BOURDIEU PIERRE La Influencia Del Periodismo

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Práctico 9

BOURDIEU, PIERRE, ¨La influencia del periodismo¨, en Causas y


azares, n°3, primavera 1995, págs. 55-64.

El objeto aquí no es el "poder de los periodistas" y menos aun el periodismo como ¨cuarto
poder¨ sino la influencia ejercida por los mecanismos de un campo periodístico cada vez más
sumiso frente a las exigencias del mercado (de lectores y anunciantes) primeramente sobre los
periodistas (y los intelectuales-periodistas) y luego, y en parte a través de ellos, sobre los
diferentes campos de producción cultural el campo jurídico, el campo literario, el campo
artístico, el campo científico. Se trata, entonces, de examinar de qué modo la determinación
estructural que pesa sobre este campo -dominado a su vez por las determinaciones del mercado-
modifica más o menos profundamente las relaciones de fuerza en el interior de los diferentes
campos afectando lo que allí se hace y se produce y ejerciendo efectos muy similares en estos
universos fenoménicos tan dispares. Todo ello sin caer en uno u otro de los dos errores
opuestos: la ilusión del nunca visto y la ilusión del siempre igual.
La influencia que el campo periodístico y, a través de él, la lógica del mercado ejerce sobre
los campos de producción cultura¡, aun sobre los más autónomos, no tiene nada de novedad
radical: se podría componer fácilmente, con textos tomados de escritores del siglo pasado, un
cuadro absolutamente realista de los efectos más generales producidos por ella en el ámbito de
estos universos protegidos. 1 Pero hay que tener cuidado de no ignorar la especificidad de la
situación actual que, más allá de las coincidencias resultantes del efecto de la homología,
presenta características relativamente sin precedentes: los efectos producidos por el desarrollo
de la televisión sobre el campo periodístico y, a través de él, sobre todos los otros campos de
producción cultural son incomparablemente más importantes en su intensidad y amplitud que
los provocados por la aparición de la literatura industrial, con la prensa masiva y el folletín, y
que suscitaron entre los escritores las reacciones de indignación o de rebelión de las que, según
Raymond Williams, surgieron las definiciones modernas de la "cultura".
El campo periodístico impone sobre los diferentes campos de producción cultural un conjunto
de efectos que se hallan ligados en su forma y su eficacia a su propia estructura, es decir, a la
distribución de los diferentes diarios y periodistas según su autonomía en relación con las
fuerzas externas del mercado de los lectores y del mercado de los anunciantes. El grado de
autonomía de un órgano de difusión se nade sin duda por el porcentaje de ingresos provenientes
de la publicidad y de la asistencia estatal (bajo la forma de publicidad o de subvenciones) y
también por el grado de concentración de anunciantes. El grado de autonomía de un periodista
particular depende, en principio, del grado de concentración de la prensa (que, al reducir el
número de empleadores potenciales, aumenta la inseguridad del empleo); en segundo lugar, de
la posición de su diario en el espacio de los diarios, es decir, más o menos cerca del polo
¨intelectual¨ o del polo "comercial"; luego, de su posición en el diario o el medio de prensa
(miembro de la redacción o colaborador ocasional, etcétera) que determina las diferentes
garantías estatutarias (asociadas, sobre todo, a la notoriedad) de las que dispone, y también su
salario (factor de menor vulnerabilidad frente a las formas sutiles de relaciones públicas y de
menor dependencia respecto de los trabajos de subsistencia o mercenarios a través de los cuales
se ejerce el dominio de los comanditarios); y, finalmente, depende de su capacidad de

1
Se podría llegar a esta convicción con la lectura de la obra de Jean Marie Goulemont y Daniel Oster,
Gens de lettres Ecrivains et Bohemes, donde se encontrarán numerosos ejemplos de las observaciones y
notaciones constitutivas de la sociología espontánea del medio literario producida por escritores, sin
adherir por ello a sus principios, sobre todo en sus esfuerzos por objetivar a sus adversarios o al conjunto
de lo que les disgusta en el campo literario (cf. J. M. Goulemont et D. Oster, Gens de lettres, Ecrivains et
Bohemes, París, Minerve, 1992). Pero la intuición de las homologías también puede leer entre líneas, en
un análisis del funcionamiento del campo literario en el siglo pasado. una descripción de los
funcionamientos ocultos del campo literario actual (como lo ha hecho Philippe Murray. "Des régles de
l'art aux coulisses de sa misére", Art Press, 186, juin 1993, p. 55-67).
producción autónoma de la información (algunos periodistas, como los que se ocupan de la
divulgación científica o los periodistas económicos son particularmente dependientes). Resulta
claro, en efecto, que los distintos poderes y, en particular, las instancias gubernamentales,
actúan no sólo a través de las restricciones económicas que están en condiciones de ejercer sino
también a través de todas las presiones autorizadas por el monopolio de la información legítima
--originado, especialmente, en las fuentes oficiales-. Este monopolio otorga a las autoridades
gubernamentales y a la administración (la policía, por ejemplo) pero también a las autoridades
jurídicas, científicas, etcétera, las armas para la lucha que las enfrenta a los periodistas y en la
que ellas tratan de manipular las informaciones o los agentes encargados de transmitirlas
mientras que la prensa, por su parte, intenta manipular a los poseedores de la información para
tratar de obtenerla y de asegurarse su exclusividad. Sin olvidar el poder simbólico excepcional
que confiere a las grandes autoridades del Estado la capacidad de definir, a través de sus
acciones, sus decisiones y sus intervenciones en el campo periodístico (entrevistas, conferencias
de prensa, etcétera) el orden del día y la jerarquía de los acontecimientos que se imponen a los
periódicos.

ALGUNAS PROPIEDADES DEL CAMPO PERIODISTICO


Para comprender cómo contribuye el campo periodístico a reforzar, en el seno de todos los
campos, lo ¨comercial¨ en detrimento de lo "puro", los productores más susceptibles a la
seducción de los poderes económicos y políticos en desmedro de los productores más
comprometidos con la defensa de los principios y valores del "oficio", es necesario advertir que
este campo se organiza según una estructura homólogo a la de los otros campos y que, a la vez,
el peso de lo "comercial" es aquí mucho más importante.
El campo periodístico se constituyó como tal en el siglo XIX alrededor de la oposición entre
los periódicos que ofrecían sobre todo "noticias", preferentemente ¨sensacionales¨ o mejor
"sensacionalistas", y los que proponían análisis y "comentarios" preocupados por marcar su
distinción con respecto a los primeros a través de la afirmación explícita de valores de
¨objetividad¨. 2 Es el lugar de una oposición entre dos lógicas y dos principios de legitimación: el
reconocimiento por los pares, acordado a los que reconocen más plenamente los `valores" o los
principios internos, y el reconocimiento por la mayoría, materializado en el número de entradas,
de lectores, de oyentes o espectadores, y por ende las cifras de venta (best-sellers) y el beneficio
económico. La sanción del plebiscito democrático está así inseparablemente ligada, en este
caso, al veredicto del mercado.
Al igual que el campo literario o el campo artístico, el campo periodístico es, entonces, el
lugar de una lógica específica, cultural, que se impone a los periodistas a través de las
deterninaciones y controles cruzados que pesan sobre unos y otros y cuya observancia (a veces
designada como deontología) funda las reputaciones de honorabilidad profesional. En realidad,
fuera de ellos puede haber "reacomodamientos" cuyo valor y significación dependen de la
posición en el campo de aquellos que las producen y a la vez resultan beneficiarios de ellos. En
este caso hay pocas sanciones positivas relativamente indiscutibles; las sanciones negativas
contra el que omite citar sus fuentes, por ejemplo, son casi inexistentes -aun cuando se tiende a

2
Sobre la emergencia de la idea de "objetividad" en el periodismo americano como producto del
esfuerzo que los periódicos cuidadosos de su respetabilidad han hecho para distinguir la información del
simple relato de la prensa popular, ver M. Schudson, Discovering the news, New York, Basic Books,
1978. Sobre la oposición entre periodistas orientados hacia el campo literario y preocupados por la
escritura, y periodistas orientados hacia el campo político, y su contribución --en el caso de Francia- a
este proceso de diferenciación y a la invención de un ¨oficio¨ propio (como, por ejemplo, el de reportero)
se podrá consultar T. Ferenczi, L´invention du journalisme en France: naissance de la presse moderne a
la fin du XIXeme siecle, París. Plon, 1993. Sobre la forma que adquiere esta oposición en el campo de los
periódicos y semanarios franceses, y sobre su relación con las diferentes categorías de lecturas y lectores,
ver P. Bourdieu, La Distinction, Critique sociale du jugement de gout, París, Editions de Minuit, 1979, p.
517-526 (Hay traducción española: La distinción. Criterio y bases sociales del gusto, Madrid, Taurus,
1988).
no citar una fuente periodística, sobre todo cuando se trata de un órgano menor, a menos que sea
necesario desligarse de una posible responsabilidad penal-.
Pero, del mismo modo que el campo político y el campo económico y mucho más que el
campo científico, artístico o literario o aun el jurídico, el campo periodístico es sometido
permanentemente a la prueba de los veredictos del mercado a través de la sanción directa de la
clientela, o indirecta del Audimat 3 (aun cuando la asistencia del Estado pueda garantizar una
cierta independencia respecto de las determinaciones inmediatas del mercado). Y los periodistas
tienen una tendencia mayor, sin duda, a adoptar el "criterio Audimat" en la producción
(¨simplificar¨ "acorta?, etcétera) o en la evaluación de los productos y aun de los productores
(¨sale bien en la televisión", "se vende bien", etcétera) cuanto más elevada es la posición que
ocupan (director de un canal de televisión, jefe de redacción, etcétera) en un órgano más
directamente dependiente del mercado (un canal de televisión comercial por oposición a uno
cultural, etcétera). Por el contrario, los periodistas jóvenes y menos establecidos tienden más a
oponer los principios y valores del "oficio" a las exigencias más realistas o más cínicas de sus
"mayores". 4
Dentro de la lógica especifica de un campo orientado hacia la producción de este bien
altamente perecedero que son las noticias, la competencia por la clientela tiende a conformarse
como una competencia por la prioridad, es decir, por las noticias más nuevas (la primicia) -y
esto es tanto más evidente cuanto más cerca se está del polo comercial-. La determinación del
mercado se ejerce a través de la intermediación del efecto de campo: efectivamente, gran
cantidad de estas primicias, que son buscadas y valoradas como logros en la conquista de la
clientela, están destinadas a ser ignoradas por los lectores o espectadores y a ser percibidas
solamente por los competidores (ya que los periodistas son los únicos que leen todos los diarios
... ). Inscripta en la estructura y los mecanismos del campo, la competencia por la prioridad
convoca y favorece a los agentes dotados de disposiciones profesionales tendientes a ubicar toda
la práctica periodística bajo el signo de la velocidad (o de la precipitación) y de la renovación
permanente. 5 Disposiciones reforzadas incesantemente por la temporalidad misma de la práctica
periodística que, al obligarlos a vivir y a pensar al día y a valorar una información en función de
su actualidad (es el síndrome de la adicción a la actualidad de los noticieros de televisión)
favorecen una suerte de amnesia permanente, que es el revés negativo de la exaltación de la
novedad, y también una propensión a juzgar los productores y los productos según la oposición
de lo ¨nuevo¨ y lo "pasado". 6
Otro efecto de campo absolutamente paradójico y poco favorable a la afirmación de la
autonomía colectiva o individual: la competencia incita a ejercer una vigilancia permanente (que
puede llegar incluso al espionaje recíproco) sobre las actividades de los competidores a fin de
sacar provecho de sus fracasos, evitando sus errores, y de contrarrestar sus éxitos tratando de
tomar prestados los supuestos instrumentos de su éxito (temas de números especiales que el
competidor se siente obligado a retomar, libros reseñados por otros y de los que no se puede no
hablar, invitados que hay que tener, asuntos que hay que "cubrir" porque otros los han

