho, con la distribución del 75 % y 25
% a cada lado del río. El primero, correspondiente al margen derecho,
abastece a los parceleros propietarios, entre medianos y grandes pro-
ductores con parcelas de aproximadamente 100 ha que las riegan a
través de los canales revestidos en cemento; al tiempo que se abastece a
un grupo de productores que no pertenecen a las parcelas y que, según
los entrevistados, viven en la localidad de Paso Viejo.
El segundo, abastece a 4 consorcios conformados por 25 producto-
res, 40 productores, 15 productores y el más grande de los consorcios
conformados por unos 220 productores nucleados en Iglesia Vieja.
Cuando el margen derecho queda revestido, las familias campesinas
del margen izquierdo se quedan sin agua y a merced de la gestión de la
DIPAS quedando excluidas de los sistemas de participación y afectadas
por el representante que toma decisiones en función de la dependencia
a favor de los parceleros.
En aquella primera aproximación observamos que dentro del siste-
ma de riego en cuanto a la distribución y administración del agua, las
familias afectadas no se encontraban integradas en el diseño de las polí-
ticas públicas que, sumado a las características medioambientales de
escasez de agua y déficit hídrico de la zona, impidió su capacidad de
producción y reproducción con lo cual, la adaptación o adopción de
formas diversificadas de producción terminaron siendo escasas.
La DIPAS -luego Dirección de Agua y Saneamiento- y la comisión
fiscalizadora requerían el re-empadronamiento de los pobladores del

6El azud es una construcción habitualmente realizada para elevar el nivel de un caudal
o río con el fin de derivar parte de dicho caudal a las acequias.

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Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

margen izquierdo para destinarles la cantidad de agua a cada predio. Sin


embargo, plantean:

“…La comisión y los del margen derecho se oponen a di-


cho re-empadronamiento, porque para ellos significaría tener
que darle más agua a los del margen izquierdo y quedarse
con menos para ellos. El argumento es que el dique no tiene
capacidad. Los parceleros, por otra parte, están todos empa-
dronados, por lo cual justifican que son más y que necesitan
mayor cantidad de agua. Cuando ellos reparten el agua, lo
hacen de acuerdo a la cantidad de hectáreas empadronadas.
En el empadronamiento que se realizó nadie se podía empa-
dronar con más de tres hectáreas en las comunidades. Y los
parceleros, por su parte, tenían derecho a empadronarse con
más de setenta hectáreas. La cuestión es que todos los empa-
dronados tienen además, derecho legal frente a la DAS; y,
por otro lado, los que no está empadronados le sacan agua a
los que pagan impuestos...”.

Esta realidad conflictiva que estalla en 2004 y luego de la toma del


dique (con el apoyo de APENOC), la vienen padeciendo no solo desde
la construcción de la obra y se agravó con el revestimiento del canal del
margen derecho. En su momento el proyecto fue admitido bajo el ar-
gumento de promover el desarrollo regional: “Cuando se construyó el dique
la gente estaba de acuerdo, lo quería. El problema surgió cuando se hizo el margen
derecho para los parceleros” (contaba un vecino de Iglesia Vieja).
Algunas familias afectadas comenzaron a reunirse en asamblea auto-
convocada en Iglesia Vieja junto a APENOC para contrarrestar los
impactos impuestos por la falta de agua. Específicamente, para contra-
rrestar una lógica de distribución de agua y de productividad que los
afectaba en sus dinámicas internas.
La crisis ocasionada por la falta del recurso pone en cuestionamien-
to su lógica de reproducción que no se subsana con la venta de su fuer-
za de trabajo. Sin el agua no hay posibilidad de subsistencia ni de abastecer al
mercado local ni de sobrevivir.
A la lucha por la tierra se suma la lucha por el agua. El avance del ca-
pital agrario en zonas marginales supone no solo la concentración de la
tierra sino también del agua necesaria para la puesta en producción a gran

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Problemática del agua e impacto social en las familias K. FLEITAS y M. PAZ

escala. El accionar estatal no garantiza la persistencia de los sistemas pro-


ductivos campesinos sino que favorece mecanismos de expulsión indire-
cta de sus campos: “No sólo hay que luchar por la tierra, sino también por el agua,
porque la tierra sin el agua no va. Ahora tenemos la tierra pero falta el agua...”.
La cadena de interacciones se inicia en torno al medio físico, la tierra
y el agua interrelacionados e inmersos en un sistema con un modelo
hegemónico determinado. El monopolio de los medios de producción
se manifiesta de manera indirecta en la presión ejercida contra las fami-
lias que habitan el margen izquierdo, sea por la propiedad de la tierra,
sea por la inaccesibilidad al agua en la que terminan posicionadas en
desigualdad de condición.
La Asamblea del Agua junto a la Asociación de Productores del No-
roeste de Córdoba y a técnicos de Ingeniería Sin Fronteras de Cataluña,
comenzaron a trabajar en un proyecto concreto de infraestructura para
revestir 11,5 km del canal maestro del margen izquierdo y a pedido de
DIPAS para reducir un 40 % de las pérdidas por infiltración. Este pro-
yecto fue presentado formalmente por la Asamblea a personal jerárqui-
co de DIPAS el 19 de enero de 2004. “Desde entonces sólo nos dicen que
tengamos paciencia, pero ya es un insulto, el gobierno tuvo que decidir a quién apo-
yar y de nuevo apostó por 2 o 3 parceleros, pero esto no va a quedar así” (apuntan
vecinos de Iglesia Vieja).
En la actualidad, la deficiencia del sistema hídrico en el Valle de Pi-
chanas se profundiza por la falta de mantenimiento de la obras lo cual
agrava la situación de todos los habitantes del lugar. En los últimos
años, las familias campesinas del margen izquierdo buscaron contrarres-
tar las formas dominantes a partir de la participación y la acción directa
mediante la Asamblea. Rescatamos que, mediante la lucha por la tierra y
el agua las organizaciones campesinas lograron el reconocimiento jurí-
dico de la posesión de uno de los campo comunitarios Las Pirguas
(Iglesia Vieja) a las familias; y que se prioricen obras en el Ramal 1 (uno
de los ramales que abastece a más de 160 familias). Según declaraciones
de las organizaciones campesinas, el Programa de Desarrollo Rural
(PRODEAR) del Estado Provincial se comprometieron a la realización
de sesenta mensuras priorizando a los regantes del Ramal 1.

Perspectivas

La situación planteada llega hasta el estallido en 2004 y reuniones


posteriores a la toma del dique pero es un problema que continúa hasta

58
Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

el día de hoy y se extiende a regiones aledañas. La escasez de agua se


hace sentir, principalmente, en aquellas regiones que tienen déficit
hídrico y que además son alcanzadas por el avance del capital agrario
que en la década del ‘90 fue profundizando una lógica de producción
degradante y extractiva. La problemática del agua se destaca por su
complejidad y necesitamos abordarla desde estudios multidisciplinarios
e interrelacionados con otros aspectos que forman parte de la totalidad
social: socioeconómicos, culturales, tecnológicos, políticos, simbólicos,
que intervienen y se desenvuelven en un escenario de conflictividad y
de un modelo hegemónico vigente. Modelo que se reproduce a escala
global y local en su mínima expresión. A partir de este caso resaltamos
que la zona de estudio se encuentra enmarcada en el proceso de avance
del capital agrario sobre zonas marginales con predominio de econom-
ías campesinas, modificando su capacidad de producción y reproduc-
ción. Este proceso podemos visualizarlo con el proyecto de construc-
ción del dique en la década del ‘70 bajo un gobierno dictatorial y en el
marco de la reestructuración económica. Resaltamos este pasaje porque
consideramos que el establecimiento de obras de infraestructura se
realiza bajo un modelo económico hegemónico y con una ideología que
lo sustenta. La propuesta de la puesta en producción de tierras fiscales y
el desarrollo regional con la implantación del sistema de riego fue una
iniciativa que modificó estructuralmente las formas de producción de
las familias campesinas dejándolas en estado de vulnerabilidad y de
precarización total. A fines de los años noventa, las dificultades de las
familias ubicadas en el margen izquierdo para acceder al agua por el
revestimiento de uno de los canales que favorecía al otro sector, se
evidenciaron poniendo en cuestionamiento su propia existencia y de-
jando al descubierto la lógica y la intencionalidad con la que se llevó
adelante el proyecto presentado por el gobierno provincial en conjunto
con la FAO.
El agua y su control son el elemento que prima en la organización
del espacio conformando una plataforma donde se sustenta el poder de
las clases dominantes por medio de la apropiación del recurso o a través
del monopolio de los mecanismos de gestión.
El Estado provincial, marcado por su carácter desregulador, acciona
a partir de la coerción y el juego de negociación con las familias afecta-
das solicitándoles la regularización de su situación jurídica para poder
empadronarse y recibir la cantidad necesaria de agua, el alambrado de

59
Problemática del agua e impacto social en las familias K. FLEITAS y M. PAZ

sus parcelas y bajo promesa de que participen de manera directa en la


toma de decisiones en los consorcios de agua. Este accionar se sustenta
a partir de las innumerables notas presentadas al organismo estatal -ex
DIPAS- para que consideren la situación de las familias, así como la
presentación de un proyecto alternativo elaborado por ingenieros sin
fronteras para revestimiento del canal izquierdo conjuntamente con el
apoyo de APENOC. A pesar de que los funcionarios se hicieron pre-
sentes, incluso en las reuniones auto convocadas, todas las acciones
fueron desechadas o encajonadas por el mencionado organismo.
El norte cordobés se encuentra atravesado por la lucha por la tierra,
las familias campesinas son objeto de mecanismos de coerción por
parte de quienes dicen ser propietarios de tierras que no respetan el
derecho de posesión y utilizan topadoras para desalojarlos por la fuerza,
situación que es resistida por las familias y con apoyo de APENOC. La
tierra es el medio de subsistencia de las familias sin embargo, a la vio-
lencia de las expropiaciones se suma la violencia indirecta de dejar a las
familias sin agua.
La acción estatal manipula y ejerce -a través de los sistemas de ges-
tión y administración estatal sobre el agua- su accionar beneficiando al
sector agrario capitalizado y desnudando cuestiones subyacentes
económicas, jurídicas, políticas, ideológicas, clientelares que se manifies-
tan en la afectación al derecho a la alimentación de las familias, por
ende, de su persistencia; favoreciendo mecanismos indirectos de expul-
sión en el marco de un escenario de capitalismo global y de conflictivi-
dad permanente.

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Recibido: 7 de marzo de 2012.


Aceptado: 5 de junio de 2012.

62
ORGANIZACIÓN, RESISTENCIA Y PERSISTENCIA
CAMPESINA EN LOS ANDES COLOMBIANOS.
APROXIMACIONES EN VOZ DE LOS EXCLUIDOS

Luis Felipe RINCÓN

“…es como dice la canción:


esto lo repartieron mal…
y a nosotros nos toco la peor parte.1”

Resumen
El medio rural colombiano se ha caracterizado por mantener profundas
relaciones de desigualdad, siendo el campesinado quien históricamente
ha vivido la exclusión social. El sector en los últimos años ha eviden-
ciado un proceso de reconfiguración producto de la expansión del capi-
talismo agrario; la agudización del conflicto social y político interno
armado y las reformas de corte neoliberal. Estos procesos mantienen
un sesgo anti campesino, por cuanto representan, ante los ideales de la
modernidad, un lastre que limita y perjudica el desarrollo. El artículo
aborda la actualidad del campesinado y las estrategias que ha debido
desarrollar para garantizar su persistencia.
Palabras clave: Campesinado; movimientos sociales; neoliberalismo;
reforma agraria; Andes colombianos.

Abstract
Colombian rural areas has been characterized for maintaining deeps
relations of inequality, being the peasantry who have historically lived
social exclusion. The zone in recent years has shown a reconfiguration
process resulting from the expansion of agrarian capitalism, the deepen-
ing of social and political armed conflict and the reformations of ne-


Candidato a Doctor en Estudios Sociales Agrarios. CIECS-CONICET/UNC, Argen-
tina. e-mail: feliperinconm@gmail.com

Rincón, L. F. (2012), “Organización, resistencia y persistencia campesina en los Andes


colombianos. Aproximaciones en voz de los excluidos”, Cuadernos de Antropología, No.
Especial: 63-15. ISSN: 0328-9478 (impreso).

1 Teresa, Usuaria Campesina, AMUC-Supía, Caldas-Colombia.

63
Organización, resistencia y persistencia campesina… L. F. RINCÓN

oliberal style. These processes are anti-peasant, because they represent


the ideals of modernity, a drag that limits and undermines the devel-
opment. The article discusses the present of the peasantry and the
strategies that they had to develop to ensure their persistence.
Key words: Peasants, social movements; neoliberalism; agrarian reform;
Colombian Andes.

Introducción

En Colombia dominan tres formas productivas: la empresa agrope-


cuaria capitalista, el latifundio ganadero improductivo y la producción
familiar o de economía campesina. Entre algunas de sus características,
la empresa agropecuaria capitalista depende para su reproducción de la
obtención sistemática de utilidades, se desarrolla en explotaciones tipo
plantaciones, hatos ganaderos y fincas agrícolas, y su producción tiene
por objetivo la exportación y la oferta de materia prima a la industria.
El latifundio ganadero improductivo tiene por objeto la renta inmo-
biliaria especulativa, además de la legalización de capitales, que le permi-
ta mantener un dominio territorial y secundariamente la ganancia de
actividades pecuarias, casi exclusivamente carne. La explotación familiar
o campesina, para su reproducción depende de la generación de ingre-
sos a la familia o grupo social, las formas de producción son comunita-
rias, familiares de autosubsistencia o familiares altamente integradas al
mercado, y eventualmente, familiar capitalista; produce alimentos de
consumo básico, café, y en algunas zonas, madera y pesca artesanal
(Forero 2003).
El país avanza hacia la especialización de la producción capitalista
como modelo de desarrollo hegemónico para el sector agropecuario,
modelo que se contrapone con el sistema campesino generando con-
flictualidad entre ambos paradigmas. Así la conflictualidad generada por
el capital en su proceso de territorialización, destruye y recrea el campe-
sinado, excluyéndolo, subordinándolo, concentrando tierra, aumentan-
do las desigualdades (Bartra 1982, 2006); mientras la conflictualidad
generada por el campesinado en su proceso de territorialización destru-
ye y recrea el capital, resocializándose en su formación autónoma, dis-
minuyendo las desigualdades, desconcentrando tierra (Fernandes 2005).

64
Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

De modo que esta conflictualidad promueve modelos distintos de desa-


rrollo.
Wolf (1974, 1999); Shanin (2005, 2008); Haubert (1999); entre otros
autores, concuerdan en definir al campesinado a la vez como una clase
y un modo de vida específico. Esta dualidad consiste en que al tiempo
que el campesinado es una clase en sí misma -de escaso carácter de
clase y dominadas por las demás clases-, representa a su vez, un mundo
diferente, una sociedad autosuficiente que ostenta los elementos de un
patrón de relaciones sociales separado, claro y abierto.
Chacón (1994: 102) los define a partir de los principales rasgos que
lo identifican:

el trabajo familiar sobre la unidad productiva; la posesión


de los medios de trabajo; el hecho de que el empresario y el
trabajador sean una misma persona; la dedicación a cultivos
intensivos a pesar de lo reducido de los beneficios; el hecho de
que el campesino pueda cumplir diversas actividades produc-
tivas en la misma unidad sean agrícolas, pecuarias o artesa-
nales; las relaciones determinantes que establece con el merca-
do.

En el caso colombiano, la descomposición de la población indígena,


fue sin lugar a dudas, la principal vía por la cual se formarían núcleos de
campesinos a través de aldeas en antiguas tierras de resguardo y en las
fronteras entre los baldíos y las haciendas. Con la decadencia del siste-
ma minero extractivo a finales del siglo XVIII fueron distribuyéndose
por el territorio cuadrillas de libres que contribuyeron a la colonización
en regiones aledañas en áreas de minería, particularmente en el occiden-
te del país. Estos núcleos engrosaron los frentes abiertos por los nume-
rosos palenques2 de esclavos fugitivos.
Por último se encuentran los vecindarios de blancos pobres o libres
que también contribuyeron a la formación del campesinado. Ubicados
entorno a los centros de dominio de los encomenderos y hacendados,

2 Los negros esclavos que lograban escapar de las haciendas y el control español fueron
llamados cimarrones, quienes tenían por objetivo encontrar un sitio escondido, seguro y
fértil para establecer una colonia agrícola independiente, donde los antiguos esclavos
pudieran reconstruir por lo menos parte de la cultura africana perdida y asegurar la
subsistencia material; éstos sitios fueron llamados palenques o quilombo. (Fals 1982).

65
Organización, resistencia y persistencia campesina… L. F. RINCÓN

los asentamientos de vecinos españoles proliferaron durante los siglos


XVII y XVIII constituidos por españoles que llegaron al nuevo conti-
nente en busca de fortuna, pero quedaron por fuera de las mercedes
concedidas por la Corona a destacados caudillos militares. “Las activida-
des económicas desarrolladas por esta población se centraron entonces en pequeñas
venturas comerciales y artesanales pero fundamentalmente en la producción agrícola a
nivel de pequeñas y medianas estancias” (Fajardo 1986: 22).
En la actualidad 25% de la población (11.481.349 habitantes) se
asienta en el medio rural; lo que demuestra la dimensión económica y
política que sigue manteniendo el campesinado en el país. No obstante,
los procesos de configuración de la estructura agraria, las políticas
económicas y los modelos de desarrollo se han caracterizado histórica-
mente por otorgarle un papel marginal a este segmento de la población,
manteniéndolo en un permanente estado de atraso económico y poco
desarrollo social, agudizando la dualidad campo-ciudad. En este contex-
to, las comunidades campesinas han debido desarrollar múltiples estra-
tegias que le garanticen su persistencia como sujetos productivos, polí-
ticos y culturales de relevancia en el medio rural y que contribuya al
desarrollo del resto de la sociedad. El siguiente ensayo es una aproxi-
mación a la trayectoria organizativa y la actualidad campesina en un
contexto neoliberal; metodológicamente nos apoyamos en la realización
de entrevistas semiestructuradas3 a líderes de una organización campe-
sina de base, donde a partir de sus propias trayectorias de vida, se puede
dar cuenta de los mecanismos y acciones que han debido desarrollar los
campesinos para resistir al olvido (Suhner 2002).

Aproximación al problema agrario y la trayectoria organizativa en


Colombia

En la visión clásica y estructural latinoamericana sobre la cuestión


agraria y el desarrollo, se menciona que existe un problema agrario
cuando la agricultura -como sector productivo- no cumple su función
de promotor del desarrollo y subsidiario de los demás sectores de la
economía. El problema se constituye en una oferta insuficiente para la
industria, aumentos en el costo de los alimentos y las materias primas,

3 Las entrevistas que se hacen mención en el artículo fueron realizadas durante el vera-
no de 2010-2011 en la sede campesina de la Asociación Municipal de Usuarios Campe-
sinos de Supía, Caldas-Colombia.

