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ESTUDIOS BÍBLICOS ELA:


FIDELIDAD PROBADA
(1RA Y 2DA CRÓNICAS)

por
Rafael Porter
ediciones las américas A.C.
APARTADO 78, PUEBLA, PUE., MEXICO
2
[p 2]
Primera Edición, 1988
© Derechos reservados,
ediciones las américas, A.C.
APARTADO 78, PUEBLA, PUE., MEXICO
ISBN 968-6002-61-8
EX LIBRIS ELTROPICAL
3
[p 3] \
CONTENIDO
1. Importancia de la Fidelidad
(1 Crónicas 1–9)
2. El Rey Elegido por el Pueblo
(1 Crónicas 10)
3. El Rey Elegido por Dios
(1 Crónicas 11–16)
4. La Fidelidad Recompensada
(1 Crónicas 17–20)
5. Un Deseo Persistente
(1 Crónicas 21–29)
6. “De Tal Palo…”
(2 Crónicas 1–9)
7. Principio de la Infidelidad
(2 Crónicas 10–12)
8. La Primera Vuelta
(2 Crónicas 13–20)
9. La Historia se Repite
(2 Crónicas 21–27)
10. ¡Tres Veces Vencido?
(2 Crónicas 28–32)
11. Ultima Oportunidad
(2 Crónicas 33–35)
12. ¡Cuesta Abajo!
(2 Crónicas 36)
4
[p 4]

FIDELIDAD PROBADA 1 Y 2 CRONICAS

LAS EL REY REINADO DEL REINADOS DE RECHAZO DE LA


GENEALOGIA ELEGIDO DEL HIJO DEL REY LOS REYES DE LOS REYES RESTAURACI
S PUEBLO DE ELEGIDO JUDA DE JUDA ON
DEL PUEBLO DIOS DE JUDA
2 Crónicas 2 Crónicas 2 Crónicas
DE DIOS DECRETADA
1 Crónicas 1–9 10–36:14 36:15–21
1 Crónicas 10–29 2 Cróni-
1–9 cas 36:22–23

Linaje del Rey Antecesor de Sabiduría del Dos Reinados Destrucción de Llamamiento
Elegido por David 10 Hijo Malos 10– Jerusa- Divino a Ci-
Dios 1–3 14:1 lén 36:15–19 ro 36:22
Su muer- 1
te 10:1–7 Su grande- Roboam 10–
12
Su cabeza col- za 1:1
gada 10:8– Su ofren- Abías 13:14–
10 1
da 1:2–6
Dos Reinados
Bue-
nos 14:2–
20:37
Asa 14:2–
16:14

Linaje del Su entie- Su peti- Josafat 17–20 Cautividad en Decreto de


Pueblo de rro 10:11–12 ción 1:7–10 Babilo- Ciro 36:23
Tres Reinados
Dios 4–7 nia 36:20
Causas de su Su respues- Malos 21–
muer- ta 1:11–12 23:15
te 10:13–14
Su rique- Joram 21
Aceptación de za 1:13–17
Ocozí-
David 11–12
Templo del as 21:1–9
Hijo 2–7
Atalía 22:10–
23:15
Cuatro Reina-
dos Bue-
nos 23:16–
27:9

Linaje de Ben- Su ascen- Preparación Joás 23:16– Setenta Años


jamín y de so 11:1–3 para el tem- 24:27 de Repo-
Saúl 8 plo 2 so 36:21
Su ciudad ca- Amasias 25
pital 11:4–9 Edificación del
Uzías 26
templo 3–4
Sus valien-
tes 11:10– Jotam 27
12:40

Restauración Reinado de Dedicación del Reinado Malo


del Pueblo en David 13– templo 5–7 de Acaz 28
Jerusa-
5
lén 9:1–34 29:21 Fama y Gloria Reinado Bueno
del Hijo 8– de Ezequí-
David y el ar-
9:28 as 29–32
ca 13–16
Muerte del Dos Reinados
David y el pac-
Hijo 9:29–31 Malos 33
to 17–20
Mana-
David y el
sés 33:1–20
templo 21–
29:21 Amón 33:21–
25
Reinado Bueno
de Josí-
as 34–35

Linaje de Saúl. Muerte de Da- Ultimos Reina-


Resu- vid 29:22–30 dos Ma-
men 9:35– los 36:1–14
Ascenso del
44
hijo 29:22– Joacaz 36:1–
25 4
Muerte del rey Joacim 36:5–
elegi- 8
do 29:26–30
Joaquín 36:9–
10
Sedequí-
as 36:11–14
6
[p 5]

1
Importancia de la Fidelidad
1 Crónicas 1–9
La fidelidad viene a la mente como una palabra clave cuando pensamos en cualquier conve-
nio. El deseo de toda pareja que se acerca al día de su boda, es que su relación matrimonial se
distinga por el amor y la fidelidad. Cuando falta alguno de estos elementos en un hogar, pronto se
desvanece la felicidad, pues son ellos los que fundamentan el pacto nupcial.
Estas mismas características se aplican al pacto que Dios hizo con Israel. Aunque éste se ba-
só en el amor de Dios hacia ese pueblo, El demandaba que respondieran con amor y lealtad tam-
bién. Es por ello que éstos llegaron a ser los elementos primordiales de ese pacto.
Por consecuencia, si Dios demandaba que Su pueblo en general cumpliera con éstas virtudes,
con mucha más razón lo esperaba de los reyes que El había puesto para gobernarlos. Al estable-
cer Su pacto con David, Dios prometió que nunca quitaría Su misericordia de Salomón su hijo (1
Crónicas 17:11–14). La palabra misericordia que se emplea en ésta promesa, [p 6] incluye tanto
el amor como la fidelidad de parte de Dios hacia Salomón y su descendencia, dando a entender
que Dios cumpliría con ella sin importar lo que ellos hicieran.
En los libros de las Crónicas, se presenta claramente el mensaje de que Dios ha prometido
tratar a Israel con misericordia, o sea, con amor fiel y que demanda que ellos respondan de la
misma manera. Como resultado, el pueblo entero y el rey en particular, tienen derecho a gozar de
las bendiciones y responsabilidades que un pacto de esa naturaleza ofrece.

¡PENSEMOS!

Las promesas que Dios dio a Isreal y a la iglesia


no son idénticas. Sin embargo, para comprender la
relación que existe entre el mensaje de estos libros
con nosotros, tenemos que entender que El nos ha
prometido Su amor al igual que lo hizo con Isreal. A la
vez, El demanda que nosotros respondamos con
amor y fidelidad. Consideremos un momento las im-
plicaciones de esta verdad.

¿En qué maneras se ha manifestado el amor fiel


de Dios para con nosotros? Haga una lista de las evi-
dencias de ese amor que usted ha observado en su
vida.

¿En qué maneras debemos manifestar nuestro


amor y fidelidad a Dios hoy en día?

EL AUTOR Y LA FECHA
El formato actual de los dos libros nos hace difícil recordar que originalmente se escribieron
como un solo tomo, tal como pensamos estudiarlo en este comentario. Aunque el autor de esta
gran obra no se identifica, el Talmud, que representa la tradición judía, atribuye el libro al escriba
7
Esdras, conocido por el libro que lleva su nombre y por su importante participación en la restaura-
ción de Israel.
Varias evidencias apoyan la opinión de que Esdras lo escribió. Primero, la tradición en sí mis-
ma representa evidencia externa de gran valor debido a la fecha tardía de su preparación [p 7] y
aceptación por parte del pueblo. La evidencia interna también es convincente. El libro está redac-
tado desde la perspectiva de un sacerdote porque el templo ocupa un lugar primordial en su ar-
gumento. Puesto que Esdras se identifica como sacerdote, refleja la misma perspectiva que el
libro que Ileva su nombre (Esdras 7:1–5, 11).
Por otro lado, las genealogías que presenta Ilegan hasta los días de Esdras y apoyan la idea
de que el autor era contemporáneo de él. No se conoce otro candidato más viable. Además, el
uso del idioma hebreo y su estilo literario son semejantes a los de Esdras. La última evidencia a
favor de él como autor, se encuentra al comparar el principio del libro de Esdras (1:1–3) con la
conclusión de 2 Crónicas (36:22–23). Las dos porciones son iguales. Parece que Esdras presenta
una continuación intencional de la historia que Crónicas empieza a relatar.
El libro mismo da evidencia de que el autor, quienquiera que fuera, utilizó diversas fuentes his-
tóricas para redactarlo. Como escriba, Esdras tendría acceso a ellas y sabría cómo utilizarias. Sin
embargo, el uso de otra información no desacredita la inspiración divina. Dios es capaz de dirigir
al autor a investigar el material histórico a su alcance para así garantizar la veracidad y valor del
mensaje que El quiere revelar a Su pueblo.
En cuanto a la fecha del libro, los sucesos en sí abarcan casi todo el período del Antiguo Tes-
tamento, desde Adán hasta la restauración (1–9). La presentación más detallada de la historia se
dedica a considerar el tiempo entre Saúl (1051 a.C.) y el decreto de Ciro que permitió al pueblo
regresar a Israel y reconstruir el templo (538 a.C.).
Es evidente que ningún autor vivió durante todo ese tiempo para poder contar la historia. El
escritor mira hacia atrás para señalar al pueblo de Israel las lecciones de ella. Debió haberlo es-
crito cerca del final del período contemplado. Lo más probable es que fuera después de que re-
gresó a Jerusalén en 458, aproximadamente entre 450 y 425 a.C.
[p 8] LA SITUACION HISTORICA
Aunque en las referencias a las genealogías, el libro hace alusión a todo el período del Anti-
guo Testamento, el enfoque principal es la dinastía davídica sobre Judá (1011–586). Concluye
con un resumen del período del cautiverio (606–536).
El énfasis del libro es primordialmente temático y teológico. Por eso, la perspectiva histórica es
bastante limitada. Trata solamente de la historia que afecta a la casa de David y Judá, la cual se
complementa con los libros de Samuel y de los Reyes.
Políticamente, el período refleja las condiciones existentes durante los reinados de David y
Salomón, cuando había poco dominio extranjero, e Israel controlaba toda la tierra alrededor de
ellos. 2 Crónicas muestra la influencia creciente de Mesopotamia. El área se vio cada vez más
afectada por las potentes naciones del norte y del oriente; primero, por Siria, después por Asiria,
Babilonia, y finalmente, por Persia.
En cuanto a la política de la región más cercana, la influencia más notable al principio del pe-
ríodo es el mandato de la dinastía davídica sobre Israel. La división de este reino, después de
Salomón, resulta en conflictos entre el norte y el sur.
Cuando el pueblo del reino del norte fue llevado cautivo en 722 a.C., la dinastía davídica con-
tinuó en el sur hasta 586 a.C. El ambiente político se volvió inestabel a causa de la inconstancia
religiosa de la nación del pacto para con su Dios. El libro traza la relación entre estos dos factores
a través de la historia.
8
El relato concluye con la caída de Judá, provocada por su decadencia religiosa. La esperanza
de restauración se presenta al escuchar el decreto de Ciro, que les permite regresar a su tierra y
empezar de nuevo la reconstrucción del país.
PROPOSITO Y TEMA
Regreso a la Tierra Prometida
Los judíos sobrevivientes después del decreto de Ciro, regresan a su tierra para reconstruirla.
La última vez que [p 9] habían estado en ella, Dios les había castigado y mandado a la cautividad
por su infidelidad. Al regresar, el autor quiere asegurarse de que no vuelva a suceder lo mismo.
Por lo tanto, presenta la lección histórica como advertencia y estímulo. La historia demuestra
cómo Dios ha controlado las naciones paganas y el destino de Su pueblo; por eso, Israel puede
contar con la fidelidad de Dios.
En Deuteronomio 28 a 30, Dios les había dicho exactamente cómo les trataría. Si se sometían
a Su autoridad y obedecían las condiciones de Su pacto con ellos, habría bendición. Por el con-
trario, cuando desobedecieran y se rebelaran contra Su autoridad, habría maldición, disciplina y
destrucción. Dios quería que aprendieran de la experiencia de sus antepasados y que se sometie-
ran a El para recibir bendición. Se requiere que el pueblo de Dios sea hallado fiel.
DESANIMO POR LO PERDIDO
Al regresar a Jerusalén y observar las condiciones existentes, el pueblo notó que dos cosas
faltaban: el trono y el templo. Por lo tanto, el desánimo abundaría al ver lo que no tenían, las po-
sesiones significativas de su historia que habían desaparecido.
Al observar que el trono faltaba, el autor intenta animarles recordando que aun existía el des-
cendiente de David. Dios había protegido el linaje real de la casa de David. El puede restaurar el
rey a su trono cuando El quiera, porque lo mantiene protegido, primero bajo el cuidado del imperio
babilónico, y después bajo la autoridad de Ciro Su siervo.
La segunda cosa que se echa de menos, es el templo. El actual no es tan grande y glorioso
como el de Salomón. Al fijarse en la diferencia entre éste y el de Salomón que había sido destrui-
do, muchos empezaron a lamentarse. Estaban desanimados. El autor los exhorta a reconocer
que el edificio [p 10] en sí nunca ha sido lo más importante. Así que más bien, deben aprender a
apreciar la función del templo como casa del Altísimo y aceptar la presencia de Dios con ellos
para dirigir la vida nacional y poder regocijarse en lo que El les ha dado.
Se escribe el libro con el objeto de animarles. El autor quiere dirigir su atención al hecho de
que Dios les ha cuidado y les ha traído a su tierra de nuevo. Tienen que reconocer lo que El está
haciendo para su bien. Por eso, insiste en lo que ha hecho con ellos para que lo gocen y aprove-
chen la nueva oportunidad que Dios les da en la tierra.
Con ese fin, y para que se den cuenta de lo que Dios hace, se les da una orientación de la
perspectiva divina tocante a la historia de Israel. No intenta esconder sus faltas; son demasiado
obvias. Traza la historia de la casa de David desde el punto de vista divino para que aprendan
cómo actúa Dios en relación con Su rey.
El relato llega a su clímax con el decreto de Ciro que produce la esperanza de recuperar la
presencia de Dios entre ellos y el reestablecimiento del trono de David. Esta esperanza debe pro-
ducir ánimo en el pueblo para empezar de nuevo y para que sean fieles a su Dios.
DESCUIDO DEL TEMPLO
A través de todo el libro se insiste en la posición vital que el templo ocupa en la historia de Is-
rael. En parte, éste énfasis se debe a la orientación sacerdotal del autor. Sin embargo, se debe
también a que el interés en el templo y en sus actividades es un síntoma de la conditión espiritual
en que se encuentra el pueblo y de su relación con Jehová, quien reside en el templo.
9
Al señalar los aspectos del reinado de David que explican la grandeza del rey que era “con-
forme al corazón de Dios”, enfatiza que uno de los elementos de mayor importancia fue su actitud
en cuanto a la construcción del templo. En los últimos años de su reinado tenía el deseo ferviente
de construir esta casa para su Dios.[p 11]
Se hace referencia al reinado de Salomón también, no porque fuera un rey dedicado totalmen-
te a Dios, sino por su importancia en la edificación del templo (1–9). A pesar del énfasis que se da
a la gloria de Salomón, seis de los nueve capítulos giran alrededor del templo. Se observa clara-
mente que después de la muerte de Salomón, la nación abandonó el templo y la adoración a Je-
hová. Entonces, las guerras empezaron a arruinar el país.

LA IMPORTANCIA DEL TEMPLO 2 CRONICAS

1–9 * 10–36

EXALTACION DE SALOMON * DEGENERACION DE JUDA

TEMPLO CONSTRUIDO * TEMPLO DESTRUIDO

TEMPLO DEDICADO * TEMPLO PROFANADO

REINADO DE SALOMON * RUINA DE JUDA

El autor de Crónicas evalúa cada rey en relación con el templo, que era el centro del poder
espiritual de la nación. En esencia, pasa por alto el reino del norte debido a su religión falsa y su
rechazo del templo en Jerusalén. Se concentra en el sur, especialmente en aquellos reyes que
hicieron lo correcto, ya fuera por su interés en el templo o por sus reformas espirituales. Cuando
el pueblo abandona a Dios, El les quita Su bendición.
El relato histórico termina con el edicto para la reconstrucción del templo, que representaba la
presencia de Jehová entre ellos y que servía como un recuerdo continuo de la [p 12] posición
privilegiada que tenían frente a Dios. Así que este comentario final no representa nada más un
dato histórico interesante; sino que hace sonar una nota profética para dar esperanza al pueblo.
El linaje davídico, el templo y el sacerdocio, todavía les correspondía. Dios no los había abando-
nado.
TRES PROPOSITOS DE CRONICAS
* EXHORTARLES A LA FIDELIDAD
* ANIMARLES A CONFIAR EN DIOS
* SEÑALARLES LA IMPORTANCIA
DE RESPETAR EL TEMPLO
Dios exige lealtad de Su pueblo y especialmente de su rey. La historia de Israel demuestra
que cuando el rey andaba bien, el pueblo le seguía. Los reyes son culpables por haber dirigido los
pasos del pueblo hacia la infidelidad.
Los libros de Crónicas presentan un relato interpretativo de la historia de Israel. La base de la
evaluación es la fidelidad a Jehová. Cuando el rey es fiel, el pueblo prospera; cuando el rey
abandona a Dios busca a otros dioses, o trata de imitar al mundo, es juzgado y castigado. Al re-
gresar a la tierra y principiar de nuevo, los israelitas deben aprender esta importante lección que
les da la historia. Dios exige fidelidad. Si confían en El y obedecen Su Palabra, pueden estar se-
guros de que gozarán de la bendición de Dios.
ORGANIZACION DEL LIBRO
10
1 Crónicas empieza con nueve capítulos dedicados principalmente a las genealogías más sig-
nificantes de la historia de Israel. A través de ellas, se observa la importancia de los [p 13] linajes
de los levitas y de David. El resto de la historia gira alrededor de ellos (1–9). Al llegar al reinado
de David, el rey elegido por Dios (10–29), se señalan los aspectos de su mandato, que explican la
grandeza de aquel que era conforme al corazón de Dios: su relación con el arca (13–16), con el
pacto (17–20), y con el templo (21–29).
2 Crónicas continúa la historia donde termina 1 Crónicas. Después de demostrar la gloria que
alcanzó Salomón por su interés en la construcción del templo (1–9), traza la degeneración de Ju-
dá, mencionando los pocos períodos alentadores de reformas, pasando por los descendientes de
David hasta llegar al último rey, quien presenció la caída de Jerusalén (10–36:14). El libro termina
con el rechazo de los reyes de Judá y la destrucción de la ciudad (36:15–21). Sin embargo, esta-
blece la esperanza para el futuro al referirse al decreto para la restauración de Judá (36:22–23).

1–2 CRONICAS

GENEALOGIAS DEL PUEBLO DE 1 CRONICAS 1–9


DIOS

REINADO DEL REY ELEGIDO DE 1 CRONICAS 10–29


DIOS

Reinado De Salomon 2 CRONICAS 1–9

REINADO DE LOS DEMAS REYES 2 CRONICAS 10–36:14

RECHAZO DE LOS REYES DE JUDA 2 CRONICAS 36:15–21

RESTAURACION DE JUDA 2 CRONICAS 36:22–23


DECRETADA

GENEALOGIAS DEL PUEBLO DE DIOS 1–9


Crónicas empieza con la presentación de la genealogía de Israel desde Adán hasta el período
de la restauración. Los propósitos del autor se identifican al observar las familias que reciben ma-
yor atención.
[p 14] Linaje del Rey Elegido por Dios 1–3
Desde Adán Hasta Israel. Cap. 1
La lista pasa rápidamente por las personas responsables del establecimiento de las naciones,
hasta llegar a Abraham (1:1–27). Se le da mayor énfasis al linaje de Abraham que a los demás.
Sin embargo, los hijos de Abraham en general se presentan en forma superficial para llegar luego
a la familia de Israel, mejor conocido como Jacob, quien es la fuente específica de la nación
(1:28–54). Aparentemente, se elige el nuevo nombre dado por Dios a Jacob para hacer resaltar la
importancia de Israel en este cuadro.
Desde Israel a David. Cap. 2
De todos los hijos de Israel, se elige la familia de Judá para un estudio más detallado. Al finali-
zar la presentación de la familia de Judá, el camino está listo para considerar al hijo más promi-
nente de esta familia, David, el elegido de Dios para servir como rey sobre Su pueblo. A través
del resto del libro, ei estado de la nación descansa en los descendientes de esta familia.
Desde David al Cautiverio. Cap. 3
Después de presentar los antepasados de David, el autor se dedica a observar más de cerca
a sus descendientes. Le interesan tres aspectos especiales del linaje de David: primero, presenta
11
a todos sus hijos (3:1–9); después, traza la línea de sus descendientes que reinaron sobre Judá
(3:10–16).
Finalmente, presenta a los descendientes de Jeconías, mejor conocido como Joaquín, a quie-
nes considera los here-deros legítimos del trono. Probablemente, los presenta para demostrar
que durante todo el cautiverio siempre había existido un heredero con derecho a reclamar el trono
de David. Por lo tanto, afirma que la promesa de Dios de preservar el trono davídico está firme
(3:17–24).
[p 15] Linaje del Pueblo de Dios 4–7
A continuación, presenta un resumen de las genealogías de las doce tribus. La importancia de
la tribu de Judá se observa por su colocación al principio de la lista. Es posible que se incluyeran
estas listas para facilitar a las familias que regresaban, la identificación de su origen a fin de que
demostraran su derecho a heredar la tierra.
Descendientes de Judá 4:1–23
Descendientes de Simeón 4:24–43
Descendientes de Rubén 5:1–10
Descendientes de Gad 5:11–22
Descendientes de Manasés en el este 5:23–26
Descendientes de Leví 6:1–81
Descendientes de Isacar 7:1–5
Descendientes de Benjamín 7:6–12
Descendientes de Neftalí 7:13
Descendientes de Manasés 7:14–19
Descendientes de Efraín 7:20–29
Descendientes de Aser 7:30–40
El interés especial del autor en el sacerdocio se nota por el énfasis que da a la línea genealó-
gica de Leví (6:1–81). Señala específicamente el linaje de Aarón (6:1–15) y las funciones asigna-
das a todas las familias levíticas.
Linaje del Rey Escogido por el Pueblo 8
Al terminar las genealogías de las doce tribus, describe más detenidamente el linaje de Ben-
jamín, tal vez por su identificación con Judá en el reino del sur y porque fue la única tribu que no
se apartó de Dios. Es probable que le dedicara atención especial también por su relación con Sa-
úl, el primer rey de Israel.[p 16]
La presentación ampliada de la familia de Saúl en medio del estudio del linaje de Benjamín in-
dica el reconocimiento especial que da al primer rey de Israel. Parece haber un intento de identifi-
car su descendencia para que no se olvidaran de él.
Después de todo, aun con todas sus faltas, Saúl había sido el originario del establecimiento de
la monarquía. Si se hubiera mantenido fiel a Jehová, El habría confirmado su trono sobre Su pue-
blo. Sin embargo, sabiendo desde el principio cómo resultaría este reinado, decidió que Judá fue-
ra la fuente de Su rey elegido (Génesis 49:8–10).
Restauración del Pueblo en Jerusalén 9:1–34
Al concluir los informes genealógicos, se identifican las primeras familias que regresaron de la
cautividad. La mayoría eran descendientes de Judá, Benjamín y Leví, lo que resulta lógico, debi-
do al hecho histórico de que la mayoría de los que volvieron, venían de Babilonia, adonde fueron
llevados después de la caída de Jerusalén, donde radicaban esas tribus en especial.
12
Además, la presencia predominante de representantes de las tribus de Judá, Benjamín, y de
la familia sacerdotal, apoya la tesis del autor de que ellos eran los responsables del estado espiri-
tual del pueblo. Al andar fielmente con Dios, el pueblo los seguía, pero de la misma manera,
cuando se apartaban, les seguían en su pecado. Sin embargo, también menciona representantes
de las otras tribus.
Aunque no se observan muchos detalles en cuanto al ministerio de los líderes religiosos del
pueblo, el autor quiere señalar que se esforzaban por cumplir sus responsabilidades fielmente.
Comenta que los sacerdotes fueron hombres eficaces en la obra del ministerio en la casa de Dios
(9:13). Se nota que había suficientes hombres para realizar adecuadamente las responsabilida-
des de servicio en el templo.
[p 17] Resumen del Linaje de Saúl 9:35–44
Para conocer el trasfondo de la historia del reinado de David y sus descendientes, conviene
principiar con los últimos días del reinado de Saúl, primer rey de Israel. Por eso, la transición de
las genealogías a la historia se logra por medio de una presentación parcial de la genealogía de
la familia de Saúl.

¡PENSEMOS!

Uno de los propósitos de esta prolongada sección


de genealogías que a veces nos parece aburrida, era
obligarles a considerar sus raíces. Al leer estas listas
de nombres, cada miembro del pueblo de Dios busca-
ría su propia descendencia. Se preguntaría de dónde
había venido.

