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EL AUTOR Christopher Hill es decano del Balliol College de Oxford y miembro de la Academia Britanica. De 1934 a 1938 fue fellow del All Souls College de Oxford, y de 1936 a 1938 profesor ayu- date de Historia Moderna en el University College de Cardiff. Fue fellow y tutor de Historia Moderna en el Balliol College de Oxford de 1938 a 1965, y profesor invitado de Historia Inglesa de los siglos xv1 y xvit en la Universidad de Oxford de 1958 a 1965, Es autor de numerosos libros, entre los que se cuentan The English revolution 1640 [La revolucién inglesa de 1640, Barce- Jona, Anagrama, 1971}, Lenin and the Russian revolution {La revolucién rusa, Barcelona, Atiel, 1971], Puritanism and revo- lution, The century of revolution, 16031714 [EI siglo de la re. volucién, Madrid, Ayuso, 1972], Society and puritanism in pre- revolutionary England, Intellectual origins of the English revo- tution (Los. origenes’ intelectuales de la revolucién inglesa, Barcelona, Critica, 1982], Reformation to industrial revolution [De ta Reforma ata revolucién industrial, 1530-1780, Barcelona, Arial, 1980] y Change and continuity in 17th century England. TRADUCCION Me del Carmen Ruiz de Elvira DIRECTOR DE LA COLECCION Enrique Tandeter Historia de los Movimientos Sociales EL MUNDO TRASTORNADO EL IDEARIO POPULAR EXTREMISTA EN LA REVOLUCION INGLESA DEL SIGLO XVII por CHRISTOPHER HILL eintuna editores, sa slate ve siglo veintiuno de espafia editores, sa sigio veintiuno argentina editores, sa sige xelntinne.de qotamle, Raa Primera edicién en castellano, septiembre de 1983 (© stop xxi oe ESPANA morTONES, 5, A. Calle Plaza, 5. Madrid:33 Primera edicién en inglés, 1972 © 1972 Christopher {© Mautice Temple Smith Ltd. Titulo original: The world turned upside down. Radical ideas during tha English Revolution DERECHOS RESERVADOS CONFORM A LA LE Impreso y hecho en Espafia Printed and made in Spain ISBN: 38.32500718 Depésito legal: M. 29.681 -1983 Impreso en ClosasOrcoyen, S, L, Polfgono Tgarsa Paracuellos del Jarama (Madrid) En_agradecimiento a Rodney por sugerirmeto, ya B, A, D, sin cuya cooperacién y comprension @ste libro nunca hubiera sido escrito. El Sefior guarda a los emigrantes; sustenta al huérfano y a Ia vite da, y trastorna el camino de los malvados. Salmo 146, 9 Mirad al Sefior, que hiende Ia tierra y Ja resquebraja, devasta 1a superficie y dispersa a sus habitantes: lo mismo plebe que sacer ote esclavo que sefior, esclava que seftora, comprador que vende dor, prestatario que prestamista, acreedor que deudor mn borracho, cabecea como una vacila y oscila la tierra como wi cabeora como un hom. Aquel dia. juzgard cl Sefior a Jos ejér Giele, @ los reyes de Ja tierra en Ia tierra Isaias, xy, 12, 2021 Liegaron a Tesalénica... Pablo... discutié. con ellos. Apoyandose en fa Escritura... Algunos judios se convencieron... y no pocas mujeres principales. Envidiosos los judios, reclutaron unos maleantes del hrroye y, provocando tumultes, alborotaron la ciudad... vociferan- do: —Esos que han revolucionado el mundo. Hechos de los apéstotes, xv1, 16 cin in version do a Nucya Biblia cpefota taduccdn de los textos Gein, Stn Yor‘ Alonuo Sebo y Suan Mateos. Magra, Bar 2 etistianda, 315) 1, INTRODUCCION Ha sido mi (...] empefio [...] dar a cada miembro y a cada parte no sélo su debida proporcién, sino también su debido sitio, y no colocar Ia cabeza donde deberia estar el pie, ni el pie donde tendria que estar la cabeza. Quizis a muchos pacda parecer culpable de aquel crimen de que fue acusado el Apos- tol, el de trastornar el mundo, y poner en Ia base aquello con lo que otros coronan el edificio y situar sobre el tejado To que otros ponen como cimientos. Henry Denne, «Grace, mercy and peace» (1645), en Fenstanton Records, p. 422. La revnelta popular fue durante muchos siglos un rasgo esen- cial de la tradicién inglesa, y las décadas centrales del siglo xvit conocieron el mayor cataclismo de los que hasta chora han te- nido lugar en Gran Bretafia. El presente libro no intenta contar otra vez la historia de cémo el ejército de! Parlamento Largo a Carlos I y sus defensores, ejecuté al rey y establecié tuna repiibliea que duré poco. Aunque en Ia década de 1640 exis- tid un considerable apoyo popular al Parlamente, las conse- cuencias, a largo plazo, de la revolucién favorecieron a la gen- try? y a los comerciantes, y no al mas humilde 50 por ciento de la poblacién sobre el que trato de centrar la aiencién, * He estimado conveniente mantener a lo large del testo el término gentry sin tyaducir, ya. que con si definicién rhe generalmente scep. fada —ela clase [social] que sacaba la mayor parte de sus ingresos de J explotaelén de sus terres y cuyos miembros no pertenecian a la no Dlezas (lacob Bronowski y Bruce Jaalish, La tradicidn intelectual de Oc Cidente, Editorial Norte ¥ Sur, Madrid, 1963)— no se corvesponde exac- tamenté alngin término espaol, puesto que cl término derratenienten, por el que a menudo ha sido tfaducide el término gentry, abarea. tam Bign a Ia nobleza, a la Tplesia e incluso a la Corona;_y la expresién shi dalgos terratenientess, con la que también se ha venide traduciendo, fs una expresién confusa, que s6lo latamente podria tomarse en el sen- ido de egente de buena’ posicién social inmediatamente por debajo de In noblezam, que es Ia definiclon que del termino geritry da el diccionario de Oxford,’ Hn su exposielin sobre la interpretacién del termino gentry, 2 Christopher Hill Este libro se ocupa de aquellos episodios ¢ ideas de la re- volucion inglesa que desde un determinado punto de vista son Seoundarios, de las tentativas por parte de diversos grupos del pueblo llano de imponer sus propias soluciones a los proble- nas de su tiempo, en oposicién a los deseos de sus superiores. que los habian convecado a la accién politica, El lector que desee completar su perspectiva puede leer con provecho el va- lioso libro del profesor David Underdown, recientemente pu- Dlicado, Pride's purge (Oxford vr, 1971). Se ocupa casi exacta- mente del mismo perfodo que yo estudio en este libro, pero desde un Angulo completamente distinto. Su punto de vista se Sita en la cumbre, en Whitehall; el mfo est situado a ras de tierra, Su indice y el mio contienen listas de nombres total mente diferentes. Ts revuctta en el interior de la revolucién, que constituye el tema de mi libro, tomé diversas formas, algunas mejor co ee esTotras, Grapos como los niveladores [levellrs}, los Cavadores (diggers) y los hombres de la Quinta Monarqula [pf monarchists] ofrecian nuevas soluciones politicas (y en {iso de los cavadores también nuevas soluciones econdmi fas). Diversas. sectas —baptistas, cudqueros, muggletonistas— Gfrecian nuevas soluciones.religiosas. Otros grupos —los see- fers*, los ranters y también los cavadores— planteaban pre- juntas eseépticas acerea de todas las instituciones y creencias Ge su sociedad. En realidad, quizis una diferenciacién dem Stado tajante entre politica, religion y escepticismo general Jos mismos autores citan a J. H. Hexter (Storm over the gentry», En: west Sh ony cera cmt tae Bog cnaicntentes. que mo uderon reno (a revelain, de preles Introducci6n 7 pueda ser motivo de confusién. A posteriori sbemos que algu- nos de estos grupos —baptistas, cudqueros— sobrevivirin como sectas religiosas y que Ia mayoria de los demas desaparecerén, En consecencia, imconscientemente, tendemos a imponer con. tornos demasiado nitidos en la historia temprana de las sectas inglesas, a encontrar en las décadas de 1640 y 1650 creencias que en realidad son posteriores. Uno de los propésitos de este | libro ser el de sugerir que en ese periodo las cosas eran mu! cho més confusas. Desde, digamos, 1645 hasta 1653 se produje- ron en Inglaterra enormes cambios y debates que llevaton a tuna nueva evaluacién de todas as cosas, Se cuestionaron las viejas instituciones, las viejas creencias, los viejos valores. Los | hombres se desplazaban con facilidad de un grupo eritico a otro, yun cudquero de los primeras afios de Ia década de 1650 tenfa mucho més en comtin con un nivelador, un eavador 0 tn rar ter que con un miembro actual de la Sociedad de Amigos [So ciety of Friends} Nuestro period comienza cuando parecfa que el Parlamen- to habia triunfado sobre el rey, y la gentry v jos comerciantes, que habian defendido la causa parlamentaria en la guerra civil, esperaban reformar las instituciones de la sociedad de acuer do con sus deseos, confiaban en imponer sus valores. Si no se hhubieran visto obstaculizados sus propésitos, Inglaterra podria haber pasado inmediatamente a algo parecido a la solucién po- litica de 1688: soberania parlamentaria, monarqiia limitaca, politica exterior imperialista; un mundo a la medida de los hombres de negocio para obtener en él buenos beneficios. Pero en lugar de ello hubo un periodo de espléndito flujo ¥ de es- timulo intelectual en el que, como dijo Gerrard Winstanley, «el viejo mundo... se esta eneogiendo y retorciendo como un per- gamino en el fuego»! En realidad, todo parecfa posible; no s6lo se pusieron en cuestidn los valores de Ja vieja sociedad je-; rérquica, sino también los nuevos valores, Ia misma ética pro-! testante. Sdlo de una manera gradual se fue resiableciendo cl control durante el protectorado de Oliver Cromwell, lo que condujo a una restauracién del poder de Ia gentry y luego del poder del rey y de los obispos en 1660. ‘Simplificando en exceso, existieron dos revoluctones en la Inglaterra de mediados del siglo xvit, Una, que tuvo éxito, es- tablecié los sagrados derechos de la propiedad (abolicién de las tenencias feudales, supresién de la tributecién arbitraria), dio poder politico a los propietarios (soberania del Parlamen- ¥ Sabine, p. 252. 4 Christopher Hitt to y derecho consuetudinario, abolicién de los tribunales pri- vilegiados) y eliminé todos los impedimentos para el triunfo de la ideologia del propietario, 1a ética protestante. Hubo, sin embargo, otra revolucién que nunca estallé, a pesar de que de ‘ver en cuando amenazara con producirse. Esta revolucién pudo haber establecido la propiedad comunal y una democracia mu- cho mayor en las instituciones politicas y legales; pudo haber acabado con la Iglesia estatal y arrinconade la . La locura, como la be- Meza, puede estar en el ojo del espectador. En el siglo xvir existieron lunaticos, pero la moderna psiquiatria nos estd ayur dando a entender que la propia demencia puede ser una forma de protesta contra las normas sociales y que el «lunatico» pue- de en cierto sentido estar mas cuerdo que la sociedad que lo rechaza. Muchos escritores, que eran conscientes de que sus opiniones les parecerfan intolerablemente extremistas a sus res- petables contempordneas, exageraron sus excentricidades para conseguir audiencia, como, en un sentido basiante diferente, hizo Bernard Shaw en el siglo x2. Por otra parte, Ia locura tuvo una funcién social en Ia so- ciedad medieval, Una convencién social establecia que en de- terminadas ocasiones —Shrove Tuesday (martes de Carnaval), Feasts of Fool (dia de los Inocentes), All Fools Day y otras— la jerarquia social y el decoro social podian trastornarse. Ello constituia una vélvula de escape: las tensiones sociales se re~ lajaban con el ocasional cambio de papeles; el orden social parecia acaso tanto mas tolerable*. Lo que en el siglo xvit re sultaba nuevo era la idea de que el mundo podia ser trastorna- do de manera permanente, de que el mundo sofiado de la Tie- ra de Jauja o el reino de los cielos podia alcanzarse en ese ‘momento. Durante los breves afios de Ia gran libertad de prensa en Inglaterra tal vez fuera mucho més f4cil para los excéntricos tener acceso a la imprenta de Jo que nunca lo habfa sido ni nunea lo seria, Antes de 1641 y después de 1660 existié una cen Véase infra capitulo 1x1 3, Welstord, The foo!, 1935, cap. mx. 6 Christopher Hitt sora estricta, En fos afios de libertad comprendides entre esas dos fechas, una prensa era un bien de equipo relativamente ba ato y cOmodo de transporiar. La edicién no se habia desarro- edo todavia como una industria capitalista. La difunta sefiora lis Marley ponfa de relieve la natural armonta existente entre escritores, impresores y vendedores de folletos niveladores en ura época en que el trabajo de impresién era una ocupacién de gente modesta* Impresores como Giles Calvert estaban dispuestos @ correr considerables riesgos por publicar los tra bajos de los radicales®. Tambign puede haber sucedido que en ut mercado inundado de material impreso se obtuvieran bue- nos beneficios de una excentricidad calculada. Por lo. menos, es mejor para el historiador correr el riesgo de equivocarse buscando un significado racional en cualquiera de las ideas que los hombres del siglo xvit tomaron en serio. Si nosotros arsumbamos tales ideas porque nos parecen irracionales, po: demos estar privandonos de valiosas ideas sobre la sociedad, como tar brillantemente lo ha demostrado el sefior K. V. Tho: mas en su obra Religion and the decline of magic. No es ne- cesario continuar presentando excusas con demasiada prof: sin por ponernos en el lugar del pueblo Tlano del pasado y tretar de entenderle. Los historiadores estén interesados en Ias ideas no sélo por- ‘que éstas inflayen en las sociedades, sino también porque po- nnen de manifiesto a las sociedades que inspiraron dichas ideas. Por consiguiente, la verdad filosofica de las ideas carece de importancia para los fines del historiador, aunque todos ten- gamos nuestras preferencias: el lector puede estar seguro de que pronto descubrira las mias. Al estudiar algunas de las ideas menos convencionales que afloran durante la revolucién inglesa, el objeto de este libro es el de tener una visién mas profunda de la sociedad inglesa elo que permiten Jos datos existentes, tanto de antes de 1640 como de después de 1660, cuando la censura garantizaba que no fueran publicadas las’ ideas realmente subversivas. En la medida en que este intento tenga éxito puede aportarnos algo no sélo acerca de este periodo unico de libertad, sino también acerca de los periodos més «normales» que le precedieron y le signieron (normales porque una vez mis ignoramos cdmo pen- saba entonces el pueblo Mano). Podemos encontrarmos con que 41, Morley, A thousand lives, 1954, p. 78 5 Vease infra, pp. 36036. Introduccién 7 Jos hombres y mujeres humildes que figuran en este libro, jun 1 Rom eiginoe no tan humildes, nor hablan de manera’ més directa que Carlos I, o Pym, o el general Monck, que aparecen como artifices de la historia en los libros de texto. En si mis- ma, ésta seria una conclusién satisfactoriamen:e trastornadora que extraer del intento. Il. FL PERGAMINO Y EL FUEGO Enemigos de Ja Tglesia [...] ofenden a los amados santos de Dios con éstos y otros reproches [...] Oh, éstos son los hom bres que quisieran trastornar el mundo, que llenan a la nacién de tumultes y alborotos, que producen toda clase de disturbios en la Iglesia y el Estado. Convendrfa que tales hombres y congregaciones fueran eliminados [...] que pudiéramos te ner de nuevo la verdad, la paz y el gobierno. Witiiam Det, «The building, beauty, teaching auld establish: ment of the truly Christian and spicitual Curch» (1646), en Several Sermons (1708), p. 109. 1, TRNSIONES SOCIALES En algiin otro lugar he tratado de sugerir que existié un mayor fonde de antagonismo de clases antes de 1640 en Inglaterra del que rormalmente han reconocido los historiadores'. Un obser vador escocés comentaba Ia camarga y recelosa» actitud del pucblo lano inglés hacia la gentry y la nobleza?, Estos senti mientos eran reciprocos. Solamente los miembros de la clase dominante terrateniente estaban autorizados a llevar armas: ‘la gente de condicién més humilde y los sirvientes» estaban normalmente excluidos del servicio en la_milicia por un plan de accién completamente premeditado%. Cuando en las excep- cionales circunstancias de 1588 se extendié el entrenamiento militar a toda la poblacién estable hubo quejas procedentes de Herefordshire, manifestando el temor de que, una vex. que Jos sirvientes fueran entrenados como soldados, se volverian Tthe manpheaded monster in late Tudor and early Stuart political inhi’, TE the Ranticanes to, the Conner eformatin® essays i hon) Garr lity heaters cm. ek 1 oan Barely, Icon eimoram, 166, trackchdo a ales por Ts Mfa we Ba is por T. May), VL povnton, The Elcabethan mits, 1561638, 1961, pp. © tay, BBB, Fae tart of erfords tenancy. papers, Hab, WP bs Mnphy, comps Witshire Record See, 198, prt El pergamino y el fuego 9 ingobernables y no querrian continuar sirviendo a sus amos con la debida subordinacién*. En los siglos xvr y xvi, a me: dida que la poblacién crecia répidamente, Londres, debo re cordarlo, llegs a ser el refugio de los «hombres sin amor —las Victimas de los cercamientos, los vagabundos, los criminales— en tal medida que alarmé a los contemporaneos *. Uno de tos arguments esgrimidos en Ix propaganda a favor de la colont- Zacion de Irlanda en 1594 fue el de que eel pueblo pobre y se- Gicioso, que constituia una carga para la comunidad, se esta marchando, con lo cual Ia ciudad se ve libre de un foco de sedicién» 4, El mismo argumento se usé a menudo con poste Horidad para defender la exportacién a Virginia de la «apes: tosa multituds. El juicioso Hooker, argumentando que «los im- pulsos extraordinarios del espiritu» podian ser muy peligrosos, Jndicaba que esto era especialmente cierto en cl caso de tos hombres cuyas mentes son por si mismas como yesca seca, propensa de antemano a tumultos, sediciones y alborotess. T: Tes hombres, pensaba Hooker, se encontraban entre las clases mas bajas de la sociedad ’. Se encontraban ciertamente en New- castleupon-Tyne, donde se nos dice que en 1633 «la gente de baja condicion [...] suele transformar todo viso o color de agra: vio en alboroto y en sedicioso motin» No muy por debajo de la superficie de Ia sociedad de los Estuardo, pues, el descontento era frecuente. En 1626, un se dado penso asesinar al duque de Buckingham, y quizd también al rey, con el fin de establecer una reptiblica o de poner en ¢l trono al rey de Bohemia’, Cuando dos afios mas tarde Felton fasesind, en efecto, a Buckingham, su popularidad fue tan gran- de que otros hombres pretendieron ser Felton. «Que el rey y toda su engrefda cuadrilla se vayan al diablo», dijo en 1633 un herrero de la regién de Yorkshire, «2A mf qué me importa?» ". ‘Este antagonismo de clases se exacerbé con el desastre finan: clero de los afios que discurren entre 1620 y 1650, que el pro- Te. Russell, The crisis of Parliaments, Oxford. ur 1911, p. 24 Estoy muy sgradecido al sefor Russell por haberme indieado auc el con: EG aR uckign era Herefordshire y no Hertiordshire, como por errata Higuraba en. su bro. 3 Veaso infra, pp. 29-50. SBE Oulon, Tie Elabethans and the Irish, Corell vp. 1966, p. 157 PR RO of ke laws of ecctestastical polity (ed. Everyman), 1h pliginas 56, Fe Stora, History of Newcastle and Gateshead, 188487, 1, pp. 31S- 16, Véase infra, pp. 6848. ‘COman, Eteabeth of Bohemia, 1964, p. 294 MUO or M. Ashley, Life tm Stuart England, 1964, pp. 212. 