3
Sistema de medición de audiencia (N. de la T.).
4
Al igual que en el campo literario, la jerarquía según el criterio externo, el éxito de venta, es casi la
inversa de la jerarquía según el criterio interno, el periodismo "serio". Y la complejidad de esta
distribución según una estructura quiasmática (que es también la del campo literario, artístico o jurídico)
es duplicada por el hecho de que se encuentra funcionando a la manera de un sub-campo, en el interior de
cada órgano de prensa escrita, radiofónica o televisiva, la oposición entre un polo ¨cultural¨ y un polo
¨comercial¨ que organiza el conjunto del campo de tal modo que estamos frente a una serie de estructuras
encajadas (del tipo a:b::b1:b2).
5
A través de las determinaciones temporales, a menudo impuestas de manera totalmente arbitraria, se
ejerce la censura estructural, prácticamente inadvertida, que pesa sobre las intervenciones de los invitados
en la televisión.
6
Si la afirmación "ya pasó. ya está superado puede cumplir hoy tan frecuentemente, y mucho más allá
del campo periodístico, la función de toda una argumentación crítica, es también porque los apresurados
pretendientes tienen un interés evidente en poner en funcionamiento este principio de evaluación que
confiere una ventaja indiscutible al recién llegado, es decir al más joven y que, al ser reductible a algo
semejante a la oposición casi vacía entre el antes y el después, los exime de pasar una prueba.
descubierto y hasta periodistas que se disputan ya sea para impedir que los tenga la competencia
o por el deseo real de poseerlos). Es así que en este terreno como en otros, la competencia, lejos
de ser automáticamente generadora de originalidad y de diversidad, tiende a menudo a favorecer
la uniformidad de la oferta, como se puede ver fácilmente comparando los contenidos de los
grandes semanarios o de las radios y canales de mayor audiencia. Pero este poderoso
mecanismo produce también el efecto de imponerle insidiosamente al conjunto del campo las
"elecciones" de los instrumentos de difusión más directa y completamente sumisos frente a los
veredictos del mercado (como la televisión) lo que contribuye a orientar toda la producción en
el sentido de la conservación de los valores establecidos, tal como lo atestigua, por ejemplo, el
hecho de que las periódicas listas de consagrados a través de las cuales los intelectuales-
periodistas tratan de imponer su visión del campo (y, con un "rebote" favorable, el
reconocimiento de sus pares ... ) yuxtaponen casi siempre autores de productos culturales
altamente perecederos y destinados a figurar -gracias a su apoyo- durante algunas semanas en la
lista de best-sellers, y autores consagrados que son al mismo tiempo ¨valores seguros¨
apropiados para consagrar el buen gusto dejos que los consagran y también, en tanto clásicos,
best-seller a largo plazo. Es decir que aun cuando su eficiencia se alcanza siempre a través de
acciones de personas individuales, los mecanismos que tienen lugar en el campo periodístico y
los efectos que ellos ejercen sobre los otros campos son determinados en su intensidad y
orientación por la estructura que lo caracteriza.

LOS EFECTOS DE LA INTRUSION


La influencia que ejerce el campo periodístico tiende a reforzar en todos los campos a los
agentes e instituciones próximos al polo más sometido al efecto del número y del mercado. Este
efecto se ejerce con mayor intensidad en la medida en que los campos que lo sufren están más
estrechamente sometidos a esta lógica, desde el punto de vista estructural, y en que el campo
periodístico que lo ejerce esté también más sometido, en la coyuntura, a las determinaciones
externas que, estructuralmente, lo afectan más que a los otros campos de la producción cultural.
Hoy, por ejemplo, se observa que las sanciones internas tienden a perder su fuerza simbólica y
que los periodistas y los diarios "serios" pierden su aura y se ven forzados a hacer concesiones a
la lógica del mercado y del marketing introducida por la televisión comercial, y a este nuevo
principio de legitimidad que es la consagración del número y la "visibilidad mediática", capaces
(le conferirles a ciertos productos (culturales o aun políticos) o a ciertos "productores", el
sustituto aparentemente democrático de las sanciones especificas impuestas por los campos
especializados. Ciertos "análisis" de la televisión han debido su éxito entre los periodistas -sobre
todo los más sensibles al efecto del Audimat- al hecho de que confieren una legitimidad
democrática a la lógica comercial cuando se contentan con plantear en términos de política, y
por ende de plebiscito, un problema de producción y de difusión culturales.7
Así, el refuerzo de la influencia de un campo periodístico cada vez más sometido a la
dominación directa o indirecta de la lógica comercial, tiende a amenazar la autonomía de los
diferentes campos de producción cultural reforzando en el interior de cada tino de ellos, a los
agentes o las empresas que son más susceptibles de ceder a la seducción de los beneficios
¨externos¨ porque son menos ricos en capital específico (científico, literario, etcétera) y tienen
menos seguridad de los beneficios específicos que el campo les garantiza en lo inmediato o en
un mediano o largo plazo.

7
Baste con enunciar ciertos problemas del periodista (como la elección entre TF1 y Arte) en un
lenguaje que podría ser el del periodismo: "Cultura y televisión: entre la cohabitación y el apartheid¨ (D.
Wolton, Eloge du grand public, París, Flammarion, 1990, p. 163). Permítaseme decir, de paso, para
intentar justificar lo que puede haber de arduo y hasta trabajoso en el análisis científico, hasta qué punto
se impone como condición la ruptura con las preconstrucciones y los presupuestos del lenguaje ordinario,
y particularmente periodístico, para la construcción adecuada del objeto.
[N. de la T.: TF1 es el representante más popular de la televisión comercial francesa, comparable
estética e ideológicamente a Canal 9 o Telefé en nuestro dio, mientras que Arte, como su nombre permite
pechar, es una emisora pública financiada por la E, dedicada exclusivamente a temas culturales.]
La influencia del campo periodístico sobre los campos de la producción cultural (en especial
en filosofía y en las ciencias sociales) se ejerce principalmente a través de la intervención de
productores culturales situados en un lugar incierto entre el campo periodístico y los campos
especializados (literario o filosófico, etcétera). Estos "intelectuales-periodistas",8 que se valen de
su doble pertenencia para esquivar las exigencias específicas de los dos universos o para
importar en cada uno de ellos ciertos poderes más o menos bien adquiridos en el otro, están en
condiciones de ejercer dos efectos capitales: por un lado, introducir nuevas formas de
producción cultural, situadas en un territorio ambiguo mal definido entre el esoterismo
universitario y el exoterismo periodístico; por otro, imponer -especialmente a través de sus
juicios críticos-principios de evaluación de las producciones culturales que, al ratificar las
sanciones del mercado con una apariencia de autoridad intelectual y al reforzar la inclinación
espontánea de ciertas categorías de consumidores a la alodoxia, tienden a reforzar el efecto de
Audimat o de lista de best-sellers sobre la recepción de los productos culturales y también,
indirectamente y en forma diferida, sobre la producción, orientando las elecciones (de los
editores, por ejemplo) hacia los productos menos exigentes y más vendibles.
Y, además, pueden contar con el apoyo de aquellos que -puesto que identifican la
¨objetividad¨ con una suerte de cortesía y de neutralidad ecléctica respecto de todas las partes
involucradas- toman a productos de la cultura media por obras de vanguardia o que denigran las
búsquedas de la vanguardia (y no solamente en el arte) en nombre de los valores del sentido
común.9 Pero estos últimos pueden contar, a su vez, con la aprobación o aun la complicidad de
todos los consumidores que, como ellos, son proclives a la alodoxia por su distancia del "centro
de los valores culturales" y por su interesada propensión a disimularse a sí mismos los límites de
sus capacidades de apropiación -según la lógica de la self-deception que evoca elocuentemente
la fórmula a menudo empleada por los lectores de revistas de divulgación: "es una revista
científica de muy alto nivel y accesible a todos¨-.
De este modo pueden llegar a verse amenazadas conquistas que han sido posibles gracias a la
autonomía del campo y a su capacidad de resistir frente a las exigencias mundanas, las que hoy
simboliza el Audimat y que los escritores del siglo pasado atacaban expresamente cuando se
rebelaban contra la idea de que el arte (podría decirse lo mismo de la ciencia) pudiera ser
sometido al veredicto del sufragio universal. Frente a esta amenaza, es posible seguir dos
estrategias que son más o menos frecuentes según los campos y su grado de autonomía: marcar
firmemente los límites del campo y tratar de restaurar las fronteras amenazadas por la intrusión
del modo de pensar y de actuar del periodismo, o salir de la torre de marfil (según el modelo
inaugurado por Zolá) para imponer los valores surgidos del retiro en la torre de marfil y valerse
de todos los medios disponibles, en los campos especializados o fuera de ellos y en el seno del
campo periodístico "sino, para tratar de imponer en el exterior los logros y las conquistas
posibilitadas por la autonomía.
Existen condiciones económicas y culturales de acceso a un juicio científico esclarecido y no
se le podría pedir al sufragio universal (o al sondeo) que dirimiera problemas de ciencia (aunque
lo haga a veces indirectamente y sin saberlo) sin anular al mismo tiempo las condiciones
mismas de la producción científica, es decir, la barrera que protege la entrada del territorio
científico (o artístico) contra la irrupción destructiva de principios de producción y evaluación
externos y, por lo tanto, impropios o desplazados. Pero no debemos concluir que la barrera no
pueda ser franqueada en el otro sentido y que sea intrínsecamente imposible trabajar en una
redistribución democrática de las conquistas hechas posibles por la autonomía. Y esto siempre y
cuando se perciba claramente que toda acción tendiente a divulgar los logros más excepcionales