Cada miembro de la familia de Dios debe hacerse


esta pregunta de vez en cuando. ¿De dónde me ha
traído Dios para que esté donde El me mantience
hoy? Hay dos aspectos importantes en esta conside-
ración para nosotros. Primero, ¿quiénes son nuestros
antepasados en el pueblo de Dios? ¿Quiénes se inte-
resaron en contarnos acerca de Cristo? Para algunos,
estos antepasados habrán sido miembros de su pro-
pia familia. Para otros tal vez sean amigos, o una per-
sona casi desconocida. Sean quienes sean, tenemos
una gran deuda con ellos. Tome un momento para
identificar a sus antepasados. Exprese su gratitud a
Dios por la influencia de estas personas en su vida. Si
todavía viven, escríbales una carta para expresar su
gratitud.

El segundo aspecto de esta consideración es eva-


luar el cambio que Dios ha hecho en su vida. Al pre-
guntarnos: ¿De dónde he venido?, tenemos que pen-
sar en dónde estaríamos si no fuera por la obra de
Dios en nuestra vida. ¿Hacia dónde íbamos antes de
conocer a Cristo? ¿Dónde estaríamos ahora sin El?
Trate de ser realista, [p 18] tome un momento para
darle gracias a Dios. Más bien, escríbale una carta
confidencial en que exprese su gratitud por el cambio
que El ha efectuado en su vida.
13
14
[p 19]

2
El Rey Elegido por el Pueblo
1 Crónicas 10
¿Cómo se decide quién será un líder en el pueblo de Dios? ¿Cuáles son lo requisitos que se
buscan? Muchas veces buscamos una persona dinámica que manifeste la capacidad de hablar
frente a otros y que sepa manejar diferentes situaciones. Pensamos que tal persona sería un
elemento muy útil en las manos de Dios.
Al pensar así, se nos olvida que los hombres juzgamos conforme a la apariencia externa,
mientras que Dios evalúa la condición del corazón (1 Samuel 16:7). Este consejo divino dado a
Samuel cuando estaba buscando quién tomara el lugar de Saúl, señala la falta que Israel cometió
al elegir a su rey. Desde un principio, Israel había puesto sus ojos en lo externo al buscar una
persona capaz de dirigir al pueblo de Dios.
No comprendieron una verdad fundamental que a veces nosotros también pasamos por alto.
Dios no necesita una persona capaz, sino alguíen que le ame de todo corazón. A tal persona,
Dios puede capacitar para que dirija a Su pueblo. Al [p 20] final de su reinado sobre Israel, David
dio a su hijo Salomón el consejo más importante que había aprendido a través de su vida:
“Reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón perfecto y con ánimo voluntario; porque Jehová es-
cudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos. Si tú le buscares, lo hallarás;
mas si lo dejares, él te desechará para siempre”.
1 Crónicas 28:9
El fin del reinado de Saúl demuestra las consecuencias que se pueden esperar cuando el
pueblo de Dios decide hacer las cosas a su manera, e imitar la manera en que el mundo que le
rodea realiza sus propósitos. Los israelitas buscaron un hombre que llenaba los requisitos huma-
nos, pero no tomaron en cuenta los divinos. Dios quería una persona que se entregara a El total-
mente.
LOS LIDERES DEL PUEBLO DE DIOS
NO DEBEN SER ELEGIDOS
CONFORME A LAS NORMAS DEL MUNDO

¡PENSEMOS!

Para comparar la diferencia entre el procedimiento


divino y el humano, haga dos listas paralelas. En una,
escriba las norman que el mundo usa para elegir a
sus líderes. En la otra, escriba las normas que Dios ha
establecido para la selección de líderes para su pue-
blo. ¿Cuáles son las implicaciones de estas diferen-
cias para su iglesia?

[p 21]
El reinado de Saúl se dirigía al fracaso desde el principio por la forma en que el pueblo lo es-
tableció. En 1 Samuel 8 notamos que la nación de Israel decidió dejar de lado su lealtad a Dios,
su verdadero Rey, para buscar un rey como el que tenían las demás naciones (8:7). Para lograr
15
su meta, se fijaron en una persona que llenara los mismos requisitos que buscaban los países
vecinos.
Saúl reunía buenas cualidades para ser rey. Como gobernante de cualquier nación pagana, tal
vez habría llegado a ser un gran monarca. Mostraba humildad (1 Samuel 9:21); era respetado por
el pueblo (10:23–24) y fue un guerrero valiente (14:47–48), Sin embargo, le faltaba lo más impor-
tante para ser un buen rey del pueblo de Dios: un corazón que buscara a Dios ante todo. Su fra-
caso empezó cuando se rebeló y desobedeció lo que El mandaba (15:11).
Uno de los propósitos principales de Crónicas es exaltar el reinado de David y su dinastía, y
demostrar que Dios lo había elegido y dirigido desde el principio. El autor lo logra colocando el
principio del reino davídico a la par del fin trágico de Saúl.
Se presenta a Saúl como el primer rey de Israel y como el que cayó para que se estableciera
la dinastía davídica. Por eso, la historia del gobierno judío (10–29), principia con Saúl, el antece-
sor de David. El autor parte de la suposición de que los lectores sabían los detalles de la vida de
Saúl; la mayor parte de l Samuel se dedica a la presentación de su reinado. Por esta razón, el
autor de Crónicas sólo presenta la muerte de Saúl como un juicio de parte de Dios. El reinado de
Saúl terminó en derrota porque no era digno de dirigir a la nación judía (1 Samuel 13:13–14).
LA MUERTE DE SAUL 10:1–7
Se describen las circunstancias de la muerte de Saúl en medio del conflicto contra los filisteos
en el monte de Gilboa. Esta batalla fue clave para los filisteos, pues con ésta se decidiría [p 22] la
posesión de la tierra. Al tomar Gilboa, los filisteos podrían cortar el paso entre las dos partes de la
región y controlar la mayoría del tráfico que pasaba por Canaán.
Por medio de sus primeras victorias en el conflicto, los filisteos quitaron a Saúl sus defensas.
Su ejército estaba diezmado y no podía defenderle. Por lo tanto, quedó desprotegido y le podían
perseguir fácilmente.
Mataron a sus hijos, a excepción de Es-baal quien se conoce mejor como Is-boset (2 Samuel
2–4). Cuando alcanzaron a Saúl, lograron herirlo. En lugar de sufrir la desgracia de ser torturado y
matado por los filisteos paganos, Saúl pidió a su escudero que le matara. Cuando él se negó a
hacerlo, Saúl se suicidó.
Su escudero reconoció que no podría aceptar la culpa de haber matado al rey del pueblo de
Dios, y se suicidó también para mostrarle su lealtad y para evitar cualquier apariencía de traición
o infidelidad. La gravedad de matar al ungido de Dios, aunque fuera a petición suya, se observa
en lo que pasó con el amalecita que trató de aprovechar la situación posteriormente delante de
David (2 Samuel 1). Pues aún con todo lo que había sufrido, David no buscaba la muerte de Saúl.
Al final de la batalla se observa que Saúl murió con sus tres hijos y “toda la casa”; 1 Samuel
31:6 sustituye “su escudero y todos sus varones”. Es evidente que no se refiere a toda la familia,
pues señala por separado a los hijos muertos y obviamente se nota la existencia del cuarto hijo,
que se menciona en 9:39.
Tal parece que el autor pasa por alto intencionalmente que Is-boset sobrevivió la batalla. Co-
mo hijo de Saúl y heredero al trono de su padre, estableció su propio reinado para hacer la com-
petencia a David (2 Samuel 2–4). Sin embargo, este intento no prosperó; por lo que el autor de
Crónicas eludió mencionarlo y porque no agregaba nada nuevo a la historia interpretativa que él
quería relatar.[p 23]
Cuando los israelitas de dieron cuenta de la muerte de su rey, abandonaron todo y escaparon.
Esta victoria dejó a los filisteos aproximadamente en la misma condición militar en que habían
estado al principio del reinado de Saúl. Controlaron el llano de Jezreel y la región del Jordán.
Aunque Saúl les había combatido, y al principio los había alejado, no les pudo vencer. La victoria
definitiva sobre ellos correspondería a David.
LA EXHIBICION DE SAUL 10:8–10
16
Cuando los filisteos llegaron, se encontraron con que no podían burlarse de Saúl ni torturarlo,
como era su costumbre, porque ya estaba muerto. Sin embargo, lo decapitaron y colgaron su ca-
dáver en el muro de Bet-sán (1 Samuel 31:10).
En un intento de aprovechar al máximo la propaganda de su muerte, mandaron su cabeza por
toda la región filistea. La colocaron juntamente con su armadura en el templo, como tributo a su
dios, Dagón. En las culturas orientales de ese tiempo, se consideraba que la prueba del poder de
los dioses se manifestaba en las guerras; la victoria se presentaba como evidencia de la superio-
ridad de Dagón sobre Jehová. Por esta razón, colocaron la cabeza de Saúl en el templo como
tributo a su dios.
EL ENTIERRO DE SAUL 10:11–12
A la luz de esta perspectiva pagana en cuanto al poder de los dioses, Jehová se dedica a de-
mostrar, por segunda vez en el Antiguo Testamento, la incapacidad de Dagón de ayudar a Ios
filisteos (compare 1 Samuel 5:1–5). Un pequeño grupo de hombres valientes de Jabes de Galaad
entraron y tomaron el cuerpo de Saúl. El dios de los filisteos se quedó callado, incapaz de impedir
que estos mortales lo tomaran. ¿Qué clase de dios era este Dagón? Así son los dioses hechos
por manos humanas. Jamás podrán vencer a Jehová.[p 24]
Además de la lección en cuanto a los dioses, la actitud de los valientes de Jabes merece
nuestra atención. Cuando supieron de la exhibición pública de su rey, decidieron ir por los cadá-
veres de Saúl y de sus hijos para sepultarlos adecuadamente.
Al principio de su reinado, Saúl les había rescatado de las manos de Nahas el amonita (1 Sa-
muel 10:27–11:15). Ahora ellos tenían oportunidad de recompensarle, aunque fuera después de
su muerte, y proveerle una sepultura decente. Se comportaron en forma valiente para corregir
este mal. Después, David les felicita por su lealtad al rey, aun después de muerto éste. Dios tam-
bién les mostró Su amor leal y David les trató bien (2 Samuel 2:5–6).

¡PENSEMOS!

Este capítulo presenta la importancia de dar el


respeto debido a la autoridad establecida. Por el lado
negativo se observa la desobediencia del escudero de
tocar la vida del rey, aun a petición suya. El no quería
sufrir las consecuencias de haber matado al rey que
Dios había colocado sobre Su pueblo. Por el lado po-
sitivo, se presenta la actitud de los valientes de Jabes
que arriesgaron sus vidas para dar una sepultura hon-
rosa al rey de Israel, aunque ya estuviera muerto. Los
dos casos enseñan la importancia de respetar a los
que Dios ha puesto en posición de autoridad sobre
nosotros.

Es probable que nunca tengamos oportunidad de


imitar a los personajes que manifestaron su respeto
en las formas indicadas, pero ¿cómo podemos com-
probar nuestra sumisión a Dios y a las autoridades
que El ha establecido hoy día? ¿Qué pide Dios que
hagamos?

LA FALTA DE SAUL 10:13–14


El propósito principal del autor al incluir esta historia en Crónicas se encuentra en la declara-
ción final. El autor quiere [p 25] señalar las causas del fracaso y muerte de Saúl. Estas son muy
17
importantes, porque presentan un gran contraste con el reinado de David, el rey elegido por Dios,
quien “era conforme al corazón de Dios”.
Se afirma en resumen lo que 1 Samuel presenta con todos los detalles. 1 Samuel traza el pro-
ceso de la degeneración de Saúl para enseñarnos que la obediencia a la voluntad de Dios es el
único fundamento válido del liderazgo bíblico. Sin embargo, el autor de los libros de Samuel no
incluye un resumen conciso como el que se encuentra al final de Crónicas.
Este último presenta tres causas de la muerte de Saúl. En primer lugar, se rebeló contra Dios.
Saúl fue persistente en manifestar desobediencia y egoísmo, cosas que no convienen en una
teocracia, donde el rey debe representar a Dios y Su voluntad frente al pueblo. La característica
más importante que se exige del líder en el pueblo de Dios, es la fidelidad a El (1 Corintios 4:1–2).
Esta virtud faltaba en Saúl y, por lo tanto, Dios le rechazó.
La segunda causa de la muerte de Saúl fue su desobediencia a la Palabra de Dios. La infideli-
dad de Saúl se confirmó en dos ocasiones cuando abiertamente desobedeció las órdenes que
Dios le había dado. En lugar de esperar la llegada de Samuel, Saúl se impacientó y ofreció el
holocausto por su cuenta, que conforme a la ley de Dios, no le tocaba ofrecer. Dio mayor priori-
dad a la urgencia del momento que a la Palabra de Dios (1 Samuel 13:1–23).
En otra ocasión, durante la guerra contra Amalec, Dios le mandó destruir todo lo que había
quedado después de la batalla, pero Saúl optó por un plan más lógico para aprovechar el botín.
Sustituyó el plan de Dios por el suyo (15:l–35). Por lo tanto, El lo rechazó, le quitó el reino y murió
siendo un triste fracaso en manos de los filisteos. Dios quiere que Sus hijos obedezcan Su Pala-
bra como una manifestación de sumisión a Su voluntad.[p 26]
La tercera causa de la muerte de Saúl fue su incapacidad de buscar la voluntad de Dios. En
lugar de consultar a Dios, Saúl buscó la ayuda de una medium espiritista (1 Samuel 28). Esta ac-
tividad había sido prohibida (Deuteronomio 18:10–22). Israel no debía buscar la dirección de Dios
basándose en el consejo de espiritistas y profetas falsos, sino en los videntes que Dios había de-
signado. Saúl estaba consciente de esta prohibición porque él mismo la había promulgado (1
Samuel 28:9). Sin embargo, cuando Dios lo rechazó, buscó ayuda donde no debía. No había
aprendido que la Palabra de Dios debe estar en primer lugar en la vida del líder del pueblo de
Dios.
EL CAMINO AL FRACASO
* INFIDELIDAD A DIOS
* DESOBEDIENCIA A LA PALABRA DE DIOS
* NO BUSCAR LA VOLUNTAD DE DIOS
Su ofensa era mucho más grave por haber sido líder del pueblo de Dios. Su ejemplo frente a
los demás era fundamental. Si el rey no era fiel a Jehová, el pueblo tampoco lo sería. Por eso,
Dios lo mató y entregó el trono a David, el rey escogido por El, que buscara ante todo la manera
de agradarle y que fuera “conforme al corazón de Dios”.

¡PENSEMOS!

El triste caso de Saúl subraya para nosotros la


importancia de buscar a Dios sobre todas las cosas,
de oir y obedecer Su Palabra y de no imitar el patrón
del mundo al tomar decisiones. El pueblo de Dios de-
be destacarse por su fidelidad a El y a Su Palabra.
¿Cuáles son las [p 27] implicaciones de esta lección
para su propia vida? ¿Qué cambio quiere Dios realizar
en usted? ¿Qué pasos debe tomar para evitar el fra-
18
caso en su relación con Dios o en su servicio para El?
19
[p 29]

3
El Rey Elegido por Dios
1 Crónicas 11–16
¿Cuál es la cualidad más importante que debe tener un líder del pueblo de Dios? Al señalar el
dramático contraste entre los reinados de Saúl y David, el autor de Crónicas muestra claramente
qué le hacía falta a Saúl que resultó en su derrota, y qué poseía David que a Saúl le faltaba: el
deseo de buscar la voluntad de Dios y hacerla. Más que cualquier otra cosa, David deseaba
agradar a Dios.
Después de habernos mostrado las funestas consecuencias de elegir un líder conforme a las
normas de este mundo, el autor presenta a David como el opuesto de Saúl. David se señala co-
mo el hombre “conforme al corazón de Dios”. A través de su ejemplo, se nos revelan las cualida-
des que Dios busca en un líder, y los resultados tanto para él individualmente como para el pue-
blo de Dios.
Como es de imaginarse, cada vez que empieza un nuevo reinado, con la autoridad de una
nueva dinastía, el pueblo se pregunta: ¿cómo será el nuevo gobierno? ¿Qué política se seguirá?
David no les hizo esperar mucho tiempo para definirse. Su dinastía serviría a Jehová.
[p 30] LA ACEPTACION DE DAVID 11–12
Su Ascenso 11:1–3
Después de la muerte de Saúl, el pueblo empezó a apoyar a David. Era la única alternativa
Iógica. Ya había demostrado su capacidad para dirigir el ejército de Israel, había logrado más en
el campo de batalla que Saúl. Además, era evidente que Dios estaba con él; por eso, el pueblo se
le unió.
En lugar de tratar los obstáculos que David tuvo que enfrentar, Crónicas pone énfasis en el re-
sultado final del proceso que Dios siguió para llevar al rey a ocupar el trono y cómo bendijo su
reinado debido a su sumisión a la autoridad divina. Después de las luchas internas entre las dis-
tintas tribus y facciones, especialmente con ls-boset, el heredero sobreviviente de la casa de Saúl
(2 Samuel 2–4), David es proclamado rey sobre toda la nación de Israel.
Al reunirse con David en Hebrón, la nación proclamó su unidad. Con palabras que se parecen
a las que Dios utiliza para describir a Su pueblo en el Nuevo Testamento, se definieron como un
solo cuerpo con él (11:1).
Dieron dos razones principales para apoyarle como rey. En primer lugar, reconocían el lide-
razgo y destreza militar que había demostrado anteriormente. Los filisteos todavía estaban a la
puerta. El nuevo rey tendría que enfrentarse a este gran enemigo. David ya había manifestado su
capacidad delante de ellos (11:2a).
En segundo lugar, porque Samuel ya lo había señalado como el elegido de Dios y sabían que
Jehová había hablado al respecto. Le había nombrado pastor para apacentar a Su pueblo y prín-
cipe para gobernarlos (11:2b).
Por lo tanto, procedieron a ungirle rey. La ceremonia de instalación sirvió como recordatorio de
que Dios es el Rey verdadero a quien se debe obedecer. Los líderes del pueblo, al hacer el pacto
con David, estaban conscientes de que lo [p 31] hacían delante de Jehová y conforme a Su pala-
bra revelada por Samuel (11:3).
Su Ciudad Capital 11:4–9
20
Al quedar instalado como rey, había dos tareas mayores que debía realizar. Establecer su ciu-
dad capital y nombrar un nuevo jefe del ejército. Combinó ambas durante la batalla contra Jebús,
la cual se convirtió en Jerusalén, “la Ciudad de David” (11:4–5).
En el proceso de conquistarla, la utilizó como base para descubrir al hombre que encabezaría
su ejército. Ofreció al que tomara la ciudad, el puesto de cabeza y jefe. Joab aceptó el reto, tomó
la ciudad, y quedó encargado del ejército (11:6).
David estableció su residencia en Jerusalén y se dedicó a edificar la ciudad. En todo este pro-
ceso se observa que no fue egoísmo o el deseo de exaltarse lo que le motivaba, sino glorificar a
Dios. Por eso, el autor afirma que David iba avanzando y creciendo, y que la presencia de Jehová
con él era evidente (11:7–9).
Sus Valientes 11:10–12:40
David nunca habría podido realizar sus victorias solo. La mayoría de sus partidarios se habían
identificado con él desde los primeros días de su conflicto con Saúl. Estos, más los valientes de la
nación que se le unieron después, se mencionan por su participación en el establecimiento del
reino y por su lealtad a David y a Jehová, “Dios de David y de todo Israel”.
Al leer los reconocimientos que se dan a los héroes militares, se nota que sus triunfos no fue-
ron alcanzados debido a su destreza militar, sino que las victorias se debían a la presencia de
Jehová con ellos. “Vencieron a los filisteos, porque Jehová los favoreció con una gran victoria”
(11:14).
Los miembros del ejército original que se unió a David para ayudarle contra Saúl en Siclag y
que siguieron apoyándole después de su ascenso, reconocieron a Dios. Al venir a David, expre-
saron su deseo de que Dios le ayudara (12:18). [p 32] El autor afirma que a diario llegaba más
gente, hasta formar “un gran ejército, como ejército de Dios”, el cual ayudaría a entregarle el reino
de Saúl, conforme a lo que Dios había declarado (12:22–23).
Cuando David formó el ejército de Israel, lo hizo con hombres de guerra de todas las tribus.
Estos hombres venían dispuestos a pelear por David y por su patria, pero aun más importante,
“vinieron con corazón perfecto” (12:38). Así que la bendición de Dios fue notoria aun en los es-
fuerzos militares iniciales, porque habían decidido seguir a Dios. Por lo tanto, el pueblo experi-
mentaba prosperidad, bendición y alegría (11:40).
DIOS BENDIJO A LOS VALIENTES
PORQUE VINIERON
CON CORAZON PERFECTO
BUSCANDO LA AYUDA DE DIOS

¡PENSEMOS!

Nuestras circunstancias hoy en día son distintas a


las de Israel. Sin embargo, hay principios importantes
que podemos aprender del ejemplo de David y de es-
tos hombres valientes. ¿En qué maneras debemos
imitar el ejemplo de esas personas hoy en día? ¿Qué
resultado podemos esperar al hacerlo?

EL REINADO DE DAVID 13–29:21


DAVID Y EL ARCA 13–16
21
La descripción del reinado de David demuestra que el elemento más importante en su éxito
como rey radicaba en su [p 33] actitud hacia Dios, que se observa especialmente en tres áreas.
El autor señala el interés que David manifiesta en el arca de Dios (13–16), en el pacto con Dios
(17–20) y en el templo de Dios (21–29:21).
Después de tomar control de la nación y establecer una nueva ciudad capital, David se dedicó
a tomar las medidas necesarias para fomentar la adoración a Dios. Se dio cuenta de que para
hacerlo de manera adecuada, hacía falta el arca.
EL DESEO DE DAVID DE COLOCAR
A DIOS EN PRIMER LUGAR
ANTE EL PUEBLO SE DEMUESTRA
EN SU CELO POR EL ARCA
Su Celo por el Arca 13:1–8
David se dio cuenta de que desde el principio del reinado de Saúl, no habían hecho caso del
arca (13:3). Tal vez la falta de bendición y la derrota frente a los filisteos fueran resultado de esta
negligencia. La ausencia del arca no era más que un síntoma de la actitud del pueblo, que ya no
tomaba en cuenta a Dios; al menos, no le daban la debida importancia.
David reconoció que se necesitaba algo más que solamente su iniciativa para traer el arca a
Jerusalén, porque su esfuerzo constituiría la religión del rey, no la del pueblo. Había que unir al
pueblo en este esfuerzo para que juntos, le dieran la prioridad debida al arca, y por consiguiente,
a la presencia de Dios que ella representaba.
Por lo tanto, David mandó reunir con entusiasmo a toda la asamblea del pueblo para traerla
(13:1–6). Quiso volver la atención del pueblo hacia Jehová. El arca representaba la mejor manera
de lograrlo.
[p 34] Su Reverencia para el Arca 13:9–14
Al tomar la decisión de traerla a Jerusalén, primero quiso saber la voluntad de Dios al respec-
to. Por eso, tomó consejo de los líderes del pueblo. Todos estaban de acuerdo en que se hiciera;
sin embargo, había una pequeña falla en el plan. A través del relate, el autor parece indicar que
Dios aprobaba el deseo de David de restaurar el arca. Como buscaba la voluntad de Dios, ningún
profeta se opuso. El problema fue que no sabían que los planes de Dios no se realizan por medio
de estrategias humanas. David preparó un carro nuevo para llevar el arca desde Quiriat-jearim
hasta Jerusalén, pero esa no era la manera que Dios había establecido para transportar el arca
(Exodo 25:10–14; Números 4:1–20).
Antes de que hubiera avanzado mucho, la caravana se detuvo por causa de una tragedia. Los
bueyes tropezaron y Uza, uno de los seguidores de David, extendió su mano para sostener el
arca. Al tocarla, desobedeció el mandamiento divino y por eso, murió.
Al principio David estaba enojado; pero después se volvió temeroso. Por medio de esta expe-
riencia, aprendió que aunque tuviera un motivo correcto, el arca tenía que ser manejada conforme
a lo que Dios había establecido, pues como le pertenece, se tiene que mover conforme a Sus in-
dicaciones. David aprendió la lección y la dejó en casa de Obed-edom por tres meses mientras
hacía los preparativos para llevarla en la manera correcta. Como resultado, Jehová bendijo esa
casa por causa del cuidado que tuvieron con el arca.
TRES LECCIONES IMPORTANTES:
* COLOQUE A DIOS EN EL LUGAR
CENTRICO DE SU VIDA
* BUSQUE LA VOLUNTAD DE DIOS
22
* REALICE SUS PLANES CONFORME
A LA PALABRA DE DIOS
[p 35]

¡PENSEMOS!

