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Resumen ejecutivo
1
Indice de contenidos
Presentación _____________________________________________________________________________________ 3
1.Introducción ___________________________________________________________________________________ 4
2. Pobreza y exclusión social: barreras estructurales para el desarrollo rural
centroamericano________________________________________________________________________________ 8
2.1 Pobreza rural es extendida y crónica en la región _________________________________________ 8
2.2 Diferenciación entre países y territorios: Apuestas de desarrollo no reducen
significativamente pobreza y exclusión social _________________________________________________ 13
2.3 Territorios rurales: escenarios de amplia heterogeneidad_____________________________ 16
3. Análisis de los principales de los determinantes de la pobreza ___________________ 21
3.1 Bajos niveles educativos afectan especialmente a la población rural ________________ 22
3.2 Desnutrición infantil crónica y poco acceso los servicios de salud ____________________ 24
3.3 Precariedad laboral y bajos niveles de productividad ___________________________________ 27
3.4 Manejo inadecuado de los recursos naturales incrementa el riesgo a la pobreza _ 30
3.5 Alta desigualdad de ingresos y en el acceso a los activos productivos _______________ 32
3.6 Acceso inequitativo de las mujeres al mercado laboral y a los activos productivos36
3.7 Sistemas políticamente bloqueados para favorecer acciones redistributivas ______ 40
4. Orientaciones generales para la reducción de la pobreza rural en
Centroamérica: insumos para un debate sobre políticas públicas __________________ 44
4.1. Condiciones necesarias para la reducción de la pobreza _______________________________ 45
4.2 Fortalecimiento de la institucionalidad para potenciar la acción regional _________ 46
4.3 Posibles intervenciones en los países y los territorios rurales _________________________ 48
La provisión de servicios sociales universales ________________________________________________________50
Infraestructura y comunicación ________________________________________________________________________51
Agua y sostenibilidad ___________________________________________________________________________________51
Servicios de apoyo a los negocios rurales _____________________________________________________________52
Incentivos a la producción rural________________________________________________________________________54
Agroindustrias rurales con identidad local ____________________________________________________________55
Inocuidad en los alimentos para la población rural ___________________________________________________55
4.4 Conclusiones y reflexiones finales____________________________________________________________ 55
Bibliografía _____________________________________________________________________________________ 60
2
Presentación
Este documento es una síntesis e interpretación estratégica de los hallazgos del
proyecto de investigación “Determinantes de la Pobreza Rural en Centroamérica:
desafíos y oportunidades para la acción” ejecutado por el Proyecto Estado de la
Región a solicitud de la Unidad Regional de Asistencia Técnica (RUTA) con el
apoyo del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y la Organización de
las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) durante el
segundo semestre del 2010 y el primer semestre del 2011, en el marco del
proceso de elaboración del Cuarto Informe Estado de la Región en Desarrollo
Humano Sostenible (Programa Estado de la Nación, 2011). El propósito principal
del proyecto fue brindar bases técnicas para apoyar la formulación de estrategias
productivas y de desarrollo económico local para la superación de la pobreza rural
en Centroamérica. Más allá de dimensionar la magnitud y la evolución reciente de
la incidencia de la pobreza en la población rural, se buscó tener un mejor
conocimiento de los factores determinantes de esa situación y un perfil de los
pobres rurales.
Las preguntas que orientaron el proceso de investigación fueron las siguientes:
¿Qué características y transformaciones del desarrollo rural reciente explican la
persistencia de la pobreza y la exclusión de importantes sectores de la población
rural en Centroamérica?
¿Cuáles son los principales factores que pueden ampliar o negar oportunidades a
la población pobre rural?
¿Qué aspectos deben considerarse de parte de los gobiernos para definir y poner
en práctica las medidas necesarias para ampliar las oportunidades de la
población rural?
El documento no es un resumen de los informes de investigación de base 1 (ver
anexo), sino una selección de argumentos y evidencia para conocer mejor las
causas y características de la pobreza rural. No es un análisis de políticas, busca
más bien proveer insumos técnicos para fomentar procesos de diálogo que
permitan avanzar hacia el diseño y ejecución de intervenciones distintas y con
enfoque de largo plazo para la reducción de la pobreza y la exclusión social en
Centroamérica.
En algunos temas la escasa disponibilidad de información desagregada a nivel
territorial y para grupos de población limitó sensiblemente el alcance del análisis,
lo que obligó a plantearse objetivos más modestos y en algunos temas, llamar la
atención sobre el carácter exploratorio de las investigaciones.
El texto se organiza en cinco secciones principales además de esta presentación.
Una introducción que presenta el tema y su importancia para la región. La
segunda sección describe las dimensiones que adquieren el problema de la
pobreza y la exclusión social y el desarrollo diferenciado que se presenta entre los
distintos países y a su interior en los territorios rurales. En la tercera sección se
presenta un análisis de los principales determinantes que explican la persistencia
1
Los documentos completos generados en el marco de este proyecto pueden ser consultados en
los sitios del Estado de la Región y RUTA.
3
de esta problemática, precisando sus principales características. La cuarta ofrece
elementos para orientar el diseño de propuestas con sentido estratégico y
tomando en cuenta buenas prácticas regionales desarrollas en los últimos años.
En este apartado se llama la atención sobre el hecho de que hacer “más de lo
mismo” impedirá ampliar las oportunidades de la población pobre rural. La última
parte es de anexos.
Este texto fue preparado por Isabel Román Vega y Alberto Mora Román. En su
elaboración resultaron muy valiosos los comentarios y sugerencias de Miguel
Gómez y Carmen Eugenia Morales de RUTA. Igualmente orientadores fueron las
observaciones de un destacado grupo de expertos y académicos vinculados con
los temas de pobreza y desarrollo rural en Centroamérica, a ellos también el
reconocimiento y gratitud2.
1. Introducción
La pobreza y la exclusión social en Centroamérica constituyen hoy por hoy dos de
los principales limitantes del desarrollo regional por las magnitudes que han
alcanzado y las características que presentan. Se trata de una problemática no
resuelta que se caracteriza por tener una profunda base rural al afectar con mayor
severidad a los pobladores de esos territorios quienes experimentan elevados
grados de privaciones.
Este informe ofrece al lector en primer lugar, información que deja en evidencia la
magnitud y las tendencias actuales de esta grave situación en Centroamérica. En
segundo lugar, indaga sobre sus principales determinantes. Aunque existen
diversas definiciones sobre qué es un determinante3, para los efectos de este
documento se optó por una acepción cualitativa que se refiere a “aquellos
aspectos o factores económicos, sociales y político institucionales que tienen un
peso significativo y categórico a la hora de explicar la persistencia de estos
problemas en el tiempo y cuya superación implica cambios profundos en la
distribución de los activos y las relaciones de poder en la región” (Programa
Estado de la Nación y RUTA, 2011).
La tarea no fue fácil, especialmente por la falta de información actualizada y
desagregada a nivel territorial (zonas rurales y a nivel municipal) y para grupos
específicos de población (mujeres, indígenas, jóvenes), así como la falta de
estadísticas comparables entre los países4 y limitaciones para el acceso a ella.
2
Realizaron una lectura crítica y enviaron comentarios sobre el borrador de este documento: Amy
Angel, Ana Victoria Pelaez, Carmelo Gallardo, Ricardo Rapallo, Carolina Avalos, Francisco José
Pérez, Franklin Charpentier, Jorge León, Juan Diego Trejos, Sergio Faiguenbaum y Francisca
Nahmías.
3
De acuerdo con la Real Academia de la Lengua Española, un determinante es un factor que “fija
los términos de algo”. En matemáticas un determinante es determinante es una forma multilineal
alternada de un conjunto de vectores o de una matriz. Los determinantes en salud se entienden
como las condiciones sociales en que las personas viven y trabajan, que impactan sobre la salud,
por lo tanto se refieren tanto al contexto social como a los procesos mediante los cuales las
condiciones sociales se traducen en consecuencias para la salud. En economía el análisis de
determinantes se refiere a modelos cuantitativos que permiten analizar fenómenos como la
demanda y oferta en un mercado y su elasticidad.
4
En algunos casos el alcance del análisis fue afectado por la desactualización de los datos o el
acceso a ellos, tal fue el caso de Guatemala y Nicaragua, dos de los países más pobres de
4
Los vacíos y dificultades para tener acceso a información actualizada y
comparable fueron aún mayores en el caso de Belice, razón por la cual el análisis
de este país en el marco de este proyecto fue limitado. Una situación que obligó a
replantear la investigación con un carácter exploratorio en algunos temas. Es
oportuno llamar la atención sobre la oportunidad que brinda la disponibilidad de
información censal reciente para conocer con mayor detalle y profundidad las
características y transformaciones del medio rural. Ello debería alimentar las
agendas de las universidades y centros de investigación independientes para
ampliar los umbrales de conocimiento que este proyecto aporta. No menos
importante es mejorar la calidad y disponibilidad de información y registros
administrativos desagregados territorialmente por parte de las instituciones
públicas como insumo fundamental para el diseño de programas y políticas y su
seguimiento y evaluación oportunamente.
Para analizar la información y llegar a relevar los principales determinantes se
trabajó a partir de varias premisas. La primera premisa, reconoce la pobreza y la
exclusión social como fenómenos multi-causales en los que intervienen no solo
aspectos de orden económico sino también aspectos sociales, culturales5,
políticos e institucionales.
La segunda premisa establece una distinción conceptual entre los conceptos de
pobreza y exclusión social. Por lo general el primer concepto se emplea
generalmente para describir las carencias materiales extremas que sufren las
personas y los hogares6. El concepto de exclusión refiere a una condición en la
que las personas tienen una nula o precaria inserción en los mercados de trabajo
y no pueden ejercer los derechos sociales que constitucional o legalmente les han
sido reconocidos. Esta incapacidad de ejercer los derechos indica que, en la
práctica, las personas no gozan del estatus de ciudadanía social (Pérez-Sáinz et
al., 2010; Marshall, 1998). La exclusión, como modalidad de desigualdad social7,
refleja un doble y simultáneo abandono, del mercado y el Estado, que genera
condiciones de vida paupérrimas para quienes la padecen.
Centroamérica en los cuales las últimas mediciones de la pobreza fueron realizadas en los años
2005 y 2006, respectivamente. En Nicaragua, FIDEG hizo una medición en el 2009, la cual no es
comparable con las cifras oficiales del 2005.