66
Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

poco crecimiento en la exportación y aumentos continuos de las impor-


taciones del sector.
Para los albores del nuevo siglo, la discusión estructuralista de la
cuestión agraria fue desplazada de los ámbitos académicos por el enfo-
que neoliberal sobre la agricultura, que no hace referencia a los proble-
mas estructurales de la tenencia de la tierra y sí en las dificultades para
competir eficientemente en los mercados. Con la introducción de los
postulados neoliberales de mercado y eficiencia, se cuestiona la inter-
vención del Estado en la fase de sustitución de importaciones y se con-
sidera éste como el instrumento transformador por excelencia que
permitirá sacar del atraso al sector agropecuario.
En la actualidad el problema agrario se ve enmarcado en un contex-
to de globalización de los mercados, aumento en el comercio interna-
cional de productos, expansión de la agroindustria transnacional, mayor
desarrollo tecnológico e inserción del capital financiero y especulativo
en las actividades productivas. Particularmente en Colombia se debe
considerar la existencia de una débil gobernabilidad, ausencia del Esta-
do en vastas zonas del país, persistencia de un conflicto social y político
armado, y como lo define Machado (1998: 19) “un modelo de crecimiento
imitativo y sin desarrollo y una democracia incompleta, corrupta y débil que hace
difícil la convivencia”. Estas condiciones determinan que la cuestión agra-
ria en el país, por lo que representa, no puede verse sólo como un pro-
blema económico, sino que debe asumirse como un problema social,
político e institucional. Es decir, sin dejar de ser importante lo econó-
mico, adquiere un papel secundario frente a la crisis humanitaria a causa
del conflicto y la debilidad institucional por cuenta de la corrupción y la
filtración de grupos de extrema derecha.
En las últimas décadas el medio agrario colombiano atraviesa por un
acelerado proceso de concentración de la tenencia de la tierra, agudiza-
do por la expansión del narcotráfico, la violencia paramilitar y el despla-
zamiento forzoso de población campesina, indígena y afrodescendiente;
además de la contracción económica como consecuencia de las contra-
rreformas neoliberales que condujeron a la inviabilidad productiva de
amplios sectores de la población, aumento del desempleo rural, dismi-
nución de los ingresos y aumento de la migración a los centros urbanos,
entre otros.
En este contexto, el campesinado colombiano ha debido desarrollar
estrategias que le permitan enfrentar los cambios que en el actual con-

67
Organización, resistencia y persistencia campesina… L. F. RINCÓN

texto se vienen desarrollando y que amenazan su permanencia como


sujeto productivo y social. Históricamente el acceso a la tierra, la aten-
ción por parte del estado y la relación con los mercados han sido los
principales motivos de disputa que el sector ha mantenido; no obstante
y a partir de la agudización de la violencia política, criminalización de la
protesta y expansión del capital, el campesinado ha debido transformar
sus demandas y formas de resistencia, donde emergen nuevas deman-
das, formas de organización y estrategias de reproducción social.
En el país los campesinos han estado sujetos a relaciones de control
por parte de grandes terratenientes, latifundistas y gamonales locales y
regionales. Esta situación los ha mantenido en una condición de margi-
nalidad y exclusión estructural, como también ha limitado el alcance de
su participación política. Por tal motivo, la organización y movilización
social ha actuado virtualmente, como el principal mecanismo a través
del cual expresa sus reclamos y accede a sus demandas: tierra, atención
del Estado y participación política (Tobasura y Rincón 2007).
En 1966 la administración Carlos Lleras Restrepo (1966-1970) crea
por decreto la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos -ANUC-;
una organización con proyección nacional, que tenía como propósito
constituirse en la base social para promover la reforma agraria como
mecanismo que permitiera superar formas de producción y tenencia de
la tierra que no contribuían al desarrollo económico y social del país
(Rivera 1987). En poco tiempo la ANUC llegaría a constituirse en la
principal organización campesina del país; con alrededor de 600.00
usuarios organizados en comités veredales, municipales y regionales, la
asociación canalizaría los intereses de los campesinos y lograría en los
años siguientes movilizaciones masivas a nivel nacional (Rincón 2009).
No obstante, la resistencia política promovida por los terratenientes
y gamonales locales ante la reforma agraria y ascenso al poder de go-
biernos conservadores reticentes a los intereses campesinos, en la déca-
da de 1970 la ANUC sufre una división promovida por el gobierno en
lo que se conoció como el Pacto de Chicoral, que fue el acuerdo entre
terratenientes y agroindustriales para promover la producción capitalista
como modelo hegemónico en el país, y ante el cual, la producción cam-
pesina se insertaría marginalmente. Esta visión de desarrollo estaría
inscrita en lo que se conocería como la ANUC Línea Armenia (línea
blanda). En respuesta, las corrientes radicalizadas y representativas del
sentir campesino promoverían la constitución de la ANUC Línea Since-

68
Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

lejo (línea dura), bajo la cual se adelantarían las más importantes accio-
nes de recuperación de tierras y movilizaciones campesinas en la segun-
da mitad del siglo XX. Las décadas posteriores serían testigos de la
desmovilización campesina como consecuencia de las acciones de re-
presión llevadas a cabo por terratenientes, ejércitos privados y fuerzas
militares ante la complacencia del Estado, marginando al campesino en
el acceso a sus demandas e, incluso, pondría en amenaza los logros
obtenidos.
Con la implementación de las políticas de apertura económica y de
ajuste estructural en las décadas de 1980 y 1990 se asesta un duro golpe
a la economía nacional y particularmente al sector agropecuario, por
cuanto se sobreviene un periodo de desestructuración y desmantela-
miento de instituciones y programas que promovían el desarrollo para
el sector. La apertura económica conlleva a un generalizado empobre-
cimiento de la población rural que -incapaz de hacer frente a los cam-
bios del modelo económico- ve reducido significativamente sus ingre-
sos imposibilitándolos de sostener su producción ante la competencia
internacional. Esta situación generó un entorno de inestabilidad
económica y social en el sector, favoreciendo la desaparición de unida-
des productivas, expansión de cultivos tipificados como ilícitos, con-
centración improductiva de la tierra, agudización del conflicto interno
armado y expansión de la producción capitalista en áreas de producción
campesina (Tobasura y Rincón 2007).
Para Colombia, el modelo agroexportador neoliberal, ha conducido
a una serie de profundas transformaciones en el plano económico y
social, con implicancias negativas para las sociedades rurales; entre las
que sobresalen: formulación y aplicación de políticas sectoriales a favor
de la agroindustria, expansión del capitalismo agrario, empobrecimiento
de las comunidades campesinas, desaparición de unidades y reconver-
sión productiva, agudización de los conflictos territoriales y del conflic-
to interno armado, entre otras. Con el objetivo de develar estos impac-
tos, ponemos atención en un escenario representativo de las dinámicas
que se despliegan en el actual contexto agrorural colombiano, mante-
niendo de esta forma el dialogo entre lo “local” y lo “global” como
dimensiones constituyentes y transformadoras en sí mismas.

69
Organización, resistencia y persistencia campesina… L. F. RINCÓN

Los dominios del cacique Cauroma4: configuración del territorio


campesino en una región de los Andes colombianos

El departamento5 de Caldas se encuentra ubicado al centro-


occidente del país sobre la cordillera central (ver mapa 1), con una po-
blación estimada de 1.107.627 habitantes distribuidos en 27 municipios
- según el Censo Nacional de Población de 2005-; el departamento
también hace parte del denominado “Eje Cafetero”6. En la región Oc-
cidente Alto del departamento prevalece la pequeña unidad productiva
o de economía campesina (Wolf 1974, 1999; Shanin 2005, 2008; Bartra
2006, 2010), concentrada en la producción de café y cultivos de subsis-
tencia. Esta situación hace que el campesinado históricamente haya
cumplido un papel determinante a nivel económico y social, ejerciendo
como sujeto de desarrollo y político de relevancia.
La formación del campesinado en la región Occidente Alto del de-
partamento de Caldas tiene como origen la fragmentación social pro-
ducto de la desintegración territorial de los asentamientos de la pobla-
ción indígena -en tiempos de la colonia-, como medio para incorporar
nuevos territorios y fuerza de trabajo para la extracción minera. Bajo el
sistema minero extractivo son llevados a la región contingentes de po-
blación negra, que en condiciones de esclavitud trabajaron en la explo-
tación minera. Con el declive de éste modelo, la población negra se
asienta permanentemente compartiendo el territorio con la población
campesina e indígena que en la actualidad siguen constituyendo el grue-
so de la sociedad rural en la región.
En el transcurso de las primeras décadas del siglo XX se desataron
profundos cambios que incidirían en la organización social, la actividad
productiva y el paisaje, que a la postre, determinaría las características

4 Cauroma fue el cacique hallado por los españoles al momento de conquistar el territo-
rio de los Sopias (donde actualmente se encuentra el municipio de Supía). Este Señor de
los Sopías gobernaba sobre los Pirzas, Chirimias, Muchilones Cañamomos y Sopías
propiamente dichos (Zapata 1990).
5 Colombia esta divida político-administrativamente en 32 departamentos.
6 El Eje Cafetero lo componen los departamentos de Caldas, Risaralda y Quindío que

anteriormente fueran el “Viejo o Gran Caldas”. Se les denomina así por cuanto la
producción de café es la principal actividad productiva sobre la cual se soporta la eco-
nomía de la región. La expansión del cultivo del café en esta zona se remonta a los
procesos de colonización ocurridos en el país a finales del siglo XIX y principios del
XX, donde el café se adaptaba particularmente bien al tipo de asentamientos surgidos
de la colonización.

70
Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

principales del actual Supía. El desarrollo agropecuario, el auge indus-


trial y comercial en el casco urbano, y el desarrolló de nuevas vías de
comunicación, permitió diversificar las actividades productivas en el
municipio lo que incidió notablemente en la dinámica demográfica.

Mapa 1. Ubicación del departamento de Caldas


y la región Occidente Alto

El campesinado de la región es altamente heterogéneo producto del


origen diverso de la población que lo compone, la forma de apropia-
ción de los recursos y el control que ostenta de los medios de produc-
ción; de modo que coexisten una gran base de pequeños productores,
una capa menor de campesinos con algún grado de capitalización y otro
importante sector de campesinos sin tierra o jornaleros. Entre las acti-
vidades que desarrollan los campesinos se encuentra la producción de
alimentos dirigida al autoconsumo, para el mercado y la venta de su

71
Organización, resistencia y persistencia campesina… L. F. RINCÓN

fuerza de trabajo; en donde es común la especialización de una función


particular o la combinación de varias o todas las actividades por parte
de un mismo productor; también es usual la elaboración de artesanías,
la extracción minera en socavones artesanales, y en un porcentaje me-
nor, la pesca. La producción artesanal de panela7, constituye uno de los
principales productos de economía campesina en la región. Se ubican
primordialmente explotaciones paneleras de pequeña escala y tipo mi-
crofundio.
En la actualidad la región Occidente Alto se constituye en un impor-
tante foco de desarrollo económico para los intereses del capital. Por
una parte, cuenta con una amplia oferta de recursos naturales represen-
tados en tierras, reservas de agua y minerales; y además se encuentra
ubicada en la ruta de comunicación entre los puertos del pacífico y el
centro del país, ofreciendo ventajas a la producción y comercialización
de mercancías. Estas condiciones nos permiten identificar la región
como un escenario ejemplar donde se desarrolla una multiplicidad de
fenómenos que inciden en la vida campesina; debiendo desarrollar es-
trategias de resistencia -tanto a nivel doméstico como de manera orga-
nizada-, ante el avance de los fenómenos económicos, políticos y socia-
les que amenazan su persistencia.

“Tere”

Teresa, o como entre amigos se le conoce “Tere”, es una de las mu-


jeres campesinas vinculadas a la Asociación Municipal de Usuarios
Campesinos -AMUC- de Supía; y que en su propia trayectoria de vida,
encarna la realidad y complejidad del vivir y la persistencia campesina
en una región de los Andes colombianos. Tere toda su vida la ha trans-
currido en la vereda Buenavista del municipio de Supía; de allí también
es su esposo con quién comparte desde hace treinta años y de cuya
relación tienen dos hijos. Su acceso a la tierra se logro mediante una
sucesión del padre de su esposo que le heredo una parcela de una cua-

7 La cadena productiva de la panela esta compuesta por diferentes actores que pasan
por su producción, acopio y transporte, hasta su ubicación en los puntos de venta. Los
actores directos son los productores de caña de azúcar y los procesadores de la caña o
beneficiaderos de la caña panelera (trapiches). Los eslabones comerciales están consti-
tuidos por mercados mayoristas locales, municipales y regionales, que distribuyen a los
mercados y centrales de abasto para la puesta del producto en supermercados e hiper-
mercados. El mercado a menudeo es cubierto por tiendas rurales y urbanas.

72
Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

dra (0,64 ha), allí edificaron una casa de bareque8 y cultivan café y
plátano, algunos cultivos de ciclo corto como la yuca y unas cuantas
aves de corral, que mediante una explotación exclusivamente familiar se
constituyen en la base de su subsistencia y permite la venta de algunos
excedentes en la comunidad o en el casco urbano del municipio.
Su actividad y participación en las dinámicas organizativas a nivel
comunitario surge a partir de la presencia de población indígena prove-
niente del resguardo de San Lorenzo, que fue ocupando territorio y
abriendo nuevas áreas productivas ante lo prolongado del proceso de
reconocimiento del territorio indígena para el pueblo emberá capio. El
problema radicaba en que éstos al autorreconocerse como indígenas y
al estar habitando un territorio campesino, no contaban con reconoci-
miento y ayuda por parte de las autoridades administrativas locales;
Teresa lo describe así:

el municipio no los recibe como campesinos por que no lo son,


y tampoco tienen una identidad propia donde ellos puedan
decir, nosotros tenemos esos derechos por ser emberá, entonces
comencé a hacer ese trabajo con ellos hasta que logramos que
El Porvenir fuera vinculado dentro del proceso del asenta-
miento de la Trina, ahí fue donde esas dos comunidades, El
Porvenir y Matecaña quedaron dentro del asentamiento, yo
lo hice más por las otras personas, por que de hecho mi etnia
no es la indígena, […] el proceso fue muy duro por que a ni-
vel municipal todas las comunidades, las veredas son mani-
puladas a nivel político, todas las juntas de acción comunal
son politiqueros; mientras yo hacía reuniones y les decía una
cosa, allá los llamaban desde la puerta y les decían que no
crean, que eso es mentira que esos indios no dan nada, esos
indios son guerrilleros

Se estima en que Colombia 3,4% de la población del país, que co-


rresponde a 1.378.884 habitantes, se reconoce como indígena o ame-
rindia. La constitución política de 1991 amplió el marco legislativo en-
torno a las comunidades étnicas (indígenas y afrodescendientes) decre-

8 Es la denominación de un sistema de construcción de viviendas a partir de palos


entretejidos con cañas, zarzo o cañizo, y barro. Esta técnica ha sido utilizada desde
épocas remotas para la construcción de vivienda en pueblos indígenas de América.

73
Organización, resistencia y persistencia campesina… L. F. RINCÓN

tando una serie de leyes preferentes que garantizaba el reconocimiento


territorial y autonomía en el manejo y tratamiento de asuntos comunita-
rios. Distribuidos ampliamente por el territorio nacional, actualmente
los pueblos indígenas cuentan con un importante reconocimiento de su
territorio, lo que posibilita que hayan sido reconocidos como propieta-
rios colectivos de los territorios que lograron conservar 31 millones de
hectáreas, alrededor de un tercio del territorio nacional, donde tienen
cierta posibilidad de manejo de los asuntos comunitarios; cuentan con
cierto grado de autonomía, y pueden influir en sus sistemas de salud y el
educativo. A pesar de estos avances, 15% de la población indígena del
país carece de tierra o no cuenta con reconocimiento por parte del Es-
tado, de su territorio y los derechos de autonomía; y muchos pueblos se
encuentran sometidos a fuertes procesos de colonización y amenazados
por cuenta de las problemáticas que atañen al resto de la sociedad: el
narcotráfico, la acción de los grupos irregulares y la presión por parte
de las trasnacionales.
Sin embargo y paradójicamente, el reconocimiento de los territorios
y autonomías y las leyes preferentes hacia las comunidades étnicas, han
actuado en contra de la población campesina por cuanto ha decrecido
su reconocimiento y participación política; lo que ha conducido a que
en regiones como Supía, donde un alto porcentaje de la población tiene
sus raíces en los pueblos ancestrales que habitaron el territorio, actual-
mente busquen ser reconocidos como pueblos indígenas para obtener y
ser beneficiados con las políticas y programas preferentes. Este proceso
Teresa lo describe cuando plantea que:

(…) dicen que ahora indios no hay, ahora lo que hay son
unos intereses que por las leyes preferente, ahora todos quie-
ren ser indios, pero indio que se identifique, que se respete no
hay, ¿pero quién tuvo la culpa de eso?, eso tuvo unas razones
en donde la gente pues pierde un poco su cultura y su identi-
dad, por que si yo estoy en una parte y a mi me ofrecen un
rol totalmente diferente a lo que fueron mis costumbres, a mi
me toca acoplarme a lo que me están ofreciendo en el momen-
to, esas son una de las razones por la que no hay indios re-
almente ni hay campesinos realmente; hay gente que tiene sus
raíces

74
Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

Las reformas económicas de las últimas décadas y las leyes sectoria-


les han conducido de una parte a conservar y proteger a las comunida-
des éticas por cuenta de su normativa específica que lo consagra como
derecho constitucional, y de otra parte, favorecer y promover a la pro-
ducción capitalista y a los productores con algún grado de capitaliza-
ción. Este proceso ha conducido al deterioro de la producción campe-
sina por cuanto ha dejado de ser prioritaria en la construcción de políti-
cas y programas de desarrollo para el sector. En los últimos años los
campesinos han sufrido un continúo proceso de excusión y margina-
ción social y económica; predominando la producción parcelaria, de
economía de subsistencia y con graves dificultades para acceder a los
mercados y obtener buenos precios.
Al respecto, el papel de la organización campesina Teresa lo descri-
be de la siguiente manera:

nuestro proceso campesino miramos es las necesidades de los


campesinos del común, no de aquellos campesinos que tienen
una extensión de tierra de 30 a 40 hectáreas, que tienen 50
a 60 vacas, ese es un campesino, un productor; pero más se
mide como uno productor que tiene con que trabajar a un
campesino que no tiene nada, esa es como la diferencia, por
que si los campesinos realmente todos tuvieran esa misma fa-
cilidad de producción, no habría tantas necesidades.

Y en cuanto a las políticas diferenciadas del Estado, para el cual la


producción de subsistencia ocupa un papel secundario ante la produc-
ción capitalista, amplía lo siguiente:

Se habla de la parte campesina o se habla de la parte indíge-


na, pero para el Estado no hay una diferencia. Simplemente
viven allá en el campo, y si vemos más lejos vemos lo de
AIS9; a quién le llegaron los recursos, a los grandes, por que

9 AIS, es la sigla de programa de subsidios estatales Agro Ingreso Seguro presentado


como mecanismo de financiación para proyectos productivos y de infraestructura para
la promoción de la producción campesina y de mediana escala. No obstante el progra-
ma se vio afectado por la corrupción y los subsidios llegaron a mano de grandes pro-
ductores, políticos e incluso, a una ex reina de belleza. Actualmente se adelanta una
investigación por el manejo fraudulento de los recursos del programa y se encuentran

75
Organización, resistencia y persistencia campesina… L. F. RINCÓN

ellos sí podían presentar los proyectos y ellos podían dar los


informes realmente de los resultados, en cambio el pequeño
no, por que estarían compitiendo; es una competencia desleal,
por que no hay donde producir, las tierras no son las aptas
para producir, por que para los pequeños campesinos e indí-
genas nos tocan las lomas en cambio los campesinos del Es-
tado les toca las partes planas en donde ellos pueden hacer
toda clase de proyectos y enseguida prácticamente les regalan
la plata, entonces ¿quién no produce así en esas condiciones?

La participación del sector agropecuario colombiano en el PIB es


11%, ante el 6% del promedio regional; contrariamente en el país la
asignación de recursos públicos para la agricultura es una de las más
bajas: 0,4% frente al promedio de 3,3% (Fajardo 2010). Está circuns-
tancia ha conducido a un desmantelamiento de la mediana y pequeña
propiedad productora de alimentos y cultivos de sustitución de impor-
taciones, a favor de la gran propiedad rural especulativa y la producción
agroindustrial de commodities. Como consecuencia el país encuentra
amenazada su seguridad alimentaria por la alta dependencia hacia las
importaciones, y se acrecientan las problemáticas sociales producto del
aumento del desempleo y la pobreza10 tanto en el campo como en las
ciudades.
A la crisis estructural por la cual atraviesa el sector agropecuario del
país, suma loe que Salgado (2009) define como la “falta de reconoci-
miento” del Estado al campesinado como clase. En esta visión, en Co-
lombia históricamente, el campesinado ha desempeñado un papel resi-
dual en la política pública, donde, de una parte se ha preferido un acele-
rado desarrollo urbano, y de otra, se ha dado prioridad al empresariado
rural. Esto ha conducido a un desconocimiento de los derechos del
campesinado, se niega la redistribución a su favor y crea una atmósfera
de indiferencia por parte de la sociedad frente a los fenómenos de vio-
lencia del cual es víctima. Con el acceso a los mercados globales, los

recluido el Ministro de Agricultura del mandato de Álvaro Uribe (2002-2010) y además


de una decena de funcionarios vinculados con el programa.
10 En 2009 45,5% de la población –cerca de 19,8 millones de habitantes- se encontra-
ban en la situación de pobreza, mientras que 16,4% -7,1 millones – estaba en la pobreza
extrema o indigencia. Para 2011 cerca de cinco millones de personas subsisten con
menos de US 100 mensuales, según cifras ENA (2009).

76
Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

gobiernos de turno privilegiaron sus políticas agrarias bajo criterios de


rentabilidad, productividad e inserción económica, sin tener presente
las problemáticas derivadas en el marco del conflicto armado interno
para las sociedades campesinas (Uprimny y Sánchez 2010).
La tríada conformada por el poder político regional, el narcotráfico
y el latifundio, han ampliado su control sobre el Estado, orientándolo a
actuar a beneficio propio. Como resultado, se ha desarrollado en el país
un continúo proceso de concentración de tierras, con el objeto de ase-
gurar el poder territorial, mantener influencia política, especular en el
mercado de tierras y lavar dinero de actividades ilícitas. Esta situación
de monopolio en torno a la tenencia de la tierra, ha conducido a su
encarecimiento, lo cual incide en el aumento de los precios de produc-
ción. En consecuencia se presenta una disminución en las posibilidades
de competir en los mercados internacionales y de la rentabilidad de las
inversiones destinadas a la producción de exportación.
Ante la imposición de los postulados neoliberales en la economía, la
reforma agraria pierde vigencia como mecanismo en procura de atenuar
la desigual estructura de tenencia de la tierra, quedando en las manos
del mercado de tierras el acceso al recurso basado en las leyes de la
oferta y la demanda. Para los campesinos el acceso a la tierra es muy
limitado debido a que solo se puede acceder mediante la postulación a
convocatorias de compra de tierras que ofrece el Instituto Colombiano
de Desarrollo Rural -INCODER-. El primer escollo se presenta en la
normativa y requisitos para presentarse a las convocatorias, ya que éstos
suelen ser complejos y dispendiosos para los campesinos, quienes no
cuentan con asesoramiento ni recursos para sufragar los costos de las
diligencias. Además, particularmente en Supía no se cuenta con predios
que estén destinados al mercado de tierras, ya que sus propietarios pre-
fieren retenerla y de este modo, especular con su precio. Teresa descri-
be el fenómeno de la siguiente manera:

¿Por qué no hay ofertas? Pues [porque] los que tienen plata
van comprando tierras de los vecinos para ir extendiendo, y
como la tierra no se pudre, ahí se van haciendo unas grandes
extensiones y eso está en manos de campesinos pudientes, son
campesinos que no tienen las mismas necesidades que tene-
mos el resto. El otro problema es por el lado de la conviven-
cia, a la gente no le gusta mucho como en años anteriores, por

77
Organización, resistencia y persistencia campesina… L. F. RINCÓN

ejemplo en los años del INCORA11, donde se le dice a la


gente, bueno vamos a entregar la finca pero ustedes van a
trabajar un tiempo entre todos para pagarla y luego se repar-
te; no, ahora no, ahora cada uno quiere su lotecito por que si
ya el día de mañana yo ya no quiero, y alguien me ofrece en-
tonces yo vendo y me voy, y lo que uno ve es que se ha perdido
mucho esos modelos, y la tierra ya se volvió como un merca-
der, ya no es una necesidad de producción, sino ya que es una
tenencia como para uno vender y salir de aprietos.