8
Habría que poner aparte, en el interior de esta categoría de fronteras difusas, a los productores
culturales que, según una tradición instaurada a partir la aparición de una producción -industrial" en
materia de cultura, reclaman al oficio periodístico medios de subsistencia y no poderes (de control o de
consagración, especialmente) susceptibles de ser sobre los campos especializados (efecto Jdanov).
9
Es prácticamente imposible establecer distinciones entre muchas de las manifestaciones recientes arte
moderno a menos que se tomen en cuenta, quizás, las pretensiones de sus expectativas, de los -edictos que
se obtendrían si se sometiera el arte vanguardia a un plebiscito o, lo que es lo mismo, a un sondeo de
opinión.
de la investigación científica o artística más avanzada supone el cuestionamiento del monopolio
de los instrumentos de difusión de esta información (científica o artística) en poder del campo
periodístico. También supone hacer la crítica de la representación de las expectativas de la
mayoría, construidas por la demagogia comercial de aquellos que tienen los medios para
interponerse entre los productores culturales (entre los que se puede contar, en este caso, a los
políticos) y la gran masa de consumidores.
La distancia entre los productores profesionales (o sus productos) y los simples consumidores
(lectores, oyentes, espectadores y también electores) que se funda sobre la autonomía de los
campos de producción especializados, es, según los campos, más o menos grande, más o menos
difícil de superar y más o menos inaceptable, desde el punto de vista democrático. Y,
contrariamente a las apariencias, se la observa también en el orden de la política, cuyos
principios declarados ella contradice. Aunque los agentes comprometidos en el campo
periodístico y en el campo político participen de una relación de competencia y lucha
permanente y aunque el campo periodístico esté, en cierto modo, englobado dentro del campo
político (en el seno del cual ejerce efectos muy poderosos), estos dos campos comparten el
hecho de estar sujetos muy directa y estrechamente al imperio de la sanción del mercado y del
plebiscito. Esto implica que la influencia del campo periodístico refuerza las tendencias de los
agentes comprometidos en el campo político a someterse a la presión de las expectativas y
exigencias de la mayoría, exigencias a veces pasionales e irreflexivas, y a menudo constituidas
en reivindicaciones movilizadoras gracias a la expresión que reciben en la prensa.
Excepto en el caso en que hace uso de las libertades y poderes críticos garantizados por su
autonomía, la prensa, sobre todo la televisiva (y comercial), actúa en el mismo sentido que el
sondeo, con el que ella misma debe contar: aunque pueda servir también de instrumento de
demagogia racional tendiente a reforzar la clausura del campo político sobre sí mismo, el
sondeo instaura con los electores una relación directa, sin mediación, que deja fuera de juego a
todos los agentes individuales o colectivos (tales como los partidos o los sindicatos) socialmente
mandatados para elaborar y proponer opiniones constituidas. Despoja a todos los mandatarios y
portavoces, de su pretensión (compartida por los grandes editorialistas del pasado) del
monopolio de la expresión legítima de la "opinión pública" y, al mismo, tiempo, de su
capacidad de trabajo en tina elaboración critica (y a veces colectiva, como en las asambleas
legislativas) de las opiniones reales o supuestas de sus mandantes.
Todo esto hace que la influencia siempre en aumento de un campo periodístico sometido, a su
vez, a una influencia creciente de la lógica comercial sobre un campo político permanentemente
acosado por la tentación de la demagogia (especialmente en un momento en que el sondeo le
ofrece el medio para ejercerla de manera racional) contribuya a debilitar la autonomía del
campo político y, por eso mismo, la capacidad acordada a los representantes (políticos u otros)
para invocar su competencia de expertos o su autoridad de guardianes de los valores colectivos.
¿Cómo no evocar, para terminar, los casos de los juristas que, al precio de una "hipocresía
piadosa", están en condiciones de perpetuar la creencia de que sus veredictos se fundan no en
determinaciones externas, especialmente económicas, sino en las normas trascendentes que ellos
custodian? El campo jurídico ya no es lo que cree ser, esto es, un universo puro, libre de todo
compromiso con las necesidades de la política o de la economía. Pero el hecho de que llegue a
hacerse reconocer como tal, contribuye a producir efectos sociales efectivamente reales y, en
primer lugar, sobre aquellos cuya tarea es dictar justicia. Pero ¿qué sucederá con los juristas,
encarnaciones más o menos sinceras de la hipocresía colectiva, si se vuelve público y notorio
que, lejos de obedecer a verdades y valores trascendentes y universales, son atravesados --como
todos los demás agentes sociales-- por determinaciones como las que, alterando los
procedimientos y las jerarquías, hacen pesar sobre ellos la presión de las necesidades
económicas o la seducción del éxito periodístico?

PEQUEÑO POST-SCRIPTUM NORMATIVO


Develar las determinaciones ocultas que pesan sobre los periodistas y que ellos, a su vez,
hacen pesar sobre todos los productores culturales, no es (¿hace falta decirlo?) denunciar
responsables, señalar culpables.10 Es tratar de ofrecer a unos y otros una posibilidad de
liberarse, a través de la toma de conciencia, del influjo de estos mecanismos y proponer,
quizás, el programa de una acción concertada entre artistas, escritores, científicos y
periodistas, poseedores del (cuasi)monopolio de los medios de difusión. Solo una colaboración
de este tipo permitiría trabajar eficazmente en la divulgación de las conquistas más universales
de la investigación y también en la universalización práctica de las condiciones de acceso a lo
universal.

DEL CASO POLICIAL A LA CUESTIÓN DE ESTADO


Es posible hacerse una idea de la contribución del periodismo a la génesis de una opinión
activa y eficiente a través del seguimiento del desarrollo cronológico de un caso, ciertamente
bastante banal, como el "caso de la pequeña Karine", simple hecho policial destinado a quedar
confinado en el rubro local de un periódico regional, que poco a poco se vio transformado en
una verdadera cuestión de Estado por un trabajo de constitución de una opinión colectiva,
pública y legítima, finalmente ratificada por tina ley (la ley de reclusión perpetua).
El punto de partida: en un pequeño periódico local, L´Indépendant de Perpignan el anuncio
de la desaparición de la pequeña (15 de septiembre); la ¨apelación patética" de su madre (16 de
septiembre); la apelación del padre a "sus amigos¨ (19 de septiembre); la alusión a un
"sospechoso", amigo de la familia con antecedentes penales "condenado dos veces en la cámara
criminal (20 de septiembre); la confesión del asesino (22 de septiembre). Mas tarde, el 23 de
septiembre, un cambio de regístro: una declaración del padre de la víctima exigiendo el
restablecimiento de la pena de muerte acompañada por una declaración en el mismo sentido de
padrino de Karine y un editorial que sugiere que los antecedentes del asesino "deberían haber
acarreado medidas definitivas para impedir la reincidencia". El 25, una convocatoria de la
familia a manifestar en favor de un proyecto de ley para agravar las penas para violadores y
asesinos de niños; el anuncio de la creación de una Asociación de amigos de los padres de
Karine en un pequeño pueblo vecino y de una apelación al ministro del Interior en otro. El 26,
manifestación con pancartas reclamando el restablecimiento de la pena de muerte o de reclusión
perpetua. La Dépeche de Toulouse sigue más o menos el mismo movimiento, pero un editorial
del 26 alude "a aquel que sigue siendo uno de nosotros" y llama a la moderación. El 27 de
septiembre, L´Indépendant anuncia que el gobierno va a presentar en el período de sesiones de
otoño un proyecto de ley que reforzará la regla de ejecución de la pena para los autores de
asesinatos de niños. Intervienen los políticos: primero, miembros del Frente Nacional; más
tarde, de otros partidos (en particular el alcalde socialista de Perpignan).
A partir de esta fecha el debate pasa a escala nacional. L´Indépendant del 6 de octubre anuncia
que la Asociación Karine, que se ha procurado un abogado, se constituye en parte querellante en
todos los casos, convoca a tina manifestación y reclama a la población el envío de cartas a los
diputados; el 8 de octubre se informa que la Asociación es recibida por el ministro de justicia; el
9, que convoca a una movilización; el 10, que ha tenido lugar una manifestación por una
"verdadera perpetuidad". El 16, otra manifestación en Montpellier; el 25, un debate que reúne a
dos mil setecientos adherentes. El 28, nueva audiencia con el ministro de justicia. El 30 de
octubre 137 diputados de derecha reclaman el restablecimiento de la pena capital. El 17 de
noviembre interviene, necesariamente, la televisión con el programa de Charles Villeneuve
llamado "El jurado de honor" al que son invitados ¨la mamá de Karine y la Sra. Nicolau¨ y
también el ministro de justicia, representantes de asociaciones y abogados para debatir la
cuestión: "¿Qué hacemos con los asesinos de nuestros hijos?", interrogante en el que cada
palabra es un llamado a la identificación vindicativa. Los diarios parisinos intervienen bastante

