en una colmena muy contenta del una abeja que lindo día. no quería trabajar, Zumbaba muerta de es decir, recorría gusto de flor los árboles uno en flor, entraba por uno para en la colmena, tomar el jugo volvía a salir, de las flores; y así se lo pasaba pero en vez todo el día mientras de conservarlo para las otras abejas convertirlo en miel, se mataban trabajando se lo tomaba para llenar la colmena del todo. de miel, Era, pues, porque la miel una abeja haragana. es el alimento de Todas las mañanas las abejas recién nacidas. apenas el sol calentaba el aire, la abejita se asomaba a la puerta de la colmena, veía que hacía buen tiempo, se peinaba con las patas, como hacen las moscas, y echaba entonces
Extractos del libro de Horacio Quiroga: Cuentos de la selva
Textos película mental
El loro pelado Un día un hombre
Había una vez bajó de un tiro una bandada de a un loro centinela, loros que vivía el que cayó herido en el monte. y peleó un buen rato De mañana temprano antes de dejarse agarrar. iban a comer El peón lo Llevó choclos a la chacra, a la casa, para los hijos y de tarde comían naranjas. del patrón; los chicos Hacían gran barullo lo curaron porque no con sus gritos, tenía más que un ala rota. y tenían siempre El loro se curó un loro de centinela muy bien, y se en los árboles más altos, amansó completamente. para ver si venía alguien. Se Llamaba Pedrito. Los loros son Aprendió a dar la pata; tan dañinos como le gustaba estar la langosta, porque en el hombro de abren los choclos las personas y les para picotearlos, hacía cosquillas los cuales, después en la oreja. se pudren con la Lluvia. Y como al mismo tiempo los loros son ricos para comerlos guisados, los peones los cazaban a tiros.
Extractos del libro de Horacio Quiroga: Cuentos de la selva
Textos película mental
Las medias de los flamencos les gritaban haciéndoles burla.
Cierta vez las víboras Las ranas se habían dieron un gran baile. perfumado todo el cuerpo, Invitaron a las ranas y caminaban en dos pies. y a los sapos, Además, cada una a los flamencos, y a los yacarés llevaba colgada, y a los peces. Los peces, como un farolito, como no caminan, una luciérnaga que no pudieron bailar; se balanceaba. pero siendo el baile a la orilla del río, los peces estaban asomados a la arena, y aplaudían con la cola. Los yacarés, para adornarse bien, se habían puesto en el pescuezo un collar de plátanos, y fumaban cigarros paraguayos. Los sapos se habían pegado escamas de peces en todo el cuerpo, y caminaban meneándose, como si nadaran. Y cada vez que pasaban muy serios por la orilla del río, los peces
Extractos del libro de Horacio Quiroga: Cuentos de la selva