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Clasicos Marymar El principe Utovie EI Nogro det Narciso El dieslo de Ana Frank Ast hablaba Zaratustra El anticristo Hiporiéa, Bartleby ef escriblente En preparacién: Kyra Kiratina Saschka Yeguley Maquiavelo Tomas Moro Joseph Conrad ‘Ana Frank F. Nietzsche F, Nietescho: F. Hélderlin H. Maluilio Panait Istrat L. Andreiev Friedrich Holderlin HIPERION EL EREMITA EN GRECIA Nota_preliminar: PAUL ZECH i Epilogo HECTOR RAURICH ae Ediciones Marymar Titulo de ta obra cn eb original: Hy PERION Oder der remit in Griechentand Tradluccidn del alemin por ALICIA MOLINA ¥ VEDIy ¥ RODRIGO RUDNA 808.3 Halderlin, Friedrich, 1770-1843 Hiperién — El eremita en Grecia. Traduccién, Alicia Molina y Vedia y Rodrigo Rudna # °° Buenos Aites, Marymar, 1976. 243 p. 18,Sem. (Col. Clisicos Marymar) IL. Rudna, IL. Molina y Vedia, Alicia ML Titulo La reproduccién total v parcial de este libro en form iéntica 0 moditicada, cscrita a nxiquiva par cl sistema mudtigraph, -mimedgrato, impress. ete. fio. autorizada or tos cditores sola “dewehunreservaden Chslquier © by Marymar Ediciones, S.A, Chile 1432 - Buenos Aires Queda hecho el depésito que estadlece ts Ley 11.729 Empreso en Argentina Printed iw degentina [-— > NOTA PRELIMINAR {Qué son los dioses y su esplritu yo no los hago conocer? Empépocizs Cuando Hélderlin se encontré con Hegsl en la famosa universidad de Titbingen, que hatia dedo @ los alemanes durante dos siglos una ilusire suce- sign de hombres de grandeza espiritual, y se adhirié @ aque! “Club de los amigos de Kant” donde se lefa, analizaba y discutia las obras filossficas, cldsicas modernas, se encontraba, una vez mds, an un estado que él solia designar con la palabra “disonarcia”, En el circuio de sus amigos anteriores, a los cuales pertenectan especialmente Ludwig Neuffer y Franz Magenau, y que salieron de la universidad én 1789, se habla ocupado casi exclusivamente de la Eteratura alemana, poniendo en ef centro de sus refleviones o Klopstock, Goethe y los poctas dei “Goettunger Haine bund” (Liga det Bosque de Goettingen). Akora, en cambio, como consecusncia de la unién con Hegel, se enconiré en otra esfera: en la de la Antigiiedad. Hegel le animé @ estudiar a Platén y Esquile, a Ho- mero y Herdclito, y a ocuparse més intimamente de Kant. Ahora Hegel, encantado del enorme entusiasmo de Holderlin por el estudio, observa en él, a treuds de conversaciones de todas lax noches, que se prolongan Aasta el amanecer, un testimonio viviente de lo tras- 19 NOTA PRELIMINAR cendental. Para entenderlo bien: Hegel, el futuro fundador de la filosofia absoluta, se muestra en su poesta Bleusis a Hélderlin en ta drbita de su amigo serdjico. Los “risterios” filoséficos que se tejen en- tre estas dos almas fundamentalmente diferentes pron lo se refuerzan y extionden considerablemente, gra~ cias al joven pero asombrosamente sogae Priede Withelm Schelling, quien se agrega, come tercara de Jos amigos, en ef afio 1790. Sabemos, por cartat y notas de los tres jévenes, eémo, influidos por la obra de Kant La religién Aentre de fos-limites de ta razén, se alejaban de ta “Ateologia ortodoxa, para inclinarse’ més intensivamen- Moa la filosofia, con la eoluntad claramente formada de dedicarse con todas sus fuersa: a la formacisn » al mejoramiento del género humeno. Etvhecko de que el prusion mas oriental, Kant haya visto en ta Revolactin Francesa el cambio dei estado mecdnico al estado orgénico, acepidadolo como una nueva finalided, favorecié les inguietudes con gue los corazones y los cerebro de aston tres jeven aprendieron y recogieron los acontecimisutos incudi tos que fe desartolilaian més alld del Rin. Yn parece hoy casi natural que se formaran una idea propia de los sucesos que jeriurbatan o todo al mundo civilieade, que le convirtierrm en ideal abso- tuto y que trateran cle realizar este ideal tarsbléa en Aleniania, De Schelling, por cierto, hemos aprendide cudn raipidamente. abandoné este ideal; pero no pudo Nevar ¢ Holderlin consigo, ounque lo procurd rape tidas veces, Entonces 12 inclind, apoyéndolo on sus teon rlas, hacia ese movimiento, gue mds tarde se desen- mutearé como ia reaccién més negra, que domind esclauizé a Alemienia durante muchos dscenici 9 que Finalmente condujo a la ragedia de 1842. Tampoco Hegel, que finalmente se ale3é, a forma NOTA PRELIMINAR a verdaderamente turbulenta, de la idea pura de ta Revolucién Francesa, logré que Hélderlin renegara de “los ideales jurados hasta la muerte”. Ciertamente Hélderlin se apartd de ellos durante algunos meses, por acontecimientos particulares, y se ocups de nuevo de ta filosofia de Leibniz, que unia, en el concepto de la armonia, bajo el nombre de “amar”, ta jerarquia neoplaténica de las cosas, desde Io terrestre hasta ta divinidad, Inspirado en esto, aunque no conmovido hasta las profundidades de su conocimiento, Hélderlin ya en aquella época provectaba una novela, sin haber encontrado, sin em- bargo, la figura de Higerién como protagonista, En verso se elevaba primero hasta las lejanias etéreas de le Venus Urania, 9 todos los ideales concebidos en este estado de dnimo coneurren a formar la idea, iguaimente indeterminada, de un “genio de Grecia”. Este desencadenamiento de su espiritu tenia que tees sus consecuencias. Primeramente en su vida pri- vada, Sin ningiin motivo exterior rompid sus rela. iones con Luita Nest, aunque le dijo: “Hasta mas old de la tumba duraré mi amor indisoluble”. Volvia ef “tiempo de tas disonancias”, del cual se salvd leyendo por tres veces Les bandidos de Schi- ler; esto le recordé “los identes de la tbertad, sélo transitoriamente dejados de lado”. Finalmente, ef aliento revolucionario det Don Carlos alizé el fuego lento para convertirlo en una Uama ardiente. De ma- wera que fus solamente Hélderlin el que permanecié fiel al ideal de sw jucentud, hasta el ctimplimiento de ta misién impueste por el sentido trdgico de la aida, Cuando todavia luchaba con la comprensién de los scontecimientos que se sucedian en Francia y que nmovian Aasta las dltimas floras, ya babi 0 fa cabeza de Robespierre, El gran viaje de