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INTRODUCCIÓN
Para considerarse crónica, deben de transcurrir por lo menos dos semanas desde el
inicio de la sintomatología.
EPIDEMIOLOGÍA
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AOC de MMII
FACTORES DE RIESGO
CLÍNICA
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AOC de MMII
Esta situación denota un deterioro grave de la perfusión distal que no alcanza para
mantener el metabolismo basal del tejido poniendo en riesgo la viabilidad del miembro,
traduciendo afectación de por lo menos 2 niveles arteriales, siendo la única alternativa
la revascularización ya que de no realizarse 40% de estos pacientes a los 6 meses han
perdido la extremidad. A su vez presentan una mortalidad anual de causa CV de 25% .
Dos sistemas de clasificación son los más utilizados para valorar clínicamente la AOC
de MMII, ambos con implicancias terapéuticas, basados en la gravedad de los
síntomas con la presencia de marcadores de enfermedad obstructiva crónica grave
como ser las lesiones tróficas. Ellos son La clasificación de Rutherford y La de
Fontaine, siendo esta última la más utilizada en nuestro medio.
I- Asintomático. 0 Asintomático.
Se debe practicar un correcto examen físico valorando cambios tróficos en los MMII así
como la búsqueda y características de todos los pulsos arteriales comparándolos entre
ambos miembros.
DIAGNÓSTICO Y PARACLÍNICA
En los pacientes en que se sospeche EAP o de alto riesgo como >70 años con factores
de riesgo CV, así como los que consultan por CID de MMII la TASC II recomienda el
uso del Laboratorio Vascular Periférico no invasivo en vistas a confirmar y caracterizar
el grado de arteriopatía. Uno de los métodos más utilizados y que aporta gran
información es el índice tobillo brazo, una prueba simple, que se puede realizar en la
cama del paciente; es la relación entre la presión arterial sistólica en el tobillo sobre la
presión sistólica braquial detectado con una sonda Doppler. Se realizan mediadas en
reposo y luego del ejercicio. El valor normal es de 0,9 a 1,2. El descenso del índice en
un paciente con dolor en MI confirma el diagnóstico de EAP. En general, los pacientes
con claudicación tienen un ITB entre 0,4 y 0,90, mientras que aquellos con dolor de
reposo o pérdida de tejido tienen un ITB en el intervalo de 0,2 a 0,5 y 0 a 0,4,
respectivamente. En pacientes diabéticos, IRC, con intensa calcificación de vasos
distales provoca una falsa elevación de la presión a nivel del tobillo (>140 mmHg), por
lo tanto la presión debe ser tomada a nivel de los dedos del pie (1er o 2do) donde la
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AOC de MMII
En el caso de pacientes con isquemia crítica y en aquellos con CID invalidante, como
analizaremos mas adelante, la paraclínica a solicitar estarán dirigidos valorar el tipo de
lesión arterial y la topografía de las mismas así como de valoración del terreno en
vistas a la revascularización.
IMAGENOLOGÍA
Arteriografía digital:
Continúa siendo gold standard en la AOC MMII permitiendo valorar la luz arterial,
topografíar las lesiones sus características, aportando la anatomía arterial, debiendo
incluir de ser posible la aorta desde las renales hasta las arterias del pie. Permitiendo
de esta manera con un estudio objetivo planificar la terapéutica. Como ya es sabido
dada la utilización de contraste se debe indicar con precaución en pacientes con
insuficiencia renal por el riesgo de agravamiento de ésta, aunque con una adecuada
preparación esta complicación se reduce. Como método invasivo presenta la morbi
mortalidad más alta de los estudios de imagen <0,7% vinculados a reacciones alérgicas
al medio de contraste y propias del sitio de punción y cateterización. Destacando que
se trata de un método diagnóstico y terapéutico ya que en el mismo momento permite
el tratamiento endovascular de lesiones apropiadas.
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AOC de MMII
Angiotomografía:
Rápida adquisición de imágenes desde la aorta abdominal hasta las arterias del pie,
permitiendo reconstrucción 3d, con una sesibilidad y especificidad >90% similares a la
arteriografía principalmente a nivel del sector aorto ilíaco y femoropopliteo, decayendo
en el sector infrapatelar. Siendo su principal limitación el uso de grandes volúmenes de
contraste y la mala definición en casos de calcificación severa principalmente en ejes
distales.
