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Una vez que el Deuteronomio ha sentado las bases y los principios teológicos le es fácil para
la historia deuteronomista desarrollar un examen de la historia y poder comprobar si ésta se
ajusta o no a esos criterios. Recordemos que la tesis del Deuteronomio se resumiría así:
cuando el pueblo está unido y es fiel, Dios lo premia; cuando es infiel y desunido, Dios lo
castiga entregándolo a las manos de sus enemigos; cuando se arrepiente, Dios le manda un
liberador, que lo libra de sus enemigos.
La conquista de la tierra
Después de un capítulo introductorio (1), Josué envía espías a Jericó, que recibe la ayuda de
Rajab, la prostituta (2); los israelitas cruzan el Jordán a la altura de lericó y acampan en
Guilgal (3-4), donde celebran la primera pascua en Canaán (5). Toman Jericó (6) y a la
ciudad de Ay (8), en medio de todo esto se descubre el pecado de Acán (7). Josué pacta con
los gabaonitas (9), mientras los cananeos se alían en contra de Gabaón, pero son derrotados
(10).
El rey de Jasor hace otro intento, que fracasa ante los israelitas (11) y el libro cierra esta
primera parte con un listado de los reyes vencidos (12).
Jos incurre en anacronismos que contradicen abiertamente la historia. Supone que los
hebreos formaban ya un pueblo unido. Supone también que las doce tribus conquistaron
toda la tierra desde el primer momento. Estos dos hechos fueron realidad sólo en tiempos de
David.
¿Quiere decir esto que el libro de Josué es pura ficción histórica, escrita sólo con fines
teológicos?¿Se pueden extraer datos históricos de las narraciones del libro de Josué? Estas y
otras preguntas se han tratado de responder en estos últimos años, con respuestas
variadas.
La escuela americana (Bright, Wright, Cross) encabezada por } W.F. Albright, le da un valor
histórico a los relatos bíblicos. No desconoce la dimensión teológica y épica del relato pero
cree que iluminado por los datos arqueológicos se puede reconstruir la fecha (1200 a.C) de la
entrada y del modo de conquista.
Aportes de la arqueología
La tradición de la "conquista" quisiera tener una base arqueológica. Las historias de Josué 2-12
están vinculadas a distintos lugares. Son relatos etiológicos que explican una situación que
permanece "hasta el día de hoy" ¿Por qué está Jericó en ruinas? ¿Por qué Ay se llama "La
Ruina"?
A favor de una conquista por las armas se invoca la destrucción de ciertas ciudades cananeas
en el centro del país, al final del siglo XIII, pero esas ruinas pueden ser efecto de conflictos
entre las mismas ciudades cananeas o ataques de los "pueblos del mar" a partir del 1200- El
testimonio de la arqueología debe ser sometido a critica lo mismo que los textos, y cada caso
debe ser examinado aparte. Jericó fue destruido en el siglo XIV y estaba desierto en la época
que se atribuye a Josué; Ay estaba en ruinas desde la mitad del III milenio. Según la biblia,
Josué habría hecho un pacto con los gabionitas; no obstante, las excavaciones no han
descubierto en el-Gib restos de una ciudad del Bronce Reciente. Los datos más firmes son la
destrucción de Jasor, destruida e incendiada en el siglo XlII.
La escuela alemana (A. Alt Y M. Noth) desconfía de los datos de la arqueología y basa su
argumentación en el relato bíblico, leído a la luz de los textos extrabíblicos, que permiten
conocer la situación de Canaán al momento del contacto con los israelitas y conocer el
proceso de asentamiento de las tribus provenientes del desierto cuando pasan del nomadismo a
la vida sedentaria.
La entrada de los israelitas no sería una conquista "relámpago" sino un asentamiento lento
y pacífico. Como las poblaciones cananeas se concentraban en la llanura, dejando la región
montañosa despoblada, las tribus habrían aprovechado esa circunstancia para ocupar la zona
montañosa Sólo con el tiempo, una vez consolidadas, recurren a las armas para enfrentarse
con las ciudades fortificadas. Uno de sus apoyos literarios es Jue 1,1-2,5 que describe las
dificultades de la conquista y que constata que han quedado muchas ciudades y zonas si
conquistar.
La escuela francesa (R. de Vaux) hace una síntesis de las dos escuelas anteriores. Llega a
estas conclusiones: no todas las tribus israelitas bajaron de Egipto ni todas bajaron al
mismo tiempo. No todos los itinerarios coinciden, sino que se dan distintas salidas y entradas
en Canaán.
Se daría un primer éxodo-expulsión hacia mediados del s. XVI a.c., coincidiendo con la
expulsión de los hicsos (1550 a.C,). Formaban parte de esta salida grupos que conformaría la
tribu de Judá. Penetraron directamente por el sur.
Las futuras tribus de Efraín, Manasés y Benjamín, con otros grupos, salieron de Egipto
caudillados por Moisés hacia el 1250 a.C. Es el llamado éxodo-huida. Se vieron obligados a
dar un gran rodeo por Transjordania, donde ya se instalaron algunos. El resto cruza el río
Jordán bajo la dirección de Josué y se asentaron en el centro del territorio hacia el 1230 a.c. La
destrucción de Jasor, hacia fines del s. XII parecería avalar la historicidad de Jos 11.
