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i {| "i Pekar ha La causalidad psiquica | 7 cle Rene an ' 8 André Green ae: | g H Ry ab Sal | fea | © it 2 a 3 aaa i | | | | 1 1 | ji Ren ene en omen ety eee ee Neer est Cn Ro Rowe on miner enact ead causalidad psiquica. Entre naturaleza y cul- tura, donde el autor despliega, a lo largo de los tres grandes eapitulos en que se divide el tex- Poet erue etme Serenata eee tee cca er en ea Ferree Cera ctor on mayor parte de los puntos tedricos y clinicos POOR CeO SC Sn Peter Rene RO kl Pree etek Recon canis ee Oe eee oes POOR Cres eC sate EC aun oa nétiea, como también de lo que sera el equipa- Peer ent bce cca ‘Nada de esto se les pasa por alto a los lecto- res de A, Green, autor de quien podria decirse que hace'de la cliniea, ese «estar al pie del le- cho del enfermo» de la tradicion hipocratica, y de la pulsién (acechante, acechadora, pero tam- owen Rae tc Re ncca Pree gece eM ae Perot ober Si ya en 1995 el autor alertaba sobre el ries- Peau csc meee eco rctrerers teeter ar tet Poe emer rca masts Peete ee nectar ka Peete a ene me Peete eee oe Soren mad Pentre teeter Cuong ga el inconsciente, hoy mas que nunca, cuan- Ste er he eee ne Pett O ieee Cha nce area Peete ert oka ee es ee eee ee eee ect eet obeoee Ue koe Or rhea tae areas Bl Tista no aparte su mirada de la enfermedad Cer nay : (Viene de Ia primera solapa.) See Oe a SCS eos oe ron OR aS Peston ea nese eerste Ja locura. Vienen luego la cultura y sus inc eee et RCo eee cual «Guerra y destructividad> es un recorri- do, basado en Freud y su preocupacién por esta, de las respectivas posiciones e interpre- pee tes ctr a een ent Pei eons ake meen Psretenter ce em nung ene Settee Our ema dioses, los dioses en el origen y lo que Green Teeevrerten etter os ee eon te oma i eeu een St ee eee Pee eee ROBT en nee neta cién en la ribera del Atica. Como corolario, tras invitar al lector a pro- Pee ee psicoandlisis viviente, «ese que se escribe hoy, ee OR ace eee Pec mete Chom CnC a Pee eC Uno reese eerste ea ue) Bion, Winnicott, Artaud, Freud, Shakespea- Pee Cote ee cen enced ANDRE GREEN es ex presidente de la Sociedad PSU eee R Rae Co Ja Asociacién Psicoanalitica Internacional. Fue peeme eeeaerCe Cute Renta oe Srnec ets ae Cn ed oer Me oe Tey to Sus principales obras, entre las que podemos Pars Cre a ee a Pe eee ott Resa tivo, Bl lenguaje en el psicoandlisis, Las cade- nas de Eros y La diacronia en psicoandlisis, PURO Oe CR nce eu LL Reem ree CREM te wore Pee RAC Perce eco Obras de André Green en esta biblioteca Nareisismo de vida, narcisismo de muerte -Pulsién de muerte, narcisismo negativo, funeién desobjetalizanter, en La pulsién de muerte De locuras privadas “Desconocimiento del inconciente (ciencia y psicoandlisis)», en El inconciente y la ciencia La nueva clinica psicoanalitiea y la teorfa de Freud. Aspectos fandamentales de la locura privada lengua en el psicoandtisis Bi trabajo de lo negative [Las cadenas de Eros, Actualidad de lo sexual Bl tiempo fragmentado La diacronia en psicoandlisis Esta version ha sido traducida de Ia edicién francesa La causalité psyehique, Odile Jacob, 1995, con la conformidad de André Green, versién revisada y aumentada de la edicién original italiana Liauvenire della psicoanalisi e la causalita Psichica, Laterza, Roma-Bari, 1995. La causalidad psiquica Entre naturaleza yeultura & André Green. g Ve OR oN Z Amorrortu editores Buenos Aires - Madrid Csofapas) OE! npr Lng [Bibliotecs de psiologia y psicanlisis Directoes: Jorge Colapinto y David Maldavsky Lavvenire dela psizoanalisi ela causalitapsichica, André Green © Gius, Laterza & Figi Spa, Roma-Bari, 1995 ‘Traduccion, Laura Lambert La reproduccin totallopareial de este libro en forma iéntiea o modiicada por cualquier medio mecinio,electrénico 0 informatie, incluyendo foto- ‘Copia, grabacin, digitalizacion o cualquier sistema de almacenamiento y recuperacién de informacién, no autorizada por los editores, viola dere thos reservados. (© Taos ls derechot de Ia edicin en castellano reservados por Amorrorty editores S.A, Paraguay 1225, 7 piso (1057) Buenos Aires ‘weewamorvartueditores om ‘Amorrortu editores Espafa SL. (iSan Andrés, 28 28004 Madrid Queda hecho el depssito que proviene la ley n° 1.728 Industria argentina, Made in Argentina ISBN 950-515-1108, ISBN 88-420-4730-9, Roma-Bar,edicén original FIOBAZR Green, André ‘La causalided psiquies entre naturalezay eultura/ André Groen, Tred. - Buenos Aires : Amorrortu, 2006. 