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Instituto de Filosofía
Investigación Pregrado Invierno 2018
Profesor guía: Manuel Correia
Abreviaturas___________________________________________________________4
Modos de percepción, tipos de conocimiento y clasificación de las ideas____________5
Hacia la depuración de las ideas____________________________________________7
El método_____________________________________________________________8
Ontoteología: la fundación de la idea de Dios________________________________11
La arquitectura del sistema: sustancia, atributos y modos_______________________13
Antropología: constitución dual del ser humano______________________________14
Afectos y conocimiento_________________________________________________16
Conclusión___________________________________________________________17
Bibliografía___________________________________________________________18
Abreviaturas
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Modos de percepción, tipos de conocimiento y clasificación de las ideas.
Estos dos modos de percepción producen ideas ficticias, falsas o dudosas. Las
ideas ficticias surgen a raíz de que la mente finge la existencia de una cosa a raíz de su
posibilidad (TRE, pp. 128-129, §63), mientras aún desconoce si hay una causa para su
existencia (TRE, pp. 121-122, §53). La posibilidad, dentro de la doctrina de la
modalidad de Spinoza, es considerada un defecto del entendimiento (PM, 296-298,
§242-243; ED, pp. 102-103, prop. XXXIII), dado el determinismo de que las cosas
existan por necesidad o no existan por imposibilidad (contradicción). Las ideas falsas
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consisten en que “se afirma de una cosa algo que no está contenido en el concepto que
de ella hemos formado” (TRE, p. 134, §72), a causa de la percepción confusa y parcial
de las cosas. (TRE, p. 135, §73; ED, p. 171, prop. XXXV). Finalmente, las ideas
dudosas consisten en “la suspensión del ánimo ante una afirmación o una negación <de
una cosa> que afirmaría o negaría, si no surgiera algo cuyo desconocimiento hace que el
conocimiento de esa cosa deba ser imperfecto” (TRE, p. 139, §83). A diferencia de la
idea ficticia y la idea falsa, el entendimiento se abstiene de emitir un juicio con respecto
a una cosa, hasta conseguir un conocimiento claro y distinto de ella, con lo cual
necesariamente la voluntad asentiría ante la verdad vislumbrada.
Pero antes de hacer uso de la idea verdadera Dios, Spinoza define el concepto
“idea”, menciona algunas de sus propiedades y establece los criterios para que una idea
sea verdadera. En primer lugar, Spinoza define idea como “un concepto del alma, que el
alma se forma por ser una cosa pensante” (ED, pp. 122-123, Def.). Sus propiedades son
tres, asociadas a su génesis y perfección (TB, p. 153, §108):
VI. Que las ideas que formamos clara y distintamente […] parecen derivarse de tal
modo de la sola necesidad de nuestra naturaleza que parecen depender exclusivamente
de nuestro poder; y al revés las confusas, ya que muchas veces se forman contra nuestra
voluntad.
VII. Que las ideas que forma el entendimiento a partir de otras las puede determinar la
mente de muchas formas.
VIII. Que las ideas son tanto más perfectas cuanta más perfección expresan de un
objeto.
fuerza natural (nativa) [aquello que no es causado en nosotros por causas externas, nota al pie de
página] [con la cual el entendimiento] se forja instrumentos intelectuales con los que adquiere
nuevas fuerzas para realizar otras obras intelectuales y con estas consigue nuevos instrumentos,
es decir, el poder de llevar más lejos la investigación, y sigue así progresivamente hasta
conseguir la cumbre de la sabiduría. (TRE, p. 111, §31).
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El supremo bien del alma es el conocimiento de Dios, y su suprema virtud, la de
conocer a Dios.
Demostración: lo más alto que le alma puede conocer es Dios, esto es […] un ser
absolutamente infinito, y sin el cual […] nada puede ser ni ser concebido; y así […] la
suprema utilidad del alma, o sea, […] su supremo bien, es el conocimiento de Dios.