10
Para evitar el efecto de ¨sujeción¨ o de caricatura que se corre el riesgo de suscitar cuando se publican
literalmente declaraciones grabadas o textos impresos, muchas veces tuvimos que renunciar a reproducir
documentos que habrían aportado toda su fuerza a nuestras demostraciones y que, por otra parte, (por
efecto de la singularización que anula su carácter banal al atrancarlo del contexto familiar) habrían
evocado en el lector todos los ejemplos equivalentes que la rutina de la mirada común deja escapar.
tarde y bastante tibiamente. Con la excepción de Le Figaro: desde fines de septiembre, da la
palabra a un abogado, autor de Ces enfants qu´on assassine (Esos niños que asesinamos) que
reclama terminar con la indulgencia y convoca a un referendum a la vez que toma posición
permanentemente en favor de la reforma de la ley (como Le Quotidien de Paris). El anuncio, el
4 de noviembre, de que el Consejo de ministros ha decidido adoptar un proyecto de ley que
instaura la pena de reclusión a perpetuidad, desencadena la protesta generalizada de las
principales organizaciones de magistrados y un colegio de abogados indica que "en la
persecución de un fin mediático, el proyecto se opone a la serenidad de un trabajo legislativo"
(La Croix, 4 de noviembre).
Así, por lo menos en la fase inicial, los periodistas han jugado un papel determinante: al darle
la posibilidad de acceder a la expresión pública, han transformado un impulso de indignación
privada y destinada a la impotencia reiterada, en un llamado público -publicado y por lo tanto
hecho lícito y legitimado- a la venganza y a la movilización. Un llamado que ha sido el origen
de un movimiento de protesta pública y organizada (manifestaciones, solicitadas, etcétera). Y la
brevedad del plazo (menos de cuatro meses) entre la desaparición de la pequeña y la decisión
legislativa de restablecer la reclusión perpetua, tiene el mérito de hacer aparecer los efectos que
los periodistas pueden producir cada vez que, por la única virtud de la publicación -en tanto
divulgación que implica ratificación y oficialización- atizan o movilizan pulsiones. Y tal como
lo muestra la intervención de la televisión en este caso, la sumisión al Audimat y a la lógica de
la competencia por las partes del mercado, que lleva a adular las expectativas más difundidas,
no puede sino reforzar la propensión a dejar jugar libremente los efectos ignorados de la
publicación, y aun a intensificarlos a través de la excitación demagógica de las pasiones
primarias. La responsabilidad de los periodistas reside, sin duda, en el dejarse llevar de la
irresponsabilidad que los conduce a producir, sin saberlo, efectos no queridos en nombre de un
derecho a la información que, constituido en principio sacrosanto de la democracia,
proporciona, a veces, a la demagogia su mejor coartada.
Práctico 10

WOLTON, D., "Las tres crisis del periodismo", en ,Pensar la


comunicación, Buenos Aires, docencia, 2001.págs. 223-237

Los periodistas son los grandes beneficiarios de la victoria de la información y de la


comunicación. ¿Serán también sus víctimas? ¿Sabrán dominar su victoria o quedarán atrapados
por ella? Beneficiarios o víctimas, la respuesta dependera, en realidad, de su capacidad para
superar esa victoria y no confundir el carácter público de su oficio, su visibilidad, incluso su
notoriedad, con su legitimidad. Porque desde hace treinta años se ahonda lentamente la fosa
entre la representación que los periodistas se hacen de sí mismos y la confianza que les concede
el público.'11
Pueden mencionarse dos hechos en su descargo. El fenómeno es reciente y principalmente
debido a la explosión de la televisión. Anteriormente los periodistas eran más modestos,
burlones a irónicos para consigo mismos. La visibilidad y la notoriedad conferidas por la
imagen cambiaron todo.
Que "la televisión enloquece" -según el título de una obra de B. Mazure- es bien sabido, y
enloqueció a un buen número de los que fueron tocados por ella: periodistas, animadores,
productores y dirigentes. Segundo, la mayor parte de los periodistas no posee este defecto,
porque no son “vedettes” y hacen bastante modestamente su trabajo. Pero el público no ve y no
conoce más que a la cincuentena de periodistas mediatizados y es en relación con este pequeño
grupo que se forma una imagen de la profesión en su conjunto. Pero esta profesion esta muy
jerarquizada, y la mayor parte del ambiente sufre las imágenes positivas o negativas que
transmite esta pequeña nomenklatura, sin lograr distinguirse de ella. Sea porque al estar en la
parte inferior de la jerarquía ciertos periodistas no llegan a hacerse escuchar. Sea porque ellos
mismos aspiran a unirse al club de los privilegiados... La apuesta es doble: por una parte, la
pérdida de confianza del público que reducirá la legitimidad de los periodistas y, por lo tanto, su
papel de contrapoder y, por otra parte, la ilusión de que las nuevas tecnologías podrían reducir el
papel de los periodistas. Lo que está en cuestión, a partir de la evolución técnica y de la crisis de
confianza del público acerca de la profesión, es la condición del periodista como intermediario
entre el espectáculo del mundo y el público. Es inútil decir que una evolución de esta clase sería
catastrófica para el oficio, pero también para la información, el público y la democracia. Como
lo dije frecuentemente, cuanto más información, comentarios y opiniones hay, más
indispensable es la función del periodista como intermediario para seleccionar, organizar y
jerarquizar la información.
De nada sirve tampoco denunciar las desviaciones del oficio que todo el mundo conoce. Es
necesario, más bien, comprender sus causas y deducir las soluciones posibles. Se debe pagar un
precio por esta revalorización del periodista; un examen de conciencia serio, que supere la
autocrítica narcisística que se observa en ciertos coloquios sobre la "crisis del periodismo". Si el
público de los países occidentales no percibe este aggiornamento en los diez o veinte años
próximos, sin duda incluso antes, el contrato de confianza, silencioso pero indispensable, entre
el público y sus informadores corre el riesgo de romperse. Esto sería perjudicial, porque se trata
de un muy bello oficio: aprehender día tras día el transcurso del tiempo, distinguir lo importante
de lo secundario, intentar explicarlo a públicos invisibles. Pero esto es más difícil de hacer hoy
que ayer, debido al hecho de la omnipresencia de la información. Cuanto más fácil es
técnicamente producir información, más dificultades plantea su contenido. Lo que se gana en

11
Esta representación se caracteriza por el inmutable calendario anual de los encuentros entre
periodistas como lo muestra el artículo de A. Cojean, “La tribu desmarchandese D´images”, Le
Monde, lunes 14 de octubre de 1996: “…enero en los Estados Unidos (el muy norteamericano
Naipe en Las Vegas o en New Orleáns), febrero en Montecarlo (Festival y Mercado), abril en
Cannes (MIP) junio en Budapest (para los compradores de los países del Este), octubre en
Cannes (MIP com), diciembre en Hong Kong (NIP / Asia)”.
facilidad técnica se pierde en significación. Este hecho desestabiliza la actividad periodística,
necesariamente artesanal y cuyo sentido es ser capaz, como espectador de la historia, de
distinguir día a día lo trágico de lo superfluo. EI periodista es frágil, porque esta cotidianamente
expuesto al fuego de la historia y a la mirada del público. Nada sería peor que la lenta
degradación de esa función de "centinela de la democracia", en el momento en el que los
valores de la información triunfan.
Mi propuesta intenta entonces revalorizar la función del periodista, no menoscabarla,
especialmente en tanto que algunas de las dificultades que ella enfrenta le concernirán pronto al
mundo intelectual y cultural. Al final, el problema será, en buena medida, el mismo: ¿cómo
resistirse a la lógica comunicaciónal? ¿Cómo preservar una cierta alteridad en la manera de ver
la realidad? El surgimiento, durante los últimos veinte años, de la categoría de "intelectuales
mediáticos" nos permite imaginar el problerna. ¿Podemos hacer jugar simultáneamente diversas
legitimidades? ¿A partir de cuándo e1 mundo intelectual y cultural debe rechazar la
simplificación y el cariz espectacular inherentes la existencia de los medios, debido a que estos
hacen desaparecer la 1ógica del conocimiento? ¿A partir de cuándo el mundo periodístico debe
rechazar la tentación de pasar del status de contrapoder al de cuarto poder, perdiendo así la
alteridad indispensable para su función? En los dos casos el problema es el mismo: ¿cómo evitar
que la comunicación nivele todas las diferencias, que suprima las distancias indispensables? Las
dificultades observadas aquí en la evolución del periodismo conciernen entonces, finalnente, al
mundo académico, al de los expertos y a la franja de tecnócratas que intervienen en el espacio
público. Pero adquiere un valor ejemplar cuando se trata del oficio de los que hacen la
información y la comunicación.

1. Las tres crisis del periodismo


Aunque no tienen las mismas causas, todas se refuerzan para desestabilizar la identidad de una
profesión reciente y frágil.
1) Las restricciones económicas:los periodistas occidentales se baten por la libertad política,
como si esta estuviese amenazada, mientras que la 1ógica económica es por lo menos tan
amenazante para la libertad de prensa como la represión política. Las leyes del capitalismo -que
siempre fueron omnipresentes en el sector de la prensa, porque no es necesario idealizar el
pasado- tienen hoy en día efectos implacables, a la medida del desarrollo del sector. Se
adquieren, suprimen y fusionan periódicos. Los grupos de comunicación manejan la radio, la
televisión y las industrias de producción de programas. Los grupos multimedia combinan, con
las novedades tecnológicas, ofertas de programas y de servicios que desestabilizan toda la
tradición de la información y de la comunicación. Los periodistas se sienten incómodos frente a
este lugar creciente de la lógica económica, porque no disponen ni de palabras ni de referencias
para batirse en este terreno. Cuanto más cómodos están en la lucha política, con la que
comparten las referencias, más molestos y contrariados están con las restricciones económicas.
La estandarización y el racionalismo que resultan de esto perturba la división tradicional del
trabajo, lo que deja indefenso a un ambiente poco familiarizado con este tipo de lucha. El
individualismo de la profesión acentúa los efectos de desestabilización y, con el mercado de
trabajo está, simultáneamente, en recesión y expansión, muchos periodistas, como es frecuente
en la historia de la prensa, creen poder “liberarse” individualmente. La lógica individualista se
opone aquí a la defensa de la identidad profesional. Y la ideología de la desregulación que
domina al sector de la comunicación hizo que rápidamente se identificase, en “defensa de un
corporativismo estrecho”, lo que es en realidad una lucha esencial en el marco del modelo
democrático.
En la lógica económica despiadada que se apodera de todo el sector de la comunicación, los
periodistas, a pesar de las sonrisas y los buenos discursos, son con frecuencia la “carne de
información”. Los grupos y los capitanes de la industria saben que si se pone suficiente dinero
en la negociación las vedettes de la profesión, como las estrellas del futbol, pasarán de un grupo
de comunicación a otro. El resto de la profesión es, por otra parte, poco capáz de oponerse a las
lógicas de la reestructuración. En occidente, durante los últimos treinta años, este ambiente
sufrió la desestabilización debido a la lógica económica más que a la presión política. Pero no se
atreve a reconocerlo.
2) Las restricciones técnicas: aparentemente se trata menos de restricciones que de recursos.
En realidad estos últimos afectan estructuralmente, como hemos visto, el trabajo periodístico.
Hoy en día todo transcurre muy rápido, demasiado rápido. Ya no existe distancia entre el suceso
y la información. El sueñodel directo, hecho realidad, se vuelve una pesadilla. Tanto más cuanto
qué la restricción de la competencia lleva a abreviar aun más las demoras entre el suceso y su
información. Los periodistas, aquí también, resultan contrariados porque en el momento en que
la realidad alcanza su ideal comienzan a hacerse evidentes sus límites. No es forzosamente por
estar encima del suceso que se produce mejor información. Cruel toma de consciencia. De todas
maneras, suponiendo que los periodistas puedan seguir el rítmo de los acontecimientos sin
demasiados errores, esto no significa que el receptor, en el otro extremo tenga la misma
capacidad de absorción. El tema de la mundialización de la información ilustra del mejor modo
posible esta contradicción entre la eficacia técnica y el contenido de la información.
Técnicamente, puede existir una “mundialización de la información”, pero no existe un
“receptor mediatizado”. El tema de la aldea global es una realidad técnica y una ilusión desde
el punto de vista del contenido de la información. Cuanto más fácil es, técnicamente, producir
información, más dificil es su selección y construcción, por un lado, y su recepción, por el otro.
El cambio técnico, acentuado por las restricciones de la economía, quebró la cadena que, ayer,
era relativamente continua entre el hecho y el suceso, la técnica y el periodista, la información y
el público. La paradoja es que el progreso técnico que durante un siglo y medio se utilizó para
reducir la longitud de la cadena de la información es el mismo que la rompió.
3) Las restricciones políticas: ¡Aquí también la dificultad resulta de un mejoramiento! La
libertad política de la información es una conquista. La relacíon de fuerza sigue siendo
insuperable entre los periodístas y los actores, pero no es conmensurable con lo que ocurrió
durante un siglo. El problema es, como vimos, evitar que los periodistas abusen de esa victoria.
La mayor parte del tiempo, ya no son los periodistas quienes están en manos de los políticos,
sino a la inversa. Sin embargo, estos últimos tienen interés en hacer creer que son ellos los que
dominan su relación con el mundo, y los periodistas que les es tan difícil trabajar como
siempre… De un modo general, es el lugar de la información en el funcionamiento de la
democracia lo que cambió en el último siglo. A todo ciudadano le resulta normal hoy en día ser
informado pública, libre y contradictoriamente acerca de la mayoría de los grandes problemas
de la sociedad. La información es omnipresente. Pero, ¿cómo puede evitarse abusar de esta
situación? Esto significa dos cosas: por una parte, evaluar el impacto del bombardeo
informativo, visible en la multiplicación de cadenas temáticas de información en radio,
televisión y nuevos medios. Por otra parte, implica examinar la creencia según la cual lo
esencial de la realidad es hoy en día perceptible gracias a la información. Dicho de otro modo,
¿cómo admitir que la información, aunque sea omnipresente, nunca bastará para dar cuenta de
lo esencial de la realidad? ¿Y que existen aspectos enteros de la realidad totalmente
subconsiderados en el plano de la información y que, sin embargo, no son menos importantes?
El resultado de las tres crisis es, en todos los casos, una desestabilización profunda del mundo
de los periodistas, que resultan a la vez beneficiarios y víctimas de esta triple evolución.