La aplicación de estos tres principios en el minis-


terio de David, es obvia. Compare la forma en que se
aplicaron estos principios en aquel tiempo a como se
hace en la actualidad. Considere cada uno en el con-
texto original, y después, frente a sus propias circuns-
tancias hoy. ¿Qué cambios quiere Dios realizar en su
vida, a la luz de estos tres principios?

Su Fama y Victoria Cap. 14


Antes de que David regresara para trasladar el arca, la noticia de su ascenso al trono había
llegado a los pueblos en derredor. Hiram, rey de Tiro, mandó a hombres capaces para ayudarle a
edificar un palacio como señal de su apoyo (14:1–2). Para David, la respuesta de Hiram fue un
estímulo, pues era evidencia de que Dios estaba reconfirmando su designación como rey. A la
vez, se nota que su familia prosperaba y crecía. Tomó otras esposas, de las cuales tuvo más
hijos (14:3–6).
Al contrario de Hiram, algunos no estaban de acuerdo con su nombramiento, los filisteos entre
ellos, porque le conocían bien y le tenían miedo. Por eso, le persiguieron con el fin de aniquilarlo
antes de que se hiciera más fuerte (14:7–17).
Debido a su fidelidad a Dios y su deseo de agradarle, El le dio la victoria sobre ellos. En lugar
de jactarse por ellas, dio a Dios la gloria por lo que se logró: “Dios rompió mis enemigos…”
(14:11). Al contrario de Saúl, destruyó todo lo que pudiera haber quedado para tentarles a adorar
a los dioses paganos (14:12). David consultó a Dios en cada paso y obedeció cabalmente Sus
órdenes (14:10, 14, 16). Por lo tanto, Dios le bendijo y su fuerza y fama siguieron en aumento.
El Viaje del Arca Cap. 15
Después de su guerra contra los filisteos, David organizó a los levitas para que llevaran el arca
a la ciudad capital y [p 36] emitió órdenes rigurosas acerca de cómo debían manejarla en con-
formidad con la ley de Moisés. Se observa el cuidado que tuvo para cumplir las normas que Dios
había establecido. Esta vez el autor nota que colaboraron los hijos de Coat, a quienes tocaba
transportar el arca (Números 4:1–6); los otros levitas y los sacerdotes (15:1–11). Además, David
exigió que los participantes se santificaran antes de acercarse a ella (15:12–14). En lugar del ca-
rro que David había preparado, esta vez lo hicieron conforme a lo que Dios dijo a Moisés: lo lleva-
ron sobre sus hombros (15:15). No debía haber ningún motivo que provocara una sola tragedia
en esla misión.
David pidió a los levitas que organizaran a los músicos y demás participantes necesarios para
recibir el arca de Jehová de una manera adecuada (15:16–24). Así que el pueblo respondió co-
rrectamente y subieron el arca con júbilo a Jerusalén (15:25–28).
En medio de tanta alegría y gozo, aparece una nube oscura en el cuadro. Se señala la actitud
negativa de Mical, la esposa de David, quien al ver la celebración y la conducta de David, lo me-
nospreció. Se debe notar que el autor no la identifica como esposa de David, sino como hija de
Saúl. ¿Por qué tiene más importancia su descendencia que su relación matrimonial con el rey?
Se recuerda que Saúl había side elegido por el pueblo. El había manifestado las cualidades
qúe el mundo buscaba en un líder, y sus actitudes reflejaron que hubiera sido un buen rey entre
23
las naciones del mundo. Sin embargo, falló como rey del pueblo de Dios porque su deseo primor-
dial no era agradar a Dios y glorificarle.
En cuanto a esta actitud, Mical manifiesta su herencia natural. En lugar de unirse al pueblo en
su alegría por la restauración de la adoración auténtica a Dios, se queja del comportamiento de
David.
El rey se había despojado de su ropaje real y se había vestido igual que todos los demás que
participaban en las [p 37] festividades. Se entregó totalmente a la restauración del arca y a la
adoración a Dios. Para Mical, esto representaba una locura. Por lo tanto, menospreció al rey que
era “conforme al corazón de Dios” y sufrió las consecuencias de ese desprecio. Para la gente de
este mundo, poner a Dios en primer lugar y rendirse completamente a El es una locura. Como hija
de Saúl, Mical compartía la misma actitud de su padre.
La Celebración por Causa del Arca Cap. 16
Cuando el arca llegó, hubo una gran celebración. El pueblo adoró a Dios y le ofreció sacrifi-
cios. Hubo gran alegría, porque una vez más el arca estaba en el lugar debido. Al final de la fies-
ta, David repartió una torta de pan, una pieza de carne, y una torta de pasas a todo el pueblo. El
significado de estos alimentos era algo más que sólo una comida de fiesta. En el Medio Oriente,
simbolizaban fertilidad y prosperidad.
Por medio de ellos, David quiso comunicar al pueblo que el haber traído el arca a su lugar, in-
dicaba que principiaba una nueva época de bendición y prosperidad. Si ellos cumplían con lo que
Dios exige, tal como habían hecho ese dia, podrían esperar Su bendición. El resto del día lo pasa-
ron recordando, reconociendo las bondades de Dios y alabándole (16:6).
Entre los recuerdos y alabanzas a Dios que se escucharon, David presentó un salmo, cuyo
propósito principal era afirmar ante el pueblo que Jehová es Dios y debe ser el único entre ellos.
Al aclamarle, se les piden tres respuestas principales: (1) buscarle; (2) adorarle y (3) proclamar
Su gloria ante todas las naciones del mundo.
Al terminar las festividades, David dejó instalados a los sacerdotes y a los responsables de
realizar las actividades en el tabernáculo. Su deseo era que se llevara a cabo todo lo que la ley
exigía del pueblo de Dios y que El fuera debidamente glorificado por Su pueblo (16:37–43).[p 38]

¡PENSEMOS!

David se interesó en que el pueblo adorara a Dios


de una manera adecuada y que le dieran el primer lu-
gar en su vida. Para lograr esta meta, trajo el arca a
Jerusalén para establecer el sistema de adoración que
Dios habiá ordenado por medio de Moisés; les dirigió
en un acto de adoración; y les dejó un salmo para re-
cordarles todo lo que Dios había hecho por ellos. Su
deseo era que el pueblo le reconociera como el único
Dios y que le adorara de verdad.

¿Qué se puede hacer en su iglesia pars estimular


al pueblo de Dios a darle el primer lugar en su vida y
promover la adoración adecuada de Dios? ¿Qué quie-
re Dios que nosotros hagamos para adorarle de ver-
dad?
24
[p 39]

4
La Fidelidad Recompensada
1 Crónicas 17–20
Dios había dicho al pueblo de Israel que si escuchaban Su voz y le obedecían, recibirían Su
bendición. Crónicas demuestra que esta promesa divina, hecha a nivel nacional en Deuteronomio
28, se cumple tambien a nivel personal. En la vida de David como rey de Israel, se combinan es-
tos dos aspectos de la promesa de Dios.
Crónicas intenta demostrar la importancia de la fidelidad a Jehová, tanto de parte del rey como
del pueblo. De esta forma, David y todos ellos gozarían los beneficios de la fidelidad del rey elegi-
do “conforme al corazón de Dios”.
EL PACTO DAVIDICO 17
Su Deseo de Construir el Templo 17:1–2
Después de llevar el arca a Jerusalén, la ciudad de David (15:29), el rey observó su propia
mansión y la comparó con la tienda en que el arca residía. De allí, nació en él el deseo de cons-
truir una casa permanente para el arca de Jehová.[p 40]
Antes de tomar acción alguna, David consultó con el profeta Natán, el vocero de Dios. Al co-
nocer el deseo de David y la actitud que su corazón reflejaba, supuso que Dios había puesto esa
intención de su corazón. Por lo tanto, dio su aprobación al plan. Al mismo tiempo, Natán pudo
constatar lo que la nación había observado: que Dios estaba con David.
En la respuesta personal dada por Natán a David, se expresa un principio significativo para el
que quiere andar con Dios. Cuando Dios está con alguien, puede hacer todo lo que está en su
corazón. El que quiere agradar a Dios y busca que sea glorificado sobre todas las cosas, puede
seguir los deseos de su corazón porque éstos persiguen los mismos fines de Dios. Por lo tanto,
Dios se encarga de dirigir Ios anhelos de tales personas.

¡PENSEMOS!

Este principio es sumamente importante para la


vida espiritual del hijo de Dios. Considere sus impli-
caciones. ¿Cuál es nuestra responsabilidad? ¿De qué
tenemos que estar seguros? Al hacer lo que nos co-
rresponde a la luz de esta verdad, ¿qué podemos es-
perar de parte de Dios? ¿Cómo puede afectar esta
verdad su vida esta semana?

Su Pacto Establecido 17:3–15


Tal como el principio expresado indica, Dios se encarga de dirigir el camino del que busca
hacer Su voluntad ante todo y glorificarle. A través de Su vocero Natán, el Señor demostró su
complacencia con el deseo de David. Sin embargo, tenía otro plan. No sería David quien realiza-
ría el proyecto, sino su hijo.
En lugar de permitir que David construyera la casa de Dios, El establecería la casa real de
David. Dios promete mantenerle, a él y a su familia, sobre el trono de Israel para siempre.
25
No era el plan de Dios que David le edificara un templo de cedro. Es más, hasta ese momen-
to, Dios nunca había pedido [p 41] a ningún líder que le construyera una casa. El fue quien esco-
gió habitar en medio de Su pueblo y revelarse a ellos desde una tienda. Dios no estaba dispuesto
a cambiar ese plan todavía (17:3–6).
Aunque el plan de David no fue aceptado, su deseo produjo dos resultados positivos. En pri-
mer lugar, Dios le bendeciría a él y a su descendencia por su deseo de darle el honor que sólo El
merece (17:7–15). En segundo lugar, y dentro de ese mismo plan de bendición a la descendencia
de David, su hijo llevaría a cabo la edificación del templo que deseaba construir (17:12).
El plan de Dios de bendecir a David demuestra una vez más la grandeza de Su gracia y mise-
ricordia. Dios le llamó a ser príncipe sobre Su pueblo, cuando era un simple pastor de ovejas sin
importancia, tan insignificante que ni a su propio padre se le había ocurrido que podría llegar a ser
una persona de renombre (1 Samuel 16:10–11). Sin embargo, Dios le engrandeció. Había estado
con él y había cortado de delante de él a todos sus enemigos.
Dios quería mostrar a David que Su gracia no terminaba con llevarlo al trono, sino que en-
grandecería más aún su nombre y le haría uno de los reyes más importantes de la historia. Bajo
su liderazgo, Dios daría paz al pueblo para que las naciones que les habían maltratado ya no lo
hicieran. Dios humillaría a todos los que se le oponían y establecería su casa (17:7–10).
La promesa de Dios de engrandecer a David y a su casa no terminaría con su muerte. Tam-
bién se extendía a su descendencia. Uno de sus hijos, que más adelante se conoce como Salo-
món, sería confirmado en el trono. Este rey realizaría el sueño de David de edificar el templo, y
Dios establecería su trono para siempre.
Salomón gozaría de una relación íntima con Dios como de padre a hijo. Como un padre que
quiere a su hijo, Dios nunca le abandonaría ni le quitaría Su misericordia. Más bien, Dios garanti-
zó la permanencia de su trono para siempre. Se debe [p 42] notar que en cuanto a la promesa
hecha a Salomón, Dios tomó toda la iniciativa para asegurar su trono, pues él ni siquiera estaba
presente. Dios asumió la responsabilidad de cumplirla, aun cuando Salomón o su linaje fallaran
(17:11–15).
Su Respuesta en Adoración 17:16–27
David manifestó la actitud correcta de parte de una persona que quiere ante todo servir a Dios
y glorificarle. No le importaba quién realizara la obra ni quién recibiera las felicitaciones por haber-
la hecho. Lo que le interesaba, era que se llevara a cabo y que Dios fuera glorificado. Así es que
David respondió a las promesas del pacto y al plan de Dios para el templo, depositando su con-
fianza en El y adorándole.
LAS OBRAS MAYORES SE REALIZAN
CUANDO NO NOS IMPORTA
QUIEN LAS LLEVA A CABO
SINO QUE DIOS SEA GLORIFICADO
Al escuchar esta promesa de Dios en cuanto al futuro del trono de Israel y la bendición sobre
su casa, David responde con alabanza. Como punto de partida, reconoce su indignidad para reci-
bir las bendiciones que Dios en Su gracia le ha prometido, quien se las ha concedido para revelar
Su propia grandeza. El puede tomar una persona común como David y transformarla en un gran
rey y hacer que permanezca el reinado de su familia a través de muchas generaciones. Por haber
hecho una obra tan grande, sólo Dios merece la gloria (17:16–19).
En segundo lugar, David alaba a Dios porque lo mismo que ha hecho con él individualmente,
lo ha hecho con Israel [p 43] como nación. No hay ningún otro dios que haya redimido a Su pue-
blo de la esclavitud ni que le haya librado de sus enemigos milagrosamente como Jehová había
hecho. Dios tomó este pueblo, y de una posición de poca importancia, lo transformó en una gran
26
nación con la que ha querido identificarse como su Dios. Esta obra también se ha efectuado por
causa de Su gracia (17:20–22).
David termina su alabanza con la petición de que Dios realice lo que ha prometido de tal modo
que El sea glorificado. Al fin y al cabo, el propósito mayor en este plan es que el nombre de Jeho-
vá sea exaltado. David desea que la bendición de Dios sobre Israel y sobre su propia familia re-
sulte en honor y gloria para El (17:23–27).
El éxito futuro de Israel como nación y, por consiguiente, de la dinastía davídica, depende de
esta condición: que se identifiquen con Jehová de tal manera que El sea reconocido como el Dios
de Israel y de David y que sea glorificado en sus vidas. Esta petición establece la base para eva-
luar históricamente el comportamiento de Israel a través del resto del libro. Sirve como la clave
para entender lo que sucede en esta narración. Cuando Israel y su rey son fieles a Jehová y se
realiza esta petición de David, el pueblo prospera; cuando no sucede así, Dios les juzga. El juicio
divino viene en contra de Su pueblo porque no acepta ser identificado sólo con El.
LAS VICTORIAS MILITARES 18–20:8
La bendición de Dios sobre el reinado de David se extendió al campo de batalla también, pues
triunfó sobre muchos enemigos y su reino se engrandeció. Sus victorias fueron más que todo,
contra los filisteos, sus principales enemigos, aunque también venció a los amonitas y sus alia-
dos, los arameos. Todas estas hazañas resultaron en el engrandecimiento de su reino.
Dos veces el autor afirma que “Jehová daba el triunfo a David dondequiera que iba” (18:6, 13).
Entre otros, se nota [p 44] que David derrotó a los filisteos, a los moabitas y a los sirios. De todas
estas batallas, se recogió mucho oro, plata y bronce. Además, se recibieron muchos regalos y
ofrendas de naciones amigas que querían felicitarle y hacer paz con él. En todos los casos, David
reconoció de dónde habían venido estas victorias y dedicó los frutos de la batalla a Dios. No se
aprovechó de ellos para enriquecerse a sí mismo. Por lo tanto, Dios le bendijo (18:7–8, 10–11).
JEHOVA DABA
LA VICTORIA A DAVID
DONDEQUIERA QUE IBA
Al llegar a ser el rey de Israel, David tuvo que enfrentarse a un problema inesperado. Cuando
Saúl le perseguía, David había hecho amistad con varios de los enemigos tradicionales de Israel
(1 Samuel 27–30), quienes le ayudaron porque creían que algún día les serviría en su guerra co-
ntra Saúl.
David intentó mantener estas amistades y aprovecharse de ellas para alcanzar sus propios fi-
nes. Sin embargo, estos pueblos ya no le tenían la misma confianza de antes, porque ahora él
representaba al enemigo. Un caso así se presentó cuando murió Nahas, rey de los amonitas. Los
consejeros de su hijo le infundieron tanto miedo, que rechazó a los embajadores que David man-
dó para consolarle. Por el contrario, les tomaron por espías y les maltrataron. Por lo tanto, David
tuvo que pelear contra ellos y vencerles. Aunque el autor no lo comenta, parece que Dios quiere
enseñar a David a no confiar en alianzas políticas para su seguridad, sino sólo en El (19:1–19).
La actitud manifestada en esta batalla por Joab, el general del ejército de Israel, expresa una
verdad importante en [p 45] cuanto a la obra que Dios nos encomienda. Animó a su hermano di-
ciendo: “Esfuérzate y esforcémonos”. Este ejemplo nos enseña que debemos poner todo nuestro
empeño en obtener lo mejor que se pueda para la gloria de Dios. Sin embargo, las consecuencias
de nuestro esfuerzo no están en nuestras manos. La victoria no depende de nosotros. Joab confió
al resultado a Dios: “Haga Jehová lo que bien le parezca” (19:13).
CUANDO NOS ESFORZAMOS
PARA DAR A DIOS LO MEJOR
27
QUE PODEMOS PARA SU GLORIA,
EL SE ENCARGA DE LOS RESULTADOS
La consecuencia de esta combinación, el pueblo haciendo su mejor esfuerzo, y Dios dándoles
la victoria, resultó en la caída de sus enemigos, aunque tuvieron que enfrentarse a los temibles
gigantes de Gat (20:1–8). Cuando somos fieles en el uso de los recursos que Dios nos da y nos
esforzamos con todo lo que podemos para Su gloria, El se hace responsable de los resultados y
bendice nuestra fidelidad. Así fue como se extendieron las fronteras de Israel.

¡PENSEMOS!

Este equilibrio en la vida cristiana es de suma im-


portancia; sin embargo, muchas veces se nos olvida.
¿Qué ministerio le ha encomendado Dios? ¿Qué es lo
que Dios le ha indicado que quiere que haga? Al con-
templar nuestro trabajo, necesitamos recordar esto.
Muchas veces nos falta una exhortación para esfor-
zarnos, para hacer todo lo que podemos para Su glo-
ria. A la vez, tenemos que recordar a quién corres-
ponde el resultado. Tenemos [p 46] que confiar en
Dios para asegurar que se cumpla lo que El quiere.
¿Cuál de estos dos recordatorios le hace falta en rela-
ción con el ministerio que se le ha señalado? ¿Se de-
be esforzar más para que Dios sea glorificado en este
empeño? O, ¿tiene que dejar de luchar por su cuenta
y encomendar su ministerio a Dios para que El haga
Su voluntad?
28
[p 47]

5
Un Deseo Persistente
1 Crónicas 21–29
A pesar de que Dios le había dicho que no sería él quien construyera el templo, el deseo de
que se realizara el proyecto siguió afectando profundamente la vida de David. El autor de Cróni-
cas nunca critica esa actitud. Más bien, parece que la considers una cualidad loable.
Se presentan, a lo menos implícitamente, dos razones sanas por las cuales David quería man-
tener vivo en el pueblo el proyecto del templo, aun cuando Dios había dicho que nunca lo había
pedido. En primer lugar, para David personalmente era una muestra visible de amor y respeto
para Jehová, quien había manifestado tanto amor y misericordia hacia él. David quería que el
pueblo estuviera consciente de esta actitud hacia Dios y que participara en ella.
En segundo lugar, era importante para el pueblo como expresión de su reconocimiento a la
grandeza de Jehová y a Su influencia en la vida nacional. La gente sobresaliente, inclusive el
mismo rey, ya tenían sus casas lujosas. Sin embargo, su Dios habitaba en una casa sencilla y
barata que reflejaba todavía el peregrinar del pueblo.[p 48]
A la vez, David se dio cuenta que la gente importante y los dioses paganos, que no tenían
ningún poder ni autoridad verdadera, vivían en casas lujosas; la mayoría hecha a expensas del
pueblo. Al no proveer una casa adecuada para Jehová, la nación da testimonio a los paganos de
que su Dios no tiene valor ni importancia para ellos y con el tiempo, esta actitud tendría que afec-
tar al pueblo. Más adelante, David mismo expresa esta verdad al afirmar que no apreciamos lo
que no nos cuesta nada (21:24).
Después del regreso del cautiverio, Dios utiliza a Sus profetas, y este ejemplo de David, para
confirmar al pueblo la importancia de este testimonio público del valor que tiene Jehová para ellos
a través de la reconstrucción del templo. Sin embargo, Dios quería que el pueblo de estas dos
épocas, la de David y la del regreso, aprendiera que Su poder y gloria no dependían de un gran
edificio hecho con manos de hombres.
Dios había revelado Su gloria en la manera más grandiosa durante el Exodo y el desierto,
cuando se manifestaba desde una carpa. El quería que le adoraran por quién era El y por lo que
había hecho; no por el gran edificio en que pudiera residir. La historia de Israel demuestra que el
edificio les podía distraer de la verdadera adoración de Dios. Es posible fijar la atención en el edi-
ficio y pasar por alto al Dios que reside adentro.

¡PENSEMOS!

En realidad, estos dos principios son ciertos, y el


pueblo de Dios debe estar consciente de las dos ver-
dades. Considere por un momento la actitud de David
en cuanto al templo y compárela con la orientación
divina. ¿Qué implicaciones tienen estas dos verdades
para el pueblo de Dios hoy en día?

Aunque nuestra situación es distinta porque Dios


no habita en un templo o tabernáculo material en le
tierra hoy, como lo hacía en ese tiempo, todavía existe
la [p 49] misma tensión. ¿Cuál debe ser nuestra acti-
29
tud en cuanto a los edificios en los cuales adoramos a
Dios? ¿Qué merece Dios como expresión de nuestra
adoración para El? ¿Hasta qué punto depende Dios
de un edificio lujoso para revelar Su poder y gloria?

¿Cuánto apreciamos lo que no nos cuesta? ¿Có-


mo debemos manifestar el gran valor que Dios tiene
para nosotros? ¿Hasta qué punto corremos el riesgo
de fijar nuestra atención en un edificio lujoso hoy día,
en lugar de interesarnos en la adoración verdadera a
Dios y el cuidado de los necesitados? ¿Cuál es el
equilibrio correcto en esta situación? ¿Qué debemos
hacer al respecto?

DAVID Y EL TEMPLO 21–29:21


Tragedia Convertida en Bendición 21–22:1
La preparación para la construcción del templo comenzó con un fracaso de parte de David que
resultó en un castigo inmediato. Después, Dios convirtió esa experiencia en bien para el pueblo.
Este fracaso surgió, a lo menos indirectamente, a consecuencia de los triunfos militares que Dios
había concedido a David por su fidelidad.
Así, el autor introduce un ciclo que se repitió muchas veces en Crónicas y a través de toda la
historia de Israel. Cuando el rey sigue fielmente a Jehová, Dios le bendice y prospera. La gloria y
fama que acompañan la prosperidad provocan el orgullo, de tal manera que el rey se enaltece y
desobedece a Dios. Esta desobediencia resulta en juicio. Al ser humillado por Dios, muchas ve-
ces el rey se arrepiente, empieza a servir a Jehová de nuevo, y Dios vuelve a bendecirle con
prosperidad.
Observamos este ciclo en el ejemplo de la vida de David. Por su fidelidad y obediencia a Je-
hová, Dios le bendijo; le dio prosperidad y grandes victorias militares. Satanás se aprovechó de
estos triunfos para tentarle a hacer un censo y averiguar [p 50] hasta qué punto había crecido su
poder. Aunque no parecía tan seria la ofensa, Dios quería que David confiara en El, no en los
números de su ejército (21:3, 7, 17). Esta desobediencia obligó a Dios a mandar castigo contra su
reino (21:l–7).
En ese tiempo, las palabras de Joab, el comandante del ejército, no fueron suficientes para
convencerle de que el censo desagradaría a Jehová, más adelante David reconoció su pecado. Al
contrario de Saúl, quien siempre ponía excusas para defender sus actos de desobediencia, David
confesó abiertamente su pecado y pidió que Dios le perdonara. Aunque El fue fiel y perdonó su
pecado, David tuvo que sufrir las consecuencias de él.
Su acto de desobediencia se hizo público porque lo cometió frente a la nación. Así que el pe-
cado, hecho públicamente por el representante oficial del pueblo, tuvo consecuencias nacionales.
De esa manera se demostró que no se puede desobedecer a Dios abiertamente y quedar sin cas-
tigo.
Dios permitió a David elegir el castigo que merecía de entre tres posibilidades: un período pro-
longado de hambre, un tiempo regular en manos de sus enemigos, o un tiempo breve bajo la es-
pada de Jehová. Aunque no se nos explica la lógica de David en cuanto al tiempo de hambre,
definitivamente David prefirió estar en manos de Jehová, aun cuando se tratara de un juicio, que
caer en manos de los hombres (21:8–13).
Por lo tanto, se levantó una peste en Israel que causó la muerte de setenta mil hombres. Al
describir la reacción de Dios en términos humanos, el autor dice que cuando Dios estaba para
destruir Jerusalén, se arrepintió y paró la peste en la era de Ornán el jebuseo. Pero en realidad,
30
sabemos que el Dios que había planeado desde antes de la creación del mundo nuestra salva-
ción por medio de la muerte de Su Hijo, tenía que haber sabido de antemano lo que iba a hacer.
Sin embargo, frente a los ojos del pueblo, Dios detuvo el castigo decretado cuando el ángel de
Jehová iba a caer sobre [p 51] la ciudad de Jerusalén. Desde el punto de vista humano, Dios se
arrepintió justamente a tiempo. En ese momento, David y los ancianos del pueblo vieron al ángel,
listo para destruir Jerusalén y se postraron sobre sus rostros, cubiertos de cilicio, para pedir la
misericordia de Dios hacia la ciudad. No se dieron cuenta de que Dios ya había dado la orden de
frenar el juicio (2l:14–17).
Esta tragedia se convirtió en triunfo en la era de Ornán. Dios envió a Su ángel a decir a David
que construyera allí un altar para ofrecer un gran sacrificio al Señor. Este sitio era de especial im-
portancia porque se utilizó posteriormente para la construcción del templo. Serviría como recuer-
do continuo de este juicio, y una lección visual para que se acordaran de cómo la justicia de Dios
se combina con Su misericordia (21:18–22:1).

