Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
por
Rafael Porter
ediciones las américas A.C.
APARTADO 78, PUEBLA, PUE., MEXICO
2
[p 2]
Primera Edición, 1988
© Derechos reservados,
ediciones las américas, A.C.
APARTADO 78, PUEBLA, PUE., MEXICO
ISBN 968-6002-61-8
EX LIBRIS ELTROPICAL
3
[p 3] \
CONTENIDO
1. Importancia de la Fidelidad
(1 Crónicas 1–9)
2. El Rey Elegido por el Pueblo
(1 Crónicas 10)
3. El Rey Elegido por Dios
(1 Crónicas 11–16)
4. La Fidelidad Recompensada
(1 Crónicas 17–20)
5. Un Deseo Persistente
(1 Crónicas 21–29)
6. “De Tal Palo…”
(2 Crónicas 1–9)
7. Principio de la Infidelidad
(2 Crónicas 10–12)
8. La Primera Vuelta
(2 Crónicas 13–20)
9. La Historia se Repite
(2 Crónicas 21–27)
10. ¡Tres Veces Vencido?
(2 Crónicas 28–32)
11. Ultima Oportunidad
(2 Crónicas 33–35)
12. ¡Cuesta Abajo!
(2 Crónicas 36)
4
[p 4]
Linaje del Rey Antecesor de Sabiduría del Dos Reinados Destrucción de Llamamiento
Elegido por David 10 Hijo Malos 10– Jerusa- Divino a Ci-
Dios 1–3 14:1 lén 36:15–19 ro 36:22
Su muer- 1
te 10:1–7 Su grande- Roboam 10–
12
Su cabeza col- za 1:1
gada 10:8– Su ofren- Abías 13:14–
10 1
da 1:2–6
Dos Reinados
Bue-
nos 14:2–
20:37
Asa 14:2–
16:14
1
Importancia de la Fidelidad
1 Crónicas 1–9
La fidelidad viene a la mente como una palabra clave cuando pensamos en cualquier conve-
nio. El deseo de toda pareja que se acerca al día de su boda, es que su relación matrimonial se
distinga por el amor y la fidelidad. Cuando falta alguno de estos elementos en un hogar, pronto se
desvanece la felicidad, pues son ellos los que fundamentan el pacto nupcial.
Estas mismas características se aplican al pacto que Dios hizo con Israel. Aunque éste se ba-
só en el amor de Dios hacia ese pueblo, El demandaba que respondieran con amor y lealtad tam-
bién. Es por ello que éstos llegaron a ser los elementos primordiales de ese pacto.
Por consecuencia, si Dios demandaba que Su pueblo en general cumpliera con éstas virtudes,
con mucha más razón lo esperaba de los reyes que El había puesto para gobernarlos. Al estable-
cer Su pacto con David, Dios prometió que nunca quitaría Su misericordia de Salomón su hijo (1
Crónicas 17:11–14). La palabra misericordia que se emplea en ésta promesa, [p 6] incluye tanto
el amor como la fidelidad de parte de Dios hacia Salomón y su descendencia, dando a entender
que Dios cumpliría con ella sin importar lo que ellos hicieran.
En los libros de las Crónicas, se presenta claramente el mensaje de que Dios ha prometido
tratar a Israel con misericordia, o sea, con amor fiel y que demanda que ellos respondan de la
misma manera. Como resultado, el pueblo entero y el rey en particular, tienen derecho a gozar de
las bendiciones y responsabilidades que un pacto de esa naturaleza ofrece.
¡PENSEMOS!
EL AUTOR Y LA FECHA
El formato actual de los dos libros nos hace difícil recordar que originalmente se escribieron
como un solo tomo, tal como pensamos estudiarlo en este comentario. Aunque el autor de esta
gran obra no se identifica, el Talmud, que representa la tradición judía, atribuye el libro al escriba
7
Esdras, conocido por el libro que lleva su nombre y por su importante participación en la restaura-
ción de Israel.
Varias evidencias apoyan la opinión de que Esdras lo escribió. Primero, la tradición en sí mis-
ma representa evidencia externa de gran valor debido a la fecha tardía de su preparación [p 7] y
aceptación por parte del pueblo. La evidencia interna también es convincente. El libro está redac-
tado desde la perspectiva de un sacerdote porque el templo ocupa un lugar primordial en su ar-
gumento. Puesto que Esdras se identifica como sacerdote, refleja la misma perspectiva que el
libro que Ileva su nombre (Esdras 7:1–5, 11).
Por otro lado, las genealogías que presenta Ilegan hasta los días de Esdras y apoyan la idea
de que el autor era contemporáneo de él. No se conoce otro candidato más viable. Además, el
uso del idioma hebreo y su estilo literario son semejantes a los de Esdras. La última evidencia a
favor de él como autor, se encuentra al comparar el principio del libro de Esdras (1:1–3) con la
conclusión de 2 Crónicas (36:22–23). Las dos porciones son iguales. Parece que Esdras presenta
una continuación intencional de la historia que Crónicas empieza a relatar.
El libro mismo da evidencia de que el autor, quienquiera que fuera, utilizó diversas fuentes his-
tóricas para redactarlo. Como escriba, Esdras tendría acceso a ellas y sabría cómo utilizarias. Sin
embargo, el uso de otra información no desacredita la inspiración divina. Dios es capaz de dirigir
al autor a investigar el material histórico a su alcance para así garantizar la veracidad y valor del
mensaje que El quiere revelar a Su pueblo.
En cuanto a la fecha del libro, los sucesos en sí abarcan casi todo el período del Antiguo Tes-
tamento, desde Adán hasta la restauración (1–9). La presentación más detallada de la historia se
dedica a considerar el tiempo entre Saúl (1051 a.C.) y el decreto de Ciro que permitió al pueblo
regresar a Israel y reconstruir el templo (538 a.C.).
Es evidente que ningún autor vivió durante todo ese tiempo para poder contar la historia. El
escritor mira hacia atrás para señalar al pueblo de Israel las lecciones de ella. Debió haberlo es-
crito cerca del final del período contemplado. Lo más probable es que fuera después de que re-
gresó a Jerusalén en 458, aproximadamente entre 450 y 425 a.C.
[p 8] LA SITUACION HISTORICA
Aunque en las referencias a las genealogías, el libro hace alusión a todo el período del Anti-
guo Testamento, el enfoque principal es la dinastía davídica sobre Judá (1011–586). Concluye
con un resumen del período del cautiverio (606–536).
El énfasis del libro es primordialmente temático y teológico. Por eso, la perspectiva histórica es
bastante limitada. Trata solamente de la historia que afecta a la casa de David y Judá, la cual se
complementa con los libros de Samuel y de los Reyes.
Políticamente, el período refleja las condiciones existentes durante los reinados de David y
Salomón, cuando había poco dominio extranjero, e Israel controlaba toda la tierra alrededor de
ellos. 2 Crónicas muestra la influencia creciente de Mesopotamia. El área se vio cada vez más
afectada por las potentes naciones del norte y del oriente; primero, por Siria, después por Asiria,
Babilonia, y finalmente, por Persia.
En cuanto a la política de la región más cercana, la influencia más notable al principio del pe-
ríodo es el mandato de la dinastía davídica sobre Israel. La división de este reino, después de
Salomón, resulta en conflictos entre el norte y el sur.
Cuando el pueblo del reino del norte fue llevado cautivo en 722 a.C., la dinastía davídica con-
tinuó en el sur hasta 586 a.C. El ambiente político se volvió inestabel a causa de la inconstancia
religiosa de la nación del pacto para con su Dios. El libro traza la relación entre estos dos factores
a través de la historia.
8
El relato concluye con la caída de Judá, provocada por su decadencia religiosa. La esperanza
de restauración se presenta al escuchar el decreto de Ciro, que les permite regresar a su tierra y
empezar de nuevo la reconstrucción del país.
PROPOSITO Y TEMA
Regreso a la Tierra Prometida
Los judíos sobrevivientes después del decreto de Ciro, regresan a su tierra para reconstruirla.
La última vez que [p 9] habían estado en ella, Dios les había castigado y mandado a la cautividad
por su infidelidad. Al regresar, el autor quiere asegurarse de que no vuelva a suceder lo mismo.
Por lo tanto, presenta la lección histórica como advertencia y estímulo. La historia demuestra
cómo Dios ha controlado las naciones paganas y el destino de Su pueblo; por eso, Israel puede
contar con la fidelidad de Dios.
En Deuteronomio 28 a 30, Dios les había dicho exactamente cómo les trataría. Si se sometían
a Su autoridad y obedecían las condiciones de Su pacto con ellos, habría bendición. Por el con-
trario, cuando desobedecieran y se rebelaran contra Su autoridad, habría maldición, disciplina y
destrucción. Dios quería que aprendieran de la experiencia de sus antepasados y que se sometie-
ran a El para recibir bendición. Se requiere que el pueblo de Dios sea hallado fiel.
DESANIMO POR LO PERDIDO
Al regresar a Jerusalén y observar las condiciones existentes, el pueblo notó que dos cosas
faltaban: el trono y el templo. Por lo tanto, el desánimo abundaría al ver lo que no tenían, las po-
sesiones significativas de su historia que habían desaparecido.
Al observar que el trono faltaba, el autor intenta animarles recordando que aun existía el des-
cendiente de David. Dios había protegido el linaje real de la casa de David. El puede restaurar el
rey a su trono cuando El quiera, porque lo mantiene protegido, primero bajo el cuidado del imperio
babilónico, y después bajo la autoridad de Ciro Su siervo.
La segunda cosa que se echa de menos, es el templo. El actual no es tan grande y glorioso
como el de Salomón. Al fijarse en la diferencia entre éste y el de Salomón que había sido destrui-
do, muchos empezaron a lamentarse. Estaban desanimados. El autor los exhorta a reconocer
que el edificio [p 10] en sí nunca ha sido lo más importante. Así que más bien, deben aprender a
apreciar la función del templo como casa del Altísimo y aceptar la presencia de Dios con ellos
para dirigir la vida nacional y poder regocijarse en lo que El les ha dado.
Se escribe el libro con el objeto de animarles. El autor quiere dirigir su atención al hecho de
que Dios les ha cuidado y les ha traído a su tierra de nuevo. Tienen que reconocer lo que El está
haciendo para su bien. Por eso, insiste en lo que ha hecho con ellos para que lo gocen y aprove-
chen la nueva oportunidad que Dios les da en la tierra.
