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Aníbal Quijano

Padre de la teoría de la Colonialidad del Poder

SOCIÓLOGO RECONOCIDO DE NIVEL


INTERNACIONAL, FUNDADOR DE LA
TEORÍA DE LA “COLONIALIDAD DEL
PODER“, PROFESOR EMÉRITO DE LA
UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE
SAN MARCOS, DOCTOR HONORIS
CAUSA DE VARIAS UNIVERSIDADES
COMO LAS DE BUENOS AIRES,
CARACAS, MÉXICO, UNIVERSIDAD
RICARDO PALMA, ENTRE OTRAS.
DIRECTOR DE LA CÁTEDRA AMÉRICA
LATINA Y LA COLONIALIDAD DEL
PODER DE LA UNIVERSIDAD RICARDO
PALMA.

¿Dónde nació y qué recuerdos tiene de su niñez?

Nací en una pequeña ciudad llamada Yanama, capital del Distrito del mismo nombre,
en la Provincia de Yungay, del Departamento de Ancash, al lado oriental de la
Cordillera Blanca. Desde la ciudad de Yungay, se llegaba atravesando un camino de
herradura, pasando las dos lagunas de LLanganuco y subiendo hasta un abra llamado
el Portachuelo, situado sobre los cuatro mil metros de altura y desde donde podía
mirarse muy cerca el Huascarán. Era un distrito grande con muchos “caseríos”, como
se nombraba a los pueblos contiguos a la capital del Distrito. En mi recuerdo de niño,
Yanama era una pequeña ciudad, con una Plaza de Armas, una Iglesia, pocas calles,
habitada por familias de gamonales, comerciantes, artesanos y agricultores. Pero
Yanama parece ser un nombre no infrecuente en los Andes. Por ejemplo, en algunas
publicaciones como WikiLeaks, alguien ha fabricado semblanzas biográficas sobre mí
con informaciones extrañas y equivocadas. Allí se dice que el Yanama donde nací es
un pueblo de 500 habitantes. Probablemente la referencia es una pequeña población
de ese nombre que estaba ubicada en las afueras de la ciudad de Yungay, antes del
terremoto de 1970.

Para ir a completar mis estudios de Primaria y de Secundaria tuve que ir a residir en la


ciudad de Yungay, salvo durante las vacaciones. En esa ciudad viví, pues, la mayor
parte de mis años de niño y de adolescente. Esa ciudad ya no existe. Fue sepultada
por un alud producido por el desprendimiento de una cornisa del Huascarán durante el
terremoto de 1970. Por eso, cuando me preguntan de dónde soy, respondo que soy
de todas partes, porque la ciudad en que viví ya no existe. Por lo tanto puedo ser de
todas partes. Yungay era la más hermosa de todas las ciudades que formaban el
Callejón de Huaylas. Se atribuye a Raimondi la famosa frase: “Caraz dulzura, Yungay
hermosura, Carhuaz borrachera y Recuay ladronera”. Tenía una campiña colorida y
fértil. Desde la ciudad se divisaba el Huascarán, como una gran ave de nieve con las
alas desplegadas. En agosto, hacia las cinco de la tarde, una aureola entre rosada y
dorada jugaba en esas alas.

¿Qué otros recuerdos nos puede relatar?

El terremoto del año 70 fue muy grande, 100 mil km afectados y más de 70 mil
muertos, desde la costa hasta la selva, sobre todo del Departamento de Ancash. Mi
padre fue una de las víctimas, bajo el aluvión que se abatió sobre Yungay.. La última
persona que lo vio, me dijo que llevaba cargada a una niña. Ese es su último
recuerdo. Había pasado todo el verano de ese año en Santiago de Chile, donde yo
residía en ese período, y mis hijos habían aprendido a quererlo y disfrutar de su vivo
humor. Yo vine a Lima pocos días después del terremoto y logré llegar hasta la zona
de Yungay. Carlos Delgado, que estaba colaborando con el gobierno de Velasco
Alvarado, logró un lugar para mí en uno de los helicópteros que viajaba a esa zona.
Llegué una semana después de la catástrofe a lo que quedaba de Ranrahirca, a unos
kilómetros de la desaparecida Yungay. Al llegar a Lima, escuché que el gobierno
militar radiaba un mensaje asegurando que todo estaba bajo control y que la ayuda
estaba ya en las poblaciones afectadas. Era todo falso, desde luego. Yo bajé del
helicóptero en la misma mañana en la que llegaba el primer camión de ayuda
organizado por un grupo dirigido por Manuel Valladares, actual profesor de Historia en
la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de San Marcos.