Y amplía:

(…) me hacían la pregunta, ¿para usted qué representa la


tenencia de la tierra?, el concepto que yo tengo de la tenencia
de la tierra es que esa fue nuestra primera madre, la pacha
mama. [La tierra] es como cuando uno tiene la madre ya ha
cierta edad que en vez de dar, uno es el que tiene que dar,
[…] mucha gente hoy dice, tener tierra eso le estorba a uno
para pedir limosna, porque no hay la plata para producirla,
no hay las condiciones para producir. Uno no puede ir al
municipio a alguna parte a decir, mire colabóreme con tanto,
ya que le responden ¿usted ya no tiene tierra?, cultive, no sea
perezoso. pero ¿y con qué, y a veces no alcanza, a veces toca
irse a trabajar los días de la semana para poder comer y le-
vantar la familia, y el lotecito se va quedando, se va quedan-
do. Es decir, sin tener incentivos ni un capital para produc-
ción es como no tener la tierra porque no tiene con que poner-
la a producir.

11 La sigla INCORA hace referencia al Instituto Colombiano de Reforma Agraria en-


cargada de ejecutar el programa de reforma agraria en el país impulsado en el gobierno
de Lleras Restrepo (1966-1970), que entre otros, creó diferentes institutos y organismos
de regulación, control, asistencia, promoción y comercialización para el sector agrope-
cuario del país, pero que con la incorporación de los postulados político-económicos
neoliberales de la década de 1990, se liquidan dando paso a instituciones y corporacio-
nes de doble carácter (público-privadas) con lo que se concentra el apoyo hacia los
productores capitalizados del sector, en deterioro de los productores de base doméstica.
En cuanto a la reforma agraria, se desvirtúa dando paso a los esquemas de mercado
asistido de tierras, dejando en manos en las dinámicas de la oferta y la demanda la
resolución de las problemáticas sobre el acceso a la tierra.

78
Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

La crisis del sector se tradujo en la inviabilidad económica de miles


de productores lo cual conllevó a una reconversión de la actividad pro-
ductiva, desaparición de unidades campesinas y un generalizado empo-
brecimiento de la población. Esta situación -en un país que vive un
conflicto interno armado-conlleva a que la dinámica de la guerra irregu-
lar se haga presente en zonas donde históricamente no había logrado
una real expansión.
Palacio y Cifuentes (2005: 5) “consideran que en la complejidad del conflicto
interno en Caldas se entrecruzan variables, actores, situaciones y lógicas particulares
de articulación, que dibujan la cartografía de éste y registran hoy la lucha por el
control territorial y social entre los actores armados para y contraestatales”. Así, el
oriente del departamento caracterizado por ser zona ganadera se en-
cuentra bajo el dominio de las autodefensas (paramilitares) que desarro-
llan acciones tenientes a consolidar su territorio y a contrarrestar la
expansión guerrillera. Por otra parte, el occidente caracterizado por ser
zona de asentamientos campesinos, es dominado por la guerrilla que
busca mantener su control y detener el avance de las autodefensas.
El conflicto armado abarca una compleja y variada conjunción de
fenómenos, en donde la disputa por la tierra y el territorio se convierten
en el centro de la confrontación; y las poblaciones campesinas que lo
habitan, se convierten en víctimas de la confrontación y actores de la
resistencia por asegurar su permanencia y reproducción social y del
territorio.
En la actualidad la región Occidente Alto se constituye en un impor-
tante foco de desarrollo económico para los intereses del capital. Por
una parte, cuenta con una amplia oferta de recursos naturales represen-
tados en tierras, reservas de agua y minerales; y además se encuentra
ubicada en la ruta de comunicación entre los puertos del pacífico y el
centro del país, ofreciendo ventajas a la producción y comercialización
de mercancías. Esta situación ha conducido a que el municipio tenga
cada vez mayor relevancia geopolítica.
En este contexto las comunidades campesinas se enfrentan a la pre-
sión de los diferentes actores armados, que buscan obtener ventaja del
territorio y sus recursos, obligándolos tomar posición y sometiéndolos a
la posibilidad de represión por parte de la fuerza opositora. Particular-
mente en Supía, en la zona norte del municipio que limita con el muni-
cipio de Caramanta, Antioquía, se configura un corredor para la guerri-
lla favorecida por el acceso a la troncal del occidente y por las vías que

79
Organización, resistencia y persistencia campesina… L. F. RINCÓN

llegan éste. A las comunidades se les propuso servir de informantes,


que tendrían el objetivo de advertir el movimiento de población ajena a
la comunidad para lo cual contarían con radios de comunicación para
dar aviso a las autoridades y por cuya información recibirían un incenti-
vo económico.
De este modo el campesinado es puesto en medio del conflicto ex-
puesto a la acción de cualquiera de los actores del conflicto por brindar
apoyo o negarse a éste, lo cual es entendido como colaboración hacia el
otro bando. Las fuerzas militares por su parte, desconociendo su mi-
sión de protección a la población civil, desarrollan acciones de persecu-
ción y criminalización de las comunidades campesinas, agravando la
crisis humanitaria que este segmento de la población debe enfrentar.

A modo de cierre

El campesinado colombiano, al igual que sus homólogos en distintas


latitudes, han debido enfrentar los procesos de expansión capitalista y
modernización de la sociedad que los considera como un lastre anacró-
nico, que las dinámicas del mercado y los procesos de desterritorializa-
ción se encargaran de corregir, y en el mejor de los casos, eliminar. Nos
obstante, cada tanto en tanto, los polifónicos y rústicos, los campesinos del
milenio (Batra 2007), se toman su destino por el mango, y en pequeñas
venturas rebeldes, logran la transformación de las estructura sociales
que desde siempre han sido la causa de su marginalidad y sometimiento.
Como lo menciona Teresa, una suerte de encarnación de las raíces
indígenas y negras que pueblan Supía, pero con una firme conciencia
campesina; allí “no hay indios realmente ni hay campesinos realmente; hay gente
que tiene sus raíces”. El campesinado moderno producto del capitalismo y
de su resistencia al capitalismo, se ve enfrentado en nuestro continente
con un trasfondo histórico, el sometimiento colonial y sus secuelas; de
modo que, y parafraseando a Bartra (2010), “los campesinos de por acá
son, en sentido estricto, campesindios”.
Los campesindios por muchos años pudieron promover procesos
sociales y comunitarios en defensa de los rasgos constituyentes de su
identidad y de garantizar los elementos básicos para su subsistencia y
reproducción social; no obstante la promoción de políticas diferenciales
(leyes preferentes) y el reconocimiento del territorio y autonomía para
las poblaciones étnicas, han conllevado en un contexto de retroceso

80
Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

económico y social producto de las políticas neoliberales, a una división


en busca de obtener reconocimiento de las instituciones e instancias
gubernamentales, para así poder adaptarse a las nuevas dinámicas polí-
ticas y económicas en busca de la persistencia.
Actualmente las poblaciones rurales en Colombia se enfrentan a
procesos que permanentemente amenazan con su existencia, y ante los
cuales, como nos enseña Tere, la resistencia organizada y la dignidad se
constituyen en su única defensa.

Agradecimientos

El autor agradece a los y las representantes de la Asociación Muni-


cipal de Usuarios Campesinos de Supía, AMUC-Supía; por permitir el
acercamiento a la organización, compartir sus trayectorias de lucha y
relatos de vida.

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Recibido: 21 de julio de 2011.


Aceptado: 3 de octubre de 2011.

83
TENSIONES EN LOS MOVIMIENTOS SOCIALES EN
VENEZUELA. EL CASO DEL FRENTE NACIONAL
CAMPESINO EZEQUIEL ZAMORA

Yanina SETTEMBRINO

Resumen
Los movimientos sociales venezolanos acompañan, construyen y se
dirimen en un proceso revolucionario cargado de tensiones y antago-
nismos. Organización estatal vs. organización popular, respuestas a las
coyunturas políticas vs. construcción del poder popular, autonomía vs.
dependencia, mirada crítica vs. dogmatismo revolucionario, profundi-
zación del proceso revolucionario vs. reformismo. A estas y otras ten-
siones se enfrentan los movimientos sociales venezolanos en la actuali-
dad. El Frente Nacional Campesino Ezequiel Zamora (FNCEZ) es,
podría decirse, el movimiento social surgido del seno del pueblo vene-
zolano que actualmente estructura una propuesta concreta de construc-
ción de poder popular desde las bases, y se enfrenta a estas y otras ten-
siones de un proceso revolucionario en crecimiento y expansión. En la
resolución, nunca definitiva sino dialécticamente en movimiento, es que
el Frente va configurándose como una fuerza social particular que in-
tenta (y logra) contribuir y ser parte activa de este proceso revoluciona-
rio. La propuesta entonces es analizar el papel del Frente, y sus carac-
terísticas particulares, dentro del contexto de un proceso revoluciona-
rio, que como todos posee contradicciones internas, pero que se estruc-
tura como una alternativa mundial al capitalismo en decadencia.
Palabras clave: Venezuela; campesinado; movimientos sociales; Frente
Nacional Campesino Ezequiel Zamora.

Abstract
Venezuelan social movements accompanying built and are settled in a
revolutionary process fraught with tensions and antagonisms. Vs State


Licenciada en Sociología (UBA). FCSoc, Universidad de Buenos Aires. Email: yaniset-
tem@yahoo.com.ar.

Settembrino, Y. (2012), “Tensiones en los movimientos sociales en Venezuela. El caso


del Frente Nacional Campesino Ezequiel Zamora”, Cuadernos de Antropología, No. Espe-
cial: 85-94. ISSN: 0328-9478 (impreso).

85
Tensiones en los movimientos sociales en Venezuela… Y. SETTEMBRINO

organization. popular organization, answers to the political situation vs.


construction of popular power, autonomy vs. dependence, critical look
vs. revolutionary dogmatism, vs. deepening of the revolutionary pro-
cess. reformism. These and other stresses faced by Venezuelan social
movements today. The National Peasant Front Ezequiel Zamora
(FNCEZ) is, arguably, the social movement emerged from within the
Venezuelan people that currently a concrete structure construction of
popular power from below, and confronts these and other stresses of a
revolutionary process growing and expanding. In the resolution, but
ultimately never moving dialectically, is that the Front is configured as a
particular social force that tries (and succeeds) to contribute and be an
active part of this revolutionary process. The proposal then is to ana-
lyze the role of the Front, and its particular characteristics, within the
context of a revolutionary process, which as we all have internal con-
tradictions, but is structured as a global alternative to capitalism in de-
cay.
Key words: Venezuela, peasantry, social movements, Frente Nacional
Campesino Ezequiel Zamora.

El Frente Nacional Campesino Ezequiel Zamora

“El Frente Nacional Campesino Ezequiel Zamora (FNCEZ), es una


organización político social del movimiento campesino que agrupa a
pequeños y medianos productores, cooperativas, asentamientos, comu-
nidades campesinas, consejos campesinos, redes de productores libres y
asociados, consejos comunales y comunas e individualidades de distin-
tos lugares del país comprometidos en la lucha por la revolución agra-
ria. Tiene como propósito impulsar la lucha por la revolución agraria, el
poder popular y el socialismo, consciente del papel crucial que juega el
campo para lograr la liberación nacional, la justicia social, la soberanía
alimentaria y el desarrollo endógeno en el país”1
De esta manera el FNCEZ se define como un movimiento social
que participa activamente del proceso revolucionario bolivariano. Las
raíces del Frente se remontan a fines de la década de 1980, en la fronte-
ra venezolano-colombiana, particularmente en la zona de contacto

1Definición extraída de documento desarrollado por el FNCEZ para la formación de


cuadros.

86
Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

entre Apure (Venezuela) y Arauca (Colombia). Allí un hecho es identi-


ficado por los militantes como hecho fundador de un movimiento so-
cial incipiente. Se produce la Masacre del Amparo, donde doce campe-
sinos y pescadores son asesinados por una brutal represión. Surge en-
tonces una organización no gubernamental para la defensa de los Dere-
chos Humanos de los campesinos de la zona.
Con el transcurrir del tiempo, organizaciones estudiantiles universi-
tarias se unen a la lucha y comienzan a desarrollar un movimiento de
base campesina. Así se abren frentes en tres regiones del país, articulan-
do acciones concretas reivindicativas (principalmente toma y recupera-
ción de tierras) con movilizaciones de las bases a distintos puntos
neurálgicos de la zona ampliada (marchas y cortes de rutas).
En 2005 el movimiento realiza la Primera Asamblea Nacional Cam-
pesina, y como resolución de la misma se conforma el Frente Nacional
Campesino Ezequiel Zamora (FNCEZ) unificando bajo una misma
bandera a las organizaciones regionales que la conformaban, a fin, y
como resultado, de seguir ampliando la base popular de la organización.
Desde ese momento hasta la actualidad el FNCEZ se consolida como
una organización político-social que lucha por la construcción del Po-
der Popular Socialista.
Durante ese mismo período, emerge y se consolida en Venezuela
una nueva fuerza política, que tiene como líder militar y político al co-
mandante Hugo Rafael Chávez Frías. El 27 de febrero de 1989 se pro-
duce el “Caracazo”, un estallido social que se extiende por todo el país,
que tiene como detonador una protesta de carácter reivindicativo. Pero
se transformó en la expresión de un descontento popular hacia las polí-
ticas neoliberales que el gobierno venezolano de ese momento (siguien-
do las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional FMI) se
disponía a implementar. Tres años después, el 4 de febrero de 1992 se
produce la insurrección cívico-militar liderada por el comandante
Chávez, la cual fracasa debido a la poca organización política de base
que el Movimiento Bolivariano Revolucionario (MBR) había desarro-
llado.
En el siguiente período (1992-1998), este movimiento va creciendo
como una fuerza política nueva en la realidad venezolana, no sin diri-
mirse a su interior el primer debate decisivo: ¿era la vía electoral la nue-
va táctica para acceder a “la toma del poder”, de un movimiento surgi-
do de las Fuerzas Armadas, donde la conceptualización del proceso

87
Tensiones en los movimientos sociales en Venezuela… Y. SETTEMBRINO

revolucionario se había definido en primer término a través de ideas


tradicionales de la izquierda revolucionaria latinoamericana? Tal como
lo indica William Izzarra (2009) este debate se dio al interior del movi-
miento, y se llegó a la conclusión de que a partir de las nuevas condi-
ciones y correlación de fuerzas la vía electoral era una instancia válida
para llegar a la conducción del país, sosteniendo de igual forma la estra-
tegia de “ir a fondo con los cambios estructurales”. Desde este momen-
to, la Revolución Bolivariana, y los actores políticos que la conforman,
empiezan a configurar un proceso político que irá adquiriendo carac-
terísticas particulares, a pesar de erigirse como continuador de las lu-
chas revolucionarias latinoamericanas de los últimos 200 años.
La tensión se resuelve y el movimiento define la vía electoral como
un método válido, y para tal fin se conforma el Movimiento V Repúbli-
ca (MVR) de base nacional, popular y bolivariana. Luego de una gira
por el país de su líder, se presenta a elecciones presidenciales, y en di-
ciembre de 1998 triunfa. A partir de aquí, el proceso revolucionario
venezolano ingresa en una nueva etapa, ahora al frente de un gobierno
democrático, visto como instrumento para lograr el cambio estructural
que el movimiento se había planteado. Durante los siguientes años
hasta la actualidad, se producen distintos sucesos importantes, algunos
que deben ser tomados en cuenta para la comprensión de la temática
que se intenta desarrollar.
En 1999 se aprueba la reforma constitucional, lo que permite no so-
lamente la reelección de Chávez, sino también la modificación y apro-
bación de un nuevo compendio de leyes necesarias para la profundiza-
ción del proceso revolucionario. Es así que en 2001 se aprueban 49
leyes habilitantes, entre ellas la Ley de Tierras, vista esta como triunfo
de la lucha campesina, y hecho fundamental para comprender el desa-
rrollo y desenvolvimiento del FNCEZ en la conformación, ampliación
y crecimiento de un movimiento político de base social.
Los hechos de abril de 2002 (golpe de Estado y secuestro del Presi-
dente constitucional) y de diciembre del mismo año (paro petrolero)
solo pueden comprenderse en este marco de tensiones entre una oli-
garquía que ve en riesgo el monopolio del poder económico del país, y
una base social que apoya a su líder constitucional y se moviliza en su
defensa. Los movimientos sociales, incluido el FNCEZ, responden a la
necesidad urgente de movilización popular en apoyo al proceso revolu-
cionario e intensifican su lucha. Es así que en el caso del Frente Cam-

88
Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

pesino (aún no constituido como Frente Nacional) se convoca a una


marcha en apoyo al Presidente.
El proceso revolucionario en Venezuela seguirá afrontando desafíos,
con avances y retrocesos, en los años siguientes hasta la actualidad, y el
FNCEZ, constituido como una fuerza social en desarrollo, continuará
avanzando en dirección a ampliar su base social y apoyar el proceso
revolucionario, sin perder su autonomía.

Las tensiones

El proceso revolucionario en Venezuela se encuentra desde sus ini-


cios atravesado por una tensión principal, identificada como la central a
la hora de analizar las relaciones entre los diferentes actores sociales que
se ponen en juego. Esta tensión es identificada como reforma vs. revolu-
ción. Izarra (2009) define como revolución a todos aquellos cambios orien-
tados a la transformación de las relaciones de poder, relaciones sociales
y relaciones de producción, en la conformación del Socialismo como
sistema social. Del otro lado, como reforma se identifica a todos los
cambios y continuaciones orientados a la mantención de las relaciones
de dominación que ejercen las cúpulas sobre el colectivo.
Para este autor la diferencia tiene una base ideológica, y todas las
medidas gubernamentales o acciones de los sujetos sociales que se ana-
licen atravesadas por esta tensión responderán a una lucha entre mode-
los económicos, sociales y políticos antagónicos. Toda conducta fuera
de la estrategia de cambio en las relaciones de poder y de producción es
entonces contra-revolucionaria; sea cual fuere el actor que la adopte.
Por su parte Petras (2008) también reconoce esta tensión, pero la
identifica particularmente dentro de lo que denomina “Chavismo”,
señalando a actores sociales supuestamente a favor del proceso liderado
por Chávez, pero que se encuentran dispersos en un espectro que va
desde los “izquierdistas” y “centristas” dentro del gobierno de Chávez,
y una base popular que acuerda con la radicalización del proceso revo-
lucionario, en apoyo a las medidas del Presidente.
A nuestro entender, fuera de los actores políticos oficialistas, esta
tensión se traduce en un sector opositor al proceso, ligado a intereses
imperialistas internacionales, donde la Revolución corresponde a una
postura anti-imperialista.

89
Tensiones en los movimientos sociales en Venezuela… Y. SETTEMBRINO

La tensión reforma-revolución también se expresa en los avances y re-


trocesos de la adopción y construcción de un nuevo modelo democráti-
co protagónico y participativo (en oposición al modelo de democracia
representativo actual de la mayoría de las naciones latinoamericanas);
donde la edificación de un Nuevo Estado Comunal Socialista responde
a una nueva arquitectura institucional que se va conformando a partir
de, entre otras; la aprobación de la reforma constitucional de 1999, la
aprobación de la Ley Orgánica de los Consejos Comunales (2006 y
posterior reforma en 2009), y la nueva Ley de las Comunas Socialistas
(2010). Sin embargo, la derrota en el referéndum de diciembre de 2007
para una nueva reforma de la constitución nacional, donde se aseguraba
avances en la transición entre este Nuevo Estado Comunal Socialista y
el antiguo Estado Burocrático, demuestra que este no es un proceso
lineal ni evolutivo.
El FNCEZ no queda ajeno a esta tensión, mas sin embargo adquie-
re una posición inequívoca2 en cuanto a la construcción de este nuevo
Estado.
En primer término se opone activamente a la Reforma; no solo en el
discurso, con la publicación de documentos y comunicados, donde
condena al “reformismo” y al “burocratismo”; sino también con la
convocatoria de movilizaciones populares en contra de estos “peligros
internos de la Revolución” en las zonas de mayor fuerza política.
En la base de su estrategia de construcción del Poder Popular, la co-
laboración y participación activa en la organización y fortalecimiento de
los Consejos Comunales, Comunas Socialistas y Ciudades Comunales
en el territorio, aparece como una dimensión fundamental de su acción
política. Así, por ejemplo, en 2007, tres años antes de la aprobación de
la Ley de las Comunas Socialistas, y visualizando una necesidad históri-
co-social, conforma un nuevo instrumento de lucha: el Frente Nacional
Comunal Simón Bolívar (FNCSB), cuyo objetivo principal es servir de
herramienta para el impulso y construcción de los distintos niveles de
organización popular, expresiones del Poder Comunal, que trasciende
ya la cuestión campesina para empezar a desarrollar acción política
también en el ámbito urbano. Así también, y fruto del desarrollo de una
metodología propia en la profundización de las formas de organización
popular, hace una propuesta concreta ante Diputados de la Asamblea
Nacional para el texto de Ley de las Comunas Socialistas que años pos-

2 La posición del FNCEZ es extraída de documentos elaborados por el Frente.

90
Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

teriores será aprobada, y la cual también recoge estas experiencias sur-


gidas del seno del pueblo venezolano.
Esto último es también expresión de otra de las tensiones que se
dan al interior del proceso revolucionario venezolano, y en la que los
movimientos sociales tiene un papel fundamental: es la tensión entre las
fuerzas “desde arriba” y las fuerzas “desde abajo”, o la determinación y
construcción de procesos e instituciones sociales desde el Estado o
desde las organizaciones populares o pueblo organizado.
Uno de los objetivos principales del FNCEZ es la construcción del
Poder Popular “desde abajo”, lo que se traduce en una toma de posición
en cuanto a que el Estado en su forma actual, debe apoyar, y nunca de-
terminar, los procesos sociales que el Pueblo, en su forma organizada, irá
desarrollando. Aquí retomo la concepción de que estas tensiones están
dialécticamente relacionadas con el desarrollo del proceso revolucionario
venezolano, en cuanto a que si bien la construcción del Socialismo, el
Estado Comunal Socialista y a su vez el Poder Popular está en proceso,
es en la tensión del “arriba” y el “abajo” en que estas construcciones e
instituciones adquirirán características particulares. Tal como lo plantea el
Proyecto Nacional Simón Bolívar (Primer Plan Socialista de la Nación) el
período 2007-2013 es identificado como un período de CONSTRUC-
CIÓN del Socialismo del Siglo XXI, por lo tanto no se puede considerar
que la realidad de la Venezuela contemporánea, se corresponda con un
modelo acabado de “un mundo mejor”.
El FNCEZ, su desarrollo y su papel político y social no puede ser
comprendido entonces sin esta tensión, en donde ciertas medidas “des-
de arriba”, como la aprobación de la Ley de Tierras le brindan un ma-
yor marco de acción y por lo tanto funcionan como herramientas habi-
litantes de la lucha política, y a la vez su actividad como catalizador en
la consolidación de una base social fortalece y consolida el proceso
revolucionario bolivariano.
Pero es en esta relación con el Estado que una nueva tensión apare-
ce y es la que se da al interior del movimiento en cuanto a conservar su
autonomía como movimiento independiente o insertarse en las estruc-
turas estatales y gubernamentales. Si bien todo movimiento social inten-
ta acceder a espacios de poder, la manera de hacerlo es un delicado
equilibrio, y más aún, incluso responde a las características que este
movimiento social va adquiriendo en el transcurrir del proceso revolu-
cionario.