Con ese fin, y para que se den cuenta de lo que Dios hace, se les da una orientación de la
perspectiva divina tocante a la historia de Israel. No intenta esconder sus faltas; son demasiado
obvias. Traza la historia de la casa de David desde el punto de vista divino para que aprendan
cómo actúa Dios en relación con Su rey.
El relato llega a su clímax con el decreto de Ciro que produce la esperanza de recuperar la
presencia de Dios entre ellos y el reestablecimiento del trono de David. Esta esperanza debe pro-
ducir ánimo en el pueblo para empezar de nuevo y para que sean fieles a su Dios.
DESCUIDO DEL TEMPLO
A través de todo el libro se insiste en la posición vital que el templo ocupa en la historia de Is-
rael. En parte, éste énfasis se debe a la orientación sacerdotal del autor. Sin embargo, se debe
también a que el interés en el templo y en sus actividades es un síntoma de la conditión espiritual
en que se encuentra el pueblo y de su relación con Jehová, quien reside en el templo.
9
Al señalar los aspectos del reinado de David que explican la grandeza del rey que era “con-
forme al corazón de Dios”, enfatiza que uno de los elementos de mayor importancia fue su actitud
en cuanto a la construcción del templo. En los últimos años de su reinado tenía el deseo ferviente
de construir esta casa para su Dios.[p 11]
Se hace referencia al reinado de Salomón también, no porque fuera un rey dedicado totalmen-
te a Dios, sino por su importancia en la edificación del templo (1–9). A pesar del énfasis que se da
a la gloria de Salomón, seis de los nueve capítulos giran alrededor del templo. Se observa clara-
mente que después de la muerte de Salomón, la nación abandonó el templo y la adoración a Je-
hová. Entonces, las guerras empezaron a arruinar el país.
1–9 * 10–36
El autor de Crónicas evalúa cada rey en relación con el templo, que era el centro del poder
espiritual de la nación. En esencia, pasa por alto el reino del norte debido a su religión falsa y su
rechazo del templo en Jerusalén. Se concentra en el sur, especialmente en aquellos reyes que
hicieron lo correcto, ya fuera por su interés en el templo o por sus reformas espirituales. Cuando
el pueblo abandona a Dios, El les quita Su bendición.
El relato histórico termina con el edicto para la reconstrucción del templo, que representaba la
presencia de Jehová entre ellos y que servía como un recuerdo continuo de la [p 12] posición
privilegiada que tenían frente a Dios. Así que este comentario final no representa nada más un
dato histórico interesante; sino que hace sonar una nota profética para dar esperanza al pueblo.
El linaje davídico, el templo y el sacerdocio, todavía les correspondía. Dios no los había abando-
nado.
TRES PROPOSITOS DE CRONICAS
* EXHORTARLES A LA FIDELIDAD
* ANIMARLES A CONFIAR EN DIOS
* SEÑALARLES LA IMPORTANCIA
DE RESPETAR EL TEMPLO
Dios exige lealtad de Su pueblo y especialmente de su rey. La historia de Israel demuestra
que cuando el rey andaba bien, el pueblo le seguía. Los reyes son culpables por haber dirigido los
pasos del pueblo hacia la infidelidad.
Los libros de Crónicas presentan un relato interpretativo de la historia de Israel. La base de la
evaluación es la fidelidad a Jehová. Cuando el rey es fiel, el pueblo prospera; cuando el rey
abandona a Dios busca a otros dioses, o trata de imitar al mundo, es juzgado y castigado. Al re-
gresar a la tierra y principiar de nuevo, los israelitas deben aprender esta importante lección que
les da la historia. Dios exige fidelidad. Si confían en El y obedecen Su Palabra, pueden estar se-
guros de que gozarán de la bendición de Dios.
ORGANIZACION DEL LIBRO
10
1 Crónicas empieza con nueve capítulos dedicados principalmente a las genealogías más sig-
nificantes de la historia de Israel. A través de ellas, se observa la importancia de los [p 13] linajes
de los levitas y de David. El resto de la historia gira alrededor de ellos (1–9). Al llegar al reinado
de David, el rey elegido por Dios (10–29), se señalan los aspectos de su mandato, que explican la
grandeza de aquel que era conforme al corazón de Dios: su relación con el arca (13–16), con el
pacto (17–20), y con el templo (21–29).
2 Crónicas continúa la historia donde termina 1 Crónicas. Después de demostrar la gloria que
alcanzó Salomón por su interés en la construcción del templo (1–9), traza la degeneración de Ju-
dá, mencionando los pocos períodos alentadores de reformas, pasando por los descendientes de
David hasta llegar al último rey, quien presenció la caída de Jerusalén (10–36:14). El libro termina
con el rechazo de los reyes de Judá y la destrucción de la ciudad (36:15–21). Sin embargo, esta-
blece la esperanza para el futuro al referirse al decreto para la restauración de Judá (36:22–23).
1–2 CRONICAS
¡PENSEMOS!
2
El Rey Elegido por el Pueblo
1 Crónicas 10
¿Cómo se decide quién será un líder en el pueblo de Dios? ¿Cuáles son lo requisitos que se
buscan? Muchas veces buscamos una persona dinámica que manifeste la capacidad de hablar
frente a otros y que sepa manejar diferentes situaciones. Pensamos que tal persona sería un
elemento muy útil en las manos de Dios.
Al pensar así, se nos olvida que los hombres juzgamos conforme a la apariencia externa,
mientras que Dios evalúa la condición del corazón (1 Samuel 16:7). Este consejo divino dado a
Samuel cuando estaba buscando quién tomara el lugar de Saúl, señala la falta que Israel cometió
al elegir a su rey. Desde un principio, Israel había puesto sus ojos en lo externo al buscar una
persona capaz de dirigir al pueblo de Dios.
No comprendieron una verdad fundamental que a veces nosotros también pasamos por alto.
Dios no necesita una persona capaz, sino alguíen que le ame de todo corazón. A tal persona,
Dios puede capacitar para que dirija a Su pueblo. Al [p 20] final de su reinado sobre Israel, David
dio a su hijo Salomón el consejo más importante que había aprendido a través de su vida:
“Reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón perfecto y con ánimo voluntario; porque Jehová es-
cudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos. Si tú le buscares, lo hallarás;
mas si lo dejares, él te desechará para siempre”.
1 Crónicas 28:9
El fin del reinado de Saúl demuestra las consecuencias que se pueden esperar cuando el
pueblo de Dios decide hacer las cosas a su manera, e imitar la manera en que el mundo que le
rodea realiza sus propósitos. Los israelitas buscaron un hombre que llenaba los requisitos huma-
nos, pero no tomaron en cuenta los divinos. Dios quería una persona que se entregara a El total-
mente.
LOS LIDERES DEL PUEBLO DE DIOS
NO DEBEN SER ELEGIDOS
CONFORME A LAS NORMAS DEL MUNDO
¡PENSEMOS!
[p 21]
El reinado de Saúl se dirigía al fracaso desde el principio por la forma en que el pueblo lo es-
tableció. En 1 Samuel 8 notamos que la nación de Israel decidió dejar de lado su lealtad a Dios,
su verdadero Rey, para buscar un rey como el que tenían las demás naciones (8:7). Para lograr
15
su meta, se fijaron en una persona que llenara los mismos requisitos que buscaban los países
vecinos.
Saúl reunía buenas cualidades para ser rey. Como gobernante de cualquier nación pagana, tal
vez habría llegado a ser un gran monarca. Mostraba humildad (1 Samuel 9:21); era respetado por
el pueblo (10:23–24) y fue un guerrero valiente (14:47–48), Sin embargo, le faltaba lo más impor-
tante para ser un buen rey del pueblo de Dios: un corazón que buscara a Dios ante todo. Su fra-
caso empezó cuando se rebeló y desobedeció lo que El mandaba (15:11).
Uno de los propósitos principales de Crónicas es exaltar el reinado de David y su dinastía, y
demostrar que Dios lo había elegido y dirigido desde el principio. El autor lo logra colocando el
principio del reino davídico a la par del fin trágico de Saúl.
Se presenta a Saúl como el primer rey de Israel y como el que cayó para que se estableciera
la dinastía davídica. Por eso, la historia del gobierno judío (10–29), principia con Saúl, el antece-
sor de David. El autor parte de la suposición de que los lectores sabían los detalles de la vida de
Saúl; la mayor parte de l Samuel se dedica a la presentación de su reinado. Por esta razón, el
autor de Crónicas sólo presenta la muerte de Saúl como un juicio de parte de Dios. El reinado de
Saúl terminó en derrota porque no era digno de dirigir a la nación judía (1 Samuel 13:13–14).
LA MUERTE DE SAUL 10:1–7
Se describen las circunstancias de la muerte de Saúl en medio del conflicto contra los filisteos
en el monte de Gilboa. Esta batalla fue clave para los filisteos, pues con ésta se decidiría [p 22] la
posesión de la tierra. Al tomar Gilboa, los filisteos podrían cortar el paso entre las dos partes de la
región y controlar la mayoría del tráfico que pasaba por Canaán.
Por medio de sus primeras victorias en el conflicto, los filisteos quitaron a Saúl sus defensas.
Su ejército estaba diezmado y no podía defenderle. Por lo tanto, quedó desprotegido y le podían
perseguir fácilmente.
Mataron a sus hijos, a excepción de Es-baal quien se conoce mejor como Is-boset (2 Samuel
2–4). Cuando alcanzaron a Saúl, lograron herirlo. En lugar de sufrir la desgracia de ser torturado y
matado por los filisteos paganos, Saúl pidió a su escudero que le matara. Cuando él se negó a
hacerlo, Saúl se suicidó.
Su escudero reconoció que no podría aceptar la culpa de haber matado al rey del pueblo de
Dios, y se suicidó también para mostrarle su lealtad y para evitar cualquier apariencía de traición
o infidelidad. La gravedad de matar al ungido de Dios, aunque fuera a petición suya, se observa
en lo que pasó con el amalecita que trató de aprovechar la situación posteriormente delante de
David (2 Samuel 1). Pues aún con todo lo que había sufrido, David no buscaba la muerte de Saúl.
Al final de la batalla se observa que Saúl murió con sus tres hijos y “toda la casa”; 1 Samuel
31:6 sustituye “su escudero y todos sus varones”. Es evidente que no se refiere a toda la familia,
pues señala por separado a los hijos muertos y obviamente se nota la existencia del cuarto hijo,
que se menciona en 9:39.