1204p. 29x14 em. (Biblioteca de Psicologia y Psieoans por Jorge Colapinto y David Maldavsky) ‘Traducido por: Laura Lambert ISBN 950-518-1108 1. Psicoandlisis. 1. Lambert, Laura, trad. 1. Ttulo ep 150.195 sis dvigida Impreso en los Talleres Graficos Color Bfe, Paso 192, Avellaneda, pro- vineia de Buenos Aire, on julio de 2005. ‘Tirada de esta ediién: 2.000 ejernplare. Indice general 104 108 us 121 125 136 Prefacio 1. La interpretacién natural del psiquismo De la tooria de la evolucién al darwinismo neural Antropoides y dntropos La memoria y el sistema «psi» Coneiencia. Inconsciente. Sueio Hormonas y afectos La cognicién: ciencias y tecnologia Por un naturalismo abierto Elogio de la clinica 2, La interpretacién cultural del psiquismo Realidad externa y realidad humana La causalidad socioantropolégica y la causalidad psiquica Punto de partida: el presente La civilizacion cuestionada Guerra y destructividad: la funcién desobjetalizante Preeariedad de la civilizacién: una vision retrospectiva El pensamiento estructuralista La estructura antes del estructuralismo El estructuralisino antropoldgico Antropologta estructural y psicoandlisis posfreudiano Acerca de Lévi-Strauss Categorias sociolégicas, categorias psicolégicas y niveles seménticos Las criticas internas « la antropologia 164 im 178 181 185 191 193 198 201 206 210 217 El Edipo por et lado del parricidio Més allé del estructuralismo Paréntesis: el retorno de la naturaleza La conviccién estructural El psicoandlisis entre la espada y la pared Pueblos y lenguas En el origen, Jos dioses Destino de lo religioso La arquipoesfa mitica La maraia de historias Observaciones para proseguir 8. Actual conferencia de introduccién al psicoanalisis Los fundamentos de una pretensién ‘Nuestra relacién con Freud ‘Consecuencias de un recentramiento: la reduecién GHay que guardar el aparato en el armario? Especulacion sobre las pulsiones El yo y el objeto Psique Lonegativo Lo cultural y el orden de los signos Especificidad de la causalidad psiquica De algunas herramientas te6ricas posfreudianas Apertura a la clinica Verdad historica y realidad psiquica De la representacién: especificidad de la concepeién psicoanalitica Conelusién Referencias Desde mis aios de formacién psiquitrica en el hospital Sainte-Anne, de Paris, me confronté con cuestiones que por entonces se llamaban organogénesis, sociogénesis ¥ psico- genesis de las enfermedades mentales. Todas ellas alimen- taron durante siglos los debates psiquisttricos, de los que participé yo mismo en mi época. Mas tarde, en mi recorrido de psicoanalista encontré en forma menos directa las mis- mas probleméticas, tal como la obra de Freud lo demuestra con total legitimidad. Los recientes progresos de la ciencia en el campo de la biologia, los logros del conocimiento, asi como el movimiento contempordneo de las ideas en las disci- plinas socioantropolégicas, me fueron Ilevando a examinar la discusién que todos ellos abrian con relacién al psicoané- lisis actual. En 4992, cuando la Fundacion Sigma-Tau me invité a pronunciar en Roma las Lezioni Italiane, tuve oportunidad de abordar los problemas relativos a la causalidad psiquica cn su doble dependencia de la causalidad natural y de la causalidad cultural. Desarrollé el contenido de las citadas conferencias en una obra titulada: «L’avvenire della psico- aanalisi e la causalita