2 Las diez vías del aggiornanento


2.1. Romper la aparente unidad del grupo de periodistas
Hablar de "los" periodistas casi no tiene sentido, porque existe, aquí como en otros lados, una
jerarquía, y la mayor parte de las desviaciones observadas conciernen a las minorías de los
“periodistas líderes” a la cabeza de las radios, los periódicos, la televisión y los grupos de
comunicación, es decir, a la cumbre de la jerarquía. Numerosos periodistas que no pertenecen a
ella no comparten esos comportamientos, pero no lo hacen saber, por todas las razones que
explicamos precedentemente. Mientras los periodistas no consigan romper esa falsa unidad, que
les es más perjudicial que favorable, el público se mantendrá escéptico para con ellos. Esta
diferenciación debería consistir primero en valorizar a los periodistas de las agencias, que
desempeñan, como vimos, un papel crucial en la producción de la información y se mantienen,
sin duda, fieles como nadie al ideal de la profesión pero, como no son conocidos ni tienen
figuración en los medios, no consiguen que se hable de ellos. Existen también otras diferencias
que debemos destacar para distinguir mejor los múltiples oficios del periodismo: en la prensa
escrita, la radio, la televisión y mañana en los nuevos medios, existe en cada caso un trabajo de
especificación que debe hacerse. La prensa de la capital no es la de la provincia, aunque esto no
justifica para nada el complejo de superioridad de la primera respecto de la segunda. Ni la
perezosa jerarquía en la cual la segunda acepta con demasiada frecuencia situarse en relación
con la primera. Diferenciar es indispensable, debido a que en medio siglo surgieron diversas
formas de periodismo: periodismo económico, social, militar, territorial, científico… , lo que
pone en cuestión la jerarquía "natural" que ubica a los periodistas del servicio extranjero, y
luego de la política interior, en la cumbre. ¿Por qué las multiples formas de periodismo que se
desarrollaron a partir de la guerra no tuvieron éxito en poner en cuestión el estereotipo de la
profesión, que responde a otra época de la prensa? Lección a meditar para un medio que, por
otra parte, "se sorprende" de la "lentitud" con la que otros medios profesionales o culturales
acogen el cambio. Podríamos aplicar exactamente el mismo razonamiento al medio ambiente de
la información…
No solo existen nuevas formas de periodismo que deberían ser integradas en una reflexión
crítica sobre la profesión, sino que también se plantean temibles problemas de fronteras.
¿Ciertas funciones de documentalista en los medios electrónicos no pertenecen al periodismo?
¿Por qué en ciertos países los presentadores de los noticieros audiovisuales son periodistas y en
otros animadores? ¿Cuáles son las diferencias entre ciertas funciones de las relaciones públicas
y el periodismo? ¿Dónde termina el periodismo y donde comienza la comunicación? ¿Los que
hacen posible la comunicación de grandes instituciones (empresas, ciudades ) son periodistas?
¿Cuál es el precio de la información en este vasto mercado? ¿Quién lo fija y, sobre todo, quién
lo paga? ¿Serán necesarios también los conflictos en los márgenes de la profesión y entre los
obreros especialistas de la información y las estrellas para que los problemas se planteen?
¿Hasta cuándo este ambiente compuesto aceptará ser identificado con una cincuentena de
personalidades?

2.2. Relativizar las imágenes mitológicas de la profesión


A. Londres, Rouletabille, P. Lazareff, B. Woodward, F. Giroud y muchos otros… Estas
referencias tienen, como en todo medio profesional, un papel esencial, pero aquí se puede ser
más importante que en otros lados debido al hecho de la dimensión pública de la profesión. La
distancia entre las figuras míticas, o imaginarias, de la profesión y las realidades de la vida
profesional es grande. ¿Qué impacto tienen todavía esos seres "emblemáticos” sobre el
ambiente? ¿Cuáles son hoy los verdaderos valores del periodismo, en un momento en que este
triunfa caricaturizándose? Dos ejemplos concretos: ¿cómo salvar una concepción del
periodismo diferente de la evolución que se constata en los Estados Unidos, donde todo culmina
con la instalación de una 1ógica jurídica? ¿La salida del periodismo democrático es terminar en
el espacio judicial por intermedio de los abogados? ¿El periodista es un superabogado y la
información puede escapar a su juridización? Lo que esta en cuesti6n es, a la vez, la evolución
de la sociedad y la de las representaciones del papel del periodista. Otro ejemplo: el de las
fuentes. ¿Hasta dónde debe el periodista proteger sus fuentes, y a partir de cuando debe hacerlas
públicas? Problema esencial, vinculado al espacio creciente del derecho en la vida pública.
¿Para salvaguardar su lugar en una sociedad donde todo es "información", debe el periodista
aceptar esa carrera-persecución de las "revelaciones", los "secretos", las “noticias exclusivas",
proteger sus fuentes e involucrar al público o a la justicia en su "lucha" contra los poderes? ¿El
periodista jurista y abogado es una nueva figura, al lado del periodistas de encuestas y de
investigación? ¿En qué se convierte la tan antigua figura del reportero? ¿El periodismo
institucional no ocupa demasiado lugar? ¿Qué pensar del periodismo de relación y de
presentación, ligado a los medios audiovisuales y del que nadie puede negar que tenga un papel
importante, ya que su fuerza es esta relación de confianza con el público? ¿La
hipermediatización de la realidad es compatible todavía con uno de los papeles clásicos del
periodismo, desde hace más de un siglo, a saber, el de hacer presión sobre la política?

2.3. Recuperar la confianza del público


Esta confianza es la piedra angular de la legitimidad del periodismo. A pesar sus discursos, los
periodistas tienen poca curiosidad acerca del público. Con frecuencia mantienen en este
respecto una relativa indiferencia y nunca están lejos de pensar que su oficio los pone "más
adelante" que ellos. Como si saber antes que los otros pudiese producir alguna diferencia…
Además, los periodistas tienen una visión cualitativa demasiado sumaria del público, en donde
surgen dos polos: el paternalismo y el temor de hacerse criticar. Con mucha frecuencia
"cuentan" con las encuestas para formarse una opinión del público, y con algunos testigos
favorables o desfavorables. Toda profesión se arroga una representación más o menos
simplificada del público, pero pocas encuentran en ella el sentido y la legitimidad de su officio
en semejante grado. Muchos subestiman la inteligencia del público y, sobre todo, no
comprendieron que este adquirió, en medio siglo, una cultura audiovisual crítica a la medida
principalmente del aumento de sus conocimientos. La información no basta, ya no asombra. El
público quiere comprender y, en especial, comprender la información en su contexto. Esto
debería aparentemente revalorizar el papel del periodismo. Cuanto más información hay, más
necesarios son los vínculos complementarios entre información y saber.