Tal parece que el autor pasa por alto intencionalmente que Is-boset sobrevivió la batalla. Co-
mo hijo de Saúl y heredero al trono de su padre, estableció su propio reinado para hacer la com-
petencia a David (2 Samuel 2–4). Sin embargo, este intento no prosperó; por lo que el autor de
Crónicas eludió mencionarlo y porque no agregaba nada nuevo a la historia interpretativa que él
quería relatar.[p 23]
Cuando los israelitas de dieron cuenta de la muerte de su rey, abandonaron todo y escaparon.
Esta victoria dejó a los filisteos aproximadamente en la misma condición militar en que habían
estado al principio del reinado de Saúl. Controlaron el llano de Jezreel y la región del Jordán.
Aunque Saúl les había combatido, y al principio los había alejado, no les pudo vencer. La victoria
definitiva sobre ellos correspondería a David.
LA EXHIBICION DE SAUL 10:8–10
16
Cuando los filisteos llegaron, se encontraron con que no podían burlarse de Saúl ni torturarlo,
como era su costumbre, porque ya estaba muerto. Sin embargo, lo decapitaron y colgaron su ca-
dáver en el muro de Bet-sán (1 Samuel 31:10).
En un intento de aprovechar al máximo la propaganda de su muerte, mandaron su cabeza por
toda la región filistea. La colocaron juntamente con su armadura en el templo, como tributo a su
dios, Dagón. En las culturas orientales de ese tiempo, se consideraba que la prueba del poder de
los dioses se manifestaba en las guerras; la victoria se presentaba como evidencia de la superio-
ridad de Dagón sobre Jehová. Por esta razón, colocaron la cabeza de Saúl en el templo como
tributo a su dios.
EL ENTIERRO DE SAUL 10:11–12
A la luz de esta perspectiva pagana en cuanto al poder de los dioses, Jehová se dedica a de-
mostrar, por segunda vez en el Antiguo Testamento, la incapacidad de Dagón de ayudar a Ios
filisteos (compare 1 Samuel 5:1–5). Un pequeño grupo de hombres valientes de Jabes de Galaad
entraron y tomaron el cuerpo de Saúl. El dios de los filisteos se quedó callado, incapaz de impedir
que estos mortales lo tomaran. ¿Qué clase de dios era este Dagón? Así son los dioses hechos
por manos humanas. Jamás podrán vencer a Jehová.[p 24]
Además de la lección en cuanto a los dioses, la actitud de los valientes de Jabes merece
nuestra atención. Cuando supieron de la exhibición pública de su rey, decidieron ir por los cadá-
veres de Saúl y de sus hijos para sepultarlos adecuadamente.
Al principio de su reinado, Saúl les había rescatado de las manos de Nahas el amonita (1 Sa-
muel 10:27–11:15). Ahora ellos tenían oportunidad de recompensarle, aunque fuera después de
su muerte, y proveerle una sepultura decente. Se comportaron en forma valiente para corregir
este mal. Después, David les felicita por su lealtad al rey, aun después de muerto éste. Dios tam-
bién les mostró Su amor leal y David les trató bien (2 Samuel 2:5–6).
¡PENSEMOS!
¡PENSEMOS!
3
El Rey Elegido por Dios
1 Crónicas 11–16
¿Cuál es la cualidad más importante que debe tener un líder del pueblo de Dios? Al señalar el
dramático contraste entre los reinados de Saúl y David, el autor de Crónicas muestra claramente
qué le hacía falta a Saúl que resultó en su derrota, y qué poseía David que a Saúl le faltaba: el
deseo de buscar la voluntad de Dios y hacerla. Más que cualquier otra cosa, David deseaba
agradar a Dios.
Después de habernos mostrado las funestas consecuencias de elegir un líder conforme a las
normas de este mundo, el autor presenta a David como el opuesto de Saúl. David se señala co-
mo el hombre “conforme al corazón de Dios”. A través de su ejemplo, se nos revelan las cualida-
des que Dios busca en un líder, y los resultados tanto para él individualmente como para el pue-
blo de Dios.
Como es de imaginarse, cada vez que empieza un nuevo reinado, con la autoridad de una
nueva dinastía, el pueblo se pregunta: ¿cómo será el nuevo gobierno? ¿Qué política se seguirá?
David no les hizo esperar mucho tiempo para definirse. Su dinastía serviría a Jehová.
[p 30] LA ACEPTACION DE DAVID 11–12
Su Ascenso 11:1–3
Después de la muerte de Saúl, el pueblo empezó a apoyar a David. Era la única alternativa
Iógica. Ya había demostrado su capacidad para dirigir el ejército de Israel, había logrado más en
el campo de batalla que Saúl. Además, era evidente que Dios estaba con él; por eso, el pueblo se
le unió.
En lugar de tratar los obstáculos que David tuvo que enfrentar, Crónicas pone énfasis en el re-
sultado final del proceso que Dios siguió para llevar al rey a ocupar el trono y cómo bendijo su
reinado debido a su sumisión a la autoridad divina. Después de las luchas internas entre las dis-
tintas tribus y facciones, especialmente con ls-boset, el heredero sobreviviente de la casa de Saúl
(2 Samuel 2–4), David es proclamado rey sobre toda la nación de Israel.
Al reunirse con David en Hebrón, la nación proclamó su unidad. Con palabras que se parecen
a las que Dios utiliza para describir a Su pueblo en el Nuevo Testamento, se definieron como un
solo cuerpo con él (11:1).
Dieron dos razones principales para apoyarle como rey. En primer lugar, reconocían el lide-
razgo y destreza militar que había demostrado anteriormente. Los filisteos todavía estaban a la
puerta. El nuevo rey tendría que enfrentarse a este gran enemigo. David ya había manifestado su
capacidad delante de ellos (11:2a).
En segundo lugar, porque Samuel ya lo había señalado como el elegido de Dios y sabían que
Jehová había hablado al respecto. Le había nombrado pastor para apacentar a Su pueblo y prín-
cipe para gobernarlos (11:2b).
Por lo tanto, procedieron a ungirle rey. La ceremonia de instalación sirvió como recordatorio de
que Dios es el Rey verdadero a quien se debe obedecer. Los líderes del pueblo, al hacer el pacto
con David, estaban conscientes de que lo [p 31] hacían delante de Jehová y conforme a Su pala-
bra revelada por Samuel (11:3).
Su Ciudad Capital 11:4–9
20
Al quedar instalado como rey, había dos tareas mayores que debía realizar. Establecer su ciu-
dad capital y nombrar un nuevo jefe del ejército. Combinó ambas durante la batalla contra Jebús,
la cual se convirtió en Jerusalén, “la Ciudad de David” (11:4–5).
En el proceso de conquistarla, la utilizó como base para descubrir al hombre que encabezaría
su ejército. Ofreció al que tomara la ciudad, el puesto de cabeza y jefe. Joab aceptó el reto, tomó
la ciudad, y quedó encargado del ejército (11:6).
David estableció su residencia en Jerusalén y se dedicó a edificar la ciudad. En todo este pro-
ceso se observa que no fue egoísmo o el deseo de exaltarse lo que le motivaba, sino glorificar a
Dios. Por eso, el autor afirma que David iba avanzando y creciendo, y que la presencia de Jehová
con él era evidente (11:7–9).
Sus Valientes 11:10–12:40
David nunca habría podido realizar sus victorias solo. La mayoría de sus partidarios se habían
identificado con él desde los primeros días de su conflicto con Saúl. Estos, más los valientes de la
nación que se le unieron después, se mencionan por su participación en el establecimiento del
reino y por su lealtad a David y a Jehová, “Dios de David y de todo Israel”.
Al leer los reconocimientos que se dan a los héroes militares, se nota que sus triunfos no fue-
ron alcanzados debido a su destreza militar, sino que las victorias se debían a la presencia de
Jehová con ellos. “Vencieron a los filisteos, porque Jehová los favoreció con una gran victoria”
(11:14).
Los miembros del ejército original que se unió a David para ayudarle contra Saúl en Siclag y
que siguieron apoyándole después de su ascenso, reconocieron a Dios. Al venir a David, expre-
saron su deseo de que Dios le ayudara (12:18). [p 32] El autor afirma que a diario llegaba más
gente, hasta formar “un gran ejército, como ejército de Dios”, el cual ayudaría a entregarle el reino
de Saúl, conforme a lo que Dios había declarado (12:22–23).
Cuando David formó el ejército de Israel, lo hizo con hombres de guerra de todas las tribus.
Estos hombres venían dispuestos a pelear por David y por su patria, pero aun más importante,
“vinieron con corazón perfecto” (12:38). Así que la bendición de Dios fue notoria aun en los es-
fuerzos militares iniciales, porque habían decidido seguir a Dios. Por lo tanto, el pueblo experi-
mentaba prosperidad, bendición y alegría (11:40).
DIOS BENDIJO A LOS VALIENTES
PORQUE VINIERON
CON CORAZON PERFECTO
BUSCANDO LA AYUDA DE DIOS
¡PENSEMOS!
¡PENSEMOS!
¡PENSEMOS!
4
La Fidelidad Recompensada
1 Crónicas 17–20
Dios había dicho al pueblo de Israel que si escuchaban Su voz y le obedecían, recibirían Su
bendición. Crónicas demuestra que esta promesa divina, hecha a nivel nacional en Deuteronomio
28, se cumple tambien a nivel personal. En la vida de David como rey de Israel, se combinan es-
tos dos aspectos de la promesa de Dios.
Crónicas intenta demostrar la importancia de la fidelidad a Jehová, tanto de parte del rey como
del pueblo. De esta forma, David y todos ellos gozarían los beneficios de la fidelidad del rey elegi-
do “conforme al corazón de Dios”.
EL PACTO DAVIDICO 17
Su Deseo de Construir el Templo 17:1–2
Después de llevar el arca a Jerusalén, la ciudad de David (15:29), el rey observó su propia
mansión y la comparó con la tienda en que el arca residía. De allí, nació en él el deseo de cons-
truir una casa permanente para el arca de Jehová.[p 40]
Antes de tomar acción alguna, David consultó con el profeta Natán, el vocero de Dios. Al co-
nocer el deseo de David y la actitud que su corazón reflejaba, supuso que Dios había puesto esa
intención de su corazón. Por lo tanto, dio su aprobación al plan. Al mismo tiempo, Natán pudo
constatar lo que la nación había observado: que Dios estaba con David.
En la respuesta personal dada por Natán a David, se expresa un principio significativo para el
que quiere andar con Dios. Cuando Dios está con alguien, puede hacer todo lo que está en su
corazón. El que quiere agradar a Dios y busca que sea glorificado sobre todas las cosas, puede
seguir los deseos de su corazón porque éstos persiguen los mismos fines de Dios. Por lo tanto,
Dios se encarga de dirigir Ios anhelos de tales personas.