91
Tensiones en los movimientos sociales en Venezuela… Y. SETTEMBRINO

Correspondió a un debate al interior del movimiento dar pasos (de


avance y retroceso) en cuanto a la conservación de la autonomía, inten-
tando siempre mantener una mirada crítica constructiva hacia el proce-
so revolucionario. Esto no ha sido ni es fácil, mucho más visto desde la
antigua conceptualización de la izquierda latinoamericana, en donde la
“oposición” al “otro opresor” es la característica fundante de todo mo-
vimiento social revolucionario que se precie de tal. La lucha interna del
FNCEZ, y su determinación en la construcción de una corriente de
pensamiento independiente, de la mano de un proyecto revolucionario
institucionalizado en un gobierno democrático, corresponde a un es-
fuerzo y un debate maduro, que se retoman constantemente pero en el
que se sigue privilegiando a la autonomía como característica funda-
mental del FNCEZ. Esta característica no es común a todos los movi-
mientos sociales en Venezuela.
Es importante aclarar que uno no puede leer la historia y el momen-
to actual de un movimiento social sin tener en cuenta que este nunca es
homogéneo, sino que también, fruto de estos debates y tensiones inter-
nos, es que irá adquiriendo distintas configuraciones e identidades. Y a
la vez está conformado por individualidades distintas que también agre-
gan complejidad al análisis de los fenómenos sociales, en este caso, un
movimiento social determinado.
Así es que también al interior del FNCEZ se da otra tensión en rela-
ción con todas las anteriores: la eterna lucha entre “lo urgente” y “lo
importante”. En este caso, esta disyuntiva toma como expresión la
orientación de recursos (materiales y humanos); por un lado, a la res-
puesta a las coyunturas políticas del proceso revolucionario y; por el
otro, a la acción constante y sostenida de la construcción del Poder
Popular a partir de acciones de organización popular y la formación de
militantes.
Ambas acciones responden a la necesidad concreta de apoyo y forta-
lecimiento del proceso revolucionario bolivariano, pero mientras las
primeras están orientadas a responder, por ejemplo a la movilización de
recursos en pos de la victoria en las últimas elecciones a la Asamblea
Nacional, las segundas acciones se orientan a la formación de cuadros,
la presencia permanente en comunidades de base a fin de profundizar
las organizaciones como Consejos Comunales y Comunas Socialistas; y
el desarrollo de la base material socialista. En un movimiento social, de
base popular y autónomo, los recursos (materiales y humanos) siempre

92
Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

son escasos en comparación a la tarea descomunal que supone atender


al mismo tiempo, estos dos “frentes de lucha” (lo urgente y lo impor-
tante). Por lo tanto, las definiciones de estos debates que se van dando
al interior del movimiento, también configuran sus posiciones e identi-
dad como fuerza social. Esta tensión está siempre en movimiento. Los
procesos y fenómenos sociales nunca son lineales.

A modo de conclusión

Desde hace más de una década en Venezuela se dio inicio a un pro-


ceso de transformaciones políticas, sociales y económicas. Un proyecto
nacionalista, antiimperialista, de integración latinoamericana, de igual-
dad y justicia social, democrático-participativo y de Poder Popular, es
identificado como el nuevo Socialismo del siglo XXI. Los movimientos
sociales han sido sujetos activos de esta revolución, y el FNCEZ ha
aportado desde una posición autónoma y particular, elementos para la
construcción del Poder Popular y la profundización del Proceso Revo-
lucionario Bolivariano.
Del constante movimiento entre las tensiones planteadas en el Pro-
ceso Revolucionario, así como también aquellas planteadas al interior
del FNCEZ; se puede hacer una lectura concreta en cuanto a la relación
Estado y Movimientos Sociales, y los conflictos que de esta se derivan.
Tanto el primero como los últimos se constituyen como actores políti-
cos que se condicionan, y a veces se determinan, recíprocamente, dan-
do características particulares a un proceso en cambio permanente.
Queda abierto el debate a incorporar otras tensiones y antagonismos
que hayan surgido o surjan en el futuro, y que sigan configurando el
desarrollo del FNCEZ y el Proceso Revolucionario Bolivariano en
general.

Bibliografía

Ayala, M. y P. Quintero (comps.). 2009. Diez años de revolución en Venezue-


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CEFES. 2008. Introducción al carácter de la Revolución Bolivariana. Editorial
CEFES, Barinas.
Frente Nacional Campesino Ezequiel Zamora. 2009. Historia del Frente
Nacional Campesino Ezequiel Zamora. FNCEZ, Barinas.

93
Tensiones en los movimientos sociales en Venezuela… Y. SETTEMBRINO

Izarra, W. 2009. Momentos de la Revolución (2003-2007). Fundación Edito-


rial el Perro y la Rana, Caracas.
Petras, J. 2008. América Latina: movimientos, cambios y gobiernos de centroiz-
quierda. Monte Ávila Editores, Caracas.
Sanoja, M. y I. Vargas-Arenas, I. 2008. La revolución bolivariana. Monte
Ávila Editores Latinoamericana, Caracas.

Recibido: 10 de diciembre de 2011.


Aceptado: 26 de febrero de 2012.

94
DESARROLLO Y NORMATIZACIÓN DE LA PRODUCCIÓN
EN EL CIRCUITO PRODUCTIVO FRUTÍCOLA DEL
ALTO VALLE DE RÍO NEGRO

Liliana LANDABURU

Resumen
El Alto Valle de Río Negro históricamente fue estructurado con la
penetración de formas capitalistas de producción. El modelo neoliberal,
y los cambios propuestos por los modelo de desarrollo modificaron el
espacio productivo, agravando sus condiciones estructurales y dando
origen a una normatización de la producción que afecta a los sectores
liminales del espacio productivo. Describiremos y analizaremos las
“Buenas Prácticas Agrícolas”, y los nuevos planes de desarrollo regional
en función de la nueva dinámica que adquiere el capital, exacerbando
los procesos de desigualdad y concentración del capital, como así tam-
bién la implementación de prácticas empresariales en el ámbito rural.
Palabras clave: espacio rural; desarrollo; buenas prácticas agrícolas;
desigualdad; capital.

Abstract
The Upper Black River Valley was historically structured penetration of
capitalist forms of production. The neoliberal model, and the model
proposed by development changes modified the productive space, ex-
acerbating their structural conditions and giving rise to a standardiza-
tion of production that affects the productive sectors liminal space.
Describe and analyze the “Good Agricultural Practices” and the new
regional development plans based on the new dynamics acquires capital
processes exacerbating inequality and concentration of capital, as well
as the implementation of business practices in rural areas.
Key words: countryside; development, good agricultural practices; ine-
quality; capital.


Lic. Ciencias Antropológicas. Becaria Doctoral UBA Instituto Ciencias Antropológi-
cas. Facultad Filosofía y Letras. UBA. liliana-landaburu@hotmail.com

Landaburu, L. (2012), “Desarrollo y normatización de la producción en el circuito


productivo frutícola del Alto Valle de Río Negro”, Cuadernos de Antropología, No. Espe-
cial: 95-116. ISSN: 0328-9478 (impreso).

95
Organización, resistencia y persistencia campesina… L. F. RINCÓN

Introducción1

El espacio social del Alto Valle de Río Negro, en la Patagonia argen-


tina, se divide entre las dos provincias homónimas, a lo largo del Rio
Negro y se ha conformado con la penetración de formas capitalistas de
producción. Es el mayor oasis irrigado que se encuentra a lo largo del
río, con una superficie productiva actual de cien mil hectáreas, de las
cuales el 70% se encuentra bajo riego y representa el 85% del producto
sectorial, siendo los cultivos de pera y manzanas los más importantes en
la zona. La actividad se caracteriza por ser de capital y mano de obra
intensiva, y con productores que deben competir internacionalmente.
El trabajo de campo se ha realizado en la última colonización plani-
ficada, que corresponden a las ciudades de Villa Regina, Chichinales e
Ingeniero E. Godoy, departamento General Roca, Provincia de Rio
Negro y se han elegido unidades productivas con una superficie de 20 a
25hs, teniendo en cuenta la superficie histórica promedio de planifica-
ción.
A partir de los cambios técnicos y tecnológicos operados en el espa-
cio regional, este trabajo se propone poner en tensión los procesos de
modernización en relación con la dinámica del capital, los cuales se
articulan con los modelos impuestos por los programas de desarrollo
rural.
La historia de este espacio productivo comienza en el mismo mo-
mento que se inicia la ocupación a la Patagonia a partir del exterminio y
la matanza indígena llamada “Conquista al desierto”. Una vez concluida
la campaña se proveerá, a través de fuertes militares, seguridad a los
valles y se efectivizará la definitiva expansión territorial.
Esta expansión inicialmente estará vinculada con la primer gran obra
en la región, el dique Ballester que desagua en el lago Pellegrini, tendrá
como finalidad principal la de regularizar los cursos fluviales y sistema-
tizar la irrigación sobre tierras que inmediatamente se destinarían a la

1 Este trabajo forma parte de la investigación realizada para la tesis doctoral en el Alto
Valle de Río Negro. El trabajo de campo se ha realizado en la última colonización
planificada, que incluye las ciudades de Villa Regina, Chichinales y General Enrique
Godoy, Departamento General Roca. El universo de estudio han sido unidades pro-
ductivas menores a 25has, medianos empaques y frigoríficos. Se ha articulado el trabajo
de campo, entrevistas estructuradas y semi estructuradas con los planes de desarrollo a
nivel internacional y nacional-local, implicando una mirada más amplia que articula lo
micro y macro del espacio regional.

96
Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

producción frutihortícola (Radovich 2003). La construcción de la obra


comenzará en 1916, y el último tramo del canal principal del sistema
integral de riego del Alto Valle se realizará en 1928.
Un mecanismo de recuperación de tierras a través de la compra por
intermedio de inversores, dará origen al poblamiento cuya forma básica
será procesos de colonización, conformando una estructura productiva
basada en pequeñas parcelas familiares, característica de la estructura
agraria de la región. Este proceso llevado a cabo por inversores ingleses,
italianos y franceses, permite observar en la última colonización planifi-
cada en el valle una triangulación financiera auspiciada por la Embajada
de Italia en la Argentina, junto a los representantes de los Bancos de
Italia y Río de la Plata, el Banco Francés e Italiano para la América del
Sur y cinco compañías navieras italianas radicadas en Buenos Aires, las
cuales iniciaran las tareas de colonización con el apoyo de la élite local.
La conformación de la estructura agraria en la zona, ancla en la idea
de progreso, la idea-fuerza más potente de la sociedad contemporánea.
Sin embargo, como señala Nisbet (1981) la inviabilidad a mediano y
largo plazos del modelo de civilización industrialista y depredador deri-
vado de esta noción, se hará cada vez más evidente, dando origen a una
fuerte diferenciación social. A pesar de ello, esta idea sostendrá dicho
proceso vinculado a la posibilidad de cambio y mejora del espacio re-
gional.
Conjuntamente al proceso de colonización, en 1928 el ferrocarril
Sud, bajo el control de capitales ingleses constituye una sociedad subsi-
diaria “Argentina Fruit Distributors” (AFD), la cual levantará los pri-
meros empaques en las estaciones ferroviarias, así la producción de los
colonos será transportada hacia el puerto de Buenos Aires y de allí a
Europa, controlando el capital inglés el proceso de producción, distri-
bución y consumo, y subordinando a las pequeñas unidades producti-
vas.
A partir de 1930 comienza a ampliarse la superficie de riego y a fina-
les de esa época la explotación de fruta se hace rentable, justificando el
surgimiento de establecimientos especializados exclusivamente en culti-
vo de frutales, surgiendo un nuevo sujeto social emergente, los farmers
del valle, los cuales constituirán el período de oro para la región de
estudio. Este período de florecimiento del espacio regional permitió un
proceso de acumulación, único en su historia, para los pequeños pro-
ductores rurales con unidades menores a 25 has, que representan el

97
Organización, resistencia y persistencia campesina… L. F. RINCÓN

91% del total, mientras que las de mayor dimensión entre 25 y 50 has
representan el 6% y los que superan dicho limite el restante 3% (INTA
1999).
Durante el gobierno del Presidente Perón, se nacionalizan los ferro-
carriles y las estaciones de AFD, pasan al dominio del Estado. Si bien
los empaques se mantuvieron cerrados, la fruta cosechada comenzó a
ser empacada en las mismas chacras y dando inicio posteriormente a los
primeros galpones de empaque de capital nacional. Es en este período
que se estableció un régimen para la transferencia definitiva de los bie-
nes rurales de los colonos, los cuales estaban embargados por la presión
del capital inglés y la colonia es incorporada al plan del Banco Hipote-
cario Nacional.
Durante la década de1 950, el Alto Valle se afianza cada vez más
como líder en el cultivo de frutas de pepita. Entre los años 1943 y 1950
el total cosechado en el país había alcanzado un promedio anual del
47% en manzanas y 57% en peras, mientras que en el año 1960 esa
participación había subido al 72% y 69% respectivamente (De Jong y
Tiscornia 1994).
Este periodo de fuerte acumulación, debido a la demanda externa,
significó en 1963 un ingreso equivalente a U$S 15 por cajón de manza-
na, un precio muy rentable para la época, lo cual implicó que la produc-
ción y la superficie plantada siguiera aumentando hasta entrados los
años 1970 (Manzanal 1983).
Simultáneamente a este proceso se iniciará un proceso de moderni-
zación, que incluirá la construcción de frigoríficos, el cual a su vez im-
pulsará una mayor producción de fruta y un importante aumento de la
cantidad de frigoríficos instalados en la región, pasando de 9 en 1957 a
48 en 1968. Esta escala continuó a cerca de 200 a comienzos de los
años 1980 con una capacidad de 25.7 millones de cajones (De Jong y
Tiscornia 1994).
Paulatinamente la incorporación de innovaciones en las chacras se
fue tornando más selectiva, innovaciones muy especializadas solo acce-
sibles a las grandes empresas, especialmente las integradas (Bendini
1999; Bendini, Tsakoumagkos 1999).
A mediados de la década de 1970, finalizará la época de esplendor
para la actividad frutícola y para los pequeños productores, los chacare-
ros. El surgimiento de nuevos actores sociales, entre ellos comercializa-
dores, empacadores e industriales, los ubicarán en un grado de depen-

98
Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

dencia al no poder controlar los eslabones de la cadena productiva y en


la mayoría de los casos al no poder acceder a los cambios técnicos y
tecnológicos que demanda el mercado mundial. La construcción de
Complejos Agroindustriales (CAI), profundizará la diferencia en la
mano de obra asalariada entre los trabajadores rurales y los de galpones
y frigoríficos.
El espacio social valletano sufre una notable transformación, en
1997, las siete empresas agroindustriales líderes de la región realizan
todas las etapas de la producción incluyendo la materia prima, acondi-
cionamiento, empaque, conservación en frigoríficos y exportación.
La intensificación del dominio del capital sobre el agro en el marco
de un proceso capitalista crecientemente globalizado, expulsa a los me-
dianos y pequeños productores del sector agrario, incidiendo este pro-
ceso sobre la exclusión en el medio rural y afectando así a la mayoría de
los productores rurales, sean estos pequeños o medianos productores,
campesinos y trabajadores sin tierra (Teubal 2001).
En este contexto los pequeños productores rurales, los chacareros,
imposibilitados de acceder a los cambios técnicos y tecnológicos, co-
mienzan a operar un proceso de descapitalización sistemática de sus
unidades. Para algunos autores, este contexto se vincula a un proceso
de campesinización producto de la exacción de la utilidad y el proceso
de descapitalización sistemático, (Castañon y Caggiaño 2001; Rofman
2005; INTA 1999).
Desde nuestra perspectiva, entendemos que los otrora “farmer” no
pueden categorizarse bajo un proceso de campesinización, dado que los
agentes económicos de referencia permanecen en sus chacras, funcio-
nando con la lógica capitalista que históricamente los conformó. Consi-
deramos su condición en términos de liminalidad dentro del sistema,
los bordes y límites del circuito productivo, que es a su vez, una situa-
ción estructural ligada a este período histórico particular (Landaburu
2007).
En este contexto los chacareros liminales han elaborado estrategias
para permanecer en el sistema, las cuales hemos denominado “equiva-
lentes” (Landaburu 2005) vinculadas con su pasado histórico, pudién-
dose encontrar desde aquellas de corte netamente paternalista hasta las
estrictamente vinculadas con la lógica del capital. En este entramado de
estrategias aparece una pluralidad de bases económicas (Comas
D´Argemir 1998) que permite observar un sistema integrado de rela-

99
Organización, resistencia y persistencia campesina… L. F. RINCÓN

ciones sociales contradictorias (Landaburu y Presta 2009) y en este


sentido procesos de subjetividad vinculados a su especificidad.
Hasta aquí, hemos intentado brevemente dar cuenta de la confor-
mación del espacio productivo; es nuestra intención a continuación
poder articular los diferentes planes, proyectos y modelos de desarrollo
propuestos a fin de comprenden y analizar la complejidad de este espa-
cio y las diferentes dinámicas que adquiere el capital.

Progreso, Modernización y Desarrollo

Las recetas del denominado Consenso de Washington 2 impactaron


en el espacio regional; el modelo neoliberal implementado universal-
mente, trajo consigo la reformulación del Estado, privilegiando la lógica
de la competencia, el mercado como regulador de los distintos órdenes
sociales, la concentración económica, el ajuste, la precarización del
empleo, la caída del salario, la exclusión y la desigualdad social.
En el Alto Valle la desregulación del Estado produjo un proceso de
discriminación hacia el sector más vulnerable, beneficiando a aquellos
con mayor poder económico y abandonando irremediablemente a los
más débiles, los cuales constituyen la mayoría de los agentes en la cade-
na productiva, produciendo un efecto en la región en la cual como
señala Rofman (1999) los que ganan y pierden son siempre los mismos.
El proyecto Cambio Rural3, organizado por el Instituto Nacional de
Tecnología Agropecuaria (INTA), en la década de 1990, se focalizó en
un proceso de reconversión productiva a partir de la incorporación de
nuevas variedades de peras y manzanas en las chacras, variedades que
demandaba el mercado externo.

2 Hoy se debate ampliamente sobre los efectos de las primeras reglas que se adoptaron
en los noventa en materia de reformas estructurales. El economista John Williamson
acuñó el término Consenso de Washington para denominar los acuerdos entre los
aparatos financieros de Estados Unidos y las Instituciones de Bretton-Woods. El
acuerdo consistía en: disciplina de las finanzas públicas para recurrir el déficit, determi-
nación de propiedades en los gastos públicos, reforma de la fiscalidad, adopción de un
tipo de cambio único, liberalización comercial, promoción de la inversión extranjera
directa, privatización de las empresas públicas, desreglamentación, fundamentalmente
para eliminar todo freno a la competencia y fortalecimiento de los derechos de propie-
dad (Comeliau C. 2000).
3 Programa Federal de Reconversión Productiva para la Pequeña y Mediana Empresa

Agropecuaria.