2.4. Informar sobre las trampas y las dificultades de la hipermediatización


Esto es necesario, primero, porque las técnicas van más rápido que la información. Ayer esto
era una conquista, hoy es una banalidad, aunque los periodistas continúen dramatizándolo. Pero
esta dramatización es primeramente autorreferencial. Segundo, porque los recursos técnicos y la
presión de la competencia llevan a una escalada de la dramatización. La mayor parte de las
informaciones se presentan de un modo dramático, jadeante y grave (por ejemplo, la crisis de
las vacas locas). Las "revelaciones" se suceden a un rítmo veloz, y crean finalmente un riesgo
evidente de una "sobredosis de información”. El tema de la "información mundial" participa en
este proceso de inflación. Les corresponde a los periodistas recordar que cuanto más
información hay, más importante es la noción de punto de vista, porque no existe el ciudadano
mundial. Los periodistas lo saben muy bien: ¡cuando varios de ellos se encuentran ante un
mismo acontecimiento, rápidamente constatan que no lo ven de la misma manera! No obstante,
en lugar de ver una fuerza en esta diversidad, lo ven como una debilidad…
Finalmente, debe hacerse un inmenso trabajo sobre la imagen a fin de mantener una clara
distinción, para el público, entre las imagenes de la realidad, vinculadas a 1a actualidad, las
imagenes de ficción y las imágenes virtuales. Hoy en día, en un universo saturado de imágenes,
el vínculo entre imagen y verdad ya no es directo. Puesto que existe una plétora de imágenes,
estas no dicen, naturalmente, "lo verdadero". Suponiendo que alguna vez lo hayan hecho… Con
la imagen nada es simple y menos todavía en la actualidad para las sociedades que hicieron de
ella la relación privilegiada y más directa con la realidad. Su status se encuentra entonces
modificado por el simple hecho del volumen de las imagenes en circulación. Esto crea una
situación inédita en la que la imagen constituye 1a realidad tanto como la representa. Lo que
está en juego, entonces, es la cuestión del estatus de 1a imagen y de su relación con la realidad.
El vínculo entre imagen, realidad y verdad debe examinarse con mayor razón cuando el cariz
espectacular de la realidad se reduce a una sucesión de imágenes fuertes que simbolizan, la
mayor parte del tiempo, los acontecimientos graves o trágicos. Un ejemplo: todas las cadenas de
televisión del mundo recurren a montajes de imágenes violentas no solo para las informaciones
sino también para la publicidad, las revistas y los documentales. Para advertir el peso de esta
dramatización, basta ver los títulos de casi todos los programas de información en la televisión
privada o pública; una serie entrecortada de imágenes sobre los acontecimientos más trágicos de
los últimos años. ¡Como si el público tuviese necesidad de esa dramatización para interesarse
por la información! ¡Como si olvidase el carácter trágico de la historia! Como si fuese necesario
cada día un poco más de violencia para que no huyan de las informaciones… En realidad, en el
manejo de esas imágenes dramáticas se hace una violencia considerable al público.
En síntesis, si se quiere que la imagen conserve su papel en la economia general de la
información y de la verdad, es indispensable, luego de veinte a treinta años de explosión de
imágenes de todo tipo, que aquellos que las hacen y las administran realicen un trabajo crítico.
No solo no basta estar más informado para saber, sino que tampoco basta ver más para saber. En
treinta años, las señales tradicionales de la relación entre información y conocimiento perdieron
vigencia, lo que justifica un esfuerzo teórico del que los periodistas deben ser los primeros
actores. Sino, el fenómeno del rechazo de la información, incluyendo el de las imágenes más
sofisticadas, podría provenir de un público saturado de sangre, de imágenes y de sentidos.

2.5. Valorizar la función del intermediario generalista


¿En qué consiste la información periodística en relación con todos los otros géneros de la
información? ¿Por qué debe mantenerse esta distinción vital? ¿En qué se transforma la
especificidad del periodista si todo el mundo produce información y comunicación? ¿Cómo
rechazar la fusión de este oficio en un medio profesional más amplio, el de la comunicación?
Podemos seguir dos pistas. Por una arte, reafirmar el vínculo entre la información periodística y
los valores democráticos para resistir a los espejismos de una información objetiva. El desafío
del periodismo no es competir con la Internet. Por otra parte, reivindicar el carácter generalista
de la información periodística, no en el sentido de un nivel cero de la información, sino de una
elección que responde al imperativo democrático. El ciudadano puede ejercer su soberanía
gracias a que es capaz sobre la base de la información que todos reciben, de comprender los
problemas del momento. Esto significa reafirmar el papel esencial del periodista como
intermediario generalista entre el espectáculo del mundo y el público en general destinatario de
su trabajo. En un universo de discursos numerosos, complejos y contradictorios, la fortaleza del
discurso periodístico consiste en simplificar los problemas con el fin de hacerlos comprensibles
para la mayoría. Encontramos aquí la cuestión normativa del público y de su vínculo con la
información y la democracia. Cuanto más niveles de discursos, de conocimientos de saberes
jerarquizados y de pericias, de intereses, de mentiras y de medias verdades, más esencial es
entonces la función del periodista generalista. Finalmente, el creciente volumen de
informaciones refuerza el papel del periodista como intermediario entre el mundo y los
ciudadanos. El progreso no consiste en que pueda acceder directamente desde su casa a un
número incalculable de informaciones, sino en que pueda comprender mejor el mundo y en que
pueda otorgar su confianza a aquellos cuyo merito es el de ser los intermediarios entre la
historia y la realidad de los públicos.

2.6. Revalorizar la investigación


Investigar es en primer lugar salir de los caminos trillados, intentar comprender, no
contentarse con los discursos oficiales, cruzar las informaciones. "Investigar e informar", como
se decía en la gran tradición periodística. El periodista es el "reportero", el que da cuenta al
público el fruto de su investigación. Tarea original en relación con otras profesiones que
intervienen en el campo de la información y que constituye la especificidad de la profesión: la
de ir a ver. En este sentido la investigación periodística es pariente de la otra gran investigación,
la de las ciencias sociales. La investigación permite también esclarecer las cualidades del trabajo
periodístico; independencia, curiosidad, espíritu crítico, subjetividad. Favorece una reflexión
sobre la especificidad de la información penodística en relación con otros géneros de la
información y permite principalmente resistir a tres escollos. El de la "información basura", que
intenta sobre la base de revelaciones y de investigaciones sorprendentes propagar ya sea la
imagen del periodista amarillista, ya sea la del periodista justiciero. El segundo escollo, en
cambio, concierne a la "información comentario", que transforma al periodista en un simple
comentador y seudoordenador de los acontecimientos del momento. El tercero es la desviación
hacia la información "objetiva" de la que hable muchas veces y que, sobre la base de las cifras y
las estadísticas, aleja la información del principio que es el suyo en la teoría democrática: ser el
relato de la historia de los hombres por otros hombres. La investigación a permite también al
periodista desenredar los hilos cada vez más sutiles de los sistemas de información
administrados por los lobbies, quienes saben muy bien hoy utilizar la lógica de la información y
de la comunicación. Curiosamente, los periodistas no hablan lo suficiente del atentado a la
libertad de información que representa la acción de los lobbies. Informar al público es también
reconocer la inteligencia crítica del mismo, y reconocerle la capacidad de comprender esos
problemas. Es también la manera de recordar que el horizonte de la información es menos la
objetividad que la honestidad. Al reivindicar la honestidad más que la objetividad, el periodista
es más creible ante el público, porque el volumen de informaciones que se intercambian, en un
movimiento browniano incesante, hace caduca la idea de objetividad. Esta podía servir de
referencia en un universo pobre en inforrnación. Hoy en día no se adapta a un mundo
sobremediatizado.

2.7. Reconstruir una jerarquía de información


Esto significa re-examinar el peso respectivo de las secciones en los medios, la jerarquía entre
los servicios y, por lo tanto, el número de periodistas por servicio. En los medios generalistas, la
parte más importante se encuentra en las secciones internacional y de política interior, en
detrimento de la economía, de la sociedad, de la ciencia, de la educación, del ambiente, de la
religión y de la cultura. Esto plantea no solo el problema de la formación y de la competencia de
los periodistas, sino también el de la desproporción en el tratamiento de aspectos enteros de la
realidad. "Dime como repartes a los periodistas en las diferentes secciones, y te diré la
representación que haces de la sociedad, a través de esa jerarquía". Por otra parte, puede
advertirse, al reflexionar sobre las secciones, en que medida los medios tienen una visión de la
información directamente ligada al recorte institucional de la sociedad. La prensa está dividida
según los mismos criterios que los grandes ministerios y las grandes administraciones. Bella
prueba de independencia… Repartir de otra manera las secciones y modificar su ponderación
permitiría jerarquizar de otro modo la información; la prensa podría adquirir entonces un poco
de independencia respecto de las múltiples presiones que sufre. Esto tal vez reforzaría también
el vínculo con el público, vínculo que hoy se ve reducido con frecuencia a un simple "correo de
lectores”, relegado a las páginas menos leídas y menos valoradas… En paralelo con el exámen
crítico de la jerarquía de la información, debe abrirse una reflexión sobre "los límites del deber
de información". En un universo de hipercompetencia, donde todas las jugadas estan permitidas,
saber decir no a la difusión de ciertas informaciones les aportara crédito a los periodistas. Esto
quiere decir reabrir los expedientes de la deontología, de la política del secreto, de la relación
ente la vida privada y la pública, de la necesidad de no “desternillarse de risa", y atreverse a
denunciar a las manzanas podridas que, en hombre de un derecho demagógico a la información
del público, transgreden todas las reglas deontológicas… En síntesis, admitir que, paralelamente
a un trabajo crítico sobre la jerarquía de la información, se impone una reflexión sobre su
deontología. Si los periodistas no lo emprenden, como tampoco tienen su monopolio, otros se
encargarán…

