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Henry Fayol, suele ser recordado como el fundador de la escuela clásica de la

administración, no porque fuera el primero en estudiar el comportamiento gerencial, sino


porque fue el primero en sistematizarlo. Fayol pensaba que las prácticas administrativas
acertadas siguen ciertos patrones, los cuales se pueden identificar y analizar. A partir de
esta premisa básica, trazó el proyecto de una doctrina congruente de la administración, la
cual sigue conservando mucha de su fuerza hasta la fecha.

La teoría clásica de la administración se distinguió por su enfoque sistémico integral, es


decir, sus estudios abarcaron todas las esferas de una empresa, ya que para Fayol era
importante tanto vender como producir, financiarse como asegurarse los bienes de una
empresa.

La teoría clásica fue producto de la necesidad de crear una doctrina científica de la


administración con el fin de estructurar un conocimiento, una ciencia sólida para ser
enseñada más tarde en todos los niveles de la educación. Se necesitaban jefes en las
empresas, pero jefes que realmente asimilaran las responsabilidades de un grupo de
trabajadores, jefes que supieran dirigir al igual que planear sus actividades, jefes con una
gran soporte de conocimientos tanto de su área como de la práctica administrativa y que a
la vez contaran con juicios y conductas dignas de una autoridad.

La teoría clásica se centraba en definir la estructura para garantizar la eficiencia en todas


las partes involucradas, sean éstas órganos (secciones, departamentos) o personas
(ocupantes de cargos y ejecutantes de tareas).

La tarea administrativa no debe ser una carga para las autoridades, sino más bien una
responsabilidad compartida con los subordinados. Fayol creo escenarios propicios para la
eficiencia administrativa y, por consiguiente, para la generación de utilidades para la
empresa. Estos escenarios estuvieron respaldados por un instrumento de investigación y
aplicación de la práctica administrativa llamado proceso administrativo.

Fayol enfatizaba la importancia de su doctrina administrativa calificándola no como un


privilegio exclusivo ni una carga personal del jefe o de los directivos de la empresa, sino
como una función que se reparte, como las otras funciones esenciales, entre la cabeza y
los miembros del cuerpo social. Sus principios marcan no sólo un concepto de humanismo
y de coordinación de recursos en la organización y, sobre todo, un concepto de
universalidad en su implantación.
Fayol identifica seis grupos de actividades básicas que se llevan a cabo en las empresas
industriales:

funciones técnicas, relacionadas con la producción de los bienes;

funciones comerciales, que involucran a las operaciones de compra, venta y cambios de


los productos.

Funciones financieras, que abarcan a las operaciones que se efectúan para obtener
recursos financieros y la forma de aplicarlos o invertirlos.

Funciones de seguridad, relacionados con la protección de los bienes y las personas

Funciones contables, que comprenden la realización de inventarios, registros, balances,


costos y estadísticas;

Funciones administrativas, son las que realizan todos los jefes al desempeñar cualquiera
de las otras cinco funciones señaladas.

Establece catorce principios de la administración (verdades fundamentales o universales)


que podrían enseñarse en escuelas y universidades. Estos principios son:

1. División del trabajo. La especialización incrementa la producción al hacer más


eficientes a los empleados.
2. Autoridad. Los gerentes deben ser capaces de dar órdenes. La autoridad les da este
derecho. Junto con la autoridad, sin embargo, viene la responsabilidad. Cuando se
ejerce la autoridad, surge la responsabilidad.
3. Disciplina. Los empleados deben obedecer y respetar las reglas que gobiernan la
organización. Una buena disciplina es resultado de un liderazgo efectivo, un claro
entendimiento entre la gerencia y la fuerza de trabajo en relación con las reglas de
la organización y la aplicación prudente de castigos por infracciones a las reglas.
4. Unidad de mando. Cada empleado debe recibir órdenes de un solo supervisor.
5. Unidad de dirección. Cada grupo de actividades organizaciones que tienen el mismo
objetivo debe ser dirigido por un solo gerente, utilizando un plan único.
6. Subordinación de intereses individuales al interés general. Los intereses de un
empleado o un grupo de empleados en lo individual no deben prevalecer sobre los
intereses de la organización como un todo.
7. Remuneración. Los trabajadores deben recibir un salario justo por sus servicios.
8. Centralización. Se refiere al grado en el que los subordinados participan en la toma
de decisiones. El que la toma de decisiones esté centralizada o descentralizada es
una cuestión de proporción adecuada. La tarea consiste en encontrar el grado de
centralización óptima para cada situación.
9. Cadena de mando. La línea de autoridad desde la alta gerencia hasta los rangos
más bajos representa la cadena de mando. Las comunicaciones deben seguir esta
cadena. Sin embargo, si seguir la cadena ocasiona demoras, pueden permitirse
comunicaciones cruzadas si las partes está de acuerdo, y la gerencia y supervisión
están enteradas.
10. Orden. Las personas y los materiales deben estar en el lugar indicado en el
momento preciso.
11. Equidad. Los gerentes deben ser amables y justos con sus subordinados.
12. Estabilidad del personal. Una alta rotación de personal denota ineficiencia. La
gerencia debe proporcionar una ordenada planificación de personal y asegurarse
de que se tengan los remplazos necesarios para llenar vacantes.
13. Iniciativa. Los empleados a los que se permita generar y desarrollar planes
emplearán altos niveles de esfuerzo.
14. Espíritu de grupo. Promover el espíritu de equipo dará armonía y unidad dentro de
la organización.

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