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El Evangelio Completo
Según San Juan
Diseño y composición:
Sheehan Concept & Design, Göttingen, Alemania
Editorial y distribución:
Iglesia Cristiana Esenia
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99023 Erfurt, Alemania
El testimonio de Juan
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21. Y ellos le preguntaron: “Pues, ¿quién eres? ¿Eres Elías?”
Y él dijo: “No lo soy.” “¿Eres tú el profeta?” Y él respondió:
“¡No!”
22. Entonces ellos le dijeron: “¿Quién eres, pues, para que
podamos dar respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué
dices de ti mismo?”
23. Él dijo: “Yo soy la voz del que clama en el desierto:
Rectificad el camino de Jehová tal como dijo Isaías, el
profeta.”
24. Los enviados eran de los fariseos.
25. Y le preguntaron diciéndole: “¿Entonces, por qué
bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el profeta?”
26. Juan les respondió diciendo: “Yo bautizo en el agua. Pero
entre vosotros hay uno, a quien no conocéis,
27. que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de
desatar las correas de sus sandalias.”
28. Todo esto ocurrió en Betania, al otro lado del Jordán,
donde Juan bautizaba.
29. Al día siguiente vio que Jesús se le acercaba y le dijo: “¡He
aquí el cordero de Dios que quita el pecado del mundo!”
30. Este es aquel por quien yo dije: “Detrás de mí viene un
hombre, que se ha puesto delante de mí, porque ya existía
antes que yo.
31. Yo mismo no le conocía, pero he venido y le he bautizado
en el agua para que él sea dado a conocer a Israel.”
32. Juan también dio testimonio diciendo: “Vi que el espíritu
descendía del cielo como una paloma y permanecía sobre él.
33. Yo mismo no le conocía, pero aquel que me envió a
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bautizar en el agua, me dijo: Aquel sobre quien veas que
desciende el espíritu y permanece sobre él, ése es quien
bautiza en el Espíritu Santo.
34. Y yo doy testimonio de que éste es el hijo de Dios.”
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Capítulo 2
La boda de Caná
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22. Por eso, cuando resucitó de entre los muertos, se acordaron
sus discípulos de que había dicho eso repetidas veces, y creye-
ron en la Escritura y en las palabras que había dicho Jesús*.
23. Sin embargo, cuando estuvo en la fiesta que se celebraba
en Jerusalén con motivo de la Pascua, muchos creyeron en su
nombre al ver las señales que realizaba.
24. Pero el propio Jesús no se confiaba a ellos porque los
conocía a todos
25. y no tenía necesidad de que nadie le diera testimonio acerca
de los hombres, pues conocía por sí mismo lo que había en los
hombres.
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Capítulo 3
Revelación ante Nicodemo
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10. A lo que Jesús le replicó: “Tú eres un maestro esenio de
Israel ¿y no sabes estas cosas?
11. En verdad, en verdad te digo: Nosotros hablamos de
lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto,
pero vosotros no aceptáis el testimonio que nosotros os
ofrecemos.
12. Si cuando os he hablado sobre cosas terrenales, no me
habéis creído, ¿cómo vais a creerme cuando os hable de
cosas celestiales?
13. Además, ningún hombre ha subido al cielo, a excepción
de aquel que descendió del cielo, el Hijo del hombre.
14. Y así como en el desierto con Moisés, los hijos de
Israel levantaron la serpiente a modo de becerro, así debe
ser levantado el Hijo del hombre,
15. para que todo aquel que crea en él tenga vida eterna.
16. Pues Dios ha amado tanto al mundo que entregó a
su Hijo único, para que todo aquel que crea en él, no sea
destruido, sino que tenga vida eterna.
17. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo, para que el
mundo se salve a través de él.
18. Sino que aquel que crea en él, no será juzgado. Aquel
que no cree, ya ha sido juzgado, pues no ha creído en el
Nombre del único hijo de Dios.
19. Así pues, este es el fundamento para el juicio, que la luz
ha venido al mundo, pero los hombres han amado más las
tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.
20. Pues aquel que realiza malas obras aborrece la luz y no
va a la luz, para que no sean reprendidas sus obras.
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21. Pero aquel que obra lo que es verdad, va a la luz, para
que sus obras se pongan de manifiesto como tales, pues sus
obras han sido realizadas en armonía con Dios.”
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30. De ahora en adelante, es preciso que él crezca, y que
yo mengüe.”
31. El que viene de arriba, está por encima de todos los
demás. El que es de la tierra, es de la tierra y habla sobre las
cosas de la tierra. El que viene del cielo, está por encima de
todos los demás.
32. Él da testimonio de todo cuanto ha visto y oído, pero
nadie acepta su testimonio.
33. El que ha aceptado su testimonio, ha certificado con
este hecho, que Dios es verdadero.
34. Pues aquel a quien Dios ha enviado, habla las palabras
de Dios, porque no da el Espíritu conforme a la medida.
35. El Padre ama al Hijo y ha puesto todas las cosas en sus
manos.
36. Aquel que cree en el Hijo tiene vida eterna; aquel que
no obedece al Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de
Dios permanece sobre él.
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Capítulo 4
Jesús en Samaria
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10. Ella le dijo: “Señor, pero si ni tan siquiera tienes un
cubo para sacar agua y el pozo es hondo. ¿De dónde sacas
pues esta agua viva?
11. ¿O acaso tú eres más grande que nuestro antepasado
Jacob, que nos dio el pozo y bebió de él junto con sus hijos
y su ganado?”
12. Como respuesta Jesús le dijo: “Todo aquel que beba de
esta agua, volverá a tener sed.
13. Pero quienquiera que beba del agua que yo le quiero
dar, jamás volverá a tener sed, sino que el agua que yo le dé,
se convertirá en su interior en una fuente de agua que brota
a borbotones para proporcionar vida eterna.”
14. La mujer le dijo: “Señor, dame de esa agua para que no
tenga más sed y para que no tenga que venir una y otra vez
hasta este lugar a sacar agua.”
15. Él le dijo: “Vete, llama a tu marido y vuelve acá.”
16. La mujer le respondió: “Yo no tengo marido.” Jesús le
dijo:”Has dicho correctamente: ‘Yo no tengo marido’.
17. Pues has tenido cinco maridos y el que ahora tienes no
es marido tuyo. Con ello has dicho la verdad.”
18. La mujer le dijo: “Señor, veo que eres un profeta.
19. Nuestros antepasados adoraron en este monte, pero
vosotros decís que en Jerusalén se halla el lugar donde
debemos adorar.”
20. Jesús le dijo: “Créeme, mujer: Se acerca la hora en que,
no adoraréis al Padre ni en este monte, ni en Jerusalén.
21. Vosotros adoráis lo que no conocéis; nosotros adora-
mos lo que conocemos, porque la salvación viene de noso-
tros mismos.
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22. No obstante, se acerca la hora, ya ha llegado la hora,
en que los adoradores verdaderos venerarán al Padre en
espíritu y verdad; pues, ciertamente, el Padre busca a los
que le adoran de este modo.
23. Dios es un ESPÍRITU, y los que le adoran, deben
adorarlo en espíritu y verdad.”