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Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

El proyecto tuvo como objetivo principal “Aumentar la calidad y canti-


dad de peras y manzanas, tendiente a mejorar la rentabilidad de la producción y
contribuir a la protección del medio ambiente” (INTA 1999: 14).
En la vida cotidiana de los chacareros, este proyecto se materializó
en la formación de grupos a cargo de agrónomos que brindaban aseso-
ramiento técnico gratuito inicialmente. Luego, una vez realizado el
nuevo aprendizaje, costeado por el Estado a través de su institución
agropecuaria, los chacareros deberían costear sus propios gastos de
asesoramiento técnico.
Ese asesoramiento implicaba, asimismo, la organización de los cha-
careros en pequeñas empresas, las cuales se conformarían con créditos
destinados a tal efecto, es decir, la organización empresarial permitiría al
banco otorgar un crédito para llevar a cabo la reconversión productiva.
A nosotros nos decían que no estábamos modernizados, que no estábamos recon-
vertidos, que teníamos que plantar variedades nuevas, en principio lo hicimos pero
después nos dimos cuenta que ese no era el problema, que la fruta no valía nada,
nosotros sacábamos créditos y no lo podíamos pagar con lo que ganábamos....”. Nos
juntábamos, nos decían que debíamos ser empresarios, organizarnos…“no nos
dimos cuenta que nos estaba pasando, al principio pedíamos créditos, después ya no
teníamos para hacer los trabajos en las chacras, solo para vivir, muchos de nosotros
nos habíamos gastados nuestro ahorro y ya no nos quedaba nada (Chacarero,
Nota de campo 2007).
Amerita observar cómo la idea de modernización/desarrollo, impul-
sada por cambios técnicos y tecnológicos relacionados con la reconver-
sión productiva se vincula directamente al ámbito empresarial, en el
cual aparece la idea de gestión empresarial en el ámbito rural valletano.
Cabe aclarar, que este proceso de reconversión productiva, destina-
do a un sector particular, aquel con mayor poder adquisitivo y capaci-
dad de acumulación, generó un proceso sistemático de descapitalización
que culminó en muchos casos en el remate de chacras debido al incum-
plimiento de los pagos bancarios contraídos. Muchas de estas chacras
fueron adquiridas por los agentes con mayor capacidad económica
dentro del sistema, emergiendo un proceso inicial de concentración de
riqueza y habilitando el ingreso de grupos concentrados de inversores
locales y extralocales.
Es interesante destacar que las propuestas de Desarrollo, se enmar-
can en el modelo propuesto a partir del Consenso de Washington y en
diferentes organismos internacionales, entre ellos, el Centro Latinoame-

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Organización, resistencia y persistencia campesina… L. F. RINCÓN

ricano para el Desarrollo Rural (RIMISP) y el Instituto Interamericano


de Cooperación para la Agricultura (IICA) proponen una transforma-
ción productiva que articule la economía del territorio con mercados
dinámicos, profundizando la competencia y la sustentabilidad, cobran-
do una significativa importancia el desarrollo institucional y estimulan-
do la concertación de los agentes locales y externos.
La Estrategia de Desarrollo Internacional, proclamada el 24 de oc-
tubre de 1970, implicaba una estrategia global, basada en acciones con-
juntas y concentradas a todas las esferas de la vida económica y social,
transformándose esta estrategia en una resolución casi simultanea de
Naciones Unidas, que establecía un proyecto para la identificación de
una aproximación unificada del desarrollo y su planificación, que inte-
graría completamente los componentes económicos y sociales en la
formulación de políticas y programas (Esteva 2000).
El termino desarrollo se revela polisémico, Sachs (1996); Escobar
(1998); Ferguson, (1990); J Lins Ribeiro, G (2007).
En este sentido, como bien señala Stavenhagen (1985) la solución
implicaba el crecimiento económico a través de diferentes estrategias
que enfatizaban diferentes elementos: algunas los recursos naturales,
otras el capital, la educación, o la tecnología.
La palabra clave era la modernización, supuesto a partir del cual, el
modelo implícito de las llamadas sociedades modernas se podía alcan-
zar si los países seguían ciertas estrategias de cambio social cultural y
económico dirigido.
En síntesis, aquellos que propusieron las políticas neoliberales para
América Latina con sus consecuencias devastadoras tanto para el ámbi-
to rural como urbano, son los mismos que desde diferentes organismos
propiciaran el concepto de Desarrollo Territorial Rural (DTR) como
forma de paliativo a la pobreza, los cuales implicarán nuevas acciones y
formas organizativas.
Dentro de la propuesta de DTR se incluye la iniciativa de Desarrollo
Económico Local (DEL) que propone Francisco Alburquerque (2004).
Esta corriente apunta a superar las limitaciones de los modelos econó-
micos neoclásicos, centrados en el modelo fordista de organización de
la producción, el cual toma como unidad de análisis a la gran industria,
sin considerar las características particulares del territorio donde se
localiza y reduciendo el desarrollo económico a la vía del desarrollo
industrial. Este enfoque, considera como referentes territoriales a los

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Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

sistemas denominados Sistemas Productivos Locales (SPL´s) en los


cuales las economías internas de escala se funden con economías exter-
nas locales, poniendo de relieve esta interacción.
De esta manera, junto a las relaciones económicas y técnicas de pro-
ducción, resultan esenciales para el desarrollo económico las relaciones
sociales y el fomento de la cultura empresarial.
Paralelamente, en el año 2003, un estudio sectorial realizado por el
INTA ,financiado por el Banco de Interamericano de Desarrollo (BID),
y coordinado por la oficina de La Comisión Económica para América
Latina y el Caribe (CEPAL) en Buenos Aires, a solicitud de la Secretaría
de Política Económica del Ministerio de Economía de la Nación, tuvo
como objeto central “brindar lineamientos sobre las políticas públicas necesarias
para posibilitar el crecimiento y desarrollo de los complejos agroindustria-
les”(Secretaria Agricultura 2003). Este proyecto concebía una produc-
ción primaria en condiciones óptimas, ingresando consiguientemente
en las etapas de comercialización sin considerar las condiciones estruc-
turales de los pequeños y medianos productores, lo cual garantizaba, a
nuestro entender, el crecimiento y el desarrollo de los complejos
agroindustriales (CAI). Cuando preguntamos a un técnico del INTA, en
nuestro último trabajo de campo en noviembre de 2010, qué sucedió
con ese proyecto, textualmente nos respondió: “de eso no quedó en nada”.
Debemos considerar, que de los grandes empaques del total de la
producción que comercializan, un 50% es producción propia, mientras
que el otro 50% restante, proviene de las diferentes unidades producti-
vas independientes, lo cual implicaba proceso de subsunción indirecta
(Gordillo 1992) dado que ellos supervisan el proceso de producción en
las chacras y generalmente adelantan los insumos necesarios para los
procesos culturales, siendo las pequeñas producciones quienes se hacen
cargo de la contratación de la fuerza de trabajo
Estas unidades, sufren en poco tiempo un proceso sistemático de
descapitalización, unidades domésticas que operan con la lógica del
capital pero descapitalizadas, transformando sus estrategias de repro-
ducción como así también la conformación de su subjetividad. En este
sentido hemos denominado a este proceso dialéctico totalidad – frag-
mentación (Presta y Landaburu 2006).
Al estudiar el espacio valletano, Rofman (1999), utiliza la categoría
de circuito productivo, un conjunto de unidades de producción, distri-
bución y consumo que operan intervinculadas entre sí a partir de una

103
Organización, resistencia y persistencia campesina… L. F. RINCÓN

actividad común a todas ellas. En este sentido el autor analiza el espacio


social como un proceso progresivo de desarrollo y exclusión que genera
la concentración de la riqueza y nuevos espacios productivos.
Nuevas áreas geográficas se incorporaron a la producción frutícola
(valle medio de los ríos Neuquén y Negro) bajo el impulso de las ahora
empresas integradas que unificaron en una unidad empresarial los eslabo-
nes principales: producción, empaque y comercialización de la cadena
frutícola y continuando con su rol de compradores de las cosechas a los
productores independientes. (Landriscini y Preiss, 2007).
“El valle del Río Negro ha cambiado drásticamente de perfil y la nueva dinámi-
ca incorporada apunta a un proceso cuyas consecuencias no son fácilmente detectables
en la actualidad pero que parece estar signado por una aceleración de diversas formas
de expulsión y – o exclusión, de amplia cobertura y significativo efecto social.”
(Rofman 2000: 353).
La globalización, afianzó la intervención de políticas de interven-
ción, bajo el postulado de una mayor integración a la economía mun-
dial, como respuesta a su fracaso político, al no tener un proyecto
mínimo y legitimo en lo social que garantice la modernidad económica
(Mattellanes 1998).
Para los espacios regionales, requirió nuevas formas de organización
del espacio rural y de los procesos de trabajo, conjuntamente con pro-
yectos de “desarrollo” que impulsaron una nueva construcción de la
ruralidad empresaria, propiciando la normatividad en la economía regional
una vez operado un inicial proceso de exclusión de las pequeñas unida-
des productivas.

Las Buenas Prácticas Agrícolas y la Organización Laboral

El proceso de globalización de los agroalimentos, se aceleró drásti-


camente en la última década con la incorporación de productos frescos,
vinculando regiones distantes, diferentes economías del globo, y otor-
gando, consecuentemente, una velocidad y articulación, quizás nunca
imaginada.
“De esta forma, los agentes que originariamente pertenecieron al sector de servi-
cios son considerados como propulsores de cambios en los espacios agrícolas o agroin-
dustriales, estableciendo un modelo de trabajo, de gestión y de empresa que orienta la
producción” (Cavalcanti; Da Mota; Da Silva, 2005: 101).

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Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

Argentina es signataria del Acuerdo sobre Medidas Sanitarias y Fito-


sanitarias de la Organización Mundial de Comercio. Este organismo
reconoce tres entidades con competencia para elaborar y emitir están-
dares internacionales para el comercio agropecuario: Comisión Interna-
cional de Protección Fitosanitaria (CAFI), la organización Mundial de
Salud Animal (OIE) y la C O D E X A L I M E N T A R I U S – In-
ternational Food Standards (CODEX).
Nuestro país ha suscrito diversos tratados internacionales en materia
de sanidad vegetal y animal. La sanidad vegetal en la Argentina se rige
por el Decreto-Ley Nº 6704, su organismo de aplicación es el Servicio
Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA), ente creado
a partir de la Ley Nº 1585/96.
Complementariamente al accionar del SENASA, la Secretaría de
Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación (SAGPyA) por resolución
71/99 aprobó la guía de Buenas Prácticas de Higiene y Agrícolas (BPA)
para la producción primaria y cosecha, (cultivo y cosecha), empacado,
almacenamiento y transporte de hortalizas frescas. Según el manual de
BPA del SENASA: “las buenas prácticas agrícolas (BPA) comprenden prácticas
orientadas a la mejora de los métodos convencionales de producción y manejo en el
campo, haciendo hincapié en la prevención y control de los peligros para la inocuidad
del producto y reduciendo, a la vez, las repercusiones negativas de las prácticas de pro-
ducción sobre el medio ambiente, la fauna, la flora y la salud de los trabajadores”.
El SENASA es una organización nacional de protección fitosanita-
ria que garantiza la ejecución de los programas de exportación. Por lo
tanto es su función normar, coordinar, supervisar y auditar los contro-
les de sanidad, delegando la ejecución a organismos gubernamentales y
no gubernamentales. También es su responsabilidad la habilitación de
inspectores, monitoreo, y la emisión del Certificado Fitosanitario Inter-
nacional.
Como podemos observar, estos programas y normativas están des-
tinados a proteger la exportación de fruta.
La Secretaria de Fruticultura de Río Negro, su área de Fiscalización
y el SENASA constituyen los organismos que asesoran a los producto-
res de fruta de exportación sobre la necesidad de estos de inscribirse en
el Registro Nacional Sanitario de Productores Agropecuarios (RENS-
PA) y cumplir con las normativas de las BPA.
Las empresas que empacan, refrigeran y exportan, realizan inspec-
ciones sobre las producciones que compran a los chacareros, con el

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Organización, resistencia y persistencia campesina… L. F. RINCÓN

objetivo de que la fruta que llega a los empaques cumpla con las BPA.
Este procedimiento se realiza en chacras que no son de su propiedad,
donde compran la producción de pera y manzana, que requieren de una
calidad óptima para poder abastecer el mercado externo, logrando indi-
rectamente, a través de la supervisión sistemática, un control vertical de
la producción.
Mira…los grandes acá compraron chacras, compraron muchas…, tienen mu-
chas hectáreas desparramadas por el Valle. Antes te daban los remedios, ahora
mandan a inspectores a ver si haces las cosas bien, viene y te hacen controles, inspec-
ciones, recorren los cuadros, te controlan todo, de eso no te podes escapar. Antes
compraban el monte de fruta, te compraban toda la fruta, entendés…ahora seleccio-
nan, lo que este bien para exportar, otro para el mercado interno, con diferente precio
y la de industria te arreglas vos…por eso terminas vendiendo la fruta al de siempre,
quizás a menos, pero sin tanta exigencia… (Chacarero, Nota de Campo
2010).
En la década de 1990 los procesos de subsunción indirecta se me-
diatizaban adelantando insumos, agroquímicos o dinero para realizar los
trabajos culturales de las chacras a cuenta de la materia prima que sería
entregada con la cosecha.
“Debemos considerar que el adelanto de insumos, es decir el capital usurario,
permite obtener grandes intereses. Por un lado los chacareros mantiene la propiedad
jurídica, pero el adelanto de insumos en muchos casos conlleva a un control indirecto
de los grandes o medianos productores en cuanto al desarrollo del ciclo productivo, lo
cual implica la subsunción indirecta formal (Gordillo, 1992) sin alterar el proceso
de trabajo al interior de la unidad” (Landaburu 2006: 196).
La implementación de las BPA en el espacio social, ha generado a su
vez un nuevo proceso de transformación técnico y tecnológico, sumado
al de reconversión productiva, exacerbando los procesos de subsunción
indirecta real (Gordillo1992) ya existentes y paralelamente normalizan-
do, regulando a través de las BPA la producción. Así mismo, cabe con-
siderar que este contexto ha generado un nuevo proceso de exclusión-
expulsión, dado que por las condiciones estructurales de los pequeños
productores rurales, no siempre existe la posibilidad de acceder a nue-
vos instrumentos técnicos y tecnológicos.
Observamos que la normatización de la producción a través de las
BPA, implica agentes privados y estatales que participan en el segui-
miento de la producción, los cuales a su vez están dirigidos por orga-
nismos internacionales. Por lo tanto, la supervisión del proceso produc-

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Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

tivo no solamente es responsabilidad de grandes empresas. Amerita


considerar, por consiguiente, que la producción sigue una normativa
piramidal desde los organismos internacionales hasta las pequeñas y
medianas producciones rurales.
El Plan Frutícola Integral para Río Negro y Neuquén de junio de
2008 (PFI) elaborado conjuntamente con el Instituto Nacional de Tec-
nología Agropecuaria (INTA), Instituto Nacional de Tecnología Indus-
trial (INTI), Fundación Barrera Zoofitosanitaria Patagónica (FUNBA-
PA), Agencia de Desarrollo Económico de la Provincia de Río Negro
(CREAR), Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria
(SENASA), Universidad Nacional del Comahue, entre otras institucio-
nes nacionales, regionales, públicas y privadas considera que: “(…) la
clave está en acrecentar el negocio (“agrandar la torta”) y distribuirlo con mayor
equidad (“repartirla mejor”). Hay acuerdo entre los miembros del Plan
Frutícola Integral que éste es uno de los desafíos”
Para acrecentar el negocio hay que trabajar en el desarrollo y consolidación de
los mercados externos e interno, siempre en conjunto con los organismos
regionales y nacionales correspondientes, sea para negociar aranceles,
realizar acciones de promoción conjunta y/o posicionar la fruta regio-
nal. Es necesario acercarse a los consumidores, conocerlos mejor, con-
tar con información de los cambios en sus deseos y preferencias. Dicha
información debe ser fluida y llegar en forma continua a todos los esla-
bones de la cadena frutícola.
Para responder a las expectativas de los consumidores, se debe tra-
bajar fuertemente en temas de calidad y seguridad alimentaria, otro eje fun-
damental del Plan Frutícola Integral.
Claramente es el sector de los pequeños y medianos productores los que necesitan
de mayores acciones concretas para equipararlos en aspectos de estructura productiva
y de regularización de aspectos jurídicos, impositivos entre otros, que les permita
además acceder a los beneficios de programas de otras instituciones.
En particular, es importante la adecuación de sus instalaciones a las
exigencias de las normas de calidad. La generalización del trabajo en el
marco de estas normas es estratégica y se logra con el financiamiento de
inversiones y con la capacitación de los principales actores del sector: traba-
jadores, productores y empresarios.
Un ingeniero agrónomo, que asesora a una mediana empresa que po-
see producción propia, empaque frigorífico, y que su producción la co-
mercializa en el mercado interno y a una empresa transnacional nos dice:

107
Organización, resistencia y persistencia campesina… L. F. RINCÓN

Las Buenas Practicas Agrícolas son las que nos exigen los compradores europe-
os, es fundamental la calidad, como se aplican los plaguicidas, se tiene en cuenta no
solo la calidad de la fruta, que tiene que ser casi perfecta, las tareas de los trabaja-
dores, que usen ropa adecuada para la actividad, el agua potable, los tractoristas,
deben seguir ciertas normas, que antes ni se tenían en cuenta, estas prácticas se deben
aplicar a toda la actividad laboral. Esto requiere de inversiones, por un lado, y no
todos tienen esa posibilidad, mas ahora, cómo esta la situación en el valle, y por el
otro un cambio cultural, una nueva manera de trabajar…Se requiere, calidad,
cantidad y continuidad en la producción (Nota de Campo 2010).
Indudablemente la calidad del producto a exportar basado en nor-
mas de sanidad adquiere, un protagonismo para las BPA, que permite
insertarse en el mercado internacional, un mercado que se consolida a
partir de la normatividad dada por las políticas de los países hegemóni-
cos.
Esta normatividad relacionada con la calidad y trazabilidad se articu-
la a las estrategias de las grandes empresas como así también a la im-
plementación de políticas empresariales en el ámbito rural, lo cual mo-
difica los procesos de trabajo tanto en las chacras como en los empa-
ques y frigoríficos.
Antes en las chacras se trabajaba distinto, uno hacia el trabajo…, yo me subía
al tractor, mis hijos ayudaban, se controlaba la poda, el raleo, en época de cosecha la
entrega de la fruta, ahora es muy distinto, hay que saber de remedios, de poda,
cada variedad se poda diferente!!! Ya no es como antes. Uno tiene que ser un especia-
lista… las cosas tiene que ser de una manera porque sino estas afuera”.Yo me
arreglo porque soy yo, mi mujer y mis dos hijos, todo lo hacemos nosotros, trabaja-
mos, hacemos las capacitaciones, ellos mas que yo…, van y se actualizan….Por eso
estamos todavía acá, sino es imposible y así y todo no nos podemos dar muchos
lujos, va ninguno, vivimos (Chacarero, nota de campo 2009).
La normativa impuesta por las BPA implicó desarrollar estrategias
competitivas que permitan mayor y mejor adaptabilidad, calidad dife-
rencial, mayor eficiencia productiva, lo cual trajo consecuentemente
transformaciones en el aumento de la productividad, la reducción de
costos laborales, y la flexibilidad de la producción. En este sentido,
calidad, cantidad y continuidad conforman la noción de eficiencia que
permite permanecer en el sistema, del cual es imposible escapar, y las
BPA se transforman en las portadoras de modernización y desarrollo
que permiten la articulación de los mercados locales y mundiales a
través del control y protección de la materia prima.

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Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

Verónica Trpin considera que las normativas de las BPA pueden


analizarse en este sentido como parte del proyecto por ciudad, ya que
ante un mercado que avanza visiblemente sobre un tipo de producción
de exportación desde las normativas y desde la inversión directa de
capital internacional, la protección del recurso humano, del medio am-
biente, y la sanidad del alimento se tornan consignas que cohesionan. Se
construye un compromiso colectivo al que pasarán a adherir los cua-
dros de gestión, los pequeños productores e incluso el sindicato que
nuclear a los trabajadores” (Trpin 2007: 70).
Si bien entendemos que las BPA cohesionan a los diferentes agentes
que intervienen en el proceso productivo, nos parece difícil pensar en
un compromiso colectivo. La vulnerabilidad de ciertos agentes, fun-
damentalmente los pequeños y medianos productores, las pequeñas
empresas y los trabajadores del sistema, insertos en procesos de subor-
dinación sistemáticos, ha generando un sistema integrado de relaciones
sociales contradictorias (Landaburu 2007).
Este sistema vinculado por la interdependencia de los diferentes
agentes, conforma el circuito productivo del alto valle, en el cual la
competencia opera como motor de dominación y diferenciación social.
Consideramos que en este contexto el conflicto capital-trabajo se
exacerba generando procesos de exclusión, subordinación y mayor
desigualdad. Por un lado, nos encontramos con los chacareros que no
pueden acceder a la exigencia de producir fruta “cero defecto” y por el
otro, un proceso de transformación laboral en los empaques. En este
sentido existen instituciones públicas y privadas, organismos interna-
cionales y los diferentes agentes que intervienen en la cadena producti-
va, ya sea a través de vinculaciones indirectas o directas, que normatizan
la producción, pero a su vez, como hemos señalado, hay agentes impo-
sibilitados de acceder a estos procesos de transformación. Simultánea-
mente, la innovación de los grandes empaques ha modificado el proce-
so de trabajo, generando la necesidad de trabajadores calificados, disci-
plinados y autónomos, reestructurando dicho proceso.”
Nosotros trabajamos ahora muy distinto, desde que cambio la maquina (se refie-
re a la empacadora) la fruta llega y tiene un código, ese código te dice de donde viene,
en que binz, de que chacra, quien la recibe, quien la embaló, todo… Además, hay
un control del horario, desde que la fruta ingresa a la maquina hasta que llega al
frío, y hay cámaras en el empaque se controla todo, hay cámara hasta en los ba-
ños… estas maquinas cada vez embalan mas frutas, así trabajamos, todos tenemos

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Organización, resistencia y persistencia campesina… L. F. RINCÓN

que hacer las cosas lo mejor posible para seguir adelante (Trabajador empaque,
Nota de Campo 2010).
En este sentido, las formas de organización del proceso de trabajo
sufrieron lo que Coriat (1987) denomina la triple crisis del taylorismo y
fordismo, lo cual implicó nuevas formas de organización. Los trabaja-
dores no serán considerados apéndices de las maquinas, desprovistos
de capacidad y toma de decisiones, sino muy por el contrario, ahora se
necesita un trabajador capaz de decidir y usar su capacidad para ejecutar
y solucionar problemas, “un nuevo trabajador adaptado (al nuevo orden) y
adaptable a la nueva fisonomía de una organización flexible” (Figari 2003: 102).
En nuestro caso, el control que se ejerce en el proceso de trabajo, a
través de máquinas computarizadas, que permiten dar cuenta de la tra-
zabilidad de la materia prima que se procesa, implica un control de la
fuerza de trabajo individualizada. Paradójicamente, por un lado se le
pide al trabajador creatividad para resolver problemas y por el otro se
exacerba un control individualizado durante toda la jornada laboral.
“La calidad, cantidad y continuidad que requiere esta economía regional, nor-
matizada por las BPA, implica un aumento de productividad, la reducción de tiem-
pos muertos y un trabajo calificado, donde los trabajadores deben ser capaces de dar
respuesta a problemas y contingencias propias del proceso de trabajo. Por consiguiente
la nueva gestión del trabajo se sostiene, a la vez, sobre la producción de un saber
técnico y un saber ser “(Figari 2009: 159).
En este sentido, “hacer lo mejor posible” implica atender los aspectos de
la subjetividad de los trabajadores, sus formas de pensar y actuar. Coin-
cidimos en la conformación de “una ética del autodiciplinamiento, la cual se
funda en que cada trabajador no solamente controla a los demás trabajadores, sino
que se controla a si mismo. A los trabajadores les resulta más difícil percibir su
dominación, pues ellos mismos tienden a transformarse en sutiles instrumentos de esa
dominación” (Presta 2004: 06).