En los últimos años han ido apareciendo nuevas y variadas hipótesis sobre el asentamiento de
las tribus. Todas destacan la importancia que tuvo el factor cananeo: algunos los consideran
los antepasados de Israel (Mendenhall, Gottwald, Lemche) o admiten un largo proceso de
simbiosis y de contacto entre los cananeos y las tribus israelitas. En esta misma línea, los
orígenes de Israel no se explican tanto a partir de las tribus y grupos venidos de afuera, sino
más bien a cambios y evoluciones sociales y políticas. Mendenhall y Gottwald habla de una
revolución del campesinado, a la que se juntaron otros elementos marginales, como origen
de Israel.
En el norte cosecharon éxitos parciales y algunos fracasos. La pequeña tribu de Dan, cuando
llegó a la llanura costera, no puro instalarse en ella Los datos que nos ofrece esta introducción
de Jue 1,1-2,5 son más realistas y cercanos a los hechos que la versión más idealista de Jos.
Jue 2,1-5 nos dan la razón teológica de por qué los cananeos siguen fuertes en los enclaves en
el país. El Señor había sacado a los israelitas de Egipto, les había prometido la tierra, pero les
había ordenado destruir los altares de los cananeos y no pactar con ellos, cosa que no habían
hecho. Por eso Dios permite la presencia de los cananeos dentro del país.
Los seis jueces mayores son: Otoniel, Eud, Débora, Barac, Gedeón, Jefté, Sansón. Se trata
de personajes recordados por la tradición, que actuaron en situaciones críticas salvando al
pueblo de caer en manos de sus enemigos.
Personajes de origen variado pero a los que sobreviene el espíritu del Señor y los convierte
en jefes carismáticos, que salvaban y liberaban al pueblo. Estas historias son muy diferentes
entre sí: la historia de Otniel es breve; se limita a dar los datos necesarios. Tampoco está muy
desarrollada la historia de Débora-Barac (4,1-24). En cambio se concede espacio a la
historia de Gedeón (6,1-8,35). Abimelec, no es juez, pero siendo hijo de Gedeón, fue el
primero en intentar ser rey (9,]-57).
Jefté, que sería un juez menor, la historia deuteronomista lo hace más importante con sus
agregados y retoques.
La historia de Sansón es diferente a todos los demás relatos (Jue 13-16). Es de la tribu de
Dan. No recluta hombres, sino que combate personalmente contra los filisteos. Su nacimiento
es precedido por una aparición; será nazireo desde su nacimiento. Dios le infundirá su espíritu
(13). Se casa con una filistea (14). Sus aventuras hacen sufrir a los filisteos, pero no los
expulsa del país (15-16). Son relatos que recurren a la ironía y al humor contra los filisteos. Al
final el relato deja su' enseñanza y su héroe.
Los seis jueces menores son Sangar, Tolá, Yaír, Ibsán, Elón, Abdón. Si se exceptúa Sangar,
a ninguno se le atribuye algún acto salvador, sino que se dan breves notas sobre sus vidas.
También se dice que "juzgaron" a Israel. En realidad, es a estos jueces menores a los que
propiamente les conviene el título de jueces en el sentido técnico de la palabra. El verbo shafat
(= juzgar) no sólo implica administrar la justicia, sino que incluía otros poderes más amplios
de mando y de gobierno, similares a los sufetes cartagineses y fenicios. Este sentido
amplio de "juzgar" está testimoniado en los textos de Mari (s. XVIlI a.C.) y lo de Ugarit (s.
XIII a.C.).
Los jueces y la historia
La tesis de la "anfictionía" no está justificada para las tribus de Israel, porque no aparecen los
rasgos propios de esta institución: no se puede probar la existencia de un santuario
central (Siquen, Betel, Guilgal, Siló) ni de un Consejo de delegados de las tribus (los
ancianos?). No hay un solo ejemplo de acción coordinada de todas las tribus. Si se
llegara a probar la existencia de un juez central para todas las tribus, se trataría de una función
desconocida en las anfictionías griegas.
- Las seis tribus del norte. Según Jue 5,14-17, fueron seis las tríbus que respondieron a la
convocatoria de Débora: Efraín, Benjamin, Maquir (Manasés) Zabulón, Isacar y Neftalí. Son
criticadas las otras cuatro tribus que no participan: Rubén, Galaad (Gad), Dan y Aser. Se
silencian totalmente las tribus del sur: Judá, Simeón y Leví, seguramente porque están
alejadas del escenario de la guerra: el frente de ciudades cerrojos de Guezer-Ayalón-GabaÓn-
Jerusalén.
A mediados de este período debió existir en el centro norte una federación de seis tribus. Las
cuatro que no respondieron a la cita no debían pertenecer todavía a la liga.
- Israel y Judá. El elemento dominante de las seis tribus del norte corresponde al grupo de
Raquel. Esto podría explicar la frecuencia del nombre Israel en Jue 5. Esta es la extensión de
Israel en tiempos de Saúl y David. Judá y las tribus del ser aparecen como otra entidad tribal.
Unidos por el poder personal de David, Israel y Judá seguirán conservando su autonomía
militar y administrativa.
Conclusión: la integración de las doce tribus en un mismo árbol genealógico o tribal, es una
construcción ideal de un gran Israel, que data de los tiempos de David. Nunca existió como
organización política antes de David. Como también Judá compartía la misma fe, el término
Israel se extendió con el tiempo a Judá.