Termidor, seguramente no previsto, influys sim dude on Ia idea 12 NOTA PRELIMINAR de Hilderlin de que la lucha por los derechos det hombre no podia estar terminada por el hecho de que al movimiento revelucionario hubiese entrado en las ofas del orden burgués, trayendo a Napolein al imperialismo, Los jévenes idealistas alemanes hablan sojiado con la eliminacién de la discordia alemana, interior y exterior, por medio de le prosecucién de la revolucién. Napolesn impidis el cumplimiento de es tas esperanzas. Nos parece necesario tener en cuenta tite hecho, primero para comprender mejor lo que movié a Hélderlin a proyectar y formar el Hiperion, Y también para comprender lo que sucede hoy en Europa, Aqui debe separarse causa y efecto, para descifrar lo “bueno” y lo “malo” en todas sus con- secuencias. Ast, bajo la influencia de la idea de que ta gran Revolucion Francesa no se desarrollé en sus efector ulteriores. (especialmente en Europa) en las format que habian esperado los jévenes intelectuales de Alen mania, nacié en Hélderlin el proyecto del Hipericn. En al afio 1792 se habla por primera vez de que Hélderlin esta trabajando con un Hiperién, “que me parece que promete mucho. Ex un seiior que ama la libertad, un verdadero griego, leno de firmes prin- cipios que me gusta especialmente oir...” (Asi dice’ una carta de Magenau, el amigo de Tiibingen, a Statudlin, ebogede y editor del Musenalmanach, “Al- manaque de las Musas”, de Stuttgart). Este mismo Stacudlin era también quien habia di- rigido a Hélderlin con énfasis hacia Rousseau, des puds de haber visitado, segiin la costumbre de aquel tiempo, la tumba de Rousseau y de haber jurado alll vivir en las teorias de este hombre, “el mar grande de Occidente”, y “sacrificar la vide y la fortuna” para el desarrolio de esas ideas. EL auxiliar de la universidad de Tiibingen, Phi- Hp Conz, quien en aquel tiempo también era es NOTA PRELIMINAR 13 mado como poeta, ensefié a Hélderlin que lo esencial del ideal de Rousseau,:la sencillez y la armonia, ya habjan sido una realidad en la juventud de la hu- manidad, puesto que los atenionses vivfan en él como en una especie de culto divino Después de los proyectos siempre renovades de su novela Hiperidn, en los aftos 1792-1794, Hélderlin sc decidié a empezar a eicribirla, Al principio destinaba {a obra para el “placer estético”, con lo que queria decir que el Hiperién “debe ocupar ef sentido del gusto por medio de un conjunte de ideas y-sensacio. nes mds bien que la razén por medio de un desarrollo psicologico regular”. Esta formulacion demuestra bien claro cudn fuertemente inftuia atin la estdtica de Kane en el ejercicio de su arte. Parece que los “principios firmes” de que Magenau hablaba se reficren espe- cialmente a la concepcién heroica del pocta, obtenida eu el estudio de los antiguos, y que habia desarrollado en las conversaciones con los amigos, y también ew sus poemas “Al genio de la audavia” y “Al destino”, Por'lo demés, estos poemar fueron los que le ayuda. ron a encontrar el camino hacia Schiller y a ganarlo baa si, Hextado por la “benevolencia inesperada” di Schiller, continué ta labor, temporariamenie inte- trumpida en el “ensayo”, hasta terminar aquei “Fray. mente” que Schiller publicd en Thalia del atu 170%, ¥ que lamé Ia atencién de fos entendidos. El contenido de este fragmento puede reducirse a una breve [érmula material de la siguiente manera: “Hiperién, enemizo declarado de toda cosa interme- dia entre “alzo” y “nada”, busca con toda energia, y con la fuerza de conocimientos recién adguirides, fa satisfaccin de sus ansias en la fraternizacién con les hombres. Aunque pone todo su esfucszo para pe- netrar, con los sentidos despiertos y sin prejuticias, hasta las regioncs en las que aun lo cotidiano ie pare. n NOTA PRELIMINAR ce al principio extrafio, se decepeiona sin embargo y sionte que la pobreza de las citcunstancias sélo podrd ser remediada por un cambio completo de los hom bres y de su ambiente, Como los obstéculos mas in- ereibles so oponen a al (agul encontramos ya las pri- meras alusiones al fin problematico de ta Revolucién Francesa), abandona la escena en una desolacién atormentadora, De un letargo improductive, Jo despierta ef amor a una donceila itamada Melite (el modelo para ta posterior Didtima). Sin embargo, Melits no tiene, para sus impetuosas pretensiones, Ia comprensién que él, desconociendo su cardeter, bus- taba en ella. Bila quiere silo la felicidad de wn amor que promete duracién, no al azar jortuite de un abra~ zo en el enajenamiento. “7Bs precito que ambos nos exarniuemos primero!” Con esta contestacién, gue infldma mds atin sus demandas, le induce a viajar fara ast aprender a juzgar claramente, En este di Werro medio forzado, no se siente muy hien, y aua- que vuelve un poco mds tranquilo, no a sa interior. Desde este penoso estaite intermedi ede en otro extremo: vuelve a le filosofia con un celo enfermizo y nervioso, para buscar en ella to “Gnico vivo”, que na encontraba en los hombre: 0s. Pero como era un “hijo innaro de fe nacuraieza”, y buscaba y encontraba en ella revelactones, volu a epasionarte de manera tan fuerte que se entregd a ella con todos sus sentides “Parecta que desde af interior del bosque se lemasen, desde lax profundt dades de la tierra y del mar me gritaien: “gPor qué no me quieres @ mi?’ En verdad, el problema que trataba de resolver Héldertin no puede solucionarse sin mds ni mds con el motive de ta unided saluadora “hombre y natu taleza”, La vieja interrogacién, aunque encubierta por un velo, existe y continta torturande sus pense mientos. El fragmento. termina con la “miscntropia NOTA PRELIMINAR 15 sublime” dz Kant: se puede perder el gusto por el movimiento del hombre actual, pero wunca Ia fe on al hombre mismo. Sin embatgo, apenas habla aparecido en Thalia y habia sido considerado por Ia exttica profesional co- mo “prueba muy prometedora de talento”, cuando Hélderlin decidié, después de una frolongada ms ditacién, sacar el Hiperién de le jorma de fragmento para reconstruirlo en una forma nueva. Pare esto ‘ligié el estilo epistolar. En aquel tiempo estaba toda- va en la drbita del cvangelio de 1a naturaleza de Rousseau, y solamente en los pertodes de depresién recordé fos acontecimientos de Francia y ta idea de liberara los alemanes de le esclavitud. El nuevo Hi- perién comienza donde termind el “fragmento”. Hiperién aparece ahora como un eremita en las colinas del istmo de Corinto, Allé le conmueve pri- meramente la idea: “EL hombre es un dios cuando sueia, pero un mendigo cuando piensa”. Esto equi- vale ye casi a un abandono de las especulaciones de Fichie, lo cual, sin embargo, na significa ain al aban- dono de Kant y Schiller, Primeramente Auyd del orden de las leyes cldsicas hacia Ia embriaguez dio. nisiaca, le cual reconoce como inico valor la belteca, pero fa esperanza de reuliews & fade bajo las ruinas de Atenas. En este momento critica encuentrs al viejo Ade mas, quien quiere hacer de él un renovador del mundo. Pero otra vez son los hombres los que le interesan més, y a los cuales é quiere atociarse, para vivir como elles deben vivir, sin poder mirar, sin embargo, esta vide como un estado de felicidad. No puede jaltarle un nueco desengaiio, porque los medios que wa Hiperién no son adecuades al fin. Conmo- vido hasta lo Rondo de su ser, pues parece conven- eido de la incurabilidad det mundo, sin duder tedavia de sf mismo, trate de reemplacar estw pérdida de su 16 NOTA PRELIMINAR Jin primitive por la posesin de una bella olma hus mana solitaria, Encuentra a cite hombre en la per- sona de Alabanda, En Alabanda arde la llama de la libertad. Esta lama también enciende a Hiperidn. Ambos sienten que se complementan bien uno a otro en sus ansias » fervores, No se necesita gran arte de persuasién para. convencer a este joven de que pla- near no es nada, y obrar, en cambio, lo es todo, ""/Li- berarés, conmigo la patria!” Con estas palabra de Alabanda se sella la “alianza” de vida o muerte. Esta parte de la novela aparecié primeramente tomo libro independiente; sin embargo, esto no sig- nificaba que estaba pensada como terminacién de ia obra. Hélderlin declard, ya en el prélogo: “La solt- ciin de las disonancias dentro de un cardcter dado no es materia de razonamiento ni de vano placer... Latnento que por ahora no puedan todos formarse ain un concepto del plan. Péro el segundo tomo se- ‘guird tan pronto como sea posible...” Al dar esta promesa, Hélderlin no sabia atin, con seguridad, hacia dénde cambiaria el cardcter de Hi- perién. El cambio se produjo. Pero Hiélderlin mismo era el menos contento con este cambio, al menos con el resultado, Pues ya estaba con un pie en la drbite del problema de Empédocles, que estaba impregnado de otro aire, Est re decir que al mismo tiem po se hubiera alejado de las ideas de la Revolucién Francesa. Solamente le parecia —llevado mds alld de las teorlas de Fichte por su penetracién interior, siempre en la drbila de Kanl— una necesidad ur gente buscar una platajorma mds elevada para sus nuevas valoraciones, La definiciin de destino le ocu- pa constantemente, ¢, influido por Hegel, arriesga el salto desde el punto de vista critico hacia #t dogma absoluto, Durante mucho tiempo Hélderlin ha sido llamado un panteista (aun Dilthey le lama asi) y 50 le con NOTA PRELIMINAR W sideraba completamente dependiente del pensamien- to de Schelling. Esto no se comprende hoy, pues, sin duda, el pantelsmo es la petrificacidn, en la idea, de la vena poética. Y en las odas de Hilderlin, por ejemplo, la mitelogta griega ya no es sdlo medio de expresibn, como todavia en Sckiller-y después en los dos Schlegel, sino que se ha vuelto nueva experiencia vital, 1 Cuando Hélderlin publicaba sus primeres versos, Jena no era todavia ta “metrdpolis del romantitismo alemdn”, y la ingeniosa “Egeria” del momento cra aiin una joven viuda que se debatia contra el desting dz un matrimonio malogrado: la seffora Carolina Boehmer. Sdlo mds tarde se convirtié en Carolina Schlegel-Schelling, nombre con que entré ei ta his- toria de la literatura alemana. : Hilderlin se revelé a tos apdstoles del romanticis- mo alemdn sdlo con el fragmento del Hiperidn. Es mérito indudable de los dos Schlegel el haber con- templado y aceptado al joven porta como pertene- ciente a ellos solamente y haber comprendido. ente- ramente su importancia para ta literatura, En aquel tiempo escribié Friedrich von Schlegel en el “Ateneo” palabras que valen arin hoy: “Hat- derlin es uno de los diamantes mds nobles en [a coro~ na-del romanticismo alemdn”. Goethe, al leer esta frase, sacudié malhumorado la cabeza y repitié su Juicio anterior sobre las primeras poesias de Hlder- lin: "Si ef mundo encuentra placer en que cerebros confuses se aniden allt donde hasta ahora tenian su lugar la claridad y la mesura, nosotros no queremos ser cémplices de la desgracia, Nada posee ste joven que pueda con ef tiempo convertine en 'alento, y sélo muestra la erupcién impetuosa de un dnimo sin 18 NOTA PRELIMINAR firmesa y de un espivitu ol que le falta dignidad y disciptina. Cuando aparecié la primera parte def Hinetién ‘1797, en la editorial dv Cotte, en Stuttgart), que exolté fuertemente las dnimos de fa juveniud Iiera- ria alemana, Goethe se conformé con un juicio rads suaue, pero siempre condicionade: “Hay que tratar de guiar a Hélderlin hacia eaminos més moderados; si esto se consigue, entonces tal ver se pueda esperar de él olgo perfecto”. ‘Sin hacernes culpables aqul de la menor exag ciéa, nos permitimes afirmar gue el Hipert ser consideredo, por sus fundamentos y mm amp! (mds alld de sw materia propia), por sus valores & y estéticas, como 1a obra revolucionaria més pu rofunda de los alemanes nr condensé en la in- Se sabe que la materic que terpretacién de Hildertin del en [a segunda parte deb sucesos de contra fa tivanfa de los surcos en el af pstas buchos, ta intsveencidn dew —Rusia—-, concretade en la aparici Finperirt, juuge on fe.pel ipstiortontisime. Sin ember go, ne 1 ef ventide de Lo unten: yue se hicheron fos revolucionarier griego:, de una ayuda de porte de Rusia. Pensatan, heciendo abstraccism de la Rusia absobutivia, en la ereceidn ds une propia “Repibliea Nacional La accién del Hipesion de Hélderlin se des