(ED, pp. 340-341, prop. XXVIII).
Según Spinoza (TRE, p. 142, §85), esta idea verdadera se caracteriza por ser
simple (Dios en tanto sustancia única), manifestar cómo y por qué se hicieron y son
hechas las cosas (Dios en tanto providencia universal), y producir efectos objetivos en el
alma que proceden conforme a la existencia de los objetos (Dios en tanto criterio de
conformidad entre nuestras ideas y los objetos externos al ser humano).
De este modo, una vez establecido el fin hacia el cual debe dirigirse el ser
humano, sus modos de percepción, el tipo de conocimiento más adecuado y la idea
verdadera Dios, Spinoza procede a determinar su método de investigación.
El método
La idea verdadera Dios se convierte en el criterio a partir del cual Spinoza erige
su método de conocimiento de la naturaleza. Pero dada la generalidad de esta idea, antes
de abordar la investigación Spinoza se propone tres condiciones fundamentales que ha
de seguir su método (TRE, pp. 119-120, §49):
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de ellos, cuyo orden y conexión son correspondientes entre estos dos ámbitos, el real y
el ideal (ED, pp. 129, 135; props. VII, IX). Por consiguiente, para constituirse en
criterio de verdad, la idea verdadera se distingue de las ideas adventicias en la medida
en que está radicada innatamente en el alma, y en la medida en que a través de ella
pueden ser conocidos todos los fenómenos de la naturaleza, dada la correspondencia
entre las ideas y las cosas.
2. Proporcionar las reglas para que las cosas desconocidas sean percibidas según
dicha norma. Estas reglas se pueden dividir en dos: reglas para formular una hipótesis y
reglas para elaborar una definición genética (tratados más adelante). Los requisitos para
la formulación de una hipótesis son:
b) que sea la más simple que pueda darse. Dado que la composición de ideas podría
conducir al entendimiento a la oscuridad y la confusión, el entendimiento debe
esforzarse por captar mediante el conocimiento racional o el conocimiento intuitivo la
idea más clara y distinta a partir de la cual componer sucesivamente ideas más
complejas. Este proceder analítico-sintético tiene su origen y su fin en la idea verdadera
de Dios, dado que a partir de la posesión (descubrimiento) de esta idea verdadera
(procedimiento de análisis), se deriva el resto de las ideas compuestas (procedimiento
de síntesis) mediante su concatenación causal llevada a cabo por el entendimiento. Por
consiguiente, la hipótesis más simple proporciona una base epistemológica más segura
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para la jerarquización sucesiva de los conocimientos sobre los fenómenos de la
naturaleza.
c) que (se sigue de b) sea facilísima de conocer. Entre el espectro de ideas susceptibles
de ser conocidas, el entendimiento debe buscar la más fácil de conocer, ya que al ser
más simple propiciará una definición más precisa sobre la esencia del objeto ideado.
d) que cuanto se observa en la naturaleza se pueda deducir de ella. Esta condición
discrimina entre hipótesis sobre la base de su poder explicativo: una hipótesis es más
perfecta que otra si a partir de ella se pueden explicar más fenómenos que a partir de la
otra.
3. Fijar un orden para no fatigarnos con cosas inútiles. Dada la identidad entre ideas y
objetos, la secuencia en la que se deducen las esencias de las cosas singulares debe
seguir el orden en el que efectivamente se encuentran los objetos de la naturaleza, a
partir del descubrimiento de leyes intrínsecas a ellos por las cuales son generados y
relacionados entre sí (TRE, 149, §99). Según Spinoza, esta regla nos resguardaría de
presuponer universales abstractos a partir de los cuales deducir algo real, y para deducir
universales abstractos a partir de la realidad.