2.8. Criticar la ideología de la transparencia y de la inmediatez


Mostrar todo y decir todo ya no son sinónimos de verdad. Esto obliga a reconsiderar el
estatuto de la imagen, los límites del directo y el papel de la autocensura. No es dificil
comprender como una cierta concepción de "decir todo, mostrar todo" en nombre del "derecho
de saber" del público ejerce un efecto seductor sobre el voyeurismo de este último. Reexaminar
la relación con la información es también reabrir una reflexión sobre el porvenir del papel del
periodismo. ¿Hasta dónde debe ingresar en una lógica de la comunicación, incluso de la
animación, y a partir de donde, al hacerlo así, pierde su especificidad? Si no hay información sin
comunicación, ¿a partir de qué momento la hipertrofia de la segunda transforma al periodista en
animador? ¿Hasta dónde la transformación de la información en un espectáculo es necesaria
bajo la presión de la competencia y la necesidad de interesar a un público hastiado? ¿Las
restricciones del "charity business", por ejemplo, autorizan a los periodistas más preciados a
transformarse en prestidigitadores y héroes de la generosidad popular? ¿Hasta dónde el fin
justifica los medios en una época donde toda iniciativa pasa por una lógica de la comunicación?
Todo esto plantea la cuestión de la definición de la profesión y de la capacidad de distinguir las
diferentes especialidades. Ayer, e1 sueño del periodista era, mediante la investigación de la
verdad, volverse actor, en la perspectiva de los dos héroes del The Washington Post. En este
momento, en cambio, existe el papel de testigo privilegiado de la actualidad y el del periodista
presentador que, todos los días, entra en los hogares y explica el mundo. Es difícil conservar la
proporción entre la humanización de la información, que el periodista asegura y la valorización
del periodista que la información asegura… Reconsiderar el perfil del animador, del anfitrión de
los "talk-shows", permitiría sin duda revelar mejor las distinciones. El papel de productor de
talk-shows y de otras emisiones de diálogos más o menos en directo es una nueva identidad
profesional periodística. Ciertamente, no es necesario ser periodista para animar un talk-show,
pero la legitimidad periodística por lo general mejora la credibilidad de esas emisiones. ¿Hasta
dónde llegar? ¿Hasta dónde, también, la multiplicación de las emisiones que tratan acerca de los
eventos de sociedad, de las costumbres, de la cultura, de la religión… debe permanecer regulada
por una 1ógica de la información; y si otras lógicas deben intervenir, cuales son? Existen
seguramente otros perfiles profesionales además de los cuatro que rápidamente mencionamos.
En cada caso la pregunta es la misma: ¿según que principio calificar la naturaleza de la
actividad? ¿Es la aparición de un segmento de mercado rentable, a falta de legitimidad, lo que
llevará a una extensión de la profesión de periodista? ¿O bien la llegada de nuevos soportes, de
los que será necesario limitar sus riesgos de desviación? ¿O bien una reflexión sobre la
naturaleza de la información provista? Es preciso retomar el muy antiguo debate acerca de la
identidad del periodista. ¿Qué relación puede establecerse entre las tres funciones muy antiguas
de testigo, de actor y de portavoz, en un momento en que la evolución actual contribuye a
valorarlas, pero ellas se vuelven cada vez más contradictorias?

2.9. Infomar es menos peligroso en las democracias que en las dictaduras…


Admitir la diferencia radical en la situación de las dos formas de periodismo es esencial para
evitar las amalgamas engañosas. Las dificultades, frecuentemente trágicas de los segundos no
pueden servir para cubrir los errores y la pereza de los primeros. El problema no es solo la
necesidad de diferenciar más netamente los papeles y las responsabilidades, sino también
obtener de los periodistas de los países occidentales más solidaridad con aquellos de sus
colegas que, en la abrumadora mayoría de los países del mundo, viven difícilmente de su
profesión. La información es instantánea y omnipresente pero, al mismo tiempo, en un número
siempre impresionante de países, al lado de las computadoras y los satélites, los periodistas
continúan pudriéndose en las cárceles o son torturados. ¿De qué sirve hablar de una
"información mundial" y soñar con redes interactivas, si no protegemos, en nombre de los
derechos fundamentales del hombre y de la libertad de información, a aquellos que se
encuentran en una situación frágil en el origen de las informaciones transmitidas luego en
algunos segundos a los cuatro rincones del mundo? Luchar por promover una cierta visión
universalista de la información es también, y tal vez por sobre todo, defender a los profesionales
de la información y a aquellos que los ayudan: abogados, testigos, políticos, sindicalistas, reli
giosos, intelectuales, hombres de la cultura…

2.10. Aprender a resistir a las industrias de la información y de la comunicación


Estas, a fuerza de adquisiciones y de concentraciones, y por intermedio de figuras
aparentemente épicas de capitanes de la industria que hacen hoy en día fortunas con la
comunicación -como otros lo hacían ayer con el petróleo, el acero, la aeronáutica o el
automóvil-, modifican regularrne todos los equilibrios, al comprar, vender, despedir y
transformar las líneas editoriales. Estos empresarios se comportan hacia la información y los
periodistas de la misma manera que cualquier capitán de la industria lo hace en el mundo de los
negocios. Tras haber garantizado a las redacciones, en el momento de las adquisiciones, ventas,
fusiones o reestructuraciones, "el respeto por la libertad de los periodistas", su independencia y
su voluntad de no interferir en el contenido de los periódicos, estos mismos industriales
despiden más o menos rápidamente, ofreciendo a los periodistas, por el sistema de cláusulas
profesionales, la posibilidad de dejar las redacciones. Los periodistas acentúan por otra parte su
propia desestabilización al transmitir mediante encuestas, editoriales y rumores una visión
demiurgica de esos nuevos capitanes. De todos modos, los medios son más benevolentes y están
más fascinados con los grandes predadores de las finanzas que con los grandes industriales, los
grandes comerciantes, los políticos, los hombres de ciencia o de la cultura… ¿Por qué esa
diferencia? Con todo, la prensa generalista mantiene más su dignidad que la prensa
especializada, la que, bajo la cubierta de "personalizar la información", se aproxima con
frecuencia peligrosamente a una "información promocion". No transcurre ni una semana ni un
mes sin que la prensa especializada promocione a tal o cual gran capitán del Monopolio
financiero o industrial mundial…
¿Cómo puede el público tomar en serio a los periodistas cuando no los ve luchar de todas las
maneras posibles, por medio, de huelgas y conflictos, en ocasión de las operaciones
economicas, políticas o financieras de concentración que constituyen manifiestamente atentados
contra la libertad de información y de comunicación? Ciertamente, no se pasa fácilmente de un
lado de la información al otro, del estatuto de aquel que plantea las preguntas sobre las razones
de una acción al estatuto de aquel que actúa. Pero este mismo problema se presenta en todas las
profesiones que observan la realidad, y la reflexión avanzaría si el problema fuese planteado. La
actuación es de cualquier manera muy difícil, pero no es al negar las dificultades de la acción
que esta se volverá más fácil. El público tiene entonces la percepción sorda de una defensa de la
libertad de información y de comunicación en dos velocidades. Resuelta, fuerte y espectacular
cuando se trata de atentados a la libertad política, pero más modesta, matizada y vacilante
cuando se trata de atentados ligados a la 1ógica económica.
Los periodistas no son la única profesión intelectual, individualista y a priori protegida que se
encuentra atrapada en la voragine de los intereses contradictorios. El día de mañana, el mundo
académico y el de la investigación, los dos igualmente individualistas e incómodos con las
lógicas del dinero, se encontrarán en la misma situación. Luchar por preservar un cierto estatuto
periodístico, es entonces también luchar o garantizar las condiciones de una cierta libertad de
información; lo que está en juego, como vimos va más allá de este grupo profesional. Estas
evoluciones en el dominó de la información, tan diametralmente opuestas a los valores de la
verdad y del conocimiento, que allí dominan, prefiguran otras batallas similares en otros
ambientes profesionales que manejan la información, el conocimiento y la cultura. Luchan por
la defensa de un cierto modelo normativo del periodismo tiene repercusiones que superan
ampliamente la simple defensa de una profesión.

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Práctico 11

MANGONE, CARLOS, ¨Campo de los medios y del periodismo:


menos trabajo, más concentrado y muy flexibilizado¨, en Zigurat, n°3,
octubre 2002, págs. 72-77.

La economía política de la Comunicación se ha dedicado especialmente a estudiar las


estructuras de propiedad y su influencia sobre el contenido y la circulación de los mensajes
masivos. Si bien no son excepcionales los análisis del sistema laboral en los medios masivos, no
resultan suficientes como para comprender un campo que, aunque ratifica en lo fundamental las
tendencias generales del sistema económico, adquiere formas materiales un tanto específicas
que lo vuelven un objeto de interés para la reflexión de los especialistas.
En el caso de nuestro país, la temprana aparición de la radio y la televisión sin un marco
adecuado de servicio público y la concentración de la producción mediática en el área pampeana
en detrimento de un declamado federalismo cultural resultan un contexto singular que acentúa
las restricciones de acceso y permanencia en el campo. La reconversión de la estructura de los
medios al multimedia y la explosión demográfica de las carreras afines con los medios implica
un nuevo factor que agrava aun más el ya dramático cuadro de concentración y flexibilización
laboral.
Lo que fue una constante del funcionamiento del sistema de medios en la Argentina
actualmente adquiere otra importancia por la novedosa presencia de un ejército de reserva
laboral de periodistas, diseñadores, cineastas, teatristas, especialistas radiofónicos, etc. Pasada la
euforia del quinquenio 1990-1995 se ven hoy expuestos a una racionalización económica y
laboral contradictoria con las expectativas creadas por entonces.
Por lo tanto, a los objetivos de una disciplina, se unen las preocupaciones de un campo
académico y de formación pro~ fesional al que se agrega naturalmente la tarea de los gremios
involucrados en la producción artística y periodística del sistema. Lo que sigue ambiciona ser
solamente una serie de apuntes, un mapa de situación que permita encarar la resolución de la
crisis.

1. Algunos antecedentes

En el sistema de los medios masivos y de la industria cultural en general la llegada de la


televisión en 1951 y su desarrollo privado a partir de 1960 produjo un reacomodamiento de las
figuras principales. El nuevo medio, si bien incorporaba las voces y los cuerpos de figuras
populares radiales y cinematográficas, descartaba a una buena parte por no dar con el ¨físico¨
adecuado. A partir de allí se dio un fenómeno paulatino de concentración laboral ya que la
hegemonía televisiva permitió un camino inverso, las figuras populares de la televisión
empezaban a ser "reclamadas" por la radio; se comenzó de esa forma a restringir fuertemente el
acceso a los trabajadores formados específicamente en el medio radiofónico. Otros ámbitos,
como el teatro, lo sufrieron de alguna manera ya que la industria del espectáculo desarrolló un
teatro comercial con las figuras televisivas cuya exacerbación fueron las célebres temporadas de
Mar del Plata en donde la continuidad televisiónteatro veraniego era una misma cosa. Los
magazines radiales a partir de finales de los años setenta en las emisoras más escuchadas y por
influencia de productoras independientes que ya trabajaban al mismo tiempo en radio y
televisión, integraban a actrices, actores, cantantes, etc., en programas de larga duración que
limitaban aun más la diversidad estética y el pluralismo de ideas. La televisión empezó a ser el
pivot alrededor del cual giraba la industria y la extracción de beneficio, acentuado por los éxitos
fulminantes y el declamado aprovechamiento de la "buena racha laboral", que provocaba, por
entonces y hasta la actualidad, el desfile de los protagonistas por cuanto formato exista.