¡PENSEMOS!
¡PENSEMOS!
5
Un Deseo Persistente
1 Crónicas 21–29
A pesar de que Dios le había dicho que no sería él quien construyera el templo, el deseo de
que se realizara el proyecto siguió afectando profundamente la vida de David. El autor de Cróni-
cas nunca critica esa actitud. Más bien, parece que la considers una cualidad loable.
Se presentan, a lo menos implícitamente, dos razones sanas por las cuales David quería man-
tener vivo en el pueblo el proyecto del templo, aun cuando Dios había dicho que nunca lo había
pedido. En primer lugar, para David personalmente era una muestra visible de amor y respeto
para Jehová, quien había manifestado tanto amor y misericordia hacia él. David quería que el
pueblo estuviera consciente de esta actitud hacia Dios y que participara en ella.
En segundo lugar, era importante para el pueblo como expresión de su reconocimiento a la
grandeza de Jehová y a Su influencia en la vida nacional. La gente sobresaliente, inclusive el
mismo rey, ya tenían sus casas lujosas. Sin embargo, su Dios habitaba en una casa sencilla y
barata que reflejaba todavía el peregrinar del pueblo.[p 48]
A la vez, David se dio cuenta que la gente importante y los dioses paganos, que no tenían
ningún poder ni autoridad verdadera, vivían en casas lujosas; la mayoría hecha a expensas del
pueblo. Al no proveer una casa adecuada para Jehová, la nación da testimonio a los paganos de
que su Dios no tiene valor ni importancia para ellos y con el tiempo, esta actitud tendría que afec-
tar al pueblo. Más adelante, David mismo expresa esta verdad al afirmar que no apreciamos lo
que no nos cuesta nada (21:24).
Después del regreso del cautiverio, Dios utiliza a Sus profetas, y este ejemplo de David, para
confirmar al pueblo la importancia de este testimonio público del valor que tiene Jehová para ellos
a través de la reconstrucción del templo. Sin embargo, Dios quería que el pueblo de estas dos
épocas, la de David y la del regreso, aprendiera que Su poder y gloria no dependían de un gran
edificio hecho con manos de hombres.
Dios había revelado Su gloria en la manera más grandiosa durante el Exodo y el desierto,
cuando se manifestaba desde una carpa. El quería que le adoraran por quién era El y por lo que
había hecho; no por el gran edificio en que pudiera residir. La historia de Israel demuestra que el
edificio les podía distraer de la verdadera adoración de Dios. Es posible fijar la atención en el edi-
ficio y pasar por alto al Dios que reside adentro.
¡PENSEMOS!
¡PENSEMOS!
[p 52]
Al efectuar la compra del terreno a Ornán, David afirmó la importancia de su participación en
la construcción del templo. Ornán quiso regalar todo para el templo. El también se dio cuenta de
que el ángel se había parado ante su era. Es probable que quisiera expresar su agradecimiento a
Jehová. Además, Ornán sabía que todavía no se había ido el ángel, tal vez le tuviera miedo. Co-
mo quiera que fuera, Ornán quiso regalar el terreno.
David rechazó la oferta porque no deseaba ofrendar a Dios nada que no fuera suyo o que no
le hubiera costado nada (21:24). Dios merece lo mejor de lo que tenemos. Insistió en pagar el
precio total para poder ofrendarlo. Cuando todo estuvo listo para ofrecer el holocausto, Dios pro-
veyó el fuego desde el cielo, y al final, mandó que el ángel retirara la espada. Como acción de
31
gracias por la misericordia de Dios, David ofreció sacrificios allí, trajo el tabernáculo a ese lugar, y
lo declaró futuro sitio del templo.
¿OFRECEREMOS A DIOS
LO QUE NO NOS HA COSTADO NADA?
Preparación para la Construcción 22:2–23:1
Consciente de que pronto llegaría su fin, David empezó a hacer los preparativos para asegurar
la construcción del templo después de su muerte. Su ejemplo demuestra a la nación y a sus des-
cendientes la grandeza de la estructura que él consideraba necesaria para un templo digno de
Jehová.
Reunió una gran cantidad de materiales (22:2–5). Empezaron a preparar piedras y hierro para
el edificio; bronce y cedro en cantidades tan grandes, que no se pudieron medir para incluirlas en
el inventario del templo.[p 53]
La actitud de David en cuanto a la obra que se tendría que hacer merece nuestra atención.
Este no iba a ser un edificio común. No era una casa real, para el rey de la nación más poderosa
de la tierra. Tampoco sería el templo de un dios más entre los dioses del mundo; este templo se-
ría la casa del Dios del universo, que había creado los cielos y la tierra.
¿Qué clase de edificio sería adecuado para mostrar la grandeza de Jehová? No se podía
permitir que fuera una obra hecha a medias, que estuviera por debajo de Su gloria. Por eso, Da-
vid dice que tenía que ser “magnífica por excelencia, para renombre y honra en todas las tierras”.
No era la gloria de David la que estaba en juego, sino la de Jehová.
Al pensar en la grandeza del proyecto, y en la juventud de su hijo Salomón, David tuvo temor.
¿Cómo podría este muchacho sin experiencia dirigir correctamente una obra de esa magnitud?
Por lo tanto, David trató de arreglar todo de antemano. Dejó instrucciones a Salomón en cuanto a
cómo proceder en toda la construcción (22:6–16).
David cuenta la historia del sueño que tuvo para construir el templo. Aunque Dios no le permi-
tió realizarlo porque era hombre de guerra, aquel que lo construyera tendría que ser un Salomón,
que traducido es: hombre de paz. Dios le daría paz para que pudiera llevar a cabo la edificación
del templo. Se da a Salomón la misma promesa que a David. Gozaría de una relación especial de
padre e hijo con Jehová, quien garantizaría su trono para siempre.
Para disfrutar de la prosperidad que Dios le promete, Salomón tendría que ser fiel a este Dios
y poner por obra Sus leyes. La primera demostración de esa fidelidad a Jehová, conforme a la
visión de David, consiste en la construcción del templo, que debía ser una casa adecuada. En su
entusiasmo, David informó a Salomón que ya estaba proporcionándole todo el material necesario
para realizarlo y para que no tuviera ningún obstáculo. Sólo tenía que esforzarse y poner manos a
la obra.[p 54]
ESFUERZATE Y COBRA ANIMO;
NO TEMAS NI DESMAYES.
LEVANTATE Y MANOS A LA OBRA;
JEHOVA ESTE CONTIGO.
Para asegurar que Salomón alcanzara su meta, David comisionó a los líderes establecidos
sobre el pueblo a que le apoyaran para que juntos realizaran la obra (22:17–23:1). El ya había
hecho su parte; había conquistado la tierra delante de Jehová y traído paz a Su pueblo. Así que el
rey de guerra ha preparado el camino para el rey de paz, porque Jehová había prometido que la
paz sería duradera.
Ahora, sólo faltaba que ellos hicieran su parte. Debían buscar a Jehová y edificar el templo a
Su nombre (22:19). Con esta exhortación, David se prepara para entregar el trono y la tarea a
32
Salomón (23:1). David había terminado su parte. Ahora tocaba a la generación siguiente conti-
nuar con el siguiente paso.
Organización para el Ministerio 23:2–27:34
Ministerio en el templo 23:2–26:32
La obra de David no terminó con el estímulo verbal y la provisión de materiales. Su mayor es-
fuerzo consistió en aprovechar sus capacidades administrativas para asignar a los respectivos
grupos de líderes las tareas indicadas que cada uno debía realizar, conforme a sus familias y ca-
pacidades. Organizó los que debían participar en los distintos ministerios en el templo: levitas
(23:2–32), sacerdotes (24), músicos (25), porteros (26:1–19) y otros oficiales (26:20–32).
[p 55] Servicio Civil Cap. 27
También organizó a los que debían ocupar puestos en la administración pública, o sea en el
gobierno civil. Nombró a los jefes militares (27:1–15), a los oficiales responsables por cada tribu
(27:16–22) y a los oficiales de la corte real (27:23–34).
Instrucciones Finales 28–29:21
Por último, antes de su muerte, David reunió en asamblea al pueblo para animarle a seguir
adelante con el plan de construcción. A la vez, les recuerda su obligación de permanecer fieles a
Jehová y obedecer Sus mandamientos.
Para los oficiales 28:1–8
Una vez más, David relata la historia de su deseo de edificar el templo y de la revelación divi-
na al respecto. Aunque él no pudo construirlo, por haber sido hombre de guerra, el proyecto no se
ha cancelado; tampoco se le ha quitado la herencia del trono. El mismo Dios que se agradó de él
y que le confirmó como rey, ha revelado Su voluntad para el futuro del pueblo.
De entre todos los hijos de David, Dios ha designado a Salomón como heredero al trono, el
cual le ha prometido para siempre. El sería el encargado de construir el templo y gozaría una re-
lación especial como de padre a hijo con Jehová mismo. Sin embargo, para disfrutar los benefi-
cios de esta promesa perpetua, Salomón y el pueblo tendrían que ser fieles a los preceptos de
Jehová (28:8). Estas palabras se dirigen a todos los líderes del pueblo para que respeten la auto-
ridad que Dios ha colocado en Salomón como rey de Israel, y para que todos unan sus esfuerzos
para seguir fieles a la ley de Jehová.
Para Salomón 28:9–21
Después de sus recomendaciones a los líderes del pueblo, David se dirige a Salomón con una
exhortación final. Le advierte que debe seguir sólo a Jehová y obedecer Sus mandamientos; [p
56] servirle con corazón perfecto y con ánimo pronto porque Dios conoce hasta los pensamientos
más íntimos del corazón. Debe dedicarse a buscar a Dios ante todo porque sólo así lo hallará y
recibirá Su bendición.
Parece que en su deseo de animar a Salomón a ser fiel a Jehová, David trata de motivarle con
una advertencia que Dios no había hecho. David sabía que la bendición de Dios no dependía de
la fidelidad del rey; aunque la infidelidad provocaría disciplina divina. Para no poner en peligro la
bendición de Dios, David advierte a Salomón que si no se mantiene fiel, Dios le desechará para
siempre. Sin embargo, Dios ya había dicho que El nunca haría tal cosa. Si Salomón no le es fiel,
le castigará como un padre castiga a su hijo, pero no quitará su misericordia de él, sino que afir-
mará su reino para siempre (2 Samuel 7:12–16; 1 Crónicas 17:12–14). De todos modos, la adver-
tencia es importante. La bendición de su reinado depende de su fidelidad a Dios (28:9).