Si la cosa existe en sí o [...] es causa de sí, deberá ser entendida por su sola esencia; en
cambio, si la cosa no existe en sí, sino que requiere una causa para existir, entonces
deberá ser entendida por su causa próxima. Ya que en realidad el conocimiento del
efecto no es nada más que adquirir un conocimiento más perfecto de la causa (Spinoza,
TRE, 145, §92).
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I. Que excluya toda causa, es decir, que el objeto no necesite de ningún otro ser, aparte
del suyo, para su explicación.
II. Que, una vez dada la definición de esa cosa, no quepa siquiera preguntarse si existe.
III. [...] que no sea explicada por nada abstracto
IV. [...] que de su definición se concluyan todas sus propiedades
En este punto Spinoza consigna los criterios de una definición genética que, a
través del argumento ontológico, termine constituyendo certeramente la idea verdadera
Dios para utilizarla de criterio epistemológico para conocer los objetos externos al ser
humano.
Por tanto, de acuerdo con las reglas para la elaboración de una hipótesis valida y
las reglas para una definición de los dos grandes tipos de seres (increados o creados),
Spinoza prepara el método para el conocimiento de la idea verdadera Dios, sus atributos
y su vinculación con la naturaleza en la serie de causas por la cual son explicadas las
cosas singulares.
…poseer ideas claras y distintas, es decir, tales que estén formadas por la pura mente y
no a partir de movimientos fortuitos del cuerpo. Y a fin de que todas las ideas se
reduzcan a una, procuraremos después concatenarlas y ordenarlas de suerte que nuestra
mente reproduzca objetivamente, en cuanto le sea posible, la formalidad de la
Naturaleza, en su totalidad o en sus partes (TRE, pp. 143-144).
I. Que no existe ninguna sustancia limitada, sino que toda sustancia debe ser, en su
propio género, infinita.
II. Que tampoco existen dos sustancias iguales
III. Que una sustancia no puede producir otra
IV. Que en el entendimiento infinito de Dios no hay ninguna sustancia, fuera de aquella
que existe formalmente en la naturaleza.
Por donde podemos ver que nos es, ante todo, necesario deducir siempre todas nuestras
ideas a partir de cosas físicas o de seres reales, avanzando, en lo posible, siguiendo la
serie de las causas, de un ser real a otro ser real (TRE, p. 149, §99).
Dios en tanto única sustancia es para Spinoza un ser definido por una serie de
atributos de los cuales solo conocemos el Pensamiento y la Extensión, dado que
nosotros seríamos modos de expresión imperfectos de ellos, mediante nuestra
constitución dual de alma (pensamiento) y cuerpo (extensión) (TB, p. 92, §3). En
términos del autor, "la esencia del hombre está constituida por ciertas modificaciones de
los atributos de Dios" (ED, 136, prop. X). Esta relación es entendida por Spinoza como
una relación parte-todo (ED, p. 139, prop. XI), en la que el ser humano se halla
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implicado en las ideas de Dios, con las limitaciones respectivas de nuestra condición:
"el alma humana percibe [el objeto de las ideas de Dios] de un modo parcial e
inadecuado" (ED, p. 139, prop. XI).
En esta arquitectura sistemática, Dios es naturaleza naturante, esto es, “un ser
que captamos clara y distintamente por sí mismo y sin tener que acudir a algo distinto
de él” (TB, pp. 92-93), mientras que la naturaleza naturada se divide en naturaleza
naturada universal, consistente en “todos los modos que dependen inmediatamente de
Dios” (TB, pp. 92-93), de los cuales solo conoceríamos el Pensamiento y la Extensión
(TB, p. 93); y en naturaleza naturada particular, consistente en “todas las cosas
particulares que son causadas por los modos universales” (TB, pp. 92-93), entre las
cuales se encuentra el ser humano.