2. Las pautas de programación como factor de restricciones

La forma que fue adquiriendo la programación radial y televisiva en nuestro pais colabora
intensamente con las limitaciones para el acceso laboral. La poca o casi nula instalación de los
programas televisivos de media hora en la tradición televisiva, el auge de los programas de larga
duración, el carácter vitalicio que muchas entregas tuvieron en los sesenta y setenta, la pauta
diaria de programación en grandes segmentos del día, entre otros, fueron factores restrictivos
para la diversidad televisiva.
En el caso de la radio, el fenómeno de concentración en figuras principales alrededor de las
cuales no solo giran los programas sino también las emisoras colabora enormemente con la
crisis de acceso laboral. Un ejemplo de este funcionamiento son los horarios cubiertos por
figuras centrales, muchas con gran presencia televisiva, que dieron origen a los programas de
variedades, llegando en el caso de la por muchos años hegemónica Radio Rivadavia a describir
su grilla con cinco o seis figuras (Aldao-Fontana o Larrea-Carrizo-Mareco, Muñoz, etc.) El
sistema de lealtades radiofónicas -más cercano a escuchar aquello con lo que se acuerda-
incentivó una programación muy concentrada en las radios de dial ¨ancho¨.
Últimamente, en algunas emisoras radiales, se ha puesto de moda, al estilo de los comienzos
de Radio América puramente informativa, reiterar a lo largo del día numerosos y extensos
segmentos de programación para cubrir, como en el Cable, a una audiencia de otros horarios. En
algún caso, como en la madrugada de Radio Continental, esto implica reemitir programas
completos.

3. El salto de los noventa: del multimedia empresarial al multimedia humano

El salto privatizador de los noventa en la televisión consolidó las estructuras multimediáticas


en un marco de mutuos apoyos promocionales entre medios. Se debilitó el "control" y la crítica
intermediática acentuándose la circulación de las mismas figuras por distintos formatos, géneros
y medios. No resultaba (ni resulta) difícil encontrar una secuencia de trabajo de las primeras
figuras que abarque en distintos segmentos horarios la radio A.M o F.M, el canal de aire, algún
programa de Cable y las colaboraciones frecuentes en las publicaciones del multimedia. En las
radios más escuchadas, Mitre y Radio 10, se da un caso singular: los elencos de los magazines
se rotan en los horarios intercambiando el papel de conductores y de columnistas. El columnista
de la mañana puede conducir a la tarde o en el fin de semana y el que acompaña a la tarde
encabeza programas de la noche.
La existencia de pocas productoras independientes y la ausencia de una política pública que
auspicie el acceso de nuevas propuestas hace que las figuras del espectáculo y del periodismo se
conviertan en emblemas de los medios y, si bien no actúan de manera "vi tal icia¨ como en otras
épocas, son un elenco estable que circula por casi todos los programas.

4. La ficción de dar trabajo


Hace pocos años la Asociación Argentina de Actores hacía una campaña pública acerca de la
necesidad de recuperar espacios televisivos para la ficción. En ese contexto en donde se
señalaba la ausencia de programas con actores en algunos canales, era el caso de América TV,
resaltaba como alternativa la propuesta de la productora de Adrián Suar, por entonces con sus
productos Gasoleros y Campeones en la pantalla. Como ocurre habitualmente cuando se
pondera la influencia en el nivel de empleo de los hipermercados (el principal empleador
privado de la Argentina es una cadena de esas características), pocas veces se ajusta la cifra con
el número de empleos destruidos por ese nuevo sistema de comercialización que irrumpe sin
más planificación que su voracidad mercantil en contextos oligopólicos.
La analogía no es gratuita. La consolidación de los horarios centrales de la noche para un
mismo programa durante toda la semana (habitualidad comenzada en la dictadura militar con el
trabajo de las productoras independientes pero limitada al horario de las 19hs., 20hs. ó 23hs.),
que se extendió a casi todos los canales, deja en claro la grave restricción al acceso de pantalla
para otras propuestas que no pasen por la puerta de Polka, Ideas del sur, Cuatro Cabezas o
algunas pocas productoras más. Quedan nuevamente afuera numerosas posibilidades genéricas,
estéticas e ideológicas.
La conclusión no podría ser más elocuente, la desaparición de tradicionales géneros de la
televisión argentina que empleaban a numerosas profesiones del mundo del espectáculo»:
bailarines, scenógrafos, cantantes, animadores, humoristas, actores, etc. El palimpsesto
televisivo, que planta reales en el magazine, se extiende hoy a la tira de la noche que introduce
"partes de género" como para reemplazar a los ausentes.
El corolario de toda esta censura estructura¡ de trabajo artístico. es la ampliación de la
programación semanal de América TV al sábado con lo cual este espacio de la televisión abierta
reservado en otras épocas a ciertas experimentaciones o propuestas medianamente alternativas
queda definitivamente terminado.

5. Los pasantes de los periodistas empresarios

Aunque se extiende a buena parte del campo el fenómeno de los más presente en la
especialidad del periodismo deportivo, en donde la oferta privada de formación es la más
extendida. Representa en los hechos una fuerte restricción al acceso laboral de los periodistas
formados en un lugar que no sea el que hegemoniza el periodista ''estrella'' o el gestor del
espacio radial o televisivo. Los efectos de estas pasantías no institucionales entre Escuela y
Trabajo no se limitan al problema laboral solamente sino que abarcan también, como en todo
taller medieval de formación o en cualquier protectorado, al acuerdo ideológico y ético con la
fuente dadora de trabajo. Tonos neutros, clones ideológicos, seguidismo en las editoriales,
formas de ver el mundo (y el deporte) muestran claramente que para ¨estar¨ hay que ¨ser¨ de
una determinada manera.. Reforzado esto además con el usufructo del trabajo periodístico
didáctico para cubrir horas de programación pautada publicitariamente. La ¨muestra¨ de talleres,
informes especiales, pasantías en medios, estados a prueba, etc., disimulan que se trata de
espacios financiados con publicidad y los jóvenes deslumbrados por las "luces del centro¨
debilitan conciente o involuntariamente aun más su perspectiva de trabajadores y su inserción
gremial.
Este perverso funcionamiento del capitalismo flexibilizado y concentrado se agrava
paradójicamente con la figura del periodista-empresario que compra un espacio -con su
productora independiente-, regula la fuerza de trabajo con pasantías y contactos personales y
acostumbra trabajar con la rotación de los entusiasmos puestos a prueba en contadas
oportunidades. Si a esto se le agrega que, a veces, se trataría de periodistas adscriptos a
posiciones conocidas como ¨progresistas¨, el cuadro se complica aún más.

6. Las vocaciones despertadas y las profesiones polivalentes


La televisión al igual que el sistema de educación privada invirtió muy poco en la formación
de sus cuadros profesionales; salvo Canal 13 y por poco tiempo, nunca se consolidó una
estructura que fuera un marco adecuado para el acceso meritocrático al mundo del espectáculo y
del periodismo. Esta situación se profundiza cuando el poder de negociación de los artistas y
periodistas en el campo está muy debilitado (aspecto que se extiende a todos los agentes que
negocian en el mercado o con el Estado en el contexto de las políticas culturales). Se produce de
esta manera una constante ¨rotación¨ entre las profesiones: modelos, animadores, cantantes,
actores, periodistas, que juegan distintos roles sin ninguna preparación especial para el
desempeño de esas tareas.
De allí que las empresas no recurran a los lugares de formación sistemática para cubrir los
lugares que se abren o participar de los proyectos diseñados. Así, las profesiones se ven ante la
evidencia de agentes que aprovechan los "contactos" institucionales o mercantiles. Looks
específicos, capitales simbólicos ganados en otros ámbitos (deporte, empresas, profesiones
liberales e incluso la política), son la puerta de entrada para ejercer cuotas de influencia desde
pantallas y micrófonos. Un doble juego de los que pagan para estar y los que cobran poco como
derecho de piso en el campo corona con la pre-contratación de los participantes de los reality
show. Al estar ausente el concurso, la licitación abierta o el casting transparente el sistema de
medios simula una suerte de democratización del acceso en las multitudinarias convocatoria
masivas para participar de programas o en la elaboración de los productos mediáticos como los
grupos de música pop.

7. El pluralismo ideológico, bien gracias

El efecto de estos funcionamientos en el campo tiene una carga extra en el subcampo


periodístico en donde las dificultades de acceso se ven acentuadas por los márgenes de acuerdo
ideológico con las estrategias de las empresas y de los periodistas empresarios, conductores o
estrellas. El resultado inmediato es que la representación ideológica de la sociedad no se ve en
absoluto reflejada en las tendencias ideológicas o políticas de los principales periodistas. Con
sólo explorar el dial radiofónico en AM y FM en los programas de editorialismo de la mañana o
en el atardecer nos encontraremos con un sobredimensionamiento de las propuestas solventadas
por empresas de servicios o auspiciadas por sectores financieros, lo que en los hechos representa
una sobredeterminación del seudoperiodismo económico que eufemiza los lobbys más crudos
del monetarismo y de los sectores concentrados de la economía.
Si se tomaran como referencia las últimas elecciones nacionales, proyectándose los espectros
ideológicos sobre el campo periodístico, nos encontraríamos con un gran desajuste entre las
opciones electorales, por ejemplo de la izquierda más extrema y su reflejo como agenda de
problemas o perspectiva de las noticias en el cuerpo del periodismo.
La reiterada inscripción de buena parte de los periodistas en el espacio "progresista" (amplio
territorio que recibe trayectorias sin beneficio de inventario) nuevamente disimula que un
conjunto importante de la población no se ve representada en el sistema de medios. Y si
agregamos a esto el carácter gubernamental de la oferta, periodística del subcampo periodístico
estatal el panorama se agrava aun más.

8. Los lúmpenes sociales y la rentabilidad del desecho

Los norteamericanos, ante el problema de que el uranio empobrecido debía ser guardado bajo
tierra a un gran costo, descubrieron que ubicado en la punta de los misiles provocaba
temperaturas similares a las bombas atómicas sin radiactividad. De allí que los aviones que
regresaban de las incursiones en los Balcanes debían arrojar las bombas sobre el Adriático por
la fricción de los aterrizajes. El desecho se había convertido en beneficio. La televisión lo había
logrado antes con la rentabilidad de lo que en otras épocas fue el desecho. El error o blooper
convertido en trama o tema, el rumor en noticia, el divorcio en acontecimiento, la derrota en
reflexión y el lumpen social en protagonista. Los nuevos personajes televisivos y radiales no
poseen más mérito que la actuación en medios que crean su demanda y potencian de manera
multiplicada sus horas frente a la pantalla. Acentuada su presencia por los programas
resumidores que repiten las ¨mejores¨ escenas de los magazines y talk shows, dejan poco
margen para que especialistas ocupen las columnas de opinión al mejor estilo de los años
setenta y ochenta. La crisis financiera y publicitaria de los medios ayuda a bajar los costos
justamente en un contexto de expansión de las vocaciones afines al campo y en medio de una
crisis laboral inédita.

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