5
En algunos territorios rurales la población afrocaribeña e indígena enfrenta barreras culturales
que en algunos casos impiden su integración y comunicación con otros grupos de población rural y
urbana. Ello tiene implicaciones en términos del ejercicio efectivo de libertades y derechos y en
sus dinámicas de interacción con las instituciones e incidencia en la vida pública y el Estado.
6
Se establece línea de pobreza entendida como carencias y necesidades básicas insatisfechas
respecto un determinado estándar de bienestar (canasta básica de alimentos y servicios). Las
personas u hogares que se ubican por debajo de esa línea son pobres y no pueden integrarse
plenamente a la sociedad.
7
Por desigualdad [inequidad] social se entiende las diferencias en la distribución de recursos
socialmente valiosas que cumplen tres requisitos. El primero es que se originen en situaciones
independientes de la capacidad e inteligencia de las personas, es decir, que sean sistemáticas y
las afecten en virtud de su pertenencia a un grupo social determinado. El segundo requisito es que
prevalezcan a lo largo del tiempo debido a la existencia de condiciones sociales de partida que
dan ventajas y desventajas inmerecidas a unos u otros. Finalmente, que las diferencias sean de
una magnitud tal que superarlas o incluso disminuirlos sea poco probable para un conjunto de
personas pertenecientes al grupo social en desventaja, pese a sus esfuerzos, si no es mediante la
intervención pública.
5
La exclusión social es un concepto y, a la vez, una perspectiva para estudiar las
privaciones humanas resultantes de desigualdades extremas. Comparte con el
concepto de pobreza un mismo objeto de análisis, las privaciones humanas, pero
su alcance y sus métodos de medición son distintos. En el caso de la pobreza, el
interés se centra en determinar la magnitud, intensidad y severidad de las
privaciones. En el caso de la exclusión, el foco no son las privaciones en sí
mismas, sino los factores inmediatos que las producen. Esto implica reconocer
que los factores determinantes de los procesos de exclusión deben ser analizados
desde una perspectiva que remite a la distribución de los recursos en la sociedad
y no solamente a un problema de “integración deficitaria”.
Los hogares “excluidos” se caracterizan por subsistir en condiciones paupérrimas,
con accesos nulos o precarios a los mercados de trabajo; con pocos activos e
ingresos insuficientes lo que limita su capacidad de consumo de alimentos y los
expone a la sub-nutrición; con bajísimos niveles de instrucción pública que les
impide a ellos y a sus hijos optar por mejores trabajos, y cuyo bajo acceso a la
seguridad social incrementa su elevado y crónico riesgo de muerte prematura, así
como otras amenazas a su integridad física, exiguos patrimonios y vulnerabilidad
por razones de orden ambiental (Programa Estado de la Nación, 2011). Son
hogares que han sido doble y simultáneamente abandonados por el mercado y
por el Estado, con situaciones de vida en las que las personas carecen de manera
crónica de cualquier capacidad para influir individual u organizadamente en los
mercados de trabajo y en la provisión de los bienes públicos. Dicha incapacidad
es un resultado de desigualdades extremas de poder no sólo entre individuos sino
también entre pares de grupos categóricos (de género, etnia, edad, territorialidad)
y entre clases sociales (Programa Estado de la Nación, 2010).
La tercera y última premisa que se consideró fue la importancia de analizar el
tema de la pobreza y la exclusión social reconociendo las diferencias entre los
países y la heterogeneidad de los territorios rurales. A ello se une el hecho de que
existen diversas nociones sobre “lo rural” (ver sección 2.4) que limitan la
comparabilidad de la información y los análisis 8. Un asunto relevante no solo
porque implica entender las especificidades del estilo de desarrollo que han
seguido los países y los cambios y procesos que en ese marco han
experimentado los pobladores de los distintos territorios rurales, sino también
porque evita llegar a sugerir la aplicación de políticas homogéneas, alejadas de
las necesidades particulares de esos pobladores en cada país y cada territorio, un
tema sobre el cual se ha insistido mucho desde el enfoque del desarrollo rural
territorial9.
8
Para los efectos de este documento se utilizó las definiciones de rural y urbano de cada una de
las fuentes de información. No se realizaron ajustes ni estandarizaciones de los datos para ser
fieles a los datos reportados por las fuentes originales.
9
Desde este enfoque la una noción de territorio transciende lo espacial, al considerarlo un
producto social e histórico- lo que le confiere un tejido social único- dotado de una determinada
base de recursos naturales, de ciertas formas de producción, consumo e intercambio y de una red
de instituciones y formas de organización que se encargan de darle cohesión al resto de los
elementos (Sepúlveda et al, 2003) Con base en esta perspectiva la Estrategia Centroamericana de
Desarrollo Rural Territorial (ECADERT-2010) plantea el desarrollo rural territorial como un proceso
de transformación paralelo y entrelazado de las dimensiones económica, institucional, social,
cultural y ambiental de los territorios rurales, en función de políticas públicas concertadas y del
6
Ello implica una mayor asignación de recursos a las instituciones que promueven
políticas sociales universales (salud y educación) y las que se orientan a la
promoción del desarrollo rural y el agrícola10, así como mayores grados de
articulación social, fiscal, financiera y productiva entre y al interior de las distintas
actividades económicas y entre los diversos sectores sociales en los territorios
rurales y entre éstos y los urbanos y el mercado internacional. Un elemento clave
para garantizar la pertinencia y sostenibilidad de las intervenciones y su impacto
en la reducción de la pobreza y exclusión social de los territorios rurales es la
participación y dinamismo de la población rural en el diseño, ejecución,
seguimiento y evaluación de las intervenciones. Ello junto con la promoción y
fortalecimiento de mayores grados de asociatividad en los territorios rurales son
valiosos recursos para empoderar a los pobladores rurales en términos
económicos, sociales y políticos.
7
2. Pobreza y exclusión social: barreras estructurales para el
desarrollo rural centroamericano
2.1 Pobreza rural es extendida y crónica en la región
La pobreza en Centroamérica es extendida y severa, particularmente en las zonas
rurales. Cerca de 20 de los 42 millones de habitantes de la región se encuentran
en esta condición, 8 millones de ellos son indigentes (pobreza extrema). De
acuerdo con las estimaciones de pobreza para el año 2009 (o el año más cercano
disponible), la incidencia de la pobreza en Centroamérica a nivel regional fue de
47% en la pobreza general y 18,6% en la extrema (Sauma, 2011).
A pesar de lo elevado de las magnitudes, en el largo plazo se ha reducido la
magnitud de este fenómeno respecto a 1990 y 2003, cuando los niveles eran de
59,8% y 50,8% respectivamente en el caso de la pobreza general, y 27,3% y 23%
en la pobreza extrema. Es importante destacar que este resultado a nivel
centroamericano es similar al que presenta la región latinoamericana en su
conjunto. CEPAL (2009a) destaca que luego de ubicarse en 48,3% en 1990 (con
un fuerte aumento respecto al inicio de la década de los años ochenta como
resultado de la crisis económica de esos años), la incidencia de la pobreza en la
población de América Latina se redujo a 44% en el 2002, y a 33% en el 2008.
Esta notable reducción en la pobreza se da en un período, 2003-2007, de fuerte y
sostenido crecimiento de la producción y el empleo, así como de bonanza fiscal,
con un entorno internacional favorable.
Este panorama oculta situaciones muy distintas entre los países y a lo interno de
ellos. La incidencia de la pobreza total en los territorios rurales es más de treinta
puntos porcentuales superior a las zonas urbanas, tal como sucede en Guatemala
y Nicaragua, y la mayor parte de los pobres extremos son rurales. El caso más
dramático es Honduras, país en el que la incidencia de la pobreza extrema en el
2010 fue 30,8% mayor en las zonas rurales que en las zonas urbanas. Aunque la
mayor parte de los países de América Latina muestran este mismo
comportamiento, la magnitud de la incidencia de la pobreza rural y la brecha rural-
urbana es mucho menor que en los países centroamericanos, excepto en el caso
de Bolivia (cuadro 1). De acuerdo con la CEPAL (2011a) en el 2010 la incidencia
de la pobreza a nivel regional fue 31,4%, 12,4% menos que en 1999, pero en las
zonas rurales asciende a 52,6%. Pese a que durante el periodo 1999-2010 la
pobreza total y por zona disminuyó, las brechas se mantuvieron relativamente
estables: nacional-zona rural, entre 20 y 21% y zona rural-zona urbana, entre 26 y
27%.
Las encuestas de hogares presentan deficiencias importantes de información con
respecto a la incidencia de la pobreza en la población indígena, a lo que se
agregan diferencias en los principales criterios utilizados para indagar el origen
étnico de la población en los países (autoidentificación, lengua hablada en el
hogar, lengua materna) lo que limita las comparaciones internacionales, lo que
debería motivar acciones para superarlas por parte de las instituciones
responsables de la aplicación de las encuestas en los países. Pese a ello, León
(2008) señala que la población indígena de más bajos niveles de educación e
ingreso, tiende a concentrarse en zonas rurales. De este modo, las disparidades
8
urbano-rurales de pobreza reflejan el efecto combinado de la localización
geográfica, el origen étnico y la pertenencia al estrato socioeconómico bajo.
Un rasgo distintivo de la evolución de la pobreza en el Istmo es que durante la
primera década del siglo XXI la magnitud de la reducción en la incidencia de los
países centroamericanos fue mayor a la que, a nivel regional, tuvo América
Latina, particularmente la pobreza extrema en las zonas rurales. En Guatemala,
Honduras, El Salvador y Nicaragua la pobreza extrema disminuyó entre 1,7% y
11,1% más que la pobreza total. La reducción fue aún mayor en las zonas rurales
de Nicaragua, Guatemala y El Salvador, en donde la caída en la incidencia de la
pobreza extrema fue 39,3%, 16,5% y 9,8%, respectivamente.