¡PENSEMOS!

Por medio del ejemplo de David, hemos observa-


do cómo funciona el ciclo de obediencia-bendición-
desobediencia-juicio en la vida del pueblo de Dios.

Aunque El no nos obliga a pecar para completar el


círculo, Su plan contempla este aspecto de nuestra
vida también, y lo puede usar para nuestro bien, tal
como lo hizo con David y el pueblo.

Señale alguna ocasión en su vida cuando haya


pasado por este ciclo. Defina los seis pasos en el ci-
clo. ¿Cómo utilizó Dios esta experiencia para su bien?
¿Qué esperanza le da esta verdad para el futuro?

[p 52]
Al efectuar la compra del terreno a Ornán, David afirmó la importancia de su participación en
la construcción del templo. Ornán quiso regalar todo para el templo. El también se dio cuenta de
que el ángel se había parado ante su era. Es probable que quisiera expresar su agradecimiento a
Jehová. Además, Ornán sabía que todavía no se había ido el ángel, tal vez le tuviera miedo. Co-
mo quiera que fuera, Ornán quiso regalar el terreno.
David rechazó la oferta porque no deseaba ofrendar a Dios nada que no fuera suyo o que no
le hubiera costado nada (21:24). Dios merece lo mejor de lo que tenemos. Insistió en pagar el
precio total para poder ofrendarlo. Cuando todo estuvo listo para ofrecer el holocausto, Dios pro-
veyó el fuego desde el cielo, y al final, mandó que el ángel retirara la espada. Como acción de
31
gracias por la misericordia de Dios, David ofreció sacrificios allí, trajo el tabernáculo a ese lugar, y
lo declaró futuro sitio del templo.
¿OFRECEREMOS A DIOS
LO QUE NO NOS HA COSTADO NADA?
Preparación para la Construcción 22:2–23:1
Consciente de que pronto llegaría su fin, David empezó a hacer los preparativos para asegurar
la construcción del templo después de su muerte. Su ejemplo demuestra a la nación y a sus des-
cendientes la grandeza de la estructura que él consideraba necesaria para un templo digno de
Jehová.
Reunió una gran cantidad de materiales (22:2–5). Empezaron a preparar piedras y hierro para
el edificio; bronce y cedro en cantidades tan grandes, que no se pudieron medir para incluirlas en
el inventario del templo.[p 53]
La actitud de David en cuanto a la obra que se tendría que hacer merece nuestra atención.
Este no iba a ser un edificio común. No era una casa real, para el rey de la nación más poderosa
de la tierra. Tampoco sería el templo de un dios más entre los dioses del mundo; este templo se-
ría la casa del Dios del universo, que había creado los cielos y la tierra.
¿Qué clase de edificio sería adecuado para mostrar la grandeza de Jehová? No se podía
permitir que fuera una obra hecha a medias, que estuviera por debajo de Su gloria. Por eso, Da-
vid dice que tenía que ser “magnífica por excelencia, para renombre y honra en todas las tierras”.
No era la gloria de David la que estaba en juego, sino la de Jehová.
Al pensar en la grandeza del proyecto, y en la juventud de su hijo Salomón, David tuvo temor.
¿Cómo podría este muchacho sin experiencia dirigir correctamente una obra de esa magnitud?
Por lo tanto, David trató de arreglar todo de antemano. Dejó instrucciones a Salomón en cuanto a
cómo proceder en toda la construcción (22:6–16).
David cuenta la historia del sueño que tuvo para construir el templo. Aunque Dios no le permi-
tió realizarlo porque era hombre de guerra, aquel que lo construyera tendría que ser un Salomón,
que traducido es: hombre de paz. Dios le daría paz para que pudiera llevar a cabo la edificación
del templo. Se da a Salomón la misma promesa que a David. Gozaría de una relación especial de
padre e hijo con Jehová, quien garantizaría su trono para siempre.
Para disfrutar de la prosperidad que Dios le promete, Salomón tendría que ser fiel a este Dios
y poner por obra Sus leyes. La primera demostración de esa fidelidad a Jehová, conforme a la
visión de David, consiste en la construcción del templo, que debía ser una casa adecuada. En su
entusiasmo, David informó a Salomón que ya estaba proporcionándole todo el material necesario
para realizarlo y para que no tuviera ningún obstáculo. Sólo tenía que esforzarse y poner manos a
la obra.[p 54]
ESFUERZATE Y COBRA ANIMO;
NO TEMAS NI DESMAYES.
LEVANTATE Y MANOS A LA OBRA;
JEHOVA ESTE CONTIGO.
Para asegurar que Salomón alcanzara su meta, David comisionó a los líderes establecidos
sobre el pueblo a que le apoyaran para que juntos realizaran la obra (22:17–23:1). El ya había
hecho su parte; había conquistado la tierra delante de Jehová y traído paz a Su pueblo. Así que el
rey de guerra ha preparado el camino para el rey de paz, porque Jehová había prometido que la
paz sería duradera.
Ahora, sólo faltaba que ellos hicieran su parte. Debían buscar a Jehová y edificar el templo a
Su nombre (22:19). Con esta exhortación, David se prepara para entregar el trono y la tarea a
32
Salomón (23:1). David había terminado su parte. Ahora tocaba a la generación siguiente conti-
nuar con el siguiente paso.
Organización para el Ministerio 23:2–27:34
Ministerio en el templo 23:2–26:32
La obra de David no terminó con el estímulo verbal y la provisión de materiales. Su mayor es-
fuerzo consistió en aprovechar sus capacidades administrativas para asignar a los respectivos
grupos de líderes las tareas indicadas que cada uno debía realizar, conforme a sus familias y ca-
pacidades. Organizó los que debían participar en los distintos ministerios en el templo: levitas
(23:2–32), sacerdotes (24), músicos (25), porteros (26:1–19) y otros oficiales (26:20–32).
[p 55] Servicio Civil Cap. 27
También organizó a los que debían ocupar puestos en la administración pública, o sea en el
gobierno civil. Nombró a los jefes militares (27:1–15), a los oficiales responsables por cada tribu
(27:16–22) y a los oficiales de la corte real (27:23–34).
Instrucciones Finales 28–29:21
Por último, antes de su muerte, David reunió en asamblea al pueblo para animarle a seguir
adelante con el plan de construcción. A la vez, les recuerda su obligación de permanecer fieles a
Jehová y obedecer Sus mandamientos.
Para los oficiales 28:1–8
Una vez más, David relata la historia de su deseo de edificar el templo y de la revelación divi-
na al respecto. Aunque él no pudo construirlo, por haber sido hombre de guerra, el proyecto no se
ha cancelado; tampoco se le ha quitado la herencia del trono. El mismo Dios que se agradó de él
y que le confirmó como rey, ha revelado Su voluntad para el futuro del pueblo.
De entre todos los hijos de David, Dios ha designado a Salomón como heredero al trono, el
cual le ha prometido para siempre. El sería el encargado de construir el templo y gozaría una re-
lación especial como de padre a hijo con Jehová mismo. Sin embargo, para disfrutar los benefi-
cios de esta promesa perpetua, Salomón y el pueblo tendrían que ser fieles a los preceptos de
Jehová (28:8). Estas palabras se dirigen a todos los líderes del pueblo para que respeten la auto-
ridad que Dios ha colocado en Salomón como rey de Israel, y para que todos unan sus esfuerzos
para seguir fieles a la ley de Jehová.
Para Salomón 28:9–21
Después de sus recomendaciones a los líderes del pueblo, David se dirige a Salomón con una
exhortación final. Le advierte que debe seguir sólo a Jehová y obedecer Sus mandamientos; [p
56] servirle con corazón perfecto y con ánimo pronto porque Dios conoce hasta los pensamientos
más íntimos del corazón. Debe dedicarse a buscar a Dios ante todo porque sólo así lo hallará y
recibirá Su bendición.
Parece que en su deseo de animar a Salomón a ser fiel a Jehová, David trata de motivarle con
una advertencia que Dios no había hecho. David sabía que la bendición de Dios no dependía de
la fidelidad del rey; aunque la infidelidad provocaría disciplina divina. Para no poner en peligro la
bendición de Dios, David advierte a Salomón que si no se mantiene fiel, Dios le desechará para
siempre. Sin embargo, Dios ya había dicho que El nunca haría tal cosa. Si Salomón no le es fiel,
le castigará como un padre castiga a su hijo, pero no quitará su misericordia de él, sino que afir-
mará su reino para siempre (2 Samuel 7:12–16; 1 Crónicas 17:12–14). De todos modos, la adver-
tencia es importante. La bendición de su reinado depende de su fidelidad a Dios (28:9).
El interés más grande de David era la construcción del templo. Por eso, al terminar su llamado
a la fidelidad, el resto de su mensaje a Salomón se relacionó con los preparativos para la edifica-
ción del templo (28:10–21). Le instó a esforzarse para realizarla (10). Además, le dio los planos
que tenía preparados y otras instrucciones (11–13); le entregó los materiales que había reunido
33
para el proyecto (14–19). Al final, le comisionó a esforzarse para asegurar que se terminara el
trabajo, porque contaba con la presencia y ayuda de Dios y de todo el pueblo para realizarla (20–
21).
Para toda la asamblea 29:1–21
Finalmente, David se dirigió a todo el pueblo y les exhortó a cumplir con su parte en este gran
esfuerzo (1–2). El proyecto era tan grande y tan importante porque no se trataba de una casa pa-
ra un humano exaltado; sino para Jehová Dios, y tendría que ser digna de El.
David presentó su propia ofrenda como ejemplo a los demás (3–5). Insistió en que era para la
casa de Dios. Al [p 57] terminar de presentarla, invitó a los demás a unirse a él con las suyas. Los
otros líderes nacionales contribuyeron generosamente también, y todo el pueblo, al fijarse en las
ofrendas de ellos, se unió al esfuerzo conjunto. Todos se regocijaron por haber participado volun-
tariamente de todo corazón (6–9).
TODO EL PUEBLO SE ALEGRO POR
HABER OFRENDADO VOLUNTARIAMENTE
DE TODO CORAZON

¡PENSEMOS!

¡Qué contraste más notable con la mayoría de las


ofrendas en que participamos! ¿Cuándo fue la última
vez que se recogió una ofrenda voluntaria de todo co-
razón en la que todo el pueblo se alegró por haber
podido dar?

La lección en este caso no es dar un principio le-


galista en cuanto a las ofrendas. El énfasis aquí es
que dieron voluntariamente, de todo corazón, para
una causa que todos entendían y que sabían que
habiá sido diseñada por Dios. ¿Qué debemos apren-
der de la experiencia de Israel para nuestra vida?

La alegría relacionada con la ofrenda voluntaria se convierte en alabanza a Dios. El es dueno


de todo, por lo tanto, merece todo honor y gloria. Esta manifestación de alabanza y agradecimien-
to es sólo una pequeña parte de la gloria eterna y universal que El merece. Al dar esta ofrenda
voluntaria, reconocieron que todo lo que tenían le pertenece. David estaba emocionado porque no
sólo él quiso ofrendar abundantemente a Jehová, sino que todo el pueblo dio espontáneamente
con alegría (29:10–17).[p 58]
Su petición ante Dios fue que se conservara esta actitud en el pueblo; quería que fuera perpe-
tua y que siguieran a Jehová y le sirvieran (29:18). AI mismo tiempo, señaló que Salomón su hijo
sería rey del pueblo. David deseaba que sirviera a Jehová con corazón perfecto (29:19).
Para concluir esta gran fiesta espiritual, David les animó a que juntos alabaran a Dios. Todos
se unieron en una gran expresión de alabanza. Como resultado, ofrecieron miles de sacrificios de
parte de todo Israel, de tal modo que terminaron hasta el día siguiente. El espíritu de verdadera
adoración había afectado a todo el pueblo (29:20–21).
LA MUERTE DE DAVID 29:22–30
Ascenso de Salomón 29:22–25
El primer libro de Crónicas concluye con la coronación de Salomón. En realidad fue la segun-
da vez que fue investido como rey (1 Reyes 1:28–48). Sin embargo, parecía ser el momento indi-
34
cado para este acto, aprovechando la reconsagración nacional frente a Jehová, que precisamente
ocurrió en esa ocasión. El pueblo se comprometió a seguirle, y Dios le exaltó grandemente sobre
todo Israel. El resumen de su prosperidad y grandeza confirman que la disposición de servir a
Dios de todo corazón que se manifestó ese día, siguió como característica fundamental de su re-
ino, al menos en sus comienzos. Los detalles de su reinado se presentan en 2 Crónicas.
Muerte de David 29:26–30
A continuación, se describe la muerte de David juntamente con un resumen de su reinado. El
había servido como el rey elegido por Dios y Dios le había prosperado. Los reyes venideros serí-
an evaluados a la luz del ejemplo fiel de David en cuanto a su sumisión a la autoridad divina.[p
59]

¡PENSEMOS!

Es emocionante leer acerca del entusiasmo que el


pueblo demostró al ofrendar voluntariamente, con en-
tusiasmo y alegría; y al servirle y alabarle de todo co-
razón. Este entusiasmo para con Dios es notable y
digno de imitar. ¿Cuáles fueron los elementos princi-
pales que existieron dentro del pueblo de Dios que
contribuyeron a este espíritu? ¿Qué debemos apren-
der y poner en práctica en nuestra vida en base a esta
experiencia de Israel? Propóngase cuando menos una
meta específica para su vida y defina el primer paso
que debe tomar para lograrla.
35
[p 61]

6
“De Tal Palo…”
2 Crónicas 1–9
De tal palo, tal astilla. Este dicho tan conocido sirve para describir la similitud entre los reina-
dos de David, el rey elegido de Dios porque era “varón conforme a Su corazón”, y el de su hijo
Salomón. En contraste con Saúl y con muchos de los reyes posteriores de Judá, Salomón imita el
ejemplo de su padre.
Tal como David, Salomón reconoce la importancia de dar a Jehová el primer lugar en su pro-
pia vida y en la de su pueblo. Se le dedica tanto espacio en la historia debido a su influencia en el
establecimiento del templo, el centro de la verdadera adoración a Jehová.
2 Crónicas sigue la historia donde termina l Crónicas. Empieza inmediatamente después de la
muerte de David, y continúa con el reinado de Salomón. Sigue desarrollando las mismas ideas
que se encuentran en el primer tomo. Los reyes se evalúan conforme a su fidelidad a Jehová. El
pueblo tiene que dar prioridad a la adoración verdadera a Jehová que gira alrededor de Su reve-
lación desde el templo en Jerusalén.
Se sigue dirigiendo nuestra atención a la dinastía davídica porque su casa representa el reino
teocrático de Dios sobre [p 62] Su pueblo. Al concluir el libro con el decreto de Ciro, se crea en el
pueblo la esperanza de que tanto Su presencia en medio de ellos, como Su trono real, seráan
establecidos de nuevo.
La historia de Salomón relatada en 1 Reyes 1–11, nos muestra que él era muy humano. A pe-
sar de que tuvo un buen principio, no logró todo lo que habría podido, por haberse desviado de
las prioridades correctas de su vida. La división posterior del reino se presenta como consecuen-
cia de las debilidades de Salomón y la imitación que de su ejemplo en cuanto a sus cualidades
menos valiosas, hace su hijo Roboam.
Sin embargo, para el autor de Crónicas, estas faltas no son tan graves. Más bien, enfatiza los
aspectos más significativos de su reinado que fueron muy positivos, como construir el templo para
dar la primacía a la adoración a Dios y reconocer Su derecho a ocupar el primer lugar en la vida
nacional.
LA SABIDURIA DE SALOMON 1
Su Grandeza 1:1
El reinado de Salomón comenzó bien. Después de haber observado la relación personal que
su padre había tenido con Dios, y al escuchar su exhortación al respecto, Salomón decidió seguir
a Dios. Por eso, El confirmó su reino y le exaltó grandemente.
Sus prioridades al comenzar su gobierno se conforman a este propósito definido (1:1–l7). La
expresión “Salomón hijo de David” probablemente conlleva más significado que una observación
casual de parentesco. La forma en que se usa “hijo de…” en hebreo, y la manera especial en que
se hizo referencia a los hijos de Saúl en l Crónicas, parecen dar evidencia de que el autor quiere
afirmar que Salomón imitaba el ejemplo de David. Por lo tanto, Dios estableció su reino, perma-
neció con él y lo engrandeció sobremanera.
[p 63] Su Ofrenda 1:2–6
36
Aunque David había trasladado el arca a Jerusalén, su capital, el tabernáculo se quedó en
Gabaón. Salomón quiso ofrecer holocaustos al Señor y decidió hacerlo en el altar que Dios tenía
en ese lugar. Con ese fin, Salomón reunió a la asamblea del pueblo.
Dios le bendijo por esta profesión pública de sumisión a Su autoridad, demostrada así delante
de toda la nación. Este acto preparó el camino para un encuentro personal entre Dios y el hijo de
David que le buscaba.
Su Petición 1:7–10
Debido a su sumisión y obediencia, Dios le ofreció la oportunidad de pedirle lo que quisiera.
¡Qué oportunidad más fantástica! Si tuviéramos oportunidad de pedir a Dios cualquier cosa, ¿qué
solicitaríamos?
Salomón reconoce la grandeza de la misericordia de Dios, en primer lugar hacia David su pa-
dre, y ahora hacia él. Además, se da cuenta de su incapacidad de gobernar este pueblo. Por lo
tanto, al contemplar la inmensidad de la tarea que le esperaba, Salomón pide sabiduría para po-
der gobernar al pueblo de Dios en la forma correcta. No habría podido pedir nada mejor.
Su Respuesta 1:11–12
Dios le felicita por haber pedido bien. Puestas a escoger, la mayoría de personas a quienes se
diera tal oportunidad, habrían pensado aprovecharla para ganancia personal. Dios menciona las
alternativas que otros habrían buscado: riquezas, posesiones, fama, venganza sobre sus enemi-
gos o una larga vida. ¡Parece que El nos conoce muy bien!
Sin embargo, Salomón no pensaba así. El consideraba el peso de su gran responsabilidad y
de cómo iba a gobernar al pueblo de Dios en la manera adecuada. Por eso, Dios prometió darle
sabiduría y acompañarla de beneficios materiales también. Es obvio que la misma sabiduría que
había pedido, le ayudaría a hacer buen uso de la prosperidad que recibiría.[p 64]
SALOMON RECONOCIO
QUE SOBRE TODAS LAS COSAS,
NECESITABA LA SABIDURIA DE DIOS
PARA GOBERNAR A SU PUEBLO
Su Riqueza 1:13–17
Salomón ya había demostrado que podía manejar bien las posesiones materiales. El sabría
tener bienes en abundancia sin desviarse por ellos, porque sus prioridades estaban bien estable-
cidas. Por eso, Dios le dio gran riqueza.
Se incluye en el relato un resumen de lo que Salomón logró acumular. Tuvo gran cantidad de
carros y caballos, de plata y oro, cedro, y toda clase de mercadería, en tanta abundancia, que aún
le sobraba suficiente dinero para comprar buenos regalos para los reyes del área. En todo sentido
de la palabra, el reinado de Salomón resultó ser próspero, porque buscaba las prioridades correc-
tas.

¡PENSEMOS!

Al pensar en la petición de Salomón, nos pregun-


tamos qué hubiéramos pedido, si Dios nos ofreciera
esa oportunidad. Por un lado, podríamos dar la res-
puesta correcta, la que después del hecho nos pare-
cería la más espiritual. ¿Qué solicitaría usted, si pu-
diera pedir lo que de verdad desea más que nada en la
vida? Por otro lado, Salomón descubrió una gran ver-
37
dad: a la larga, las posesiones, la fama y el poder
temporal no satisfacen. El deseaba algo más durade-
ro.

¿Qué se debe buscar para llegar a ser un líder del


pueblo de Dios? ¿Qué debe procurar usted conforme
a [p 65] las circunstancias en las que Dios le ha colo-
cado? Defina lo que necesita para agradar a Dios y
glorificarle en ésas condiciones. ¿Por qué no comien-
za a orar ante Dios para que se lo conceda?

EL TEMPLO DE SALOMON 2–7


La grandeza de Salomón aumentaba cada vez más porque dio la prioridad a la construcción
del templo. Debido a que David logró comunicarle su visión de este proyecto, se dio cuenta de
que debía dar primacía a la adoración verdadera a Dios, y que esto sólo se haría posible prove-
yendo un lugar adecuado, digno de Jehová, para recordarles Su grandeza y gloria.
Preparación para el Templo Cap. 2
Salomón inicia inmediatamente los preparativos para la construcción del templo. El relato re-
vela dos implicaciones en cuanto a la motivación de Salomón. La decisión de edificar una casa al
nombre de Jehová se presenta como resultado de la bendición con que Dios le prosperó después
de haber buscado la sabiduría divina ante todo. Para Salomón, la edificación del templo era más
que todo, un acto de agradecimiento y reconocimiento del valor que Dios tenía para él mismo y
para Su pueblo.
Al hacer sus planes, se observa otro aspecto de su actitud: la casa tenía que ser grande y ma-
ravillosa, y Salomón reconoce que para leventar un edificio de esta categoría, Israel no tenía per-
sonal preparado. Nunca habían hecho nada semejante a esto. Por lo tanto, escribe a Hiram rey
de Tiro para pedir su ayuda. Dos veces le dice que la casa que pensaba construir para Jehová
tenía que ser grande.
Salomón explica que la casa tiene que ser así, porque Jehová es el más grande de todos los
dioses (2:5); y que ni los cielos son suficientes para contenerlo. Entonces, ¿qué clase de casa le
podrían construir que fuera adecuada (2:6)? A través [p 66] de este relato, Salomón demuestra
que el templo de Dios tiene que reflejar Su grandeza para que el pueblo reconozca Su valor y le
adore de verdad. Si al ver este templo, se quedan con la impresión de que Jehová no es sino un
dios más, no le concederán la importancia debida y no le seguirán con fidelidad.
Salomón utilizó todos los recursos disponibles a su alcance. Organizó a los extranjeros para
que formaran equipos de trabajo obligatorio. Para animar a Hiram a ayudarle, ofreció darle un
buen pago, lo cual él aceptó gustosamente, mandando una persona capaz, descendiente de una
mujer de la tribu de Dan y de un padre originario de Tiro. Hiram responde con una expresión de
felicitación, apoyo y estímulo poniéndose a trabajar de inmediato y solicitando el anticipo del pago
prometido. Es probable que la referencia que hace a Jehová no sea una expresión de fe personal.
Probablemente sea una respuesta formal y cortés, debido al mensaje de Salomón, debido a las
circunstancias de colaboración en la consitrucción de Su templo, y al concepto que todas las na-
ciones en derredor tenían de la relación que existía entre los dioses y los reyes.
Edificación del Templo Caps. 3–4
Habiendo hecho los preparativos necesarios, Salomón procedió a supervisar la construcción.
Primero, el autor describe la estructura del edificio (3:1–17). Nos recuerda que lo estaban edifi-
cando en el lugar que David había comprado en la era de Ornán jebuseo, para recordarles que
allí el Señor había suspendido el castigo provocado por el censo de David (1 Crónicas 21). Tam-
bién debían recordar la provisión que Dios había hecho de un sacrificio sustituto en lugar de Isaac
cuando Abraham iba a ofrecer a su hijo en el mismo monte (Génesis 22).
38
Para determinar las medidas que tenía el templo, cada codo se puede multiplicar por aproxi-
madamente 18 pulgadas. Entonces, la medida exterior de todo el templo era de unos 28 [p 67]
metros de largo por 9 metros de ancho, sin tomar en cuenta los atrios exteriores. Todo el edificio
estaba cubierto de oro, con piedras preciosas para adornarlo, de modo que despedía un brillo
extraordinario. Si añadimos a ello la grandeza de la presencia de la gloria de Jehová, probable-
mente el efecto que resultaba al acercarse a él era indescriptiblemente maravilloso.
La descripción de la construcción del templo sigue con una presentación del mobiliario que se
colocó dentro y los atrios que contenían buena parte del mobiliario (4:1–11a). La historia concluye
con la lista de los detalles últimos que tuvieron que ser completados antes de poder utilizarlo
(4:11b–22).
Dedicación del Templo 5–7
Preparación para la dedicación Cap. 5
Cuando todo estaba listo, Salomón convocó al pueblo a una ceremonia de dedicación. Pre-
viamente, se habían realizado los últimos preparativos: las ofrendas de David para el templo se
llevaron a la tesorería del mismo (5:1); el arca y sus utensilios fueron colocados en el lugar indi-
cado (5:2–10); los sacerdotes salieron del templo acompañados de los músicos que participaban
en la gran ocasión. Para el caso, no se apegaron al cumplimiento de los turnos, para que todos
pudieran participar.
Los músicos empezaron a tocar y todos cantaban alabanzas a Jehová diciendo: “Porque El es
bueno, porque Su misericordia es para siempre.” Puede que hayan usado sólo esta frase tan co-
nocida, pero probablemente incluían todo el Salmo 136 en su cántico, pero poniendo énfasis en
esa línea específica de alabanza a Dios.
Al estar todos cantando y alabando, la nube de Dios llenó el templo. Con este sello de la apro-
bación divina, se terminó la preparación. Estaban listos para seguir con el culto de dedicación.
[p 68] Dedicación de Salomón Cap. 6
Salomón inició la ceremonia de dedicación con un mensaje de apertura dirigido al pueblo (6:1–
11). Después de señalar la razón de haber convocado la asamblea y de bendecirles, les recordó
el trasfondo histórico del proyecto. Alabó a Dios por dos cosas que El había hecho a favor de Su
pueblo al cumplir Su promesa a David. En primer lugar, había establecido la casa de David para
gobernar, y aún más importante, había prometido permanecer en medio de Su pueblo. Por medio
del templo se había provisto un lugar adecuado desde donde Dios podría revelarse a ellos. Por lo
tanto, Salomón alaba a Dios por Su fidelidad en cumplir Su Palabra.
El mensaje fue seguido de una oración de dedicación (6:12–42). En ella, Salomón alaba a
Dios por Su grandeza, Su pacto, y Su misericordia. Su petición era que Dios cumpliera lo que
había prometido, es decir, que escucharía el clamor de Su pueblo en cualquier circunstancia en
que se encontrara, y que cuando vinieran a El, oiría sus peticiones y les restauraría a la comunión
con El.
Respuesta de Dios Cap. 7
Dios respondió al mensaje dedicatorio y a la oración de Salomón llenando el templo con Su
gloria, como una afirmación especial al pueblo de que siempre estaría con ellos (7:1–3). La gente
se acercó en adoración, afirmando una vez más que El es bueno y Su misericordia es para siem-
pre. Presentaron tal cantidad de sacrificios, que les llevó varias semanas terminarlos. Al final, re-
gresaron a sus casas alegres por todo lo que Dios había hecho con David, Salomón, y con el
pueblo entero (7:4–10).
Después, una vez terminada la celebración, Dios apareció a Salomón calladamente en la no-
che (7:11–22). Le indicó Su satisfacción por el deseo que había tenido de edificar el templo y
prometió comunicarse con el pueblo desde allí, tal como Salomón se lo había pedido.[p 69]
LOS OJOS DE DIOS ESTAN ABIERTOS
39
SUS OIDOS ESTAN ATENTOS
A LA ORACION DE SU PUEBLO
A la vez, advirtió a Salomón de nuevo sobre la importancia de la fidelidad. Si él y su pueblo no
se mantenían fieles a Dios, el mismo templo llegaría a ser un símbolo de Su juicio contra ellos.
Salomón había comenzado bien, ahora debía seguir en la misma forma mientras durara su man-
dato.