10 Christopher Hitt del rey se colmaron con la opresidn» a ‘elos descamisados», como los Iamé un realista descontento) " ganaron !5, " T En Joan Thitsk, comp. The agrarien history of England and Wa es, 1 (1500-1640), Cambridge ur, 1967, pp. 620-21. Peete 4 tet Waco A aceon itt Stan and Iran, he sing te downfall of their Princes, and wherefore it fs come upon ther, ae of td wharefe pon thent, 3 odes MS $, tuo, p51 Wy Achlard, The history of the Doroush of High Wycombe sits shh Bsr Sereda Mote, AM Toon or take {Sf lear eit avant. Cont y to paral Lava ‘ CSpb, ted, pp Ot, Me Re reer, The’ cection of Great Mar jow in 16s, JME, Biv, ope 45. Et pergamino y ef fuego un ‘Aun asi, cuando el Parlamento Largo se encontré enfrenta- do al rey, que se negaba a ceder a sus demandas, se vio oblt gado a buscar ayuda fuera del circulo encantado de la clase Eominante. En Londres, masas de manifestantes acostumbray ban a wir en tropel hasta Westminster» en les momentos de Bhisis. Bran «la mayoria hombres de baja 0 media condicions, ne habiendo entre ellos concejales, ni comerciantes, ni hombres Gel Ayuntamiento [...] Eran modestos en su forma de vestir, pero ho en su forma de expresarse». (Un barquero, por cierto, Fijo al alealde, en mayo de 1641, que «era la hora del Parl: frento» y que «cl alcalde no era més que su esclavo».) «Bl Tumstante odio de los ciudadanos hacia los czballeros, y espe Giaimente hacia los cortesanos, cra tal que pecos se aventur fans entrar en la ciudad, 0 si Io hacian, estaban seguros de gue reeibirian afrentas y de que serian insul:ados» ¥. Un res’ feta calificaba a la Grand Remonstrance * de noviembre de 1641 seine ees Hamada al pueblo», y tenia toda la razén: fue Gmpresa y distribuida por todo 1 pats. Todos los principales WReeursos de los parlamentarios de la oposicién fueron publi: Cados y extensamente distribuidos; podemos estar seguros de Gute futron leidos y discutidos en las tabernas y cervecerias. R partir de 1641 fluyeron de los condados peiiciones de ayuda Ar Parlamento cuidadosamente organizadas: la recogida de fir’ Snas para estas peticiones fue con seguridad una nueva y muy Rhicad forma de atracr al pueblo Hlano hacia la accién politica Tate panorama de insurreccién social inflay6 naturalmente n los propietarios a la hora de decidirse por el rey o por el Garlomento en los comienzos de ta guerra civil. Bl realismo de Richard. Dowdeswell, apoderado de Lionel Cranfield, conde de Middlesex, segan nos dice la sefiora Prestwich, tenia su base gn la prescupaciéa por el orden social y no en una positive altad al rey 0 a la Iglesia. eLos semblantes de los hombres ctdn tan alterados —escribia Dowdeswell en octubre de 1642—, SShecialmente los de Tos hombres de posicién baja y media, que Sar un quitame allé esas pajas podria ponerse en llamas wy Pordado entero y producirse el saqueo de todas las casas ¥ ve William Lilly, «Several observations on the life and desth of King Cae a Select tracis, F- Maseres, como, 1815, 1. pp. 16% Cees Me Mssal problems and policy during the’ puritan revolution, 19%, p. 315. * Manifiesto 3 Jn nacién inglesa de los dirigentes de ta oposicién par. amen tetge tue un factor muy importante en Ia tucha constitucio Jammer ios Ty el Parlamento Largo antes de la guerrs. ‘a UBeuno Ryves), Angliae Raina, 1687, p. 176. 2 Christopher Hilt bienes», «Cuando la necesidad nos obligue a utilizar a las multitudes», escribla en agosto de 1642 Sir Jobn Potts a Sir Simonds D'Ewes, «no estoy seguro de salir con vida». Por lo cual segufa trabajando por lograr una paz pactada™. Cuando Hlegé la guerra, tanto Potts como D'Ewes se pusieron de parte del Parlamento, aunque el tltimo de ellos consideraba que ‘tode derecho y toda propiedad», todo lo meum et dain, debe quedar en suspenso en una guerra civil, y no sabemos hasta qué punto puede también la clase humilde tomarse el derecho a dividir el producto del saquco del rico y del noble entre los que la integran, que comienzan ya (1642] a alegar que, estando todos hechos del mismo barro, no hay razén alguna para que tunos pucdan tener tanto y otros tan pocor™. «Qué me decis del nacimiento y Ia estirpe?s, clamaba en julio de 1643 un se eretacio de Northamptonshire. «Espero que dentro de este mis- mo aiio no vea nunca mas un caballero en Inglaterra» ™ Los afios de Ia guerra civil conocicron cl derrumbamiento de les tribunales eclesidsticos y de la censura: los jucces ya ho hacian sus recorridos por los distritos. La lucha efectiva no fue muy devastadora, por lo menos si se la compara con lo que estaba sucediendo én Alemania en la misma época. Pero en algunas zonas la ley y el orden se vinieron completamente abajo. En Gloucestershire los realistas expoliaron a todos los pafieros; daban por sentado que «los paficros de todo el reino eran rebeldes a causa de su oficio»®, En Buckinghamshire, entre 1643 y 1645, los Verney recaudaron menos del 10 por ciento de las rentas debidas®. En 1644, Richard Dowdeswell, desde Gloucestershire, se quejaba también de que «esas clases de gente como los arrendatarios se toman ahora muchas liber- tades con sus superiores. Quienes lo ven no pueden creerlo» ¥ ‘Antes de que comenzara la guerra civil, Carlos I habia pucs- to en aviso a los defensores del Parlamento sobre el peligro de que «al final et pueblo ano» pudiera ehacerse independien: TN. Prestwich, Cranfield: polities and profits under the early Stuarts, Oxford vr, 1986, 589 y 57, ‘BL, Underdown, Pride's purge, p. €. ® Gitado por P. Zagorin, The Court and the country, 1969, p. 32. 2H {Ryves], Angilae Runa, p. 96. (eLos caballeros deberian ‘ser tan raros como ios toros blancos &n Norfolks, habia dicho, eerea de un si flo antes, tno de tos rebeldes de Ket) “2 E, Warburton, Prince Rupert avid tke cavaliers, 1889, st, pp. 10S Beaufort MSS. (ite), p23, que dauna explicacion ccondmica de este fendmeno, Vase Edwatd Hyde, conde de Clarendon, History of the re Dellion, Wi, D. Macray, comp., Oxford ov, 188, 1, p. 44 D'S! R Gardiner, Ye great civil war, 189153, 11, p. 209 2 Brostwich, ob. ell. p. 57. El pergamino y el fuego 13 te, llamar a la igualdad y a Ja independencia libertad [...] aca bar con todos los derechos y propiedades, con todas las distinciones de familias y de mérito»®, El poeta escocés Drummond tuvo la misma pesadilla tres affos antes, hacién- dose la pregunta de «si estas grandes conmociones y discor- dias no pueden llegar a un caso de beilum servile, y Jos cam- Pesinos, Jos pataues, los granjeros, todo el pusblo bajo en armas, no pueden acabar con los nobles y con la geatry, hacer ‘se con sus posesiones, mantenerse juntos mediante un nuevo Pacto y seguir nuestro ejemplo» ®. «¥ seguir nuestro ejemplo»: la gentry, al alentar la rewuelta en Escocia ¢ Inglaterra habia roto la cadena de mando, habla hecho saltar la jerarquia de subordinacién tanto tiempo aceptada; sélo a sf misma podia reprochar lo que luego sucedié. Numerosos observadores: tu- vieron miedo de que el pueblo llano, los que se encontraban por Gebajo de la clase de los pequeiios hacendados (yeomen) ‘pur Gieran constituirse como un tercer partido, Esto sucedia en 1645, cuando grupos de campesinos (los clubmen) por todo el este y el sur de Inglaterra tomaron las armas para luchar tanto contra los realistas como contra los parlamentarios. No pudieron ser dispersados hasta que no se encontraron frente al Nuevo Ejército Modelo (New Model Army), pagado regular. mente y con una estricta disciplina, Tinker Fox, el herrero de Birmingham que habia capitaneado a Jas fuerzas populares con- tra los Tealistas en los primeros afios de la guerra, parecia star erigiéndose como una tercera fuerza popular en las Mid- ands hasta que cl Nuevo Ejército Modelo le relegé también a 1 aun segundo plano”. EI Nuevo Bjército Modelo, cuya creacién fue taa ferozmen- te impugnada por los conservadores, parecia haber salvaguar- dado el orden social: éste, sin duda, fue el razonamiento de muchos parlamentarios que votaron por el mismo. Pero el Nuc- yo Ejéreito Modelo, como con orgullo iba a declarar en junio de 1687, no era «un mero ejército mercenarios, era el pueblo flano de uniforme, més cerca de los puntos de vista de éste que de los de la gextry o del Parlamento. Y Ia libre discusién que se permitié en este ejército singular condujo a un des- grrollo fantisticamente rapido del pensamicnto politico. WF Comtestaciin de Carlos I a Ins Diecimueve Proposicioues, 18 de ju nlo, de 1612. ° AW. Drammond, The magical mirror, 1639, citado por D. Masson en Drummond of Hawihornden, 1873 p. 306, ey Ge WillisBund, +A civil war Parliament soldier: Tinker, Fons, Aswooated Arvhtccturel Societies’ Reports and Papers, Xx1, pp. 373-403. “ Christopher Hilt 2. LA MEREMIA DE 1A CLASE BAIA Sumandose a estas tensiones de clase, 0 como expresion de las mismas, existia una tradiclén de anticlericalismo ¢ irreli- giosidad plebeyos. Para no remontarnos ids, Ios lolardos en el siglo xvi mantuvieron una versién popular de las herejias de John Wyelif, El profesor A. G. Dickens ha puesto de manifiesto *cémo la influencia Iolarda sobrevivié en un popular escepticis- mo materialista que hace que uno se «sicnta apreciablemente mis cerca de In época de Voltaire de lo que seria normal en el siglo xvie™, En M91, un carpintero negaba la transustancia- cién, el bautismo y la confesién y decia que Jos hombres no deberian ser condenados por pecar; en 1512, un hombre de Wakefield decia «que si un becerro se encontrara sobre el al- tar, yo le adoraria antes que al [...] sagrado sacramento [...] Ya pasé la fecha en que Dios decidié estar en forma de pan» ®. El clero, habla declarado un lolardo de la priniera época, era peor que Judas, que vendié a Cristo por 30 peniques, mientras que los curas vendian a las masas por medio penique™. Fl pueblo, deca otro, «no estaré nunca bien hasta que haya cor tado todas las cabezas de los sacerdotes*. «Corria por el pais cl dicho», informaba en 1542 un hombre de Yorkshire, «de que un hombre podia Ievantar su corazén y confesarse al Dios to- dopoderoso sin necesidad de ser confesado por un sacerdoter. Un esquilador de Dewsbury razonaba sobre este punto: él no confesaria nunca a un sacerdote sus pecados con una mujer, «porque el cura, a los dos o tres dias, estarfa tan dispuesto como él a utilizarla»", El sefior K. V. Thomas ha recogido una serie de ejemplos similares de la época de Isabel y de los dos primeros Estuardo: negacién de Ia resurreccidn, de la exis- tencia de Dios (muy comin en la diécesis de Exeter a finales del siglo xvi) o del demonio; todas las cosas vienen de 1a na- turaleza, Thomas pone de relieve cuin equivocado resulta des- cribir como lolardas todas estas expresiones de irreligiosidad del siglo xv y comienzos del xvr y llama Ja atencién a los 2 A, G, Dickens, Lollards and protestants in the diocese of York, 1508- 1559, 1959, p. 13 Ibid, ‘pp. 9 y 12. James Naylor al que, més adelante eneontraremos ccon frecucnela, nacié cerca de Wakefield, Véase infra, pp. 736246 SoA Thomson, The later Lotlards, Oxford ve, 1965, p. 247. Este reproche era corriente! wéase Dickens, ob. cll, D. 18 Dickens, ab. eit, pp. 12 ¥ 478. El pergamino y ef fuego 15 desconcertados historiadores que las dejan ¢e lado como pro: ductos de borrachos 0 de locos ®. Tales hombres tienden a ser calificados por sus ene: de anabaptistas 0 familistas. En Inglaterra estos, nombres, bastante comunes en el continente— fueron aplicados de una forma muy indefinida: la mayor parte de nuestros datos pro- vienen de informes hostiles de los tribunales ectesidsticos ®. La doctrina esencial de los anabaptistas era que los nifios no de- derfan ser bautizados. La aceptacién del bautismo —la recep. cin de la Tglesia— deberfa ser un acto voluntario del adulto. Esto subvertia claramente el concepto de una Iglesia nacional fa la que pertenecieran todos los hombres y mujeres ingleses: en su lugar proponia Ia formacién de congregaciones volunta: rias por aquellos que se consideraran a si mismos como ele- gidos. Un anabaptista Iégicamente tenfa que poner objeciones Al pago del diezmo, el 10 por ciento de los ingresos de cada ‘uno, que, al menos en teoria, estaba destinado a mantener a Jos ministros de la Iglesia estatal. Muchos anabaptistas se ne- gaban a prestar juramento, puesto que no estaban de acuerdo con que una ceremonia religiosa se utilizara con fines judiciales seculares; otros repudiaban la guerra y el servicio militar. Un mimero atin mayor de anabaptistas fueron acusados de llevar el igualitarismo hasta el extremo de negar el derecho a la pro piedad privada. El nombre de anabaptista lead a ser wtilizado en general en un sentido peyorativo para describir a aquellos de quienes se sospechaba que se oponian al orden social y po- Iitico establecido, Los familistas, miembros de la Familia del Amor, pueden ser definidos con alguna mayor precision. Eran seguidores de Heinrich Niclaes, nacido en Minster en 1502, quien ensefiaba que el cielo y el infierno se encontraban cn este mundo. A Ni claes se le acusaba de haber sido colaborador de Thomas Miin- zer en la insurreccién de Amsterdam™. El teélogo puritano John Knewstub dijo de él: «H. N. trastorné la religion. Cons. truyé el cielo aqui en la tierra, hizo hombre a Dios y Dios al hombre» 8, Lo mismo que Francis Bacon, los familistas crefan 2K, V. Thomas, Religion and the decline of mcgic, 1971, pp. 168-70. 3 Vase C. Burrage, The early English dissenters, Cambridge vr, 1912, 2 vols, passinn; HF. M, Prescott, Mary Tudor, 1952 p. 108. 3D. B. Heriot, «Anabaptism fn’England during the 1th and 17th cen- turiese, Transactions of the Congregational History Soc., Xi1, p. 27 7. Knewstub, A confutation of monstrous ard horrible heresies taught by Hl. Ny 1519, eitado por R. M. Jones, Studies in mystical reli- ion, 1908, >. 43, 16 Christopher Hill que el hombre y la mujer pueden recuperar sobre la tierra el Gsado de inocencia que existia antes de Ia caida: sus enemigos desian que pretendian aleanzar la perfeccién de Cristo. Poseian en comtin sus propiedades, eroian que todas las cosas vienen Ge la naturaleza y que solamente el espirity de Dios en el in terior del creyente puede entender debidamente las Escritu- ras, William Perkins se lamentaba de que convertian la Biblia fn alegorias, incluso Ia caida del hombre®, El familismo fue Gifundido en Inglaterra por Christopher Vittels, un carpintero itinerante de otigen holandés, En la década de 1370, los fami- Jistas ingleses se localizaban entre los vendedores ambulantes fo zntre los evaqueros, pafieros ¥, gentes por el estilos. Creian, fen principio, que los ministros tenian que ser itinerantes, como lo fueron los apéstoles. Su numero iba en, aumento con fino on 1579; en 1584 eran niimerosos en la didcesis de Ely, Jo mismo que en East Anglia y en el norte de Inglaterra, Era particularmente dificultoso para las autoridades eclesidsticas Csuirparlos, porque —igual que muchos lolardos anteriores a ellos estaban dispuestos a retractarse cuando los detenian, pero no a renunciar a sus opiniones. Los miembros de la Fax Infia “del Monte sostenian puntos de vista incluso més sub verivos. Fueron acustdes de reprobar Ta, oracion y negar 18 Tesurveeci6n del cuerpo. Ponian en cuestién ta existencia, fue- Ta'do esta vida, tanto del cielo como del infierno: el cielo exis: ti cuando Tos hombres relay y estaban alegre el inferno era Ta afliceién, la desgracia y el dolor TE famnilismo, que desarrollaba el escepticismo de clase baja de los lolardos, era una doctrina anticlerical y secular. En esto Se acomodaba al cardcter de la socicdad elisabetiana, cuando jos mieinbros de muchas congregaciones, al irse acrecentando su riqueza y su autoconfianza, se mostraron cada vez més cri ticos ‘ante las pretensiones tradicionales del clero, En numero sas parroquias elisabetianas, sobre las que no existe razén Wipe, Annals, primers parte, p. 56; véase CSPD, 16849, pt Pe é seventeent! Sir Perkins, Works, it p. 39% véase mi libro Antichrist i 5 he century Eraiand, Oxtotd Ut, 17h, pp, WA 15. is SS ei ttiat i primers’ parte, p. 7; segunda parte, . compe k Fel tte secoll parte ofa fetter iis, pe 2a Rogers, SIE deny of a0 horrible sce ig Rees wea. J. O, We Newel, Fe He ttormation and iebethan age taken fran te. cot see ait 8 hGH. Malian, The vadta! Rejormaiion, tate? Bipot eT8eh 5 1e88, 6, K. Hyland, Acetury of peseee Feet pple y 32233 Venue tra, pp 36ST, sobce Bly, esa de rrores 9 sectarios. 