Cuadro 1. Centroamérica. Incidencia de la pobreza según zona de residencia para
el inicio y final de la década según país y comparación con algunos países de
América Latina y el promedio regional. Circa 2000 y 2010
Pobreza Pobreza extrema
País o región Año Total Urbano Rural Total Urbano Rural
1999 20,3 18,7 22,3 7,8 5,4 9,8
Costa Rica
2010 18,5 24,5 20,8 6,8 4,8 9,9
2001 48,9 47,7 62,4 22,1 14,3 33,3
El Salvador
2010 46,6 41,1 55,8 16,7 12,7 23,5
2002 60,2 45,3 68,0 30,9 18,1 37,6
Guatemala
2011 53,7 35,0 71,4 13,3 5,1 21,1
1999 79,7 71,7 86,3 56,8 42,9 68,0
Honduras
2010 67,4 56,3 76,5 42,8 26,0 56,8
2001 69,4 63,9 77,1 42,5 33,5 55,2
Nicaragua
2010 44,5 28,9 62,8 9,0 3,1 15,9
2002 36,9 26,2 54,6 18,6 9,0 34,6
Panamá
2010 25,8 15,1 44,8 12,6 4,7 26,6
1999 60,6 48,7 80,7 36,4 19,8 64,6
Bolivia
2007 54,0 42,4 75,8 31,2 16,2 59,0
2001 37,5 34,1 55,2 13,2 10,4 28,0
Brasil
2009 24,9 22,1 39,3 7,0 5,5 15,2
2000 20,2 19,7 23,7 5,6 5,1 8,4
Chile
2009 11,5 11,7 10,4 3,6 3,5 4,4
2000 41,1 32,3 54,7 15,2 6,6 28,5
México
2010 36,3 32,3 42,9 13,3 8,5 21,3
América 1999 43,8 37,1 64,1 18,6 12,0 38,7
Latina 2010 31,4 26,0 52,6 12,3 30,0
Notas: El dato para América Latina es una estimación basada en 19 países: Argentina, Estado
Plurinacional de Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala,
Haití, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Bolivariana de
Venezuela y República Dominicana.
Fuente: elaboración propia con base en Cepal, 2011a, Guatemala 2011 de la ENCOVI 2001, y
Nicaragua 2010 de encuesta FIDEG 2010.
9
sectores sociales tengan un acceso muy limitado a los servicios estatales y
dificultades para acceder en mejores condiciones al mercado laboral.
La situación de exclusión social11 es un desastre humano por cuanto se trata de
personas y hogares que han sido abandonados, doblemente, por el mercado y
por el Estado. En consecuencia, sus condiciones de vida son crónicamente
paupérrimas y sus vidas, y las de sus seres queridos, están siempre asechadas
por amenazas de todo tipo, la mayoría prevenibles si tuvieran un mínimo acceso a
empleos y servicios sociales de cierta calidad. Infortunadamente, en
Centroamérica este desastre es de grandes proporciones y una característica
histórica de las sociedades. En la última década la magnitud de la exclusión en
términos absolutos se ha resistido a ceder, pese al crecimiento económico
experimentado y a los indudables avances relativos que, en promedio, muestran
los indicadores sociales en todos los países, lo que deja en evidencia que vastos
segmentos de la población no han participado de ese progreso.
La exclusión social en la región afecta al 40% de la población rural mientras que
en las zonas urbanas es tan solo del 10%, con diferencias importantes entre los
países: la exclusión es claramente menor en los países del sur del Istmo y mayor
en los países del centro y norte de la región donde habita el 80% de la población,
los que tienen menores logros en desarrollo humano y en donde entre 4 y 5 de
cada 10 hogares excluidos (cuadro 2).
Cuadro 2. Centroamérica: Distribución de los hogares por nivel de exclusión social
según país y año. 2001, circa 2005 y circa 2009.12
País 2001 2005 2009
Costa Rica 11,3 10,3 10,0
El Salvador 40,1 42,2 39,8
Guatemala 38,7 41,6
Honduras 48,3 48,9 48,5
Nicaragua 44,8 35,6
Panamá 30,0 29,8 29,1
11
El concepto de exclusión social es muy amplio, pues hay múltiples modalidades de inserción
laboral precaria y muchos derechos sociales constitucionalmente reconocidos. Desde el punto de
vista práctico, se entenderá que viven en exclusión social las personas que, por una parte, tienen
una inserción laboral precarizada o no pueden insertarse, aunque quieran, en el mercado de
trabajo y, por otra, carecen de acceso a servicios de protección social y cuentan con mínimas
credenciales educativas, lo que indica que no fueron o muy pronto abandonaron el sistema
educativo. De esta manera en un hogar socialmente excluido, sus miembros (todos o casi todos)
viven en forma simultánea las siguientes situaciones: a) Están en edad de trabajar pero se
encuentran desempleadas o tienen empleos que no cumplen ningún estándar laboral. b) Trabajan
de manera independiente pero no reciben una remuneración o, si tienen una microempresa, no
poseen capacidad para contratar a un trabajador. c) Cuya edad o condición les impide trabajar, no
reciben ayudas estatales o privadas. d) Tienen bajas credenciales educativas (ningún nivel
cursado de escuela, o bien escuela primaria apenas completada o sin completar). ó e) Tienen
poco o nulo acceso a la seguridad social, es decir, a los servicios de salud y pensiones.
12
Este cálculo fue realizado con base en el procesamiento de las encuestas de hogares de estos
países centroamericanos durante el período 2001-2009. Para el estudio comparativo de la
exclusión, se elaboró una megabase de datos regional a partir de la armonización de variables de
empleo, educación, salud y otras. Ahí donde fue posible, se incluyeron tres observaciones a lo
largo del período: una al inicio de la década, otra en el intermedio y otra en el último año
disponible.
10
Nota: Para mayores detalles sobre la metodología de cálculo ver el anexo metodológico del
capítulo 10 del Cuarto Informe Estado de la Región (2011) en
http://www.estadonacion.or.cr/index.php/biblioteca-virtual/centroamerica/aspectos-
politicos/informe-iv-cap-10
Fuente: Pérez-Sáinz, Segura y Fernández, 2010, con base en procesamiento de encuestas de
hogares de los países.
13
Los hogares en “exclusión blanda” aunque experimentan la exclusión, para abandonarla no
requerirían “reinventar” enteramente su perfil socio-laboral sino mejoras menos drásticas en su
inserción laboral o acceso a servicios sociales (Pérez-Sáinz, et al, 2010)
11
Recuadro 1
Ir a la escuela es un lujo
Para un excluido, estudiar es visto casi como un lujo, y dejar de hacerlo para ponerse a
trabajar es una manera de corresponder a los padres de familia por los “sacrificios” que
ellos han hecho. Desde niños o adolescentes, los entrevistados tuvieron que ayudar a
sus padres en la agricultura, principalmente en el trabajo estacional en las fincas
cafetaleras (casos de Guatemala, Nicaragua y Honduras). A menudo ello implica
migración interna de las familias, lo que interrumpe la asistencia escolar. También
influyen la lejanía de la residencia con respecto a un centro urbano con escuela y la falta
de transporte. Ser mujer agrega agrava el bloqueo a la educación.
Los entrevistados que viven en el campo en su mayoría tuvieron su primer trabajo siendo
niños o adolescentes. Para la mayor parte de las personas, un trabajo importante no es
necesariamente el que mejor paga o el que dé más estatus. Lo relevante para ellas es
estar seguras en el empleo o hacer lo que más les gusta. Varios informantes masculinos
señalaron aquel que no les implicó un riesgo personal (cortarse con el machete), o que
les proporcionó alguna comodidad (no asolearse mucho, ni mojarse con los aguaceros).
Una de las características que más definen la exclusión es estar fuera de los sistemas
públicos de seguridad social. Salvo en Costa Rica, en las historias de vida analizadas el
acceso a la seguridad social (pensión) y a servicios médicos es nulo. Esta situación se
refleja en que las enfermedades -curables con una atención regular- se vuelven crónicas
y se agravan. Varios informantes reportan la muerte de niños y hombres adultos que
podrían haberse salvado de haber sido tratados a tiempo. La mayoría de las y los
entrevistados no realiza visitas regulares al médico (chequeos) y solo acude a un centro
de salud en situaciones extremas.
A partir del análisis de los dieciocho casos, fue evidente que las personas con menor
escolaridad (analfabetas o que solo estuvieron un año en la escuela) y cuyas condiciones
de vida son las más paupérrimas, son quienes han padecido más enfermedades y sobre
todo, accidentes (quebraduras, pérdida de extremidades, atropellos e incendios).
12
Casi nulo acceso a servicios en el hogar
Salvo los informantes costarricenses, en cuyos hogares se cocina con gas, todos los y las
entrevistadas cocinan con leña, y además carecen de drenajes o alcantarillado en sus
casas. Ninguno de los consultados prepara sus alimentos utilizando estufas eléctricas. De
igual modo, la mayoría cuenta con servicio de baño/inodoro fuera de la vivienda.
13
fuertes con los proveedores locales de insumos y las economías rurales. Las
bajas cargas tributarias junto a estrategias de fomento productivo y atracción de
inversión externa directa basada en exoneraciones fiscales, limitaron el
financiamiento de políticas sociales y la inversión necesaria para superar los
rezagos históricos de los países en su desarrollo, en particular de los territorios
rurales. Como resultado los réditos sociales del auge económico, particularmente
durante la última década, fueron relativamente modestos en materia de reducción
de la pobreza y la exclusión social y agudizaron las ya profundas brechas entre y
a lo interno de los países.
Las apuestas para insertarse en la economía internacional fueron muy distintas
entre los países. Al finalizar la primera década del siglo XXI, en Centroamérica
coexisten dos situaciones estratégicas de inserción internacional. La primera
situación combina: a) una inserción internacional de bajo nivel tecnológico,
basada en la agro exportación y la industria de maquila textil, b) la “exportación de
personas” y el flujo de remesas, c) poca capacidad de atracción de inversión
extranjera directa, d) un nivel exportador bajo o intermedio, con un fuerte peso del
mercado centroamericano, y e) magros resultados económicos y sociales14.
Esta situación estratégica impone severas restricciones al rango de opciones de
inserción internacional y genera bajos encadenamientos productivos y limitado
progreso social. Por una parte, la baja calificación de la mano de obra limita la
posibilidad de atraer inversiones para el desarrollo de actividades de alto valor
agregado, por la escasez de personal profesional, técnico y científico. Por otra
parte, se trata de una situación vulnerable, pues por estar basada en el uso
intensivo de mano de obra barata, enfrenta la competencia directa de China y
otras naciones asiáticas en donde, además de barata, la mano de obra es más
abundante y mejor calificada.
Los países que más se aproximan a esta situación prototípica son los del centro y
norte del istmo: Guatemala, Honduras y Nicaragua. El Salvador y Belice ocupan
una situación intermedia. En el caso de El Salvador15 si bien comparte la mayoría
de las características señaladas, tiene diferencias importantes: en primer lugar, ha
efectuado grandes esfuerzos para constituirse en un centro logístico de
transporte, comunicaciones y finanzas para Centroamérica; en segundo lugar, la
agroexportación tiene un peso reducido dentro del sector externo y en tercer lugar
los resultados económicos y sociales de la apertura han sido mejores a los del
primer grupo. Esta última característica también es compartida por Belice, país
que además de tener cierta capacidad de atracción de inversión externa directa y
sobre todo turismo, tiene menores flujos de migraciones y de remesas.