24. La mujer le dijo: “Sé que va a venir el Mesías, a quien
llaman Cristo. Cuando venga nos dará a conocer todas
estas cosas abiertamente.”
25. Jesús le dijo: “Soy yo, el que está hablando contigo.”
26. Mientras tanto llegaron sus discípulos y se sorprendie-
ron de que estuviese hablando con una mujer. Claro que
ninguno dijo: “¿De qué hablas con esta mujer?”
27. La mujer entonces dejó su cántaro en el suelo, se fue a
la ciudad y dijo a las gentes:
28. “Venid a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que
yo he hecho. ¿No será acaso el Cristo?”
29. Así que salieron de la ciudad y se fueron donde él.
30. Entretanto, los discípulos le insistían diciendo: “Rab-
buni, come.”
31. Pero él les dijo: “Tengo para comer un alimento que
vosotros no conocéis.”
32. De ahí que los discípulos empezasen a decirse unos a
otros: “Pero si nadie le ha traído de comer, ¿verdad?”
33. Jesús les dijo: “Mi alimento es hacer la voluntad del que
me ha enviado y completar su obra.
34. ¿No decís vosotros que todavía faltan cuatro meses
antes de que llegue la siega? Pues bien, yo os digo: Alzad
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vuestros ojos y mirad los campos; lo que éstos ven, debe ser
segado por completo.
35. Ya recibe el salario el segador y recoge el fruto para la
vida eterna, de modo que el sembrador y el segador pueden
alegrarse juntos.
36. En este punto, pues, se confirma claramente el refrán:
Uno siembra y otro siega.
37. Os he enviado a segar aquello por lo cual no habéis
empleado esfuerzo. Otros trabajaron duro y vosotros hab-
éis obtenido el beneficio de su laborioso trabajo.”
38. Muchos samaritanos de aquella ciudad creyeron en él
debido a las palabras de la mujer que atestiguaba: “Me ha
dicho todo lo que yo he hecho.”
39. Por eso, cuando los samaritanos llegaron donde él, le
empezaron a suplicar que se quedara con ellos. Y se quedó
allí dos días.
40. Por consiguiente, fueron muchos más los que creyeron
por sus palabras,
41. y empezaron a decir a la mujer: “Ya no creemos por
tus palabras, pues nosotros mismos le hemos escuchado y
sabemos que éste es verdaderamente el Mesías.”
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44. Cuando llegó, pues, a Galilea, los galileos le acogieron,
porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén
durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta.
45. Así fue, pues, como volvió a Caná de Galilea, donde
había convertido el agua en vino. Y allí había un sirviente
del rey, cuyo hijo estaba enfermo en Cafarnaúm.
46. Cuando éste se enteró de que Jesús había venido de
Judea a Galilea, fue donde él y empezó a rogarle que, por
favor, bajase a curar a su hijo, porque estaba agonizando.
47. Pero Jesús le dijo: “Si no veis señales y milagros, no
creeréis de ningún modo.”
48. El sirviente del rey le dijo: “Señor, baja antes de que se
muera mi hijo.”
49. Jesús le dijo: “Ve con él, tu hijo vive.” El hombre creyó
en la palabra que Jesús le había dicho. “Así será, si tú lo
dices.” Y se puso en camino para volver a casa.
50. Pero, ya cuando estaba bajando, le salieron al encuen-
tro sus siervos, y le dijeron que su hijo vivía.
51. Él les preguntó entonces la hora en que su estado había
empezado a mejorar. A lo que ellos le respondieron: “Ayer
alrededor de la hora séptima le dejó la fiebre.”
52. El padre se percató entonces de que era la misma hora
en que Jesús le había dicho: “Tu hijo vive.” Y creyó él y
toda su familia.
53. Esta nueva señal, la segunda, la realizó Jesús cuando
volvió de Judea a Galilea.
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Capítulo 5
Curación de un enfermo en sabbat
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10. Por eso, los judíos empezaron a decir al que había sido
curado: “Es sabbat y no te está permitido llevar la camilla.”
11. Él les respondió: “El que me ha curado me ha dicho:
Toma tu camilla y anda.”
12. Ellos le preguntaron: “¿Quién es el hombre que te ha
dicho: Tómala y anda?”
13. Pero el hombre que había sido curado no sabía quien
era, pues Jesús había desaparecido, porque había una gran
muchedumbre en aquel lugar.
14. Más tarde, Jesús le encontró en el templo y le dijo:
“Mira, estás curado. No peques más, para que no te suceda
algo peor.”
15. El hombre se fue y dijo a los judíos que era Jesús quien
lo había curado.
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hacer nada por sí mismo, sino sólo aquello que ve hacer al
Padre. Pues lo que hace aquél, también lo hace el Hijo de
igual manera.
20. Porque el Padre quiere al Hijo y le muestra todo cuanto
él mismo hace. Y le mostrará obras aún mayores que éstas,
para que os maravilléis.
21. Porque, tal y como el Padre resucita a los muertos y les
da vida, así también el Hijo da vida a aquellos que quiere.
22. Porque el Padre no juzga absolutamente a nadie, sino
que ha entregado todo juicio al Hijo,
23. para que todos honren al Hijo. Aquel que no honra al
Hijo, no honra al Padre que lo ha enviado.
Igual al Padre
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28. y saldrán los que hayan hecho el bien para una resur-
rección de vida, y los que hayan hecho el mal, para una
resurrección a través del juicio.
29. Yo no puedo hacer absolutamente nada por mí mismo;
juzgo según lo que oigo; y mi juicio es justo, porque no
busco mi propia voluntad, sino la voluntad del que me ha
enviado.
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37. ni habita permanentemente su Palabra en vuestro
interior, porque no creéis precisamente a aquél que Él
os ha enviado.
38. Vosotros investigáis las escrituras, pues pensáis que, a
través de ellas, obtendréis la vida eterna; y precisamente
éstas son las que dan testimonio de mí.
39. Y, sin embargo, vosotros no queréis venir a mí para
tener vida.
40. Yo no recibo gloria de los hombres,
41. pero sé perfectamente que no tenéis en vosotros el amor
de Dios.
42. Yo he venido en nombre de mi Padre, pero no me
recibís; si otro viniera en su propio nombre, a ése le reci-
biríais.
43. ¿Cómo podéis creer vosotros, si aceptáis gloria los unos
de los otros, y no buscáis la gloria que viene del único
Dios?
44. No penséis que yo os voy a acusar delante del Padre.
Aquí hay alguien que os acusa, Moisés, en quien habéis
depositado vuestras esperanzas.
45. Pues, si en efecto creyerais a Moisés, me creeríais a mí,
porque él escribió sobre mí.
46. Pero si no creéis en sus escritos, ¿cómo vais a creer en
mis palabras?”
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Capítulo 6
La multiplicación de los panes
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31. Nuestros antepasados comieron el maná en el desierto
tal como está escrito: ‘Él les dio de comer pan del cielo’.”
32. Por consiguiente, Jesús les dijo: “En verdad, en verdad
os digo: No fue Moisés quien os dio el pan del cielo, es mi
Padre quien os da el verdadero pan del cielo.
33. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida
al mundo.”
34. Entonces, ellos le dijeron: “Señor, danos siempre de
este pan.”