Conclusiones: La naturalización de la normatividad

“El capital constituye una poderosísima estructura totalizadora de organización


y control del metabolismo social a la cual todos, inclusive los seres humanos, deben
adaptarse. Este sistema mantiene su dominio y primacía sobre la totalidad de los
seres sociales, puesto que sus más profundas determinaciones están orientadas hacia
la expansión e impelidas por la acumulación”. (Mészáros 1995, en Antunes
2005: 09).

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Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

En su busca se efectúan innumerables tentativas, se traspasan regio-


nes, y la vida de los hombres se encuentra sometida un sistema global
de capital. En este sentido pensamos al capital como una estructura
totalizadora, donde los hombres y mujeres se adaptan o de lo contrario
tienden a perecer. Como bien señala Mészaros, este sistema totalitario y
dominante impone su criterio de viabilidad a todas las unidades del
microcosmos hasta las mayores empresas transnacionales, imponiendo
sus decisiones y favoreciendo siempre a los más fuertes contra los más
débiles.
Si trazamos una línea histórica, la estructura totalizadora en el Alto
Valle de Río Negro comienza con un proceso de colonización, se con-
solida a partir de la pequeña producción rural y en la década de 1970
finaliza su período de oro y esplendor, comenzando un proceso si-
multáneo y sistemático de descapitalización y concentración de capital.
Este proceso, coincide a escala global, con la crisis del patrón de
acumulación del capital, en un contexto de destrucción del Estado de
bienestar, con un consecuente incremento de privatizaciones, concen-
tración e internalización de capitales, una tendencia generalizada a las
desregulaciones y a la flexibilización de los procesos productivos, de los
mercados y de la fuerza de trabajo. La década de 1990 será un período
de crisis para los sectores más vulnerables en el sector regional del Alto
Valle.
En este contexto surgen diferentes programas, entre ellos los pro-
gramas de “Desarrollo” y el mundo es organizado y universalizado a
través de saberes, técnicas y tecnologías.
Dussel (1977) considera que los instrumentos a lo largo del tiempo
han conformado un sistema complejo y diversificado, los cuales están
relacionados a las ideas de “progreso”, “avance tecnológico” y vincula-
dos directamente a los modelos de desarrollo. En este sentido manifies-
ta que los instrumentos son un sistema acumulativo, como así también
los valores al interior del sistema. Por un lado nos encontramos con
instrumentos que incorporan una valoración cuantitativa y por el otro,
simultáneamente, valores que incorporan una mirada del mundo desde
una valoración cualitativa. De esta forma incorporamos nuevos instru-
mentos, capacidades técnicas y tecnológicas que se identifican necesa-
riamente desde la subjetividad con un “modo de vida” legitimado.
En las economías regionales los programas de transformación pro-
ductiva y desarrollo abordan las categorías de inclusión, equidad, bien-

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Organización, resistencia y persistencia campesina… L. F. RINCÓN

estar, calidad, eficiencia y desarrollo democrático. En este sentido son


redefinidos objetivos, acciones, formas organizativas y nuevas normati-
vas, transformándose en un conjunto que intenta homogenizar espa-
cios, conductas, acciones y que a su vez, inevitablemente, diferencia
socialmente.
La modernización productiva implica entonces un aspecto cualitati-
vo, “un cambio cultural” en el cual se disciplina y naturaliza la normati-
vidad impuesta por los procesos de desarrollo y modernización. La
verdad imperante es la verdad del cambio, e implica la construcción
hegemónica del dominio cultural y técnico. En esta construcción las
relaciones de interdependencia al interior del circuito frutícola imponen
su control y dominio. Las instituciones del estado, nacional y regional,
capacitan sobre los nuevos valores, cambios técnicos y tecnológicos que
se deben alcanzar, los cuales se transforman en el criterio de verdad
imperante.
En este sentido, se transmiten en los espacios regionales, nuevos sa-
beres corporativos, formación empresarial, calificaciones, y lógicas indi-
vidualizantes, necesarias para adaptarse a la economía mundo. En este
transcurrir, el desarrollo y el capital adquieren una nueva mascara de
dominación material y cultural, en la cual la matriz de interdependencia,
competencia y diferenciación, que caracteriza el espacio regional se
transforma en una posición dominante que actúa como factor de auto-
control.
Nos hemos permitido pensar el espacio productivo frutícola desde
una perspectiva antropológica, considerando entonces, que la naturali-
zación de la normatividad se transforma en una forma más, entre otras,
de materializar procesos de exclusión-expulsión del espacio regional,
transformándose en el instrumento del capital que habilita sistemática-
mente la concentración de la riqueza.

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Recibido: 16 de diciembre de 2011.


Aceptado: 5 de marzo de 2012.

116
ANTROPOLOGÍA DEL DESARROLLO:
ENFOQUES PRINCIPALES Y TENDENCIAS RECIENTES

Pablo QUINTERO

Introducción

En las últimas décadas se ha incrementado cuantiosamente la investi-


gación antropológica crítica en torno a la cuestión del desarrollo, si en un
primer momento la disciplina se había convertido -junto a otras ciencias
sociales- en la campeona de las aventuras del desarrollo desde los años
´50, a partir de la década de los ´90, y a raíz de los múltiples naufragios
que tuvo dicha aventura en todo el Tercer Mundo, se comienza a consti-
tuir una comunidad enunciativa que, aunque no tiene el rango de subdis-
ciplina, sí ha logrado aglutinar un conjunto de investigaciones y estudios
teóricos enfrentados críticamente al desarrollo y sus programas. Esta
comunidad enunciativa es denominada actualmente bajo el apelativo de
“antropología del desarrollo”. Después de estas décadas transcurridas,
son ya cumulosos los aportes que desde este marco crítico se han realiza-
do en torno al desarrollo, principalmente desde la antropología pero
también desde otros campos disciplinarios afines.
En la actualidad es posible diferenciar estas trayectorias de crítica
antropológica en diferentes tendencias de acuerdo a sus orientaciones,
sus metodologías de investigación, e inclusive en torno a sus objetos de
estudio, pues si bien el desarrollo sería la macro-entidad analizada, son
disímiles las unidades que objetivizan estos estudios.
El propósito de este artículo es abordar críticamente las principales
corrientes y modalidades de investigación y de crítica que se inscriben
dentro de la llamada antropología del desarrollo. El trabajo revisa tanto
las disquisiciones más extendidas y habituales en este campo, así como
también las propuestas más recientes y menos extendidas, al tiempo que
vincula estos enfoques y aproximaciones, a las tradiciones epistémicas


Instituto de Ciencias Antropológicas, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de
Buenos Aires / Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. E-mail:
pquintero@filo.uba.ar

Quintero, P. (2012), “Antropología rural: orígenes, desplazamientos y aperturas”, Cua-


dernos de Antropología, No. Especial: 117-15. ISSN: 0328-9478 (impreso).

117
Antropología rural: orígenes, desplazamientos y aperturas P. QUINTERO

centrales de las ciencias sociales contemporáneas. Como debería ser


todo intento de clasificación, los ordenamientos aquí expuestos son
abiertos y algunas de las tendencias que aquí se repasan no pueden ser
enclaustradas en un único espacio epistémico, por ende algunos de los
enfoques aquí descritos tienen la cualidad de yuxtaponer autores y
perspectivas teóricas que enriquecen el análisis del desarrollo, por lo
cual se encuentran en espacios fronterizos o intersticiales. Por ende, y
para dibujar de mejor manera el mapa de estas discusiones, la organiza-
ción del trabajo va concatenando los diferentes enfoques en una trama
que intenta articular los estudios de las principales orientaciones críticas
sobre la cuestión del desarrollo. Es necesario insistir en que no interesa
aquí repasar las tendencias del liberalismo político, económico y social
que naturalizan al desarrollo o que lo describen como una constante
socio-histórica. Interesan sólo las perspectivas críticas que forman parte
de la antropología del desarrollo. De esta manera el trabajo intenta ser
un inventario de las investigaciones actuales en esta área que no preten-
de abarcarlas a todas pero sí a las más extendidas y a algunas de las más
prometedoras y novedosas.
Es necesario entonces comenzar en la primera parte del trabajo
haciendo una sucinta revisión histórica que recapitule el surgimiento y
la difusión del desarrollo en el imaginario geocultural del sistema-
mundo moderno. A partir de aquí, la segunda parte del escrito explora
la aparición del campo de la antropología del desarrollo, diferenciándo-
lo de la antropología para el desarrollo y de su antecesora la “antropo-
logía aplicada”, y explorando algunos de los textos colectivos que hicie-
ron aparecer este campo. La tercera parte del trabajo historiza los apor-
tes fundamentales que contribuyeron a erigir la antropología del desa-
rrollo, y reseña los estudios que forman parte de los principales enfo-
ques contemporáneos de la antropología del desarrollo, a saber, las
tendencias marxistas y posestructuralistas. Finalmente la cuarta sección
del escrito aborda las tendencias recientes en investigación crítica del
desarrollo. Se espera que este somero inventario pueda orientar la re-
flexión e investigación críticas sobre estas cuestiones medulares.

La globalización del desarrollo

Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, la palabra “desarrollo”,


se convirtió en uno de los relatos más potentes y eficaces de las políti-
cas representacionales y prácticas del mundo contemporáneo. A pesar

118
Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

de la re-expansión de esta noción en la segunda pos-guerra, el desarro-


llo es una idea/fuerza profundamente ligada a los principales meta-
relatos y dispositivos culturales constitutivos de la Modernidad. Ray-
mond Williams (2000) en su célebre trabajo filológico sostiene que el
morfema “desarrollo” aparece por primera vez en el siglo XVII en
inglés y en francés formando el antónimo lingüístico de términos como
“envolver”, y ya para el siglo XVIII la noción adquirió su carácter me-
tafórico actual refiriéndose al “desenvolvimiento” de las facultades
fisiológicas y mentales. Gracias al auge y la extensión del evolucionismo
biológico y social, el término comenzó a ser utilizado a mediados del
siglo XIX para referirse a procesos económicos en un sentido unilineal
de crecimiento1.
Sin embargo, es sólo a partir de 1945, cuando la noción se convierte
en un relato general que adquiere algunas de sus características específi-
cas actuales, convirtiendo al morfema “desarrollo” en un complejo
dispositivo instrumental de clasificación geo-cultural de alcance global2,
que aunque ligado a tendencias de taxonomización social anteriores,
resemantiza esos términos otorgándoles sentidos novedosos. Históri-
camente, las fórmulas identitarias de la Modernidad han estado signadas
por la invención de una categoría de alteridad absoluta que engloba a
todas las sociedades que se consideran externas y/u opuestas a la Mo-
dernidad. En este proceso de producción de representaciones e imagi-
narios sociales en cuanto a las relaciones de identidad/alteridad, la Mo-
dernidad se ha autodefinido e inventado al mismo tiempo que a sus
otros, enmarcando la estructuración identitaria dentro de oposiciones
binarias como civilizados/bárbaros y, más antiguamente, cristia-
nos/paganos. En el curso de la Modernidad contemporánea, el surgi-
miento del desarrollo reconfiguró las antiguas taxonomías sociales,
reclasificando y reajustando las diferencias coloniales, a través de una
serie de prácticas representacionales que catalogan a la población mun-
dial y a los territorios planetarios, según la dicotomía desarrollados/

1 No existe hasta el momento un estudio genealógico, o si se quiere arqueológico, gene-


ral que historice la aparición y las subsecuentes transformaciones de la idea de desarro-
llo. Lo más cercano a esto está representado en el trabajo de Rist (2002) que al final del
trabajo comentamos brevemente.
2 Para una revisión de las clasificaciones geo-culturales globales, pueden verse Coronil

(1999) y Quijano (2007).

119
Antropología rural: orígenes, desplazamientos y aperturas P. QUINTERO

subdesarrollados. Dicotomía que aunque reactualiza anteriores asime-


trías, no es posible encontrar como tal antes del siglo XX (Rist, 2002).
Por ello es posible hablar de una globalización hegemónica del desa-
rrollo, en tanto que esta idea ha sido expandida de manera asimétrica
imponiendo en los imaginarios sociales planetarios estas distinciones
ontológicas entre sociedades “desarrolladas” y “subdesarrolladas”. Es el
tipo de globalización de narrativas que Boaventura de Sousa Santos
(2003) ha denominado como localismo globalizado, en el sentido de un
proceso por el cual determinado fenómeno representacional se genera-
liza con éxito a nivel global, y que a pesar de ser producido localmente,
va adquiriendo una condición de universalidad que dicta los términos
de la producción de sentidos generando subalternidades y con ellas
impactos específicos en las prácticas locales de dichas subalternidades.
El desarrollo en tanto concepción moderna-“occidental” producida por
las naciones hegemónica tras la segunda guerra mundial ha tenido la
capacidad de globalizar sus sentidos imponiendo de manera subrepticia
una nueva forma de clasificación geo-cultural global, encarnada en la
teoría de los mundos.
Ontológicamente, la distinción entre las sociedades contemporáneas
desde la clasificación desarrollados/subdesarrollados, formula la exis-
tencia de tres entidades supuestamente diferentes entre sí. El Primer
Mundo, desarrollado, tecnológicamente avanzado, libre para el ejercicio
del pensamiento utilitario y sin restricciones ideológicas; el Segundo
Mundo (hoy casi extinto), también desarrollado y tecnológicamente
avanzado pero provisto de un cúmulo ideológico que impide el pensa-
miento utilitario; y finalmente, el Tercer Mundo, subdesarrollado, reza-
gado tecnológicamente, y con una “mentalidad” tradicional que obstru-
ye la posibilidad del pensamiento utilitario y científico. En este sentido,
el desarrollo como sostén de las definiciones identitarias de la Moderni-
dad contemporánea, actúa también como una maquina homogeneiza-
dora, unificando a vastos conglomerados poblacionales bajo el rótulo
de “subdesarrollados” o “tercermundistas”.
Los ejercicios clasificatorios precedentes, denotan cómo las repre-
sentaciones e iniciativas del desarrollo están atravesadas por relaciones
de poder profundamente asimétricas, ligadas intrínsecamente al actual
patrón de dominación global del sistema mundial moderno (Quijano,
2000). Tal es la potencia del desarrollo, que ha logrado invisibilizar
dichas relaciones asimétricas de poder, naturalizándose a su vez, en el

120
Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

sentido común mundial como un dogma secular y como un mito con


una profunda eficacia simbólica.
Esta globalización del desarrollo se gestó dentro del movimiento
planetario que significó la última reestructuración del sistema mundial
moderno, cuando fuertes transformaciones en la geopolítica planetaria
devinieron en la conformación de un nuevo escenario económico-
social. Más allá del interregno de la guerra fría, la concreción indiscuti-
ble de Estados Unidos como la principal potencia hegemónica, la crea-
ción de los organismos de gobierno global (ONU, OTAN, FMI, BM,
entre otros) que asegurarán la supremacía política, militar y económica
de los países centrales, el advenimiento de la economía liberal y de la
utopía del mercado total (Lander, 2002) como patrones de vida univer-
sales, las condiciones de producción del postfordismo y la formas de
acumulación flexible del capital, así como la autoridad del estructural-
funcionalismo como estilo dominante del conocimiento en ciencias
sociales, marcan, junto con el surgimiento del desarrollo como articula-
dor de los compases anteriores, los principales derroteros de este pro-
ceso de reestructuración del sistema mundial moderno, que se irá agu-
dizando desde los años 50 hasta la actualidad.
La globalización del desarrollo, impulsó la creación de una extensa
variedad de organismos nacionales e internacionales con el fin exclusivo
de motorizar la transformación de los países del Tercer Mundo por
medio de políticas, programas y proyectos gubernamentales de moder-
nización. De la misma forma, las ciencias sociales se volcaron al análisis
de cómo transmutar a las sociedades tradicionales en sociedades des-
arrolladas. En este punto, la teoría de la modernización ligada al estruc-
tural-funcionalismo de Talcott Parsons, que dominó la teoría social por
más de cuarenta años, fungió como el esqueleto académico desde el
cual se diseñaron gran parte de las intervenciones de desarrollo en el
Tercer Mundo. Asimismo, la teoría de la modernización producida por
los centros académicos de los países centrales, y copiada, como es cos-
tumbre, por los intelectuales del Tercer Mundo, ayudó orgánicamente a
la naturalización del relato del desarrollo y de sus concomitantes.

Antropología y desarrollo

Como acaba de comentarse, en este proceso de globalización del de-


sarrollo, las ciencias sociales se volcaron prontamente al estudio y la
solución de los problemas del subdesarrollo, desde principios de los

121
Antropología rural: orígenes, desplazamientos y aperturas P. QUINTERO

años ´50, incluso llegando a configurar nuevas disciplinas y subdiscipli-


nas que se esperaban atendieran con más eficacia estas cuestiones
(Cooper y Packard, 1997). En este marco, la antropología participó
como pocas en la encarnación del relato del desarrollo a través de la
colaboración de antropólogos en el diseño y consecución de proyectos
de desarrollo en todo el mundo, financiados por diferentes agencias de
desarrollo internacional.
A la ciencia antropológica le resultaban ya familiares las teorías y
prácticas de trabajo producidas por el marco internacional del desarro-
llo. Primeramente, y como bien ha señalado James Ferguson (1997) la
antropología entre finés del siglo XIX y principios del XX había here-
dado los modelos del evolucionismo social representado centralmente
en las personas de Edward Tylor, James Frazer y Henry Morgan, por lo
que a la disciplina no le era ajeno el modelo epistémico según el cual en
el mapa general de las sociedades estas podían ser clasificadas, pensadas
y estudiadas de acuerdo a sus diferentes grados de complejidad. La
complejidad de las sociedades humanas medidas por el evolucionismo
en términos de rasgos culturales o civilizatorios (lenguaje, tecnología,
folklore, y un largo etcétera), fue una de las herencias que la antropo-
logía de la segunda mitad del siglo XX replicó, instalándola en términos
de complejidad de las estructuras económicas, políticas y sociales (Lan-
der, 2000). En segundo lugar, la metodología por excelencia de la an-
tropología, a saber, el trabajo de campo tan cuidadosamente conceptua-
lizado, descrito y delimitado por gente como Marcel Mauss y Bronislaw
Malinowski hacía también que este fuera una de las herramientas meto-
dológicas fundamentales para llevar los programas de desarrollo a las
comunidades locales representadas como subdesarrolladas. El estudio
in situ de las comunidades y modalidades de vida, se suponía abonaría el
camino de la “introducción de los beneficios del desarrollo” (Foster,
1964). Y vaya que la historia colonial de la antropología, tenía ya bastan-
te experiencia en esto de “introducir beneficios” para las poblaciones
estudiadas por ella, que no por casualidad habitaban las colonias o ex-
colonias de las potencias imperiales que tenían entre sus filas a los an-
tropólogos.
Los primeros derroteros de la participación antropológica en pro-
gramas de desarrollo, estuvieron enfocados bajo el rótulo de “antropo-
logía aplicada”, un añejo campo diferenciado y específico de la antropo-
logía que se suponía el encargado de emplear las teorías, métodos y

122
Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

conceptos propios de esta ciencia social. En un primer momento, du-


rante la primera mitad del siglo XX, esta aplicación tenía el fin de “ayu-
dar a la administración de los pueblos dependientes” (Foster, 1974), o
sea colonizados; pero después de la segunda guerra mundial esta activi-
dad de aplicación teórico-metodológica de la antropología consistía en
“resolver los problemas sociales, económicos y culturales ocasionados
por la modernización en los países en vías de desarrollo” (Foster, 1974),
o sea subdesarrollados. Ciertamente durante la segunda mitad del siglo
XX, la cantidad de antropólogos enrolados en el campo de la antropo-
logía aplicada en todo el mundo era cuantiosa, tan cuantiosa como la
aparición de publicaciones que procuraban definir el trabajo de la an-
tropología aplicada o que exponían los resultados de proyectos imple-
mentados en comunidades locales. El ya citado George Foster fue uno
de los máximos representantes de estas tendencias, que por lo general
visualizaban al “subdesarrollo” y sus avatares como un problema cultu-
ral ocasionado por la manifestación del choque cultural de la moderni-
zación y del cambio tecnológico en áreas subdesarrolladas. La tarea de
esta antropología aplicada era la de introducir los cambios adecuados en
las estructuras sociales de las comunidades a fin de amortiguar este
choque, suponiendo que ese amortiguamiento le traería beneficios ines-
timables a las comunidades subdesarrolladas, acercándolas a la vez, al
mundo industrializado (Foster, 1964).
Pero aunque la tendencia más general de la antropología aplicada fue
la que acabamos de describir, orientada desde la teoría de la moderniza-
ción de cuño weberiano y parsoniano, otros posicionamientos entre
fines de los años ´60 y ´70 trataron de reconceptualizar y reorientar a la
antropología aplicada hacia distintos derroteros epistémicos y políticos.
Algunas de estas tendencias conceptualizaron de manera distinta el
choque cultural, recurriendo a la noción de aculturación y proponiendo
una teoría de las regularidades del cambio cultural que incluía la dimen-
sión de la toma de decisiones bajo el rótulo de “democracia” (Bastide,
1972). Según estas tendencias, era posible que los intentos de la antro-
pología aplicada “estuvieran manipulando a los individuos y a sus valo-
res culturales” bajo la imposición de modelos forzados de desarrollo
(Bastide, 1972). De tal manera, se procuró configurar una antropología
aplicada que estuviera más cercana a las poblaciones subdesarrolladas y
que considerará sus propias aspiraciones y problemas, “democratizan-
do” las relaciones entre agentes y pacientes del desarrollo.