Recorrí gran parte del área afectada por el terremoto, toda la zona andina de
Ancash. La conocía bien, aunque no había vuelto en décadas y traté de identificar los
problemas que pudieran tener inmediatas soluciones, pues todas las poblaciones de
las comunidades estaban no solo dispuestas, sino urgiendo tomar parte en los
trabajos de reparación de caminos, puentes, etc., aunque siempre amenazadas de
represión como ocurrió, en mi presencia, el mismo día de mi llegada a Ranrahirca.

Pocas semanas después, en Huaraz, más precisamente en Anta, buscando salir


hacia la costa por la quebrada que va hacia Casma, pensé que sería pertinente
buscar al Jefe Político-Militar de la zona para informarle de lo que había encontrado y
de las posibilidades de solución inmediata, sobre todo para restablecer la
comunicación entre los pueblos. Así le mencioné que en Ulta, un paso entre dos
zonas de la cordillera, se había desplomado un puente y no había forma de viajar, ni
de comunicarse entre las respectivas poblaciones y los campesinos querían
autorización y recursos para restaurar el puente. El militar, creo que un Comandante
de la Fuerza Aérea, admitió recibirme. Después de escuchar mis informaciones me
miró algo hostilmente, desplegó un mapa aéreo, ubicó el lugar de Ulta y dijo, como
bien lo recuerdo:”Ud. miente. Como puede ver, en este mapa se registra un túnel en
ese lugar y se llama La Portada de Promisión¨. Y tiró el mapa que se envolvió hacia
arriba.

Yo no estaba solamente indignado, sino especialmente dolido, porque ese túnel


fue proyectado y trazado, por iniciativa de mi padre y un grupo de ingenieros, y sin
duda habían logrado que se aprobara, pero nunca que se construyera. El nombre fue
acuñado, precisamente, por el comité organizado por mi padre. Él era un profesor,
que fundó y dirigió el primer centro escolar de Yanama, que servía a una amplia zona,
y que dedicó gran parte de su vida a organizar y apoyar a las comunidades. Tuvo el
reconocimiento y el cariño de esas poblaciones. Alguna institución educativa y alguna
promoción del Colegio Nacional de Yanama llevan su nombre, Marcial Quijano.

Furioso, tomé el mapa y lo desplegué de nuevo. Era el mapa oficial de la Fuerza


Aérea de los Estados Unidos. Allí estaba marcado un ferrocarril entre la ciudad de
Yungay y las minas de Ticapampa, cerca de Recuay, que ya mirábamos en el mapa
cuando yo era estudiante de Secundaria, pero que nunca fue construido. Con
regocijada ironía, le pregunté si había visto y viajado quizá en ese ferrocarril. Me miró
sorprendido, entendió que el túnel de la Portada de Promisión tampoco existía, no me
pidió disculpas, pero tampoco respondió cuando le dije que el mentiroso era él.
La promoción con la cual egresé del Colegio Nacional Santa Inés de Yungay, se llamó
Julio C. Tello por ser el año de la muerte de nuestro mayor arqueólogo. Desde hace
años, no he vuelto a ver a nadie de la gente que yo conocía de esa promoción

¿Cómo llegó a Lima?

De Yungay vine a Lima para ingresar a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Ingresé a la Facultad de Ciencias porque quería ser médico. Al término del primer año
de Pre-Médicas, decidí trasladarme a estudiar en la Facultad de Letras.

Mis decisiones vocacionales no fueron fáciles. Cuando ya había decidido dejar los
estudios de medicina, un amigo me llevó a visitar el Hospital Larco Herrera. Era un
infierno. Casi vuelvo a la medicina a estudiar el modo de ayudar a los habitantes de
ese lugar. Pero finalmente decidí por los estudios de Letras.