35. Jesús les dijo: “Yo soy el pan de la vida. Aquél que
venga a mí no tendrá hambre y aquél crea en mí no tendrá
nunca sed.
36. Pero ya os he dicho: Vosotros incluso me habéis visto
y, a pesar de todo, no creéis.
37. Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí, y a aquél que
viene a mí, no le voy a echar fuera de ningún modo;
38. porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad,
sino la voluntad del que me ha enviado.
39. Y ésta es la voluntad del que me ha enviado: que no
pierda nada de todo lo que él me ha dado, sino que lo haga
resucitar el último día.
40. Porque ésta es la voluntad de mi Padre: que todo aquél
que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y yo le haré
resucitar el último día.”
41. Entonces, los judíos comenzaron a murmurar sobre
él, porque había dicho: “Yo soy el pan que ha bajado del
cielo”;
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42. y empezaron a decir: “¿No es éste Jesús, el hijo de José,
cuyo padre y madre conocemos? ¿Cómo es posible que
ahora diga: Yo he bajado del cielo?”
43. Jesús les respondió: “Dejad de murmurar entre vosotros.
44. Nadie puede venir a mí, a no ser que el Padre que me
ha enviado, lo atraiga; y yo le haré resucitar el último día.
45. Está escrito en los profetas: ‘Y todos serán enseñados
por Jehová’. Todo aquél que ha escuchado al Padre y ha
aprendido de Él, viene a mí.
46. No es que alguien haya visto al Padre, a excepción de
aquél ha venido de Dios, pues éste ha visto al Padre.
47. En verdad, en verdad os digo: Aquel que cree, tiene
vida eterna.
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53. Por eso Jesús les dijo: “En verdad, en verdad os digo:
Si no coméis el pan del Hijo del hombre y no bebéis
su vino, no tenéis vida en vosotros mismos.
54. Aquel que se alimenta de mi pan y bebe mi vino, tiene
vida eterna y yo le haré resucitar el último día.
55. Porque mi pan es comida verdadera y mi vino es bebida
verdadera.
56. Quien se alimenta de mí, permanece unido a mí y yo
unido a él.
57. Igual que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo
por el Padre, también aquél que se alimente de mí, vivirá
por mí.
58. Éste es el pan que ha bajado del cielo. No es como
entonces, cuando vuestros antepasados comieron y, no
obstante, murieron. Aquél que se alimente de este pan
vivirá para siempre.”
59. Con esto no se refería a su cuerpo, sino a la Comunión
del Amor de los maestros esenios, en la que Dios hace
fluir su amor en el pan y el vino, para que así, los hombres
puedan compartir juntos su amor manifiestamente.
60. Estas cosas las dijo cuando estaba enseñando en una
reunión pública en Cafarnaúm, sin embargo, aquellos que
no eran esenios no entendieron sus palabras.
61. Por eso, al oír esto, algunos de sus discípulos que
todavía no eran esenios dijeron: “Este discurso es escan-
daloso. ¿Quién puede oírlo?”
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62. Pero Jesús, que en su interior sabía que sus discípulos
estaban murmurando por ello, les dijo: “¿Esto os escandaliza?
63. ¿Y qué ocurrirá cuando veáis subir al Hijo del Hombre
donde estaba antes?
64. El espíritu es el que da vida; la carne no sirve para nada.
Las palabras que os he dicho son espíritu y son vida.
65. Pero entre vosotros hay algunos que no creen.” Porque
Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían
y quién era el que lo iba a entregar.
66. Así, pues, entonces añadió: “Por eso os he dicho:
Nadie puede venir a mí, a no ser que se lo haya concedido
el Padre.”
67. Por eso, muchos, de sus más de doscientos discípulos,
se volvieron hacia las cosas que habían dejado atrás y deja-
ron de ir con él.
68. Entonces, Jesús dijo a los Doce: “¿No querréis acaso
marcharos también vosotros?”
69. Simón (Pedro) le contestó: “Señor, ¿a quién vamos a ir?
Tú tienes palabras de vida eterna,
70. y nosotros hemos creído y reconocido que tú eres el
Santo de Dios.”
71. Jesús les respondió: “¿No os he elegido yo a vosotros,
los Doce? Y, sin embargo, uno de vosotros es un difamador.”
72. Estaba hablando, en efecto, de Judas, el hijo de Simón
Iscariote, porque éste iba a traicionarle, aunque era uno de
los Doce.
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Capítulo 7
Salida hacia la fiesta de los Tabernáculos
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11. Entonces, en la fiesta, los judíos empezaron a buscarle
y decían: “¿Dónde está ese hombre?”
12. Y entre la gente había muchos cuchicheos sobre él.
Unos decían: “Es un buen hombre.” Otros decían: “No lo
es, sino que engaña a las multitudes.”
13. Pero, evidentemente, nadie hablaba de él abiertamente
por temor a los judíos.
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21. Como respuesta Jesús les dijo: “He hecho una sola obra
y todos os maravilláis.
22. Por esta razón Moisés os dio la circuncisión –no que
ésta procediese de Moisés, sino de los antepasados– y
vosotros circuncidáis a un hombre en sabbat.
23. Si se circuncida a un hombre en sabbat, para no que-
brantar la Ley de Moisés, ¿cómo os enfadáis contra mí
porque he curado completamente a un hombre en sabbat?
24. Dejad de juzgar según la apariencia externa, y juzgad
con juicio justo.”
25. Entonces, algunos de los habitantes de Jerusalén
empezaron a decir: “¿No es ése el hombre a quien tratan
de matar?
26. Y, no obstante, mirad como habla abiertamente y
nadie le dice nada. ¿Tal vez los superiores han reconocido
de veras que éste es el Mesías?
27. Pero nosotros sabemos de dónde procede este hombre;
mientras que, cuando venga el Mesías nadie sabrá de dónde
procede.”
28. Entonces, al enseñar en el templo, Jesús gritó diciendo:
“Me conocéis a mí y también sabéis de dónde soy. Pero yo
no he venido por iniciativa propia, sino que el que me ha
enviado, existe verdaderamente, y vosotros no le conocéis.
29. Yo le conozco porque le represento y él es el que me
ha enviado.”
30. Por consiguiente, intentaron apresarle, pero nadie le
echó mano, porque todavía no había llegado su hora.
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En conflicto con las opiniones
Al término de la fiesta
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38. Aquél que crea en mí, tal y como ha dicho la Escritura,
de su más profundo interior fluirán ríos de agua viva.”
39. Sin embargo, esto lo dijo refiriéndose al Espíritu
que iban a recibir aquellos que creyesen en él. Porque el
Espíritu aún no estaba allí pues Jesús todavía no había
sido glorificado.
40. Algunos de entre la gente que habían oído estas palab-
ras, empezaron a decir entonces: “Éste es verdaderamente
el profeta.”
41. Otros decían: “Éste es el Mesías.” Otros replicaban:
“¡El Mesías nunca sería un maestro esenio!” Y algunos
decían: “¿Acaso no viene de Galilea el Mesías?
42. ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá de la
descendencia de David y de Belén, el pueblo de donde era
David?”
43. Entonces, se originó una disensión entre la multitud
por causa de él.
44. Algunos de ellos querían apresarle, pero nadie le echó
mano.