123
Antropología rural: orígenes, desplazamientos y aperturas P. QUINTERO

Pero ya para mediados de la década de los ´70 era evidente que los
modelos y teorías sobre el choque cultural y la aculturación, no podrían
expresar con nitidez los cambios acaecidos en lo que comenzó lustros
antes a ser nombrado como Tercer Mundo, y más aún las políticas de
intervención diseñadas e implementadas por los expertos provenientes
de la antropología -y las demás ciencias sociales- comenzaban a perder
fuerza a partir de sus repetidos fracasos. Fue necesario en el marco
interno de la disciplina antropológica, reencauzar los esfuerzos de la
anterior antropología aplicada hacia un campo de enunciación y prácti-
ca investigativa más específico, centrado ya no en los problemas genera-
les producidos por el proceso de modernización, sino esta vez focaliza-
do en el desarrollo como el motor de los cambios deseados en la socie-
dades estudiadas por los antropólogos. Cómo solucionar los problemas
que tenían las naciones del Tercer Mundo para desarrollarse sería el
nuevo motivo central de esta nueva división que comenzó a denomi-
narse como “antropología para el desarrollo”3.
Esta nueva corriente también justificaba su constitución alegando
que la presencia de antropólogos en agencias y proyectos de desarrollo
de diverso tipo, ayudaría a redimensionar los marcos generales de los
análisis económicos y estadístico-matemáticos que dominaban las agen-
cias de desarrollo internacional, proveyendo así nuevas herramientas
para el estudio del desarrollo e incluso proveyendo impulsos democra-
tizadores en estos proyectos, que ahora pretendían considerar a las
poblaciones y sus culturas (Kottak, 2000). Lo cierto es que, como era de
esperarse, lejos de producir cambios significativos a lo interno de las
instituciones desarrollistas, la antropología para el desarrollo reprodujo
en lo fundamental los marcos de análisis extendidos y no llegó a pro-
fundizar una crítica al desarrollo en tanto cuerpo de discursos y prácti-
cas. Esta orientación continúa empero actualmente, produciendo inves-
tigaciones y estudios de caso, y participando en la planificación e im-
plementación de proyectos de desarrollo y de “solución” a las condi-

3 El término “antropología para el desarrollo” fue propuesto primeramente por la


crítica neo-marxista y la crítica posestructuralista para identificar a las teorías y prácticas
de los antropólogos que participaban en el diseño e implementación de los programas
de desarrollo sin cuestionar las bases de la idea de desarrollo. Rápidamente los propios
profesionales que participaban en dichos proyectos acogieron sin miramientos este
término para nombrarse a sí mismos.

124
Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

ciones económico-sociales que han sido asociadas tradicionalmente


como problemas del subdesarrollo.
Al tiempo que la globalización del desarrollo presionaba por la apa-
rición de disciplinarizaciones más acordes con los intereses de las agen-
cias internacionales y del discurso hegemónico, también crecían las
voces disidentes que cuestionaban los basamentos de la idea de desarro-
llo y sus políticas. Y fue precisamente en América Latina, uno de los
territorios que más ha recibido programas y proyectos desarrollistas,
donde se elaboró por primera vez una crítica profunda y sistemática al
desarrollo. Ciertamente fue la teoría de la dependencia, popularizada
por Fernando Henrique Cardoso y Enzo Faletto (1969), pero concor-
dada por un nutrido grupo de intelectuales latinoamericanos ligados a la
primera experiencia de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales
en Chile y luego a la Comisión Económica Para América Latina, quie-
nes introdujeron los primeros señalamientos críticos al desarrollo. La
teoría de la dependencia basó su argumentación en una macro-
sociología neo-marxista que le permitió considerar al sistema capitalista
y al imperialismo como los responsables centrales de la condición
“subdesarrollada” de los países periféricos. Por ende eran las relaciones
de poder en el sistema mundial las que impedían el desarrollo del Ter-
cer Mundo (Frank, 1970), principalmente, a través de la imposición de
un intercambio económico desigual a nivel planetario que le asignaba a
las periferias la producción de materias primas con bajo valor agregado,
convirtiendo al capitalismo de las naciones tercermundistas en un capi-
talismo dependiente (Amin, 1975). De esta manera, la pobreza y los
demás indicadores del subdesarrollo no eran una condición cultural
general del Tercer Mundo, sino más bien un resultado de las desigual-
dades globales impuestas por el capitalismo mundial y por las clases
dominantes de las naciones subdesarrolladas (Fernandes, 1972).
A pesar de sus atinadas críticas, la teoría de la dependencia deificó la
idea de desarrollo como una constante teleológica universal, sin llegar a
cuestionar los basamentos de esta noción configurada por la moderni-
dad occidental. Sin embargo, el extraordinario impacto que tuvo a nivel
mundial la teoría de la dependencia, hizo que algunas investigaciones de
antropólogos neo-marxistas comenzarán a visualizar críticamente los
programas de desarrollo y de ayuda internacional y su articulación con
las dinámicas expansivas del capitalismo global, tal es el caso de Peter
Worsley (1972), Georges Balandier (1973) y Claude Meillassoux (1977),

125
Antropología rural: orígenes, desplazamientos y aperturas P. QUINTERO

entre otros. Podemos considerar estos tres nombres como prolegóme-


nos a la antropología del desarrollo actual.
Sin embargo, será sólo con el advenimiento del posestructuralismo,
y particularmente con los impulsos teóricos de Michel Foucault y la
influencia que estos tuvieron en la antropología, que podemos comen-
zar a hablar propiamente de la conformación de un campo enunciativo
de crítica, denominado “antropología del desarrollo”. A diferencia de la
antropología para el desarrollo, la antropología del desarrollo intenta
cuestionar tanto los programas desarrollistas así como la propia noción
de desarrollo dentro de los marcos generales de poder/saber en el
mundo moderno (Quintero, 2006). Si bien el posestructuralismo termi-
na de darle fuerza a la conformación de este campo, varios son los pila-
res que los sostienen, y estos remontan en la disciplina de la antropo-
logía a los intentos por antropologizar los procesos de colonización y
descolonización (Balandier, 1973), a los ensayos de la antropología de la
modernidad (Rabinow, 1986), e incluso a algunos aportes diversos de la
antropología económica (Polanyi, 1992; Godelier, 1976 y Sahlins, 1977,
entre otros).
Es extenso el cambio cualitativo que introduce la antropología del
desarrollo a la crítica e investigación de esta cuestión medular en las
dinámicas del mundo contemporáneo. Lejos de consagrar al desarrollo
como una constante histórica o de realizar una crítica tibia a los mode-
los de desarrollo, la crítica de la antropología del desarrollo profundiza
en el cuestionamiento del desarrollo y sus concomitantes al relacionar
los discursos y prácticas desarrollistas con los principales meta-relatos
de la modernidad y las dinámicas de subordinación y explotación pro-
pias del capitalismo. De esta forma, el desarrollo es cuestionado en su
completitud a través de una política epistémica que localiza e historiza
su lugar de producción. Asimismo, la crítica de la antropología del desa-
rrollo en los últimos lustros ha tratado de proponer alternativas al desa-
rrollo que puedan representar modelos productivos otros, desligados de
las lógicas desarrollistas tradicionales (Quintero, 2009). Dichas propues-
tas que están aún en curso, aunadas a los cuestionamientos descritos
por ahora someramente, se conocen con el nombre de “posdesarrollo”.
Conviene entonces repasar las principales orientaciones de la antropo-
logía del desarrollo, al tiempo que se reseñan los trabajos fundacionales
de este campo de estudios.

126
Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

Antropología del desarrollo: enfoques principales

El breve recorrido histórico que hemos brindado hasta el momento,


cubre un sendero paralelo al de las transformaciones globales en el
sistema mundial moderno y en la configuración del desarrollo en tanto
potencia global. No sólo las dinámicas cambiantes de los ciclos de acu-
mulación del capital, y las re-estructuraciones de la subjetividad moder-
na deben ser consideradas dentro de estas transformaciones generales,
sino también los cambios institucionales que se gestan en las institucio-
nes de gobierno global (Buira, 2005). Estas tres estructuras interrelacio-
nadas son las que auguran las modificaciones camaleónicas en la que se
ha desenvuelto la historia del concepto de desarrollo, y asimismo en las
perspectivas críticas en torno a la cuestión del desarrollo en las ciencias
sociales.
A fin de observar cómo se han constituido los principales enfoques
de la antropología del desarrollo, es provechoso avistar estos recorridos
críticos que comienzan a cuestionarlo fuertemente, y que tienen como
antecedente fundamental a la ya mencionada teoría de la dependencia.
Como se ha sugerido más arriba estos recorridos críticos están ligados
principalmente a dos tradiciones paradigmáticas con una fuerte raigam-
bre en la teoría social contemporánea, a saber, el marxismo y el poses-
tructuralismo. Podríamos sumar aquí la tradición del liberalismo como
un tercer paradigma, pero dentro del cual el desarrollo no es cuestiona-
do, sino más bien sustentado e impulsado. De hecho el liberalismo en
tanto paradigma, político, económico y social ha sido uno de los proge-
nitores más devotos del desarrollo. Es posible diferenciar estas tres
grandes corrientes según sus concepciones centrales y sus modalidades
de estudio sobre el tema.
Si bien la teoría de la dependencia es fuente que inicia la crítica de
corte marxista al desarrollo, existen varios textos clásicos producidos
entre fines de los ´60 y principios de los ´70 que le otorgarán un fuerte
impulso a la crítica marxista del desarrollo y que contribuirán a la poste-
rior conformación de la antropología del desarrollo. Un texto clásico
dentro de estas vertientes marxistas, es el de Tibor Mende (1974), que
aunque no está enmarcado en los desarrollos ulteriores de la crítica al
desarrollo representa un referente importante de los enfoques de crítica
al desarrollo. El texto de Mende no ensaya una crítica radical al desarro-
llo como meta-relato moderno, pero si lo cuestiona como parte de la

127
Antropología rural: orígenes, desplazamientos y aperturas P. QUINTERO

estrategia de acumulación capitalista a escala global. Si bien Mende


defiende como una verdad universal al desarrollo en tanto constante
histórica de la humanidad, lo valioso del trabajo reside en su estudio
sobre los organismos de desarrollo y ayuda internacional que explora
desde el propio corazón de estas instituciones 4. Mende describe y de-
muestra los mecanismos de dominación que bajo el sistema capitalista
operan reproduciendo la desigualdad aún cuando manifestaban comba-
tirla. Puntualiza que la intervención de las agencias de desarrollo y ayu-
da, tanto de los Estados Unidos como de la ya extinta URSS y los orga-
nismos internacionales que bailan al son de ambos, son fachadas para
asegurar -bajo el manto del altruismo global- y de sostenimiento de las
economías potencias mundiales y de nuevas formas de expansión capi-
talista. Uno de los puntos más importantes del trabajo del marxista
húngaro es que aporta un marco metodológico muy novedoso al estu-
dio del desarrollo al realizar por vez primera en este campo, lo que
actualmente se conoce como etnografía institucional.

Paradigma
Liberalismo Marxismo Posestructuralismo
Variables
Epistemología Positivista Realista / Dialéctica- Interpretativa /
Constructivista
Conceptos clave Mercado Trabajo Lenguaje
Individuo Producción Significación
Objetos de Mercado Modo de producción Discurso
estudio Derechos Estructuras sociales Representación
Ideología Saber / Poder

Actores de Individuos Clases sociales Comunidades loca-


estudio Instituciones Movimientos socia- les
Estados les tradicionales Nuevos movimien-
Estado tos sociales
Tabla 1. Cuadro de las principales formas de visualización del desarrollo
según la concepción de los tres paradigmas principales de la teoría so-
cial contemporánea. Basado en Escobar (2005)

4 De hecho Tibor Mende fue por varios años funcionario de a las Naciones Unidas y
formó parte de la plantilla de expertos de este organismo para asuntos económicos del
Tercer Mundo. Experiencia que le fue provechosa para escribir su crítica a la forma de
implementación de los programas de desarrollo y de ayuda internacional.

128
Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

Desde el trabajo de Mende comenzó a cuestionarse con fuerza al


desarrollo ligándolo con las prácticas de expansión imperialista. Ya no
era sólo una cuestión de expansión financiera planetaria, sino que dicha
expansión estaba ligada a programas fundamentales del imperialismo
que eran sostenidos por una ideología particular: la del desarrollo. Estas
visiones fueron compartidas por un conjunto de intelectuales europeos
de cuyos encuentros de discusión nacieron varias compilaciones críti-
cas. Uno de estos primeros esfuerzos es el realizado por Cándido
Mendès (1980) a raíz de una reunión celebrada en Francia en 1978 en
donde se discutió la crisis del desarrollo en tanto idea. Los trabajos
presentados en la reunión forman parte luego de este libro en donde
participan Cornelius Castoriadis, Edgar Morin y el propio Candido
Mendès, entre otros autores. El hilo conductor de la crítica del libro se
basa en el análisis del desarrollo como una utopía – e incluso como una
“mística”- en decadencia que se evidencia en la crisis ecológica y en los
derroteros del capitalismo imperialista de la época. El texto es uno de
los primeros en hacerse estas preguntas, que al mismo tiempo van a
cuestionar las visiones tanto capitalistas como socialistas imperantes del
desarrollo.
Si la relación entre desarrollo y sistema capitalista era clara desde la
teoría de la dependencia, a partir de este trabajo seminal, la ligazón
entre desarrollo e imperialismo quedará evidenciada, empezando a ser
visualizada en la obra de intelectuales radicales como Ivan Illich (1985)
y Ashis Nandy (1988). Rápidamente el interés por el estudio del desa-
rrollo como nueva modalidad de representar antiguas formas de domi-
nación social comenzó a expandirse dentro de la comunidad intelectual,
principalmente dentro de la antropología y la sociología, cuyos profe-
sionales participaban cuantiosamente en estos proyectos.
En 1992 aparece publicado simultáneamente en inglés (por la Uni-
versidad de Witwatersrand, Sudáfrica) y en castellano (por el Proyecto
Andino de Tecnologías Campesinas, en el Perú) el “Diccionario del
desarrollo” compilado por Wolfgang Sachs, compilación que reúne para
la época a los intelectuales ligados a movimientos sociales del Tercer
Mundo que están reflexionado sobre los problemas traídos a esas lati-
tudes por el desarrollo. Los artículos que aparecen en este trabajo colec-
tivo, y que provienen de la pluma de gente como Gustavo Esteva, Van-
dana Shiva, Arturo Escobar, Majid Rahnema, y los ya nombrados Ivan
Illich y Ashis Nandy, entre otros, procuran desfragmentar el discurso

129
Antropología rural: orígenes, desplazamientos y aperturas P. QUINTERO

del desarrollo a través de la revisión de sus conceptos fundamentales,


haciendo un mapa de sus recursos y sentidos representacionales. Dicha
compilación inauguró una gran expansión de los estudios críticos del
desarrollo, reorientando las investigaciones que se habían elaborado
hasta la fecha. Es quizás este trabajo el que hace explotar los estudios
del desarrollo basándose en la crítica posestructuralista enmarcada de-
ntro del giro lingüístico general que afectó con fuerza a la filosofía y las
ciencias sociales desde principios de los ´80. No obstante, algunas in-
vestigaciones del desarrollo ya habían hecho eco de las ideas posestruc-
turalistas para el estudio de estos fenómenos.
Una segunda compilación que fue central en la inauguración de la
antropología del desarrollo, fue la realizada por Jonathan Crush (1995)
reuniendo a un grupo de antropólogos y otros cientistas sociales que
eran especialistas en diferentes campos de investigación y crítica sobre
los avatares de la modernidad y del capitalismo. Los artículos que se
encuentran en este libro forman un extraordinario conjunto de cuestio-
namientos profundos a la historia del desarrollo enfocando cómo el
patriarcado, el eurocentrismo, el colonialismo y el imperialismo han
sido parte de la fundación del desarrollo, siendo este último estudiado
como una continuidad a estos sistemas de dominación social que ha ido
articulándose muy eficazmente a través del tiempo. La última parte de
este producto colectivo arroja algunos textos que intentan visualizar
alternativas al desarrollo, convirtiendo a esta compilación en el primer
producto de este campo que procura buscar alternativas a la idea de
desarrollo. El trabajo de edición de Crush logra construir un texto po-
lisémico, que a pesar de la heterogeneidad propia de las compilaciones
no da lugar a las inconexiones y frecuentes laberintos que suelen tener
este tipo de trabajos.
En castellano han aparecido en la última década dos textos colecti-
vos que debaten desde la antropología la cuestión del desarrollo y que
vale la pena aquí mencionar. El primero data de 1999 y es una edición
de Bretón, García y Roca, bajo el título “Los límites del desarrollo”. El
libro general tiene textos críticos muy reveladores sobre el desarrollo,
pero a la vez contiene trabajos asentados en el liberalismo económico
más cercanos a las tesis clásicas sobre las incapacidades culturales de las
sociedades subdesarrolladas como impedimentos de la modernización.
De esta manera, un trabajo muy profundo como el de Joan Picas Con-
treras que analiza el discurso desarrollista relacionándolo con el colonia-

130
Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

lismo occidentalista, convive con el texto del propio Albert Roca sobre
la “dinámica cultural” de la corrupción en las naciones del África negra
como impedimento principal del desarrollo. Trabajos como los de Ro-
ca, lejos de contribuir con una mirada analítica sobre el desarrollo, re-
produce acríticamente los clichés más generalizados por este meta-
relato, desdibujando además fenómenos extremadamente complejos
como la corrupción y convirtiéndolos en una especie de apéndice de la
cultura de los subdesarrollados. Pero otra parte de los artículos, sí se
hace interesante para revisar algunos casos en donde se gestaron res-
puestas locales a los programas de desarrollo nacional e internacional,
particularmente en América Latina.
Otro trabajo de compilación, esta vez más parejo que el anterior y
que ha tenido mayor difusión, es el coordinado por Andreu Viola
(2000). Éste se posiciona ya desde una antropología del desarrollo en
varias de sus vertientes y reúne trabajos que cuestionan al desarrollo
tanto a nivel epistémico y representacional como a través de estudios de
caso particulares en América Latina. No obstante, en el texto también
se registran contribuciones como el del antropólogo norteamericano
Conrad Phillip Kottak que se posiciona más bien desde una disciplina-
rización antropológica que apoya la idea general y las prácticas del desa-
rrollo. A pesar del trabajo de Kottak y de algún otro escrito, el libro es
una valiosa contribución que ayuda a definir el campo de la antropolog-
ía del desarrollo, especialmente delimitado en la introducción que reali-
za el propio Viola al volumen. La compilación, además, le da por pri-
mera vez la posibilidad al lector hispanohablante de toparse con traba-
jos seminales de la crítica al desarrollo como el extraordinario trabajo de
Gustavo Esteva presente en este libro.
Recientemente ha aparecido en inglés un volumen compilado por
Marc Edelman y Angelique Haugerud (2005) que procura ser una histo-
rización de las ideas occidentales en torno al desarrollo desde las pro-
puestas de la economía clásica representada en Adam Smith hasta los
debates críticos actuales enmarados en la crítica deconstructivista de
Arturo Escobar, pasando por Marx y la teoría de la dependencia. Si
bien es un libro interesante como pantallazo general de las discusiones
sobre desarrollo, que, vale mencionar, están relacionadas en el texto por
los editores con los procesos generales de globalización, el producto
final es una especie de carrera por la historia de las ideas y dinámicas del
desarrollo con algunos trabajos muy disparejos, no sólo por la calidad

131
Antropología rural: orígenes, desplazamientos y aperturas P. QUINTERO

sino por la relación con lo que la compilación promete inicialmente,


como por ejemplo el texto que se reproduce de Clifford Geertz tratan-
do de defender su indefendible “Agricultural involution” de 1963.
De alguna manera, estos trabajos en conjunto aparecidos en inglés y
en castellano principalmente, ya desde principios de los ´90, están
mostrándonos cómo se va constituyendo el campo de estudios de la
antropología del desarrollo y cuáles van siendo sus temas recurrentes 5.
En casi todas estas compilaciones se observa una tensión implícita entre
la tradición marxista y posestructuralista con la intención de definir la
agenda de investigación y crítica sobre el desarrollo. Si bien el marxismo
es el primer paradigma epistémico que articula la región investigativa
del desarrollo, será el posestructuralismo quien expandirá cuantitativa y
cualitativamente los análisis hasta el momento realizados.
Para el caso de la antropología del desarrollo de corte posestructura-
lista, dos trabajos han sido particularmente medulares tanto para in-
fluenciar el estudio posestructuralista del desarrollo como para configu-
rar la propia antropología del desarrollo. El primero de ellos es el de
James Ferguson (1990), que analiza los resultados socioculturales de la
implementación de proyectos de desarrollo agrícola por parte del Banco
Mundial en Lesoto. El estudio de Ferguson explora como se teje la
configuración del discurso del desarrollo desde el nivel global hasta las
comunidades locales, “invadiendo” estos espacios y haciendo penetrar
los sentidos del desarrollo. El sofisticado análisis de Ferguson revela
asimismo como se configuran los cambios que el desarrollo va introdu-
ciendo en Lesoto a partir de la modificación de las formas de vida de la
nación africana. El autor argumenta que los programas de desarrollo
internacional le dieron un fuerte impulso a la configuración y expansión
de la burocracia estatal (en relación con los agentes internacionales) al
tiempo que resquebrajo las dinámicas políticas de las comunidades que
fueron receptoras de proyectos desarrollistas. Uno de los argumentos
más radicales de Ferguson es que los proyectos desarrollistas deben ser
estudiados precisamente en los problemas que ocasionan a nivel local y
no en las supuestas soluciones socioeconómicas que intentan lograr.
Siguiendo la línea deconstructivista de Ferguson e influenciada por
las disquisiciones de Foucault, el libro “La invención del tercer mundo”

5 Está por aparecer en 2011 un texto coordinado por Henry Veltmeyer de título “The
critical development studies handbook”, que promete ser un interesante mapa de las
aproximaciones críticas que hasta la fecha se han hecho sobre el desarrollo.

132
Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

de Arturo Escobar, aparecido en inglés en 1995 y en castellano en 1998,


propagará como ningún otro el análisis crítico del desarrollo y terminará
de cimentar las bases de la antropología del desarrollo6. El célebre texto
de Escobar, es probablemente el primer acercamiento profundo a una
antropologización del desarrollo que lo analiza como un producto cul-
tural al nivel y con las particularidades de cualquier otro. A lo largo del
trabajo, Escobar trata a la economía y lo económico como una forma-
ción discursiva de la modernidad que configuró desde la segunda mitad
del siglo XX el específico discurso cultural del desarrollo. Este discurso
fue el “inventor” no sólo del Tercer Mundo como categoría clasificato-
ria, sino también de una serie de enunciaciones que el autor considera a
manera de “fábulas”, al ordenarse como “problemas” que el desarrollo
debe resolver. Una de las contribuciones más importantes del texto de
Escobar -por si fuera poco la deconstrucción del aparato del desarrollo-
es el de relacionar esta producción de sentidos del desarrollo como
parte de un proceso general de expansión progresiva de las formas de
vida de la modernidad sobre las sociedades y la naturaleza, a nivel pla-
netario.