14 EL pergamino y ef fuego " alguna para sospechar Ja existencia en elas de algo tan sub- versivo como el familismo, el ministro fue incitado por su congregacién renunciar a las ceremonias y vestimenta de la Iglesia estatal®. Ello se debié a que la ruptura con Roma, y en. especial las radicales medidas del reinado de Eduardo VI, ha- dian hecho posibles las esperanzas de una reforma continua. da que destrnyera por completo Ia maquinaria ccercitiva de la Iglesia estatal. Los acuerdos de Isabel defraudaron amargamen- te las esperanzas de que una Iglesia protestante pudiera diferir de a Iglesia papista en cuanto al poder que olorgaba a los obispos y al clero. La jerarquia episcopal Meg a ser vista como el principal obsticulo para una reforma radical. Los ata- ques puritanos @ esta jerarquia son a veces menospreciados como exageraciones propagandisticas, a pesar de que donde quiera que hemos podido verificar sus afirmaciones se han € denciado como sorprendentemente fiables. Pero la evidencia mds impresionante sobre la impopularidad de las obispos y del clero no proviene de sus oponentes, sino de sus defensores. Las palabras con que se inicia la Admonition to the people of England del obispo Cooper (1589) hablan del «nauseabundo desprecio, odio y desdén que fa mayor parte de los hombres sienten en estos dias [...] hacia los ministros de la Iglesia de Dios», Atribuye especialmente estos sentimientos al pucblo Mano, que «ha concebido un barbaro desprecio hacia la religién y wna desdefiosa aversién hacia los ministros de la misma», “Los ministros de mundo», confirmaba el arzabispo Sandys, «se han hecho despreciables a’ los ojos de las clases mas bajas del pueblo» *. En 1606, un hombre fue Hevado ante los tribunales eclesidsticos por decir que él confiaria antes en un ladrén que en un clérigo, en un abogado o en un galés, «Si defendemos Jas cosas que estan establecidas», se que- jaba Richard Hooker, etenemos que [...] luchar con una de fuertes prejuicios, hondamente arraigados en e! corazén de Jos hombres, que piensan que en esto actuamos de acuerdo con nuestros propios intereses y hablamos en favo: del Estado Presente porque de este modo o bien conservamos o bien bus » P. Collinson, The Elizabethan puritan movement, 196%, pp. 9297 © T, Cooper, An admonition to the people of England, camp, E. At ber, 1895, pp. 3 y 175; veanse pp. 1023, 11619, 139, 14445, 188 9159. Las ccursivas ‘son mias. 1 Citado por L: Stone, The crisis of the aristocracy, 15861641, Oxford vr, 1965, p. 406; Collinson, ob. elt, p. 14. ‘af, W. X. Fincham, eNotes from the ecclesiastical court records at Somerset. Houses, TRHS, 4° serie, 1921, p. 135 11, LOS HOMBRES SIN AMO. Vagabundos [...] que no hacen nada sino pasear por las ca Iles, hombres rumes que se alquilan por dinero a cualquiera para acometer todo tipo de malas acciones, hombres como los que cominmente denominamos truhanes y bajos y viles Dribones de todos los pueblos y ciudades [...] En cualquier pais y lugar al que leguen, ocasionan sedicién y tumultos Biblia de Ginebra, comentario marginal sobre Los hechos de los apéstoles, xvi, 61 1. Movitzpap ¥ LineRrap La esencia de la sociedad feudal era el vinculo de lealtad y de pendencia entre scfior y vasallo. La sociedad tenia una estruc~ tura jerdrquica: unos “eran sefiores, otros eran. sus. siervos. aeA guién perteneces?», preguntaba un personaje de una de las obras teatrales de Middleton. La respuesta: «Soy un siervo y, sin embargo, soy un hombre sin amo, sefior», producia in- mediatamente una incrédula réplica: «¢Cémo puede ser eso?» ?, Los supuestos eran los de una sociedad agricola relativamente estatica, con Jealtades locales y controles locales: no podia ha- ber tierras ni hombres sin sefior. Desde Tuego, la realidad nun- ca se correspondia con el modelo, y en el siglo xvi la sociedad a haciéndose relativamente mévil: [os hombres sin amo ya no estaban fuera de Ja ley y de hecho existian en cantidades 1 Para la versién autorizada de los Hechos de los Apéstoles, xv1t, 16, véase el epigrafe de Tap. Xt En ella, los svagabundose de la Biblia dé Ginebra se han convertido en smaleantes del arroyos. Bl objeto del co: mentario do In Biblia de Ginebra cg desviar In acusacion de sediciin, de Subversign del estado del mundo, de los radieales religiosos, y splicaria la clase baja errante. Los subversorer eslwdindos on este libro era con frecuencia ambas cosas, radicales religiosos ¥ errantes 2 T, Middleton, The mayor of Qucensborough, acto Hi, escena Vt, Im: preso ‘por primera vez en 1661, aunque Middleton murié en 1627 Los hombres sin amo 29 alarmantes: una encuesta gubernamental realizada en 1569 calculaba unos 13000, la mayoria en el norte; en 1602 se pen- saba mas grosso modo que sélo en Londres habia unos 30.000 * Fuera cual fuera su niimero, tales hombres —siervos de nadie— constituian una anomalta, ‘un disolvente pctencial de Ia so ciedad. En primer lugar eran picaros, vagabundos y_pordioseros, que merodeaban por el campo, algunas veces en busca de tra. bajo, demasiado a menudo meros desechos de una sociedad en transformacién econémica a los que no se podia dar empleo, sociedad cuya poblacién se encontraba en répida expansién. La necesidad de hacer economfas levé a los seiores a reducir el mimero de personas a su servicio; Ia busqueda de beneficios condujo al desahucio de algunos arrendatarios de tas tierras que ocupaban y a la compra de la parte de otros. Las fluctua ciones del primer mercado capitalista de pafios proporcion6 la Tiqueza a unos pocos afortunados, pero arruiné a muchos. Los ineficientes y los desafortunados’tuvieron que echarse a los caminos. Ocasionaron un pénico considerable en los circulos dominantes durante el siglo xvr, pero nunca constituyeron una amenaza seria para el orden social. Los vagabundos no asistian a Ia iglesia ni pertenecian a ningun grupo social organizado. Por esta razén, a los clérigos calvinistas les parecla casi pa- tente que constitufan «una generacién maldi:ar‘. No fue sino en 1644 cuando Ia Iegislacién hizo hincapié en que los pordio- seros, los vagabundos y los mendigos fueran obligados a asistir a Ia iglesia todos 1os domingos. Tales hombres, casi por defini- cidn, carecian de motivaciones ideologicas: podian hurtar y ro- bar, pero eran incapaces de ponerse de acuerdo con vistas a luna rebelién, Hasta la década de 1640 parece haber existido poco interés en las clases propictarias por ayudar a los vaga- bundos. Presentaban un problema de segurided, sélo eso. Exis- ten abundantes testimonios de la simpatfa popular por los po- bres de Ta sociedad. La gente corriente era remisa a pedir que recayera sobre ellos todo el peso de Ia ley, incluso en los casos en que robaban. Pero sélo en las décadas revolucionarias ¢s cuando empezamos a encontrar autores de folletos que argu- mentan que las casas de correccién, lejos de remediar la men: dicidad, Jo que hacian eran transformar a hombres honrados 1, Strype, Annals of the Reformation... during queen Elicabeth's happy reign, Ostord Us, 1824, 5, segunda parte, P. 296; W. Tite, comp., Diary of John Manningham, Camden Soc, 1868, p. 73. “Pand R, pp. 22725; 8, and Pp. AT. 30 Christopher Hilt en vagabundos' y pordioseros al destruir su reputacién y su propia estima’. En segundo lugar estaba Londres, cuya poblacién probable- mente se multiplies por ocho entre’ 1500 y 1650. Londres fue para los vagabundos del siglo xvt lo que los bosques habian fido para los fugitives de la justicia de Ja Edad Media: un fefuge engnimo. Existia més trabajo eventual en Londres que én ninguna otra parte, existia més beneficencia y existian ma yores probabilidades de ganarse la vida de forma poco honrada X'finales del siglo xv1_y comicnzos del xvir Ia gente se dio quenta de Tepente de la existencia de un submundo de delin- euencia. Su aparente novedad fue quizd la causa de que se le ‘liera una publicidad excesiva: era sin duda mucho menos im- portante que el mundo del trabajo partuario, de los barqueros, Ue los trabajadores de Ta consiruccion y de los jornaleros de toda clase que no tenian ninguna esperanza de llegar a ser maestros. (Los que no poseian propiedad alguna habfan sido txeluidos por el Estatuto de Aprendices de 1563 de los oficios Sttesanales que requerian una habilidad especifica.) Lo que ‘nporia para nuestros propésitos es la existencia de una am- glia poblacion, la mayor parte de ta cual vivia muy cerca, Guando no por debajo, de Ta Iinea de la pobreza’, poco influt Ga por la ideologia religiosa o politica, pero que constituia 1m material idéneo para lo que a finales del siglo xv comenz6 a'ger_denominado et «populacho». Pym pudo, 0 no, haber act Jido a tal tipo de apoyo; cuarenta afos més tarde, Shaftes- bury, casi con toda certeza, 10 hizo. Pero el «populacha» era Jasicamente spolitico: pudo ser utilizado por los presbiteria- hhos contra el ejército en 16477, por los realistas en 1660, por la Iglesia y los hombres del rey en el reinado de Ana. Util zando las sagaces palabras de los comentarios marginales de fa Biblia de Ginebra, se «alquilaba por dinero a cualquiera para cometer todo tipo de malas acciones» 1. Su existencia cons: 3 Por ejemplo, Peter Chamberlen, The poore mans advocate - wear oem z poo udvocate, 1619, pa 3 n' menor escala existian poblaciones de este tipo en otras ciudades, pero. gn'cliss podian sor controladas. més facilmente por las oligarquias Soriganten coi ya de Ta ariry Jor nse podviames diferenciar entre el populacho de In City y I po: sar ee aE Ree ce Stbublos En agosto 9 sentembre de 16%, Tos habitantes de” Southwark pidieron al ejercito, que. interviniese en Lon- Gree en agosto y senticmbre de 1647 para acabar con el control presbl thay eye cart aoye Jl onic (8 Mi variate of the English affairs, 1682, pp» 26345). Véase infra, pp. 3446 Vease el epigrafe de este capitulo. zi ae Los hombres sin amo 31 tituia siempre una amenaza potencial, especialmente en Tas épo- cas de crisis eonémica. ‘Una especie totalmente distinta de hombres sin amo eran los sectarios protestantes. Estos se puede decir que habfan Slegido esa condicién al optar por abandonar la Tglesia estatal, tan estrictamente amoldada a la estructura jerarquica de la Seciedad, tan firmemente controlada por los ‘parrocos y. squi- see TGs ‘sectas eran fuertes, sobre todo en Tes ciudades, on as que crearon comunidades hospitalarias para los hombres, inmigrantes con frecuencia, que aspiraban a mentenerse por encima del nivel del trabajo eventual y de la pobreza: peque- fios artesanos, aprendices, hombres serios y Taboriosos, todos podian reconocerse mutuamente como los elegidos en un mun- fo impfo. Tan pronto como tuvieron libertad para funciona fegalmente, las sectas organizaron para sus miembros servicios eejales, ayuda a los pobres, etc.; proporcionaban seguridad so- Gal tanto en este mundo como én el venidero’, Tales hombres Se encontraban fuertemente motivados y Hevaron @ sus conch Sones logicas el principio individualista que rechaza cualquicr Meaiador entre el hombre y Dios. A consecuencia de las cir Runetancias de su vida en el ampli anonimato dz las ciudades J grandes poblactones, habian escapado al dominio feudal. FE) yee de su -anidad lo constitula la comin aceptacién de la Roberania de Dios, frente a cuyos deseos ningune lealtad terre: nal podia ser tomada en consideracion, cAguel que habita en [os ciclos es el mis poteroso», habia dicho al arzobispo Grindal al epoderoso principe la reina Isa bel, En 1628, sir Henry Slingsby dijo al conde de Huntingdon fue «a él le fenfan sin cuidado todos los sefiores de Inglate: Se, excepto el Seftor de los Bjércitos»". Martin Marprelate hablo sucintamente de aquellos que eran cobedientes subditos Ge fa reina y desobedientes traidores a Dios y al reino»®, dan do las tres ultimas palabras un cardcter suplementario de tNordacidad a Ia frase, cuando se piensa en la época posterior tn que Carlos I seria ejecutado como traidor al Estado. En as décadas revolucionarias, el argumento y Ja confianza que T Princinal hacendado de une parroquia rural que haefa Tas funcior nes de Jefe civil de Ia misma, (Ne de la T2 5 fe Sete cil Ge. eden haber Funcionado como, un hosar Talos, del hogat pata ius primers generaciones inmigrantese, dice Mr. IG V_ Tho- owe para as Pisa; vease 5. and P., pp. 28687, ¢ infre, pp. 361-36, St Pee ef. Edmund Grindal, Oxford ve, 121, p. SP 1 Gedo por Stone, The crisis of the aristocracy, B Manprelate, The epitome, 1589, sis. E 1 32 Christopher Hill ba descendieron en la escala social, God a good master (Dios, un buen amo) era el titulo de un folleto publi ado por John Goodwin en 164, sAguel que teme a Dios esta Tibre fe todos tow deimaa tenores, utente a los hombres de alta posicions, deefa en 1645 William Dell. En junio de 1649, Tos cavedores dijeron a Fairfax: «Nosotros hemos elegido al Dios todopoderoso para que sea nuestro Fey y mucstro protec- tore En 1653, en Fenstanton, un colono sintié miedo de que Su seior Jo echara de sus tierras si se unla a los baptistas Henry Denne le dijo que sconfiara en Dios, que seria: mejor fefior que el sefor Bendviche %, «No tengas miedo de los hom brese, exhortaba el mismo alo Margaret Fell'a su marido. “Es mds grande el que esta en ti que el que esté en cl mundo» SEI que est en tis: Dios ha sido democratizado. Ya ha dejado de ser simplemente ch mas grande de Tos sefores feudales, una especie de superrey. Esté en todos ss santos, pero es todo: jodcroso y les da parte de su poder. renee cuarto lugar, entre nuestros hombres sin amo estén los equivaientes rurales de los pobres de Londres: Tos labradores J ocupantes ilegales de terreaos comunales, baldios ¥ bosques. Lo mismo que nuestras dos. prineras cateporias, fueron victi- mas de Ta rapila expansion e la poblacién de’ Inglaterra en el siglo xvt, vietimas algunas veces, beneficiarios otras, del na- Gimiento de las nuevas industrias 0 det desarrollo de ias. anti uns A uiferencia de la dovil y relativamente estable poblacion de fas tierras cultivables abiertas, estos hombres, en peligroso quilibrig en la insoguridad de 1a semnilegalidad, menudo cae Fecfan de sefior del que estuvieran obligacdes a depender o del que podieran esperar proteccion. A veces subsistian el tiempo Siticlente para establecer un precario derecho consuctudinario fs quicdarse en el terreno ocupado, Lis chozas de los labradores. Tevaniadas a una milla 2 la redonda de cualquier fabriea meta. Tirgiea, mina Ge carbon, cantera, ete, no se consideraban in- Gluidas en el Estatuto de 1589, que prohibia la construecién de fquellas, chozas que no tuvieran clatro acres de tierra!” Ta ies hombres podian constituir una buena fuente de trabajo au hilian, Pancras, calesteros, sidectrgices, propietarios de minas de carbén, todos podian servirse de este tipo de peones ever tuales, y #si estos sltimos podian gozar de na posicién rela @ Dall ob. cit, p16 2 Sabine p24 S Fenian records, By ag Ye Teoh Ross Maine? Fell, 1989, p. 119 4 Robert Powel Ma treatise ‘of... Courts Leet, WA2, pp. 523. | | i | Los hombres sin amo 33 tivamente segura mientras el mercado se mantuviera. Estaban expuestos a los proyectos a gran escala para la mejora de la agricultura: desforestacién, desecacién de tierras pantanosas, elcétera. Mientras tanto subsistian, en los intersticios de la so. ciedad, pero aumentando numéricamente, sin lugar a dudas, debido a la migracién®. En las baladas de Robin Hood, en el bosque de Arden de Shakespeare y en el sabio shombre salvaje> que aparcce en las obras teatrales de la época de Isabel y Jacobo I se idealiza Ja libertad rural. Estas obras pueden referirse a la migracién, contemporanea a las mismas, hacia los bosques en busca de seguridad ¢ independencia™.'‘Tradicionalmente, en los claros de los bosques se disfrutaba de libertad de posesién: desde el siglo x1v, por lo menos, habfan existido en las zonas bosco- sas multitud de artesanos libres, asf como de bandidos™. En The guardian de Massinger (autorizada en 1633) los bandidos ~aparentemente napolitanos, pero explicitamente relaciona- dos con los xgentiles ladrones ingleses»— eran ocupantes de los bosques, opuestos al rey y a sus leyes. Estaban especializa- dos en robar a aquellos que oprimian a los pobres: cercadores de tierras comunales, usureros que ejecutatan las hipotecas sobre fa tierra, «constructores de fundiciones de hierro que arrasaban los bosques con objeto de conseguir drboles made- reros para la construccién de barcoss, tenderos y taberneros tramposos; pero no a los colonos agobiados por ias rentas, ni a los necesitados vendedores de los mercados, ni a los peones, ni a los arrieros, ni a las mujeres”. Firth sefial6 la simpa pore] «delito valiente» en las baladas populares de ese perio- 60; esta simpatia continus por lo menos hasta el siglo XVII El bosque de Arden dio aibergue tanto a una poblacién flotante de herreros y fabricantes de clavos como a los senci los campesinos shakesperianos; tanto a Tinker Fox y sus se- cuaces como a los ranters de Coventry. Richard Baxter se "Thirsk, Agrarian history, 1¥, pp. 38 y 9595 P. A.J. Pettit, The royat forests of Northamptonshire, Northamptonshire Record Soc 1968, pa inas 14247, 158, 16263 y TTI. * RH. Hilton, «The origins of Robin Hoods, P. and P, 14; M. H. Kee sRobin Hood, peasant or gentleman, ibid, 19; D. M. Bergeron, Ev lish civie pageantry, 1911, esp. pp. $6, 701 y 82. ® Hilton, The dectine ‘of serfdom, Economic History Soe., 1959, pie ginas 1923;"J. Birrel, «Peasant erattesmen in the medieval foreste, AHR, XVIE pp. 91-07. 