45. Por eso los guardias volvieron hacia donde estaban los
sumos sacerdotes y los fariseos, y éstos últimos les dijeron:
“¿Por qué no le habéis traído?”
46. Los guardias respondieron: “Jamás un hombre ha
hablado de esta forma.”
47. Por lo que los fariseos les replicaron: “¿No os habréis
dejado embaucar también vosotros?
48. ¿Acaso hay algún superior o algún fariseo que crea en él?
49. Pero, esa gente que no conoce la Ley, es gente maldita.”
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50. Nicodemo, el que anteriormente había ido con él y que
era uno de ellos, les dijo:
51. “¿Acaso nuestra Ley juzga a un hombre sin haberle oído
antes y sin haber examinado lo que hace?”
52. Ellos le respondieron: “¿Tal vez tú también eres de
Galilea? Indaga y verás que de Galilea no ha salido ningún
profeta.”
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Capítulo 8
La luz del mundo
79
Los pecados de la incredulidad
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Libre en verdad
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30. Vosotros no hacéis las obras de vuestro padre.” Ellos le
dijeron: “No hemos nacido de la prostitución; tenemos un
Padre, Dios.”
31. Jesús les respondió: “Si Dios fuese vuestro Padre, me
amaríais a mí, porque yo he salido de Dios y estoy aquí.
Y tampoco no he venido por iniciativa propia, sino que él
me ha enviado.
32. ¿Por qué no comprendéis lo que digo? Porque no
podéis hacer caso a mi Palabra.
33. Vosotros sois de vuestro padre, el diablo, y deseáis obrar
según las aspiraciones de vuestro padre. Él era un asesino
al empezar y no se mantuvo firme en la verdad, porque no
hay verdad en él. Cuando dice la mentira, lo hace conforme
a su propia predisposición, porque es mentiroso y padre de
la mentira.
34. Y como yo, en cambio, os digo la verdad, no me creéis.
35. ¿Quién de vosotros me declara culpable de pecado?
¿Por qué no me creéis si digo la verdad?
36. Aquél que es de Dios, escucha las palabras de Dios.
Pero vosotros no escucháis, porque no sois de Dios.”
37. Los judíos le respondieron: “¿No decimos con razón:
Tú eres un samaritano y tienes un demonio?”
38. Jesús respondió: “Yo no tengo un demonio, sino que
honro a mi Padre, y vosotros me deshonráis a mí.
39. Pero yo no busco gloria para mí; pues hay Uno que
busca y juzga.
40. En verdad, en verdad os digo: Si alguien se atiene a mi
Palabra, jamás verá la muerte.”
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41. Los judíos le dijeron: “Ahora sabemos que tienes un
demonio. Abraham ha muerto, y también los profetas;
pero tú dices: Si alguien se atiene a mi palabra, jamás
probará la muerte.
42. ¿Acaso tú eres más grande que nuestro padre Abraham,
que ha muerto? También los profetas han muerto. ¿Quién
te crees que eres?”
43. Jesús respondió: “Si yo me glorifico a mí mismo, mi
gloria no es nada. Es mi Padre quien me glorifica, Él, de
quien vosotros decís que es vuestro Dios,
44. y sin embargo, no le habéis reconocido. Yo sí le conoz-
co. Y si dijera: ‘No le conozco’ sería un mentiroso como
vosotros. Pero yo le conozco y me atengo a su Palabra.
45. Abraham, vuestro padre, se regocijó con la esperanza de
ver mi Día, lo vio y se alegró.”
46. Entonces, los judíos le dijeron: “¿Aún no tienes cuarenta
años y, no obstante, has visto a Abraham?”
47. Jesús les respondió: “En verdad, en verdad os digo:
Antes de que Abraham existiera, yo ya he sido.”
48. Entonces ellos recogieron piedras para tirárselas; pero
Jesús se ocultó y salió del Templo.
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Capítulo 9
Curación de un ciego de nacimiento
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11. Él respondió: “Ese hombre que se llama Jesús, hizo una
masa de barro, me unto los ojos con ella y me dijo: ‘Ve a
Siloé y lávate’. Y fui allí, me lavé y recobré la vista.”
12. Después ellos le dijeron: “¿Dónde está ese hombre?” Él
respondió: “No lo sé.”
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20. Entonces sus padres respondieron: “Sabemos que este
es nuestro hijo y que nació ciego.
21. Pero no sabemos cómo es que ve ahora, ni tampoco
sabemos quién le ha abierto los ojos. Preguntadle a él. Es
mayor de edad. Puede hablar por sí mismo.”
22. Eso fue lo que dijeron sus padres, porque tenían miedo
de los judíos, pues los judíos ya se habían puesto de acuerdo
en que si alguien le reconocía como el Mesías, sería expuls-
ado de la sinagoga.
23. Por eso dijeron sus padres: “Es mayor de edad. Preg-
untadle a él.”
24. Entonces, llamaron por segunda vez al hombre que
había sido ciego y le dijeron: “Da gloria a Dios. Nosotros
sabemos que este hombre es un pecador.”
25. Por su parte él respondió: “Yo no sé si es un pecador.
Lo único que sé es que yo antes era ciego y ahora veo.”
26. Entonces, ellos le dijeron: “¿Qué te ha hecho? ¿Cómo
te ha abierto los ojos?”
27. Él les respondió: “Ya os lo he dicho y, sin embargo, no me
habéis escuchado. ¿Por qué queréis oírlo otra vez? ¿Acaso
también vosotros queréis convertiros en sus discípulos?”
28. En consecuencia, le injuriaron y le dijeron: “Tú eres
discípulo de ese hombre, pero nosotros somos discípulos
de Moisés.
29. Sabemos que Dios habló a Moisés; pero ése no sabemos
de dónde es.”
30. El hombre les respondió: “Es ciertamente muy extraño
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que vosotros no sepáis de dónde es, y sin embargo, él ha
abierto mis ojos.
31. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero si
alguien es temeroso de Dios y cumple su voluntad, a ése le
escucha.
32. Desde hace mucho tiempo, jamás se ha oído decir que
alguien haya abierto los ojos a un ciego de nacimiento.
33. Si este hombre no viniera de Dios, tampoco podría
hacer nada.”
34. Ellos le respondieron diciendo: “Has nacido comple-
tamente en pecado y, a pesar de todo, ¿nos das lecciones a
nosotros?” Y le echaron fuera.
La fe del curado
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40. Algunos de los fariseos que estaban con él oyeron esto
y le dijeron: “¿Acaso
nosotros también somos ciegos?”
41. Jesús les respondió: “Si fuerais ciegos, no tendríais
pecado alguno. No obstante, ahora decís: ‘Vemos’. Y vue-
stro pecado permanece.”
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Capítulo 10
El pastor perfecto
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12. El jornalero, que no es pastor, a quien no pertenecen
las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye –y
el lobo hace presa en ellas y las dispersa–,
13. porque es un jornalero y no le importan las ovejas.
14. Yo soy el pastor perfecto, conozco a mis ovejas y mis
ovejas me conocen a mí,
15. igual como me conoce el Padre y yo conozco al Padre;
y entrego mi alma por las ovejas.