La segunda situación estratégica combina: a) una inserción internacional basada
en una mayor incorporación tecnológica, sea a la exportación de productos no
14
En varios países centroamericanos los logros sociales han sido aún menores a los avances
económicos, tal como lo evidencia el desempeño económico de Guatemala y Panamá durante el
periodo 2008-2009. Estos fueron los países menos impactos por la crisis internacional pero en
ellos persistieron los altos niveles de pobreza y exclusión social durante toda la década del dos
mil.
15
Este país junto con Guatemala, Belice y Honduras experimentaron durante el periodo 2000-
2010 un importante incremento en los niveles de inseguridad y violencia. Tal como lo planteó el
Informe Estado de la Región (2011), Centroamérica es la región más violenta de América Latina y
una de las más violentas e inseguras del mundo.
14
tradicionales, la industria o los servicios, b) no hay altos volúmenes de
“exportación de personas” ni flujos de remesas sino más bien reciben volúmenes
significativos de migrantes, c) una mayor capacidad de atracción de inversión
extranjera directa, d) un alto nivel de exportaciones orientadas a mercados
extrarregionales, y e) resultados económicos y sociales intermedios. Esta
situación cobija, en Centroamérica, dos estilos distintos de inserción: la que se
basa en el desarrollo de un centro logístico (transporte, comunicaciones, finanzas)
internacional (Panamá) y la que combina la agroexportación no tradicional con el
desarrollo de un conglomerado industrial de alta tecnología (Costa Rica). En
términos generales, la segunda situación estratégica es menos vulnerable a la
competencia internacional de exportaciones intensivas en mano de obra y genera
mayores réditos sociales en materia de reducción de la pobreza y la exclusión.
Además, propicia niveles de encadenamientos productivos mayores que en el
primer caso. Esto es particularmente cierto en el caso de Panamá, país que ha
aprovechado las ventajas de localización regional y cuenta con una infraestructura
logística sin competidores a la vista en el corto y el mediano plazo. Sin embargo,
en la medida en que los países no disponen de una amplia oferta de personal
calificado y operan con mercados laborales segmentados, tienen desventajas
competitivas frente a naciones con niveles similares de desarrollo16.
El desarrollo de estas distintas apuestas productivas en la región ha ampliado las
asimetrías entre los países tal y como lo muestra el comportamiento del PIB per
cápita. En el 2009 en Costa Rica y Panamá este indicador fue cinco veces mayor
al de Honduras y Nicaragua (gráfico 2).
Asimismo las dinámicas económicas se expresan de manera heterogénea en los
distintos territorios al interior de los países, lo que también ha hecho que la
pobreza y la exclusión se manifiesten de manera diferenciada, un rasgo relevante
que obliga a pensar en estrategias de combate a la pobreza y la exclusión social
acordes con las características de los los territorios, aunque en el marco de
esfuerzos regionales conjuntos.
Pese a la incidencia de la pobreza es hoy menor a lo que era hace veinte años,
en algunos países más de la mitad de la población se encuentra aún en esa
condición y ha habido una mayor concentración de los ingresos, tendencia que es
confirmada por los distintos índices de desigualdad. Varios de los países
centroamericanos se encuentran entre los peor calificados en Latinoamérica, la
región más desigual del mundo (Programa Estado de la Nación, 2011). Ello
constituye una barrera histórica que impide que el crecimiento económico y las
oportunidades se traduzcan en mayores niveles de progreso social para la
población pobre y la excluida.
16
En el caso de Guatemala y Panamá se suma además la existencia de amplios territorios rurales
con poblaciones indígenas históricamente relegadas y con altas prevalencia de pobreza y
exclusión social.
15
Gráfico 2. Centroamérica y América Latina y el Caribe. Producto interno bruto por
habitante a precios constantes por país. 1960 – 2010.
16
de cierta magnitud, la accesibilidad o el uso de la tierra. Ello resulta clave para dar
cuenta de los cambios y efectos de las inversiones en los territorios en el marco
de las estrategias de desarrollo, políticas públicas y la asignación de recursos
para lo “rural”.
La población rural tiene un peso relativo distinto en los países. En Panamá y El
Salvador representa cerca del 35% de la población total y alcanza los niveles
superiores en Guatemala, país en el que el 59% de la población total es rural.
Belice, Costa Rica, Honduras y Nicaragua tienen niveles intermedios que oscilan
entre el 40% y 50% (gráfico 3).
Gráfico 3. Centroamérica: Distribución de la población por zona. 2010
17
el 2009, el 52% de los centroamericanos residentes en los Estados Unidos tenían
entre 25 y 44 años de edad, el 40% eran salvadoreños y el 27% guatemaltecos.
Se estima que cerca del 10% de la población centroamericana (aprox. 4 millones
de personas) han migrado (Programa Estado de la Nación, 2011).
Además de la dinámica poblacional, el mundo rural centroamericano también
muestra importantes transformaciones productivas. A partir de los noventa, la
mayor apertura al mercado externo generó diversificación productiva y un medio
rural cuyo dinamismo dejó de depender de forma exclusiva de la agricultura para
integrar otras actividades vinculadas a los sectores industriales y de servicios. En
consecuencia el PIB agropecuario entre 1990 y el 2009 disminuyó en la mayoría
de los países centroamericanos (con algunas excepciones). En el 2009 el aporte
del sector agropecuario al PIB en Nicaragua fue del 18% y en Guatemala de 14%
mientras que para Costa Rica y Panamá el peso fue mucho menor: 7% y 5%
respectivamente (cuadro 3). La importancia relativa del sector agropecuario
podría ser sustancialmente mayor debido a sus efectos multiplicadores y
encadenamientos hacia delante y hacia atrás en otros sectores productivos:
agroindustria, comercio, insumos, financiamiento, entre otros.
Cuadro 3. Centroamérica: Participación del PIB agropecuario y la pesca en el PIB
total. 2009
(Porcentajes)
Promedio
País 2009
1990-2009
Belice 14 12
Costa Rica 9 7
El Salvador 11 10
Guatemala 14 14
Honduras 14 13
Nicaragua 18 18
Panamá 7 5
Centroamérica 11 10
Fuente: Iarna, 2010, con base en datos oficiales.
17
El PIB agrícola ampliado incluye agricultura, pesca y silvicultura (capítulos 01 al 04 del CPC y 05
del CIIU) más alimentos y manufacturas derivadas de esos sectores (capítulos 21 a 25 del CPC y
17 a 22 del CIIU). En Belice, Costa Rica, El Salvador y Honduras oscila entre el 10% y 20% del
18
Gráfico 4. Centroamérica: Participación de la Agricultura y la Agroindustria en el
PIB. Circa 2007
Fuente: IICA.
PIB total. En Guatemala y Nicaragua alcanza el nivel más alto de la región: 20,4% y 29,8%,
respectivamente.
18
En la región centroamericana existen cerca de dos millones de productores de granos básicos
(maíz, frijol, arroz y sorgo). El 89% de esos productores vive en zonas rurales. Estos productores
representan el 52% de la población rural de Centroamérica (Baumeister, 2010).
19
densidad de la población en el territorio y la disponibilidad y la calidad de la
infraestructura y los recursos naturales.
Hay una fuerte coincidencia entre la proporción de población rural y el bajo
desarrollo relativo de los territorios, lo que refuerza la importancia de diseñar
políticas y estrategias diferenciadas que tengan como punto de partida las
necesidades particulares de la población. Un punto de partida para conocer esas
gradientes lo brinda el porcentaje de población rural en los territorios, el cual
permite identificar cuatro tipos de situaciones principales en la región: territorios
altamente rurales (más del 75% de población rural); territorios predominantemente
rurales (50%-75% de población rural); territorios de baja ruralidad (25%-50% de
población rural) y territorios mayormente urbanos (menos de 25% de población
rural). De acuerdo con las mediciones del índice de desarrollo humano o
desarrollo social disponibles en los países a nivel subnacional (departamental,
regional o municipal), fue posible determinar que la mayor parte de los territorios
alta o predominantemente rurales tienen importantes rezagos en su desarrollo. En
esas condiciones se encuentran el Caribe y el noroccidente nicaragüense, el
oriente y occidente guatemalteco y el occidente hondureño. Panamá es el país
más contrastante, con territorios de alta ruralidad y bajo desarrollo humano y otros
muy urbanos y altamente desarrollados (Mapa 1).
Mapa 1. Centroamérica: Territorios alta y predominantemente rurales de bajo
desarrollo humano.
Fuente: Bonilla, 2011 con información de los institutos de estadística de los países.
20
3. Análisis de los principales determinantes de la pobreza
Este apartado indaga sobre los principales determinantes que explican la
persistencia de la pobreza rural y la exclusión en Centroamérica. Tal como fue
planteado al inicio de este documento, la noción de “determinante” utilizada en
este documento no es cuantitativa y se refiere a “aquellos aspectos o factores
económicos, sociales y político institucionales que tienen un peso significativo y
categórico a la hora de explicar la persistencia de estos problemas en el tiempo y
cuya superación implica cambios profundos en la distribución de los activos y las
relaciones de poder en la región” (Programa Estado de la Nación y RUTA, 2011).
La selección de los determinantes se concentró en tres ámbitos principales: el
productivo-ambiental; el socio-demográfico y el político-institucional. En el primer
tipo, se agruparon aspectos como disponibilidad de recursos naturales en los
territorios rurales, las formas de uso y de producción de sus habitantes así como
el acceso y la disponibilidad de activos para poder desarrollar las actividades y
alcanzar niveles importantes de productividad (tierra, crédito, tecnología,
infraestructura, entre otros)19.
El segundo tipo de determinantes, reúne aspectos vinculados a la transición
demográfica que viven los países así como las condiciones que le permiten o
impiden a las personas aprovechar las oportunidades que surgen del desarrollo
económico. Se trata de aspectos como el nivel educativo (conocimientos y
destrezas) y la salud (mortalidad, esperanza de vida), indispensables para que
éstas puedan aprovechar las oportunidades de empleo y generar ingresos dignos.