¿Cómo se decidió por las Ciencias Sociales?

Hace algunos años, Jorge Puccinelli se propuso publicar un volumen colectivo sobre
Raúl Porras Barrenechea. Y me pidió un texto para ese propósito. Yo escribí uno de
carácter testimonial. El citado volumen nunca llegó a publicarse. Mi texto se publicó,
finalmente, en el diario La República. Allí cuento algo de ese tránsito. No será
necesario repetirlo aquí.

Estudié en el Departamento de Historia, asistí a todos los cursos sobre Etnología y


Antropología que entonces existían en la Facultad de Letras. Y también terminé los
estudios en la Facultad de Derecho, hasta ser declarado expedito para el grado,
aunque yo sabía desde el comienzo que no sería abogado. En esos estudios había
muchas cuestiones que me interesaban mucho, porque la trayectoria del derecho está
en cierta forma asociada a la trayectoria de la estructura del poder y de la sociedad.

¿Cuáles son los grandes cambios políticos en el Perú?

El Perú de ahora es el producto de grandes cambios cuyos procesos no se han


agotado. Esos procesos de cambios comenzaron con las revueltas campesinas
desde fines de los años 50’s, con las invasiones de haciendas y la organización de los
campesinos. En ese período, se puede decir que se trata del mayor movimiento
campesino de América Latina, con líderes de la talla de Hugo Blanco. Se puede
también decir que se trata de una revolución social, ya que comienza a ser
desmantelada la estructura de dominación del gamonalismo. Dada la expansión de los
sectores comerciales, financieros e industriales, de toda la urbanización de la
economía en el Perú, esa revolución afecta ante todo la parte ya más débil de la
estructura de poder en el país. De cierto modo, los derrotados intentos de guerrillas
rurales de intención “castrista” forman parte de ese proceso. En el mismo período, se
produce un proceso de migración y de urbanización de la sociedad peruana. Y eso
produce no solamente una nueva y muy diferente estructura de la sociedad, sino
también una nueva cultura, urbana sobre todo. Son procesos de cambio en parte
aluvionales, pero profundos, que conmueven el poder.

Todo eso lleva a la Fuerza Armada a producir lo que se llamó el Gobierno


Revolucionario de la Fuerza Armada, bajo el General Velasco en un primer momento.
Para contener la posible y temida marejada revolucionaria, los militares terminaron de
erradicar las partes ya debilitadas de la estructura de poder, en particular el
gamonalismo andino y el latifundismo costeño. No hubo, pues, una revolución integral
y profunda, sino un conjunto de reformas bajo control militar-tecnocrático para impedir
las revoluciones. Pero ayudó a producir la nueva estructura de poder que actualmente
habitamos. Un primer momento de estatización de los recursos de minería y petróleo,
principalmente, fue pronto contenido para dar paso a la internacionalización del control
de los recursos, del mercado y de la financiarización del capitalismo, lo que
caracteriza la dominación, la explotación y el conflicto en el Perú actual.

¿Han cambiado los problemas del Perú?

La desigualdad y la marginación se han mantenido. La Colonialidad del Poder no ha


podido ser erradicada. Pero hoy está en crisis. Hoy, nadie agachará la cabeza si le
dicen “negro”, “cholo”, “indio”. Pero todos tienen aún necesidad de ser “achorados”
para hacer que su dignidad y su igualdad sean aceptadas por los demás. Es decir, el
racismo-etnicismo no ha sido erradicado, puede ser inclusive más perverso si se
piensa en esos ámbitos que llaman “Eisha”, por ejemplo. Pero opera solo en los
extremos y bajo violencia social, no es más una clasificación social legitimada entre la
población.

Sin embargo, los rastros de la cultura del gamonalismo están aún presentes en una
parte importante de la conducta social. La relativa democratización de las relaciones
sociales contra el racismo/etnicismo y el patriarcalismo, demora en llegar más a fondo
y más lejos, porque ocurre en el contexto de la casi total hegemonía del
neoliberalismo como todo un “sentido común” natural, no solo entre los dominadores,
sino en una parte mayoritaria de las nuevas capas medias emergentes. No llega a
haber, por eso, una cultura cívica universalizada y legitimada. Porque no se puede
practicar un “estado de derecho” en una “sociedad de derecha”, como he señalado en
algún texto publicado.