16. Y tengo otras ovejas, que no son de este redil; también
a ésas las tengo que guiar y escucharán mi voz; y se conver-
tirán en un solo rebaño bajo un solo pastor.
17. Por eso me ama el Padre, porque entrego mi alma, para
recibirla de nuevo.
18. Nadie me la ha quitado, sino que la entrego por vo-
luntad propia. Tengo poder para entregarla y poder para
recibirla de nuevo. Ese mandamiento lo he recibido de mi
Padre.”
19. Otra vez se produjo una disensión entre los judíos a
causa de estas palabras.
20. Muchos de ellos decían: “Tiene un demonio y está
loco. ¿Por qué le escucháis?”
21. Y otros decían: “Éstas no son las palabras de un hombre
endemoniado. ¿O acaso un demonio puede abrir los ojos
de los ciegos?”
101
Testimonio propio en la fiesta de la Iniciación
103
34. Jesús les respondió: “¿No está escrito en vuestra Ley:
‘Yo he dicho: Sois dioses’?
35. Si llamó dioses a aquellos a quienes fue enviada la Pala-
bra Dios, y la Escritura no puede ser derogada,
36. ¿cómo me decís a mí, aquel a quien el Padre ha
santificado y enviado al mundo: ‘tú blasfemas’, porque
yo he dicho: ‘soy el Hijo de mi Padre’?
37. Si no hago las obras de mi Padre, entonces, no me
creáis.
38. Pero si las hago, aunque no me creáis a mí, entonces,
creed en las obras, para así comprender y reconocer ulteri-
ormente que el Padre está en comunión conmigo y yo estoy
en comunión con el Padre.”
39. De ahí que intentaran apresarle otra vez; pero él ya se
había puesto fuera de su alcance.
40. Entonces, se marchó de nuevo al otro lado del Jordán,
al lugar donde Juan había estado bautizando al principio y
se quedó allí.
41. Y muchos fueron a él y empezaron a decir: “Es cierto
que Juan no realizó ni una sola señal,
42. pero todo lo que dijo Juan de este hombre, ha sido
verdad.” Y muchos allí creyeron en él.
105
Capítulo 11
Muerte de Lázaro
107
10. Pero si uno anda de noche, tropieza en algún lugar,
porque la luz no está en él.“
11. Les dijo estas cosas y después añadió: “Nuestro amigo
Lázaro se ha retirado a descansar, pero iré hasta allí para
despertarle del sueño.“
12. De ahí que los discípulos le dijeran: “Señor, si se ha
retirado a descansar, se curará.“
13. Sin embargo, Jesús estaba hablando de su muerte. Pero
ellos creyeron que hablaba del descanso del sueño.
14. Entonces Jesús les dijo abiertamente: “Lázaro ha muerto,
15. y me alegro por vosotros de no haber estado allí, para
que creáis. Pero vayamos con él.“
16. Por eso, Tomás, al que llamaban ‘el Mellizo’, dijo a los
otros discípulos: “Vayamos también nosotros para morir
con el Maestro.”
Jesús en Betania
109
20. Cuando Marta oyó que venía Jesús, salió a su encuen-
tro; no obstante, María se quedó sentada en casa.
21. Por eso Marta dijo a Jesús: “Señor, si hubieras estado
aquí, mi hermano no habría muerto.
22. Y, sin embargo, ahora sé que todo cuanto le pidas a
Dios, Dios te lo concederá.”
23. Jesús le dijo: “Tu hermano resucitará.”
24. Marta le respondió: “Sé que resucitará en la resurrec-
ción, el último día.”
25. Jesús le dijo: “Yo soy la resurrección y la vida. Aquél
que crea en mí, volverá a la vida, aunque muera;
26. y todo aquél que viva y crea en mí, no morirá jamás.
¿Crees esto?”
27. Ella le respondió: “Sí, Señor, siempre he creído que eres
el Cristo, el Hijo de Dios, que ha venido al mundo.”
28. Y, dicho esto, fue a llamar a su hermana María y le dijo
en secreto: “El Maestro está aquí y quiere verte.”
29. En cuanto ella lo oyó, se levantó rápidamente y salio a
su encuentro.
30. En realidad, Jesús aún no había llegado al pueblo,
sino que todavía seguía en el lugar donde Marta lo había
encontrado.
31. Entretanto los judíos que estaban con ella en casa
consolándola, al ver que María se levantaba rápidamente y
salía, la siguieron, pues pensaron que iba al sepulcro para
llorar allí.
32. Y cuando luego María llegó al lugar donde estaba Jesús
y le vio, cayó a sus pies y le dijo: “Señor, si hubieses estado
aquí, mi hermano no habría muerto.”
111
Resurrección del difunto
115
desierto, a una ciudad llamada Efraím y allí se quedó con
sus discípulos.
55. Entretanto, se estaba acercando la Pascua de los judíos
y, antes de la Pascua, mucha gente del país subía a Jerusalén
para purificarse ceremonialmente.
56. Entonces, buscaban a Jesús, y mientras se encontraban
en el Templo se decían unos a otros: “¿Qué os parece? ¿Qué
no vendrá a la fiesta?”
57. Los sumos sacerdotes y los fariseos habían dado
órdenes de que, si alguien llegaba a saber dónde estaba,
lo denunciara para poder detenerle.
117
Capítulo 12
Unción de Jesús en Betania
119
9. Por eso dijo Jesús: “Dejadla, para que termine con esta
práctica considerando el día de mi entierro y no de mi
coronación.
10. Porque pobres siempre tendréis entre vosotros, pero a
mí no siempre me tendréis.”
11. Un gran número de judíos supieron que Jesús estaba
allí y que había sido ungido rey, y fueron, no sólo por Jesús,
sino también por ver a Lázaro, a quien había resucitado de
entre los muertos.
12. Los sumos sacerdotes entonces decidieron matar tam-
bién a Lázaro,
13. porque a causa de él muchos judíos iban allí y creían
en Jesús.
Entrada en Jerusalén
121
18. Sus discípulos no se fijaron en todas estas cosas de
momento, pero cuando Jesús fue glorificado, se acordaron
de lo que estaba escrito sobre él y de que le habían hecho
estas cosas.
19. Así pues, la gente, que estaba con él cuando llamó a
Lázaro del sepulcro y le resucitó de entre los muertos, daba
testimonio de ello sin cesar.
20. Por eso la gente también salió a su encuentro, porque
habían oído que él había realizado esta señal.
21. Entonces los fariseos dijeron entre sí: “¿Veis cómo no
podéis conseguir nada? ¿Veis? El mundo se ha ido tras él.”
123
Capítulo 13
El lavatorio de pies
125
10. Jesús le dijo: “Aquel que se ha bañado, no necesita
más que dejarse lavar los pies, pues está del todo limpio.
Y vosotros estáis limpios, aunque no todos.“
11. Él sabía quien era el hombre que le iba a delatar. Por
eso dijo: “No todos vosotros estáis limpios.“
12. Entretanto, cuando les hubo lavado los pies y se hubo
puesto otra vez sus vestiduras, se sentó a la mesa y les dijo:
“¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?
13. Vosotros me llamáis Maestro y Señor, y lo decís con
razón, porque lo soy.