En este tema el acceso de las personas a los servicios que ofrece el Estado cobra
especial importancia. En este grupo de determinantes se consideran también una
serie de factores como edad, género, etnia o lugar de nacimiento, que de manera
indirecta o directa, hacen que las personas enfrenten bloqueos sociales que las
condenan a la pobreza y la vulnerabilidad social.
Finalmente, el último tipo de determinantes alude a aspectos vinculados a las
dinámicas político-institucionales de los gobiernos y los Estados: los niveles de
participación de la población rural en la toma de decisiones, su grado de relación
con las instituciones y los municipios y las coberturas de los servicios estratégicos
del Estado en los territorios rurales, todos los cuales también contribuyen a
explicar la persistencia de la pobreza rural
Con base en la cantidad y calidad de la información obtenida para cada grupo de
determinantes se decantaron aquellos aspectos que mejor cumplían con la
definición de determinante planteada y en los que la investigación permitió
documentar hallazgos más significativos. Se logró identificar siete factores
principales, a saber: el bajo nivel educativo de la población joven; desnutrición
infantil crónica y poco acceso los servicios de salud, una inserción laboral precaria
de los pobladores rurales, con altos grados de desempleo y bajos niveles de
productividad; manejo inadecuado de los recursos naturales, la alta desigualdad
en el acceso al ingreso y los activos productivos; las brechas de ingreso entre
19
Para la definición de estos ámbitos resultaron muy valiosos algunos antecedentes de análisis
territorial del desarrollo rural, entre ellos: Sepúlveda et al. 2003, Cerimedo et al. 2002, ECADERT,
2009,
21
hombres y mujeres; y la existencia de sistemas políticamente bloqueados en
favorecer acciones redistributivas a favor de los más pobres.
Cuando se valoran en conjunto los determinantes, el último ocupa un lugar central
al constituirse en una condición necesaria para la atención de los otros. El mismo
implica mejorar la capacidad de los Estados y lograr acuerdos políticos duraderos1
que, considerando las realidades de cada país y cada territorio, permitan impulsar
políticas públicas y acciones regionales orientadas al fortalecimiento de la
institucionalidad y la superación de la pobreza y la exclusión en las zonas rurales.
22
Cuadro 4. Centroamérica. Años de estudio de la población por país y grupos de edad según
zona y sexo. Circa 2009
Zonas urbanas Zonas rurales
País Años
Ambos Hombres Mujeres Ambos Hombres Mujeres
15 a 24 10,6 10,4 10,7 8,4 8,2 8,5
Costa Rica
25 a 59 10,4 10,5 10,2 6,0 6,3 5,8
16 a 24 7,6 7,9 7,4 4,5 5,1 4,1
Guatemala
26 a 59 7,0 7,8 6,4 2,5 3,2 2,0
17 a 24 8,5 8,3 8,7 5,9 5,6 6,1
Honduras
27 a 59 7,9 7,9 7,8 3,9 3,8 3,9
18 a 24 8,4 8,0 8,8 5,2 4,9 5,6
Nicaragua
28 a 59 7,8 8,0 7,7 3,2 3,3 3,2
19 a 24 10,7 10,4 11,0 8,6 8,4 8,8
Panamá
29 a 59 11,5 11,3 11,7 7,3 7,3 7,4
Nota: para Costa Rica las cifras son del 2008, para Guatemala del 2006, para Honduras del 2007 y para Nicaragua del 2005.
Fuente: elaboración propia con información de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), sobre la base
de tabulaciones especiales de encuestas de hogares de los respectivos países.
23
Los bajos niveles educativos de la población rural pobre están asociados en
buena medida a una oferta de servicios de educación que históricamente se ha
caracterizado por tener en las zonas rurales menor cobertura y calidad, y mayores
déficits de infraestructura y equipamiento.
La situación en las zonas rurales es particularmente grave si se considera
además que cerca de la mitad de la población rural pobre es menor de 17 años.
Para esta población contar con educación es fundamental para romper el ciclo de
reproducción de la pobreza. Sin embargo, ello también requerirá acciones desde
la demanda. La posibilidad de que la educación sea un mecanismo de ascenso
social también depende de que la economía genere puestos de trabajo que exijan
mayores niveles de calificación.
Para mejorar el nivel de calificación de la fuerza laboral, Centroamérica requiere
además de una primaria de mayor calidad, lograr aumentos significativos y
sostenidos en la proporción de población que concluye la secundaria y accede a
la educación post-secundaria, pero además crear opciones de formación técnica y
capacitación en el trabajo. Experiencias como las implementadas en países
europeos, donde la educación técnica suele ser más del 40% de la matrícula en
los sistemas formales de educación, genera fuertes sinergias que contribuyen a
mejorar la articulación entre los sectores productivos y el sector educativo así
como un poderoso incentivo para lograr mayor cobertura y retención de los
estudiantes en el sistema educativo (Cruz y Mora, 2010). No avanzar en esta
materia podría convertir en frustración la oportunidad que brinda el “bono
demográfico” para impulsar su desarrollo a partir de flujos crecientes de población
con altos niveles de productividad y la generación de mayores oportunidades
productivas y laborales.
Los datos muestran que tanto respecto al total de la población como a la PEA, la
cobertura de los servicios es muy reducida en la región. En el 2008, último año
para el cual hay información comparable, un 88,8% de la población costarricense
y un 77,4% de la panameña estaba cubierta por la seguridad social en
comparación con menos de un 25% de la población de los demás países (cuadro
6). Cuando se considera la población económicamente activa, las brechas de
coberturas son menores aunque siempre muy amplias (entre 30 y 40 puntos de
diferencia).
Sistemas de salud con mayores coberturas y una calidad que impida muertes
evitables y garantice buenos indicadores en salud para los países son un factor
clave para superar la pobreza y la exclusión. Sin embargo, la realidad es que en
Centroamérica la mayor parte de la población pobre y excluida se localiza en los
países que poseen los sistemas de salud con los peores desempeños: son
24
segmentados20, presentan entre las menores coberturas de América Latina (ver
cuadro 6), carecen de paquetes básicos de salud para la población, cuentan con
altos grados de inequidad asociados al tipo de inserción laboral (asalariada o no),
al tipo de acceso (directo o familiar) y al nivel socioeconómico de las personas
(Martínez-Franzoni, 2010).
Unido a las bajas coberturas de los sistemas sanitarios la población rural pobre de
la región enfrenta problemas serios de desnutrición crónica, situación que limita
las posibilidades de desarrollo físico e intelectual de las personas por el resto de
su vida. Como se sabe la desnutrición en los primeros años de vida impacta
negativamente en el desarrollo de la capacidad intelectual, lo cual alimenta un
círculo vicioso de bajo rendimiento escolar – deserción - baja productividad –
pobreza (Inciensa, 2008). La CEPAL-PMA (2007) estima que la pérdida de
productividad debido a la desnutrición representa entre 1,7% y 11,4% del PIB en
varios países de América Latina, y señala que entre un 4% y un 14% de la
repitencia escolar está asociada a esa condición.
El Programa Regional de Seguridad Alimentaria y Nutricional para Centroamérica
estimó que en el 2008 casi 1,8 millones de personas menores de 5 años padecían
desnutrición crónica, lo que equivale a uno de cada tres niños y niñas de la
región. La situación es particularmente crítica en Guatemala, donde uno de cada
dos niños y niñas menores de 5 años, la mayor de de ellos en el ámbito rural, está
en esa condición, seguido por Honduras, donde la población infantil desnutrida es
del 29,3% (Presanca, 2011). Aunque en el resto de los países la incidencia es
más baja (cerca de una quinta parte de la población infantil), existen municipios
en los que más de la mitad de los niños y niñas padecen desnutrición crónica.
Esos municipios son mayoritariamente rurales y se concentran en Guatemala,
Honduras y Nicaragua, países en los que vive la mayor cantidad de población y la
mayor parte de niños, niñas y jóvenes de Centroamérica. Panamá muestra las
mayores brechas internas, la mayor parte de las zonas de alta incidencia
20
Es el caso de El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua, que tienen una deficiente
presencia estatal, programas específicos para gremios y una provisión privada de servicios para la
población de altos ingresos ( Franzoni, 2010).
25
coinciden con territorios rurales, fronterizos y en los que habita población
indígena. Mientras en Costa Rica por cada niño desnutrido residente en el área
urbana hay 1,3 en el área rural, en Panamá, Honduras y El Salvador esta relación
se incrementa a 2,1 en el primer caso y a 2,4 en los dos restantes (CEPAL-PMA,
2007).
Las condiciones de volatilidad en los precios internacionales de los alimentos
agravan esta situación y genera nuevos riesgos de inseguridad alimentaria y
nutricional, particularmente para la población de más bajos ingresos. El
incremento en los precios internacionales podría estar generando condiciones de
acceso muy limitadas de la población pobre21. De acuerdo con Presanca (2011) el
costo de la canasta básica alimentaria en la mayor parte de los países del Istmo
representa más del 60% del salario mínimo agrícola (gráfico 5)22.
Gráfico 5
Poder adquisitivo alimentario del salario mínimo agrícola. 1995-2010
% del costo de la canasta básica alimentaria cubierto con salario mínimo agrícola
180%
160%
140%
120%
100%
80%
60%
40%
20%
0%
1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010
Años
Nota: No es posible comparar los datos de Nicaragua previos a 2007, debido al cambio de
metodología de cálculo del costo de la CBA, que consta de 23 productos y la anterior era de 12
productos.
21
En el 2007, el índice de precios de los alimentos, estimado por la Organización de las Naciones
Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) creció casi un 40%, en comparación con el 9%
del año anterior (Von Braun, 2008). Aunque en el 2009 hubo una disminución en los precios, en
los dos últimos años (2010-2011) los precios de los alimentos se han incrementado de modo
significativo.
22
Aparte del aumento en los precios internacionales de los alimentos y los insumos agropecuarios,
un factor que incide en los incrementos en el costo de la canasta básica en Centroamérica es la
existencia de mercados imperfectos (oligopolios y oligopsonios) que en algunos cultivos como el
arroz, azúcar, lácteos y pollo, los precios en los mercados locales sean superiores a los precios
internacionales. Esto tiene que ver con relaciones de poder y la incidencia de esos sectores en la
formulación políticas públicas.
26
Fuente: Presanca, 2011. Elaboración propia con base en los datos de los Bancos Centrales e
Institutos Nacionales de Estadística de los países.