psichica», publicada en ediciones La- terza de Roma. ‘Agradezco a Lorena Preta y a Claudio Cavazza el céli- do apoyo que me brindaron a lo largo de esta apasionante aventura intelectual. La presente edicion ha sido corregida y aumentada. Vaya asimismo mi gratitud a Christelle Becant por su colaboracién en la realizacién del manuscrito. Prefacio «La gente sencillamente no quiere ser esclarecida. Por es0 no entiende ahora las cosas mas simples. Si algtin dia quiere ser esclarecida, entenderd las cosas més complicadass. Carta a C. G. Jung, Roma, 19 de septiembre de 1907 Hace justo cien aos, Breuer y Freud publicaban su Co- ‘municacién Preliminar, Sobre el mecanismo psiquice de fe- némenos histéricos», preludio a los Estudios sobre la histe- ria, Recordemos que las ideas de Freud, quien luego segui- ria camino solo, encontraron una fuerte oposicin en los circulos médicos y cientificos. No sé si alguna vez existié un periodo en el cual el psicoandlisis, aun pareciendo estar en expansién, se desarrollé sin despertar criticas virulentas. En cambio, bien sé, por haber sido testigo de ello durante cincuenta aos, que no se cejé en predecir su muerte cerca- nna, ya sea en nombre de ideologias en boga o de logros cien- tificos recientes que, esta vez sin la menor duda, le asesta- rian un golpe mortal. Uno tras otro, esos pronésticos fatales —que quizéi debe- ria Hamar anhelos de muerte— tuvieron amplia difusién. Bajo el estalinismo, las ideas de Pavlov sobre el condiciona- tmiento no tardarfan en dar por tierra con un analisis al que se identificaba con el capitalismo norteamericano, Mas ade- lante, el descubrimiento de los psicotrépicos gracias a qui- ioterapias dotadas de poderes précticamente ilimitados, ‘asf como al uso eon fines terapéuticos de psicodislépticos ‘sobre todo el LSD) que supuestamente favorecerian un surgimiento acelerado del inconsciente, habrian de volver superflua y obsoleta la cura psicoanalitica. Tiempo después, lw antipsiquiatria —que tomaba la posta de los movimien- n tos de psiquiatria institucional, en parte inspirados en el ‘enfoque psicoanalitico— se encargé de obligar a los analis- tas a abandonar sus mullidos sillones para bajar a la arena de los centros especializadas y acompanar a los psicéticos en eleurso de sus «viajes, ofreciéndoles los recursos de un psi- coandlisis mas apropiado, mas existencial, més cercano a Sartre. Frente a la ebullicion intelectual del estructuralis. mo en la década de 1960, una nueva concepeién del incons- ciente, mAs cuidadosa de la formalizacién y liberada de sus contenidos discutibles, tuvo por ambicién suplantar a la de Freud. Con mayo del 68 llegé el Antiedipo, cuyos flujos se proponian diluir la hegemonia del significante (Lacan), con- sagrando asi el retorno de Reich, que al fin tomaba revan- cha de Freud. A partir de ese momento surgieron en profi- sign las teorias sistémicas y las nuevas terapias: Gestalt, grito primal, encuentros grupales intensivos, haptonomfa, ete. Enseguida Ilegé el ecosistema, que apuntaba a ampliar las perspectivas demasiado humanas del psicoandlisis. Fi- nalmente, la filosofia légico-positivista, celebrada en los paf- ses anglosajones y descuidada por quienes habian manifes- tado excesivo interés en el pensamiento psicoanalitico, hizo una entrada tarda en escena —més vale tarde que nunca— decidida a conquistar su lugar en detrimento de aquel. Vol- vian a mencionarse las reservas de un Wittgenstein que, por asi decir, encontraba todo demasiado lindo para ser cier- toy digno de los mitos mas seductores, En la misma linea, se recordaban las objeciones expresadas por Popper en nombre de la logica del descubrimiento cientifico, consisten- tes en declarar al psicoandlisis, insusceptible de falsacién y carente, pues, de todo criterio de verdad. Pero posterior- mente, se llegé a afirmar, al contrario, que la falsacién le concernia absolutamente y que resultaba falso en muchos de sus