14. Pues, bien, si ahora yo os he lavado los pies, aunque soy
Maestro y Señor, también vosotros tenéis la obligación de
lavaros los pies los unos a los otros.
15. Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros
hagáis como yo he hecho con vosotros.
16. En verdad, en verdad os digo: El esclavo no es más
grande que su Señor. ni es más grande el enviado que
aquel que le ha enviado. No es más grande el esclavo que
su Señor, ni es más grande el enviado que aquel que le ha
enviado.
17. Si hacéis estas cosas, dichosos seréis si podéis cum-
plirlas:
18. No me refiero a todos vosotros; conozco a aquellos a
los que he elegido. Pero ha de ocurrir para que se cumpla la
Escritura: ‘Aquél que solía comer mi pan, ha alzado contra
mí su talón’.
19. Os lo digo desde este momento, antes de que suceda,
para que, cuando suceda, creáis que soy yo.
127
20. En verdad, en verdad os digo: Quien acoge al que yo
envío, también me acoge a mí. Y quien me acoge a mí,
también acoge a aquel que me ha enviado.”
Judas, el traidor
129
30. En cuanto él hubo tomado el bocado, salió rápidamente.
Y era de noche.
De la inminente despedida
131
Capítulo 14
Del camino, la verdad y la vida
133
10. ¿No crees que yo estoy en comunión con el Padre y
que el Padre está en comunión conmigo? Las cosas que os
digo, no las digo por mí mismo; es el Padre que está en
comunión conmigo el que realiza las obras.
11. Creedme, yo estoy en comunión con el Padre y el
Padre está en comunión conmigo. Al menos, creedlo por
las obras mismas.
12. En verdad, en verdad os digo: Aquel que crea en mí,
también hará las obras que yo hago; y hará obras aún
mayores que éstas, porque yo voy al Padre.
13. Y todo aquello que pidáis en mi nombre, yo lo haré,
para que el Padre sea glorificado junto con el Hijo.
135
19. Ese día reconoceréis que yo estoy en comunión con mi
Padre, que vosotros estáis en comunión conmigo y que yo
estoy en comunión con vosotros.
20. Aquel que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es
el que me ama. Pero aquel que me ame, será amado por mi
Padre, y yo le amaré y me manifestaré a él claramente.”
21. El otro Judas, no el Iscariote, le dijo: “Señor, ¿qué
ha ocurrido para que quieras manifestarte claramente a
nosotros y no al mundo?”
22. Jesús le respondió: “Si alguien me ama, guardará mi
Palabra y mi Padre le amará y vendremos a él y haremos
morada en él.
23. Aquel que no me ama no guarda mis palabras; y la
palabra que escucháis no es mía, sino del Padre que me ha
enviado.
24. Os he dicho estas cosas estando entre vosotros.
25. Pero el ayudante, el Espíritu Santo, que el Padre en-
viará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará
todas las cosas que yo os he dicho.
26. Os dejo la paz, os doy mi paz. No os la doy como la da el
mundo. Que vuestro corazón no se turbe ni se acobarde.
27. Habéis oído que os he dicho: Me voy y volveré a voso-
tros. Si me amarais, os alegraríais de que me fuera al Padre,
porque el Padre es más grande que yo.
28. Así pues, os lo he dicho ahora, antes de que suceda,
para que cuando suceda creáis.
137
29. Ya no hablaré mucho más con vosotros, porque llega el
Soberano del mundo. Y él no tiene poder sobre mí,
30. pero, para que el mundo sepa que amo al Padre, obro
según el Padre me ha ordenado. Levantaos y vayámonos
de aquí.
139
Capítulo 15
Sobre la vid verdadera
141
¡Amaos los unos a los otros!
143
Sobre el odio del mundo
147
9. en primer lugar, porque no creen en mí;
10. después, en lo referente a la justicia, porque me voy al
Padre y no me veréis más;
11. y luego, en lo referente al juicio, porque el Soberano de
este mundo ha sido juzgado.
12. Tengo mucho todavía que deciros, pero ahora no
podéis soportarlo.
13. Sin embargo, cuando el Espíritu de la Verdad haya
venido, os guiará hasta la verdad completa, pues no hab-
lará por iniciativa propia, sino que hablará lo que oiga y os
anunciará las cosas que han de venir.
14. Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo
anunciará a vosotros.
15. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso, he dicho
que recibiría de lo mío y os lo anunciaría a vosotros.
149
Dentro de poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me
veréis de nuevo?
20. En verdad, en verdad os digo: lloraréis y os lamentaré-
is, y el mundo se alegrará. Estaréis afligidos, pero vuestra
aflicción se convertirá en gozo.
21. La mujer, cuando va a dar a luz, está afligida porque ha
llegado su hora; pero cuando ha dado a luz al niño, ya no
se acuerda de los sufrimientos, por el gozo de haber traído
un hijo al mundo.
22. De igual manera, vosotros también estáis afligidos
ahora; pero volveré a veros y vuestro corazón se alegrará, y
vuestra alegría, nadie os la podrá quitar.
23. Y ese día no me preguntaréis nada. En verdad, en ver-
dad os digo: Si le pedís algo al Padre, os lo dará en mi
nombre.
24. Hasta el momento presente nada le habéis pedido en
mi nombre. Pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea
colmado.
Perspectiva y despedida
151
27. Pues el Padre mismo os quiere, porque me habéis que-
rido a mí, y porque vosotros habéis creído que he salido del
Padre y le represento.
28. He salido del Padre y he venido al mundo. Ahora dejo
de nuevo el mundo y voy al Padre.”
29. Sus discípulos dijeron: “Mira, ahora sí que hablas claro
y no empleas parábola alguna.
30. Ahora sabemos que lo sabes todo y no es necesario
que nadie te pregunte. Por eso creemos que has salido de
Dios.”
31. Jesús les respondió: “¿Ahora creéis?
32. Mirad, se acerca la hora, ya ha llegado la hora, en la que
os dispersaréis cada cual a su propia casa y me dejaréis solo.
Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo.
33. Os he dicho estas cosas, para que tengáis paz a través de
mí. En el mundo tendréis tribulaciones, pero ¡tened valor!
Yo he vencido al mundo.”
153
Capítulo 17
La oración del Hijo
155
9. Ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por aquel-
los que tú me has dado, porque son tuyos.
10. Y todo lo que es mío, es tuyo, y lo que es tuyo, es mío,
y he sido glorificado entre ellos.
11. Además, yo ya no voy a estar en el mundo, pero ellos
sí están en el mundo, y yo voy a ti. Padre Santo, vela en tu
nombre por los que me has dado, para que sean uno, así
como nosotros lo somos.
12. Cuando yo estaba con ellos, solía cuidar en tu nombre
a los que me has dado. He velado por ellos y ninguno de
ellos ha sido destruido, salvo el hijo de la destrucción, para
que se cumpliera la palabra escrita.
13. Pero ahora voy a ti, y digo estas cosas en el mundo para
que tengan en sí mismos mi alegría plenamente colmada.
14. Yo les he dado tu Palabra, y el mundo los ha odiado,
porque no son parte del mundo, así como yo tampoco soy
parte del mundo.
15. No te pido que los retires del mundo, sino que los
guardes de aquél que es el Maligno.
16. Ellos no son parte del mundo, así como yo tampoco
soy parte del mundo.