21. Massinger, Plays, 1897, pp. 469 y 487; véase Englands Helicon, 1800, pp. 191 BC. H. Firth, Essays historical and literary, Onferd vr, 1938, p. 25; véase infra, p. 35. 4 Christopher Hill reficre a «la numerosisima poblacién de Ia regién» en torno a Tudley (Worcestershire), edonde los bosques y tierras comu pales estén repletos de fabricantes de clavos, forjadores de guadafias y otros trabajadores del hierro, como un pueblo pro- Tongado». «Entre los tejedores, sastres y gente por el estilo hay usualmente mayor conocimiento y religion que entre los pubres y esclavizaslos labradores.» «Il trato y el tréfico conti muados con Londres hace que se desarrolle mucho entre los comerciantes la civilidad y la piedad>®, En quinto lugar, confundida con nuestra cuarta categoria de hombres sin amo, aparece la poblacién que se dedicaba al ‘comercio itinerante, desde los buhoneros y carreteros hasta los vivanderos ¢ intermediarios. En aquellos dias de mercados restringidos, el mimero de artesanos existentes en los pueblos y aldeas era mucho mas alto que en Ia actualidad™; en los aalos tiempos tenfan que buscarse la clientela en un drea mas amplia, El profesor Everitt ha indicado que estos viajeros, sir viendo de enlace entre los paramos y los bosques, pueden haber ayudado a extender las ideas religiosas radicales, como ante- rormente los familistas habian sido tejedores, cesteros, musi cs, botelleros, carpinteros, que vivian viajando de un sitio a otro, En 1556, un pafiero que iba recogiendo lana actué como enlace en la conspiracién de Dudley. Un zapatero remendén ambulante fue el principal distribuidor de los panfleios de Marprelate *¥. Un carretero y un molinero que «recorrian el pafse hicieron propaganda en favor del fracasado levantamien- to de Oxfordshire en 1596”. Los participantes en el Covenant de Escocia**, en la década de 1630, fueron acusados de haber BM. Sylvester, comp, Religuine Bazterianee, 1696, +, pp. 1é y 89 Baxter, Poor Inicbandmen’s advocate, FJ. Powicke, comp. 1926, pi tinas 267, escrito en 1961; yéase V. HT. Skipp, sEconomie and social Etange. inthe forest of Arden, 1580468», AIR, wth, supl, pp. 841 ease W. Gr Hoskins; The Midland poasawt, 195, 'p. 204 % Evenit, en ‘Thirsk, Agrarian history, pp- 453, 56243 y S73; Strype, Avnats, 1, primers parte, p47 ‘peeudénimo cel autor’ de siete panfletos publicados en 158649 en les que se satirizaba ‘ los obispos y se abogaba por un sistema pres- DBiterlano, SD. M, Loades, Two Tudor conspiracies, Cambridge ur, 1965, ps tinas 2067) E. Arber, comp,, An incroductory skeick to the Marprelate controversy, 1695, pp- 116 9.131 WCSPD, 159597 pp. HEA véase mi Reformation 10 industrial revolun tion (ed, Penguin) (De la Reforma a la Revolucion industrial, Barcelona, ‘el, 1980). pp. 93:00, S* Pacta entre ol Parlamento inglés y los presbiterianos escoveses, roto al hacerse con el poder el ejército de. Cromwell, Entonces los covenare fers se aliaron con Carlos 11, pero fueron derrotados. Los hombres sin amo 35 utilizado comerciantes ambulantes «para transmitir documen- tos secretos y granjearse partidarios cn Inglaterra». El mismo cargo se hizo en 1683 a los conspiradores de Rye House", Ciertamente, el Consejo Privado anduvo preocupado por Ios arrieros en 1637.38. En un sermén en que deploraba El des arrotio y la difusién de la herejia, pronuinciado ex la Camara de los Comunes el 10 de marzo de 16\7, Thomas Hodges att? bbufa a «todos [...] los buhoneros, vagabundos y e:rantess he- rejfas tales como la negacién de la Trinidad, de la autoridad de Ia Biblia y de la historicidad de Jestis®, Las posadas y ta- bernas rurales utilizadas por los vagabundos eran conocidas como centros de informacién y discusién. En la guerra civil, Segin hace notar el profesor Everitt, las tropas se alojaban normalmente en las posadas de las ciudades de provincias ”. El doctor Thirsk y el profesor Everitt, con los que estamos en deuda por haber puesto de relieve la distincién entre Tas zonas productoras de lana y pasto, por una parte, ¥ la campifa cultiva: ble, por otra, nos recuerdan que en los siglos xvi y XViI esta liltima era mucho mas extensa que ahora, incluyendo, por ejem- plo, North Essex, el Weald, la zona «queseras de Wiltshire, las zonas industriales de Yorkshire y Lancashire, ast como las 20- nas forestales de Sherwood, Arden, New Forest, los bosques de Northamptonshire y en general la zona de las ticrras altas. El profesor Everitt distingue entre «una sociedad relativamen: te libre y mévil en Ias parroquias de paramos y bosques y una sociedad relativamente estatica y subordinada en las parroquias de llanuras cultivadase ®, Justamente porque era «relativamen- te estética» menciono escasamente a la masa de los simples labradores. Esto podria ser un error si estuviera analizando Ja sociedad en si conjunto, pero parece inevitable en un libro gue lo que trata de destacar es el cambio social e intelectual EI lector deberd tener presente que en las parroquias dedica. * Supuesto complor whig munea demostrado. A 5Nalson, An impartial collection, 1682, comp,, Memoirs of Sir Toh Reresby, 19%, p30 BPrley Couctt registers, JEP acini, WED, pe. 4, 47, 51 y Hodges, ob ots pS. BLA Everitt, Chanpe in the provinces in the seventeenth century, Lek ester un, 1969; p. 2 a eee Thirsk, Agrarian history, pp. St, 1114 D, GC Allan, The ising’ in the’ Wests’ Economic Wistory. Review, 24 serie, v, pp. 1685, G. R. Lewis, The stannartes, Harvard UP. 1924 Béginas 17875) véase mi Reformation to industrial "evoluten, pp. 23 y p. 285; A Browning, 5, AUA2, 435y 465 passim: 36 Christopher Hitt das con preferencia al cultivo, los labradores constituian una ‘mayoria dentro de la poblacién rural.) Las zonas de paramos y bosques se encontraban a menudo fuera del sistema parroquial © sus grandes partuguies wontabans sulammente cou una distaste capellanfa, con lo que existia una gran libertad tanto con res- ecto al parroco como al squire: en ellas los hombres podian —con palabras de Winstanley— «vivir fuera de la vista y fuera de la esclavituds ®, En tales zonas apenas existian vinculos feudales de subordinacién y se daban pocos obstaculos para la intrusién de industrias rurales en busca de trabajo barato en horas libres. Las «gentes humildes» de los bosques, nos dice Aubrey, «viven en la ilegalidad, nadie los gobierna; no se pre ocupan’ por nadie, no dependiendo de nadie». Estas zonas fue ron también aquellas en las que se dieron mas revueltas cam- pesinas a comienzos del siglo xvtt, por ejemplo Wiltshire y €l bosque de Dean. El doctor Thirsk y el profesor Everitt contindan exponien- do que los colonos ilegales de los bosques y regiones de pasto- reo, lejos con frecuencia de cualquier iglesia, fueron muy sen: sibles a las sectas religiosas radicales oa la brujeria. (La hos- tilidad hacia los clérigos constituye un elemento notable en las baladas de Robin Hood ®. Los bosques de Pendle y Knares- borough albergaban brujas®) El Weald fue eesa sombria co- marea que es receptaculo de todo cisma y de toda rebelién», opinién confirmada por Thomas Edwards. Los bosques de Northamptonshire, densamente poblados, fueron centros de pu- ritanismo rural, de sectas extranas y de brujeria®. Bl distrito quesero» de Wiltshire, escenario de la violencia resultante de la desforestacién en los comienzos del siglo xv1t, fue también una zona de trabajadores del paflo a ratos libres y mal pagados y de herejfa religiosa®. Bly, la isla de errores y sectarios» de Edwards, fue durante mucho tiempo un centro de irreverencia B Sabine, p. 359. 3 IC. Holt, «The origins and audience of the ballads of Robin Hood, P. and Py 18, p. 9. S'Egwird Fairfax, Dacmonologia, 1621 (W. Graings, comp., 1882), pi- tinas $45. Fairfax era Uo del general parlamentario. Véase ef bosque ear Cantado en Comus de Milton ‘Thirsk, Agrarian history, pp. 112 y 251; Bveritt, Change in the pro- vinces in the seventecnte century, pp. 22% ‘The commuenily of Kent and the great rebellion, Leicester Ur, 1986, pp. 86, 225 y 207: sNonconformity in country parishoss, AHR, xviti, suph, pp. 178% Edwards, Gangraena, tercera parte, p. 98; Pettit, Royal foresis of Northampronshie, p. 17S, STE, kerridge, «The revolts in Wiltshire agninst Chacles In, Wiltshire Archacotogical aid. Natural History Magacine, wvii, 1938, pp. 86Tl; VCH Witeshires wy, pp. 4067, M1234, 417, 427 y B13, Los hombres sin amo 37 y resistencia plebeyas, hasta los tiempos en que Oliver Crom: Well, «Seftor de los Pantanos> (Lord of the Fens) *, dio animos a los comuneros. Ely se convirtié en un centro de los seekers en Ia década de 1640, cuando por algtin tiempo fue cuartel general de William Erbery. De los habitantes de la isla de Axholme se decia que, hasta la desccacién de los pantanos, ha- ian sido virtuales idélatras; en 165051 apoyaron a los nive ladores con bastante entusiasmo*, En Cumberland, a media- dos de la década de 1650, los cusiqueros se congregaron sultitudinariamente en los parajes pantanosos» ®, El profesor Walzer ha sugerido que Ia insistencia puritana en Ja disciplina interior era impensable sin Ia experiencia de los hombres sin amo. Su objeto era encontrar un nuevo amo en ellos mismos, un rigido autocontrol que modelara una nue- va personalidad. Conversién, santidad, represién, disciplina co- lectiva, fueron la respuesta’a Ia incierta situacién de la socie~ dad, el modo de crear un nuevo orden mediante Ia creacion de nuevos hombres. El profesor Walzer establece una comparacién con los jacobinos y los bolcheviques en circunstancias seme Jantes#, Esto encuentra su paralelo en la moda contemporanea de los gitanos, descritos por Cervantes como eriticos de la. so- cicdad y vistos por el grabador francés Jacques Callot (1592- 1635) y por los poetas ingleses, desde athe raggle-taggle gipsies> a Wordsworth, como hombres que ofrecan una alternativa mas, Hibre a las imposiciones de la sociedad. La comparacién es ins- tructiva y util, pero el profesor Walzer ve desde un punto de vista —en mi opinién— bastante unilateral el fenémeno de los, hombres sin amo. Lo que en algunos produjo alarma y ansie- dad constituyé para otros una oportunidad, aunque no una oportunidad de trepar por la escala social habitual. Un hom- bre sin amo no era siervo de nadie; esto podia significar Ia libertad para aquellos que valoraban en més alto grado Ta in- dependencia que Ia seguridad. A jovial crew, de Richard Bro- me, idealiza ciertamente la vida de los mendigos en el siglo xvit inglés, vida que debié de ser cualquier cosa menos romantica. * The Fens: Distritos pantanosos de Cambridgeshire y Lincolnshire. IN, de la T] BK. V. Thomas, ob. cit, pp. 162 y 165; A. L. Merton, The world of tha ranters, 1910, p. 130; J. D. Hughes, «The drainage disputes ia the isle of Axholmes, The Lincomshire Historian, 1, pp. 183% véase supra, pie sings 15:17, énfra 111, y para Erbery, véase infra, pp. 181-18. 2's. T, Rutt, comp., The parliamentary diary of Thomas Burton, 1828, 5p, 170, 16M. Walzer, The revolution of the saints, Harvard ur, 1965, esp. pé sinas 3086, 8 Christopher Hill ‘Sin embargo, es interesante la forma que toma su romantiza- cién. Los mendigos son Los tinicos hombres libres de una comunidad; Libres de castigos; que no observan ninguna ley, No obedecen a ningun gobernante, no utilizan ninguna religién; Sino lo que deducen de sus propias y antiguas costumbres © por st mismos establecen, aunque no son rebeldes Bajo la superficial estabilidad de la Inglaterra rural a Ja sazén, de los vastos y plicidos campos abiertos que la vista cap- taba, se encontraba la bullente movilidad de ocupantes ilegales de los bosques, artesanos errantes y obreros de Ia construccién, hombres y mujeres desempleados que buscaban trabajo, comi cos de la lengua, trovadores y juglares, buhoneros y curande- ras, gitanos, vagabundos y bordoneros: congregados especial- mente en Londres y en las grandes ciudades, pero también existentes en pequefios grupos allé donde las zonas recién oct padas escapaban a la organizacién parroquial o en las zonas ‘omupadas de antiguo en las que existfa demanda de mano de obra. Entre estas clases fnfimas de la sociedad fueron recluta- das las dotaciones del ejército y la armada, asi como por lo menos parte de los colonos de Irlanda y del Nuevo Mundo, hombres dispuestos a correr riesgos extremos con la esperanza de obtener ticrras seguras de libre disposicién (y con ellas una posicién social) a las que nunca podrian aspirar en la super- poblada Inglaterra. En ésta, la movilidad se daba por supues- fs, por lo menos fuera de las zonas agricolas de las campitias. (Esta es, dicho sea de paso, otra razén més para considerar con escepticismo las cifras totales de poblacién basadas en los archivos que se conservan en los pueblos y aldeas agricolas, mucho més estables, por definicién, que los de las zonas de bosques. Como indica el sefior Peter Clark, un linaje que puede ser reconstruido es, por ello mismo, un linaje atipico®) La cternamente infructuosa pretensién de los jueces de paz de acabar con las cervecerias no autorizadas estaba divigida en “IR. Brome, The dramatic works, 1873, 101, p. 376. Representada en, 16it_y publicada por primera ver en 1652. En fan Donaldson, The world tpsidedown, Oxford Up, 1970, cap. 1, figuran algunos comentarios a pro- plsito de Brome, Lamento no haber leido este interesante libro antes Ge baber ercrito el mio. ap” Clark y'P. Slack, comps., Crisis and order in English towns, 1520 1100, 1911, p- Ist; véase A Mactatlane, The family life of Ralph Josselin, Cempridge, uP, 1970, pp. 89, 114 y 2056, que se muestra igualmente es- etptico. Bee Los hombres sin amo 39 parte a controlar estas masas moviles, que podfan comprender individuos subversivos, separatistas y predicadores itinerantes. En un medio espiritual favorable, los artesanos ambulantes po- dian convertirse con facilidad en ministros itinerantes, clandes- tinamente antes de 1640 y abiertamente en las condiciones de libertad de la década de 1640, Walter Cradock decfa que en 1648 existian en Gales 800 de cs09 predicadores *, Los predica dores errantes podian ascenderse a si mismos a mesias erran- tes, Aparte de otras cosas, existian ventajas econémicas: Wil- liam Franklin y Mary Gadbury fueron hospedades y manter dos por sus discipulos durante largos periodos de tiempo. Resultaba Idgico, aunque fuera natural que provocara resenti- miento, el hecho de que los jueces de paz utilizaran los mismos procedimientos contra tales mesfas, los misioneros cudqueros y los caldereros baptistas que contra los vagabundos. La Ley de Vagancia de 1656 iba dirigida contra «todas las personas errantes»; los cudiqueros se quejaban de que podria «haber afec: tado a Cristo» y a los apéstoles ®, Los demégrafos deberian también prestar mayor atencién 2 las autobiografias y diarios espirituales que se conservan de este periodo, Elles confirman el espfritu de libertad de la so- ciedad, la facilidad con que los hombres se desarraigaban y se las ingeniaban para vivir vagabundeando por el campo, solos © con su consorte, Tenfan que ganar de vez en ciando dinero con el cual podrian asegurarse el retorno a una base estable ¢ instalarse temporalmente en una zona en la que existiera de- manda de mano de obra eventual. La sefiora Clarkson acompa- fiaba algunas veces en sus vagabundeos a su marido ranter, otras veces le esperaba en casa, como hace Ia esposa de un marino: Lawrence no dejé nunca de enviarle dinero, aun cuan- do entregara su cuerpo a otras mujeres en los lejanos puertos. William Franklin solia volver a Londres de cuando en cuando para ganar dinero, dejando a Mary Gadbury en Hampshire pro- mocionando su mesiazgo en su ausencia “. BW, Gradock, Glad ridings, 1648, p. 50. WN Cohn, The pursuit of the millennium, ST [En pos del milenio, Barcelona, Basral, i972}, pp. 33038 infra, p. 30, ‘SN. Penney, comp, Extracts from State papers relating to friends, 1913, p. 43, vease E. Burrough, The memorable works of a son of thu Ger’ ard. consolation, 1672, p, S00; Burton, Parliamentary diary, vt, Ds sings 11246 Sclackson, «The Jost sheep founds, 1660, en Cohn, ob. city p. M6; ibid, p. 382. Para Clarkson, véase infra, pp. 202205, 208-95 40 Christopher Hitt 2. ROSQUES Y TIERRAS COMUNALES Los semilleros de mendigos son las tierras comunales, como muestran los pantanos y los bosquess, se dijo en 1607% Un inspector de la época de Isabel dijo de Jos ocupantes del bos- que de Rockingham que «mientras que se les permita vivir en tal holgazaneria de su ganado, no se plegardn a ninguna clase de trabajo». «Las tierras de pastos comunales [...