Angioresonancia:
Buena capacidad para adquirir imágenes de la aorta y arterias de los miembros de alta
resolución permitiendo el procesamiento 3d. Alta sensibilidad y especificidad con el uso
de contraste Gadolinio tanto en proximal como distal, las cuales no se ven limitadas por
la calcificación. Siendo sus desventajas el no poder utilizarla en el caso de implantes
corporales metálicos, pacientes claustrofóbicos y la fibrosis renal inducida por el
Gadolinio.
TRATAMIENTO
En el caso de la CID el objetivo del mismo será aliviar los síntomas durante la marcha,
mejorar el rendimiento en el ejercicio y lograr un reintegro total del paciente a sus
tareas habituales. Inicialmente las opciones son ejercicio estructurado y tratamiento
farmacológico.
Ejercicio estructurado supervisado: varios metaanálisis han demostrado el beneficio
del ejercicio supervisado en el aumento de la distancia recorrida y la disminución del
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dolor. La prescripción de ejercicio se debe basar en sesiones de ejercicio tres veces por
semana, comenzando con 30 minutos de entrenamiento aumentando después a una
hora por sesión. Durante cada sesión se realiza el ejercicio en cinta sin fin a una
velocidad y grado que inducirán claudicación en 3-5 minutos. El paciente debería dejar
de caminar cuando se considere que el dolor de la claudicación es moderado.
Entonces, el paciente descansará hasta que desaparezca la claudicación, y después
volverá a empezar a caminar hasta que recurran las molestias moderadas de
claudicación. Este ciclo de ejercicio-reposo se debe repetir al menos durante 35
minutos al empezar el programa y aumentará hasta 50 minutos a medida que el
paciente se sienta cómodo con las sesiones de ejercicio, pero evitando siempre un
cansancio o molestias excesivas en la pierna. Las limitaciones son que muchos
pacientes presentan contraindicaciones médicas (cardiopatía isquémica, deterioro
neurológico) o no se cuenta con un correcto programa de rehabilitación.
Tratamiento farmacológico específico: se han propuesto una serie de fármacos para
el alivio de los síntomas, aunque la evidencia muestra que únicamente presenta
beneficio clínico el cilostazol. Solo describiremos los principales fármacos utilizados.
Cilostazol: Inhibidor de la fosfodiesterasa III con actividad vasodilatadora, metabólica y
antiagregante. Su eficacia se demostró en 2 metaanálisis, aumentando la distancia
recorrida en pacientes con CID severa. Se recomienda una prueba terapéutica con
cilostazol 100 mg 2 veces al día (lejos de las comidas para aumentar su absorción)
durante 3 a 6 meses. Efectos secundarios poco frecuentes: cefalea, diarrea, mareos,
palpitaciones. Contraindicado en insuficiencia cardíaca congestiva. Recomendado
como primera opción en la TASC II.
Pentoxifilina: mejora la capacidad de deformación de los eritrocitos y leucocitos,
reduciendo la viscosidad de la sangre, desciende las concentraciones de fibrinógeno en
sangre. Los estudios no demuestran real beneficio en comparación con el placebo, si
bien se utiliza como segunda opción en dosis de 400 mg 3 veces al día, luego del
cilostazol , la TASC II no lo recomienda.
Naftididrofurilo: antagonista tipo II de la 5-hidroxitriptamina y mejora el metabolismo
muscular y reduce la agregación eritrocitaria y plaquetaria. En estudios recientes dosis
de 600 mg día demuestran beneficios en la distancia caminada y calidad de vida.
Recomendado como de 2da línea por la TASC II.
Respecto a las indicaciones de de revascularización en lo pacientes claudicantes
surgen principalmente en el caso de la falla de del tratamiento medico bien conducido
luego de un plazo de 6 meses, o pacientes que se encuentren muy limitados o
incapacitados para la realización de sus actividades diarias en quienes se puede
plantear la revascularización en un menor lapso.
En los casos de lesión aortoilíaca (de entrada), la claudicación resultante a menudo
suele ser más incapacitante, y a su vez, los procedimientos de revascularización de
dicho sector anatómico generalmente tienden a ser más duraderos, por estas razones,
el umbral de intervención en estos casos puede ser menor que para lesiones
infrainguinales (de salida).
En los pacientes con isquemia crítica el tratamiento apunta a calmar el dolor, curación
de las lesiones de presentarlas, y fundamentalmente a evitar la pérdida de la
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extremidad, y en el caso que esto no sea posible, mejorar la función y calidad de vida
así como la supervivencia del paciente.
Se debe lograr una analgesia adecuada en todos los casos siendo necesario la
utilización de analgésicos mayores, respetando la escala analgésica.