¡PENSEMOS!

2 Crónicas 7:14 es un pasaje bien conocido por


muchos cristianos. Se usa con freuencia, aun en can-
ciones evangélicas modernas, para enseñarnos que el
pueblo de Dios, y aún las naciones de nuestros días,
deben depender de Dios y orar a El para recibir Su
bendición. Es importante que comprendamos el ver-
dadero mensaje del pasaje.

Se deben considerar tres elementos claves. La


promesa de Dios es una respuesta a la petición de
Salomón en 6:13–42. ¿Qué había pedido Salomón? En
segundo lugar, ¿cuál es la respuesta completa de
Dios en 7:11–22?

Tercero, ¿qué dice el versículo en sí? Presenta


cuatro condiciones para recibir esta bendición. ¿Cuá-
les son los cuatro requisitos que Dios presenta? Se-
gún 7:12–16 y 19–22, ¿para quiénes fue escrita esta
promesa? Después de cumplir las cuatro condiciones,
¿qué les promete Dios?

Señale los pricipios que se encuentran en esta


pasaje que se pueden aplicar para hoy. ¿Qué debe-
mos hacer nosotros? Al hacerlo, ¿qué podemos espe-
rar de Dios?

[p 70] LA FAMA Y GLORIA DE SALOMON 8–9


Sus Logros 8:1–9:28
Debido a que Salomón había aceptado las prioridades de Dios como suyas, El le bendijo ma-
terialmente. A pesar de sus debilidades, el reinado de Salomón se presenta como una época po-
sitiva en la historia del pueblo de Dios. Fue un rey que buscó la mejor manera de manifestar la
sabiduría verdadera y de promover la adoración a Jehová. Por eso, el reino creció y se acumula-
ron grandes recursos materiales.
Los primeros veinte años del reinado de Salomón los dedicó a construir el templo y su propia
casa. Después de terminar estos dos proyectos mayores, se edificaron grandes ciudades fortifi-
cadas que fueron pobladas por los hijos de Israel (8:1–6).
Los extranjeros que habitaban en medio de ellos y que no habían sido destruidos, fueron obli-
gados a servir como trabajadores del estado. En esencia, eran siervos oficiales del gobierno. Sin
embargo, los hijos de Israel no tuvieron que volver a servir como esclavos, sino que prestaban el
servicio militar obligatorio (8:7–10).
40
Debido a que destacó como líder político no sólo a nivel nacional, sino internacional, el libro
comenta un poco sobre la tensión en la cual Salomón vivió, al referirse al caso de la hija de Fa-
raón. La costumbre en la política internacional de aquellos días era hacer alianzas entre pueblos
importantes por medio de matrimonios entre los hijos de los reyes. Salomón se había casado con
la hija del Faraón y le interesaba proporcionarle una casa adecuada a su linaje. Sin embargo, no
sintió la libertad de colocarla en la casa de David porque el arca de Jehová había entrado allí, y
por lo tanto, para Salomón esa casa era sagrada, mientras que su esposa era pagana. No podía
ponerla en esa casa, por lo que utilizó una parte de sus recursos para construirle una casa aparte
(8:11).
El servicio del templo se estableció tal como David lo había ordenado. Las funciones de cada
responsable fueron asignadas [p 71] conforme al plan davídico (8:12–16). Hiram le regaló barcos
que sirvieron para transportar oro, permitiéndole traer 450 talentos de ese metal, equivalentes a
aproximadamente 540,000 onzas. Aunque en la actualidad el valor del oro cambia mucho de un
día a otro, esta carga tendría un valor de casi trescientos millones de dólares. Este cálculo no in-
cluye la gran cantidad de oro y plata que David había dejado guardada para el templo desde an-
tes de su muerte (8:17–18).
La reina de Sabá oyó de la fama de Salomón y fue a conocerle personalmente para averiguar
si era cierto lo que había oído. Trajo las preguntas más difíciles que pudo encontrar para que se
las contestara. Vino preparada para pagarle bien sus consejos. Traía una carga fuerte de espe-
cias, piedras preciosas y oro. Sólo el oro que llevaba valdría hoy aproximadamente 75 millones de
dólares, sin tomar en cuenta el valor de sus otros regalos.
Compartió con él sus inquietudes y Salomón pudo contestar a todas sus preguntas. Al escu-
char sus respuestas, y observar todo lo que Dios le había provisto, se quedó asombrada. Salió
más que satisfecha. Afirmó que no le habían contado ni aún la mitad de lo que era su grandeza y
sabiduría. Parece obvio, basados en su testimonio, que Salomón había atribuido a Dios el crédito
debido por todo lo que tenía. Por lo tanto, se observa que Dios seguía prosperándole en todo sen-
tido (9:1–12).
El autor del libro trata de indicar algo de la grandeza, fama y riqueza de Salomón, pero se da
cuenta que no se puede incluir la lista de todo lo que Dios le proveyó (9:13–28). Una pequeña
parte se presenta al describir el ingreso anual en oro, sin tomar en cuenta lo que se recibía de
impuestos, ni en otros materiales. Sólo el ingreso anual en oro son 800,000 onzas, o sea aproxi-
madamente cuatrocientos millones de dólares según el valor actual.
Crónicas sigue intentando explicarnos hasta dónde había llegado la grandeza de Salomón pe-
ro no puede. Al final, presenta un resumen de lo que se puede incluir. Salomón [p 72] excedió a
todos los reyes de la tierra en riqueza y sabiduría. Todos los gobernantes buscaban la oportuni-
dad de verle y escuchar su sabiduría (9:22–23). ¡No lo podían creer!
SALOMON EXCEDIO
A TODOS LOS REYES
* EN RIQUEZA
* EN SABIDURIA
Su Muerte 9:29–31
Después de cuarenta años como rey, Salomón murió. Nunca volvería el reino a alcanzar la
gloria y riqueza que había gozado durante su reinado, hasta que el Mesías viniera a establecer
Su reino.

¡PENSEMOS!

¿Cuál fue la prioridad más importante para Salo-


41
món? Al observar la gran sabiduría que Salomón
había recibido de Dios, ¿qué habrán pensado las gen-
tes de toda su fama y riqueza?

Tome un momento para escribir una lista de los


principios más importantes que debemos aprender de
la vida y ejemplo de Salomón. ¿Qué debemos imitar?
¿Qué debemos evitar?
42
[p 73]

7
Principio de la Infidelidad
2 Crónicas 10–12
Algunas de las tensiones que surgieron durante el reinado de Salomón se mencionan en este
relato de la historia de Israel hasta después de su muerte. El autor quiso hacer énfasis en su con-
tribución positiva y permanente; en especial, su liderazgo en la construcción del templo y el esta-
blecimiento de la adoración a Jehová. Así que no se refiere a sus debilidades, aun cuando el fruto
de ellas se observa durante el reinado de su hijo.
Cuando Roboam, el hijo de Salomón, llega al trono se nota el cambio de perspectiva. Al con-
siderar el efecto a largo plazo de su reinado en el pueblo de Dios, había que clasificarlo como ma-
lo desde el punto de vista de Jehová. Por eso, el autor manifiesta sus debilidades.
REBELION DE LAS TRIBUS DEL NORTE 10:1–11:4
La Petición de Israel 10:1–4
Al morir Salomón, la mayoría de Israel daba por sentado que su hijo Roboam quedaría como
rey en su lugar. Por eso, [p 74] todos se reunieron en Siquem para proclamarlo rey. Sin embargo,
había un elemento disidente en la asamblea: Jeroboam había regresado de Egipto para dirigir un
movimiento en contra de él.
Jeroboam había escapado porque Salomón quería matarle. Dios ya le había revelado que él
sería rey sobre las diez tribus del norte después de la muerte de Salomón (1 Reyes 11:26–40).
Por eso, se presentó a la ceremonia de coronación de Roboam como héroe de las masas oprimi-
das de Israel, quienes habían presentado a Roboam su queja de que Salomón les había hecho
difícil la vida, imponiéndoles una carga pesada de servidumbre obligándoles a pagar impuestos
one-rosos. Intentaron convencerle de que rebajara la carga y le aseguraron que, de hacerlo, le
servirían gustosa y fielmente.
El Rechazo de Roboam 10:5–15
Roboam escuchó la queja y prometió considerar su petición. Pidió tiempo para pensarlo y les
dijo que regresaran tres días después. Cuando el pueblo se fue, consultó con sus consejeros. Los
ancianos del pueblo que habían servido bajo Salomón le aconsejaron que cediera a la petición del
pueblo, pues si se mostraba interesado en ellos y les agradaba, podría contar con el apoyo popu-
lar. Así le servirían todos los días de su reinado (10:5–7).
Debido a que representaba una nueva generación, Roboam quiso consultar también con los
jóvenes asesores compañeros de él, quienes respondieron en una manera impulsiva y fuerte: de-
bía mostrarse aún más inflexible que su padre para poder tomar el control y las riendas del pueblo
(10:8–11).
Por su inexperiencia y juventud, le pareció mejor el consejo de los jóvenes. Así que, cuando el
pueblo regresó a los tres días, Roboam se endureció con ellos y les informó que sería más fuerte
de lo que su padre había sido (10:12–15).
Aunque el autor no explica las razones, sí menciona que Dios había causado esta respuesta,
conforme a la profecía de [p 75] Ahías a Jeroboam. El autor de los libros de los Reyes relata que
por medio de esta profecía, Dios le informó de Su plan para quitar a la casa de Salomón el reino,
por causa de su idolatría y desobediencia, a excepción de las tribus de Judá y Benjamín (1 Reyes
11:29–39).
43

¡PENSEMOS!

El propósito directo del autor no es enseñarnos


las cualidades personales indicadas para un líder del
pueblo de Dios, sino mostrarnos cómo Dios utiliza
esas cualidades para lograr Sus propósitos. Sin em-
bargo, la importancia práctica de las cualidades que el
Nuevo Testamento nos enseña, se observan en la rea-
lidad.

Tome un momento para comparar lo que se nos


revela del liderazgo de Roboam con la lista de cuali-
dades indicadas para un líder en Tito 1:6–9. ¿Cuáles
de éstas faltaban en la actitud y conducta de Ro-
boam? ¿Cuál fue el resultado de estas faltas? ¿Qué le
enseña este ejemplo en cuanto a su propia vida?

La Rebelión de Israel 10:16–19


Cuando el pueblo de Israel se dio cuenta de que Roboam no les iba a hacer caso, decidieron
separarse y formar su propio gobierno. Ya no darían su lealtad a David y su descendencia. Así se
dividió el reino. Roboam sólo se quedó con el territorio de Judá. Aun en esa región le costaba tra-
bajo controlar a los descendientes de las otras tribus. Al fin, se refugió en Jerusalén, donde podía
estar relativamente seguro.
La Restauración de Roboam Suspendida 11:1–4
Roboam decidió organizar su fuerzas armadas para obligar a las tribus del norte a regresar.
Reunió de entre las dos tribus que le quedaron ciento ochenta mil de los mejores hombres de
guerra.[p 76]
Mientras se alistaban para el ataque, Dios les advirtió que volvieran atrás, porque El había
provocado esta división y ellos no debían intentar contrarrestarla. Cuando oyeron esta palabra de
Jehová, hicieron caso a Su advertencia y regresaron a sus casas.
CONSOLIDACION DE LAS TRIBUS DEL SUR 11:5–23
Después de esto, Roboam comenzó a consolidar su reino. La apostasía religiosa de Jeroboam
en el norte motivó a muchos a regresar al sur. Por eso, había crecimiento en el reino del sur. Los
sacerdotes, levitas y fieles a Jehová se trasladaron al sur para quedar en el reino de Roboam. Así
que su reino fue fortalecido por la presencia de los fieles seguidores de Dios.
Fortificación de las Ciudades 11:5–12
La primera cosa que hizo Roboam, especialmente por la nueva amenaza de Jeroboam en el
norte, fue fortalecer las ciudades de Judá. Edificó nuevas ciudades fortificadas, y reforzó las forta-
lezas y ciudades antiguas. Organizó cada una con jefes militares capacitados, con provisiones
diarias y municiones necesarias para defenderse. No quiso dejar ninguna posibilidad de ser sor-
prendido por ataques militares imprevistos.
Provisión para los Sacerdotes y Levitas 11:13–15
La historia futura de estas dos naciones se definió durante los primeros días del reinado de Je-
roboam. Para asegurar que Ios de Israel, la nueva nación formada en el norte, no fueran movidos
a emigrar al sur por la lealtad hacia el templo en Jerusalén, Jeroboam decidió establecer centros
de adoración en su propio territorio. Nombró sacerdotes que no eran de la tribu de Leví, y fijó
nuevas fiestas conforme a su propio plan de adoración (1 Reyes 12:25–33).[p 77]
44
Aunque estas decisiones eran actos de independencia y de rebelión contra la voluntad revela-
da de Dios, debemos reconocer que él no dejó a Jehová para seguir a otros dioses. Su pecado
consistió en tratar de adorarle a su manera, abandonando lo que Dios había ordenado. Si él
hubiera seguido a Jehová fielmente, El se habría encargado de mantener la lealtad del pueblo.
Este acto de independencia religiosa sirvió para definir el destino futuro del pueblo de Israel.
El mismo acto desobediente del reino del norte sirvió para fortalecer el reino del sur. Cuando
Jeroboam estableció su propio sacerdocio, rechazando el de los levitas, ellos escaparon para el
sur. De esta manera, todos los sacerdotes y levitas fieles se concentraron en el reino del sur, bajo
la protección de Roboam. Por lo tanto, Judá se benefició espiritualmente.
Provisión para los Fieles de Jehová 11:16–17
Como un efecto de esta transformación religiosa en el norte, los que se mantenían fieles a Je-
hová se fijaron en lo que sucedía en su pueblo y escaparon hacia Judá, donde podrían seguir
fielmente a Dios. De nuevo se observa que la pérdida espiritual en el norte resulta en el fortaleci-
miento del sur. Durante los primeros tres años de su reinado, con el estímulo de los que habían
permanecido leales, Roboam siguió fiel, conforme al patrón establecido por David y Salomón. Por
lo tanto, Dios bendijo su reinado.
LA DEGENERACION ESPIRITUAL
DEL NORTE
CONTRIBUYO A LA FUERZA ESPIRITUAL
DEL SUR
[p 78] Crecimiento de la Familia Real 11:18–23
La prosperidad que resultó de la fidelidad de Roboam a Jehová se manifestó de varias mane-
ras. Una de las bendiciones que Dios proporciona a los fieles es la familia. En las culturas orienta-
les la fertilidad se consideraba como evidencia de la bendición de los dioses. Jehová bendecía a
los fieles dándoles familias grandes para que los hijos pudieran colaborar en las cosechas. Así
resultó en el caso de Roboam. Dios le dio una gran familia que gozó de mucha prosperidad.
ATAQUE DESDE EGIPTO 12
Infidelidad de Roboam 12:1
Pese a la ayuda de Dios en el establecimiento y consolidación de su reino, cuando Roboam se
hizo fuerte, se repitió el ciclo que se observó antes. Por causa de su grandeza y prosperidad, se
volvió orgulloso y se olvidó de Dios. El Señor utilizó un ataque de parte de Sisac, rey de Egipto,
como un medio de juicio para restaurarlo.
Una de las señales de prosperidad era tener muchas esposas. El autor de Crónicas nunca lo
critica directamente, sino que quiere mostrar la gran riqueza de Roboam. Sin embargo, a través
de la Palabra de Dios, el hecho de tener muchas esposas siempre es anticipo de problemas futu-
ros. Esto se observa en especial, en el caso de Salomón, pues la gran cantidad de esposas que
tuvo, resultó en su desvío espiritual (1 Reyes 11:1–2). La presencia de tantas mujeres en la vida
de Roboam, que sin duda incluirían las más bonitas de las naciones paganas, al igual que en el
caso de su padre, no prometían un futuro de bendiciones para él.
Después de tres años de fidelidad y prosperidad, Roboam se apartó de la ley de Jehová y,
como siempre ocurre, el pueblo se desvió juntamente con él (12:1). Por lo tanto, Dios se vio obli-
gado a mandar un castigo adecuado, para hacerles regresar a El y a Su ley.
[p 79] Disciplina por medio de Sisac 12:2–5
El instrumento que Dios utilizó para juzgarles fue Sisac, rey de Egipto. En el quinto año de
Roboam, Sisac atacó Judá. Sometió todas las ciudades fortificadas y se preparó para atacar a
45
Jerusalén. Cuando los líderes de Judá se reunieron para planear la estrategia para defenderse de
Sisac, el profeta Semaías llegó con un mensaje de parte de Dios y predijo la derrota de Jerusalén,
porque habiendo dejado a Jehová, El les iba a entregar en manos de Sisac.
Arrepentimiento y Aprendizaje de Roboam 12:6–11
Cuando Roboam y los otros líderes de Judá escucharon la advertencia, se humillaron delante
de Dios y regresaron a El. Por lo tanto, El les prometió que no dejaría que fueran destruidos. Pero
permitiría que Sisac les venciera, que tomara los tesoros de oro del reino, y que Israel estuviera
sometido a él. Tuvieron que aprender que es mejor estar sujetos a Dios que a los reinos de este
mundo. El les enseñaría la diferencia entre servir a Dios o servir a las otras naciones.
ISRAEL TUVO QUE APRENDER
QUE ES MEJOR SERVIR A DIOS
QUE SERVIR A OTRAS NACIONES
Restauración de Roboam 12:12–13a
En lugar de rebelarse contra Dios y pelear por salirse con la suya, Roboam se humilló delante
de El. Por eso, la ira de Dios se quitó y su reino fue restablecido. De nuevo se observa que las
cosas iban bien en Judá por causa de su arrepentimiento. Es obvio que no era igual a su estado
anterior, pero la [p 80] sumisión a la autoridad de Dios produce buenos resultados, tanto para el
rey como para la nación entera.

¡PENSEMOS!

Aunque el estudio de los reinados de Jeroboam y


Roboam ha sido breve, hemos observado las caracte-
rísticas sobresalientes de sus reinados. Compare las
cualidades personales de los dos reyes. Señale las
características más notables de cada uno. ¿Cuál es el
resultado de cada cualidad señalada para la vida per-
sonal de ellos y para el pueblo de Dios bajo su autori-
dad?

¿Qué principios debemos aprender del ejemplo de


estos dos reyes? ¿Qué cambios hacen falta en su
propia vida para evitar los resultados negativos que
estos reyes experimentaron?

Resumen del Reinado de Roboam 12:13b–16


Al final del relato, se presenta un resumen del reinado de Roboam. A pesar de su humillación
y restauración, el efecto total del reinado de Roboam fue negativo porque él no dio prioridad a
seguir a Jehová. Nunca se decidió a abandonar sus propios intereses para buscar a Jehová ante
todo. Los antecedentes que él estableció afectaron el futuro de la nación.
La historia del reinado de Roboam concluye con el triste comentario de que hubo guerra cons-
tante entre Roboam y Jeroboam. Los dos pueblos hermanos, identificados con el nombre de Je-
hová, se dedicaron a pelear entre sí. Debido a que ninguno buscaba a Dios, sino que luchaban
por sus propios intereses, peleaban constantemente el uno contra el otro.[p 81]
ROBOAM HIZO LO MALO
PORQUE NO DISPUSO SU CORAZON
PARA BUSCAR A JEHOVA
46

¡PENSEMOS!

¿Qué lecciones podemos aprender pere nuestra


propia vida de Roboam? ¿Cuál debe ser nuestra prio-
ridad principal? ¿Qué resulta cuando busca mos
nuestros intereses primero? ¿Qué quiere Dios que
usted haga como respuesta personal a lo que se ha
aprendido en estc estudio?
47
[p 83]

8
La Primera Vuelta
2 Crónicas 13–20
El ciclo que se observó antes en la vida de David, a nivel personal, se repite en su totalidad
cuatro veces en Crónicas, a nivel nacional. La primera vuelta comenzó con la fidelidad inicial de
David y Salomón. Su deseo de buscar a Jehová ante todo introdujo un período de prosperidad y
bendición nacional.
Hacia el final del reinado de Salomón, su fama y gloria atrajeron mucha atención internacional.
Se hicieron matrimonios políticos mixtos que condujeron a la independencia espiritual e infidelidad
a Jehová. Estas tendencias produjeron la división de la nación durante el tiempo de Roboam y la
imitación de esta infidelidad por toda la nación.
Por lo tanto, Dios les disciplinó para que regresaran a El. La división del reino en sí sirvió co-
mo una advertencia a Roboam, la cual él aceptó y se mantuvo fiel por un tiempo. Esta fidelidad
del rey y del pueblo que le seguía resultaron en la bendición divina (11:5–23).
Sin embargo, esta misma prosperidad nacional provocó de nuevo el orgullo e infidelidad de
parte de Robam y le condujo [p 84] al juicio divino que Dios envió por medio de Sisac, rey de
Egipto (12:2–5). Al ver el fruto de su camino, Roboam se humilló y regresó a Jehová (12:12–13).
Su arrepentimiento personal trajo nueva bendición a la nación; sin embargo, su actitud vacilante
en su relación con Jehová, estableció un precedente que su hijo observó e imitó. Por lo tanto, el
efecto de este reinado vacilante de Roboam fue negativo y sirvió como punto de partida para el
primer ciclo completo de disciplina a nivel nacional (12:14).