17. Santifícalos a través de la verdad; tu Palabra es verdad.
18. Igual como tú me has enviado al mundo, así también
los he enviado yo al mundo.
19. Y yo me santifico por ellos, para que ellos también sean
santificados a través de la verdad.
157
20. No ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que
creerán en mí a través de su palabra,
21. para que todos sean uno. Así como tú, Padre, estás en
comunión conmigo y yo estoy en comunión contigo, que
ellos también estén en comunión con
nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.
22. Yo también les he dado la gloria que tú me has dado,
para que sean uno, así como nosotros somos uno,
23. yo en comunión con ellos y tú en comunión conmigo,
para que se hagan uno perfecto y el mundo llegue a saber
que tú me has enviado y que los has amado a ellos, tal y
como me has amado a mí.
24. Padre, respecto a lo que tú me has dado, deseo que
donde yo esté, también ellos estén conmigo para que
contemplen mi gloria, la que tú me has dado, porque me
has amado antes de la creación del mundo.
25. Padre justo, el mundo no te ha reconocido realmente;
pero yo te he reconocido y éstos han reconocido que tú me
has enviado.
26. Y yo les he dado a conocer tu Nombre y lo seguiré dan-
do a conocer, para que el amor con que tú me has amado
esté en ellos y yo esté en comunión con ellos.“
159
Capítulo 18
Prendimiento de Jesús
161
esclavo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. El
nombre del tribuno era Malco.
11. Pero Jesús dijo a Pedro: “Mete de nuevo tu espada en
su vaina. ¿No tengo que beber de la copa que mi Padre me
ha dado cueste lo que cueste?”
12. Recogió la oreja y se la puso al tribuno en su sitio, y ésta
enseguida se adhirió de nuevo.
13. Entonces, el temor se apoderó de todos ellos y ninguno
osaba echar mano de Jesús.
14. Pero éste le dijo al tribuno: “Mira, yo te he hecho un
bien. Hazme ahora tú también un bien cumpliendo con
tu obligación.” Y Jesús le tendió las manos al tribuno para
que se las atara.
163
conocido del Sumo Sacerdote y entró con Jesús en el atrio
del Sumo Sacerdote,
19. mientras Pedro se quedaba fuera, junto a la puerta.
Entonces, salió Matías, el conocido del Sumo Sacerdote, y
habló con la portera e hizo pasar a Pedro.
20. Entonces la sierva, la portera dijo a Pedro: “¿No eres
tú también uno de los discípulos de ese hombre?” Él dijo:
“No lo soy.”
21. Entretanto, los guardias del templo y los siervos
estaban por ahí y tenían
unas brasas encendidas, porque hacía frío, y se estaban
calentando. También Pedro estaba con ellos calentándose.
22. El Sumo Sacerdote interrogó entonces a Jesús sobre sus
discípulos y sobre su doctrina.
23. Jesús le respondió: “He hablado abiertamente al
mundo. He enseñado siempre en la sinagoga y en el
Templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he habla-
do nada a escondidas.
24. ¿Por qué me preguntas? Pregunta a aquellos que han
oído lo que les he hablado. Mira, ellos saben lo que he
dicho.”
25. Apenas hubo dicho estas cosas, uno de los guardias que
estaban allí, dio una bofetada a Jesús diciendo: “¿Así con-
testas al Sumo Sacerdote?”
26. Jesús le respondió: “Si he hablado mal, da testimonio
del agravio, pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?”
27. Anás entonces le envió atado a Caifás, el Sumo Sacerdote.
28. Mientras, Simón (Pedro) estaba allí calentándose. Y le
165
dijeron: “¿No eres tú también uno de sus discípulos?“ Él lo
negó diciendo: “No lo soy.”
29. Uno de los guardias del Templo del Sumo Sacerdote,
que era un pariente de aquél a quien Pedro había cortado
la oreja, le dijo: “¿No te vi yo en el huerto con él?”
30. Mas Pedro lo negó de nuevo, y al instante cantó un
gallo.
31. Entonces, Simón (Pedro) se avergonzó hasta lo más
profundo de su alma, porque recordó las palabras de su
Maestro.
Entrega a Pilato
167
36. Así se cumpliría la palabra que había dicho Jesús cuan-
do indicó de qué muerte iba a morir.
171
Capítulo 19
Azotamiento y escarnio
En la prisión
173
7. Entretanto, Jesús permanecía en la prisión romana tal y
como ordenaba la ley, pero Pilato le proporcionaba todas
las comodidades dignas de un rey.
8. Cada día, Jesús recibía visita de sus hermanas y herma-
nos esenios. También iban a visitarlo su madre, sus herma-
nos, su mujer María y su hija Galicia, pues se había casado
de nuevo hacía unos años.
9. A los dieciocho años, Jesús conoció a Miriam y se casó
con ella. Pero, al cabo de siete años, Dios se llevó de su lado
a Miriam, con quien no tuvo hijos, para que él pudiera
aceptar su tarea.
10. Cuando, al pronunciar un sermón, el hermano de Jesús
fue apedreado por los enojados judíos, María de Magdala
se quedó viuda y sin hijos.
11. Tal y como dictaba la ley, Jesús tomó a María por espo-
sa y con ella engendró a su hija, a la cual ambos llamaban
Galicia, porque está escrito: “Si muere un hermano y deja
a una mujer sola tras de sí, aquel hermano que esté soltero
deberá contraer matrimonio con ella.”
177
la cruz, porque yo no encuentro ninguna culpa en él.”
23. Los judíos le respondieron: “Nosotros tenemos una ley,
y según esa ley, debe morir, porque se ha hecho a sí mismo
Hijo de Dios.”
24. Al oír esta palabra Pilato temió por Jesús;
25. y volvió a entrar en el pretorio del prefecto y dijo a
Jesús: “¿Qué debo hacer?” Pero Jesús no le dio respuesta.
26. Entonces, Pilato le dijo: “¿No me hablas?”
27. Jesús le respondió: “No tendrías ningún poder sobre
mí, si mi Padre no te lo hubiera concedido desde arriba.
Por eso, aquel que me ha entregado a ti, tiene mayor culpa.
Cumple con tu deber, tal y como quiere mi Padre.”
28. Por ese motivo, Pilato siguió buscando la forma de
dejarle en libertad. Pero los judíos gritaban diciendo: “Si
sueltas a ese hombre, no eres amigo del César. Todo aquel
que se hace rey a sí mismo, está en contra del César.”
29. Tras haber oído estas palabras, Pilato hizo salir a Jesús y
se sentó en el tribunal en el lugar que llaman “el Enlosado‘,
en hebreo “Gabbatha.”
30. Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia la hora
sexta. Y él dijo a los judíos: “¡Aquí tenéis a vuestro rey!”
31. Pero ellos gritaron: “¡Fuera, fuera! ¡A la cruz con él!”
Pilato les dijo: “¿Debo crucificar a vuestro rey?” Los su-
mos sacerdotes replicaron: “No tenemos más rey que el
César.”
179
Crucifixión
181
41. Muchos de los judíos leyeron esta inscripción, porque
el lugar donde Jesús había sido colgado en la cruz, se hall-
aba cerca de la ciudad, y estaba escrita en hebreo, en latín
y en griego.