puntos. A partir de ahi el psicoandlisis deberia ren- dirle cuentas a la ciencia, sin lo cual perderia todo derechoa ser tomado en consideracién.1 Grandes voces intelectuales ‘y otras menos conocidas? se unieron una y otra vez al con- 2 Vease André Green, «Méconnaissance de Vinoonscients, en Lincons ant ef fa science, Dorey, ed. Pars: Dunod, 191. (-Desconocimiento del {nconciente(cioncia y peicoanaliss), en R. Dorey, ed, Hl inconciente y la iencia, Buenos Aires: Amorrortu, 1983.) Citamos, entremezclados, a D. Andler, G. Bateson, JP. Changeux, N. Chomsky, J. Delay, G. Deleuze, H. By, M. Foucault, A. Granbaum, 2 cierto de los profetas de la muerte de Freud, quien aun asi no cesa de renacer de sus cenizas, demostrando, como es ha- bitual, que el gran rigor cientifico invocado por sus detracto- res no los dispensa de cometer imprudencias a la hora de pronunciarse con una liviandad més ligada a una aversion, de origen afectivo que a la raz6n, pidiendo ser creidos a pies juntillas pese a ignorar aquello de lo cual se atreven a ha- blar. Criticas igualmente perentorias apoyadas en conoci- mientos superficiales brotaron por todos lados: de parte de esos sabios que Althusser llamaba sfil6sofos espontaneos», de epistemologos, de representantes de las ciencias duras ode las ciencias humanas. Por supuesto, las recusaciones mas radiealizadas vinieron de los bidlogos, sobre todo los, «neuro». Hoy, la polémiea —digamos, pese a todo, el deba- te— prosigue, y aparecen nuevos socios que le dan un giro distinto a los cuestionamientos criticos lanzados contra el psicoandlisis. Se los puede reagrupar en dos titulos principales. El pri- ‘mero corresponde al orden de las ciencias naturales, den- tro de las cuales figuran en un lugar destacado las neuro- jencias, fortalecidas por sus recientes conquistas. Estas se vinculan la mayoria de las veces con la biologfa molecular y dependen por lo tanto del movimiento de ideas nacidas en la biologia general. Aparte de la neurobiologia, otras discipli- nas biol6gicas contribuyen a la discusién. Junto con las neu- rociencias debe considerarse a las jovenes ciencias cogniti- vas, La nueva teorizacién del psiquismo se construye segun diversos puntos de vista: los datos sobre el cerebro y la inte- ligencia artificial, surgidos de investigaciones basadas en la ‘computadora, que remiten a la teorfa de la informacion, y ‘1 cognitivismo. De ese encuentro que tiende a la «naturali- zacidn del pensamiento» se desprende una filosofia. Ahora bien, a grandes rasgos, estos diferentes enfoques dan prue- va de una reserva desconfiada, y a veces francamente suspi- M. Henry, A. Hobson, F. Jacob, M. Jouvel, J. Monod, C. Lévi-Strauss, 4 Rule, J-P Saree, J-P. Vernant, P. Wazlawick y otros "La portada de Time del 29 de noviembre de 1983 (n° 23, ol 142)exhibe lun rettato donde Freud aparece abatido, con aspecto de enciano asilado, ins trozos del rompeesberas correspondientes al crénco se dispersan al viento, como sila abra freudiana fuera wictima de uaa suerte de Alzheimer histdrice de evoluein fatal a corto plazo. Sobre el retrato, figura este titi lovels Freud dead? 13 caz, hacia el psicoandlisis, reserva que en el mejor de los ca- 0s llega a sacarlo del listado de las disciptinas dignas de in- terés y, en el peor, a condenarlo sin apelacién. No me parece posibie que el psicoanailisis adopte una actitud simétrica de ignorancia o de rechazo a priori con relacién a tal oposicién. No se podria imitar aquello que se reprueba. Para muchos psicoanalistas, la disciplina que practican no pertenece a la cia. Sin embargo, el respeto que ella inspira —aun si en cl capitulo de la exploracién del psiquismo hay mucho que decir sobre la denominacién de ciencia— obliga a comentar sus procedimientos, sus resultados y sus conclusiones. Si bien, a diferencia de Freud, ya no estamos tan seguros de que el psicoanélisis pertenezea a la ciencia, ello se debe, co- mo traté de demostrar, no a que se sitde «por encima» de ella, sino a que serfa deseable que la ciencia revisara sus fundamentos epistemol6gieos acerea del psiquismo, inade- cuados, en buena medida, para estudiarlo en su especifi- cidad.