EL REINADO MALO DE ABIAS 13–14:1


Las faltas de su padre siguieron durante el reinado de Abías también. Por eso, su reinado fue
catalogado como malo desde la perspectiva de Dios (1 Reyes 15:3). Sin embargo, el autor de
Crónicas no quiere hacer énfasis en esas faltas, sino que hace hincapié en su conflicto con Jero-
boam, rey del reinado del norte, conocido como Israel, el cual ocurrió al comienzo del reinado de
Abías, cuando todavía era fiel a Jehová. Se opuso a Jeroboam, quien no había sido fiel, por eso
en el enfrentamiento, los 400,000 hombres del ejército de Abías lograron herir a 500,000 de los
800,000 de Jeroboam. [p 85] Quedaron tan débiles que Jeroboam nunca recobró su fuerza des-
pués de este ataque.
48
El relato demuestra que la victoria de Abías se basó en su confianza en Jehová; no en la su-
perioridad militar de su ejército. El autor repasa la historia recordando las promesas de Jehová a
Su pueblo. Jeroboam peleaba contra Dios porque había rechazado el trono que Dios había dado
a David, el sacerdocio entregado a los hijos de Aarón y a los levitas, el templo establecido en Je-
rusalén y la adoración a Jehová, que no debiá haber incluído imágenes. En cada caso, Jeroboam
sustituyó lo suyo por lo que Dios había ordenado; prefirió imitar a los pueblos paganos a su alre-
dedor.
Al otro extremo, Abías y el pueblo de Judá habían seguido a Jehová y Sus ordenanzas. Judá
prevaleció porque se apoyaba en Jehová y no en sí mismo. El ejemplo de Abías demuestra de
nuevo la importancia de confiar y permanecer fiel a Dios.
JUDA PREVALECIO
PORQUE SE APOYABA EN JEHOVA
EL REINADO BUENO DE ASA 14:2–16:14
Obediencia a Jehová 14:2–7
Al asumir el trono, Asa empezó a reformar la condición degenerada de Judá. Su deseo de
buscar a Jehová y obedecerle resalta y se muestra por medio de sus actividades. Eliminó las cos-
tumbres paganas que habían entrado al reino durante el gobierno de su padre y abuelo. De esta
manera, se confirma la conclusión de 1 Reyes de que el reinado de Abías fue malo. Sólo hay que
preguntarnos: ¿De dónde habían venido los lugares altos e imágenes que Asa tuvo que elimi-
nar?[p 86]
Como resultado de su deseo de buscar a Jehová ante todo, gozó de paz y prosperidad duran-
te su reinado (14:7). Tres veces se repite la exhortación de buscar a Dios. Como resultado de es-
ta orden, se presenta cuatro veces la condición del pueblo: había paz en la tierra.
JUDA BUSCO A JEHOVA
Y EL LES DIO PAZ Y PROSPERIDAD
Victoria sobre los Etíopes 14:8–15
Al observar la prosperidad y tranquilidad, el rey de los etíopes pensó aprovecharse y decidió
atacar a Judá con un ejército mucho más fuerte que el de ellos. Sin embargo, Judá clamó a Jeho-
vá de nuevo; se apoyaron una vez más en El. Por causa de su dependencia de Jehová, Dios dio
la victoria a Asa.
Respuesta a la Profecía de Azarías Cap. 15
Cuando Asa regresaba de la batalla, el profeta Azarías salió a encontrarlo. Repitió de nuevo la
promesa y la advertencia. Jehová estaría con ellos, cuando se acercara a El. Si ellos le buscaban,
le hallarían. Mas si ellos le dejaban, El les dejaría. Así que, la base de la bendición de Dios es que
le sigan fielmente (15:2). Les aseguró el apoyo de Dios y les animó a servirle.
Asa recibió el mensaje con una actitud positiva y dirigió a su pueble en reformas religiosas.
Prometieron buscar a Jehová de todo su corazón y todos cumplieron. Por lo tanto, hallaron y reci-
bieron Su bendición, paz y prosperidad (15:12–15).
[p 87] Alianza con Ben-adad Cap. 16
Hubiéramos preferido que el autor dejara aquí el relato de la historia de Asa, porque fue un
gran rey que buscó a Dios ante todo y cuya parte en la formación de Judá fue significativa. El au-
tor comenta que su corazón fue perfecto, durante todos sus días (15:17). Sin embargo, como en
muchas ocasiones, la Palabra de Dios nos permite conocer las debilidades de un gran varón de
Dios. Este gran rey terminó su reinado en una situación triste que casi nos hace olvidar sus 35
años de servicio fiel a Jehová. ¿Cómo pudo suceder tal cosa?
49
Su alianza 16:1–6
Hacia el final de su reinado, Baasa, rey de Israel, se enfrentó con él. En lugar de confiar en
Dios para lograr la victoria sobre su enemigo, como lo había hecho anteriormente en su reinado,
Asa utilizó el templo y la tesorería real para comprar una alianza con Ben-adad, rey de Aram (Si-
ria).
El mensaje de Hanani 16:7–9
Como resultado de esta independencia de Dios, el profeta Hanani llegó para reprenderle por
su falta de fe; debía haberse apoyado en Jehová de nuevo. Por lo tanto, le advirtió que las gue-
rras continuarían durante su reinado.
Su enojo 16:10
En lugar de arrepentirse como se esperaba, Asa se enojó contra el profeta y le echó en la cár-
cel. A la vez, empezó a perseguir a algunas otras personas. Quiso pelear contra Dios mismo por-
que no estaba de acuerdo con la perspectiva divina en cuanto a sus hechos. Decidió que él sabía
más que Dios.
Su enfermedad 16:11–14
Como resultado de su rebeldía, Dios le mandó una severa enfermedad, pero en vez de buscar
a algún siervo de Dios, Asa se enojó y quedó amargado hasta el día de su muerte.
No debemos olvidar que esta situación no le pasó a un pagano incrédulo. Asa era el rey de
quien Dios había dicho: [p 88] “hizo lo bueno y lo recto ante los ojos de Jehová su Dios” (14:2).
Es el rey que buscó a Jehová con todo su corazón. El autor afirma que “el corazón de Asa fue
perfecto todos sus días” (15:17). ¿Cómo podría esta clase de rey caer de manera tan severa? Se
nos presentan cuatro pasos en su caída. Los mencionamos ahora de nuevo porque si un varón
de Dios como Asa pudo fracasar así, cualquiera de nosotros podría hacerlo también. Considere-
mos estos pasos peligrosos:
1) Dejó de confiar en Jehová (16:1–9).
El hombre que había buscado a Jehová y clamado a El antes, trató de utilizar la estrategia del
mundo incrédulo. Imitó el patrón de ellos en lugar del que Dios le había dado. Quiso realizar la
obra de Dios conforme al mundo en vez de dejar la lucha en Sus manos para que El las resolvie-
ra.
2) Rechazó la Palabra de Dios (16:10).
Cuando el mensajero de Dios le confrontó con el mensaje que le había encomendado, Asa
rehusó someterse. Más bien, se enojó y empezó a pelear. Echó al mensajero en la cárcel y opri-
mió al pueblo.
3) No se arrepintió (16:10–12).
Aun cuando oyó el mensaje de advertencia de Dios y que se enfermó por causa de su des-
obediencia, Asa nunca se arrepintió. Se volvió cada vez más terco.
4) No buscó a Dios (16:12).
Aunque se había caracterizado anteriormente como una persona que cuando buscaba a Dios
le hallaba, ahora, cuando más le necesitaba, Asa no estuvo dispuesto a hacerlo y no le halló.

¡PENSEMOS!

Sería demasiado fácil relegar este relato a una si-


tuación histórica y olvidarnos de él. Sin embargo, la
verdad [p 89] es que lo pasó a Asa podría ocurrir en la
vida de cualquier hijo de Dios. Todos podemos caer
50
en este mismo ciclo degenerativo, si dejamos de apo-
yarnos en Dios.

Identifique alguna ocasión en que algún lider que


usted conoce haya imitado este patrón. ¿Cuáles fue-
ron los resultados del caso? Señale un ejemplo de su
propia vida cuando haya empezado en ese camino.
Identifique cómo manifestó cada uno de estos pasos.
¿Qué hizo Dios pare que usted volviera a confiar en El
de nuevo?

¿Qué debemos aprender de estos casos? ¿Cuál


es la mejor solución para no caer en situación seme-
jante? ¿Hay algún paso que usted deba tosmar hoy
para evitarla en su vida?

La historia de Asa ilustra el punto principal del libro. Mientras Israel y especialmente el rey, se
somete a Dios y le da prioridad a El, al templo y a la adoración, Dios le bendice. Mas cuando em-
pieza a depender de las costumbres de las otras naciones y se aparta de Dios, tanto su reino co-
mo su vida personal sufren.
EL REINADO BUENO DE JOSAFAT 17–20
Obediencia a Jehová 17:1–19
Josafat también dejó una positiva herencia espiritual por haber sido un rey bueno. Buscó a Je-
hová y se dedicó a servirle. Por lo tanto, Dios confirmó el reino en su mano y le dio abundancia de
riquezas y gloria (17:1–6). Para dirigir al pueblo hacia Dios, Josafat envió maestros por tods la
tierra para que enseñaran a todos lo que Dios exigía y para que todos le obedecieran (17:7–9).
Por su fidelidad, Dios le bendijo con ejércitos poderosos. Las naciones alrededor de él le tení-
an temor y respeto y no se atrevieron a atacarlo. Por lo tanto, su pueblo gozó de paz durante su
reinado (17:10–19).
[p 90] Alianza con Acab 18–19:3
La alianza confirmada 18:1–3
Como se ha notado antes, el ciclo se vuelve a repetir y la paz y prosperidad traen sus proble-
mas al reino de Josafat, pues éstas le motivaron a interesarse en otros horizontes. Es por ello que
hizo alianza con Acab, rey de Israel la cual se confirmó por medio de un matrimonio político. Así
empezó de nuevo la degeneración del reino.
En su voto de lealtad al hacer el convenio con Acab, expresó: “Yo soy como tú, y mi pueblo
como tu pueblo” (18:3). La afirmación fue desafortunada, porque hasta ese momento había una
gran diferencia espiritual entre los dos pueblos. Sin embargo, la alianza establecida paulatina-
mente logró que esta expresión llegara a ser una profecía espiritualmente cierta también. Se per-
dió la distinción entre el gobierno pagano de Acab y su familia y la de los descendientes de Josa-
fat, poique llegaron a tener la misma descendencia.
La consulta con Dios 18:4–13
Tal como se espera de un rey que busca a Dios, Josafat insistió en que consultaran con Dios
antes de poner en marcha su plan (18:4). Para tratar de impresionar a Josafat, Acab reunió a cua-
trocientos profetas profesionales de su corte, a quienes se les pagaba por decirle al rey lo que él
quería oir. Todos unánimes repitieron como loros: “Sube, porque Dios los entregará en mano del
rey” (18:5).
51
Josafat no se dejó engañar por esta táctica. Le fue obvio que estos eran profetas del rey; no
de Jehová. Por eso, preguntó si no había algún profeta de Jehová en Israel para que le pregunta-
ran a él (18:6).
Acab afirmó que sí, que todavía había un profeta de Jehová a quien podían preguntar, pero
que éste le aborrecía porque siempre hablaba mal de él y profetizaba el juicio de [p 91] Dios en
su contra. Estas palabras debían haber advertido a Josafat del peligro de hacer una alianza con
Acab. En realidad le asustaron un poco y por eso, respondió que Acab no debía hablar así (18:7).
En lugar de aceptar la advertencia y arrepentirse, Acab se había enojado contra Dios y su mensa-
jero. No le hizo caso. Más bien, pasó por alto al vocero de Dios y escuchó a sus propios profetas
que le decían lo que le gustaba oir.
En lugar de tomar nota del peligro, Josafat prefirió hacerse el sordo. Dio el primer paso hacia
el fracaso: voluntariamente cerró los ojos a la verdad y a lo que Dios quería lograr. Desde ese
momento en adelante, el proceso de consultar la Palabra de Dios se convirtió para Josafat en un
rito nada más y no haría caso a las advertencias del profeta. Estaba decidido a seguir con su pro-
pio plan. Sólo quería que Dios le diera Su apoyo. Si Dios apoya lo que nosotros queremos reali-
zar, todo saldrá bien, ¿no es cierto? Así le parecía a Josafat.
Mientras fueron a traer a Micaías el vocero de Jehová, los otros profetas siguieron reafirmando
el mensaje de que debían subir a pelear contra Siria. Inclusive usaron ayudas visuales impresio-
nates para apoyar su proposición. Si vivieran hoy, lo más seguro es que habrían preparado un
video para convencerles. Les dieron la seguridad de que Dios apoyaría el plan que los dos reyes
habían acordado (18:8–11).
Aquí se observa el segundo paso hacía el fracaso de Josafat: Se dedicó a escuchar las voces
de los que no andaban conforme a la Palabra de Dios. El ya sabía lo que Dios quería de él; sin
embargo, se dejó presionar para que siguiera con el plan de ellos.
En el camino, los que fueron a traer a Micaías trataron de convencerlo de que se uniera a la
voz de los otros profetas. Después de todo, le dijeron, ¡no vale la pena provocar problemas para
los demás, mejor ponerse de acuerdo con la mayoria! ¡No seas necio, hombre! Micaías no cedió
frente a la presión de los demás, sino que respondió que sólo podía decir lo que Dios le dijera; no
podría afirmar en el nombre de Dios, [p 92] lo que al hombre le gustaría escuchar. Dios no se
conforma al. plan diseñado por los hombres; y lampoco lo puede hacer su vocero (18:12–13).
La advertencia 18:14–27
La reacción de Acab al mensaje de Micaías es interesante. El ya sabía que Jehová estaba en
su contra y que iba a oponerse a su plan. Todo lo que Acab representaba se oponía a Jehová,
¿cómo pedía que Dios abrobara su intento de engrandecerse más? por eso, no había llamado a
Micaías antes y trató de decir a Josafat lo que el profeta diría al llegar.
Micaías empezó repitiendo el mensaje que todos querían escuchar. Les dijo que subieran y
que serían prosperados en su intento de vencer a los sirios. Acab sabía que éste no era el men-
saje que Dios le había dado. Así que, le reprendió por no hablar la verdad en el nombre de Jeho-
vá (18:14–15).
Entonces Micaías proclamó el verdadero mensaje que Dios había enviado. El resultado de es-
ta campaña sería que Israel quedaría sin cabeza, pues Acab moriría y el pueblo regresaría a casa
en paz; pero sin rey. Convencido de que esta profecía era la verdadera, Acab respondió a Josafat
que la respuesta era exactamente la qae se esperaría del vocero de Jehová, quien nunca profeti-
zaba a favor de él. Sin embargo, Acab no tomó esto como motivo para arrepentirse; siendo que
siguió su camino, conforme a su plan (18:16–18).
Micaías continuó su profecía con una explicación de lo que este evento significaría desde la
perspectiva de Dios; demostró cómo en Su soberanía, utilizaba aun a los espíritus malos para
realizar Su voluntad y causar la muerte al rey rebelde de Israel. Dios había permitido que un espí-
ritu malo hablara a través de los profetas falsos para que Acab subiera a la batalla donde moriría.
52
Estos profetas eran agentes mentirosos enviados para provocar su desobediencia y muerte
(18:19–22).
Como es de imaginarse, los otros profetas no estuvieron conformes con la descripción que Mi-
caías había presentado de sus mentiras. El vocero principal del grupo, Sedequías, le [p 93] gol-
peó en la mejilla y le insultó. Por eso, Micaías respondió que al cumplirse la profecía, se demos-
traría quién tenía la razón; y que Sedequías tendría que esconderse (18:23–24). Aunque no se
nos dice el por qué Sedequías tendría temor al juicio, lo más probable es que habría algunos que
buscarían vengarse de él por causa de su profecía falsa.
El rechazo del mensaje por parte de Acab se manifiesta al echar a Micaías en la cárcel. Acab
pensaba hacerle sufrir mientras regresaba de la batalla, para después jactarse y burlarse de él, o
tal vez para vengarse de alguna otra manera. El no confiaba en Jehová ni en Su mensaje (18:25–
26).
Quien sí confiaba en Jehová y debía haber hecho caso fue Josafat. Sin embargo, él no hizo
caso a la Palabra de Dios. Se dejó influir más por la opinión de los hombres que le rodeaban que
por lo que Dios había dicho. Se quedó callado frente a quienes no aceptaban la Palabra de Dios.
En estas dos reacciones observamos el tercer paso hacia el fracaso de Josafat.
El profeta respondió a Acab que tomado literalmente, este juicio representaba su sentencia de
muerte. Sin embargo, aceptó quedarse preso “sustentado con pan de aflicción y agua de angus-
tia”. Como sabía que Dios ya había dicho que Acab no volvería, sino que moriría, en caso de que
Acab regresara, entonces Micaías reconocería que su profecía no provenía de Jehová y aceptaría
morir conforme a las leyes del Antiguo Testamento (Deuteronomio 18:20–22).
Este mensaje se dirige al pueblo entero también. Tiene por lo menos tres propósitos:
1) Como advertencia de que deben hacer caso a la voz de Jehová y someterse a El, a pesar de lo
que su rey haga.
2) Como confirmación de su autoridad como vocero de Dios.
3) Como recordatorio de las medidas que se deben tomar contra los profetas falsos que preten-
den predecir la victoria sobre los enemigos cuando se comprueba la falsedad de su mensaje
(18:27).
[p 94] La advertencia ignorada 18:28–32
Ninguno de los dos reyes hizo caso. Entraron en batalla de todos modos. Así se nota el cuarto
paso en el fracaso de Josafat: desobedeció la Palabra de Jehová. Aun cuando las decisiones an-
teriores aseguraban este mismo resultado, el pecado entró al desobedecer la voz de Dios (18:28).
Josafat no contaba con la astucia de Acab, que se disfrazó para entrar en la batalla, dejando a
Josafat como blanco de los sirios. Ellos buscaban al rey para eliminarle, sabiendo que su ejército
abandonaría la batalla. Cuando Acab se escondió entre todos, los sirios empezaron a perseguir a
Josafat (18:30–31).
¿Cuándo se dieron cuenta los sirios de que el rey no era Acab? Lo notaron cuando él clamó a
Jehová. El autor quiere que nos fijemos en el concepto teológico detrás del evento: cuando Josa-
fat clamó a Dios, El le ayudó. Sin embargo, no pasa por alto el hecho de que fue el comporta-
miento de Josafat el que lo evidenció. Acab jamás habría hecho lo que Josafat hizo; nunca habría
clamado a Jehová (18:31–32).
La aavertencia cumplida 18:33–34
Aun con toda su astucia y disfraz, Acab no pudo escapar del juicio divino que el vocero de
Dios había profetizado; murió en la batalla. Una flecha tirada al parecer por casualidad, cayó y le
mató, tal como Dios había planeado. Los enemigos ni sabían a quién le habían pegado, pero rea-
lizaron el propósito de Dios.
La alianza condenada 19:1–3
53
Por haber sido un rey bueno, Dios no mató a Josafat, pero le reprendió por haber hecho una
alianza con un rey malo como Acab. Le preguntó cómo pudo dar ayuda al impío y amar a los que
aborrecían a Dios cuando él mismo le amaba, y trataba de hacer lo bueno. Su actividad presenta-
ba una contradicción en su actitud hacia Dios, que por poco resulta en la pérdida de su vida.[p
95]
Dios reconoció la disposición de su corazón de buscarle, aun cuando no se comportara en
forma consecuente. Por eso, no le juzgó. Sin embargo, la experiencia debía servirle como recor-
datorio para el futuro. Además, Dios le prohibió que volviera a hacer alianzas con los impíos que
aborrecen a Dios.

¡PENSEMOS!

Repase los diversos aspectos de la historia de


Josafat, señalando los pasos hacia la ruina que tomó.
¿En qué manera podríamos nosotros imitar ese pa-
trón hoy? Identifique los pasos que Josafat tomó que
también repetimos a veces. ¿Qué debemos hacer para
evitar consecuencias semejantes a las que sufrió Jo-
safat?

Nombramiento de Jueces 19:4–11


A pesar de las alianzas equivocadas, el efecto global del reinado de Josafat dejó un resultado
positivo para el pueblo de Dios. Andaba en medio del pueblo enseñándoles en forma personal a
seguir a Jehová (19:4). Además, designó jueces por todas las regiones de Judá y les advirtió de
la importancia de hacer decisiones justas en el nombre de Jehová, el Juez justo (19:5–11).
JOSAFAT LOS CONDUCIA A JEHOVA
Victoria sobre Moab y Amón 20:1–30
Cuando le confrontaron los moabitas y amonitas, que pensaban atacarlo con un ejército mu-
cho más poderoso, una vez más clamó a Dios. El pueblo reconoció su incapacidad total de ven-
cer a este enemigo. No sabían qué hacer. Tuvieron que [p 96] depender de El para salvarles. Por
lo tanto, el Señor respondió al clamor de Su pueblo, tal como había prometido, porque confiaban
en El. A pesar de las circunstancias imposibles, obtuvieron una gran victoria. Las otras naciones
oyeron de ella y les dejaron en paz.
Resumen de Su Reinado 20:31–34
En resumen, el reinado de Josafat fue bueno; hizo lo recto ante los ojos de Jehová. Sin em-
bargo, el pueblo no siguió al Señor de todo corazón. No quitaron los lugares altos donde el pueblo
se reunía para el culto a Dios. Aunque adoraron a Jehová, lo hicieron al estilo de las naciones
paganas en derredor y no conforme a lo que Dios les había ordenado. No estaban dispuestos a
obedecer en todo lo que les pidiera.
Alianza con Ocozías 20:35–37
A pesar de su fidelidad a Jehová y su experiencia negativa con Acab, Josafat nunca aprendió
el peligro de hacer alianzas con los descendientes de Acab en Israel que se oponían a Jehová.
Dios tuvo que corregirle otra vez al final de su reinado por causa del mismo problema. Cuando
Josafat trató de hacer una alianza naval con Ocozías, Dios deshizo esa alianza rompiendo las
naves.
54

¡PENSEMOS!

Este estudio nos enseña lecciones importantes


para nuestras vidas. Nos recuerda de la importancia
de buscar a Dios ante todo. Además, que aun cuando
deseemos seguir a Dios, es posible escuchar los con-
sejos de la gente en derredor y apartarnos de lo que
El nos exige. Las consecuencias de tal desobediencia
pueden ser severas.

¿Qué ha aprendido usted después de estudiar las


vidas de estos reyes? ¿Qué cambio pide Dios en su
vida? ¿Qué pasos debe tomar esta semana para po-
ner en práctica los principios observados en este pa-
saje?
55
[p 97]

9
La Historia se Repite
2 Crónicas 21–27
El ciclo empieza una vez más al término del mandato de Josafat. Su fidelidad a Jehová produ-
jo paz y prosperidad. Por lo tanto, su fama se extendió. Muchas naciones le honraron conforme a
lo que merece un gran rey. Un resultado de su fama fue la alianza que hizo con Israel, confirmada
por el matrimonio político de conveniencia entre su hijo y la hija de Acab y Jezabel.
Los efectos negativos que resultaron de esta relación familiar se observan a través del reinado
de Joram. Su esposa era hija de Acab y Jezabel en dos sentidos. Era su hija física, pero también
en el sentido espiritual; pues imitaba las costumbres religiosas de sus padres. Bajo la influencia
de ella, Joram abandonó su lealtad a Jehová y sirvió a los dioses paganos que Israel había acep-
tado. El autor afirma dos veces que él anduvo en el camino de los reyes de Israel. No seguía en
el camino de David, ni de Asa su abuelo, ni de Josafat su padre; parecía más hijo de Acab y Je-
zabel, quienes imitaban el camino de los canaanitas.[p 98]
JORAM ANDUVO EN EL CAMINO MALO
DE LOS REYES DE ISRAEL
POR HABERSE CASADO CON
UNA HIJA DE ACAB
JEZABEL REPRODUCIDA EN JUDA 21–23:15
El Reinado Malo de Joram Cap. 21
Además de su infidelidad a Jehová, se mostró infiel a su propia familia. Mandó matar a todos
sus hermanos a fin de que no le hicieran competencia para ocupar el trono (2l:l–6), pues parece
que había suficiente descontento para provocar un golpe de estado. Sin embargo, la eliminación
de sus hermanos sirvió para frenar el intento. Por causa de Su pacto con David, ni Jehová ni el
pueblo de Judá quisieron derrocarle (21:7).
El reinado malo de Joram debilitó la nación en cuanto a su fuerza militar también. Edom y Lib-
na se aprovecharon para rebelarse y librarse de su reino (21:8–10). Aun esta actividad militar se
presenta como el resultado de haber dejado a Jehová.
Motivado por la infidelidad de Joram y su influencia espiritual negativa sobre el pueblo de Dios.
Elías le escribió una carta prediciendo una plaga que afectaría a todo el pueblo y que él moriría
por una enfermedad violenta incurable de las entrañas que Dios le mandaría (21:11–15).
Además del cumplimiento de lo profetizado, Dios envió a los filisteos y árabes, quienes ataca-
ron y debilitaron el reino (21:16–18). En este triste estado, la historia de Joram termina. Cuando
murió, nadie lloró por su pérdida (21:19–20).[p 99]

¡PENSEMOS!