Antropología del desarrollo: tendencias recientes

Lo dicho hasta el momento refuerza la comprensión general de la


historia de la formación de la antropología del desarrollo, como campo
crítico de investigación sobre uno de los fenómenos más importantes
de la modernidad contemporánea. Corresponde ahora recorrer breve-
mente, algunas de las líneas de investigación recientes abiertas a partir
de los marcos epistémicos y de las producciones bibliográficas anterio-
res, las cuales están conformando en la actualidad nuevas tendencias en
la antropología del desarrollo.

a) El desarrollo como parte del sistema cultural occidental

A pesar de ser una de las tendencias actuales más interesantes y


prometedoras, además de radicales, ésta es la menos numerosa dentro
del panorama actual de la antropología del desarrollo. Si bien Arturo

6Cabe recordar aquí que aunque el libro de Escobar aparece cinco años después que el
de Ferguson, ya desde 1986 Escobar comienza a publicar parte de sus investigaciones
en revistas especializadas. Estos fragmentos convergirán luego en su texto.

133
Antropología rural: orígenes, desplazamientos y aperturas P. QUINTERO

Escobar (1998) ya había apuntado a las relaciones entre desarrollo y


modernidad como una articulación de tipo cultural, es Gilbert Rist
(2002) quien ha profundizado esta línea de antropologización del desa-
rrollo y de la modernidad. El libro de Rist, conforma una detenida his-
toria del nacimiento y las transformaciones históricas de la idea de desa-
rrollo que es considerada por Rist como una “creencia” occidental,
entendida en términos religiosos, es decir como un sistema mítico de
devoción y fervor que configura una comunidad de seguidores regidos
por específicas reglas de comportamiento, que son sostenidas por di-
chas concepciones. Según Rist, el desarrollo sería la religión de la socie-
dad occidental del siglo XX. Aunque es profundamente atrayente el
atrevimiento crítico de Rist, es quizás problemático definir al desarrollo
como una religión. A pesar de este problema en la argumentación de
Rist, su reconstrucción del desarrollo como una idea ligada a la moder-
nidad occidental es la mejor y más completa hasta ahora realizada.

b) Desarrollo y saberes modernos

Otra de las tendencias recientes en el estudio de los procesos de de-


sarrollo, está basada en el análisis de las relaciones que guarda este me-
ta-relato con las formas de conocimiento y producción de saberes que
(re)producen al desarrollo. En este marco es patente encontrar diferen-
tes tipos de aproximación. Cronológicamente fue la compilación de
Mark Hobart (1993) la que inauguró esta línea de investigación, cuando
reunió en ese trabajo colectivo teorizaciones e investigaciones de caso
que relacionan lo que aquí hemos denominado la globalización del de-
sarrollo con el “crecimiento de la ignorancia”. La ignorancia a la que se
refiere tanto Hobart, como los demás articulistas, es la condición de
desconocimiento de las condiciones de vida generales de las comunida-
des que fueron clasificadas como subdesarrolladas cuando se inauguró
la carrera del desarrollo. Esta condición se refiere tanto a la de los pro-
fesionales que intervienen en los programas de desarrollo como tam-
bién a la del público en general en tanto receptor de las representacio-
nes mediáticas hegemónicas sobre pobreza, hambruna y otros proble-
mas identificados por el aparato del desarrollo. Un segundo texto inte-
resante aquí, es la compilación de Cooper y Packard (1997) que explora
las políticas de conocimiento de las ciencias sociales (y de las denomi-
nadas “ciencias de salud”) en la participación y delimitación del desarro-

134
Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

llo. En la primera parte del trabajo se explicita la articulación del desa-


rrollo y estas ciencias sociales en el momento de globalización primera
del desarrollo, mientras que la segunda parte de este excelente trabajo
colectivo explora estudios de caso, bien articulados entre sí, en donde
se analizan estas vinculaciones con instituciones globales productoras
de saberes y políticas públicas. En la actualidad existen varios estudios
de caso que han logrado profundizar en esta dirección, pero interesa
aquí destacar el trabajo de Willian Stein (2000) en el Perú. Stein realiza
un estudio minucioso del proyecto Vicos, uno de los emprendimientos
más caros para la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Interna-
cional (USAID, por sus siglas en inglés), que sirvió además para “entre-
nar” a antropólogos peruanos en el área de la antropología para el desa-
rrollo, de hecho la fundación de la antropología en el Perú durante la
segunda mitad del siglo XX estuvo estrechamente ligada con la imple-
mentación del proyecto Vicos. El análisis derridiano que lleva a cabo
Stein demuestra cómo desarrollo, antropología e imperialismo son los
actores principales e inseparables del proyecto Vicos.

c) Desarrollo, Estado y políticas publicas

Aunque se ha producido mucho en el terreno del desarrollo y los


Estados-nacionales, pocos son los trabajos que abordan estos asuntos
desde una visión crítica partiendo de la antropología del desarrollo.
Corresponde aquí comentar dos trabajos recientes. Primeramente el de
Timothy Mitchell (2002) el cual se enmarca en esta perspectiva. Mitchell
explora al desarrollo como una formación discursiva propia de la mo-
dernidad que encarna diversos dispositivos “tecno-políticos” que, im-
plementados por el Estado egipcio desde la segunda mitad del siglo
XX, intentan construir la “economía nacional” propicia para el desarro-
llo. La exploración teórica de Mitchell se basa en estudiar la moderni-
dad en tanto lógica universalista y cómo esta se yuxtapone con ideas
nacionalistas locales que no obstante reproducen las preocupaciones
modernas occidentales. Así, los campesinos, los pobres, y los enfermos
son poblaciones a encauzar dentro del camino inexorable del desarrollo
y la modernidad. Una de las contribuciones teóricas más importantes
del trabajo de Mitchell se basa en reconstruir la historia de las represen-
taciones y los discursos que se han construido en Egipto en torno al
desarrollo, vinculando tanto las producciones institucionales propias de

135
Antropología rural: orígenes, desplazamientos y aperturas P. QUINTERO

la nación árabe, así como los programas de desarrollo implementados


por la USAID. Este relacionamiento metodológico permite dilucidar
los procesos de construcción de sentidos en torno al desarrollo y sus
programas de intervención práctica. Por otra parte y en segundo térmi-
no, el trabajo de Sonia Álvarez Leguizamón (2008) realiza un óptimo
análisis sobre las políticas del desarrollo en la segunda mitad del siglo
XX en la Argentina. Este marco general habilita a la autora a centrar
principalmente su mirada crítica en los mecanismos representacionales
de la pobreza y sus relaciones con los itinerarios del neoliberalismo y la
política social en la Argentina de los años ´90. El estudio de Álvarez
Leguizamón es una muestra del análisis del discurso del desarrollo en
términos posestructuralistas que –en este caso- identifica a la pobreza
como la representación característica que adquiere la alteridad de las
utopísticas de la modernidad durante el siglo XX. Vista así, la moderni-
dad como una formación discursiva, el desarrollo es mapeado como
una política particular de significación contemporánea que conlleva
también la encarnación de unos dispositivos particulares de interven-
ción en las poblaciones representadas como pobres. A pesar de que son
enunciados, estos dispositivos de intervención no son abordados de
manera acuciosa en el texto y no se exponen sus modalidades de fun-
cionamiento.

d) Desarrollo, redes, globalización y localización

Este tipo de aproximaciones actuales son interesantes no tanto por


los análisis que en ellos se despliegan, sino más bien, por la interesante y
novedosa metodología que proponen para el análisis del desarrollo. Un
trabajo pionero en esta área es el de David Mosse (2004), quien basado
en su investigación sobre el USAID, examina el aparato institucional
del desarrollo que como se sabe comprende una vasta gama de organi-
zaciones globales, desde el PNUD, BM y BID, pasando por ministerios
y agencias nacionales de planificación y desarrollo, ministerios y agen-
cias provinciales de planificación y desarrollo, así como por proyectos
de desarrollo a escala local. Estas redes están a su vez constituidas por
actores locales, regionales, nacionales y globales, sean estos “pacientes”
o agentes del desarrollo como “expertos”, planificadores e intermedia-
rios de todo tipo. Es precisamente a través de estas redes “glocales” que
el desarrollo ostenta diversas modalidades de intervención. El trabajo

136
Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

de Mosse tiene la ventaja de brindar una orientación metodológica para


trabajar con estas redes y los actores que se encuentran entrelazados en
ellas. Un segundo aporte reciente para destacar es el de Norman Long
(2007) quien basándose en la teoría del actor red, procura realizar un
panorama investigativo del desarrollo centrándose principalmente en
mapear las agencias de los diferentes actores. El texto de Long ayuda a
borrar esas visiones del desarrollo como una fuerza todopoderosa, a
partir de reinsertar en el debate la importancia de los actores locales y
de sus potencialidades políticas. No obstante, la contribución de Long y
la teoría de redes en general, adolece de un problema fundamental, y es
que a través del interés por mostrar la agencia de todos los actores se
desdibujan las asimetrías y las relaciones de poder que existen entre
ellos, dando una imagen de equidad en el mapa general de las relaciones
sociales configuradas por el desarrollo y la modernidad contemporánea.
Una manera de usar esta metodología es introduciendo la cuestión del
poder en el análisis de estas redes. Para un intento a este respecto puede
verse Ribeiro (2005).

e) El desarrollo y sus consecuencias regionales y locales

A pesar de que algunos de los estudios realizados en esta área no se


asientan en la antropología del desarrollo, dichas investigaciones suelen
objetivar al desarrollo en tanto conjunto de prácticas y discursos, al
visualizar los efectos y consecuencias fundamentales que han tenido
estas intervenciones en espacios socio-territoriales puntuales de diverso
tipo. Una línea que suele converger con estos trabajos es la del estudio
general de las relocalizaciones de comunidades, que tuvo un fuerte auge
en América Latina desde finales de los ´70, no obstante sólo interesan
aquí las investigaciones que tienen al desarrollo y sus actores como
principales protagonistas de estos procesos. En este sentido, existen
algunas interesantes contribuciones que analizan grandes proyectos de
desarrollo que implican por lo general la construcción de obras infraes-
tructurales de mucha envergadura. Entre ellos destaca el trabajo de
Gustavo Lins Ribeiro (2003) sobre la construcción de la represa hidro-
eléctrica Yaciretá, que analiza tanto el proceso de conformación de la
obra así como las dinámicas del capitalismo global que la hicieron posi-
ble. Destaca aquí también el trabajo de Alejandro Balazote y Juan Car-
los Radovich (1993) sobre la construcción de la represa de Piedra del

137
Antropología rural: orígenes, desplazamientos y aperturas P. QUINTERO

Águila en el sur de la Argentina y las consecuencias que esta obra (y las


otras proyectadas para la zona) tuvieron para los pobladores de la re-
gión. Por otro lado, abundan en América Latina las compilaciones que
intentan rastrear las consecuencias generales de la implementación de
proyectos de desarrollo en regiones y localidades específicas. En este
punto existen dos trabajos colectivos recientes en la Argentina. El pri-
mero de ellos compilado por Isla y Colmegna (2005), que reúne estu-
dios de caso críticos sobre el desarrollo casi en su exclusividad sobre la
Argentina con la excepción de los artículos de Eduardo Archetti sobre
Ecuador y de Sergio Bassoli y Marcelo Carrasco sobre Chile. Algunos
de los estudios de caso resultan interesantes para visualizar los itinera-
rios del desarrollo en localidades específicas, pero aún cuando la compi-
lación promete desde su título visualizar la cuestión del poder, es preci-
samente la ausencia de este tema en los análisis lo que hace caer al texto
general en una crítica al desarrollo extremadamente tímida y soterrada.
Tal vez el trabajo de Trinchero y Belli (2009) que presenta estudios de
caso sobre la cuenca del Pilcomayo ayuda a figurar una imagen más
crítica de las intervenciones del desarrollo en espacios locales particula-
res, dando una perfil general pero a la vez profundo de esta área. No
obstante, esta compilación es un tanto desigual, en cuanto a la pertinen-
cia de los artículos para leer los impactos de los proyectos de desarrollo
en dicha región. Si bien presenta casos de estudio que pueden resultar
interesantes para profundizar en los resultados socioculturales del desa-
rrollo.

f) Desarrollo y poscolonialismo

Dentro del panorama actual de investigaciones críticas sobre el desa-


rrollo, han aparecido muy recientemente algunos estudios, en su mayor-
ía de corte teórico- que vinculan directamente las pretenciones y moda-
lidades de representación del desarrollo con el colonialismo en la etapa
contemporánea. Lejos de lo que suele pensarse comúnmente acerca del
prefijo “post” de esta línea de crítica iniciada en los ´70, el mismo no
significa la disolución definitiva del colonialismo y sus derivados sino su
re-articulación bajo nuevas formas de dominación y explotación. Es
dentro de estas formas en las que el colonialismo se re-actualizaría des-
pués de las independencias del llamado Tercer Mundo, donde aparece -
para estos trabajos recientes- la cuestión del desarrollo. La primera en

138
Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

enunciar esta cuestión desde la crítica poscolonial fue probablemente la


feminista vietnamita Minh-ha Trinh (1989)7 dentro de su cuestiona-
miento general a la representación interiorizada que sobre las mujeres
del Tercer Mundo hacen las agencias y programas del desarrollo. Gaya-
tri Chakravorty Spivak (2010) rearticula estas ideas en un marco de
análisis más amplio que vincula estas representaciones coloniales (o
poscoloniales según estas autoras) con las recientes estrategias de ex-
pansión capitalista bajo el neoliberalismo y los programas de solidaridad
global. En esta línea de argumentación, es menester señalar la existencia
de algunos trabajos sobre el tema. Es interesante destacar el excelente
escrito de Ilan Kapoor (2008) que intenta organizar en un cuerpo co-
herente y consistente la crítica poscolonial presente hasta el momento
en una crítica feroz a los discursos y prácticas desarrollistas. Lo intere-
sante del texto de Kapoor es que también le presenta ciertos cuestio-
namientos al poscolonialismo y trata de rearticular una crítica sobre la
praxis que como se sabe es la gran ausencia del debate poscolonial ba-
sado fuertemente en el posestructuralismo y las tendencias del giro
lingüístico en general. El texto de Kapoor también abre al final pro-
puestas para la acción y propone algunas alternativas8.

g) Desarrollo y colonialidad

Una línea de investigación reciente ha sido abierta a partir de las


propuestas teóricas del sociólogo peruano Aníbal Quijano, particular-
mente en lo que respecta a sus propuestas sobre la heterogeneidad es-
tructural de la década del ´80 y la colonialidad del poder de principios
de los ´90 hasta la fecha. Las propuestas teóricas de Quijano permiten
pensar en la estructuración social latinoamericana como un conjunto
articulado de formaciones sociales caracterizadas por su heterogeneidad
estructural, donde la organización y distribución del poder, en tanto
base de las relaciones sociales, se caracteriza por ser un tipo de engrana-

7 Es sabido que el extraordinario trabajo crítico de Edward Said abonó el camino para
la crítica poscolonial y los estudios subalternos, pero además fundamentó las bases para
una futura crítica del desarrollo en tanto sistema de representaciones colonial/imperial
aún cuando él mismo no llegó a esbozarla. No lo incluimos aquí como primer avance
de la crítica poscolonial porque el propio Said marcó distancia con esta perspectiva en
el postfacio de la edición “Orientalismo” de 1995.
8 A fines de 2009 apareció en inglés un trabajo de Cheryl McEwan con el título “Post-

colonialism and development” al que aún no hemos podido acceder.

139
Antropología rural: orígenes, desplazamientos y aperturas P. QUINTERO

je social constituido por la co-presencia y la interactividad permanente


de la dominación, la explotación y el conflicto (Quijano, 2007). Estos
elementos principales del poder, se rearticulan en la modernidad bajo el
control específico de dos ejes principales, a saber, el control del trabajo
en tanto articulación global de todas las formas sociales de trabajo bajo
el dominio del capitalismo, y el control de la subjetividad bajo la pro-
ducción de un conjunto de clasificaciones y jerarquizaciones geo-
culturales globales de la población mundial9. Desde la antropología del
desarrollo, este marco general nos permite pensar al desarrollo como un
conjunto de prácticas y discursos en una relación directa de co-
producción entre el capitalismo y los sistemas subjetivos de clasifica-
ción social. De esta manera, es posible tratar al desarrollo como una
idea/fuerza en el sentido de “análogas aspiraciones motivadoras e im-
pulsoras de cambios mayores en la sociedad”, tal como lo hace Quijano
(2000), y no solamente como una formación discursiva o representa-
cional cuasi autónoma. Esta idea/fuerza es por supuesto parte constitu-
tiva de un sistema más amplio ligado a la modernidad occidental como
sistema cultural y enlazado a la colonialidad como matriz de poder.
Pueden verse intentos de abordaje del desarrollo desde este marco
analítico en los trabajos reciente de Pablo Palenzuela (2011), así como
en Quintero (2009 y 2012).

h) Desarrollo, contra-desarrollo y resistencias

El interés por el accionar de los actores locales no es una exclusivi-


dad de los acercamientos de la teoría de redes, pues ya representaba -en
otras aproximaciones recientes- una de sus preocupaciones fundamen-
tales. Nos referimos aquí a las tendencias recientes que se interesan por
analizar las respuestas de las comunidades locales al desarrollo. Esta
preocupación teórico-metodológica representa un cambio cualitativo
importante en el objeto de investigación de la antropología del desarro-
llo que ya no estaría centrado en el desarrollo global o regional, sino
esta vez en las comunidades y su agencia. Dentro de esta área se puede
destacar los trabajos aparecidos en la edición de Arce y Long (2000), los
cuales intentan conceptualizar estas cuestiones a partir del estudio de
casos locales en todo el Tercer Mundo. Este trabajo explora lo que los

9 Para una caracterización general del modelo del poder y de la teorización de la colo-
nialidad del poder de Aníbal Quijano puede verse, Quintero (2010).

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Cuadernos de Antropología | Núm. Especial | 2012

editores han llamado “contra-tendencias” en tanto acciones que se


oponen e incluso resignifican las motivaciones originales de los proyec-
tos de desarrollo, lo cual habilita un espacio para pensar en la re-
direccionalidad que los supuestos “pacientes” y “receptores” del desa-
rrollo pueden darle a estos programas de intervención. Este espacio
posibilita a su vez la exploración de alternativas a los procesos de desa-
rrollo, particularmente desde el punto de vista local. Esta ha sido una de
las preocupaciones medulares de Arturo Escobar durante todo su tra-
bajo en el área, desde su texto inaugural (1998) hasta recientes aportes
(2005 y 2008). Estos escritos del antropólogo colombiano, basados casi
en su totalidad en su trabajo en el pacífico colombiano, no sólo visuali-
zan resistencias y apropiaciones del desarrollo realizadas por la lucha
política de las comunidades afrodescendientes de la región, sino que
además aventura ejemplos particulares de alternativas económicas,
epistémicas y políticas para las comunidades locales.

i) Desarrollo y posdesarrollo

Inspirados en la apremiante necesidad de buscar alternativas al desa-


rrollo, existe un gran cúmulo de estudios recientes que intentan diluci-
dar panoramas utopísticos posibles. En estos trabajos la investigación y
la crítica se tocan con propuestas y alternativas posibles bajo el epitome
general de posdesarrollo. La literatura sobre el tema es ya –
afortunadamente- amplísima y si bien puede hablarse de un antecedente
importante sobre estas cuestiones aparecido en inglés en 1997 y compi-
lado por Majih Rahnema y Victoria Bawtree, la literatura en español
también es larga. Gracias a la coyuntura política actual la exploración de
estas alternativas ha sido en algunos casos políticas de Estado y se han
producido algunas herramientas recientes muy provechosas, vale nom-
brar: en Venezuela la compilación de Edgardo Lander (1995) y la de
Miguel Ángel Contreras (2006), en Ecuador la de Alberto Acosta
(2010), en Colombia la de Arturo Escobar y Álvaro Pedrosa (1996), en
Brasil la del portugués Boaventura de Sousa Santos (2002), entre tantas
otras. Es importante aquí recalcar que las propuestas del posdesarrollo
se ubican en una crítica radical al desarrollo y que ninguna de ellas in-
tenta resemantizar o reactualizar al desarrollo sino destruirlo propo-
niendo alternativas simbólicas y productivas más allá de este meta-
relato moderno. Para el posdesarrollo la cuestión del desarrollo no es

141
Antropología rural: orígenes, desplazamientos y aperturas P. QUINTERO

una problema de modelos (buenos o malos, eficaces o ineficaces) sino


del desarrollo mismo, en tanto conjunto de discursos y prácticas que
(re)producen las actuales asimetrías globales.

Palabras finales

Lo dicho hasta el momento refuerza la comprensión general de la


historia de la formación de la antropología del desarrollo, como campo
crítico de investigación sobre uno de los fenómenos más importantes
de la modernidad contemporánea. Estos itinerarios fundamentales,
añejos y recientes, del campo de la antropología del desarrollo han
abierto líneas de investigación crítica desde las más diversas posturas
teóricas y metodológicas, creando una óptima dinámica en los estudios
antropológicos del desarrollo. Estudios que cada vez arrojan más luces
sobre este importante fenómeno. Pero el ejercicio de la crítica al desa-
rrollo desde una perspectiva antropológica deberá abogar cada vez más
por la búsqueda de alternativas al desarrollo.
Por ende, la crítica debe convertirse en un instrumento que ayude a
la construcción de horizontes de futuro posibles en el marco de la ac-
tual crisis civilizatoria. Afortunadamente algunas de las tendencias re-
cientes en la antropología del desarrollo, parecen acercarse hacía estos
centrales derroteros.

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