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4.1.

La invasión europea del territorio


Los habitantes originarios del actual noreste argentino, y de los territorios cordilleranos de
lo que hoy es Chile, con los cuales, de acuerdo a las investigaciones de carácter histórico y
antropológico,[158] los Collas compartirían una identidad étnico-cultural andina, fueron sometidos
por el poder colonial que les desprendió de sus tierras para implementar en ellas el sistema de
encomiendas y mercedes de tierras, dando origen así a grandes haciendas. Esto, unido a la
política colonial de traslado de población indígena, creó una compleja red de relaciones
culturales entre las distintas agrupaciones locales –apatamas, omaguacas y parte de los
diaguito-calchaquíes- con los grupos trasladados desde otras zonas andinas, contribuyendo a
formar una nueva y compleja identidad que durante el período republicano pasó a ser conocida
como Colla.

Estos territorios también recibieron población quechua y aymara parlante, trasladada por
los inkas en el período prehispánico; a la que durante la colonia se agrega nueva población
atacama o apatama de habla kunza[159]. Los inkas establecieron enclaves poblacionales con
algunos indígenas provenientes de la vertiente oriental de las sierras pampeanas –los indios
del Tucumán y la franja occidental de Santiago del Estero-, y otros, llegados desde los Andes
Centrales y del Altiplano, lo que contribuyó a la complejización de estos pueblos respecto de su
origen y constitución, incrementada aún más con la política colonial del traslado de
población[160].

Bajo el dominio hispano, las agrupaciones indígenas originarias y los miembros de dichos
enclaves -las colonias de mitmakunas- son sometidos al sistema de encomienda, mitas y
yaconazgo. Sus tierras son expropiadas y sus habitantes obligados al trabajo forzado. A su
vez, la autoridad colonial efectúa numerosos traslados de población desde otras zonas
geográficas, en especial desde los ayllus del Salar de Atacama[161].

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