CEPAL estimó que un incremento del 15% en el precio de los alimentos elevaría
la indigencia (pobreza extrema) en América Latina cerca de tres puntos
porcentuales, de 12,7% a 15,9%. Ello aumentaría en 15,7 millones la cantidad de
personas en situación de indigencia y una cantidad similar pasaría a ser pobre
(Machinea, 2008). Esto resulta de la mayor relevancia para Centroamérica, una
región donde la pobreza y la indigencia son bastante extendidas. Estimaciones
realizadas por el INCAP señalan que un incremento como el planteado por la
CEPAL podría aumentar en 2,5 millones la cantidad de personas en pobreza
extrema en la región, lo que afectaría en especial a Honduras (34%) y Guatemala
(18%).
23
La condición de formal refiere a empleos asalariados en los que los trabajadores cuentan con
protección social en materia de salud y pensiones así como empleos en los que se les garantizan
jornadas laborales y salarios mínimos.
27
Fuente: Trejos, 2011, con base en las encuestas de hogares de los países.
Fuente: Elaboración propia con base en encuestas de hogares de propósitos múltiples del instituto
de estadística de cada país.
28
La relación entre pobreza y sector primario se explica en buena parte por los
bajos niveles de productividad de la mano de obra vinculada a las actividades
agrícolas, especialmente la agricultura en pequeña escala o tradicional debido al
escaso uso de tecnología y el bajo nivel educativo de la población (Trejos, 2007).
Además, el incumplimiento de los estándares laborales en cuanto a salarios
mínimos, salud ocupacional y seguridad social son factores que también impiden
mejores condiciones de vida para la población pobre rural ocupada en la
agricultura. En algunas actividades -como la caña, cereales y café- que han tenido
condiciones favorables de precios en el mercado internacional y mejoras en los
rendimientos, ello evidenciaría que los beneficios empresariales no se traducen
en mejores condiciones para los trabajadores.
El hecho de que la agricultura represente tan solo del 10% y 20% del PIB pero
genere empleo para el 38% de la población económicamente activa de la región
es sin duda otro indicativo más de los bajos niveles de productividad del trabajo
agrícola. Tal como se evidencia en el gráfico 6, el valor agregado por trabajador
agrícola de los países de Centroamérica no ha crecido a lo largo del tiempo y se
mantiene a gran distancia del valor agregado agrícola de las principales potencias
agrícolas mundiales (Estados Unidos, Australia, OCDE, etc.) (Pomareda y
Chavarría, 2011). Mejorar los niveles de inversión pública en el sector
agropecuario e impulsar acciones de educación técnico – vocacional y formación
en el trabajo podrían ser factores clave para mejorar esta situación.
Gráfico 6
Valor agregado por trabajador en el sector agrícola
(US$, 1995=100)
29
gran mayoría (80%) a incrementos en el área de cultivo, solo el 20% del aumento
se debió a mejoras en los rendimientos (Gráfico 7).
30
roza, tumba y quema. Esta práctica daña gravemente el capital natural del cual
depende la productividad del suelo (Salas et al, 1998). Para la sociedad en su
conjunto, los costos tienen que ver con las cuantiosas pérdidas en la
infraestructura física y en la riqueza natural – incluida el agua que se pierde en el
mar en vez de permanecer en el territorio para ser aprovechada - así como por las
crecientes demandas de inversión para reponer o compensar las pérdidas. Para
la población más pobre y vulnerable, que se ubica precisamente en los
segmentos más frágiles del territorio, los costos en todo sentido tienden a ser más
elevados, pues en muchos casos pierden la totalidad de sus activos.
El auge de cultivos extensivos destinados principalmente al mercado internacional
también ha provocado externalidades ambientales negativas en algunos territorios
rurales debido al uso intensivo de fertilizantes y pesticidas, la eliminación de la
cobertura vegetal del suelo, la afectación de ecosistemas acuáticos y terrestres, la
erosión de los suelos y la contaminación de aguas superficiales y subterráneas.
Tal es el caso del cultivo de piña en Costa Rica y la caña en Guatemala.
Estas prácticas productivas inadecuadas no solo no les permiten a los pobladores
rurales mejorar sus ingresos y salir de la pobreza sino que además incrementan
sus riesgos frente al cambio climático, en una región catalogada como una de las
más vulnerables del mundo en esta materia. El Índice de Riesgo Climático,
calculado para 179 países durante el período 1991 a 2010 ubica a Honduras en la
tercera posición y a Nicaragua en la cuarta. Los desastres han generado pérdidas
promedio anuales del 3,3% del PIB para Honduras, 2,03% para Nicaragua, 0,33%
para Guatemala, 0,38% El Salvador y menos del 0,2% para Costa Rica y Panamá
(Icefi, 2008).
Las pérdidas por desastres son cada vez más frecuentes y tenderán a agudizarse
de acuerdo con los escenarios de cambio climático para la región. El cambio
climático afectará con especial fuerza la producción agropecuaria especialmente
en los países menos desarrollados donde se estima que las pérdidas serán del
orden del 25% en contraposición a los países más desarrollados donde rondará el
6% (Iarna, 2010). Un trabajo reciente elaborado por CEPAL (2010) estimó índices
de productividad agropecuaria de cultivos y de cereales vinculándolos a distintos
niveles de precipitación. Los resultados para el 2100 (usando una tasa de
descuento del 0,5%) estiman un impacto negativo para la región equivalente al
19,1% del PIB del año 2007 para la producción agropecuaria en su conjunto, del
11,5% para el caso de la producción agrícola y del 2,5% para el caso de la
producción de cereales.
El maíz, el frijol y el arroz están entre los cultivos más importantes de
Centroamérica, tanto en lo que se refiere a la generación de empleo como a las
dinámicas de las economías locales y la seguridad alimentaria de las familias. Los
resultados muestran que en el caso del maíz, por no haberse alcanzado aún la
temperatura máxima óptima que maximice los rendimientos de este cultivo, en los
primeros años se esperarían aumentos en la producción, pero luego se darían
pérdidas considerables. En el caso del arroz pasaría algo similar, aunque se
estaría más próximo a alcanzar las temperaturas óptimas, por lo que las pérdidas
se observarían antes. Para el frijol ya estas temperaturas se habrían alcanzado,
por lo que se estima que ya se están experimentando pérdidas en el rendimiento
(CEPAL et al., 2010).
31
Aunque el impacto económico para el sector agricultura en Centroamérica sería
distinto en cada país, los escenarios de cambio climático solo incrementan los
niveles de riesgo y vulnerabilidad que han sido construidos socialmente por un
inadecuado uso del territorio y la contaminación. De ahí la importancia de de
emprender acciones para lograr implementar medidas oportunas de adaptación
para mitigar el impacto del cambio climático y mejorar la gestión ambiental en los
territorios rurales. La Estrategia Regional de Cambio Climático constituye un buen
marco para propiciar acciones nacionales y a nivel subnacional para enfrentar los
desafíos asociados a este fenómeno para Centroamérica, su agricultura y
ecosistemas. De la voluntad política para implementar los compromisos derivados
de esta estrategia y los compromisos internacionales asumidos por los países en
esta materia dependerán las posibilidades de minimizar las eventuales pérdidas y
mitigar los impactos sociales y ambientales de este fenómeno.
En relación con la renta de la tierra, existen estimaciones que revelan
preocupantes reducciones en los ingresos como consecuencia de la variabilidad
climática, sobre todo de los productores más pobres. Al incrementarse dos grados
centígrados la temperatura, se estima que la pérdida de los ingresos será en
promedio del 9% de las ganancias totales. Para el 20% de los agricultores de
menos ingresos esta pérdida podría representar hasta el 57% de sus ingresos
anuales, en tanto que para el 20% de los agricultores de mayores ingresos, solo
representará el 1,3% (CEPAL, 2010b).
32
Cuadro 9. Centroamérica: distribución del ingreso de los hogaresa/. Años cercanos a
2001, 2006 y 2009
País/año Participación en el ingreso total del: Relación del ingreso Coeficiente
medio per cápita de Gini
40% 30% 20% anterior al 10% Decil 10 Quintil 5 /
más pobre siguiente 10% más rico más rico /deciles quintiles
1a4 1a4
Costa Rica
2002 14,5 25,6 29,7 30,2 13,7 17,0 0,488
2006 14,6 25,7 29,3 30,4 13,4 16,1 0,482
2008 15,3 25,3 28,4 31,0 12,4 13,5 0,473
2009 14,3 24,3 28,4 33,0 14,8 16,5 0,501
El Salvador
2001 13,4 24,6 28,7 33,3 16,2 20,2 0,525
2004 15,9 26,0 28,8 29,3 13,3 16,3 0,493
2009 16,6 25,2 26,8 31,4 12,0 13,1 0,478
Guatemala
2002 14,2 22,2 26,8 36,8 18,4 18,7 0,542
2006 12,8 21,7 25,7 39,8 22,0 23,9 0,585
Honduras
2002 11,3 21,7 27,6 39,4 23,6 26,3 0,588
2006 8,9 22,5 29,3 39,3 27,8 40,9 0,605
2007 10,0 23,5 29,5 37,0 23,6 32,5 0,580
Nicaragua
2001 12,2 21,5 25,7 40,7 23,6 27,2 0,579
2005 14,4 24,0 26,2 35,4 17,2 18,6 0,532
Panamá
2002 12,1 23,6 28,0 36,3 20,1 25,8 0,567
2006 13,2 24,8 28,1 33,8 17,7 22,8 0,540
2008 14,4 25,7 27,8 32,1 15,2 18,8 0,524
2009 14,8 25,5 28,3 31,4 15,3 18,2 0,523
33
Sumado a lo anterior, una importante cantidad de productores en estos países no
cuentan con tierras propias, lo que los obliga a arrendar tierras de terceros,
reduciendo así los incentivos para mejorar la productividad del suelo y la
conservación de los recursos24. Finalmente, a la falta de tierras se agregan
también problemas graves de inseguridad jurídica. A pesar de los esfuerzos
realizados en la última década para regularizar la tenencia de la propiedad en la
región, varios países centroamericanos muestran aún bajos índices en la certeza
jurídica sobre la propiedad, lo cual limita el acceso al crédito debido a la
imposibilidad de ofrecer garantías reales a las instituciones financieras, las que
además desde 1990 han reducido notablemente sus líneas de crédito para las
actividades agropecuarias. Esta situación es más aguda en Nicaragua,
Guatemala y Honduras (Ángel, 2011).