Para evitar la pérdida de la extremidad generalmente en la mayoría de los paciente es
necesario un procedimiento de revascularización, el cual dependerá del tipo de
lesiones y niveles afectados, y el terreno del paciente fundamentalmente. Cuando
dichos procedimientos no son planteables, o fracasan, o existen lesiones incurables ya
sea por infección que pone en riego la vida o por la extensión lesional, la amputación
mayor está indicada teniendo como objetivo conseguir la curación de la extremidad en
el nivel más distal posible.
Luego de la revascularización existen procedimientos de salvataje dirigidos a la
conservación parcial o íntegra del pie, debiendo considerar al momento de decidir el
procedimiento el grado de circulación logrado, el alcanze de la infección (de existir) y la
conservación de la función del pie. Estos pueden implicar la amputación parcial del pie
(digital, radio, pie medio transmetatarsiana, tobillo) así como el debridamiento y
resección ósea de las lesiones presentes. También pude ser necesario la consulta con
otros especialistas como cirugía plásticas para injerto o rotación de colgajo de úlceras
extensas.
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Aortoilíaco:
Estenosis unilateral o bilateral de la ilíaca común.
Estenosis unilateral o bilateral corta ≤ 3 cm ilíaca externa.
Femoropopliteo:
estenosis única ≤10 cm longitud;
oclusión única ≤5 cm longitud.
Aortoilíaca:
estenosis corta ≤3 cm aorta infrarrenal;
oclusión unilateral iliaca común;
estenosis única o múltiple de la ilíaca externa de 3 a 10 cm y que no se extienda a
ilíaca común;
oclusión ilíaca externa unilateral que no compromete origen de iliaca interna ni femoral
común.
Femoropolíteo:
múltiples lesiones (estenosis u oclusión) cada una ≤5 cm;
estenosis u oclusión aislada <15 cm que no compromete poplitea infrapatelar.
lesiones aisladas o múltiples en ausencia de vasos tibiales permeables que mejoren el
flujo de entrada de una derivación distal;
oclusión fuertemente calcificada <5 cm longitud.
Estenosis poplitea aislada.
Aortoilíaco:
Oclusión bilateral ilíaca común.
estenosis bilateral de la ilíaca externa de 3 a 10 cm y que no se extiende a femoral
común.
Estenósis unilateral ilíaca externa con extensión a femoral común.
Oclusión unilateral de la ilíaca externa que compromete origen de ilíaca interna y/o
femoral común.
Oclusión unilateral de ilíaca externa fuertemente calcificada.
Femoropopliteo:
estenosis u oclusiones múltiples que afectan en total >15 cm.
estenosis u oclusiones recurrentes que necesiten tratamiento después de 2
intervenciones endovasculares.
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Aortoilíaco:
Oclusión aortoilíaca infrarrenal.
Enfermedad difusa que afecta aorta y ambas ilíacas y que requiere tratamiento.
Estenosis difusa múltiple que afecta ilíaca común, ilíaca externa y femoral común
unilateralmente.
Oclusiones unilaterales de la ilíaca común e ilíaca externa.
Oclusiones bilaterales ilíaca externa.
Estenosis ilíaca en pacientes con AAA que requieren tratamiento y que no son
candidatos a la implantación de endoprótesis u otras lesiones que requieran cirugía
aórtica o ilíaca abierta.
Femoropopliteo:
Oclusiones crónicas totales de la femoral común o de la femoral superficial (>20 cm
que afectan poplitea).
Oclusión crónica total de la poplitea y de la zona proximal de los vasos de la
trifurcación.
Quirúrgica convencional.
El puente aorto bifemoral es el de elección en pacientes con ateromatosis difusa
aortoilíaca con aceptable riesgo anestésico quirúrgico dado que es el que presenta
mayor permeabilidad a largo plazo, con una tasa de mortalidad menor al 5% y
permeabilidad a 5 años >80% en la mayoría de las series. El abordaje puede ser trans
o retroperitoneal y no existen diferencias en la permeabilidad respecto al tipo de injerto
utilizado si dacrón o PTFE.
Para la enfermedad aortoilíaca localizada contamos con otros procedimientos como el
puente ilíacofemoral y la endarterectomía ilíaca ambos con aceptable mrbimortalidad y
permeabilidad mayor al 80% a los 5 años.
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Endovascular.