La relación matrimonial debe servir como un


ejemplo para recordarnos de la verdad que se enseña
con frecuencia en la Palabra de Dios en el sentido de
que los hijos de Dios no deben casarse con una per-
56
sona que no que no conoce a Dios y que anda con-
forme al estilo de vida de este mundo.

Aunque nunca enfrentaremos la misma situación


que afectó a Joram, sí podemos aprender algunos
principios importantes de su ejemplo. ¿Qué resulta-
dos trajo este matrimonio mixto en la vida de Joram?
¿En qué manera podrían producir efectos semejantes
en nuestra vida? ¿A qué conclusiones nos debe llevar
esta comparación? ¿Qué quiere Dios que nosotros
hagamos al respecto?

El Reinado Malo de Ocozías 22:1–9


Cuando tenía cuarenta y dos años de edad, Ocozías, el hijo menor y único sobreviviente de
los hijos de Joram, asumió el control del trono, pero sólo gobernó un año, porque siguió el mismo
camino malo de su padre. Su madre era su consejera principal y se encargó de garantizar que él
siguiera fielmente el camino de sus abuelos maternos, Acab y Jezabel (22:1–4). ¡Lástima que los
reyes fieles a jehová no tomaran tanto cuidado en que sus hijos siguieran el buen camino, como
lo que la familia de Acab hizo para asegurar que sus hijos siguieran en el camino de la religión
pagana e impía!
Ocozías hizo una alianza con Joram, rey de Israel, para ayudarle en su guerra contra los si-
rios, y por eso fue a visitarle cuando estaba recuperándose de heridas recibidas en la guerra.
Mientras estaba allí, Jehú llegó para declarar el juicio de Dios contra toda la casa de Acab. Oco-
zías murió juntamente con los demás miembros de la misma familia (22:5–9).
El Reinado Malo de Atalía 22:10–23:15
Después de la muerte de Ocozías, no había heredero al trono con suficiente poder para asu-
mir el control de la nación [p 100] (22:9). Por eso, su madre decidió adueñarse del trono. El autor
del libro la rechaza totalmente por ser hija de Acab, infiel a Jehová y por no ser descendiente de
David.
Atalía se dedicó a eliminar cualquier competencia que pudiera surgir matando a todos los
miembros de la casa real. Josabet, una hija de Joram, quien se había casado con el sumo sacer-
dote Joiada, logró esconder a Joás en el templo para que no fuera muerto y desapareciera por
completo la descendencia real de la casa de David (22:10–12).
Después de siete años, Joiada dirigió a la guardia del templo y a los levitas en un golpe de es-
tado exitoso que resultó en la muerte de Atalía y el establecimiento de Joás sobre el trono (23:1–
15). Con el ascenso de Joás, por fin llega un buen rey a sentarse en el trono y se logra eliminar la
contaminación del reino del sur que Acab y su familia habían introducido desde el norte.
EL PUEBLO DE DIOS RESTAURADO 23:16–27:9
El Reinado Bueno de Joás 23:16–24:27
Sus reformas y restauración del templo 23:16–24:16
Aparentemente, habían tomado a Joás como recién nacido porque lo escondieron seis años y
lo ascendieron al trono en el séptimo año de Atalía, cuando sólo tenía siete años de edad. Era
muy joven para una responsabilidad tan grande. Sin embargo, Joiada asumió la responsabilidad
de guiarlo y llegó a ser un buen rey desde la perspectiva de Dios. El efecto global de su reinado
fue bueno para el pueblo que gobernaba.
Mientras Joás seguía los consejos de Joiada, todo resultó bien. Se reconfirmó el pacto con
Jehová (23:16) y la adoración a Baal fue eliminada (23:17). Una vez más se restableció el culto a
Jehová en el templo y se le dio la prioridad indicada en el Pueblo de Dios (23:18–21). Se inició
57
bajo su supervisión, [p 101] un programa de restauración del templo (24:1–14). Por causa de su
participación como asesor en la restauración de Judá y de la casa de Dios en especial, Joiada,
aunque era sacerdote, fue sepultado juntamente con los reyes de Judá (24:15–16).
Su fracaso y caída 24:17–27
Cuando Joás perdió la asesoría de Joiada, entraron algunos de los príncipes de Judá para
aconsejarle. Bajo la influencia de éstos, Joás dejó de ser leal a Jehová. Abandonaron el templo y
establecieron de nuevo las costumbres paganas (24:17–18). Por eso, Dios les envió profetas para
advertirles, pero no hicieron caso (24:19).
El fracaso de Joás llegó a su clímax cuando Zacarías, hijo de Joiada, a quien Joás debía tan-
to, fue a advertirles del peligro de dejar a Jehová. En lugar de arrepentirse, le apedrearon en la
corte del templo (24:20–22).
Al fin, Dios intervino para oponerse a Joás. Mandó un ejército pequeño de Siria y les fortaleció
para que vencieran el ejército mucho mayor de Judá (24:23–24). Los sirios dejaron herido a Joás
y sus propios oficiales armaron un complot para terminar la tarea. Una vez más, Dios demostró
Su control sobre la historia. El juzga con severidad a los que se apartan de Su camino (24:25–27).
El Reinado Bueno de Amasías Cap. 25
Aunque el reinado de Amasías se caracteriza como bueno, se observa la inestabilidad de su
compromiso con Dios. Empezó bien, pero su incapacidad de mantenerse fiel a Jehová le llevó a
la ruina.
Su obediencia y prosperidad 25:1–13
Al principio de su reinado, mató a los que habían matado a su padre. Tuvo cuidado de obede-
cer la ley de Dios al castigar a quienes le habían matado; no hizo nada en contra de los hijos de
aquellos malhechores (25:1–4).[p 102]
Después de vengar la muerte de su padre, Amasías organizó su ejército (25:5–6). Cuando un
profeta le reprendió por haber traído soldados mercenarios desde Israel, Amasías obedeció su
exhortación y los mandó de regreso a su casa. Dios prometió recompensarle la pérdida económi-
ca causada por el pago que les había dado (25:7–10).
Por causa de su obediencia al mensajero divino, Dios le dio la victoria en contra de los edomi-
tas de Seir (25:11–12). Sin embargo, los soldados mercenarios rechazados que habían venido de
Israel para pelear al lado de Judá, se enojaron y atacaron algunas ciudades que estaban cerca de
las fronteras de Israel. El resultado del ataque fue de 3,000 muertos y un gran despojo que se
llevaron (25:13). Tal vez motivado en parte por estos ataques, poco después Amasías decide pe-
lear contra Israel.
Su fracaso espiritual 25:14–28
La victoria en la batalla produjo el fracaso en su relación con Dios. Amasías recogió los restos
de la batalla, se llevó los dioses de Seir y los adoró (25:14). Un profeta de Dios le reprendió por
buscar dioses de una nación que no eran capaces de librar a los suyos, pero el rey desechó su
mensaje. Entonces, el profeta predijo su destrucción (25:15–16).
Esta profecía se cumplió por medio de la decisión de Amasías de atacar Israel. El rey de Israel
le advirtío del peligro que corría, si cometía ese error (25:17–19). Amasías rechazó todo consejo
en contra y llevó a cabo su plan. Por lo tanto, Dios provocó su derrota (25:20–25).
Al final, llegó a tal extremo que algunos de sus propios oficiales tramaron matarlo. El autor se-
ñala que empezaron a conspirar contra él cuando se apartó de Jehová. Cuando escapó a Laquis,
estos hombres le persiguieron y le mataron allí (25:26–28). Así termina otra historia triste de un
rey que empezó bien y después se apartó de Dios. Se demuestra una vez más el peligro de ale-
jarse de El.
[p 103] El Reinado Bueno de Uzías Cap. 26
58
Su obediencia y prosperidad 26:1–15
Casi la misma historia se repite en el caso de Uzías. Aunque sólo tenía 16 años cuando as-
cendió al trono, Uzías tuvo un buen comienzo, buscando al Señor y obedeciendo Su palabra.
Mientras le buscaba, Dios le prosperó (26:1–5). Como resultado de su obediencia, le dio éxito en
su esfuerzo militar y le hizo poderoso (26:6–15).
UZIAS PERSISTIO EN BUSCAR
A JEHOVA
POR ESO, DIOS LE PROSPERO
Su fracaso espiritual 26:16–23
Nuevamente, el mismo éxito que la fidelidad a Jehová había producido, provocó la soberbia
que posteriormente resultó en su fracaso. El orgullo es un peligro para quien ha alcanzado triun-
fos en la obra de Dios. Nadie está obligado a caer en esta trampa, pero siempre existe el peligro.
El que realiza grandes obras en el nombre de Dios debe estar consciente de ese peligro.
Motivado por un corazón enaltecido, Uzías entró al templo con presunción para ofrecer incien-
so sobre el altar. Fue un acto con buen propósito, pero en contra de la ley divina (26:16–18).
Cuando los sacerdotes lo confrontaron, en lugar de reconocer su error y arrepentirse, Uzías se
enojó con los representantes de Dios. Como resultado, Dios le afligió con lepra (26:19–20).
Este gran varón de Dios tuvo que reinar durante el resto de su vida alejado del pueblo y del
templo de su Dios. Su propia vida llegó a ser un testimonio vivo del peligro de enaltecerse contra
Dios y desobedecerle, aun siendo rey sobre Su pueblo. Parece que el profeta Isaías sufrió bas-
tante al contemplar el [p 104] triste estado de Uzías en ocasión de su muerte (Isaías 6:1). Sin
embargo, Dios le animó con una revelación de Su propia gloria.
El pecado de Uzías no parece tan grave, en comparación con el de otros; sin embargo, Dios
utilizó su ejemplo para comprobar que exige fidelidad y obediencia absoluta de parte de Sus sier-
vos. No se pueden tomar Sus mandamientos a la ligera y quedar sin castigo. Por eso, su hijo Jo-
tam actuó como su representante en el trono, mientras él se quedaba en una casa alejada del
pueblo (26:21–23).

¡PENSEMOS!

Consideremos el proceso por el cual el buen rey


Uzías se precipitó al fracaso:

. Búsqueda persistente de Dios.

. Exiot en su esfera de trabajo.

. Aumento de prosperidad, fama y poder.

. Orgullo por causa de los logros.

. Desobediencia a los principios ordenados por Dios.

. Enojo y reblión contra los representantes de Dios.

. Juicio divino por causa de su desobediencia.

. Pérdida de los privilegios de liderazgo.


59

Al contemplar este proceso, ¿qué lecciones de-


bemos aprender nosotros en cuanto a nuestra vida
hoy? ¿Cuáles son los peligros? ¿Qué podemos hacer
para evitarlos? ¿Qué quiere Dios que usted aprende
de este trágico ejemplo? Recuerde que Uzías había
alcanzado grandes triunfos porque buscaba a Dios
ante todo. El había querido agradar a Dios.

El Reinado Bueno de Jotam Cap. 27


Jotam vio lo que pasó a su padre y aprendió su lección en base a esa experiencia. Aunque
nunca logró transformar las [p 105] costumbres equivocadas de su pueblo, su actitud delante de
Dios fue buena. Durante su reinado, siempre buscó la manera de agradarle (27:2). Por eso, fue
un buen rey y Dios le fortaleció y le prosperó.
JOTAM APRENDIO DE LA EXPERIENCIA
DE SU PADRE
PREPARO SUS CAMINOS
DELANTE DE JEHOVA
Y DIOS LE HIZO FUERTE

¡PENSEMOS!

Repase de nuevo la vida de cada uno de estos re-


yes. ¿Qué ejemplos encuentra dignos de imitar? ¿Qué
peligros debemos evitar? ¿Qué cambios pide Dios en
su propia vida en base a estos ejemplos? ¿Cuáles pa-
sos debe tomar para realizarlos?
60
[p 107]

10
¿Tres Veces Vencido?
2 Crónicas 28–32
¿Hasta cuándo aprenderá un pueblo rebelde la importancia de reconocer la autoridad de Dios y some-
terse a El? ¿Será cierto el dicho: Tres veces vencido? Israel estaba listo para empezar el tercer ciclo na-
cional de bendición y juicio. Tenían que aprender que Dios exige fidelidad de Su pueblo. ¿Aprenderían
esta vez la lección que Dios les quería enseñar?

EL REINADO MALO DE ACAZ 28


A pesar del ejemplo de un padre bendecido por haber seguido fielmente a Dios, Acaz rechazó
ese camino e intentó imitar las costumbres paganas de las naciones vecinas. Por eso, su reinado
resultó ser una historia trágica de degeneración y destrucción.
En lugar de andar en el camino de David y de Jotam su padre, Acaz anduvo en los caminos
de los reyes de Israel. No solamente imitó las costumbres establecidas por Jeroboam, que en sí
desobedecían los mandamientos divinos, sino lo que es todavía peor, imitó las costumbres paga-
nas de los canaanitas, [p 108] adorando a las imágenes de fundición de los baales. Practicaron
las peores costumbres de los paganos vecinos, incluyendo el sacrificio de sus hijos, que era uno
de los peores insultos a Jehová (28:1–4).
Por lo tanto, fue vencido por los sirios. También Israel le atacó y le derrotó. Su pueblo fue lle-
vado cautivo por Israel junto con un gran botín (28:5–8). Sin embargo, a pesar de su ventaja
abrumadora, Israel hizo caso a las advertencias de un profeta y se rehusó a mantener al pueblo
de Judá cautivo. Inclusive, al final les ayudaron y les condujeron de regreso a su tierra (28:9–15).
En lugar de arrepentirse y buscar a Jehová, combatieron contra otras naciones vecinas y Acaz
buscó la ayuda de Asiria. En lugar de ayudarles, Asiria se unió a las naciones opresoras (28:16–
21).
A pesar de tantas advertencias, Acaz nunca volvió a buscar a Dios. Continuó su adoración
pagana y El siguió afligiéndole (28:22–26). Al fin murió, siendo un fracaso en su muerte como lo
había sido en vida. Ni siquiera fue sepultado con los reyes de Israel (28:27).
EL REINADO BUENO DE EZEQUIAS 29–32
Purificación y Dedicación del Templo Cap. 29
Después de observar el ejemplo de su padre, Ezequías decidió que su reinado sería distinto.
Quería andar en el camino fiel trazado por David y seguir a Jehová (29:1–2).
Como resultado de su dedicación, Ezequías introdujo reformas importantes en un momento
crucial en la historia de Judá que resultaron en su salvación. Entre éstas, se incluyeron la repara-
ción y purificación del templo, y la dedicación del mismo al servicio de Jehová de nuevo.
Ezequías convocó a los levitas y les recordó de la manera en que el pueblo se había apartado
de Jehová y las consecuencias trágicas que ese camino les había traído. Por tanto, decidió [p
109] hacer un pacto con Jehová para quitar la ira y juicio divinos y restaurar la comunión con El.
Por eso, llamó a los levitas a santificarse y volver a servirle (29:5–11).
Un buen número de levitas respondió positivamente a su llamado y entraron a purificar el tem-
plo (29:12–17). Dedicaron ocho días para purificarse a sí mismos y ocho días para el templo. En-
tonces, Ezequías reunió al pueblo para la dedicación y para restablecer el servicio de la casa de
Jehová (29:18–36).
61
Celebración de la Pascua Cap. 30
Cuando el templo estuvo listo, santificado y dedicado al servicio de Dios de nuevo, Ezequías
mandó una invitación a todo Israel y Judá a que se unieran de nuevo para celebrar la pascua en
Jerusalén. Tuvieron que esperar un mes para poder hacerlo, porque todavía no había suficientes
sacerdotes santificados (30:1–4).
Ezequías mandó invitaciones a todo Israel con el mensaje de que se sometieran a la autoridad
de Jehová, que no imitaran la rebeldía de sus padres, y que manifestaran esta sumisión al reunir-
se para la celebración de la pascua en el templo (30:5–10). La gran mayoría del pueblo de Israel
se burló de ellos, pero algunos se humillaron y aceptaron asistir (30:10–11). En Judá, el pueblo
respondió positivamente y una gran multitud llegó para la fiesta (30:12–31:1).
Al mismo tiempo, se quitaron los altares que se habían colocado en Jerusalén, y cuando re-
gresaron a sus pueblos, destruyeron los que había en todos los pueblos de Israel (30:14; 31:1).
Querían seguir a Jehová. Aun en muchos casos donde no se podía cumplir toda la ley a la letra,
Dios les aceptó porque le buscaban con todo el corazón (30:18–20).

¡PENSEMOS!

Cuando contemplamos el cambio de fecha de la


pascua y la aceptación divina del arrepentimiento ge-
nuino [p 110] del pueblo aun cuando no cumpliera con
toda la ley, surge la pregunta: ¿Qué dirían los fariseos
frente a esta situación?

Dios no es legalista. Se interesa más en el cora-


zón de la persona que le busca que en el cumplimien-
to estricto de la ley (Oseas 6:6; Mateo 9:13; 12:7).
¿Qué principios debemos aprender nosotros de este
caso? ¿Cómo debe afectar nuestra vida hoy?

Hubo gran alegría entre los asistentes; Dios les bendijo porque volvieron a buscarle (30:25–
27). Ninguno de los presentes había visto un evento semejante a éste en toda su vida, porque
desde los días de Salomón no se había realizado en una manera semejante a ésta.
DIOS MOSTRO SU MISERICORDIA
A TODOS LOS QUE PREPARARON
SU CORAZON PARA BUSCARLE
Contribuciones al Ministerio Sacerdotal 31:2–21
Ezequías y todo el pueblo, trajeron sus ofrendas para apoyar al ministerio sacerdotal. Las
ofrendas se acumularon de tal modo, que el sumo sacerdote afirmó que no sólo habían comido,
sino que se habían saciado y aún les había sobrado mucho (31:10). De esa manera se hizo sentir
la bendición de Dios hacia Su pueblo.
Su forma de tratar el asunto de las ofrendas era nada más un indicio de su actitud hacia Dios
en todas las áreas de la vida. En todo su mandato, ejecutó lo bueno, recto y verdadero delante de
Jehová y lo buscó de todo corazón. Por causa del entusiasmo de Ezequías a favor de Dios y de
su adoración, [p 111] Dios bendijo su reino y él gozó de gran prosperidad personal (31:20–21).
Invasión por Senaquerib 32:1–23
El reinado de Ezequías tuvo su momento crítico en relación con la historia de Israel. Los asi-
rios acababan de tomar cautivo a Israel, y debido al pecado de Judá durante el reinado de Acaz,
62
también estaban conquistando todas las ciudades de Judá. Sin embargo, las reformas bajo el li-
derazgo de Ezequías sirvieron para inclinar a Dios a volver a Su pueblo y restaurarles.
Senaquerib había sido el instrumento divino para juzgar al pueblo degenerado. Ahora, sin em-
bargo, Asiria se había enorgullecido y no tenían respeto a Jehová. Al mismo tiempo, Judá se
había arrepentido y había regresado a El.
En el reto que Asiria entregó al pueblo de Judá para obligarles a rendirse, hicieron una pre-
gunta clave: ¿Qué dios hubo de entre todos los dioses de aquellas naciones que destruyeron mis
padres, que pudiese salvar a su pueblo de mis manos? …si ningún dios de todas aquellas nacio-
nes y reinos pudo librar a su pueblo de mis manos, y de las manos de mis padres, ¿cuánto me-
nos vuestro Dios os podrá librar de mi mano? El problema fue que ellos se atrevieron a colocar a
Jehová al lado de los dioses paganos que son obra de manos humanas (32:9–19). Tendrían que
aprender que Jehová no es un dios más, hecho por hombres; estaban retando al Dios vivo, Crea-
dor del universo.
MAS FUERZA HABIA
CON ISRAEL QUE CON ASIRIA.
ASIRIA CONTABA
CON BRAZOS HUMANOS
ISRAEL CONTABA
CON LA AYUDA DE JEHOVA
[p 112]
Para demostrar quién es El, Dios mandó un ángel que mató a los principales líderes del ejérci-
to de Senaquerib (33:20–21). Senaquerib regresó a su tierra avergonzado e incrédulo, donde sus
propios hijos le mataron en el templo de su dios. Ese dios no era capaz de salvar a su siervo;
porque había sido hecho con manos humanas como todos los demás dioses paganos.
Una vez más, Dios había manifestado su fidelidad al pacto. Cuando el pueblo le obedece, El
siempre les bendice y les protege. También personalmente, Ezequías obtuvo beneficios por su
fidelidad a Dios. Recibió los regalos de otras naciones y gozó el respeto de todos (32:22–23).
Orgullo Producto de la Bendición 32:24–33
Además de la fama y prosperidad que gozaba, Ezequías recibió otra bendición más de Dios
en ese tiempo. Enfermó gravemente y al parecer iba a morir. Sin embargo, Dios le contestó la
oración y le sanó sobrenaturalmente. Esa señal divina debía haberle enseñado que aun su propia
vida era un regalo de Dios y que a El le debía todo (32:24).
Tristemente, en lugar de entender que debía ser dependiente de Dios en todo, su fama y
prosperidad sirvieron para despertar su orgullo. Empezó a sentirse seguro en cuanto a su propia
capacidad y dejó de dar a Dios toda la gloria por los triunfos alcanzados (32:25, 27–30). Cuando
llegaron enviados de Babilonia para averiguar cómo se había librado de Asiria, Ezequías les en-
señó las grandezas de su reino. Parece que de esta manera se estaba atribuyendo la victoria
(32:31; 2 Reyes 20:12–19). Por causa de su orgullo, Dios prometió destruir su reino.
Cuando Ezequías se dio cuenta de lo equivocado de su comportamiento, se humilló frente a
Dios. Al manifestar Ezequías y el pueblo su actitud de arrepentimiento, Dios les prometió que la
destrucción llegaría una generación después.[p 113]
En conclusión, el autor observa que la fidelidad de Ezequías a Dios resultó en bendición
abundante durante su reinado sobre Judá. Cuando murió, fue honrado por toda la nación (32:32–
33).
63

¡PENSEMOS!

La vida de Ezequías presenta principios de gran


importancia para nosotros.Hay lecciones que apren-
der, tanto del lado positivo como del negativo.

Señale las buenas características que manifestó y


que debemos imitar. ¿En qué maneras específicas
podemos mostrarlas en nuestra vida?

¿De qué peligros debemos defendernos para no


cometer la misma clase de errores que Ezequías?
¿Cómo se manifiestan hoy las debilidades que él te-
nía? ¿Qué podemos hacer para protegernos de tales
peligros?

¿Qué quiere Dios lograr en su vida a través de las


verdades aprendidas en este estudio? ¿Qué pasos
debe tomar para realizarlo?
64
[p 115]

11
Ultima Oportunidad
2 Crónicas 33–35
Las tres oportunidades que Dios dio a Su pueblo para probar la fidelidad de los reyes de Judá
no fueron suficientes. Se repitió el ciclo una vez más y les dio la cuarta y última, para que recono-
cieran su necesidad y dependencia de El. Dios en Su gran misericordia y paciencia, siguió espe-
rando a que el pueblo le buscara de todo corazón.
EL REINADO MALO DE MANASES 33:1–20
Imitación de las Religiones Paganas 33:1–9
Manasés ascendió al trono cuando tenía sólo doce años. Aunque Ezequías su padre, había
sido fiel a Jehová, Manasés eligió un camino distinto. El autor de Crónicas no dice que se com-
portó como los reyes de Israel, sino “conforme a las abominaciones de las naciones que Jehová
había echado de delante de los hijos de Israel”, es decir, en el camino de los canaanitas paganos
que constituían un insulto a Dios (33:1–2).[p 116]
El aceptó todos los ritos paganos de las naciones en derredor. Al leer la lista de costumbres
que practicaban, nos damos cuenta de que Manasés probó un poco de todo. En fin, que Manasés
introdujo más prácticas negativas para el pueblo de Dios que cualquier otro gobernante, aún que
los canaanitas (33:3–9).
Invasión de Asiria 33:10–11
Cuando Dios trató de hacerles volver del mal camino, no hicieron caso. Por eso, envió a Asiria
para atacar a Judá. Asiria les venció fácilmente y llevó cautivo a Manasés hasta Babilonia.
Arrepentimiento y Restauración 33:12–20
Desde el cautiverio, Manasés clamó al Señor y fue restaurado (33:12–13). Empezó a dirigir al
pueblo en la adoración a Jehová, reconociéandolo como el único Dios verdadero y les mandó a
servirle sólo a El.
El pueblo siguió adorando en los lugares altos, lo cual había sido prohibido. Los paganos ado-
raban en esos mismos lugares; pero el pueblo de Dios sólo debía haberle adorado en el templo,
donde había establecido Su nombre y donde residía en medio de Su pueblo. Al adorar en los lu-
gares altos, imitaban a los paganos. Sin embargo, es notable que habían empezado a adorar sólo
a Jehová, aun cuando fuera en una manera equivocada (33:14–17).
A pesar de su arrepentimiento y restauración al final de su reinado, la influencia global de Ma-
nasés sobre la nación fue negativa. Debilitó mucho el efecto de lo que Ezequías habiá logrado en
el pueblo (33:18–20).
EL REINADO MALO DE AMON 33:21–25
El daño permanente del reino de Manasés se hizo notar más que todo durante el mandato de
su hijo Amón. El no hizo caso a las lecciones que su padre había aprendido al final [p 117] de su
vida; volvió a la misma idolatría que Manasés le había enseñado al principio de su reinado y que
trató de eliminar al final.
Su reinado llegó a ser aún peor que el de su padre, pero nunca se arrepintió. Concluyó su vida
en un complot para matarle planeado por sus propios oficiales; una conclusión adecuada para un
rey que enseñó al pueblo de Dios a que le volviera la espalda.
65
EL FRUTO DURADERO
DE LA INFIDELIDAD DE MANASES
SE REPRODUCE
EN LA VIDA DE SU HIJO

¡PENSEMOS!