} constituyen tun [...] sustento para los holgazanes y la mendicidad de los abitantes de las chozas», pero esto y «la Dlandura que se muestra [...] hacia los cohechadores y ladrones de lefia y ha- cia los que echan abajo las cercas sin castigo alguno son una ocasién tinica para el refugio de tantas personas perversas y ociosas» 6, En Northamptonshire, los pobres «habitan en los bosques y paramos y viven como zinganos, dedicados al latro- cinjo, entre los cuales ha surgido una verdadera hornada de vagabundos y de pordioseros». ‘La desforestacién y los cerca- mientos fueron necesarios para conseguir librarse de la «mub tiplicidad de mendigos» ®. En el bosque de Dean vivian «gentes de vida y conversaciones depravades, que hablan dejado, sus srtenencias y sus pafses y tomado el lugar para hacerse un Cobijo como pretexto de sus villanfase® En 1610, Jacobo propuso que Ja Cémara de Ios Comunes emprendiera acciones contra la multitud de chozas construidas en terrenos baldios y comunales y especialmente en los bosques, que eran «sem, eros y receptéculos de ladrones, picaros y mendigos», asi ‘como contra los escoceses errantes, acusados de agotar los. pas- tos y bosques de las tiecras comunales, «Los denominados te Frenos montaiosos» de Huntingdonshire no eran «propiamente paramos desiertos» porque «algunos de ellos tienen [...] mucha mendicidad encima» ®, ©, Thirsk y J. P. Cooper, comps,, Seventeentircentury economic do- uments, Osford ur, 1972, p. 107 Thirsk, Agrarian history, p. xxv, UL © Pott, ob. elt, P. 13S. # ® CE. Hart, The free miners of the forest of Dean, Gloucester, 1953, paginas 17425 SER Foster, Proceedings in Paroment, 1610, Yale or, 196, 1% pé wings. 3608; viase Commons debates, 1621, W. Notestein, F. H. Relf y HESipeon, Sounpey Yale, 935, 9. 30,'vp. fis We Nolet, The Howat 9 Commons! 1O4I000, Yale ti, I9h,'pr 23 Semas.Tenson 2 Henty Oldeaburg,'?'de novembre de 1671, en The compsvondence of Thewry Oldenburg (4. Re y MB. Hel, comps), Wisconsin ve va 19, 3S Los hombres sin amo 41 La desforestacién y los cercamientos podrian asi contem- plarse como una obligacién nacional, un beneficio encubierto para los pobres holgazanes, tanto como un beneficio mas in- mediato para los ricos cercadores. Jacobo I pensaba que dese- cando Sedgmoor realizaba «un trabajo religioso»®, «Inglaterra tiene muchos cientos de acres de tierras baldias y estériles», decia Samuel Hartlib en septiembre de 1649, . and BR, p. 10; RD, Ratcliffe, comp, The Choriey survey, Lancashire and Cheshire Record Soc., vol 35,"188, pp. $5 ss. eB. Osborne, Justices of the’ peacs, 1361-1848, Shaftesbury, 1960, p&- ginas 120-24, St Véase Infra, p. 337. 2 P_and. R, pp. 179 y 19093; Sabine, pp. 36344 y 638; D. A, Johnson yD, 6. Vaieey, Staffordshire and the’ great rebellion, Stokeon Trent, Inst, pp. 267 y 667. 8 A Moore, gb. éit, p. 32; Sabina, p, 506. 43. Smith, Englands improvement revived, 1670, p. 18 A. Moore, ob. ct p27, GS) Hartb, Legacy’ of Basbandry, 1655, p. 43. Los hombres sin amo 4B cadas a los baldfos®. Por otro lado, Is politica real de des- forestaciéa y cereamientos, 0 de desecacién de los pantanos, en la forma en que se aplicé antes de 1640, lev consigo la ruptura de wn modo de vida, un brutal menosprecio de Ios derechos de los comuneros; tanto ellos como sus hijos se vie ron privados con frecuencia de las zonas de juego establecidas por Ja costumbre en detrimento, se quejaban los tradicionalis- fas, de la practica del tiro con arco largo, Una de las conse- cuencias de aquella politica fue la de obligar a los hombres a depender en exclusiva del trabajo asalariado, al que muchos consideraban s6lo un poco mejor que Ia esciavitud. («¢Credis que no podemos hacer algo mejor que no dar a nuestros oficios estipidos y agotadores?s,) Asi se aumentaba el empleo pero se ampliaba también la distancia entre las clases *. Exis- {en asimismo pruebas de un mas estricto cumplimiento de las leyes de caza en la década de 1630, con penas cada vez més severas conforme se iba incrementando el nimeto de colonos y de oeupantes de chozas™. Como era de esperar, existié uma gran hostilidad popular antes de 1640 hacia los programas de desforestacién y cerca mientos, y cuando estos programas se vinieron abajo en la década “do 1640, los comuneros recuperaron sus derechos en todas partes. En 1631, el bosque de Dean fue, en los condados del medio oeste, un refugio para los que se oponfan activamen- te a esta politica real. En julio de 1640, jos aburridos soldados forzosos se dedicaron, en el bosque de Needwood, de Stafford, ‘a echar abajo las cercas”, Durante la guerra civil quedaron sin | efecto las leyes forestales y se robé mucha caza y madera La necesidad econémica dé aprovechar los baldios y los bos: ques de modo que contribuyeran tanto a aumentar la provisién 1K, M, Burton, comp, A dialogue between Reginald Pole and Tho- mas Lipset, 1948, pp. 14d ‘@ D. Brailsford, Sport and society, 199, p. 9; Boynton, The Elizabethan militia, p. 68. ® A. Moore, ob, cit, p. 7; J. Thitsk, «Seveenteenth century agriculture and, social changes, AHR, xVIM, sup, p. 103. “v Penry Willioms, «The activity of the Council in the Marches under the early Stuartes, Welsh History Review, 1, p. Il; W. Sheppard, En blands balm, 1659, pD, 2012: Sabine, p. 612. Th’, fH, Pennington, EI programa agrario radical fue derrotado junto con nive- ladores y cavadores. A partir de 1649, el Parlamento Depurado (Rump Parliament] * no hizo nada por estimular la reforma agraria, a pesar de las continuas protestas, como cuando el co- ronel John Pyne, miembro del Parlamento por Poole, denuncié , se decia en 1645; todos ellos se unie- ron contra Carlos II en 16514, La isla de Ely bien puede haber sido la base del reclutamiento masivo de Cromwell. \ Thirsk, Agrarian history, pp. 435, 36263 y 573. 2D. Tl. Pennington e I, A. Roots, comps, The Committee at Stafford, 16451615, Manchester Ur, 1987, p. 1Xt, YE, Broxap, The great civil war bt Lancashire, 1612-651, 1910, . 60. 4 Mercurius’ Aulicus, 1320 abril’ de 198, p. 1846; A, Gark, ‘Roglan Castle and the Civit War in Monmouthshire, Chepstow, 1953, pp. 26 9 71 48 Christopher Hilt Nunca antes de entonces haba existido nada parecido al Nuevo Ejército Modelo. Normalmente los ejércitos se recluta- ban entre tos presidiarios y los hombres de la mas baja estofa. No todos los soldados del Nuevo Ejército Modelo eran volun tarios, pero los oficiales y la mayoria de los soldados de cabs. leria si Io eran, Hasta ahora se ha hecho poca labor de inves tigacién sobre la composicién social de este ejército, pero pro- bablemente constituyé, como muchos pretendfan, una muestra del pueblo de Inglaterra mis representativa que Ia Camara de Jos Comunes. Gracias a Ia libertad de organizacién y discusién de que disfrutaba, el ejército: se convirtié en un semillero de ideas politicas’. En la forzosa ociosidad que siguié a la victo- ria en Ia guerra, Jas ideas de la tropa evolucionaron a gran velocidad, En 1646, algunos de tos que se encontraban en el ejército reclamaron un limite a ta superficie de las tierras que citalquiera pudiera poseer’. Esto ocurria dos aiios después de ‘que George Wither, capitén del ejército, hubiera_preguntado por qué los miembros de la gentry realista no podian conver- tirse, mediante Ia confiscacién de sus propiedades misticas, en simples campesinos, «categoria en la cual han nacido Ios hom bres honrados y demasiado buena para algunos de aquellos que han sido hechos lores y caballeros por intentar hacer esclavos a los hombres libres» Los ejércitos parlamentarios constituyeron el supremo ejem plo de movilidad social de nuestro mévil perfodo. Iban y ve- nian a través del pais, mezclindose con la poblacién de manera hasta entonces desconocida. Los capellanes de] Nuevo Ejército Modelo predicaban tanto a las congregaciones civiles como a tos soldados. Con el paso del tiempo, un ntimero cada vez mayor de soldados rasos asumié las funciones de los predicadores. To- dos estos predicadores tenfan mucho en comtin con los predica- dores artesanos, Entre los capellanes del ejército de este perio- do hubo muchos radicales que figuran en nuestra historia, como Hugh Peter, John Saltmarsh, William Erbery, John Webster’, Henry Pinnell, Thomas Collier y William Dell. El 5 William Sedgwick, A second view of the army remonstrance, 1689, éginas $1: [Anén., Te armiss ‘vindication of this last change, 169, piginae 26 OReliquiae bexterianae, 1, p, Sh 1 Vease tntra, pp. 108108 8G. Wither, The spesch without doore, 16M, p. 5 2 ba conion ‘de apelin de Weber he ia en da, era 4 se deseribio espectlicamente a af mismo como srecientecapellin’ del léfeiton, ast como médloo del regimiento del coronel Shutileworth | 42 | Agitadores y oficiales del ejército 0 Mr. Peters last report of the English warres (1646) contenfa una multitud de propuestas de reformas y sugeria que e ojército fuera utilizado «para ensefiar a los campesinos a entender la ibertad» ®. Saltmarsh mantenia quo «ol interés del puchlo en el reino de Cristo es no sélo un interés de [...] sumision, sino también de deliberacién, debate, guia, profetizacién, votacion» © William Erbery confiaba en el apoyo de otros soldados del ejército, en un debate que tavo lugar en Oxford en 1646, cuan- do argilfa que «aquellos que son llamados ministros» no tentan «més autoridad para predicar en ptiblico que cualquier cristia. no dotado de talento»®. En diciembre de 1647, Henry Pinnell defendia a los agitadores en Ia misma cara de Oliver Crom- well, Thomas Collier estuvo también asociad> con 10s nivela. dores, presentando la mayor parte de su programa en un ser mén pronunciado en 1647 como «este gran interés divino» Collier, 1o mismo que Exbery, estaba a favor de la tolerancia ara con los judios ®. También en Oxford, en 1646, se contaba que, hablando a su congregacién (compuesta principalmente por soldados), Dell decia que «el poder esti en vosotros, el Pueblo; conservadio, no lo perddis.» Tanto Dell como Collier y Erbery pensaban que los ministros de la Iglesia estatal erat anticristianos Los predicadores presbiterianos y los independientes no po- fan echar Ia culpa a nadie mas que a si mismos de que hu: bieran surgido teorias de la soberanfa del pueblo en el ejér- cito y en Londres. William Bridge predicaba que en el caso de que un principe desatendiera sus obligaciones, de manera gue no protegiera a sus stibditos, sino que los expusiera a la violencia, éstos no incurririan en ningun tipo de usurpacién al velar por si mismos, sino que se trataria del ejercicio de aquel WW. S. Weeks, Clitheroe in the seventeenth century, Clitheroe, sin fe. cha, 2i92%2, p.' 176). 1% Ob. city p. 6 4 Woodhouse, p. 184. Véase infra, p, 60, 32 [F, Cheynelll, An account given to the Parliament by the minis: tors sent by them to Oxford, 16% 7), pp. 1348, veare Rawards, Con ‘grazna, Mt, p. 250, Para Exbety, véase infra, pp. IRLI8S 3 HL, Pinnell, A world of prophecy concerning the Parliament, generalt and the army, 1688, pp. 2217, ¥ Woodhouse, pp. 38095, 81. Collier, An answer to a 1682, p, 4; véase infra, p. 182. 'S [Anda], A vindication of certaine citizens, 1646 pp. 69. La version del sermén impreso por Dell no contiene Ia frase cltada, pero Suplere gus el poder det espiritu estaba en todos los santos: vense ml Antsirist in seventeenthoentury England, pp, 98 y 12h book written by one Richard Sanders, 50 Christopher Hilt oder que siempre habia sido suyo”. Tales ideas habian pare: ido necesarias para persuadir al pueblo de que apoyara Ja re- telién armada, y no todos aquellos que las predicaban espera kan que las clases inferiores las tomasen en serio, «Estoy lejos cel monstruo de la democracia», decia Edward Bowles, cape- Lan sucesivamente del conde de Manchester, general’ de la Eastern Association *, y de Sir Thomas Fairfax, comandante en jafe del Nuevo Ejército Modelo; «lo que yo requiero del puedio To es otra cosa que un cambio ripido y regular dentro de su propia esferas'™, Pero, jayl, el pueblo vio abrirsele una puerta que daba fucra de su propia esfera y se precipité a través de ii misma. El pueblo Uano, reivindicaba Winstanley, forma «par te de la nacion» y deberia tener derechos iguales a los de ta sentry ¥ el clero®, «Este mundo no seré nunca un mundo bue- no —oia decir con frecuencia Baxter— mientras nos hagan las, leyes caballeros y gentileshombres, que son elegidos por miedo j mo hacen otra cosa que tiranizamos y no conocen los males Gel pueblo, Nunca nos iré bien hasta que no tengamos un Par- Iaménto de hombres como nosotros, que conozcan nuestras necesidades»®, No era esto lo que el Parlamento y los predi- Cadores se propusieron cuando hicieron su llamada al pueblo en 1641-43, «Cuando hablamos del pueblo —escribfa Marcha- ont Nedham con la prudencia de 1652— no queremos referit- nos al confuso y promiscuo conjunto del pucblo> | Parlamento y Jos ministros presbiterianos estaban natu- ralmente preocupados con la situacion existente en el ejército 5 furiosos con aquellos capellanes que parecian estar enarde- iendo a las clases inferiores justo en el momento en que ne- cesitaban ser apaciguadas. Pero lo peor iba a llegar cuando en ‘Ta primavera de 1687 el Parlamento intent6 licenciar a parte Gel ejército (sin pagar en su totalidad los atrasos de las solda- as) y enviar el resto del mismo a la conquista de Irlanda. No habia aprobado siquicra una ley para protezer a los soldados Ge las consecuencias legales de acciones ejecutadas bajo érde- nes en tiempos de guerra. «Hay soldados como nosotros que Bridge, The wounded conscience cured, 1642, pp. 45, 414, y 33 * Fuerzas dé los condados de) este de Inglaterra durante la guerra vit ME, Bowles, Plaine English, 1612, pp. 256, Debo esta referencia a la amabilidad del profesor C. M.’ Wiliams ‘® Sabine, pp. 371 y 38, m Baxter, Phe Holy Commonwealth, 1659, p. 231. A Mercurius Politicus, 81, 29 de enesoS de febrero de 1652, p. 13 Tha case of the Commonwealth, 169, pp. 71, 69 y 79, Debo esta referen- Ga # Ja amabilidad del senor I, MeCalman, "28 Agitadores y oficiales del ejército 51 comparecen ante todos los tribunales de 1os condados por ac- clones simplemente relacfonadas con In guertam, decaraba un folleto de abril de 1647, eltando 15 casos. Los ‘hombres. eran eacarcelados incluso por decir algo contra el rey ™ Enfrentados con esta provocacién, los soldados rasos toms §ga go sus manos ol problema a fies de mao de 1647. endo a sus oficinies «acompanarnos en este anne 0, por io menos, dejarmos solos y en paz en este huesiro.propoaio> {os soidudos ligivon aptadores, dos por cada neginien. ex pezando por la caballeria. Hacia mediados de mayo, teada Sol dado de infanteria dio cuatro. peniques. por cabess» para Ios fastos de una asamblea, de manera que también estiban or anizados para entonees, Lo soldados Hlevaban una cinta roja én el brazo izqulerdo, como simbolo de solidaridad hasta la mmucrie*" «Todos 0 la mayoria de los oficiales se sentaron st. lenciosos como otros tantos abcjorros y serpientess, exer més tarde Lilbume®, Pero despate de muchas vaclaciones mayorfa de los oficiales ‘continuaron a la cabeza de la tropa, con objeto de «moderar a los soldados en sus aciuaciones y evitar lo mejor que podamos toda ocasién de disgustor ™, Los agitadores sollctaron de Fairfax que ordenara una reunion ge neral, de lo contrario «nosotros [...] nos veremos obligados [...] ahacer tales cosas por nuestra cuenta>. El eonsejo de queria dej6 constancia eserita de su opinign de que los agitadores ac tuarian, en efecto, si el general no lo hacia”, Este fue el momento-en que el portaestandarte Joyce y «un destacamento de eaballeria, enviado por el comite de los solda. dos de caballeria del ejército»*, se apoderé de] rey el 3 de 2 [Anda Apoore of the astators of ihe reiments of horse, J8 de abr 08 10h, “Ruption cele To ap abe EAs soup, Cloke ats eden ee dee TP sen Mera. eae ma we lay Eg rane Whe, The apy of toe son 10 Hie Beets 8 Pate Fairfax, 1647, p. 8. Cee eee Shab, Yo apolgle of the sors 10 alt tha commision cers, 1647, citade por Woodhouse, p. [21]. bi 2 Rambo, ot ity HS? Ani, The redebondnews from then Ge ayes Ye? ps Rie ahs ay roe the wie tty, 2 nicer: SP de eyes hae Bie, wéase. Clarke papers, 1p. Mix: sEstue resoliciones’ en deferea de la i arte ee eeeneeeae eee ae eee Re eae: DP. a 437-38 y 453; Wolfe, p. 360. i FiRaahoth, oh, sity pe BE HR. Becisord, The teers an the English Revolution, 1981, p. 6. eae eeeeeer “hoa obey’ Bo. 2 Christopher Hitt junio, el dia antes de Ja reunién de Newmarket. Oliver Crom- ‘well sabia de antemano que Carlos iba a ser hecho prisionero, pero la iniciativa de toda la operacién parece haber surgido de los agitadores. Una semana antes, Fairfax todavia habia estado infentando en vano prohibir las asambleas de Jos soldados. El traslado del rey desde Holmby House, por Joyce y sus hombres, no contaba con autorizacién alguna: cuando Carlos pidié ver al superior de Joyce para destituirle, éste s6lo pudo mostrarle a Ios soldados que formaban detras’de él El dia antes, al series, dado el alto, habfan respondido: «Todos mandamos» ®. Ningtin general hubiera enviado a tn simple portaestandarte al mando de $00 jinetes: Fairfax envid a un coronel para que tomara el mando tan pronto como se enteré de lo que habia sucedido. Mientras tanto, Joyce informaba: «Sepan los agitadores, una vez mas, que no hemos hecho nada en nuestro propio nombre, sino que lo que hemos hecho ha sido en nombre de todo el ejér- cito> # ‘Mientras Joyce cabalgaba con ol rey hacia Newmarket, se estaba desarrollando en esta localidad Ja reunién que habian solicitado los agitadores. Dado que éstos dominaban por com pleto la situacién, el Compromiso Solemne del 5 de junio de 1647 establecié un Consejo del Ejército, «formado por aquellos oficiales generales del ejército que han estado de acuerdo con el ejército [...] por dos oficiales en posesién de sus corres: pondientes despachos y por dos soldados clegidos por cada Tegimiento», Los oficiales y soldados del ejército se compro- metieron a eno licenciarse voluntariamente ni separarse» sin Ja satisfaccién y 1a seguridad de que sus reivindicaciones serian atendidas ", Los soldados xabuchearon a diversos oficiales has- ta echarles del lugar, hicieron desmontar a algunos y rompie- ron sus trajes y les golpearon [...] Como en aquellos tiempos los oficiales séio eran admitides por mutuo consentimiento, no podian tener més autoridad que Ja que les era otorgada por los soldados» ® La mayor parte de esta descripcién la he dado con las pro- pias palabras de los agitadores y niveladores, no porque nece- ® Rushworth, ob. cit, vip. S14 7 M Clarke papers, 1, p. 125, ase A true impartial narrative, 17 de ju- nio de 164, p. 3%: Lilourne, An impeachment of high treason against Olt Ser Cromwell, 1618; p. sé: Cary, ob, city I p- 22%; Gardiner, Civil War, 1p 2: Whitlock, ob. lt. 88 ‘1 Woodhouse, p. A03. 