La angioplastia transluminal percutánea a nivel del sector ilíaco para las estenósis
alcanza un éxito terapéutico inicial >90%, aumentando más para el caso de lesiones
únicas, y una permeabilidad a 5 años >70%. Para la implantación de stent ilíaco los
estudios muestran mejores resultados a largo plazo con aumento de la permeabilidad
tanto para estenosis como oclusiones, con tasas similares de morbimortalidad.
Los resultados de la revascularización endovascular dependen de factores anatómicos
como el tipo, características y número de lesiones tratadas, circulación colateral y
oclusión de arterias de salida (femoral superficial); así como de factores clínicos
disminuyendo la permeabilidad en mujeres, fumadores, IRC, grado de isquemia,
obesidad entre otros.
Quirúrgica convencional.
Puente femoro poplíteo, la arteria aferente debe de estar lo más sana posible,
mejorando la permeabilidad si se realiza el procedimiento luego de la revascularización
afrente. En cuanto al conducto a utilizar todos los estudios indican que la vena safena
interna tanto invertida como in situ presenta las mayores tasas de permeabilidad a
largo plazo. Respecto a las prótesis, a corto plazo la permeabilidad de las mismas es
buena y equiparable a la de la safena en puentes suprapatelares, disminuyendo
notablemente en los casos de revascularización infrapatelar. En ausencia de vena
safena se puede utilizar safena interna contralateral, safena externa homolateral, la
vena femoral o venas de miembro superior, así como arterias de donantes cadavéricos
en ese orden.
En el caso de puentes protésicos la utilización de cuff o manguitos venosos en la
anastomósis distal en revascularización infrapatelar o ejes de pierna han demostrado
aumento de la permeabilidad en varios estudios, existiendo múltiples técnicas.
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y peronea siendo ésta última la que ofrece mayores dificultades para su abordaje y no
llegar directamente al pie. Es necesario la disponibilidad de injerto no protésico,
tratándose generalmente de cirugías prolongadas con mayor morbimortalidad.
Endovascular suprapatelar.
La baja morbimortalidad de ésta técnica así como no invalidar la cirugía de
revascularización directa hacen que sea de elección en lesiones favorables de dicho
sector anatómico (estenosis u oclusiones ≤ 10 cm de longitud), presentando altas tasas
de éxito técnico > 95%. Los avances técnicos en los materiales como en las técnicas,
mediante recanalización subintimal ofrecen altas tasas de recanalización en oclusiones
>85% según diversas series. Los resultados de permeabilidad y la supervivencia libre
de amputación a corto y mediano plazo son equiparables con la cirugía convencional, si
bien faltan estudios aleatorizados comparando ambos procedimientos.
Respecto al tipo de procedimiento, angioplastia con balón o con stent, existe evidencias
de mayor permeabilidad primaria en oclusiones con el uso de stents, prefiriendo los
autoexpandibles de nitinol.
Luego de un procedimiento endovascular se recomienda la antiagregación de por vida,
inicialmente con clopidogrel y AAS, pasado 3 meses únicamente AAS.
Endovascular infrapoplíteo
Al igual que los puentes distales, indicados para el salvataje del miembro,
principalmente en pacientes de alto riesgo anestésico quirúrgicos, en lesiones
favorables, teniendo mejores resultados en lesiones cortas y menor número de vasos
tratados, si bien no se cuenta con estudios aleatorizados, la bibliografía existente
presenta buenos resultados a corto y mediano plazo. Siendo de primera elección, de
ser posible en el caso de pacientes diabéticos e insuficientes renales.
Recientemente ha cobrado importancia al conocimiento de que la vascularización del
MI y pie tiene una distribución segmentaria repartida en angiosomas, lo cual tendría
implicancias al momento de plantear la revascularización, de ser posible tratar la arteria
dominante del sector de pie o pierna donde asienta la lesión. Es así que se plantea:
• lesiones de la cara anterior de la pierna y dorso del pie deben revascularizarse la
arteria tibial anterior, sus ramas más distales (maleolar medial y lateral) y la arteria
pedia.
• lesiones del territorio aquíleo y de talón, deberían revascularizarse preferentemente la
arteria peronea o tibial posterior.
• lesiones de la planta del pie, debería ser la tibial posterior el vaso a revascularizar o
sus ramas más distales (calcánea, plantar medial y plantar lateral) si es posible
localizar mejor las lesiones.
• lesiones de dedos, se debe revascularizar la tibial posterior y sus ramas más distales
(plantar medial y lateral).
• lesiones posterolaterales, la arteria a elegir sería la peronea o sus ramas más
distales.
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