muchas partes de la historia, Sus parsonaiz- op indefenso: ante [a intervencion de un tererrs, ® vocada por ies revolucionarios, Conjsen sie sultado de la batalla finaly... en ef da sigui NOTA PRELIMINAR 19 Ahora bien, cuando, después de ta dustruccién de la armada turca por la armada imperial rusa, Hél- derlin-Hiperién hace la declaracién: “Asi un ve neno envenena al olro...”, ¢pucde pretenderse atin zon rasén que este Hilderlin sea un raméntico reac. elonerio? Exe reprocke (que le hizo en 1892 un eritico de literatura del partido socialisia) no suede hacerse a Haldertin, Ni siguiera se justificarta con respecto al joven Hegel, quien reconocid la corcepcién genial del Hiperién con palabras entusiastas y ponsideré al impetu revolucionario de la obra como apto pare la manifestacin de una nueva idea del estado. (No da una “nueva religién”, como Dilthey concluys vocadaments). No ex del todo improbable que justa- mente el Hipetién haya inspirade al joven Hegel la frase siguiente: “Puede haber un pueblo libre séto cuando la razin hays recobrado su realidad como espiritu moral que pueda tener la avdacia de tomar su forma pura en iu propia tierra 9 con su propia majestad...” Completamente errénea me parece la opinidn de Friedrich Gundolf (per lo demés tan comprensivo intérprete de la possta de Héldertin) sobre el june damento ético del poeta al decidirse a la creacién del Hiperién, Gundolf cree on ta necesidad de establecer que [a influencta de la Revolucién Francesa sobre lderlin debe considerarse no como “vivencia ori- ginaria” (Urerlebnis), sino como adguisicién educa: Hea (Bildungserlebnis); comprueban eso todas les partes de la novela que describen el movimiento re- volucicnario de las griegos; estas partes son, en cual- quier respecto, las mas débiles de la novela, porque les falta una relacién intima con les, acontecimizn- tos. Contra esto podemos (jy debemos!) argumentar que cu cada aspecto de ta novela ta figura dominante 20 NOTA PRELINI de Hiperién representa a Hélderlin mismo. fl se ha pintado tan exactamente que, cada vez que la accién sobrepasd sus propias experiencias, paré el trabajo, debiendo dejar pasar largos intervalos para concen- trarse y-encontrarse de nuevo. También Norbert von Hellingrath, el meritorio editor de la primera edicién completa y critica de las obras de Hélderlin, considera, como centro de le intuicién arlistica y de la elaboracién formal, las “tensiones animicas” que sacan sus impulsos y fuerzas de las profundidades inmensas de ta “mistica difica”. Con otras palabras: de una esfera de valores que busca el sentido del mundo, no en el pensar, sino en el “intuir”, en el presentir y adivinor del doble Yo en el ser humano. Norbert von Hellingrath demuestra esta opinién (que no podemos compartir de ninguna manera) con el comportamiento de Hiperién en aguella hora en que Didtima, amada y al mismo tiempo arrestrada ala desgracia por dl, contrae una grave enfermedad mental (como consecuencia de la belleza de su alnia) y muere, y cuando él entonces, enterado de la mu te, toma la decision de volver a Alemania para vivir en adelante en [a naturaleza, que le salvar de todo desvio de lo humano. En su conciencia, por cierto, resuena la pérdida de Didtima durante mucho iem- po, y la siente como peng amarga. Este anonadamien- to causado por la amargura explica también le 12 nuncia a Alernania, dspera, pero sin embargo escrita con la sangre de;,su corazén, que irrité a Hegel de tal manera que arrojé un florero antiguo contra la pared y permanecié despierto toda la noche para es- cribir a Hdlderlin una violenta carta de protesta, que, sin embargo, abandond por la mafiana, tragindose su ira. Que el propio Hélderlin no estaba contento con ef desenlace del Hiperién, pero que tampoco se atrevid NOTA PRELIMINAR 2 a escribir una tercera parte, lo demuestra la reaper tura del problema de Hiperién en otra figura, @ sa- ber en La muerte de Empédocles. En esta tragedia, el “héroe”, al precipitarse en el crdter del Etna, se arro- ja, “sin ser llamado”, al corazdn de la naturaleza, 0 no vale para Hiperidn, sino parz la mis. ima, la frase: “El que sufrié ta muerte como , se restablece sélo entre los dioses”. Didtina muere Ia muerte de amor de las mujeres metafisicamente Hernas, y de la misma manera murieron también la Mignon de Goethe y la Liana de Jean Paul. Hilderlin no extrajo la tltima consecuencia, es- pécialmente en el sentido ético, de hacer morir al ami- go Alabanda, y a la amada Distima, no en libertad, sino como victimas forzadar de Hiperién, quien, por su parte, deberla haber procedido como Werther; ademds se lo prohibid Ia situacién fijada al prin- cipio de la novela. ‘Ahora queremos extraer del Hiperién des de tas sentencias mas importantes que los contemporéneos de Hélderlin han reprobado ¢ interpretado mal, y que después fueron la causa inmediaia del malentendido ltimo mds grave, no solamente sobre el “liperién, sino ademas sobre la misién poética y la persona de Hélderlin 1) “jLa guerra justa anima a cualquier alma!” Esta es la contestacién de Hiperién a la adver- tencia de Diétima: ";Conquistards, y olvidaras para qué has conguistade!” Obtendrds, si es mucho, por Ia fuerza un estado libre, y después dirs: “¢Pare rue edifiqué?” ¥ al final precuntards, canscdo de la vida: “Ahora, cdénde estdis, ideales de ta jusentud?” 