El interés más grande de David era la construcción del templo. Por eso, al terminar su llamado
a la fidelidad, el resto de su mensaje a Salomón se relacionó con los preparativos para la edifica-
ción del templo (28:10–21). Le instó a esforzarse para realizarla (10). Además, le dio los planos
que tenía preparados y otras instrucciones (11–13); le entregó los materiales que había reunido
33
para el proyecto (14–19). Al final, le comisionó a esforzarse para asegurar que se terminara el
trabajo, porque contaba con la presencia y ayuda de Dios y de todo el pueblo para realizarla (20–
21).
Para toda la asamblea 29:1–21
Finalmente, David se dirigió a todo el pueblo y les exhortó a cumplir con su parte en este gran
esfuerzo (1–2). El proyecto era tan grande y tan importante porque no se trataba de una casa pa-
ra un humano exaltado; sino para Jehová Dios, y tendría que ser digna de El.
David presentó su propia ofrenda como ejemplo a los demás (3–5). Insistió en que era para la
casa de Dios. Al [p 57] terminar de presentarla, invitó a los demás a unirse a él con las suyas. Los
otros líderes nacionales contribuyeron generosamente también, y todo el pueblo, al fijarse en las
ofrendas de ellos, se unió al esfuerzo conjunto. Todos se regocijaron por haber participado volun-
tariamente de todo corazón (6–9).
TODO EL PUEBLO SE ALEGRO POR
HABER OFRENDADO VOLUNTARIAMENTE
DE TODO CORAZON
¡PENSEMOS!
¡PENSEMOS!
6
“De Tal Palo…”
2 Crónicas 1–9
De tal palo, tal astilla. Este dicho tan conocido sirve para describir la similitud entre los reina-
dos de David, el rey elegido de Dios porque era “varón conforme a Su corazón”, y el de su hijo
Salomón. En contraste con Saúl y con muchos de los reyes posteriores de Judá, Salomón imita el
ejemplo de su padre.
Tal como David, Salomón reconoce la importancia de dar a Jehová el primer lugar en su pro-
pia vida y en la de su pueblo. Se le dedica tanto espacio en la historia debido a su influencia en el
establecimiento del templo, el centro de la verdadera adoración a Jehová.
2 Crónicas sigue la historia donde termina l Crónicas. Empieza inmediatamente después de la
muerte de David, y continúa con el reinado de Salomón. Sigue desarrollando las mismas ideas
que se encuentran en el primer tomo. Los reyes se evalúan conforme a su fidelidad a Jehová. El
pueblo tiene que dar prioridad a la adoración verdadera a Jehová que gira alrededor de Su reve-
lación desde el templo en Jerusalén.
Se sigue dirigiendo nuestra atención a la dinastía davídica porque su casa representa el reino
teocrático de Dios sobre [p 62] Su pueblo. Al concluir el libro con el decreto de Ciro, se crea en el
pueblo la esperanza de que tanto Su presencia en medio de ellos, como Su trono real, seráan
establecidos de nuevo.
La historia de Salomón relatada en 1 Reyes 1–11, nos muestra que él era muy humano. A pe-
sar de que tuvo un buen principio, no logró todo lo que habría podido, por haberse desviado de
las prioridades correctas de su vida. La división posterior del reino se presenta como consecuen-
cia de las debilidades de Salomón y la imitación que de su ejemplo en cuanto a sus cualidades
menos valiosas, hace su hijo Roboam.
Sin embargo, para el autor de Crónicas, estas faltas no son tan graves. Más bien, enfatiza los
aspectos más significativos de su reinado que fueron muy positivos, como construir el templo para
dar la primacía a la adoración a Dios y reconocer Su derecho a ocupar el primer lugar en la vida
nacional.
LA SABIDURIA DE SALOMON 1
Su Grandeza 1:1
El reinado de Salomón comenzó bien. Después de haber observado la relación personal que
su padre había tenido con Dios, y al escuchar su exhortación al respecto, Salomón decidió seguir
a Dios. Por eso, El confirmó su reino y le exaltó grandemente.
Sus prioridades al comenzar su gobierno se conforman a este propósito definido (1:1–l7). La
expresión “Salomón hijo de David” probablemente conlleva más significado que una observación
casual de parentesco. La forma en que se usa “hijo de…” en hebreo, y la manera especial en que
se hizo referencia a los hijos de Saúl en l Crónicas, parecen dar evidencia de que el autor quiere
afirmar que Salomón imitaba el ejemplo de David. Por lo tanto, Dios estableció su reino, perma-
neció con él y lo engrandeció sobremanera.
[p 63] Su Ofrenda 1:2–6
36
Aunque David había trasladado el arca a Jerusalén, su capital, el tabernáculo se quedó en
Gabaón. Salomón quiso ofrecer holocaustos al Señor y decidió hacerlo en el altar que Dios tenía
en ese lugar. Con ese fin, Salomón reunió a la asamblea del pueblo.
Dios le bendijo por esta profesión pública de sumisión a Su autoridad, demostrada así delante
de toda la nación. Este acto preparó el camino para un encuentro personal entre Dios y el hijo de
David que le buscaba.
Su Petición 1:7–10
Debido a su sumisión y obediencia, Dios le ofreció la oportunidad de pedirle lo que quisiera.
¡Qué oportunidad más fantástica! Si tuviéramos oportunidad de pedir a Dios cualquier cosa, ¿qué
solicitaríamos?
Salomón reconoce la grandeza de la misericordia de Dios, en primer lugar hacia David su pa-
dre, y ahora hacia él. Además, se da cuenta de su incapacidad de gobernar este pueblo. Por lo
tanto, al contemplar la inmensidad de la tarea que le esperaba, Salomón pide sabiduría para po-
der gobernar al pueblo de Dios en la forma correcta. No habría podido pedir nada mejor.
Su Respuesta 1:11–12
Dios le felicita por haber pedido bien. Puestas a escoger, la mayoría de personas a quienes se
diera tal oportunidad, habrían pensado aprovecharla para ganancia personal. Dios menciona las
alternativas que otros habrían buscado: riquezas, posesiones, fama, venganza sobre sus enemi-
gos o una larga vida. ¡Parece que El nos conoce muy bien!
Sin embargo, Salomón no pensaba así. El consideraba el peso de su gran responsabilidad y
de cómo iba a gobernar al pueblo de Dios en la manera adecuada. Por eso, Dios prometió darle
sabiduría y acompañarla de beneficios materiales también. Es obvio que la misma sabiduría que
había pedido, le ayudaría a hacer buen uso de la prosperidad que recibiría.[p 64]
SALOMON RECONOCIO
QUE SOBRE TODAS LAS COSAS,
NECESITABA LA SABIDURIA DE DIOS
PARA GOBERNAR A SU PUEBLO
Su Riqueza 1:13–17
Salomón ya había demostrado que podía manejar bien las posesiones materiales. El sabría
tener bienes en abundancia sin desviarse por ellos, porque sus prioridades estaban bien estable-
cidas. Por eso, Dios le dio gran riqueza.
Se incluye en el relato un resumen de lo que Salomón logró acumular. Tuvo gran cantidad de
carros y caballos, de plata y oro, cedro, y toda clase de mercadería, en tanta abundancia, que aún
le sobraba suficiente dinero para comprar buenos regalos para los reyes del área. En todo sentido
de la palabra, el reinado de Salomón resultó ser próspero, porque buscaba las prioridades correc-
tas.
¡PENSEMOS!
¡PENSEMOS!
¡PENSEMOS!
7
Principio de la Infidelidad
2 Crónicas 10–12
Algunas de las tensiones que surgieron durante el reinado de Salomón se mencionan en este
relato de la historia de Israel hasta después de su muerte. El autor quiso hacer énfasis en su con-
tribución positiva y permanente; en especial, su liderazgo en la construcción del templo y el esta-
blecimiento de la adoración a Jehová. Así que no se refiere a sus debilidades, aun cuando el fruto
de ellas se observa durante el reinado de su hijo.
Cuando Roboam, el hijo de Salomón, llega al trono se nota el cambio de perspectiva. Al con-
siderar el efecto a largo plazo de su reinado en el pueblo de Dios, había que clasificarlo como ma-
lo desde el punto de vista de Jehová. Por eso, el autor manifiesta sus debilidades.
REBELION DE LAS TRIBUS DEL NORTE 10:1–11:4
La Petición de Israel 10:1–4
Al morir Salomón, la mayoría de Israel daba por sentado que su hijo Roboam quedaría como
rey en su lugar. Por eso, [p 74] todos se reunieron en Siquem para proclamarlo rey. Sin embargo,
había un elemento disidente en la asamblea: Jeroboam había regresado de Egipto para dirigir un
movimiento en contra de él.
Jeroboam había escapado porque Salomón quería matarle. Dios ya le había revelado que él
sería rey sobre las diez tribus del norte después de la muerte de Salomón (1 Reyes 11:26–40).
Por eso, se presentó a la ceremonia de coronación de Roboam como héroe de las masas oprimi-
das de Israel, quienes habían presentado a Roboam su queja de que Salomón les había hecho
difícil la vida, imponiéndoles una carga pesada de servidumbre obligándoles a pagar impuestos
one-rosos. Intentaron convencerle de que rebajara la carga y le aseguraron que, de hacerlo, le
servirían gustosa y fielmente.
El Rechazo de Roboam 10:5–15
Roboam escuchó la queja y prometió considerar su petición. Pidió tiempo para pensarlo y les
dijo que regresaran tres días después. Cuando el pueblo se fue, consultó con sus consejeros. Los
ancianos del pueblo que habían servido bajo Salomón le aconsejaron que cediera a la petición del
pueblo, pues si se mostraba interesado en ellos y les agradaba, podría contar con el apoyo popu-
lar. Así le servirían todos los días de su reinado (10:5–7).
Debido a que representaba una nueva generación, Roboam quiso consultar también con los
jóvenes asesores compañeros de él, quienes respondieron en una manera impulsiva y fuerte: de-
bía mostrarse aún más inflexible que su padre para poder tomar el control y las riendas del pueblo
(10:8–11).
Por su inexperiencia y juventud, le pareció mejor el consejo de los jóvenes. Así que, cuando el
pueblo regresó a los tres días, Roboam se endureció con ellos y les informó que sería más fuerte
de lo que su padre había sido (10:12–15).