1 Wolfe, pre 245-46; vase Fairfax, «Short memorialss, en An English sorner, E.'Arber, comp,, 189597, Vit, pp. 569 y S72 24 Agitadores y oficiales del ejército 53 sariamente sean siempre exactas, propésitos lo que importa es 10 que los hombres ereyeran que habia sucedido, el mito de los niveladores/agitadores. Brailsford andaba bastante acertadn cnanda devia «No habia habido nada parecido a esta explosién esposténea de democ1 cia en ningiin ejército inglés 0 continental antes de este aio de 1647, ni volvié a haber nada parecido hasta los séviets de trabajadores y soldados que se formaron en Rusia en 1917», Los soldados se organizaron desde la base, guiados por los re- gimientos de caballerfa organizados y compuestos por los pe~ guefios hacendados. Se redactaron numerosas peticiones, algu- has de ellas relacionadas con materias tanto politicas como mi litares. En el verano de 1647, los agitadores tenian su propio impresor, un nivelador, John Harris; en el apogeo de su i fluencia Ja imprenta de Harris se convirtié en la imprenta off cial del ejército. Y los radicales del ejército estaban en con. tacto con los radicales civiles. Desde Ios buhoneros y quinqui- Heros de Londres* y desde los condados comenzaron a llegar peticiones exhortando al ejército a proporcionar una direccién politica radical. Alsin tiempo después, Clement Walker suge- ria que estas peticiones contra los diezmos, los cereamientos y los tributos o rentas de Jas enfiteusis hablan sido «dictadas> por los agitadores «para animarles a ponerse al lado del ejér- cito contra toda la nobleza, la gentry y el clero del pais [...] y para acabar con la propia monarquia: puesto que es imposi- ble que un principe sca solamente rey de mendigos, caldereros y zapateros remendones» ¥. Alentado de esta suerte, el ejército comenz6 a avanzar sobre Londres. Habla emprendido una via de accién politica decisiva y, aunque en esos momentos se en- contraba unido bajo el mando de Fairfax y Oliver Cromwell, Ja iniciativa de esta accién habia partido de los soldados ra. sos en estrecho contacto con los niveladores londinenses. Los aprendices de Londres, bajo Ia infiuencia de Lilburne, también habian elegido sus «agitadores» *, sino porque para nuestros '® Brallsford, ob. cit, pp. 181 y 41042, Todo el capitulo x de Bi estd relacionado con este tema. 4H [An6n.}, Londons fawtes.Hiberty. the army, septiembre de 1647 WC. Walker, History of independency, 1661, 3, p. 59. Publicado por vez primera en’ 1649. ‘8G. Unwin, The gilds and companies of London, 925, pp. 33839. sfora presented to the adjutators of 4 Christopher Hill 2. LOS NIVELADORES EN EL EIERCITO 1a historia de los niveladores hha sido narrada muchas veces: no me propongo repetirla aqui. Lo que quiero poner de relie- Xe €s que no deberiamos limitar nuestra atencién al movimien: to organizado y a sus lideres, sino que deberiamos pensar en #lgo mucho mas extendido aunque menos desarroliado. Tene- mos que ir utilizando informacién fragmentada a medida que Jk vamos encontrando, Asi, en agosto de 1685, un periddico realista criticaba al periddico parlamentario Mercurius Brita- ricus porque estaba al Jado ede la chusma y la hez del pue- blo [...] para hacerla divertirse todas las semanas, despotri- cando de todo lo que es nobles. El Mercurius Britanicus pensaba que «el ejército y las humildes multitudes» Negarian mas lejos en la reforma que algunos de nuestros pretendidos ministros». Los caballeros eran antipatristicos parasites socia- Ics, que no conocian un trabajo honrado”, «La nobleza y la gentry, que se han perpetuado durante muchas generaciones, ahora estén debilitindose», declaraba en 1645 el astrologo Wil- Tam Lilly —un barémetro infalible—; ey una clase de gente inferior [...] esta en ascenso». En agosto de 1647, un folle- tsta pudo escribir que la nobleza y la gentry hablan perdido no sdlo el «poder y el mando que anteriormente tenfan sobre sis arrendatarios», sino también el respeto de todos, «pues en estos tiempos ningtin hombre aprecia al sefior del que re- cibe las tierras (aunque pague su renta) més que a otro hom- bre cualquiera o apenas nada» ”. Asi, cuando Richard Overton declaraba, en julio de 1647, su confianza en que «tienen que ser las cosas pobres, sencillas y humildes de esta tierra las que confundan a los poderosos y los fuertes>, estaba inspirandose en la tradicién foxiana que habian asumido los predicadores puritanos, contemplando a les clases bajas como los mas destacados soldados de Cristo y mbién incitando directamente a los demés soldados del ejé cito contra sus oficiales ®. «Las grandes cosas que ha hecho el % Mercurius Ant:Britanicus, 3, agosto de 1615; Mereurius Britanius, 174g 9 ib, ats Deb, eerencins aa ti nd del et lm Calan, «A study of tho writings of MarchamontNedhame, fe, Jourmatst and’ Medical Writr. a WW Lily, The starry messenger, 185, p. 23 véase An astrological reatction, 168, p. 1. i : OTB TT Nicholon, The laners band, 147, p 5 9 Vase supra, 9.28 2s | Agitadores y oficiales del ejército 55 Parlamento han sido hechas por los hombres mas humildes», afirmaba el nivelador William Walwyn. En torno a la misma época se cuenta que Walwyn decia a «la gente mas pobre e indigente> que «es algo inconcebible que uno tenga 10000 Ii- bras y otro més meritorio y mds wtil para la naciéa no valga dos_peniques» 7 En Londres, Jos niveladores aspiraban a situarse a si mis- mos a la cabeza de «los hombres mas humildes». Con frecuen- cia se les critica por su enfoque excesivamente racional de la politica y por menospreciar la fuerza militar, pero en Ta pri- mavera de 1647 establecieron un estrecho contacto con los agi tadores y tenian muchos amigos entre los soldados. En este perfodo, por lo menos algunos de ellos pensaban que para ser politicamente eficaces tenian que hacerse con el control del ejéreito, Overton, por ejemplo, dijo, en. julio de 1647, que el ejército es la tinica cabeza oficial y visible que le queda al pueblo como proteccién y salvacién»®. «Es claramente evi- Gentes, afiadia dos meses més tarde Lilburne, «que no existe fen estos momentos en Inglaterra més poder efectivo que el po- der de la fuerza», siendo una ley justa y moral ejecutada por fun escuadrén de caballerfa una ley tan buena como la que ahora puedo ver dictada por cualquier juez de Inglaterray ®. Durante el verano de 1647 parece que se produjo algin reclu- tamiento de mercenarios para el ejército entre radicales poli- ticamente convencidos, en especial por parte del capitan nive- lador William Bray“. cHubo un tercer partidos, decia mas tar- de Cromwell, «apenas imaginado, que hizo todo lo posible por lograr que el vinico poder fuera el de tas armas». Se referia en especial al mayor White, al que D. M. Wolfe Hams «un nive~ lador inqucbrantable>®. En 1649, Walwyn fue acusado de ha- ber dicho que «un pufiado de almas diligentes y valientes pue- den trastornar el mundo», aunque él Jo nezé “. White, agitador del propio regimiento de Fairfax, fue expul- sado del Consejo del Ejército el 9 de septiembre por mantener “A Walwins Wiles, 161%, en H. y D., pp. 200 y 302. Walwyn dio que las patrafias urdidas contra él fueron recogidas en 166 (Wabwye just defer 2, 1699, on ibid, p. 353). 8 Wolfe, p. 184. 4 Pywo letters writ by LiewtCol. John Lilburne, tem, 1547, 9.6. “i Tota Naplier, antiguo intendente del capitén Bray, The newmarket Colonel, 1649, pp. #ll; Papers from the Armic, octubre de 1647, ‘SW. C. Abbott, Writings and speeches. of Oliver Crommell, Yale vr, 1ss747, 1, 2. S07, Wolfe, 3. 46. ‘OH. § Da, po. 301 y 384. to Col. Henry Mar- 56 Christopher Hitt aque no existia en estos momentos mis autoridad visible en Seo que el poder y la fucrza de las armas’ Diffelmente podia ser'ésta una opinion meramente personal: era compar {ida por el capitan Brey. Kanborough, al que Gardiner descr, EEE eeeereceeener pees provapesen be a Svniapeacee tt ete pattido, también, expres6 en el Consejo del Bjércto su femor de que’ pudiera ser rochado a puntapiése Gel mismo, White zo leg6'a la conclusion de que cualquier acto de fucraa estaria por consiguiente justiicado, doctrine mantenida por al més fosco Hugh Peter, que escandallzd.grandemente a Lilburne® White expuso detaladamente sus puntos de, vista a. Fairfax en 1647 y nuevaments un afo mis tarde, labiendo sido ver tidos el rey y su partido por la fuerza de las armas, escelbla White «creo gue las armas pueden, con justicia, agnearle el poder y depositarlo en su fuente original justo por debajo de Bios: el puediow Sostenia que toda fas leyes promulgadas des. dela conguista de los normandos, que facran contrarias a la Sulidad deberian sev abuldac, y deta a Fairfax que ou auto Hidad se derivaba no tanto del Patlamento como Ge los Com: promisos Solemacs Gal exci, No’ poula reparos a Earloe T Somme persona, sino a'su funcign real! William Exbery lego in del ejeito erm tan legltime como pudera cone la de. eeual auler otro representante que sucediese al reys, Los niveledores Donseban qur ol Estado abla resulado dactruldo en el curso Ge la guesfa vil hasta que mo fuera logtumamente festable clo existin un estado de naturaleza en el que la. armas eran Ia nica autoridad subsistente. Pere ta fuera militar s6lo po dia ser Justamente usada para entregar de nuevo el poder’ al pueblo, Este era el proposiio del Acuerdo del Pueblo (Agree. nen of the People), él nuevo contrato social de los niveladores pata restabiecer el Estado que fue presentado al Conselo del Bjercto en cctubre de 1647 El Acuordo del Pustlo fue discutide en Putney, en los dias que siguieron al 28 de octubre, por oficiales y soldados. No fay necesidad de hacer otra cosa que remitir al lector a estos debates fundamentales sobre fa teorla de la demosracia, St los agitedores hublcran eonsoguide hacerse con el contol del jer cite, habria surgido, con toda certeza, una teorla niveladors Ge 7 Gardiner, ob eit, mm, p. 38 ¥ S70; Woodhouse, p. 15. Sobre Bra weap intra, Bp. 3540 Pee Wine grant plea of Liewlonant-Colonel John Lilourne, 16H, p. 19. © Whites The copy of a fetter, ppe 9 hat Gardiner, ob. ete, ginas 3023; Woodhouse, p. 174. eee erie Agitadores y oficiales det ejército 37 la dictadura militar en beneficio de la democracia: el posterior repudio de la violencia militar por parte de los niveladores fue consecuencia de su aversiGn hacia os propésitos para los que la misma fue utilizada. Pero ya durante Jos debates de Put- hey Ios agitadores habian perdido Ja iniciativa que tan glorio- samente mantuvieron desde marzo a agosto, Los agitadores de Cinco regimientos de caballeria fueron revocados por sus elec tores bajo la sospecha de haber sido sobornados por sus off- ciales y reemplazados por nucvos representantes. Estos nuevos agitadores fueron Ios que presentaron al Consejo del Ejército el Acuerdo del Pueblo. No conocemos la historia completa de los debates que tu vieron lugar en el Consejo del Ejército. Durante algén tiempo parecié haberse Ilegado al acuerdo de celebrar una reunién general, en la que los agitadores intentarian que el Acuerdo del Pucblo fuera aceptado por todo el ejército. El acuerdo ha ‘bia sido enmendado de manera que inclufa una sustancial ex- tensién de los derechos politicos a todos los solcados y a todo ‘el mundo, con la excepcién de los sirvientes y los mendigos. El estado de naturaleza se darfa por terminado y la nacion inglesa serfa restablecida como nacién democratica. Pero Crom: well e Ireton efectuaron un contraatague perfectamente cro- nometrado. Los agitadores veteranos repudiaron e} nuevo pro- gama: de un modo u otro, los generales afirmaron de nuevo Su autoridad, El 8 de noviembre, los agitadores fueron obliga: dos a volver a sus regimientos, el Consejo del Ejército fue sus- pendido durante quince dias y la reunién general fue reem- plazada por tres asambleas separadas. Pero ahora el modelo de junio habia sido trastocado de ma- nera alarmante. Entonces los soldados estaban unidos y tenian iniciativa: los agitadores se habian apoderado del rey y Ios oficiales habjan tenido que aceptar la situacién en Ia reunién general de Newmarket como tinico medio de mantener Ia uni- Gad del ejército, Ahora los soldados estaban ya divididos y ha- bian perdido Ia iniciativa cuando Ilegé Ja frustrante noticia de que Carlos I se habia escapado el 11 de noviembre de Ja pri- sidn del ejército. Los radicales habfan estado ¢iscutiendo sin eficacia alguna el mantenimiento del rey en prision durante algiin tiempo, y es posible que, de manera deliberada, los gran- ides del reino favorecieran la huida de Carlos. Se vislumbraba %® Woodhouse, pp. 45255; Brailsford, ob. cit pp. 28889; Papers from the armie, octubre de 1st “sGardiner, ob. cit, 1, pp- 167. 8 Christopher Hilt Ja amenaza de una nueva guerra civil: 1a unidad del ¢jército tenia que ser restaurada, pero ahora esto significaba Ia sumi- sion de los radicales a Jos generales, Se celebraron las tres reaniones separadas en lugar de la reunién ‘nica cn la que habian puesto todas sus esperanzas los agitadores. Se hicieron promesas de pagar los atrasos de las soldadas, as{ como vagas Geciaractones Sobre las reformas politicas. Fairfax aimenaed con dinitir si no se aceptaba esto. «Os habéis atiborrado dema- sido tiempo con papeless, se lamentaban los agitadores; «po- 4&5 nombrar nuevos oficiales», afirmaba el nivelador Wild: man®. Pero en las circunstancias politicas reinantes no era po- sible mas que la renuncia, Hubo una corta escaramuza cuando dos regimientos intentaron, desobedeciendo érdenes, asistir a Ja primera reunién parcial que se celebré.en Corkbush Field, ‘cerca de Ware; el oficial de mas alta graduacién al que se le parmitié quedarse fue el capitén Bray. «No habla més autori- dad visible en el reino que el general», se coments que habia disho Bray; «y el general no era infalibles ®, Pero la disciplina | fuz répidamente asegurada y en lugar de que el Acuerdo del | Preblo fuera leldo delante de cada regimicnto, el soldado Ri | chard Arnold fue fusilado delante del suyo. Dos dias mas tarde, en otra reunién parcial, celebrada cerca de Kingston, de forma no demasiado sorprendente, los regimientos expresaron «una pronta obediencia y sumisiéns. Bray fue arrestado, junto con Jos tenientes coroneles William Eyres, William Everard, William ‘Thompson y otros, Asi terminé el intento de los niveladores de hacerse con el control del ejército. Contemplindolo retrospectivamente, resuk ta claro que la revocacién y sustitucién de los agitadores de los cinco regimientos de caballeria —aparentemente realizados por consejo de Lilburne— se llev6 a cabo de manera mucho is répida de Io quo los soldados rasos estaban preparados para secundar. La mayorfa estaban preocupados por las sol dadas y la inmunidad, y entre ellos no eran desconocidos los sentimientos realistas. («gQuién ignora que las fuerzas pagadas estaran detras del rey cuando éste vuelva a calentar su trono? ® Woodhouse, pp, 42 y 454. BRL, The jotice of the army against evitdoars vindicated, 1619. 