42. Sin embargo, los sumos sacerdotes de los judíos fueron
a Pilato y le dijeron: “No escribas: El Rey de los judíos, sino
que éste ha dicho: ‘Yo soy el Rey de los judíos’.”
43. Pilato respondió: “Lo que he escrito, lo he escrito yo.
Porque es la verdad.”
44. Entretanto, cuando los guardias del Templo hubieron
clavado a Jesús en el poste de la cruz, tomaron sus vestidu-
ras externas e hicieron cuatro lotes, un lote para cada uno,
y la túnica interior. La túnica no tenía costura, pues estaba
tejida de una sola pieza de arriba a abajo.
45. Por eso se dijeron entre ellos: “No la rompamos, sino
juguémonosla a los dados a ver a quién le toca.” Esto ocur-
rió para que se cumpliera la Escritura: “Se han repartido
mis vestidos entre ellos, y se han jugado mi túnica a los
dados.” Y esto es realmente lo que hicieron los soldados.
46. Junto a la cruz de Jesús se encontraban su madre y la
hermana de su madre, María, la mujer de Clopás, su mujer
María de Magdala con su hija Galicia y Juan, su discípulo
predilecto.
47. Cuando Jesús vio a su madre y, junto a ella, al discípulo a
quien amaba, dijo a su madre: “¡Mujer, ahí tienes a tu hijo!”
48. Luego le dijo a su discípulo: “¡Ahí tienes a tu madre!” Y
desde aquella hora el discípulo la acogió en su propia casa.
49. Entonces dijo Jesús: “Mujer, sal de este lugar con nu-
183
estra hija, porque ella todavía no entiende la voluntad del
Padre.” Pero Galicia pensaba que su padre hablaba sobre sí
mismo y lloraba, pues le amaba.
“¡Todo se ha cumplido!”
185
asfixia y al instante salió sangre y agua.
57. El que lo vio, lo atestigua y su testimonio es verdadero, y
él sabe que dice la verdad, para que también vosotros creáis.
58. Y todas estas cosas sucedieron para que se cumpliera la
Escritura: “No se le quebrará ningún hueso.”
59. Y también otra Escritura dice: “Alzarán su mirada hacia
el que atravesaron.”
Sepultura de Jesús
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Capítulo 20
El sepulcro vacío
189
Jesús se muestra a María Magdalena
191
Jesús se muestra a los discípulos
193
radas, Jesús se presentó entre ellos, se situó en el centro y
dijo: “La paz sea con vosotros.”
27. Luego dijo a Tomás: “Acerca aquí tu dedo y mira mis
manos, coge tu mano y métela en mi costado, y no seas
incrédulo, sino creyente.”
28. Como respuesta Tomás exclamó: “¡Mi Señor y mi Dios!”
29. Jesús le dijo: “¿Porque me has visto, has creído? Dicho-
sos aquellos que no han visto y han creído.”
30. Sin duda alguna, Jesús realizó también en presencia de
los discípulos otras muchas señales que no están escritas en
este libro.
31. Pero éstas han sido escritas para que creáis que Jesús, el
Cristo, es el Hijo de Dios, y para que vosotros tengáis vida
en su Nombre, porque creéis.
195
Capítulo 21
A orillas del mar de Tiberíades
197
lejos de tierra, sino solamente a unos noventa metros.
9. Nada más saltar a tierra, vieron preparadas allí unas bra-
sas y pescado sobre ellas y pan.
10. Jesús les dijo: “Traed algunos de los peces que acabáis
de pescar.”
11. Simón (Pedro) subió a bordo y sacó la red a tierra, lle-
na de peces grandes, ciento cincuenta y tres. Y aún siendo
tantos, la red no se rompió.
12. Jesús les dijo: “Venid y comed.” Ninguno de los
discípulos se atrevía a preguntarle: “¿Quién eres?” Porque
sabían que era el Señor.
13. Jesús vino, cogió el pan y se lo dio a ellos, y de igual
modo el pescado.
14. Esta fue entonces la tercera vez que Jesús se mostró a los
discípulos, tras haber resucitado entre los muertos.
15. Después de haber comido, Jesús dijo a Simón (Pedro):
“Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?” Él le re-
spondió: “Sí, Señor, tú sabes que te quiero.” Jesús le dijo:
“Apacienta a mis corderos.”
16. Volvió a decirle por segunda vez: “Simón, hijo de Juan,
¿me amas?” Él le dijo: “Sí, Señor, tú sabes que te quiero.”
Jesús le dijo: “Cuida de mis ovejas.”
17. Entonces, le dijo por tercera vez: “Simón, hijo de Juan,
¿me quieres?” Simón (Pedro) se entristeció de que le preg-
untara por tercera vez: “¿Me quieres?” Y, por consiguiente,
le respondió: “Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quie-
ro.” Jesús le dijo: “Apacienta a mis ovejas.”
199
18. En verdad, en verdad te digo: Cuando eras más joven,
solías ceñirte tú mismo e ibas adónde querías. Pero cuando
llegues a viejo, extenderás tus manos, y otro te ceñirá y te
llevará adonde tú no quieras.”
19. Esto lo dijo para indicar la clase de muerte con que iba a
glorificar a Dios. Tras haber dicho esto, añadió: “Sígueme.”
20. Cuando Pedro se volvió, vio que les seguía el discípulo,
al que Jesús amaba, el mismo que durante la cena se había
recostado sobre su pecho y había dicho: “¿Señor, quién es
el que te va a traicionar?”
21. Por eso al verle, le dijo Pedro a Jesús: “Señor, ¿y éste
que hará?”
22. Jesús le dijo: “Si es mi voluntad que él se quede hasta
que yo vuelva, ¿qué te importa? Tú, sígueme.”
23. Corrió, pues, entre los hermanos la voz de que aquel
discípulo no moriría. Sin embargo, Jesús no había dicho
que él no moriría sino: “Si es mi voluntad que él se quede
hasta que yo vuelva, ¿qué te importa?”
24. Hay además otras muchas cosas que hizo Jesús. Si,
alguna vez, éstas se describieran con todos sus detalles, su-
pongo que ni el mismo mundo bastaría para contener los
libros que se escribieran.
201
El presente evangelio fue escrito por F. E. Eckard Strohm y
está basado en el evangelio de San Juan (Juan – el discípulo
predilecto de Jesús). Como los príncipes de la iglesia
sometieron los evangelios a alguna “limpieza” basándose
en su gusto, sus propias ideas y sus antojos, este evangelio
se ha completado de nuevo –utilizando antiguas fuentes ya
existentes, escritas en arameo, en griego antiguo y tambi-
én textos apócrifos– para, así, hacer accesible de nuevo el
contenido del texto original en su forma inicial.
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se congregan fieles de todas las religiones que gustan de
compartir una comprensión común de Dios. Practicamos
la Misa viva en la forma cristiana más cercana a la origi-
nal. En nuestra vida cotidiana comprendemos que todos
formamos parte de una única gran familia humana, y
entendemos que el ser humano es una parte de Dios.
Honramos y respetamos a Dios en todas sus criaturas, y en
todas sus obras. Puesto que somos una iglesia ecuménica,
estamos en contra del proselitismo.
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