Aunque el autor no explica las razones, sí menciona que Dios había causado esta respuesta,
conforme a la profecía de [p 75] Ahías a Jeroboam. El autor de los libros de los Reyes relata que
por medio de esta profecía, Dios le informó de Su plan para quitar a la casa de Salomón el reino,
por causa de su idolatría y desobediencia, a excepción de las tribus de Judá y Benjamín (1 Reyes
11:29–39).
43
¡PENSEMOS!
¡PENSEMOS!
¡PENSEMOS!
8
La Primera Vuelta
2 Crónicas 13–20
El ciclo que se observó antes en la vida de David, a nivel personal, se repite en su totalidad
cuatro veces en Crónicas, a nivel nacional. La primera vuelta comenzó con la fidelidad inicial de
David y Salomón. Su deseo de buscar a Jehová ante todo introdujo un período de prosperidad y
bendición nacional.
Hacia el final del reinado de Salomón, su fama y gloria atrajeron mucha atención internacional.
Se hicieron matrimonios políticos mixtos que condujeron a la independencia espiritual e infidelidad
a Jehová. Estas tendencias produjeron la división de la nación durante el tiempo de Roboam y la
imitación de esta infidelidad por toda la nación.
Por lo tanto, Dios les disciplinó para que regresaran a El. La división del reino en sí sirvió co-
mo una advertencia a Roboam, la cual él aceptó y se mantuvo fiel por un tiempo. Esta fidelidad
del rey y del pueblo que le seguía resultaron en la bendición divina (11:5–23).
Sin embargo, esta misma prosperidad nacional provocó de nuevo el orgullo e infidelidad de
parte de Robam y le condujo [p 84] al juicio divino que Dios envió por medio de Sisac, rey de
Egipto (12:2–5). Al ver el fruto de su camino, Roboam se humilló y regresó a Jehová (12:12–13).
Su arrepentimiento personal trajo nueva bendición a la nación; sin embargo, su actitud vacilante
en su relación con Jehová, estableció un precedente que su hijo observó e imitó. Por lo tanto, el
efecto de este reinado vacilante de Roboam fue negativo y sirvió como punto de partida para el
primer ciclo completo de disciplina a nivel nacional (12:14).
¡PENSEMOS!
La historia de Asa ilustra el punto principal del libro. Mientras Israel y especialmente el rey, se
somete a Dios y le da prioridad a El, al templo y a la adoración, Dios le bendice. Mas cuando em-
pieza a depender de las costumbres de las otras naciones y se aparta de Dios, tanto su reino co-
mo su vida personal sufren.
EL REINADO BUENO DE JOSAFAT 17–20
Obediencia a Jehová 17:1–19
Josafat también dejó una positiva herencia espiritual por haber sido un rey bueno. Buscó a Je-
hová y se dedicó a servirle. Por lo tanto, Dios confirmó el reino en su mano y le dio abundancia de
riquezas y gloria (17:1–6). Para dirigir al pueblo hacia Dios, Josafat envió maestros por tods la
tierra para que enseñaran a todos lo que Dios exigía y para que todos le obedecieran (17:7–9).
Por su fidelidad, Dios le bendijo con ejércitos poderosos. Las naciones alrededor de él le tení-
an temor y respeto y no se atrevieron a atacarlo. Por lo tanto, su pueblo gozó de paz durante su
reinado (17:10–19).
[p 90] Alianza con Acab 18–19:3
La alianza confirmada 18:1–3
Como se ha notado antes, el ciclo se vuelve a repetir y la paz y prosperidad traen sus proble-
mas al reino de Josafat, pues éstas le motivaron a interesarse en otros horizontes. Es por ello que
hizo alianza con Acab, rey de Israel la cual se confirmó por medio de un matrimonio político. Así
empezó de nuevo la degeneración del reino.
En su voto de lealtad al hacer el convenio con Acab, expresó: “Yo soy como tú, y mi pueblo
como tu pueblo” (18:3). La afirmación fue desafortunada, porque hasta ese momento había una
gran diferencia espiritual entre los dos pueblos. Sin embargo, la alianza establecida paulatina-
mente logró que esta expresión llegara a ser una profecía espiritualmente cierta también. Se per-
dió la distinción entre el gobierno pagano de Acab y su familia y la de los descendientes de Josa-
fat, poique llegaron a tener la misma descendencia.
La consulta con Dios 18:4–13
Tal como se espera de un rey que busca a Dios, Josafat insistió en que consultaran con Dios
antes de poner en marcha su plan (18:4). Para tratar de impresionar a Josafat, Acab reunió a cua-
trocientos profetas profesionales de su corte, a quienes se les pagaba por decirle al rey lo que él
quería oir. Todos unánimes repitieron como loros: “Sube, porque Dios los entregará en mano del
rey” (18:5).
51
Josafat no se dejó engañar por esta táctica. Le fue obvio que estos eran profetas del rey; no
de Jehová. Por eso, preguntó si no había algún profeta de Jehová en Israel para que le pregunta-
ran a él (18:6).
Acab afirmó que sí, que todavía había un profeta de Jehová a quien podían preguntar, pero
que éste le aborrecía porque siempre hablaba mal de él y profetizaba el juicio de [p 91] Dios en
su contra. Estas palabras debían haber advertido a Josafat del peligro de hacer una alianza con
Acab. En realidad le asustaron un poco y por eso, respondió que Acab no debía hablar así (18:7).
En lugar de aceptar la advertencia y arrepentirse, Acab se había enojado contra Dios y su mensa-
jero. No le hizo caso. Más bien, pasó por alto al vocero de Dios y escuchó a sus propios profetas
que le decían lo que le gustaba oir.
En lugar de tomar nota del peligro, Josafat prefirió hacerse el sordo. Dio el primer paso hacia
el fracaso: voluntariamente cerró los ojos a la verdad y a lo que Dios quería lograr. Desde ese
momento en adelante, el proceso de consultar la Palabra de Dios se convirtió para Josafat en un
rito nada más y no haría caso a las advertencias del profeta. Estaba decidido a seguir con su pro-
pio plan. Sólo quería que Dios le diera Su apoyo. Si Dios apoya lo que nosotros queremos reali-
zar, todo saldrá bien, ¿no es cierto? Así le parecía a Josafat.
Mientras fueron a traer a Micaías el vocero de Jehová, los otros profetas siguieron reafirmando
el mensaje de que debían subir a pelear contra Siria. Inclusive usaron ayudas visuales impresio-
nates para apoyar su proposición. Si vivieran hoy, lo más seguro es que habrían preparado un
video para convencerles. Les dieron la seguridad de que Dios apoyaría el plan que los dos reyes
habían acordado (18:8–11).
Aquí se observa el segundo paso hacía el fracaso de Josafat: Se dedicó a escuchar las voces
de los que no andaban conforme a la Palabra de Dios. El ya sabía lo que Dios quería de él; sin
embargo, se dejó presionar para que siguiera con el plan de ellos.
En el camino, los que fueron a traer a Micaías trataron de convencerlo de que se uniera a la
voz de los otros profetas. Después de todo, le dijeron, ¡no vale la pena provocar problemas para
los demás, mejor ponerse de acuerdo con la mayoria! ¡No seas necio, hombre! Micaías no cedió
frente a la presión de los demás, sino que respondió que sólo podía decir lo que Dios le dijera; no
podría afirmar en el nombre de Dios, [p 92] lo que al hombre le gustaría escuchar. Dios no se
conforma al. plan diseñado por los hombres; y lampoco lo puede hacer su vocero (18:12–13).
La advertencia 18:14–27
La reacción de Acab al mensaje de Micaías es interesante. El ya sabía que Jehová estaba en
su contra y que iba a oponerse a su plan. Todo lo que Acab representaba se oponía a Jehová,
¿cómo pedía que Dios abrobara su intento de engrandecerse más? por eso, no había llamado a
Micaías antes y trató de decir a Josafat lo que el profeta diría al llegar.
Micaías empezó repitiendo el mensaje que todos querían escuchar. Les dijo que subieran y
que serían prosperados en su intento de vencer a los sirios. Acab sabía que éste no era el men-
saje que Dios le había dado. Así que, le reprendió por no hablar la verdad en el nombre de Jeho-
vá (18:14–15).
Entonces Micaías proclamó el verdadero mensaje que Dios había enviado. El resultado de es-
ta campaña sería que Israel quedaría sin cabeza, pues Acab moriría y el pueblo regresaría a casa
en paz; pero sin rey. Convencido de que esta profecía era la verdadera, Acab respondió a Josafat
que la respuesta era exactamente la qae se esperaría del vocero de Jehová, quien nunca profeti-
zaba a favor de él. Sin embargo, Acab no tomó esto como motivo para arrepentirse; siendo que
siguió su camino, conforme a su plan (18:16–18).
Micaías continuó su profecía con una explicación de lo que este evento significaría desde la
perspectiva de Dios; demostró cómo en Su soberanía, utilizaba aun a los espíritus malos para
realizar Su voluntad y causar la muerte al rey rebelde de Israel. Dios había permitido que un espí-
ritu malo hablara a través de los profetas falsos para que Acab subiera a la batalla donde moriría.
52
Estos profetas eran agentes mentirosos enviados para provocar su desobediencia y muerte
(18:19–22).
Como es de imaginarse, los otros profetas no estuvieron conformes con la descripción que Mi-
caías había presentado de sus mentiras. El vocero principal del grupo, Sedequías, le [p 93] gol-
peó en la mejilla y le insultó. Por eso, Micaías respondió que al cumplirse la profecía, se demos-
traría quién tenía la razón; y que Sedequías tendría que esconderse (18:23–24). Aunque no se
nos dice el por qué Sedequías tendría temor al juicio, lo más probable es que habría algunos que
buscarían vengarse de él por causa de su profecía falsa.
El rechazo del mensaje por parte de Acab se manifiesta al echar a Micaías en la cárcel. Acab
pensaba hacerle sufrir mientras regresaba de la batalla, para después jactarse y burlarse de él, o
tal vez para vengarse de alguna otra manera. El no confiaba en Jehová ni en Su mensaje (18:25–
26).
Quien sí confiaba en Jehová y debía haber hecho caso fue Josafat. Sin embargo, él no hizo
caso a la Palabra de Dios. Se dejó influir más por la opinión de los hombres que le rodeaban que
por lo que Dios había dicho. Se quedó callado frente a quienes no aceptaban la Palabra de Dios.
En estas dos reacciones observamos el tercer paso hacia el fracaso de Josafat.
El profeta respondió a Acab que tomado literalmente, este juicio representaba su sentencia de
muerte. Sin embargo, aceptó quedarse preso “sustentado con pan de aflicción y agua de angus-
tia”. Como sabía que Dios ya había dicho que Acab no volvería, sino que moriría, en caso de que
Acab regresara, entonces Micaías reconocería que su profecía no provenía de Jehová y aceptaría
morir conforme a las leyes del Antiguo Testamento (Deuteronomio 18:20–22).