En lo que se refiere al acceso a otros activos estratégicos como la infraestructura
vial, los territorios rurales pobres muestran también serios problemas de acceso y
conectividad debido a una red de carreteras y caminos escasa y en mal estado, lo
que deja en evidencia los vacíos de largo plazo que ha tenido la presencia
institucional de los Estados y la inversión pública en esos territorios. Una red vial
en esas condiciones aumenta los costos de transporte y limita los vínculos
comerciales y la movilidad de las personas en los territorios rurales y entre éstos y
los urbanos. Guatemala, Honduras y Nicaragua, particularmente en el litoral
Caribe, son los países con mayor rezago (mapa 2)25.
Como se observa en el mapa, la mayoría de los caminos rurales no llegan hasta
las zonas más pobres y cuando lo hacen sólo son transitables en verano o su
estado es malo. En Panamá, por ejemplo, las provincias con mayor cantidad de
municipios rurales tienen hasta el 80% de sus carreteras en revestimiento o tierra
(Darién y Veraguas), porcentaje que llega al 100% en el caso de algunas
comarcas indígenas (Kuna Yala y Ngöbe Buglé). Los caminos rurales, además,
son poco atendidos y sufren severamente el abandono de los sistemas de
mantenimiento que ofrecen las entidades del gobierno central y los gobiernos
municipales. Aunque en los últimos años la inversión en caminos rurales ha
aumentado, esta aún resulta insuficiente para enfrentar el mal estado en que se
encuentran26. La situación se agrava debido a la dispersión de la población rural,
lo que aumenta los costos de construcción y mantenimiento de la infraestructura
vial, reduciendo a la vez la relación beneficio/costo.
24
En ausencia de marcos legales claros, es difícil pensar en agricultores que inviertan en sistemas
de riego, invernaderos y plantas de empaque en tierras arrendadas (Ángel, 2011).
25
El mapa de redes viales y pobreza fue realizado especialmente para este proyecto de
investigación por Roger Bonilla de la Escuela de Estadística de la Universidad de Costa Rica con
base en el mapa de redes viales de la Comisión Centroamericana de Ambiente y Desarrollo
(CCAD) y las últimas estimaciones de pobreza a nivel sub nacional disponibles en los países:
Honduras 2002, Nicaragua 2005, Guatemala 2006, Panamá 2008, El Salvador 2009, Belice y
Costa Rica 2010.
26
Durante el 2010 el BID aprobó un préstamo de $35 millones para El Salvador y otro de $15
millones para Honduras que tienen como objetivo financiar la rehabilitación o mejora de caminos
rurales. A excepción de Costa Rica, que tiene una red vial que llega a la gran mayor parte de los
territorios rurales, el resto de países de Centroamérica cuenta con zonas de muy difícil acceso.
34
Mapa 2. Centroamérica: Red vial y pobreza.
Fuente: Elaboración propia con base en mediciones de pobreza de los países y CCAD, 2011.
35
Junto a los problemas de infraestructura vial, las zonas rurales de
Centroamérica muestran también bajas coberturas en materia de electricidad,
comunicaciones, agua, riego y drenajes que impiden potenciar los
rendimientos, la productividad y el aprovechamiento de las nuevas
oportunidades que surgen para establecer nuevos y mayores vínculos con el
mercado internacional y mayor progreso social. En el 2010, la brecha en la
cobertura de electricidad entre las zonas rurales y las urbanas osciló entre el
1% (Costa Rica) y el 31% (Nicaragua). Existen también importantes
diferencias en materia de telefonía e Internet. Dado que en la mayor parte de
los países las empresas proveedoras han sido privatizadas, las inversiones
han privilegiado las zonas urbanas y los principales centros de población de
las zonas rurales.
Aunque la disponibilidad nacional de agua potable es mayor a la de
electricidad, la cobertura en las zonas rurales es menor a las urbanas y
tiende a ser aun más baja en las zonas más pobres. Las mayores asimetrías
se presentan en El Salvador y Nicaragua, en donde el acceso a agua potable
de la población urbana duplica o triplica el acceso en la población rural,
respectivamente. En Nicaragua solo una cuarta parte de los hogares en
pobreza extrema tienen acceso a agua potable por tubería (26,5%), las otras
tres cuartas partes (73,5%) obtienen el agua de fuentes como pozo público o
privado, río o quebrada o de otra vivienda.
En materia de infraestructura de riego y drenaje, la información disponible da
cuenta de faltantes importantes. Si bien el área potencial de riego de los
países de Centroamérica representa en algunos casos hasta el 85% (Costa
Rica) ó 98% (Nicaragua) de su superficie dedicada a la agricultura, el riego
efectivo es muy bajo. Costa Rica, el país con mayor proporción de superficie
irrigada, aprovechan apenas 23% de su potencial de riego. Guatemala es el
país que tiene mayor cantidad de hectáreas irrigadas (129.803 en 1997), sin
embargo ello representa tan sólo 5% de su superficie con potencial (CEPAL,
2005). Igualmente importante es la ausencia o mal estado de los sistemas de
drenaje de las tierras agrícolas, tanto a nivel de fincas como público (aguas
drenadas hacia los ríos). Especialmente en las regiones más planas y de baja
pendiente, en particular en la Región Atlántica de Centroamérica, la ausencia
de sistemas de drenaje implica rendimientos menores y pérdidas en los
cultivos debido a los excesos de precipitación, las cuales se podrían evitar si
se contara con dichos sistemas.
36
quinquenio del siglo XXI27 las mujeres ganaron participación en los mercados
de trabajo en Centroamérica hasta representar en el 2009 cerca del 38% de
la fuerza de trabajo y prácticamente la mitad (49%) de los nuevos empleos.
Sin embargo, ello no se ha traducido en empleos de mayor calidad para ellas,
una situación que las condena en muchos casos a tener inserciones
precarias en el sector informal no agrícola o a permanecer como mano de
obra cuyo aporte no es reconocido al interior de las unidades productivas
familiares28. Ello contribuye a perpetuar la pobreza y exclusión en esta
población, situación que tiende a agravarse en el caso de hogares con
jefatura femenina, donde estos problemas se intensifican. En el 2009 el
porcentaje de hogares pobres con jefatura femenina en Honduras fue de
57%, en Costa Rica 37.5%, en El Salvador 35% y en Panamá 32% (CEPAL,
2009b).
La imposibilidad de las mujeres para insertarse en los mercados laborales
rurales se explica, entre otras razones, por los roles tradicionalmente
asignados a ellas dentro de la unidad familiar, al número de hijos y la falta de
servicios de guarderías en las zonas rurales. Ello se convierte en un factor
que contribuye a la pobreza en tanto anula las posibilidades de los hogares,
especialmente los rurales, de ampliar el número de perceptores de ingreso.
Un ingreso que además podría ser potencialmente mayor que el de los
hombres en la medida que ellas suelen presentar, por lo general, mayores
grados de escolaridad, especialmente en los grupos de población más
jóvenes, tal y como se observa en el cuadro 10. Contar con mayor
escolaridad les ha permitido a las mujeres rurales insertarse en actividades
productivas rurales no agrícolas como artesanías, servicios, turismo rural o
manufacturas, en las que pueden acceder a mejores ingresos.
27
En El Salvador, las mujeres aportan dos de cada tres nuevos miembros de la fuerza de
trabajo en tanto que en Nicaragua lo hace al mismo ritmo que los hombres (Trejos, 2008).
28
La medición de la participación de las mujeres presenta dificultades particulares pues los
informantes tienden a considerar muchas actividades productivas como actividades del hogar
y en esa dirección se reportan como no activas. Esto es más grave en las zonas rurales y
con relación a las actividades agrícolas. En las encuestas se han realizado avances para
identificar estas actividades de autoconsumo y marginales para determinar la condición de
actividad, pero en el caso de Costa Rica, si bien se hace la identificación, se siguen
clasificando como inactivas.
37
Cuadro 10. Centroamérica. Mediana de nivel educativo alcanzado por país y zona
según sexo y grupo de edad. Circa 2009
38
Gráfico 8. Centroamérica. Jóvenes (de 12 a 24) que no estudian ni trabajan
por país, según zona y sexo. Circa 2009
Nota: Para Guatemala el dato del 2009 es de 2006. Para Honduras el dato del 2009 es de
2007. Para Nicaragua el dato 2009 es de 2005.
Fuente: elaboración propia con información de las encuestas de hogares y de niveles de vida
del instituto de estadística de cada país.
29
La brecha se calcula como la unidad menos el cociente de los ingresos de las mujeres
y el de los hombres.
39
de esos derechos como diversos estudios lo han documentado (Chiriboga , et
al, 1995, Kleysen y Campillo, 1996, Costas, et al, 2011)30
Gráfico 9. Centroamérica: Brecha de ingresos a/ entre mujeres y hombres
que residen en zonas rurales
30
Existen algunas excepciones como Nicaragua donde los títulos de reforma agraria se
entregan mancomunados a las parejas o a la mujer cuando esta es jefa de familia. También
en Costa Rica las a las mujeres se les ha reconocido su derecho a la propiedad de la tierra.
40
autonomía moral 31 de las personas (Dahl, 1989) y, por tanto, la ciudadanía
(O’Donnell, 2004). Este tipo de pobreza implica condiciones que afectan las
facultades físicas y mentales de los individuos para participar en la vida
pública y tomar decisiones libres, lo que los coloca en tal desventaja objetiva
dentro de la esfera pública que se viola el principio de la igualdad política.
La exclusión política es relativamente alta en la mayoría de los países
centroamericanos, pues proporciones apreciables de la población no están
empadronadas o experimentan problemas de acceso a los centros de
votación que les han impedido ejercer el derecho político democrático
fundamental: el derecho del voto. Desde un punto de vista formal, aún no se
ha logrado completar el requisito procedimental de asegurar la ciudadanía
universal dentro de los territorios de cada nación.
Las exclusiones asociadas a la pobreza absoluta representan una amenaza
para la democracia. Cuando grandes sectores de la población están
excluidos, se anula en la práctica el principio de la ciudadanía universal. Se
trata de personas sin poder, con capacidades disminuidas para interactuar
con sus representantes y para articular intereses colectivos con sus
semejantes y manifestarlos públicamente.
Uno de los factores determinantes de los rezagos en el desarrollo y la alta
incidencia de la pobreza y la exclusión en las zonas rurales de Centroamérica
es la escasa presencia institucional y la débil interacción de sus poblaciones
con la institucionalidad local que representa a los Estados nacionales. Ello
limita no solo la posibilidad de acceso a servicios públicos sino también la
incidencia política e institucional necesaria para posicionar las prioridades
rurales en la agenda y las políticas públicas nacionales y garantizar la
asignación de los recursos financieros y humanos requeridos para mejorar
sus condiciones productivas y sociales. Además de la debilidad de los
Estados, los sistemas instituciones ven mermadas sus capacidades como
consecuencia de la corrupción y los escasos mecanismos de control y
rendición de cuentas sobre la gestión y uso de los recursos públicos.