¿Cómo define su teoría sobre la Colonialidad del Poder?

Como varios han señalado, la genealogía de mis propuestas sobre la Colonialidad del
Poder puede ser rastreada en mis textos desde fines de los 70s. De todos modos, el
primer texto en el cual se usa ese neologismo “colonialidad” para iniciar el debate
actual fue “Colonialidad y Modernidad/Racionalidad”, publicado en la revista “Perú
Indígena” (No. 29, Lima 1991). Prontamente reproducido en otras publicaciones
latinoamericanas y traducidas al Inglés, tiene ahora el reconocimiento del texto
fundacional de la perspectiva. En octubre de 1992, UNESCO organizó una reunión
mundial para conmemorar el 5º. Centenario de América. Invitados a concurrir, con
Immanuel Wallerstein llevamos allí un texto del cual somos co-autores ( “Americanity
as Concept or the Modern World-System”) y que yo expuse para esa audiencia, dando
así inicio al debate mundial de la teoría. Esos son los dos primeros textos en los
cuales se inicia el debate de esta teoría. Pero creo que es útil indicar ahora que ésta
comenzó a ser elaborada en mis seminarios del postgrado de Sociología en
Binghamton University, Nueva York, en los últimos años de la década de los 80s. del
siglo anterior.

En lo fundamental, se trata de una perspectiva


epistémica/teórica/histórica/estética/ética/política. O, en otros términos, de una
propuesta teórica sobre la naturaleza del poder hegemónico mundialmente vigente y
al mismo tiempo, en el mismo movimiento de la reflexión, de una propuesta para otro
modo de producción de conocimiento, histórico/social ante todo y, en consecuencia,
de una teoría de la existencia social misma. No se refiere, por eso, solamente a la
América Latina, aunque ésta sea el espacio/tiempo inaugural de este patrón histórico
de poder, sino a la globalidad de este poder.

Después de varias reuniones de debate en centros académicos como en las


universidades de Buenos Aires, Binghamton, Duke, Berkeley, Massachussetts,
Hannover, París, se ha ido conformando una red informal de debate conocida como
la red “colonialidad/modernidad”, en la cual participa un número creciente de
investigadores en Estados Unidos, América Latina, Europa, Asia y África. Se puede
decir que se trata ahora de un debate mundial, como he podido verificarlo en el Foro
Social Mundial que acaba de ser realizado en Túnez (26-30 de marzo del 2013).

En la Universidad Ricardo Palma, con la fundación de la Cátedra América Latina y la


Colonialidad del Poder, ha surgido un centro nodal de ese debate

¿Cómo ve el funcionamiento de la cátedra?

Hemos invertido gran cantidad de tiempo y de trabajo para realizar reuniones de


debate, conferencias y mesas redondas trayendo colegas y estudiosos de gran
renombre internacional. Por el carácter de la URP la audiencia interna no ha sido
mayor. La audiencia local se ha ido armando, de todos modos y es posible afirmar que
ahora existe ya una audiencia nada desdeñable y que está comenzando a indagar y a
participar en este debate.

Sin duda necesitamos más apoyo promocional y asistencia. Se requiere personal para
transcribir, ordenar, clasificar, escribir y además trasmitir de forma eficaz las reuniones
de debate. Podríamos clasificar y difundir una caudalosa corriente de materiales que
nos llega desde todo el mundo. De cierta manera, pareciera que es necesario aún
persuadirnos que el trabajo delante de una computadora, para estudiar y para ejercer
una copiosa correspondencia académica requiere un tiempo muy grande y una
también muy grande persistencia. Hasta aquí, hemos trabajado a pulso. Esperamos
que podremos contar en adelante con los asistentes indispensables.

Las reuniones y las publicaciones de la Cátedra han colocado el nombre de la


Universidad Ricardo Palma en el reconocimiento internacional. Sin duda ese
reconocimiento será más consistente y más amplio conforme se desarrolle nuestro
trabajo.
Entrevista Eduardo Arroyo Laguna. Vocero del Departamento Académico de Humanidades de la
URP

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