Este mensaje se dirige al pueblo entero también. Tiene por lo menos tres propósitos:
1) Como advertencia de que deben hacer caso a la voz de Jehová y someterse a El, a pesar de lo
que su rey haga.
2) Como confirmación de su autoridad como vocero de Dios.
3) Como recordatorio de las medidas que se deben tomar contra los profetas falsos que preten-
den predecir la victoria sobre los enemigos cuando se comprueba la falsedad de su mensaje
(18:27).
[p 94] La advertencia ignorada 18:28–32
Ninguno de los dos reyes hizo caso. Entraron en batalla de todos modos. Así se nota el cuarto
paso en el fracaso de Josafat: desobedeció la Palabra de Jehová. Aun cuando las decisiones an-
teriores aseguraban este mismo resultado, el pecado entró al desobedecer la voz de Dios (18:28).
Josafat no contaba con la astucia de Acab, que se disfrazó para entrar en la batalla, dejando a
Josafat como blanco de los sirios. Ellos buscaban al rey para eliminarle, sabiendo que su ejército
abandonaría la batalla. Cuando Acab se escondió entre todos, los sirios empezaron a perseguir a
Josafat (18:30–31).
¿Cuándo se dieron cuenta los sirios de que el rey no era Acab? Lo notaron cuando él clamó a
Jehová. El autor quiere que nos fijemos en el concepto teológico detrás del evento: cuando Josa-
fat clamó a Dios, El le ayudó. Sin embargo, no pasa por alto el hecho de que fue el comporta-
miento de Josafat el que lo evidenció. Acab jamás habría hecho lo que Josafat hizo; nunca habría
clamado a Jehová (18:31–32).
La aavertencia cumplida 18:33–34
Aun con toda su astucia y disfraz, Acab no pudo escapar del juicio divino que el vocero de
Dios había profetizado; murió en la batalla. Una flecha tirada al parecer por casualidad, cayó y le
mató, tal como Dios había planeado. Los enemigos ni sabían a quién le habían pegado, pero rea-
lizaron el propósito de Dios.
La alianza condenada 19:1–3
53
Por haber sido un rey bueno, Dios no mató a Josafat, pero le reprendió por haber hecho una
alianza con un rey malo como Acab. Le preguntó cómo pudo dar ayuda al impío y amar a los que
aborrecían a Dios cuando él mismo le amaba, y trataba de hacer lo bueno. Su actividad presenta-
ba una contradicción en su actitud hacia Dios, que por poco resulta en la pérdida de su vida.[p
95]
Dios reconoció la disposición de su corazón de buscarle, aun cuando no se comportara en
forma consecuente. Por eso, no le juzgó. Sin embargo, la experiencia debía servirle como recor-
datorio para el futuro. Además, Dios le prohibió que volviera a hacer alianzas con los impíos que
aborrecen a Dios.
¡PENSEMOS!
¡PENSEMOS!
9
La Historia se Repite
2 Crónicas 21–27
El ciclo empieza una vez más al término del mandato de Josafat. Su fidelidad a Jehová produ-
jo paz y prosperidad. Por lo tanto, su fama se extendió. Muchas naciones le honraron conforme a
lo que merece un gran rey. Un resultado de su fama fue la alianza que hizo con Israel, confirmada
por el matrimonio político de conveniencia entre su hijo y la hija de Acab y Jezabel.
Los efectos negativos que resultaron de esta relación familiar se observan a través del reinado
de Joram. Su esposa era hija de Acab y Jezabel en dos sentidos. Era su hija física, pero también
en el sentido espiritual; pues imitaba las costumbres religiosas de sus padres. Bajo la influencia
de ella, Joram abandonó su lealtad a Jehová y sirvió a los dioses paganos que Israel había acep-
tado. El autor afirma dos veces que él anduvo en el camino de los reyes de Israel. No seguía en
el camino de David, ni de Asa su abuelo, ni de Josafat su padre; parecía más hijo de Acab y Je-
zabel, quienes imitaban el camino de los canaanitas.[p 98]
JORAM ANDUVO EN EL CAMINO MALO
DE LOS REYES DE ISRAEL
POR HABERSE CASADO CON
UNA HIJA DE ACAB
JEZABEL REPRODUCIDA EN JUDA 21–23:15
El Reinado Malo de Joram Cap. 21
Además de su infidelidad a Jehová, se mostró infiel a su propia familia. Mandó matar a todos
sus hermanos a fin de que no le hicieran competencia para ocupar el trono (2l:l–6), pues parece
que había suficiente descontento para provocar un golpe de estado. Sin embargo, la eliminación
de sus hermanos sirvió para frenar el intento. Por causa de Su pacto con David, ni Jehová ni el
pueblo de Judá quisieron derrocarle (21:7).
El reinado malo de Joram debilitó la nación en cuanto a su fuerza militar también. Edom y Lib-
na se aprovecharon para rebelarse y librarse de su reino (21:8–10). Aun esta actividad militar se
presenta como el resultado de haber dejado a Jehová.
Motivado por la infidelidad de Joram y su influencia espiritual negativa sobre el pueblo de Dios.
Elías le escribió una carta prediciendo una plaga que afectaría a todo el pueblo y que él moriría
por una enfermedad violenta incurable de las entrañas que Dios le mandaría (21:11–15).
Además del cumplimiento de lo profetizado, Dios envió a los filisteos y árabes, quienes ataca-
ron y debilitaron el reino (21:16–18). En este triste estado, la historia de Joram termina. Cuando
murió, nadie lloró por su pérdida (21:19–20).[p 99]
¡PENSEMOS!
¡PENSEMOS!
¡PENSEMOS!
10
¿Tres Veces Vencido?
2 Crónicas 28–32
¿Hasta cuándo aprenderá un pueblo rebelde la importancia de reconocer la autoridad de Dios y some-
terse a El? ¿Será cierto el dicho: Tres veces vencido? Israel estaba listo para empezar el tercer ciclo na-
cional de bendición y juicio. Tenían que aprender que Dios exige fidelidad de Su pueblo. ¿Aprenderían
esta vez la lección que Dios les quería enseñar?
¡PENSEMOS!
Hubo gran alegría entre los asistentes; Dios les bendijo porque volvieron a buscarle (30:25–
27). Ninguno de los presentes había visto un evento semejante a éste en toda su vida, porque
desde los días de Salomón no se había realizado en una manera semejante a ésta.
DIOS MOSTRO SU MISERICORDIA
A TODOS LOS QUE PREPARARON
SU CORAZON PARA BUSCARLE
Contribuciones al Ministerio Sacerdotal 31:2–21
Ezequías y todo el pueblo, trajeron sus ofrendas para apoyar al ministerio sacerdotal. Las
ofrendas se acumularon de tal modo, que el sumo sacerdote afirmó que no sólo habían comido,
sino que se habían saciado y aún les había sobrado mucho (31:10). De esa manera se hizo sentir
la bendición de Dios hacia Su pueblo.
Su forma de tratar el asunto de las ofrendas era nada más un indicio de su actitud hacia Dios
en todas las áreas de la vida. En todo su mandato, ejecutó lo bueno, recto y verdadero delante de
Jehová y lo buscó de todo corazón. Por causa del entusiasmo de Ezequías a favor de Dios y de
su adoración, [p 111] Dios bendijo su reino y él gozó de gran prosperidad personal (31:20–21).
Invasión por Senaquerib 32:1–23
El reinado de Ezequías tuvo su momento crítico en relación con la historia de Israel. Los asi-
rios acababan de tomar cautivo a Israel, y debido al pecado de Judá durante el reinado de Acaz,
62
también estaban conquistando todas las ciudades de Judá. Sin embargo, las reformas bajo el li-
derazgo de Ezequías sirvieron para inclinar a Dios a volver a Su pueblo y restaurarles.
Senaquerib había sido el instrumento divino para juzgar al pueblo degenerado. Ahora, sin em-
bargo, Asiria se había enorgullecido y no tenían respeto a Jehová. Al mismo tiempo, Judá se
había arrepentido y había regresado a El.
En el reto que Asiria entregó al pueblo de Judá para obligarles a rendirse, hicieron una pre-
gunta clave: ¿Qué dios hubo de entre todos los dioses de aquellas naciones que destruyeron mis
padres, que pudiese salvar a su pueblo de mis manos? …si ningún dios de todas aquellas nacio-
nes y reinos pudo librar a su pueblo de mis manos, y de las manos de mis padres, ¿cuánto me-
nos vuestro Dios os podrá librar de mi mano? El problema fue que ellos se atrevieron a colocar a
Jehová al lado de los dioses paganos que son obra de manos humanas (32:9–19). Tendrían que
aprender que Jehová no es un dios más, hecho por hombres; estaban retando al Dios vivo, Crea-
dor del universo.
MAS FUERZA HABIA
CON ISRAEL QUE CON ASIRIA.
ASIRIA CONTABA
CON BRAZOS HUMANOS
ISRAEL CONTABA
CON LA AYUDA DE JEHOVA
[p 112]
Para demostrar quién es El, Dios mandó un ángel que mató a los principales líderes del ejérci-
to de Senaquerib (33:20–21). Senaquerib regresó a su tierra avergonzado e incrédulo, donde sus
propios hijos le mataron en el templo de su dios. Ese dios no era capaz de salvar a su siervo;
porque había sido hecho con manos humanas como todos los demás dioses paganos.
Una vez más, Dios había manifestado su fidelidad al pacto. Cuando el pueblo le obedece, El
siempre les bendice y les protege. También personalmente, Ezequías obtuvo beneficios por su
fidelidad a Dios. Recibió los regalos de otras naciones y gozó el respeto de todos (32:22–23).
Orgullo Producto de la Bendición 32:24–33
Además de la fama y prosperidad que gozaba, Ezequías recibió otra bendición más de Dios
en ese tiempo. Enfermó gravemente y al parecer iba a morir. Sin embargo, Dios le contestó la
oración y le sanó sobrenaturalmente. Esa señal divina debía haberle enseñado que aun su propia
vida era un regalo de Dios y que a El le debía todo (32:24).