Debemos reconocer la grandeza da la misericor-


dia y amor de Dios, quien muchas veces interviene
sobrenaturalmente para contrarrestar el fruto normal
de nuestro camino rebelde. Las excepciones a esta
regla se describen en este libro. Sin embargo, se ob-
serva que el patrón que reproduce la rebeldía del pa-
dre en la del hijo se repite frecuentemente.

¿Qué nos enseña este ejemplo? ¿Cuál es nuestra


responsabilidad en relación con nuestros hijos, si
queremos que aprendan a ser fieles a Dios? ¿Qué pa-
sos específicos quiere Dios que usted tome al respec-
to?

EL REINADO BUENO DE JOSIAS 34–35


Sus Reformas 34:1–7
Aunque Josías sólo tenía ocho años cuando su padre murió, aprendió la importancia de seguir
fielmente a Jehová [p 118] viendo el ejemplo de su padre; sólo que en este caso fue el observar
el fin trágico que su padre sufrió a causa de su infidelidad.
Josías guió a la nación en su última reforma antes del cautiverio. Buscó a Jehová y eliminó
una vez más los otros sistemas relígiosos que se practicaban en Judá (34:1–5). Extendió el mar-
co de su campaña aun fuera de su propio territorio, destruyendo los remanentes de la idolatría
todavía existentes en la tierra desolada de Israel. Parece que él esperaba que esta actividad puri-
ficadora pudiera animar a Dios a restaurarles (34:6–7).
Reparación del Templo 34:8–13
Después de haber destruido los remanentes de la religión pagana, motivado por su celo por el
Señor, Josías decidió reparar el templo. Se utilizaron las ofrendas que el pueblo había traído para
pagar los gastos y todos trabajaron con entusiasmo en esta obra tan importante.
Su Lectura de la Ley 34:14–30
Descubrimiento de la ley 34:14–18
Un beneficio indirecto de la reparación del templo fue el encontrar la ley de Dios que había es-
tado guardada en el templo. La obediencia fiel a lo que debían hacer, resultó en el descubrimiento
de una fuente de más luz, para ser guiados a lo que Dios quería que hicieran para agradarle.
Consulta en cuanto a la ley 34:19–28
Al escuchar la lectura de la ley, Josías supo que su pueblo estaba bajo la condenación de
Dios por causa de su desobediencia (34:19–21). Cuando él inquirió del Señor en cuanto al juicio,
se le confirmó la condena que merecían (34:22–25). Sin embargo, fue informado de que el juicio
sería pospuesto por causa de la buena actitud de Josías hacia Dios. El había escuchado la pala-
66
bra de Dios y se había humillado delante de [p 119] El, por lo tanto, el juicio venidero no afectaría
el reino suyo (34:26–28).
Lectura de la ley 34:29–30
Aparentemente Josías esperaba que al oír la ley todo el pueblo se arrepintiera para que Dios
les restaurara totalmente, pensando en Su gran misericordia y amor para Su pueblo, tal como lo
había prometido a él personalmente. Por eso, Josías convocó inmediatamente a todo el pueblo
para dar lectura pública de ella ante toda la nación.
Reconfirmación del Pacto 34:31–33
Josías hizo un pacto personal de seguir a Jehová y obedecerle fielmente, teniendo a todo el
pueblo como testigo. A la vez, exhortó a seguir su ejemplo y reconfirmar su relación Con Dios y a
obedecerle también. El pueblo le siguió, aunque tal vez bajo presión. Sin embargo, se comprome-
tieron a ser fieles al pacto que estaba escrito en el libro de la ley. Todos aceptaron la obligación
de servir a Jehová y no se apartaron de Jehová mientras Josías vivío.
LA FIDELIDAD DE JOSIAS
LOGRO QUE TODO EL PUEBLO
SE VOLVIERA A JEHOVA
MIENTRAS EL VIVIO
Su Celebración de la Pascua 35:1–19
Además, Josías convocó a la nación para la celebración más grande de la pascua desde
tiempos de Samuel. A través de todos los preparativos, Josías animaba a los levitas y sacerdotes
a santificarse, a servir a Jehová fielmente, y a enseñar a todo Israel lo que Dios esperaba de
ellos. [p 120] Regalaron a la gente los animales indicados para hacer los sacrificios.
Josías hizo todo lo que pudo para asegurar que el pueblo fuera fiel a Dios, con el fin de que El
les bendijera. Sin embargo, aun así, se hace sentir que toda la iniciativa viene de parte de Josías
y los líderes religiosos fieles. No se observa una participación activa de todo corazón de parte del
mismo pueblo. La realidad de esta conclusión se confirma al tomar nota de las consecuencias de
la muerte de Josías en los siguientes versículos. Se comprueba que la reforma fue suya; no que
haya brotado del corazón del pueblo de Dios.
Su Muerte 35:20–27
Después de la celebración de la pascua, Josías salió para tratar de parar al Faraón Necao que
se dirigía a pelear a favor de Asiria contra Babilonia. No se presenta ninguna razón para explicar
esta intervención de parte de Josías, sólo se observan los resultados.
Josías murió en ese conflicto. Se lamenta grandemente la muerte de Josías, en parte porque
sus reformas también murieron con él. No había quién mantuviera vivo el celo hacia Dios. De aquí
en adelante la nación se precipita cuesta abajo hacia la ruina.

¡PENSEMOS!

No se puede negar el gran impacto de este fiel rey sobre el


pueblo de Dios. Considere de nuevo las formas en las que Josí-
as influyó en la vida de otros. Señale los pasos que tomó para
lograrlo. ¿Cómo podemos nosotros imitar estos pasos hoy?
¿Qué podemos hacer para animar a otras pesonas a buscar a
Dios y ser fiel? ¿Habrá algún paso específico que Dios quiere
que usted tome en el lugar donde Dios le ha colocado?
67

12 [p 121]

¡Cuesta Abajo!
2 Crónicas 36
Después de la campaña reformista que Josías dirigió, ningún otro líder político se interesó en
la condición espiritual del pueblo ni en la fidelidad personal a Dios. Aunque Josías se había dedi-
cado a luchar por el estado espiritual de ellos, parece que su esfuerzo fue únicamente suyo. Los
demás se interesaron más por complacerlo que por propia convicción.
Tal vez el comentario más triste al respecto, sea que Josías nunca logró que sus propios hijos
se convenciera de la importancia de su campaña reformista. El autor de Crónicas hace referencia
breve a los últimos cuatro reyes de Judá. Tres de los cuatro fueron hijos de Josías, mientras que
el cuarto fue su nieto. Ninguno se interesó en ser fiel a Jehová, ni en mejorar la condición espiri-
tual del pueblo.
Las cosas siguieron de mal en peor. El pueblo se degeneraba cada vez más, mientras se
acercaba al juicio del cautiverio. El proceso ya era irreversible. Dios tuvo que mandar a los babi-
lonios para hacerles entender la importancia de la fidelidad y de entregarse a servirle sólo a El.
[p 122] LOS ULTIMOS REYES MALOS 36:1–14
El Reinado Malo de Joacaz 36:1–4
Después de la muerte de Josías, la degeneración de Judá empeoró rápidamente. Uno de los
hijos de Josías, Joacaz, fue designado rey por el pueblo. Sin embargo, sólo reinó tres meses an-
tes de ser quitado por el rey de Egipto.
Egipto fue responsable por la muerte de Josías cuando trató de parar a las fuerzas del Faraón
Necao, quien iba hacia el norte para pelear a favor de Asiria en su lucha contra Babilonia. El con-
flicto con Josías le atrasó lo suficiente para que Necao llegara demasiado tarde para ayudar a
Asiria. Así que, tres meses más tarde regresó a su país en 609 a.C.
Para demostrar su autoridad sobre Israel por causa de su victoria anterior y para asegurar la
lealtad del rey de Judá, Necao quitó a Joacaz y designó como rey a su hermano Joacim. De esta
manera, Joacim se dio cuenta de que debía su privilegio de ser rey a la bondad de Necao, y por
eso, debía serle incondicional. A la vez, Necao impuso un tributo de cien talentos de plata y uno
de oro y llevó a Joacaz cautivo a Egipto. Este acto también serviría como advertencia a Joacim de
la importancia de la lealtad.
El Reinado Malo de Joacim 36:5–8
El rey de Egipto colocó a Joacim, hermano mayor de Joacaz, sobre el trono en 609. Sin em-
bargo, a excepción del tributo cobrado, no interfería en los asuntos internos de Judá. Pocos años
después, Nabucodonosor invadió y añadió al imperio babilónico todos los países de la región. La
muerte de su padre en Babilonia requirió que saliera para asumir el trono en 605. Por este motivo,
tampoco él se interesó mucho en los asuntos internos del país.
2 Reyes 24 y la historia de esa época añaden algunos detalles que no se incluyen en Cróni-
cas. Nabucodonosor regresó en 601 para tratar de tomar control de Egipto y los otros países de la
región. Aunque no pudo vencer a Egipto, se [p 123] estableció un pacto que dejó a Judá como
tributario de Babilonia y a Joacim como siervo suyo.
Al poco tiempo las naciones vecinas convencieron a Joacim que se rebelara contra Babilonia.
Por causa de ese movimiento de independencia regional, Nabucodonosor regresó en 598 para
vencer a Egipto y tomar control absolute del área. Así que, después de once años de desobe-
diencia a Dios y rebeldía contra Nabucodonosor, Joacim fue llevado cautivo.
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Se llevaron también los utensilios de la casa de Jehová y los colocaron en su templo en Babi-
lonia. Obviamente, si pudieron entrar al templo para sacarlos, la gloria de Dios ya había salido, de
acuerdo con lo que Ezequiel profetizó (Ezequiel 10).
El Reinado Malo de Joaquín 36:9–10
Joaquín sólo reinó tres meses antes de ser quitado y llevado cautivo a Babilonia por todo lo
malo que hizo delante de Jehová. El fue el rey sobreviviente en Babilonia. Parece que el autor de
Crónicas, al igual que Jeremías (52:31–34), y el autor de 2 Reyes (25:27–30) consideraba que
Joaquín quedó con todos los derechos al trono de Judá; hace énfasis en sus descendientes como
herederos de David (1 Crónicas 3:15–24, donde se incluye bajo su otro nombre, Jeconías).
El Reinado Malo de Sedequías 36:11–14
Sedequías fue colocado en el trono por Nabucodonosor, en lugar de Joaquín. Aunque se le
describe como hermano de Joaquín, en realidad era su tío (2 Reyes 24:17). Se emplea hermano
en el sentido general de la palabra, que lo presenta más bien como familiar de él.
Sedequías fue infiel tanto delante de Dios como delante de Nabucodonosor. Parece que el au-
tor quiere demostrar que el carácter de estos últimos reyes de Judá no eran dignos de confianza.
Nadie podía creer en ellos. Nunca fueron fieles, ni en su relación con Jehová, ni en cuanto a los
pactos que hicieron con otras naciones.[p 124]
El rey y la nación juntamente con él, siguieron siendo cada vez más infieles y perversos. Dios
les mandó al profeta Jeremías para advertirles del castigo que venía de Jehová, pero se rehusa-
ron a hacerle caso. Endurecieron su corazóa para no volverse a El. El pueblo entero, siguiendo el
ejemplo de sus líderes, imitaban las abominaciones paganas de las otras naciones y contamina-
ron el templo de Dios, Por eso, Dios permitió que Nabucodonosor destruyera Jerusalén y llevara
cautivo al pueblo.
El resumen del reino de Sedequías sirve para describir las actitudes y el comportamiento de
estos cuatro últimos reyes:
* Hicieron lo malo ante los ojos de Jehová.
* No se humillaron delante de El.
* Se endurecieron para no volverse a Jehová.
* Aumentaron la iniquidad.
* Siguieron las abominaciones de las naciones paganas.
* Contaminaron la casa de Jehová.
Por lo tanto, Dios mandó a los babilonios para enseñarles que no podían jugar así con El y
quedar sin castigo. Tendrían que pasar setenta años en cautiverio para que tuvieran tiempo de
contemplar las consecuencias de su rebelión.

¡PENSEMOS!

Es difícil que el pueblo de Dios de hoy vuelva a


imitar este patrón escandaloso de rebelión. Sin em-
bargo, algunos aspectos de sus actitudes y conducta
pueden observarse de vez en cuando en la actualidad
entre el pueblo de Dios. Repase la lista una vez más y
señale los aspectos de ese comportamiento que po-
drían representar un peligro para nosotros. ¿Qué de-
bemos hacer para no care en esas trampas?
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[p 125] EL RECHAZO DE LOS REYES DE JUDA 36:15–21


La historia concluye con unos comentarios interpretativos desde la perspectiva de Dios en
cuanto a los últimos capítulos en la vida de Israel como nación. La causa de la caída de Judá fue
su pecado y rebeldía, mas esto no debe interpretarse como que Babilonia venció al Dios de Is-
rael, sino que fue El quien les dio la victoria sobre Su pueblo, a causa de su rebelión e idolatría.
A pesar de que Dios les mandó advertencias repetidas veces, ellos se rehusaron a escuchar.
Por eso, cuando ya no hubo otro remedio, mandó a los babilonios para destruirlos.
No debe suponerse, sin embargo, que Dios haya dado por terminado Su pacto con Judá y que
no tenía ningún futuro para ellos. El mandó un remanente al exilio en Babilonia. La tierra tendría
un descanso de setenta años para reponer los años sabáticos que El había ordenado pero que el
pueblo nunca observó. Después de terminados, Dios se manifestaría de nuevo a favor de Su
pueblo.
LA RESTAURACION DE JUDA DECRETADA 36:22–23
El autor, quien escribió después del regreso de muchos de ellos del cautiverio a Judá, quería
que se emocionaran en cuanto a lo que Dios estaba haciendo. El decreto de Ciro era parte del
plan de Dios para el restablecimiento de Su pueblo. Representaba un principio importante, el
cumplimiento de la promesa de Dios conforme a lo que Jeremías había anunciado. La interven-
ción de Dios para devolverles su tierra era indicio de que pensaba terminar el proceso de restau-
ración.
Aunque no podían ver al rey sentado en el trono todavía, debían estar seguros de que ese pa-
so se lograría más adelante. La responsabilidad de ellos era reconstruir el país. A ellos tocaba
preparar la tierra, y aún más importante, sus propios corazones para que Su reino se hiciera rea-
lidad.[p 126]
Dios quería un pueblo preparado. El programa de resturación había comenzado. Por lo tanto,
debían estar listos. Dios quería hacer obras maravillosas a favor de Su pueblo, si tan sólo se
mantuvieran fieles delante de El.
DIOS ORDENO EL CAUTIVERIO
DIOS MANDO EL DECRETO DE CIRO
DIOS LES RESTAURARIA
SI ELLOS LE BUSCABAN
REPASO DE LOS LIBROS
Israel acababa de pasar por uno de los períodos más tristes de su historia. Habían pasado los
últimos setenta años, y en el caso de algunas familias, aún más tiempo en el cautiverio, bajo la
autoridad de Babilonia, una nación pagana que no respetaba a Jehová.
De repente, el imperio babilónico cayó y apareció uno nuevo con base en Persia. Ciro, el rey
de ese gran imperio, emitió un decreto que les permitía regresar a su tierra y reconstruir el templo.
La nueva generación necesitaba orientación, pues no comprendían qué estaba pasando ni tam-
poco sabían qué hacer.
Regresaron a la tierra bajo Zorobabel, pero la encontraron desolada; no presentaba un cuadro
muy alentador. Por lo tanto, el autor, posiblemente Esdras, se dio cuenta de la necesidad de re-
cordar la historia para dar orientación y estímulo a esa nueva generación que acababa de llegar.
Se encargó de escribir un libro con esos dos propósitos principales. El tomo original resultó de-
masiado grande, y posteriormente se dividió en los dos libros conocidos hoy.[p 127]
El autor insiste en tres ideas principales que la nueva generación debe aprender. En primer
lugar, se les explica la historia con el fin de que no repitan el error de sus antepasados. No habían
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estado en cautiverio por el gran poder de Babilonia, ni por casualidad, sino que Dios les había
mandado allí por causa de su infidelidad.
Al regresar a su tierra, el autor no quiere que vuelva a suceder lo mismo. Por lo tanto, se pre-
senta la lección histórica en vía de advertencia. La historia demuestra que Dios controla aun a las
naciones paganas y las utiliza para lograr Sus propósitos. A la vez, al repasarla, se puede obser-
var que Dios controla el destino de Su pueblo, conforme a Sus propios designios.
Cuando el pueblo de Dios se somete a Su autoridad y obedece Sus mandamientos, El les
bendice. Al contrario, cuando se rebelan y desobedecen, El envía disciplina y destrucción. La lec-
ción principal que debían aprender de la experiencia de sus antepasados era que debían some-
terse a Jehová; buscarle antes que cualquier otra cosa, y serle fieles.
El segundo mensaje importante que el autor quería proclamar a estos recién regresados a la
tierra, estaba dirigido al desánimo que sentirían al comparar las condiciones actuales con las an-
teriores. La mayoría no había conocido la tierra como fue antes del cautiverio, pero habían oído, y
algunos de los presentes lamentaban la pérdida de lo que habían tenido y referían lo que recor-
daban. Por eso, el desánimo prevalecía en el ambiente.
Cualquiera habría notado la ausencia de dos elementos fundamentales para la nación: el trono
y el templo. El autor trata de explicar estos dos vacíos. En cuanto al trono, el autor les recuerda
que aunque ya no existe, sí hay un heredero. El descendiente de David no falta. Comprueba esta
verdad por medio de las genealogías.
Dios ha protegido el linaje real de David y lo puede restaurar en el momento que El quiera. Lo
había cuidado bajo el imperio babilónico, y posteriormente, bajo la autoridad de Ciro, Su siervo.[p
128]
La segunda cosa faltante cuando regresaron era el templo. Después, al reedificarlo, no fue tan
grande ni glorioso como el de Salomón. En los dos casos se produjeron lamentaciones. Sin em-
bargo, el mismo decreto de Ciro demostró que Dios llevaría a cabo Su plan y que habría un nuevo
templo más glorioso que el primero.
Mientras tanto, debían reconocer que no era el tamaño ni la riqueza del templo lo que impor-
taba, sino lo que representaba: Dios residiendo en medio de Su pueblo. Esta verdad ya se había
notado. Dios se manifestaba al traerles a la tierra de nuevo por medio del decreto de Ciro. El no
dejaría a medias Su plan de restauración. Por eso, debían animarse, confiar en El y ser fieles pa-
ra llevar a cabo todo lo que El les pedía. Así llegarían a gozar de todas las bendiciones de Dios
que anhelaban.
En tercer lugar, el autor quiso explicarles la importancia del templo en la vida nacional del
pueblo de Dios. A través de la historia de Israel, el respeto mostrado al templo y a la adoración a
Dios que se efectuaba allí, sirvió como indicio del estado espiritual del pueblo. El juicio de Dios
vino contra la generación anterior porque no mostraron la reverencia indicada a Jehová y a Su
casa.
Al trazar la historia de Israel, se evalúa cada rey en relación con el templo, como centro del
poder espiritual de la nación. Se interesa especialmente en el reino del sur porque allí estaba el
templo y el reino del norte lo había abandonado. Los reyes buenos hacían lo correcto delante de
Jehová, lo buscaban, se interesaban en la condición del templo y guiaban al pueblo en las refor-
mas espirituales indicadas para fomentar el culto correcto a Dios.
Por lo tanto, si esta nueva generación quería gozar de la bendición de Dios en la tierra, debía
dar la prioridad debida a la casa de Dios y a Su adoración. Este interés se manifestaría, primero,
en la reconstrucción del templo. Segundo, al adorar al Señor de acuerdo con las normas que El
estableció; no conforme al patrón que las naciones paganas en derredor [p 129] seguían. Así
que, ellos debían ser fieles en reverencia y conducta en el templo de Jehová.
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Estas tres ideas principales se desarrollan a través del libro, que trata extensamente la vida de
David, el rey “conforme al corazón de Dios”. Demuestra cómo fue fiel a Jehová, confióen El aun
frente a circunstancias adversas, y cómo dio una alta prioridad al templo (10–29).
Las genealogías, que principian el libro, nos llevan a David, el rey elegido por Dios. Después,
demuestran cómo El ha protegido la descendencia davídica, aun hasta los días del edicto de Ciro.
Además, las cronologías proveen la evidencia para que todos los que regresaban a la tierra pu-
dieran identificar dónde cabían ellos como parte del pueblo de Dios (1–9).
Al terminar de explicar estas características de David, el autor demuestra que Salomón fue
verdadero hijo de David desde dos puntos de vista. El dicho: De tal palo, tal astilla, le correspon-
de. El hijo físico de David, heredero del trono, manifestaba estas mismas cualidades.
En lugar de buscar la ganancia personal, Salomón pidió sabiduría para poder gobernar al
pueblo con fidelidad. Confiaba en Jehová como fuente de ella y de toda bendición. Su interés en
el templo se hizo notorio por la forma en que dirigió su construcción y por la adoración de Dios
que se llevó a cabo en él (2 Crónicas 1–9).
La descripción de los reinados de los demás reyes subrayan la importancia de estos mismos
principios (10–36:14). Cuando imitaron el camino de David y buscaron fielmente a Jehová, Dios
les prosperó. Cuando lo abandonaron, los disciplinó. Poco a poco, los descendientes de David se
alejaron del patrón que el había establecido.
Al final del relato, los reyes de Judá abandonaron por completo a Jehová, con el resultado de
que perdieron el privilegio de reinar y la nación se llevó al cautiverio. Se proclamó el rechazo de
los reyes de Judá y la destrucción de la ciudad (36:15–21). Sin embargo, Dios no había abando-
nado Su plan para Su pueblo, ni negado Su pacto. Siempre les dejó esperanza [p 130] para el
futuro. El decreto de Ciro era evidencia de que Dios restauraría Su pueblo (36:22–23).
En fin, el autor presenta un relato interpretativo de la historia de Israel. La base de evaluación
es la fidelidad a Jehová. Cuando el rey es fiel, el pueblo le sigue y prospera. Cuando el rey se
aleja de Jehová, busca otros dioses o se dedica a imitar el estilo de vida de las otras naciones en
derredor, Dios les juzga. Al regresar a la tierra y principiar de nuevo, Israel debía aprender esta
lección importante de la historia: Dios exige fidelidad. Si confían en El y obedecen Su Palabra,
pueden estar seguros de gozar la bendición de Dios.
DIOS TODAVIA EXIGE LA FIDELIDAD
SI CONFIAMOS EN EL
Y OBEDECEMOS SU PALABRA
GOZAREMOS LA BENDICION DE DIOS

¡PENSEMOS!

El estudio de Crónicas abarca mucho terreno. In-


cluye mucho contenido bíblico, muchos conceptos
teológicos importantes y casi toda la historia de Is-
rael. No es tarea fácil llegar a dominar todo lo que este
libro enseña. Apenas se ha podido introducir su con-
tenido.

Antes de terminar el estudio del libro, vale la pena


repasarlo una vez más, desde una perspectiva perso-
nal. Con la ayuda de la gráfica que aparece al princi-
pio del comentario, considere de nuevo el contenido
de cada sección principal. Trate de señalar los suce-
72
sos principales incluidos en cada sección. Tal vez le
ayudaría escribir una lista o bosquejo de ellos, con
sus citas respectivas.

A la vez, tome nota de los principios mas impor-


tantes [p 131] que cada sección ha enseñado y que se
aplican a nuestra vida hoy día. Identifique dos o tres
de los más significativos para su propia vida.

Defina algunas metas que usted cree que Dios to-


davía quiere realizar en su vida. Apúntelas en algún
lugar donde pueda volver a evaluar su vida en base a
ellas dentro de un mes. Pídale a Dios en oración que
El le ayuda a alcanzar estas metas, y para que El sea
glorificado a través de su vida.

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