2 Winticlocke, ob typ. 280,"Veass Infra, pp. 9980, 13, 202274, para Eyres, Everard y Thompson, William Thompson, en septiembre de 16H. fe vio. en apuros a eateade una reyeria fabernatia, pero al Wer eSt0 fet steno para detire Tog salad’ dy repent ie speyaron fasta despues de la reunign de Ware (R. Lob, ells Bp. 7 ‘© Lilburne, The juglers discovered, 1 de octubre de 1647. hatte) \ Agitadores y oficiates det ejército 59 {No clamaron muchos regimientos en Ware por el rey y por Sir Thomas?») Las declaraciones de los nuevos agitadores los muestran claramente a la defensiva®. El Consejo General del Ejército se reunié intermitentemen- te a lo largo de las seis semanas siguientes a la asamblea de Ware, pero habia perdido su objeto, fue dominado por los gran- tee ic seino 7 desaparecié a comienzos del nuevo afio. En febrero y septiembre de 1648 hubo diversos motines capitanea: dos por Jos, primeros agitadores. En abril, el regittiento de Rich nombré a nuevos agitadores, que exigicron el Acuerdo del Pueblo: fueron enérgicamente dispersados por sus oficiales. Manjobrando con prudencia, Ios generales conservaron el. con- trol antes de Ia segunda guerra civil y en el curso de Is misma Enel verano de 1648, Henry Marten y el teniente coronel nive- ador William Eyres’ reclutaron un regimiento de voluntarios de caballeria «para la libertad del pueblo frente a tocos Jos fanos, cualesquiera que seams. eLos campesinos de Berkshire» ¥ de otros condados, «los hombres mas bajos y viles», se apre Juraron a alistarse: esperaban enivelar a todas las clases de gente, desde las més altas a las mAs bajass. Pero una ver gt hada la segunda guerra civil, esta fuerza privada fue incorpo- rada al cjército y neutralizada™. En la erisis politica que siguié a la segunda guerra civil y que condujo a la purga de Pride y a la ejecucién de! rey, Ire. fon utilize las peticiones de los soldados rasos para conseguir sus propios fines politicos; los grandes del reino explotaron Gesdefioramente a los niveladores, ade los cuales no hay nada Que temer>, como declaré Cromwell ®, y luego les dieron de edo, Se aceptaron algunas de las reformas recomendadas por Jos niveladores —republica, abolicién de la Cémara de los Lo- res, pero ainguna de las de contenido democratico, que eran las daieas que, desde el punto de vista de los niveladores, po- dian legitimar la intervencién militar en la politica. Los lideres hiveladores fueron arrestados, los regimientos radica‘es fucron arrastrados a una rebelién sin posibilidad de éxito, que fue aplastada en Burford en mayo de 1640. As{ se puso fin a la. Gemocracia en el ejército y, a efectos practicos, a los nivela- dores. % [Wildman], Putney projects, 1647, p. 2; Letter from the agitators of ihe five regiments of horse, 28, de octubre de 1647; Letter from the Chiators of the army, I de noviembre de 1647; Woodhouse, ob. cit, pagina 452. Gs callsford, ob, cit. pp. 342-43; Underdovmn, ob. city pp, 258 y 298 B Underdown, ab. cit, pp. 11819 Abbott, ob, cit 1, p. 8. 60 Christopher Hilt Subsistieron un mito y una serie de mértires: Richard Ar nold, fusilado en Corkbush Field; Robert Lockier, fusilado el 27 de abril de 1649, cuyos funerales, celcbrados en Londres, constituyeron una de las mayores manifestaciones politicas de la revolucion; el portaestandarte Thompson y los cabos Church y Perkins, fusilados en Burford el {5 de mayo; William Thomp- son, hermano del martir de Burford, asesinado cerca de Wel lingborough tres dias después, Bray permanecié en prisidn has- ta 1651, La ditima vez que se icias de los agitadores 3 cn mayo de 1649, hasta su reaparicién en 1659.60. Hubo también villanos como Cromwell e Ireton; White, que parece haber desempefiado un traicionero papel en las egociaciones de Burford, y sJudas Denne», uno de los lideres de los regi mientos rebeldes, que salvé su vida envileciéndose y pronun- ciando un sermén de arrepentimiento ante sus compaiicros que se encontraban presos en la iglesia de Burford. Lo encom traremos de nuevo como ministro. baptista EI mito fue el del ejército del pucblo, que se habla com- prometido a no licenciarse ni separarse hasta que se hubicran conseguido sus objetivos democrditicos, traicioneramente ven- ido por generales maquiavéticos que lo consideraban como una simple maquina militar profesional y lo utilizaban como instrumento de sus objetives y ambiciones egotstas. Y al trai- cionar al pueblo, los generates habian traicionado también a Dios. E] antiguo capelln del ejéreito John Saltmarsh escribia el 28 de octubre de 1647; «No habéis cumplido con el pueblo en las cosas que justamente esperaba éste de vosotros [...] La prudencia terrenal os ha embaucado y seducido» #. Unas pocas semanas después se levant6 de su Iecho de muerte y cabalgé desde Ilford al cuartel general del ejército en Windsor, en lo mas crudo de! invierno, para decirle a Fairfax (con el sombrero puesto) que sel Sefior ahora Jes habia abandonado y no pros- perarfan, porque ellos le habfan abandonado a El, su principio primero». Un gran mimero de Jos personajes que figuran en este libro hicieron su aprendizaje en el Nuevo Ejército Modelo: William Dell, William Erbery, John Webster, Henry Pinnell, ‘Thomas Collier, como capellanes del ejército; Tahn Spittlehow se, hombre dela Quinta Monarguia; Everard, cavador; Baut- humley, Clarkson, Coppe y Salmon, ranters; Tames Nayler y William Deusbury y muchos otros cudqueros, entre ellos proba: BtAndad, A modest narrative of inteligence, 512 de mayo de 1 Sobre lor aot ghd, tac infra,"ppr SHOE reece ‘Woodhouse, p, 4, 4 Rushworth: Ob. ci, Vi, pp. 945, Agitadores y oficiales del ejército 61 blemente John Bunyan®. Miles de sus seguidores debieron de compartir experiencias similares, lealtades similares y espera zas similares, Estos recuerdos comunes se mantendrian aun cuando el portaestandarte Joyce se convirtiera en coronel y especulador de tierras y Sexby en conspirador en contacto con los realistas. La idea de que el ejército representaba al pueblo de Ingla- terra, 0, con mayor frecuencia, al pueblo de Dios en Inglaterra, volvié a resurgir en alguna ocasién ; pero a partir de 1649 esta idea pas6 a expresar las creencias de los milenaristas, no las do los demécratas. Para estos uiltimos, Ia derrota politica fue total ¢ irreversible, «BI motivo de la reciente guerra entre el rey y yosotros [el Parlamento} fue la pugna por ver quién ejerceria el supremo poder sobre nosotros, si él 0 vosotros», declaraba una peticién niveladora una semana después de la reunién de Ware; «por consiguiente, resulta vano esperar un tratado de paz entre nosotros hasta que esta cuestidn esté cla- ray justamente determinada, porque no puede existir libertad en una nacién en la gue el poder legislative no resida nica mente en el pueblo o en sus representantes». «gAcaso toda la controversia no reside sino en determinar de quign serdn es- clavos Jos pobres?», preguntaba el folleto de los niveladores The mournfull cries of many thousand pore tradesmen en ene- ro de 1648", El experimento de una politica democritica ha- bfa sido realizado en el més favorable de los foros posibles, el cjército, esa muestra de hombres de buena voluntad y politi camente conscientes, e incluso alli habia fracasado. El mito dice que habfa fracasado no porque las ideas fueran equivoca- das, sino porque Ios generales eran demasiado malvados, los dirigentes radicales demasiado confiados y las masas de aque- llos a quienes éstos aspiraban a dirigir estaban demasiado poco impresionadas por la importancia de lo que estaba en juego. El pecado, en Lenguaje del siglo xv1t, era demasiado poderoso. Este es el panorama esencial que hemos de tener presente ‘cuando consideremos los posteriores intentos de conseguir ob- Jetivos politicos democriticos (los cavadores, mediante una in- filtracién pacifica, mediante pactos, mediante stiplicas a Oliver Cromwell; los hombres de la Quinta Monarqufa, mediante la @ Firth, Bssays historical and titerary, p. 120 © 7. Collier, A vindication of the army remonstrance, sin fecha, (164, siz. A2, 9, 26, W. Exbery, «The Lord of Hosts: or, God guarding the Camp of the Sainise, 1653, en The testimony of Willan Erbery, 1658, iginas 2542. ‘4 Wolfe, pp. 237 y 216 a Christopher Hill \interyenciéa directa de Jestis en la politica inglesa para con seguir los efectos que los métodos politicos democriticos no habian logrado alcanzar; los seekers y los ranters, menos di rectamente politicos pero més profundamente interesados, como los cudiqueros, en el problema del «pecado» y de como escapar de su capacidad de impregnarlo todo). Lo que sorpren- dz a los historiadores es la cantidad de objetives politicos que estos grupos tienen en comtin: abolicién de los diezmos y de le Iglesia estatal, reforma de las leyes y del sistema educativo, rechazo de las diferencias de clase. Difieren profundamente en los medios que propugnaban para conseguir estos fines comu- nes mientras se agitaban en los estrechos limites de su socie- dad, de los cuales, en tiltima instancia, no existia escape al- guno. El «pecado» es el reflejo, en las mentes de los hombres, de las realidades de su sociedad. S hombres, Los radicales del ¢jército tuvieron un gran acierto. Este acierto se expresa en las palabras de su enemigo, Clement eee P yemigo, Clement Han divzado todos tos misterios y seretos del gobierno {1 em fete ae ane geet eee eect dhdos y pueblo # examinarse af mismos de" manera an profunda emo pata desemrabar tous Tes formas de goblemno, hasta legst os primetae prnepios de le tnturaisa’ ("Gov fo" cual tan Hecho al pueblo tan cinioso y tan arvogante que nunca encontrard ta‘humldad sufllete para someterse' aun ‘poder civil © Walker, History of independency, 1, p. 149. V. BL NORTE Y EL OESTE 10h, ti, norte, de Inglaterra, de quien se dice que eres desola- oe inhdspito y al que so considera como Ia menor de las hhaciones, cuando sin embargo de ti brot6 la rama y surgié la estrelia que da luz a toda la regién circundante! Epwaro BurnoucH, «To the Camp of the Lord in Englands (1635), on The memorable works of a son of thunder and consolation (1672), p. 66. LOS OSCUROS RINCONES DEL PATS La conocida divisién de Ia guerra civil entre el norte y el este realistas y el sur y el este parlamentarios es también tina divisién entre el norte y el oeste relativamente atrasados y el sur y el este econdmicamente avanzades. El nor‘e y el oes- Je fueron considerados por los parlamentarios como los «osc: os rineones del pais», en los que la predicacién era totalmente insuficiente, a pesar de los esfuerzos de muchos puritanos por subvencionarla. En 1641, Lord Brooke hacia notar que teasi [no existian] ministros en algunos condados como Cum- berland, Westmorland, Northumberland y especialmente Ga- les»?. Dieciocho afios después, Baxter decia que «en Inglate- ra, ¥ aiin més tarde en Gales, Comnualles, Irlanda 7 las High- lands, las multitudes apenas son capaces de razonar acerca de lag. cosas comuness. Y se preguntaba: «¢Son estes regiones dignas de poseer el poder soberano, ef gobierno de la nacién?» ‘Sin embargo, una de las paradojas de este pericdo es que, entre los grupos sectarios mis radicales, los eudqueros proce 1 Véase mi. «Puritans and ‘the dark comers of the land's, TRHS, 1963, pp. 7702; ePropagating the Gospel, en Historical essays, 16001730, Ho Bell y KL, Ollard, comps, 1963, pp. 3559; S. and P, yp, 18689 y Ford Brooke, A discourse opening the nature of that episcopacie which is exercised in England>, 1641, en Haller, Tracts on liberty, 8, pie gina 15%, 3 Baxter, The holy commonwealth, p. 90. VI. UNA NACION DE PROFETAS. [Eseribé Gangraena) por el orgullo y la vanidad de mi propia mente, por el desprecio que suponia que hombres sencillos ignorantes buscaran‘el conocimiento de otra manera que no fuera siendo dirigidos por los que somos instruidos; por el vil temor de que, si empezaban a enseflarse los unos a los ottos pudigramos [...] perder nuestra autoridad de ser jueces ex: clusivos en materia de doctrina y disciplina, con lo que nues- tros predecesores dominaron los Estados y' los reinos; 0, en iltima instancia, por temor de que pudiéramos perder mues- ros beneficios ¥ nuestro abundante sustento debides a los diezmos [...1 Yo vela venir todo esio junto con esa libertad {que los hombres humildes se tomaban para juzgar y exami- nnar todas las cosas [..] Wittiam Watwys, «A prediction of Mr. Edwards his conver: sion and recantation» (1646), en Haller, Tracts on liberty, X11, pagina 343, 1. ASTROLOGOS ¥ MILENARISTAS La mayorfa de los hombres y las mujeres de la Inglaterra del siglo xvit vivian todavia en tin mundo de magia en el que Dios y el demonio intervenian a diario, un mundo de brujas, hadas ¥ hechiceros, Si éstos fracasaban, la imposicién de las’ manos del rey podia curar Ja escréfula. Arise Evans, nacido en Merio- nethshire en 1607, contaba que era corriente entre los ladrones acudir a los adivinos o a los astrélogos para averiguar si se- rfan 0 no ahoreados', La mayoria de los pueblos tenian su xadivino», su brujo blanco: cobraban menos que los médicos ¥ los abogados. Si pensamos en el mundo en que entonces vir xfan los hombres, resulta facil comprender por qué las inter- venciones milagrosas en la vida diaria eran cosa aceptada. Nos- otros creemos en un universo sometido a leyes porque, en realidad, «los actos de Dios» son ahora més escasos que en el VA Evans, The bloudy vision of John Farley, 1653, p. 3. 30 Una nacion de profetas 1 siglo xvit. La seguridad universal, que inclaye Ia seguridad so- cial, unos servicios médicos mejores y en especial los anesté- sicos, la erradicacién de la peste, las casas construidas con ente mucho menos inflamzbles, el pion- so invernal para el ganado de manera que la primavera ya no ‘es la época del hambre; todo ello ha transformado la existen- cia ordinaria, La tradicional inseguridad de la vida medieval habla sido intensificada por la nueva inseguridad del mercado capitalista. Crisis de ambito nacional, como la de la industria del vestido durante la década de 1620, condujeron a la intensi- ficacién de la competencia; as nuevas actitudes —cun hombre puede hacer lo que quiera con Io que es suyo» y ®. También Hob- bes, en sit historia de la guerra civil, senialaba que la profecia era «muchas veces la causa principal del acontecimiento pro- T Rae, oby ot, go. 325 9 32, 1 ete ate ee Chal, 188, pt 1 hese si bad apparton® pA A prophecy of Ee ee ee ere Na os, xP acilogcl Prat, Ba aunrenct Basan 18 bh STEN Ss fnebrob a pe mba st bord ni, wp 4, AL y 58. Bee eas 92 Una nacién de profetas 81 fetizado». El doctor Leff ha sugerido que la apela Biblia como historia o profecia constituyé uno de los progre- sos mAs trascendentales de finales de la Edad Media. La pro- fecia escatologica lego a conshtuir una parte importante de la bibliografia polémica protestante, favorecida de modo espe- cial por la invencién de la imprenta®, Los estudios protestantes desenmascararon muchas supers ticiones catélicas y popularizaron la Biblia en lengua verndcula. De modo similar, el estudio protestante de los libros profétt cos de Ia Biblia tuvo por objetivo sentar la ciencia de 1a profe- cia sobre una base racional. Otras profecias, a menos que esti vieran amparadas positivamente por los demonios ®, engafaban Siempre a aquellos que crefan en ellas: el bosque de Birman. se desplazé a Dunsinane de Ja manera més extraiia%. La invencién de la imprenta, al dejar constancia permanente de las profe- las, ayudé quizés a poner de manifiesto sus ambigiiedades falacias ®, La sensacién de libertad que habfa dado la confian- za. en tales profecias cra ilusoria, Pero la Biblia, si era correc- tamente interpretada, podia realmente liberar al hombre del destino, de la. predestinacién. Interpretando los propésitos di vinos y cooperando con ellos ereian los hombres que podrian escapar de las ciegas fuerzas que parecfan regir su mundo, po- arfan escapar del propio tiempo, podrian llegar a ser libres *. Los estudiosos se acercaron a la Biblia con un espiritu cier tifico. sta fue la tarea de mateméticos y crondlogos como Napier, Brightman, Mede, Ussher y Newton. Estos hombres crefan en Ja posibilidad de establecer una ciensia de la prof cia, de la misma manera que Hobbes crefa en Ia posibilidad de establecer una ciencia de la politica. Ambas esperanzas de- mostraron ser irrealizables: ninguna de las dos debe ser me- nospreciada por ello. Hacia mediados del siglo xvi parece ha berse legado a un consenso acerca del advenimiento de notables 2 Hobbes, English works, vi, p. 399; véase T. Sprst, History of the Royal Society, 1661, pp. 36445, citado intra, en lap. 38. 2G, Leff, «The mythology of a’ True’ Church», trabajo presentado en Ja Conferenca sobre Religi6n Popular, P. and. P, julio de 1966, pa inas_610. "Beto lo insinia sir Francis Hubert, Poems, B. Mellor, comp., Hong Kong oP, 1951, pp. 834. B Véase Edward T de Poste, en donde Llewellyn, de un modo muy parecido, es engahado por wna’ profecla (A. Dyce, comps,, Dramatic and poetical works of Robert Greene and George Peele, 1851, p. 410). = E. L. Eisenstein, «The advent of printing and’ the problems of the Renaissances, P. and P., 45, pp. 789. 1 Véase ti God's Englishman: Oliver Cromwell and the English Rev volution, 1970, p. 225. 