2) “En verdad, era un proyecto exiraorcinario el de construir mi Eliseo por medio de una banda de ladrones...” Esta segunda jrase ta dice Hiperién después de fa ocupacién de Misitra (Esparia) por ios revo. i | i 22 NOTA PRELIMINAR tucionarios, seguida de actos de violencia contra sus habitantes, una sucesién de caqueot, asesinatos & incendios. Un ecpectdculo terrible, del cual Hipe~ 188n se aparta indignado y Heno de asco. Piensa en fas palabras bellas y clevadas que habia pronunciado poco antes de marchar hacia Misistra, para vencer fas dudas que Diétima tenia con reshecto al éxito de la empresa: “Wendrén tus hombres, pnaturalesa? Un pueblo rejuvenecido te rejuvenecerd también a fi; quedards como su novia, y la antigua unién de los espiritus se renovard contige. No habré sino una belleca, y la humanidad y la naturaleze se unirén en una divinidad que lo abrazaré todo”, Pues bien, ef hecho de que Hilderlin-Hiperién debla conuencerse de que no ss puede establecer un estado nuevo con hombres nuevos por medio do ina “banda de ladrones*, ha servido para que un bidgrajo de ta nueva escuela alemana sacara la conclusién, con una visible alusién contra la repiie blica alemana de Weimar, que “Héldertin, en prin- cipio, no queria ningiin retorne de los tumultos de la Revolucién Francesa, ninguna Grecia nueva, sine al restablecimiento de la conducta nérdiconheroica en Alemania, conducta que estaba degradada a pasct de Goethe y Schiller, Sdlo habla fracasado porque no habia Uegado atin el tiempo para a...” Si fuera verdad esta tosis, entonces quedaria jus- Hfieada, hoy mds que en aquel tiempo, la frase de Holderlin: “En verdad, era un proyecto extraordi- nario ef de construir mi Eliseo por medio de una banda de ladrones”. E igualmente ettaria justificado el tiltimo capitulo de a novela. Me parece que el colmo de la interbretacién ine lencionalmente maligna del contenido espiritwal del Hiperién Aa sido alcanzado’ por Ludwig Klages. En su libro Del Eros césmico, $2 encuentran algunas sentencias que tratan de explicar el fenémeno del NOTA PRELIMINAR 23 hombre trdgico, que Hélderlin representa, en la for- ma mds pura, en su Hiperin: “Le misiin poética de Hilderlin era trdgica porque presupeso en sus contempordneos algo qué, por su estructura prin colégica, no podian poser; por eso debia también terminar on forma trégica su vida... De manera que del resplandor entre dos obscuridades surge la obra poética de Hélderlin como un simbolo de to eterno... En mi opinién, esta interpretacién de la misién de Holdertin tiene sus ratces sbio en to filoséfico-especu- Iativo. La mencién del caos del “Apeirén” de Ana. ximandro como oscuridad primera (come segunda oreuridad se entiende el miedo de perder todos los valores de la vida en el no-valor infinito, es decir, fa muerte) es también una mera especulaciin que se deduce de las pelabras de Hélderlin: “;Ah, si hu- Siera una bandera, unas Termépilas donde pudiera vacrificar honrosamente todo el amor solitario que Ko me sitve ya para nada!” También Heidegger elude voluntariamente ese ca- rdcter sevolucionario del poeta Hélderlin, gue para nosotros es el rasgo esencial, y considera ta evoca- cién de Grecia (como unidad de espiritu, cultura y naturaleza) “el simbola eterno de la lucha de Hél- derlin contra la confusién de walores a que el mundo ha Hegado por la gran Revolucién Francesa”... Se ve ast una vez més hasta dénde puede Wever ia uni- formacién del individuo en un estado totelitario. IV Una participacién decisiva en ta formacién det Hiperién corresponde @ algunas personas gre no de» hemos dejar de mencionar aqui, en putte por ra. toner histdrico-literarizs con respecto a ia vida de 24 NOTA PRELIMINAR Hélderlin mismo, y en parte porque las estaciones de lo pottico que estas personas pasaron en fnsima amistad con Hélderlin son. de importancia para el andlisis de las diferentes redacciones del Hiperién. En este sentido hay que nombrar primero al ami- g0 de estudios de Titbingen, Ludwig Neufjer. A é le comunicd Hélderlin, en varias cartas, las dificul- tades interiores y exteriores que se le oponfan en la composicién del “Fragmento” y cudn intensamente estaba luchando para dar forma artistica a la ma- teria, Asi Hilderlin le escribid en agosto del aio 1793 la siguiente frase significativa: “Si mi Hipe- Hién completo no es tres veces mejor que el “Frag- mento”, lo arrojaré al fuego sin vacilar...” ¥ el 10 de octubre de 1794 le hizo saber: “La mayor parte de, las horas de Jas mafanas se me pasaron en este vérano con mi novela... Casi he terminado el pri- mer libro. Apenas si queda und sola linea de mi priv mer ensayo. El gran paso de la juventud al hombre maduro, del afecto a la razén, del reino de la fanta- sia al de la verdad’y la libertad, me parece que me rece una elaboracién tan lenta...”* Cuando Héldertin escribid esta carta, ya estaba como institutor en la casa de Carlota Kalb en Wal- thershausen. El nombre de este Carlota Kalb y su papel dentre de Is literctura clemana estd Uzado @ los nombres de Schiller y Jean Paul, con los cuales es- taba en relacion de intima amistad. Por la interven- cin de Schiller, ef pobre graduado en- teologia y candidato a pastor Hélderlin obtuvo al puesto de institutor, encargado de la educacién del tinico hijo de Carlota, Para el joven Hélderlin era un caso di= ficil, pues el nifio padecia de graves perturbaciones mentales, y él consiguid, si no la curacién (para eso su estancia en Walthershausen fue demasiado corta), por lo menos una mejoria temporaria. “Pero —eseri. be Hélderlin a su madre el 16 de enero de 1795—~ NOTA PRELIMINAR 3 la obstinacidn del nifio alcanz6 ‘un grado que casi me privd de mi propia salud, de toda serenidad, y también de la actividad de mis fuerzas intelectua- es...” De ta madre de este nifo dice Rahel Varnhagen en sus Memorias que fue la mujer més modema de su tiempo. La amplitud espiritual, filosdfica y pui- colégica de esta extraordinaria mujer se hace espe. clalmente visible en su relacién con el joven Hol. derlin, @ menudo atormentado por el abatiniento y la tristeza. Ella tuvo una influencia importante so- bre la formacién de la primera parte del Hiperién, pues ef poeta le comunicé su trabajo linea por linea, aceptando sus consejos amistosamente, Carlota Kalb envid también el manuscrito a su amigo Schiller, y le indujo a enviar la obra, “que sin duda alguna én- contrard tu admiracién, pues se mucve enteramente en las esferas de tu espiritu”, al editor Cotta, Toda- ula en ef afio 1801 estaba én correspondencia con Holderlin, y también le visits en la Torre de Tite Bingen, esta mujer, ton gravemente maltratada por {a vida y casi cizga, visitd al poeta, que ya estaba en- vuelto én la niebla mental y no se acordaba de ella. Cuando Hilderlin eva alumno de Fichte en Jena, 4¢ le junté un joven diplomédtico, que mds tard: per. tenecié @ la corte de Hombure, llamado Isaaz von Sinclair. Este joven