En primer lugar, el ser de la esencia no es más que el modo como las cosas creadas
están comprendidas en los atributos de Dios. Por otra parte, el ser de la idea se dice en
cuanto que todas ellas están objetivamente contenidas en la idea de Dios. El ser de la
potencia solo se dice respecto al poder de Dios, con el que podía haber creado, por la
absoluta libertad de la voluntad, todas las cosas que todavía no existen. Finalmente, el
ser de la existencia es la misma esencia de las cosas en cuanto se la considera fuera de
Dios y en sí misma; se atribuye a las cosas después que fueron creadas por Dios. (PM,
pp. 290-291).
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al error. Precisamente la doctrina del error es la que ensalza el asentimiento de la
voluntad a determinarse totalmente frente a la claridad y distinción de las ideas para
atribuirse la perfección que involucra ese conocimiento y a contener su asentimiento a
la oscuridad y confusión, para de este modo no cometer errores en sus juicios, acciones
y decisiones con respecto a las cosas (PFD, pp. 210-211, prop. 15).
Afectos y conocimiento
Dada la diferencia de potencial entre ideas, hay ideas más perfectas que otras en
el entendimiento, según la tipología de ideas consignada al inicio de la presente
investigación. Dependiendo del grado de perfección de las ideas que vamos
adquiriendo, pasaremos a estados de mayor o menor perfección, en otras palabras, de
acción o padecimiento. Este tránsito viene acompañado por un sentimiento de alegría,
en el caso de la perfección, y por un sentimiento de tristeza, en el caso de la
imperfección (ED, p. 284), ambos indicadores de nuestra capacidad de obrar por nuestra
voluntad o de nuestro sometimiento a las pasiones. Con respecto a este último punto,
Spinoza acuña el concepto de “servidumbre”, en tanto
impotencia humana para moderar y reprimir sus afectos, pues el hombre sometido a los
afectos no es independiente, sino que está bajo la jurisdicción de la fortuna, cuyo poder
sobre él llega hasta el punto que a menudo se siente obligado, aun viendo lo que es
mejor para él, a hacer lo que es peor (ED, p. 307).
Por el contrario, “en la medida en que el alma entiende todas las cosas como
necesarias, tiene un mayor poder sobre los afectos, o sea, padece menos por causa de
ellos” (ED, p. 425, prop. VI).
Así, pues, en la vida es útil, sobre todo, perfeccionar todo lo posible en el entendimiento
o la razón, y en eso solo consiste la suprema felicidad o beatitud del hombre, pues la
beatitud no es otra cosa que el contento del ánimo que surge del conocimiento intuitivo
de Dios, y perfeccionar el entendimiento no es otra cosa que conocer a Dios, sus
atributos y las acciones que derivan de la necesidad de su naturaleza. Por ello, el fin
último del hombre que se guía por la razón […] es el que le lleva a concebirse
adecuadamente a sí mismo y a […] todas las cosas que puedan ser objetos de su
entendimiento. (ED, pp. 398-399).
Conclusión
A lo largo de las distintas obras de Spinoza pudimos evidenciar el rol que ocupa
la idea verdadera Dios en el proceso de depuración de nuestras ideas para orientarnos
hacia la búsqueda de nuestra felicidad, en tanto criterio metodológico para discriminar
entre ideas oscuras y confusas e ideas claras y distintas. El proceso de conocimiento de
la naturaleza tiene su génesis y su culminación en la idea de Dios, cuya interrelación
con el ser humano por medio de los atributos del Pensamiento y de la Extensión nos
hace partícipes de las verdades ocultas tras la conexión de los fenómenos de la
naturaleza según leyes de causa y efecto, al tiempo que dignifica nuestra condición
humana en la toma de decisiones con respecto a nuestro obrar para con los otros. De
este modo, se interrelacionan la dimensión epistemológica con la dimensión ética del
pensamiento de este autor, en una forma de intelectualismo que nos invita a reflexionar
sobre nuestro rol frente al mundo, en base a los conocimientos que hemos adquirido
sobre él y nuestra capacidad de actuar sobre la realidad que nos circunda.
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Bibliografía
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