2 acontecimientos a mediados de la década de 1650: la cafda del Anticristo, quizh la segunda venida y el milenio, Esto sirvié de base a la confiada energia, al utépico cntusiasmo, de los predicadores puritanos de comienzos de la década de 1640. Con Jo que posteriormente les parecié un optimismo ingenuo, ins- taron al hombre corriente a tomar parte en las batallas de Dios contra el Anticristo”. Bacon y otros instaron a los cientificos a estudiar Tas téc- nicas de los artesanos, sus misterios, verbalmente transmitidos de los maestros a los aprendices. La idea de que existia una sabiduria secreta tradicional, egipcia o hermética, que podia ser arrancada de la naturaleza, tardé mucho en extinguirse. Desde los tiempos de los gnésticos habia existido una tradicién similar en el sentido de que detras de los textos sagrados de Jas Escrituras habia significaciones secretas, s6lo conocidas por los iniciados, por los sabios. Los estudiosos normales de la Biblia de los siglos xvi y xvi querian democratizar estos mis- terios; hacer desaparecer a los hombres vanamente venerados, ‘ya fueran sacerdotes, abogados o sabios. Creian, de bucha ley protestante, que cualquiera podia entender la Palabra de Dios si la estudiaba con el suficiente cuidado y estaba en posesion de la gracia divina, Y entonces la Biblia podria revelarie 1a clave de los acontecimientos de su tiempo. Las biblias no eran caras, si se tienc en cuenta lo que en- tonces costaban los libros. Josselin menciona el precio de tres chelines y dos peniques en el aio 1649; después, este precio fue de dos chelines®, La Biblia de Ginebra fue publicada en edicio- nes de bolsillo, de manera que los hombres podian estudiarla fn Ia intimidad de sus hogares o exhibirla en la iglesia o en la cerveceria para rebatir un argumento con un texto biblico. Los hombres que se acercaban a la Biblia sin ningun sentido hist6rico, pero con las mayores esperanzas, encontraban en ella lun mensaje directamente relacionado con’ su época. Tomemos el caso de un joven galés como Arise Evans, que ego a Lon dres en 1629. #1 nos cuenta cémo cambid su actitud hacia la Biblia en la década anterior a la Revolucién. «Antes yo consi deraba la Escritura como una historia de las cosas que pasa- ron en otros paises, que concernian a otras personas; pero ahora la considero como un misterio que puede ser revelado Christopher Hill F Véae mi Antichrist in seventeenthentury England, passim, Para Hobbes, véase infra, Apéndice 1 1 Véase ind, Dp. 2-238, 2 Mactarlane, Josselin, p. 2, véase J. Bunyan, Works, G. Offor, comp, 1860, kp. TL; Mercurius Polticus, wim, 34, 1655, p. 7356, 33 | | | | Una nacién de profetas 3 en estos tiempos, que también nos pertenece a nosctros»®, Esta actitud tiene que haber sido compartida por muchas de las victimas de la crisis econémica y politica que se dirigian a la Biblia en busca de una guia para aquellos perturbadores afios. Las décadas de 1640 y 1650 fueron realmente la edad de oro de los «predicadores artesanos», seglares como Bunyen que inter protaban la Biblia do acuerdo con sus incultas inteligencias, ‘con toda Ja confianza y con toda la excitacién que produce un nuevo descubrimiento «Yo soy como el Pablo de estos tiem pos» exclamaba Evans; «él era un artesano, un fabricante de Jonas, Hechos, 183; yo soy un sastre*®. «Los hombres pobres, iletrados, artesanos», decia William Dell de los Apéstoles, «tras: tornaron el mundo» *, La Biblia era Ia fuente aceptada de todo conocimiento ver~ dadero. Todo el mundo citaba sus textos pata justificar un ar- gumento, incluso hombres como Hobbes y Winstanley, que itustraban con Ja Biblia las conclusiones a Jas que habian le- gado mediante medios racionales. La diferencia ea el caso de hombres més sencillos, como Arise Evans, era que éstos ereian que la Biblia procedia de la inspiracion divina y aplicaban directamente sus textos a los problemas de su propio mundo y de su propio tiempo, sin la menor idea de las dificultades Que entraiiaba su traduccién ni de los conocimientos histéricos que para ello se requerian. Asi, Arise Evans pensaba que las Revelaciones 8 y 11 daban una descripein de la guerra civil y {que los capitulds 8 y 9 de Amds contenfan todo lo que sucedié desde el comienzo del Parlamento Largo. El capitel de Ards, 9.1, que habia que romper para que el techo se huadicra, debia referirse al presidente del Parlamento, Lenthall®, Pero estas personas no instruidas inclufan a George Fox y a Jobn Bunyan. Se enfrentaban a los problemas de su sociedad, problemas que reclamaban una urgente solucién y utilizaban las mejores he- rramientas que para ello conocfan, Tedloges puritazos de mayor consistencia habian citado la Biblia contra los obispos, con- tra la persecucién, contra los diezmos. Los Evans y similares Ja estudiaron con todo cuidado, si bien con menos habilidad 3° AL Evans, An eocho to the voice of Heaven, 1653, p. 17. 3 W, Y. Tindall, John Bunyan, mechanik predcker, Nueva York, 1964, passinys A. Evans, The bloudy vision of John Farley, sig. 28 1 Dell, Several sermons, p. 144; véase Dell, Power from on High, 1685, pagina 16. Debo esta referencia al senor Charles Webster. SIA, Evans, A voles from Heaven 10 the CommonWealth of England, 1652, pp. 27, 38 ¥ & 4 Christopher Hilt y més selectivamente, para entender lo que iba a suceder y Hegar a ser ast capaces de controlario, Sia esto afiadimos a creencia familista asumida por tos cuéquetos de que solamente el espiritu de Dios en el interior del creyente puede entender acertadamente las Escrituras, po- demos hacemos una clara idea de la importancia personal © inmediata del mensaje de la Biblia. Los hombres llegaron a conocer tan bien la Biblia que su relacién con ella era casi pasiva, En Grace abounding los textos son arrojados a la cabe- za de Bunyan como si fueran rayos divinos. La Biblia hablaba Girectamente, més allé de la historia, a los hombres que apa- sionadamente crefan que el dfa del Sefior era inminente: sélo clos entendian lo que el Sefior queria decir. La apelacién al pasado, a los documentos (ya fuera la Biblia o Ia Carta Magna), Se convittid en una critica de las instituciones existentes, de iertos tipos de poder. Si éstos no se ajustaban al texto sagra- do tenfan que ser rechazados. Los sacerdotes y los estudiosos hhubieran querido que la interpretacién de la. Biblia. siguiera siendo el monopolio de una minoria culta, como lo habia sido cen los tiempos anteriores a Ia existencia de la Biblia vernicula. Ta replica radical consistié en afirmar la posibilidad de que cualquier individuo pudiera recibir el espfritu, la experiencia fnterior que Ie capacitaba para entender la Palabra de Dios fgual o mejor que a los meros estudiosos que carecian de esta gracia interior. Littero, que inveni6 el sacerdocio de todos los Creyentes, habia sido capaz de derrotar a los tedlogos en su propio terreno de. juego. Pero para los radicales ingleses del Siglo xuir la religion del coraz6n constituyé Ia respuesta a las pretensiones de ia teologia académica de las universidades de Ia clase dominante, EL hincapié en Ja iaterpretacién privada no era, sin embargo, un simple individualismo. La congregacién era el lugar en el que se examinaban y aprobaban las interpretaciones. El viaje de George Fox al norte de Inglaterra en 1651 tuvo un éxito arro- Iador porque su mensaje era aceptable para las congregacio- nes preexistentes de seekers o grindletonistas. La congregacién garantizaba la validez de la interpretacién para una unidad s0- ‘ial dada, constitufa un freno a los disparates individualistas Toda iectura atenta de la Biblia daba lugar a pensamien- tos acerca del fin del mundo, En la tensfsima atmésfera de la década de 1640, mucha gente lo esperaba para un futuro pré- ximo. Como ha’ puesto de relieve el sefior Lamont, ésta no era Véase infra, pp, 359360, Una nacién de profetas 85 una opinién peculiar de los radicales. Era sustentada, entre ‘otros, por el rey Jacobo, por sir Walter Ralegh y por William Chillingworth ®, «La mayoria de los principales tedlogos», in- formaba desde Londres, on 1645, el escocés Robert Baillie, «no s6lo los independientes, sino también otros [...] son explicitos Quiliastase. Tan pronto como Ia censura se vino abajo, el Book of Martyrs de Fox, cuya reimpresién habia prohibido Laud, circulé de nuevo; se publicaron traducciones y restimenes po- pulares de las obras de Napier, Brightam, Mede y Alsted, que parecfan apuntalar las utdpicas esperanzas de los mas incultos Fectores de la Biblia®, Los predicadores que estaban del lado det Parlamento Uamaban al pueblo Tlano a luchar por la causa de Dios y finalmente conseguian un entusiasmo bastante ma: yor del que esperaban, Pero el milenarismo existia en ambos hiveles: debemos considerar las excentricidades de los popula- res hombres de la Quinta Monarquia en la década de 1650 en el marco de este ambiente erudito, que condujo 2 Milton a ha- blar de Cristo como del «rey en breve esperadon®. Resulta dificil exagerar la extensién y la fuerza de las es- peranzas milenaristas entre el pueblo liano en Ja década de 1640 y primeros afios de la de 1650: he tratado de exponer tas pruebas existentes en otra de mis obras *. Estas esperanzas se Gaban por igual en niveladores como el teniente coronel John Jubbes, el mayor Francis White y el capitan William Bray que fen poetas como George Wither. El sefior Toon sugiere que las mismas alcanzaron su cenit a finales de la décaca de 1640: el movimiento de los hombres de Ia Quinta Monarguia marcé un declive Para muchos hombres, Ia ejecucién de Carlos I en 1649 s6lo tuvo sentido como despeje del camino para el rey Jess, como preludio de acontecimientos internacionales mis importantes. En 1650, John Spittlehouse advirtlé a Roma: «Tened cuidado con al ejército de Nol Cromwell, no vaya a ser que Hugh Peter p., 313; Ralegh, SW. Lamont, Godly rule, 1969, passim; P. and. R. Works, Oxford History of the ‘world, 1820, , p, 204; W. Chillingwor (Ur, 1838, Tm, p. 300; of. pp. 968382, ‘Balle, Letters and journals, 1775, 1, p. 136. En 1643 se publics, por orden de ‘un comité dela Cémara de Tos. Comunes, una traduccion Beta obra de Joseph Mede The Key of the revelation, con un prefacio fel presidente de la Asamblea de Clérigos de Westminster, La traduccién la realizd. tun mierabro del Parlamento (véase mi Antichrist in seven- feenth-century England, p. 28). 3 Milton, Complete prose works, (ed. de Yale) x, p. 616. 1M Vease mi Antichrist in seventzenthoentury England, passim, 3 P, Toon, ob. cit, p. 218. 86 Christopher Hilt predique en la cétedra de Pedro» En el mismo afio, Arise Evans tuvo una visi6n en la que, a través de Francia, viajaba a Roma, donde «me Iog6 una vor que me decia: ‘Hasta donde has Hegado ti Megara Cromwell's ®, En 1654, un baptista de Bristol, al ofr que habfan metido en prisién’a dos franceses por profetizar el fin del mundo para 1656, se sintié preocu- pado porque no se encontraba preparado para ese aconteci- miento", Entre 1688 y 1657, Ralph Josselin se dedicé a leer optisculos milenaristas, uno ‘de los cuales anunciaba que Oli ver Cromwell conquistarfa al Turco y al Papa, Cdntinuamente pensaba en el milenio y sofiaba con él. En su diario anota que Jos hombres esperaban que el mundo se acabara en 1655 6 1656, adinque él no compartfa esta creencia. En’ 1654, John Tillinghast declaraba que «no pasar esta generacién. sin que Iegue el milenio»®, John Bunyan anunciaba cn 1658 que el dia del Juicio estd cercar El doctor Capp ha puesto de manifiesto que en ia década de 1650 Ia fuerza del movimiento de los hombres de la Quinta Monarguia se encontraba entre los trabajadores del palo y demas artesanos. Hace hincapié en su conciencia de clase, en su hostilidad hacia Ta aristocracia. John Rogers atacaba a’ Jos Tyranipocrit discovered, un folleto anénimo im- preso en Holanda en agosto de 1649, atacaba al gobierno de fa Commonwealth inglesa por no haber instituido «una igual- dad de bienes y ticrras», como Dios y la naturaleza lo habfan hecho, y por «no preocuparse de educar del mismo modo a Jos hijos ‘de todos los hombres». Haciéndose eco de Tomés Moro, el autor denunciaba a «los ricos ladroness, que consti- fuyen un «monipodio y lo Haman ley para colga: a los pobres Si oban, cuando ellos injustamente les han rebado todo su Sustento». «Se convierten en ladrones por Tey parlamentasia.» Las propiedades de los ricos deberian ser repartidas entre los pobres y redivididas por lo menos una vez al cho. «Entregar ercada hombre con discrecién una parte lo més aproximada- mente igual posible de los bienes de este mundo», continuaba al Tyranipocrit, est en consonancia con fa ley de Dios y de la aturaleza, Pero la igualdad de bienes y tierras es también de- Seable «para que de este modo las personas jévenes, fuertes ¥ eapaces puedan trabajar, y las personas viejas, débiles ¢ im- potentes puedan descansars, El ranter Abiezer Cope decia En el mismo afio que «no pasaré mucho tiempo antes de que la més fuerte, e incluso la mas pura en apariencia, de las propiedades, aquélla que puede alegar en su favor mas privile: Bios y prerrogativas procedentes de Jas Escrituras y de la ra. Zon humana, sea confundida y atormentada por Ia comunidad J Ia universalidad» ®. En 1650, el teniente William Jackson se Mio en apures por sostener, entre otras muchas enormidades, ia comunidad de todas las cosas», incluyendo, al parecer, a Jas esposas. BW. K, Jordan, Edward Vi: the young king, 1968, p 443 4 Gardiner, Great civil war, 1, p. 370. 5 ‘B [andn}, efyranipactit discovereds, Rotterdam, 1619, en British pam- phietsers, f, ©. Orwell y B. Reynolds, comps., 198, pp. 345, 96 ¥ 108 Se cape, ah fiery fiving rolle, segunda patte, 168, en N. Cohn The puursutt of the millennium, 1957,'p. 312 [En pas det mitenio, Baxce! a, 1972), Sobre Coppe, véase infra, pp. 196202. Cit eth, Cromuall’s army, 1802, p. 408, Véase infra, pp. 197, 206. 105 Christopher Hill En los debates de Putney de 1687, Rainborough y Sexby formularon peticiones en favor del suiragio universal masculi- no, peticiones que parecen estar en conflicto con las propues- tas mas moderadas de los niveladores civiles Wildman y Petty que querian excluir del voto a los indigentes y a los sirvientes. Segin el profesor Barg, el ala radical de los niveladores pros pero no solo en Londres y en el ejercito, smo también en los distritos campesinos, donde la tradicién de revuelta popular ubsistfa todavia, sin lugar a dudas. La frase favorita de John Lilturne para describir a sus partidarios, «lisiados y mendigos andrajososs, fue utilizada en Norfolk durante la revuelta de Ket de 1549, en Leicester en 1586 y en el Henry VI de Shakes peare. En’ 1655, Fuller relacionaba el movimiento con la re Wuelta de 1381: todos los campesinos del lugar eran en aquel tiempo «niveladores puros», cuyos dirigentes ensefiaban que aningiin miembro de la gentry lo era de jure divino y todos eran iguales por naturalezas®, Los nombres de «nivelador» y «carador» habian sido utilizados por los participantes en el le van‘amiento de las Midlands de 1607. En Buckinghamshire, com dado forestal e industrial, hubo en 1647-49 «acciones tumultuo- saci para echar por tierra los cercamientos. Ralph. Verney, descendiente de una familia devastadora, «temfa que pudieran estar dispuestos a echar abajo todos los cercamientos de In slatzrra», Los niveladores fueron los primeros incitadores del movimiento contra los cercamientos en Buckinghamshire ®. En diciembre de 1648, antes de que Winstanley hubiera dado a conocer su comunismo, un grupo local de niveladores publics tun ‘olleto denominado Light shining in Buckinghamshire, que cexigia la igualdad en la propiedad. «Siendo todos los hombres por nacimiento igualmente privilegiados, también todos los horbres tenian que disfrutar igualmente de lo creado, sin mis propiedades unos que otrose # Ta continuacién de ese folleto, More tight shining in Buck. inghamshire, aparecié el 30 de marzo, dos dias antes de que los cavadores comenzaran a trabajar en la colina de St George. Simaltaneamente fueron aflorando ideas similares, en formas WK. V, Thomas, ob. cit, pp. 403 y At véase Brailsford, ob. cit, paginas 289 y 265, y' mal The many-headed monster, p. 30. Fuller, Churclt history of Britain, 1842, 1p. 48h ' Correspondencia de Verney, citada por’A.’M, Johnson, Buckingham hire TolGaosr a stud) in counts” polities, tesis'inedita, 1965, pp. 16 9 LG: ase Memoirs of the verney family in the seventeenth century, E.Pey'M. M. Verney, comps., 16929, 01, p. 2. a'Sabine, b. 6tl 45 Niveladores y verdaderos niveladores 107 més 0 menos complejas, en diversas partes del pais. Tel vez ' Winstanley estuviera influido por los folletos de Bucking- hamshire; algunos historiadores han sugerido que intervino en su redacci6n, puesto que vivia s6lo a unos pocos kilémetros del limite de Buckinghamshire. Pero el estilo vigoroso, rudamente violento y belicoso de los folletos poco se parece al de Win- Stanley; el bianco principal de Light shining tn Buckinghur- shire es 1a monarquia, no el mas generalizado «poder xezl» de instanley. More light shining in Buckinghamshire es también ms directamente politico de lo que usualmente es Winstanley, apelando especificamente al ejército®. Sea cual fuere el caso de los folletos de Buckinghamshire, dificilmente pudo Win- stanley estar asociado con el Humble representation of the de- sires of the soldiers and officers in the regiment of horse for the county of Northumberland, que expresaba ideas anélogas también en los primeros dias de diciembre de 1648®. La colonia de los cavadores de la colina de St George po- demos verla simplemente como un ejemplo particularmente bien documentado de una tendencia que se repitié en machos oiros Tugates. Los primeros relatos periodisticos sobre los ca- vadores los catalogaban invariablemente como partidarios de Jos niveladores. Un folleto publicado en junio de 1649 repro- ducfa extractos de Letter to the Lord General, de Winstanley, y se quejaba de que este folleto estaba siendo distribulds por enemigos que ponfan impedimentos al relevo de las tropas en Trlanda ¢ incluso haba embaucado a muchos hombres Fonrs- dos. Si sus esfuerzos se vofan coronados por el éxito, «nos yeremos envueltos en la anarquia_y sometidos a los extran- Jeros y a los forasteros»®. Otro folleto del mismo afio, «pu- blicado con autorizacién», citaba dos folleios de Winstanley, New law of righteousness y Light shining in Buckinghamshire, como folletos niveladores, para demostrar que los niveladores eran opuestos a la religin y a la propiedad®. i Asi, el pensamiento y la accién

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