* El segundo tipo de criticas atafe al orden de la cultura, En efecto, una impugnacién para nada desdefiable y que, a diferencia de la anterior, puede invocar una tradicién relati vamente antigua acerca del psicoandlisis, es la que emana de Ia antropologia. La pretensién del primero de aleanzar un saber universal a través de coneeptos tales eomo el com- plejo de Edipo, encuentra muchos obstculos, sobre todo por Ja postura mental que impera actualmente entre los antro- pélogos. No todos son relativistas, pero sélo unos pocos afir- man ser universalistas. Las tesis psicoanaliticas se confron- tan con los eventuales «universales» postulados en antropo- Jogia. Jean Pouillon sostuvo un dia que el hombre era un «social polimorfor, ala manera del nifio calificado por Freud de «perverso polimorfo>, En Francia, la discusicn se situé basicamente en torno de las concepciones de C. Lé Strauss, las cuales, como sabemos, influyeron en Lacan. ‘Los tedricos de la cultura tienen serias cuestiones que plan- tearles a los psicoanalistas, si es que alguna vez se prestan a hacerlo. Porque, en la mayoria de los casos, los primeros ‘igmoran los trabajos de los segundos. Recientes excepciones, centre las cuales revistan antropélogos de la talla de M. Go- delier, B. Juillerat y F. Héritier, reactivan discusiones que *Véase A. Green, -Méconnsissance de 'inanscient.-Desconocimiento el inconcintes, art, it) 4 habfan quedado en punto muerto luego de que abortaran al- unos antiguos intentos. Es dificil, en efecto, deducir y establecer datos generales transculturales en el plano del significado, por lo impactan- te que resulta ser en cambio la variabilidad de los conteni- «los —o del modo en que se los procesa— en las diversas so- ciedades conocidas. Por su parte, y hoy mas que nunea, la historia debe tener en cuenta los periplos de las diferentes civilizaciones, el ritmo en que evolucionan y el juego varia- ble de los factores determinantes seguin las areas geografi- cas y los diversos periodos transitados. Es curioso que sea por el lado del saber fragmentario e incierto de la prehisto- ria donde los psicoanalistas encuentran interlocutores inte- resados. Lo importante es reconocer que, tanto en el sector de las ciencias humanas como en el de las naturales, una ‘bundante cosecha de fendmenos y de concepeiones despier- ta numerosos interrogantes que la tradicién psicoanalitiea yanno puede seguir desconociendo por mas tiempo. Mientras que el conocimiento del cerebro esta en pafales a la fecha de la muerte de Freud, las disciplinas socioantropolégicas, jentan ya un importante desarrollo que retiene su sn antes de que efectiie su memorable incursién en el terreno antropolégico, en 1913, con Totem y tabu. Bxiste un importante contencioso entre el psicoanlisis y estas disci- plinas que no sélo no ests agotado, sino que se mantiene inuy vivo, aun cuando se subraye el cardcter discutible del razonamiento freudiano. Este doble cuestionamiento, que abarea tanto el enfoque natural como el cultural, concierne al psicoandlisis no slo ‘como una nueva molienda del nature-nurture problem. El custado radical de los argumentos que se elevan contra la vvalidez del psicoandlisis pone en cuestién su existencia mis- ima y obliga a pensar en su porvenir. Porque siempre puede practicarse la politica del avestruz y conformarse con el po- co efecto que surten esas criticas que no parecen alterar se- riamente la existencia de los psicoanalistas; pero seria un rave error atenerse a ella, pues si los argumentos sosteni- ‘los tienen suficiente validez, cabe temer que, al final, reper- en el porvenir del psicoandlisis.® Me parecis que de- 16

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