noble, especialmente atrcido por sus versos, tomé efica interés en la precaria situa. cidn material de Holderlin, sin ofender su extrema sensibilidad. Von Sinclair introdujo a Hélderlin en la casa del banquero de Frankfurt Jakob Friedrich Gontard, y se to recomendd como institutor. Vere. mos en seguida qué cambio decisive significé este hogar para el Hiperién y para el mismo Hélderlin, De cualguier modo, fue el mismo von Sinclair el que, despuds de la répida renuncia al puesto de ins titutor —renuncia mds forzada que voluntaria—, lo 26 NOTA PRELIMINAR Hevd consigo @ Homburg para que se restableciera, sin preocupaciones, de lot penasos acontecimientor de Frankfurt. Y si ahora decimos que fue especial mente Susetie Gontard la que tuvo la participacion mds decision an la terminaciéa de ta segunda parte del Hiperién, es cari decir demasiado poco. La amis: tad Intima con esta mujer tan cillta y sensible dio al poeta la fuerza para desarvollarse enteramente. A ella tenemos que agradecer las maravillosas Odas de Frankfurt, yue constituyen la cumbre de la ode dlemana. Cémo Hélderlin vio y sintié a esta mujer, se encuentra exprecado, aparte del Hiperién, ya en “jSer sagrado! He turbado a menudo tu durea serentdad divina, y de lor dolores mds sooretos y profundos de has aprendide mucho de mi...” Susette, la “graciosa musa dle su eorazén y Diétima, en ta novela lo amante de Hi Fon sia 1 tan sélide ¢ intima como tat sez se encontrard sda en ‘a vida y en la poesia de Dante Bectriz, En cierto modo puede también pen: Wagner y Matilde Werendonck, de enya at Gi6 ef Tristén, Susette Contard, quo jo 'tecié a la edad de 24 ator «causa de une injecién y stucco on srrespondencia peligrosa con Hélderiin haste ef tltimo ake de stu oe da, ingresé en Ta titeratura como Didtime. De las castas de Hélderlin g su Distima conoce- mos solamente tres borradores, En cambio, las cartas de Diétina a Héldestin, que originariamente se crssan perdidas, estén conservadas en su totalidad. Una 20 rienta lejana del poeta las publicé a principios te este siglo. Destruyeron en ta forma mas mequivoca et sine nimero de leyenda que se hablan formade en ef NOTA PRELIMINAR ar curso de los afios sobre las relaciones de lor dos amantes, No es ninguna exageracién afirmar gue aquella #2. peracién forzada (e injustificada) haya arrastrade @ ambos hacia las mds graves perturbacione:. v Cudn alto et mismo Hélderlin estimaba el Hipe- Hn, declardndolo como su “devocionario”, aun en les dias de la "prisién celeste”, cuando ya la enfer medad lo consumia y desde el expejo te miraba con tna musca el seftor Scardanelli. ..1, fo sabemos por et primer arttculo biogrdfico que se publicé, todavia en vida del poeta, de Wilhelm Waiblinger, La vida, Ja poesia y la demencia de Hélderlin, 1830, “Puede vcuparse durante dias enteros de su Hiperisn. Cien veces, al wisitarle, lz ofa ya desde afuera declamario en voz alta. Su dufasis era grande y ei Hiperiin es. aha slempre abierto, muchas veces me lo les. Cuan- do terminaba un pasaje, empezaba a exclarar, can una gesticulacién uehemente: “74h, hermoso, her mox0, Majestad!” Los ojos enor de légrimas con une emocién gue durd horas enteras, tomé nota de ja teiripresién del Hiperion, que aparecié en 1822 Cuando el poeta enferme, poco antes de ser inter= nado en la clinica de Autenrieth en Tiibingen, leys a! elogio extraordinario gue Joseph Goerres hizo del Hipetién en Aurora (1805), dijo @ Isaac von Sine clair: “No deseubras a este noble amigo con ninguna palabra, que ef rugido de las olas estigias no quiere * HSlderlin mismo, tn su cafermedad, se did’ el nombre ge “Scardanclli”, presenténdose asi también a sus. visitas suando Ja obscusidad purpares que envolvia su expicitu Je daba unas pocas horas claras. 28 NOTA PRELIMINAR cesar en mis oldos. jQue contintie pensando en el Hiperién, y no en el autor!” Pocos ‘anos mas tarde Joseph Goerres conocié la situacién del poeta, a quien dedicé estas lineas: “;Po- bre Hiperién, pobre poela! No tenias ningiin amor gue te salvara de los poderes teriibles; el pufto te aplasté... Un dguila bate convulsivamente sus elas heridas; los chicos malos de Ia calle 1a persiguen y la cazan; pero quien conozca su tiempo y tenga un alma en el pecho, la seguird doloridamente con los ojos cuando pasa aleteando, siempre ansiosa de lle- gar al sol”. No hay sino ef solitario y sus visiones sofiadas, “Co- mo hombre era imposible entre los hombres...”, asf dijo Nietzsche de Herdclito. Pero con mds razén hu- biera podido decirlo del pocta Halderlin, tan similar delespiritu. Pues su nostalgia de los griegos, nacida en un pais de los sueitos “donde el cielo se abre sin nubes y la luz pura y blanca corre con pies dgiles”; su Sensibilidad de la naturaleza, exaltada hasta la iden- lificacién mistica, més alld de lo empirico, hacia la sustancia creadora, hacia imdgenes y més imagenes surgidas de las olas de las eternas transformaciones..., todas estas tensiones, formadas de amargura y dolor, siempre en inguietud, siempre en emocion, este des- tino de éxtasis y lagrimas, son, una vez mas y siempre, Heréclito. Ninguno de sus contempordneos pudo compren- der sobre qué vida flotaba su espiritu antes de que le acosaran les oscuridades y turbaciones del "sefior Scardanelli”. CRoNotocia DE LOS HECHOS MAS IMPORTANTES DE La vipa pe Horpeauin 1770: EL 20 de marzo nacié Johana Christian Friedrich Hélderlin ea Lauffen, sobre el Neckar, hijo del NOTA PRELIMINAR 29 maestro del claustro Heinrich’ Friedrich Héléertin y de Johanna Christiane Heyn. + Fallecimiento éel. padre + Nuevo casamionto de 1a madre con el conscjero de camara Gock, alealde de Nirtingen. 1786: Halderlin entra en el "Seminario Superior” en Maul- brena. 1768; El bachiller Holdertin entra en Ja universidad de Tibingen. Estudia teologia, filosofia clésiew e his- tora. 1791; Amistad de Hélderlin con Hegel y Schelling en la universidad de Tubingen. 1793: Examen final ante e} consistorio eclesidstico de Stutt- art. Conoee a Schiller en Lucwigsburg. 1794: Obtiene, con intervenciéa de Schiller, un presto de institutor en Ja casa de Carlota von Kalb en Wal- tershausen 1795: Se waslada a Jena. Estudia en Ia universidad tem- poralmente escucha Tas clases de Fichte; hace amiss tad con Tsaae von Sinclair. 