Tristemente, en lugar de entender que debía ser dependiente de Dios en todo, su fama y
prosperidad sirvieron para despertar su orgullo. Empezó a sentirse seguro en cuanto a su propia
capacidad y dejó de dar a Dios toda la gloria por los triunfos alcanzados (32:25, 27–30). Cuando
llegaron enviados de Babilonia para averiguar cómo se había librado de Asiria, Ezequías les en-
señó las grandezas de su reino. Parece que de esta manera se estaba atribuyendo la victoria
(32:31; 2 Reyes 20:12–19). Por causa de su orgullo, Dios prometió destruir su reino.
Cuando Ezequías se dio cuenta de lo equivocado de su comportamiento, se humilló frente a
Dios. Al manifestar Ezequías y el pueblo su actitud de arrepentimiento, Dios les prometió que la
destrucción llegaría una generación después.[p 113]
En conclusión, el autor observa que la fidelidad de Ezequías a Dios resultó en bendición
abundante durante su reinado sobre Judá. Cuando murió, fue honrado por toda la nación (32:32–
33).
63
¡PENSEMOS!
11
Ultima Oportunidad
2 Crónicas 33–35
Las tres oportunidades que Dios dio a Su pueblo para probar la fidelidad de los reyes de Judá
no fueron suficientes. Se repitió el ciclo una vez más y les dio la cuarta y última, para que recono-
cieran su necesidad y dependencia de El. Dios en Su gran misericordia y paciencia, siguió espe-
rando a que el pueblo le buscara de todo corazón.
EL REINADO MALO DE MANASES 33:1–20
Imitación de las Religiones Paganas 33:1–9
Manasés ascendió al trono cuando tenía sólo doce años. Aunque Ezequías su padre, había
sido fiel a Jehová, Manasés eligió un camino distinto. El autor de Crónicas no dice que se com-
portó como los reyes de Israel, sino “conforme a las abominaciones de las naciones que Jehová
había echado de delante de los hijos de Israel”, es decir, en el camino de los canaanitas paganos
que constituían un insulto a Dios (33:1–2).[p 116]
El aceptó todos los ritos paganos de las naciones en derredor. Al leer la lista de costumbres
que practicaban, nos damos cuenta de que Manasés probó un poco de todo. En fin, que Manasés
introdujo más prácticas negativas para el pueblo de Dios que cualquier otro gobernante, aún que
los canaanitas (33:3–9).
Invasión de Asiria 33:10–11
Cuando Dios trató de hacerles volver del mal camino, no hicieron caso. Por eso, envió a Asiria
para atacar a Judá. Asiria les venció fácilmente y llevó cautivo a Manasés hasta Babilonia.
Arrepentimiento y Restauración 33:12–20
Desde el cautiverio, Manasés clamó al Señor y fue restaurado (33:12–13). Empezó a dirigir al
pueblo en la adoración a Jehová, reconociéandolo como el único Dios verdadero y les mandó a
servirle sólo a El.
El pueblo siguió adorando en los lugares altos, lo cual había sido prohibido. Los paganos ado-
raban en esos mismos lugares; pero el pueblo de Dios sólo debía haberle adorado en el templo,
donde había establecido Su nombre y donde residía en medio de Su pueblo. Al adorar en los lu-
gares altos, imitaban a los paganos. Sin embargo, es notable que habían empezado a adorar sólo
a Jehová, aun cuando fuera en una manera equivocada (33:14–17).
A pesar de su arrepentimiento y restauración al final de su reinado, la influencia global de Ma-
nasés sobre la nación fue negativa. Debilitó mucho el efecto de lo que Ezequías habiá logrado en
el pueblo (33:18–20).
EL REINADO MALO DE AMON 33:21–25
El daño permanente del reino de Manasés se hizo notar más que todo durante el mandato de
su hijo Amón. El no hizo caso a las lecciones que su padre había aprendido al final [p 117] de su
vida; volvió a la misma idolatría que Manasés le había enseñado al principio de su reinado y que
trató de eliminar al final.
Su reinado llegó a ser aún peor que el de su padre, pero nunca se arrepintió. Concluyó su vida
en un complot para matarle planeado por sus propios oficiales; una conclusión adecuada para un
rey que enseñó al pueblo de Dios a que le volviera la espalda.
65
EL FRUTO DURADERO
DE LA INFIDELIDAD DE MANASES
SE REPRODUCE
EN LA VIDA DE SU HIJO
¡PENSEMOS!
¡PENSEMOS!
12 [p 121]
¡Cuesta Abajo!
2 Crónicas 36
Después de la campaña reformista que Josías dirigió, ningún otro líder político se interesó en
la condición espiritual del pueblo ni en la fidelidad personal a Dios. Aunque Josías se había dedi-
cado a luchar por el estado espiritual de ellos, parece que su esfuerzo fue únicamente suyo. Los
demás se interesaron más por complacerlo que por propia convicción.
Tal vez el comentario más triste al respecto, sea que Josías nunca logró que sus propios hijos
se convenciera de la importancia de su campaña reformista. El autor de Crónicas hace referencia
breve a los últimos cuatro reyes de Judá. Tres de los cuatro fueron hijos de Josías, mientras que
el cuarto fue su nieto. Ninguno se interesó en ser fiel a Jehová, ni en mejorar la condición espiri-
tual del pueblo.
Las cosas siguieron de mal en peor. El pueblo se degeneraba cada vez más, mientras se
acercaba al juicio del cautiverio. El proceso ya era irreversible. Dios tuvo que mandar a los babi-
lonios para hacerles entender la importancia de la fidelidad y de entregarse a servirle sólo a El.
[p 122] LOS ULTIMOS REYES MALOS 36:1–14
El Reinado Malo de Joacaz 36:1–4
Después de la muerte de Josías, la degeneración de Judá empeoró rápidamente. Uno de los
hijos de Josías, Joacaz, fue designado rey por el pueblo. Sin embargo, sólo reinó tres meses an-
tes de ser quitado por el rey de Egipto.
Egipto fue responsable por la muerte de Josías cuando trató de parar a las fuerzas del Faraón
Necao, quien iba hacia el norte para pelear a favor de Asiria en su lucha contra Babilonia. El con-
flicto con Josías le atrasó lo suficiente para que Necao llegara demasiado tarde para ayudar a
Asiria. Así que, tres meses más tarde regresó a su país en 609 a.C.
Para demostrar su autoridad sobre Israel por causa de su victoria anterior y para asegurar la
lealtad del rey de Judá, Necao quitó a Joacaz y designó como rey a su hermano Joacim. De esta
manera, Joacim se dio cuenta de que debía su privilegio de ser rey a la bondad de Necao, y por
eso, debía serle incondicional. A la vez, Necao impuso un tributo de cien talentos de plata y uno
de oro y llevó a Joacaz cautivo a Egipto. Este acto también serviría como advertencia a Joacim de
la importancia de la lealtad.
El Reinado Malo de Joacim 36:5–8
El rey de Egipto colocó a Joacim, hermano mayor de Joacaz, sobre el trono en 609. Sin em-
bargo, a excepción del tributo cobrado, no interfería en los asuntos internos de Judá. Pocos años
después, Nabucodonosor invadió y añadió al imperio babilónico todos los países de la región. La
muerte de su padre en Babilonia requirió que saliera para asumir el trono en 605. Por este motivo,
tampoco él se interesó mucho en los asuntos internos del país.
2 Reyes 24 y la historia de esa época añaden algunos detalles que no se incluyen en Cróni-
cas. Nabucodonosor regresó en 601 para tratar de tomar control de Egipto y los otros países de la
región. Aunque no pudo vencer a Egipto, se [p 123] estableció un pacto que dejó a Judá como
tributario de Babilonia y a Joacim como siervo suyo.
Al poco tiempo las naciones vecinas convencieron a Joacim que se rebelara contra Babilonia.
Por causa de ese movimiento de independencia regional, Nabucodonosor regresó en 598 para
vencer a Egipto y tomar control absolute del área. Así que, después de once años de desobe-
diencia a Dios y rebeldía contra Nabucodonosor, Joacim fue llevado cautivo.
68
Se llevaron también los utensilios de la casa de Jehová y los colocaron en su templo en Babi-
lonia. Obviamente, si pudieron entrar al templo para sacarlos, la gloria de Dios ya había salido, de
acuerdo con lo que Ezequiel profetizó (Ezequiel 10).
El Reinado Malo de Joaquín 36:9–10
Joaquín sólo reinó tres meses antes de ser quitado y llevado cautivo a Babilonia por todo lo
malo que hizo delante de Jehová. El fue el rey sobreviviente en Babilonia. Parece que el autor de
Crónicas, al igual que Jeremías (52:31–34), y el autor de 2 Reyes (25:27–30) consideraba que
Joaquín quedó con todos los derechos al trono de Judá; hace énfasis en sus descendientes como
herederos de David (1 Crónicas 3:15–24, donde se incluye bajo su otro nombre, Jeconías).
El Reinado Malo de Sedequías 36:11–14
Sedequías fue colocado en el trono por Nabucodonosor, en lugar de Joaquín. Aunque se le
describe como hermano de Joaquín, en realidad era su tío (2 Reyes 24:17). Se emplea hermano
en el sentido general de la palabra, que lo presenta más bien como familiar de él.
Sedequías fue infiel tanto delante de Dios como delante de Nabucodonosor. Parece que el au-
tor quiere demostrar que el carácter de estos últimos reyes de Judá no eran dignos de confianza.
Nadie podía creer en ellos. Nunca fueron fieles, ni en su relación con Jehová, ni en cuanto a los
pactos que hicieron con otras naciones.[p 124]
El rey y la nación juntamente con él, siguieron siendo cada vez más infieles y perversos. Dios
les mandó al profeta Jeremías para advertirles del castigo que venía de Jehová, pero se rehusa-
ron a hacerle caso. Endurecieron su corazóa para no volverse a El. El pueblo entero, siguiendo el
ejemplo de sus líderes, imitaban las abominaciones paganas de las otras naciones y contamina-
ron el templo de Dios, Por eso, Dios permitió que Nabucodonosor destruyera Jerusalén y llevara
cautivo al pueblo.
El resumen del reino de Sedequías sirve para describir las actitudes y el comportamiento de
estos cuatro últimos reyes:
* Hicieron lo malo ante los ojos de Jehová.
* No se humillaron delante de El.
* Se endurecieron para no volverse a Jehová.
* Aumentaron la iniquidad.
* Siguieron las abominaciones de las naciones paganas.
* Contaminaron la casa de Jehová.
Por lo tanto, Dios mandó a los babilonios para enseñarles que no podían jugar así con El y
quedar sin castigo. Tendrían que pasar setenta años en cautiverio para que tuvieran tiempo de
contemplar las consecuencias de su rebelión.
¡PENSEMOS!
¡PENSEMOS!