1796: Entra en la casa Gentard, en Frankiurt, como ins- titutor. Ama apasionadamente & la sefiora de Ia ca sa, Surette Gontard (Diétima). 1797; Encuentro con Goethe en Frankfurt. + Héldertin sale de Tx casa Gontard en Frankfurt y s tadlada a Homburg, proteside por Sinctair. 1802: En ensro Hélderlin viaja a través de Suiza y Mega a Burdeos, Alli toma el puesto de instittor en la cata del cdntul Meyer. El 22 de junio muere Disti- ma (Susette Gontard). Hélderlin regresa enferme mentalmente. Restablecido, viaja a Ulm y Regens- burg en compaiia de von Sinclair 1804; Nuevos ataques de demencia y exaltacién de nimo en Homburg. 1806: Por consejo de Schelling, Sinclair teva al enfermo 20 107: rant 1823 1843: NOTA PRELIMINAR 2 Tibingca al sanatorio de Autenrieth (para en- formes mentalea). A consecaencia de Ja declaractin de una consulta de médicos acerca de la incurabilidad de Héldetlin, ei puesto al cuidado del carpintero Zimmer, em Tabingea. 1822: Mejoramiente aparente en la enfermedad de Holderlin. Se oeupa de mésica y temporariamente de aus recuerdos y poesias a Diétims 7930; Wilhelm Walblinger, Bettina von Arnim y August Withelma Seblegel visitan al enfermo Hal- derlin. EL7 de junio fallesis Haldesti pletaments apagado. coon el expfrit come Binurocnavia Dz Las oaras DE Hocopazi 1792/98: Himmos a tor Sdeates de le humanidad. En eb 1828: 1846: 1897 Musenalmanach de Staeudtin, Tabingen iperién (Fragmento). Ea Thalia, publiceda por Schiller + Miperisn o cf ereosita en Grecia (parte 1). Stutt. gant 1900: La musrte de Empédoctes (cuatto versiones). Hiberién o eb eremita en Geocin parte 13). Stutte gar, Las tregedias de Séfectes. (Edipa Rey y Antigona.} Frankfurt del Main, Las canciones triunfates pltices y olbmpicas de Plax doro (en teaduecién libre), Hiberidn 0 al eremita an Grecia, 2 edicién. Stutt- art, Paema: livieos, publieados por Ludwig Uhland y Gustav Schwab, Obras completas, publicadas por Christoph Theodor Schwab, Stuttgart Poctlas completar, pubticadas por B. Litemaen. 1910: NOTA PRELIMINAR 31 Cartes ercogidas. Jena. 1918/25: Obras completas, Primera edicién erftica © his. 1821: Las 1830: 1048: 1870 1890: 1892: 1907: 1910) 1919; 19202 1925 tories. Tomos I-VI. Publicedas por Norbert von ‘Hellingrath. Be Lar cartas de Diésima e Halderlin, pudticadas por Vittor, Leipsig. OpRAS mis ImPoRTANTES Sonne HBLDERLIN Waiblinger, Wihelm: La vide, poesla 9 demencia de Haiderlin, Stuttgart. Jong, Alexander: Hétderlin wus obras, Leipaig. Haym, Rudolph: La esevels romdntica en Ale mania. Be Liumann, Berthold: Hétdarlin (biografia). Leipz Dikthey, Wilhelm: La vide y le poesia, Breslau. Zinkernagel, Friedrich: La historia del “Hipesién"” de Héldertin, Hamburgo, Zeck, Paul: Estudios sobre iélderlin. Efberfeld. Grolinann, Adolf ven: El “Hiperibn” de H3lderlia. Munich, Trommmler, Bs Hélderin enfermo. Munich, Zweig, Stefan: Le tucha contra «! Demonio. Leipzig: Pan. Zines PREFACIO Non coerceri maximo, contineri minimo, divinum est. Mr cusraria dar a los alemanes la seguridad de que este libro seré de su agrado. Pero temo que algunos Jo iean como se lee un compendio, atribu- yendo demasiada importancia al fabule docet, y que les otros lo tomen demasiado a la ligera, de suerte que ni unos ni otros Jo comprendan. Quien se contenta con aspirar el perfume de una flor no la conoce, y quien la corta solamente para estudiarla, tampoco Ia conoce. Ni la sola reflexién, ni el placer solo pueden resolver las disonancias de cierto género. Los lugares que fueron escenario de lo que va a leerse mo presentan en ef nada muy nuevo, y 3 este especto confieso que una vez tuve la ingenuidad de pensar en variazlos en el libro; pero no tardé en convencerme de que eran los Gnicos que: convenian al cardcter elegiaco de Hiperién, y no puedo evitar un sentimiento de vergiieriza a'la idea de que el posible juicio del piiblico hubiese estado a punto de inspirarme una ductilidad tan extremada. Lamente que, por el instante, no sea posible a todos mis lectores pronunciarse sobre mi intencién; pero este primer volumen seri seguido de un se gundo muy en breve. LIBRO PRIMERO HIPERION A BELARMINO Ex asapo suelo de mi patria es de nuevo para mf un motivo de alegria y de tristeza, Me encuentro ahora otra vez, todas las mafianss, en las alturas del istmo de Corinto, y mi pensa- miento, como uaa abeja entre las flores, vuela a do de aqui para allé entre los mares que, 3 derecha ¢ izguierda, mantienen Ja freseura al pie de mis montafias soleadas. 10 de exton dos golfos sobre todo habria rego: cijade mi corazén, de haber vivido en sus orillas un tuillar de afios antes. Alli, entre fos, explendores salvajes del Helicén Parnaso, donde fos primeros destellos de la auro- ‘a juegan alrededor de clen curmbres nevadas, y la Gcliciosa jianura de Sicione avanzaba, con Ja aluves de un dios vencedor, el magnifico golfo resplande- ciente hacia la més, alegre de las ciudades, ta joven, into, esparciendo a los pies de su favorita las ri- quezas de todos les paises. Pero, ga qué pensar en tales cosas? Tos aullides del chacal, que deja ofr su grito kigubre entre Jas ruinas de’ los monumentos Antiques, me arrancan bruscamente de mi ensuefo, iFeliz el hombre gue encuentra su alegria y su nerza en ta prosperidad de su patria! A mi, cuando wien me recuerda ia mia, parece como si me hun. se en cl barro de un pentano, © viere cerrarse core mi ta tapa de un féretro; y si me can el nom- 36 FRIEDRICH HOLDERLIN bre de griego, tengo la impresién de un collar de Perro que me apretase la garganta, ‘Mira, mi querido Belarmino, cuando por acaso una palabra se me escapaba y, en un momento de ira, me subla una ligrima a los ojos, en seguida venian hacia mi algunos de esos buenos apéstoles que entre vosotros, los alemanes, surgen como fantasmas a vuestro lado cuando menos lo. pensiis, satisfechos de encontrar a algim infortunado de alma melan- célica a quien ofrecer sus maxima, y creian conso- larme diciéndome: “Obra, pues, en lugar de que- jarte”” jPluguiera al cielo que no lo hubiese hecho nun- cal jCudntas més esperanzas tendria ahora! jOlvida, olvida que hay hombres, ch mi pobre corazén desgraciado, atormentado y mil veeos repe- do! ¥ vuelve al lugar de donde vienes, al seno de la Naturaleza inmutablemente serena y hermosa HIPERION A BELARMINO No poseo una sola cosa de la que pueda decir: esto es mio. Los seres que me son queridos estén lejos de mi o muerto, y ya vor algiina me habla de ellos. ‘Mis trabajos aqui en la tierra han terminado. 1Los emprendi leno de ardor, costironme mtchos sudo- res de sangre, y no he enriquecido el mundo con un solo chavo. Desconocido y solitario, vuelve y vago como en un vasto comenterio por mi patria, donde tal vez me espera el puiial del cazador para quien los griegos somos, como la caza de los bosques, un motivo de alegria. Pero ti, oh Sol, brillas todavia en el ciclo! FY ti, Tierra, atin continiias verdeviendo! Los rios todavia h HIPERION a7 hacen correr sus aguas hacia el mat, y los arboles, frondosos atin se estremecen a la brisa del mediodia, Los cantos voluptuosos de la primavera mecen mis sombrios pensamientos. La vida, que todo lo reanima en ¢] universo, nutre y sacia hasta 1s embriagucz mi pobre alma hambrienta. jOh feliz Naturaleza! No sé lo que siento cuando elevo mis miradas hacia tus bellezas, pero nada me deleita tanto, joh la mas amada de las bienamadas!, como las lagrimas que vierto al contemolart. Mi ser entero calla y escucha cuando el dulce aliento del céfiro me acaricia el pecho. Mis miradas, perdidas a lo lejos en el azur del cielo, van del éter fa las profundidades de la mar sagrada, y me parece como si un espiritu familiar me acogiese en sus bra- zos, como si el dolor del aislamiento se confundiera con la vida de la Divinidad. Formar un solo ser con todo lo que vive, sno es vivir como los dioses y poser el cielo en la tierra? Ser una sola cosa con tado lo aue vive, volver. por un olvido de si mismo. al Todo de la Naturaleza, es alcanzar el més alto grado de pensamiento v de gczo, es estar en la cumbre saerada de la montafia, en el reposo eterno, donde la hora ultima del dia vierde su calor abrumador y el trueno no hace ofr va su vo7, nde lat aquae ardorosas del mar ondulan como los trigales bajo la brisa. Formar una sola cosa con todo lo que vive, significa que la virtud abandona su armadura de rigores y la inteligencia humana su cetro, y todos los vensa- mientos se borran en presencia de este universo eter- namente uno, como frente a Urania se desvanecen las leyes que ponen trabas al genio del artista: sig- nifica que el Destino inexorable abdica su’ soberania, y la Muerte rompe el pacto que la lizaba 2 todos los, seres, y la union indiscluble y la juventud eterna embellecen el mundo. | | | 38 FRIEDRICH HOLDERLIN A menudo me elevo hasta esa cumbre, Belarmino, Pero un instante de reflexién basta a derribarme, Pienso, y me encuentro, como antes, solo, con today Jas tribulaciones del ser mortal; y ese asilo que mi alma creia haber hallado: el universo eternamente uno, desaparece y I Naturaleza no me abre sus brazos, y permanezco ante ella como un extraio, sin comprenderia, (Dios mio! ;Ojalé no hubiera frecuentado jamés vuestras escuelas! La ciencia que segui por las mil revueltas de sus Taberintos, que fui lo bastante loco para esperar con mai juvenil ilusién que confirmara mis alegrias més puras, ha hecho mi desgracia, Asi fue como en medio de vosotros me volvi razo- neble, y aprendi cabalmente a diferenciarme de lo que'me rodea, 2 tal punta que me encuentro aislado medio de Jas belictas del mundo, proscrito del Jardin de fn Naturaleza en el que habia crecido y prosperado; y he aquf que ahora me seco al sol de mediodia, Si, no cabe duda: el hombre es us dios cuando se entrega & sus suefios, y un pobre ser cuando se pone a rellexionar; ya poco que el entusiasmo decrezca, helo abi en Ia actitud del hijo prédigo que su padre de i ites gue 2 almas caritativas le dieron de pasada, HIPERION A BELARMINO Te agradezco que me pidieras que te hable de mi, trayendo asi a mi memoria el tiempo pasado. Ello me volvid a Grecia, donde deseaba vivir en Tos lugares que vieron los juegos. de mi infanci Como el trabajador que se entrega al sueio repa- rador, ini alma atormentada gusta a menudo de abis- marse en las reminiscencias de un pasade inocente. HIPERION 39 iOh dulce quietud de la infancia! ;Quietud ce- lestial! j Cudntas veces me detengo ante ti, en muda contemplacién, Neno del deseo de volver a encon- trarte con el pensamicnto, Pero, jay!, sélo hemos conservado nociones exactas de le que, malo antes, se ha tornado bueno ahora; de nuestra infancia, de nuestra inocencia, no sabemos ya nada. Cuando yo era todavia un nifito juicioso, que ignoraba todo lo que nos rodea, gno era acaso algo més de lo que soy ahora, después de taatas tribula. clones, meditaciones y [uches interiores? Si, no cabe duda, mientras no se ha vestido con la piel de camaleén del hombre, el nifio es el mis feliz de los seres, Es por entero 41 mismo, y en ello estd su encanto, La coercién de las reglas y las leyes de Destino no lo han deformado. Sélo en e! nifio reside la libertad. En él reina también la paz; atin no entré ea con. flicto consigo mismo, Colmado de riquezas, conoce su coraaén ¢ ignora las miserias de la existencia. Como no sabe qué es la Muerte, es la inmortalidad. Desgraciadamente, es un estado al que los hombres no sabrian acomodarse. Es preciso que lo que leva en sf de divino se humanice, que aprenda por si no gue los he: con una ficstin Por aso, antes que la Naturaleza Io aleje de su paraiso, los hombres lo arrancan de é mediante la lisonja 0 la violencia, y lo evan a campos malditos donde, como ellos, habré de consumirse trabajando con el sudor de su frente. Lo que no impide que el momento en que el des- pertar se produce sea también deleitoso, al menos cuando no se nos despierta inoportunamente. jOh dias sagrados aquéllos en que, por ver pri mera, suestra alma emprende el vuelo, cuando en el impetu agi y ardiente de les afios mozos nos serti- mos entre los esplendores de la Naturaleca como la

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