Uno de los principales factores asociados a la debilidad de los Estados y su
limitada capacidad para garantizar una plena y efectiva vigencia de los
derechos de los habitantes es la existencia de sistemas políticos bloqueados
a la redistribución social. Estos bloqueos ponen en riesgo su estabilidad, y la
de toda la región, pues interactúan con problemas como la alta violencia
social, la debilidad institucional de los Estados y un estilo de desarrollo
económico simple y de baja productividad. En estas condiciones, una
reducción de la exclusión social es poco probable y existe la amenaza de que
estos países se conviertan en sociedades con Estados degradados, un tipo
de Estado defectuoso, incapaz de cumplir con la función básica de cualquier
Estado moderno: dar orden y previsibilidad a las relaciones sociales. Este
Estado degradado está en peligro crónico de evolucionar hacia una situación
extrema de disolución, el Estado fallido (Programa Estado de la Nación,
2011).
31
Se refiere a capacidad que tienen las personas para tomar decisiones acerca de la vida
que desean vivir y responsabilizarse por ellas ante sí mismos y ante los demás (Sen, 2009).
41
La débil capacidad política de las poblaciones rurales en Centroamérica se
evidencia también en los bajos niveles de interacción con el espacio
inmediato de participación política: las municipalidades. Aunque este es un
fenómeno que también se da en zonas urbanas, se manifiesta con mayor
fuerza en los territorios rurales. De acuerdo con Lapop (2010), más del 50 por
ciento de los residentes en las zonas rurales no tienen ningún tipo de
interacción con las municipalidades (cuadro 11). Es decir, no realiza trámites
ni presenta peticiones a la municipalidad, ni asiste a las reuniones
convocadas por los gobiernos locales. Ello implica que la población rural no
está aprovechando el espacio municipal para canalizar peticiones y la
solución de sus problemas, pese a que en algunos de ellos (como el
mantenimiento de caminos) los gobiernos locales tienen competencias
directas. Esta situación es más marcada en países como Panamá, donde el
86% de las poblaciones rurales no tienen ningún tipo de interacción con la
municipalidad, o en Costa Rica y Honduras donde 79% de la población rural
se muestra alejada del gobierno local. Es importante destacar que a menor
nivel educativo y nivel de ingresos, la gente tiende a interactuar menos con
las municipalidades (ni tramitar, ni peticionar, ni asistir a reuniones).
Cuadro 11. Centroamérica: Distribución relativa de las modalidades de interacción
ciudadana con las municipalidades por zona. 2010
Modalidad de Guatemala El Salvador Honduras Nicaragua Costa Rica Panamá
participación
Urbano Rural Urbano Rural Urbano Rural Urbano Rural Urbano Rural Urbano Rural
No tramita ni
59,7 51,7 49,5 55,6 79,5 79,7 58,0 64,3 74,8 79,5 88,8 86,6
participa en nada
Solo tramita 20,2 16,7 31,0 17,4 11,4 5,5 21,9 13,5 11,7 6,7 4,3 3,1
Solo peticiona 4,7 7,4 3,7 5,5 1,3 3,1 4,7 5,6 4,6 5,2 3,5 4,3
Solo asiste a
3,3 8,5 4,0 5,6 3,4 6,2 3,4 4,4 3,5 4,0 2,2 4,2
reuniones
Tramita y asiste a
4,3 4,1 2,9 3,9 0,7 0,7 2,5 2,2 1,0 0,8 0,1 0,2
reuniones
Tramita y
4,3 4,4 4,2 5,6 0,8 1,2 4,3 3,7 1,5 2,3 0,5 0,9
peticiona
Asiste a
reuniones y 1,3 2,6 2,1 3,9 1,6 2,6 2,1 3,1 1,4 1,0 0,2 0,5
peticiona
Tramita, asiste a
reuniones y 2,3 4,7 2,7 2,4 1,3 0,9 3,1 3,2 1,5 0,6 0,4 0,2
peticiona
Total 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0
42
proporción de población que vota en estos territorios es inferior al promedio
nacional (Mapa 3). La baja participación tiende a ser más extendida en los
territorios alta y predominantemente rurales en los cuales probablemente hay
mayores dificultades para movilizarse a los centros de votación.
La baja participación electoral en zonas altamente rurales se asocia también
con las bajas expectativas que sus pobladores tienen de las instituciones
estatales cuya penetración ha sido y es baja en la mayoría de estos
territorios. Sobre este punto un estudio (Ramírez, 2010) realizado sobre la
distribución espacial de las entidades públicas en la región encontró que de
una muestra de 125, un grupo importante de entidades (40) no cuenta con
sucursales o cuentan con una cantidad inferior a 10 fuera de sus oficinas
centrales en la capital. Dado que la noción de presencia institucional no
pareciera tener sentido si no se relaciona con un territorio determinado, se
midió la densidad de la institucionalidad (por cada 500 kilómetros cuadrados,
tamaño promedio de la provincia o departamento más pequeño de los países
de la región). Al analizar las coberturas por país, se notan diferencias
notables: Costa Rica y El Salvador son los países que cuentan con mayor
cantidad de entidades con altos grados de cobertura, mientras que Honduras
y Nicaragua presentan los menores. Este resultado podría estar relacionado
con el hecho de que en Nicaragua y Honduras junto con Guatemala son los
que tienen los Estados más pequeños de la región (entre 93 y 106
instituciones) y con menor financiamiento, lo que podría estar limitando su
presencia territorial.
Mapa 3. Centroamérica: Territorios rurales con baja y muy baja participación
electoral
43
Nota: Datos para elecciones presidenciales en los siguientes años 2010 (Costa
Rica), 2009 (El Salvador y Honduras), 2007 (Guatemala), 2006 (Nicaragua) y 2004
(Panamá). Muy baja participación: extremo inferior por debajo de la participación
promedio del país. Baja participación: rango intermedio entre el promedio menos 2
desviaciones estándar y el rango de muy baja participación.
Fuente: Elaboración propia con datos de los tribunales supremos electorales y los
institutos de estadística de los países.
44
en un marco de fortalecimiento de la institucionalidad democrática y la
vigencia efectiva de los derechos humanos.
45
de mecanismos para lograr eficiencia en el uso de la energía en sectores
como el transporte público pueden ser claves para ampliar la calidad y
disponibilidad de este valioso recurso en las zonas rurales pobres. Ello
requiere crear las condiciones no sólo para canalizar recursos públicos sino
para incentivar la inversión privada, nacional e internacional, que permita
viabilizar estos proyectos.
Fomentar la producción de alto valor agregado. Las políticas promovidas
durante las últimas décadas han privilegiado el fomento de las exportaciones
y otras actividades productivas destinadas al mercado externo en detrimento
de la producción para el mercado local. La crisis de los años 2008-2009
evidenció la importancia del mercado interno como estrategia para paliar
ciclos recesivos o contracciones de la economía internacional. En este
contexto, políticas de fomento productivo –algunas de las cuales se
describen más adelante-, en particular las dirigidas a los sectores de
agricultura y la agroindustria, permitirían optimizar el uso de recursos
ociosos y dinamizar las economías rurales en la región. Como complemento
podrían abrir nuevas oportunidades para la inserción y el comercio
internacional y fortalecer los encadenamientos productivos entre las zonas
rurales y urbanas.
Mejorar la gestión ambiental. Una de las mayores fortalezas de
Centroamérica para impulsar su desarrollo es su rico patrimonio natural. En
este sentido, acciones tendientes a mejorar la gestión de los recursos
naturales (agua, suelo, aire, bosque) y disminuir la contaminación pueden
generar beneficios ambientales y mejorar la competitividad de los países.
Las certificaciones ISO14000, las normas de producción bio y “fair trade” y
los mecanismos REDD ofrecen valiosos mecanismos para alcanzar esa
meta y posicionar la producción en mercados de alto poder adquisitivo.
Además, resultaría fundamental para reducir los altos niveles de riesgo y
vulnerabilidad de la región, particularmente en el contexto del cambio
climático y los desafíos que ese fenómeno implica en términos de
adaptación.
46
interior, saltos cualitativos en la integración regional no son posibles
(Programa Estado de la Nación, 2011).
En estas condiciones es factible perfeccionar el abordaje conjunto de ciertos
temas, pero no lograr cambios fundamentales en el curso y la profundidad de
la integración. Después de todo, ningún edificio se sostiene si sus bases son
endebles: la integración centroamericana es un segundo piso que descansa
sobre los fundamentos de los Estados nacionales.
Aún en estas condiciones es posible reconocer en ciertos ámbitos avances en
la integración y acción regional, entre ellas: la compra conjunta de
medicamentos, la negociación del Acuerdo de Asociación con la Unión
Europea, los avances en la Unión Aduanera, el Sistema de Interconexión
Eléctrica y la Red Internacional de Carreteras Mesoamericanas. Ello evidencia
que más y mejores acciones conjuntas no sólo son posibles sino necesarias
para enfrentar un contexto internacional complejo y en alguna medida adversa,
sino para potenciar las capacidades y los recursos con que cuentan los Estados
nacionales para impulsar su desarrollo.
En lo concerniente a la reducción de la pobreza y el desarrollo rural existen
algunos instrumentos e instituciones que propician acciones conjuntas entre los
países y a nivel regional, entre ellas:
47
nacionales, en presupuestos multi-anuales y en proyectos concretos, c)
Sensibilizar a los políticos y la opinión pública sobre una agenda de asuntos
prioritarios para el desarrollo e incorporar esos criterios en la asignación de
presupuestos, d) Implementar mecanismos que permitan la planificación,
seguimiento y evaluación las políticas públicas con base en resultados, e)
Fortalecer la transparencia y rendición de cuentas y f) mejorar la coordinación
intersectorial.
La implementación de acciones regionales podría potenciar la asignación de
recursos públicos y las capacidades institucionales mediante la promoción de
acciones a nivel subnacional como parte de un compromiso claro de
descentralización que permita fortalecer la prestación de servicios a la población
rural en los ámbitos agropecuario, de salud, educación y de seguridad. Aunado
a ello, es importante el desarrollo de capacidades de los gobiernos locales para
mejorar la gestión y recaudación de impuestos territoriales y la aplicación
adecuada de estos recursos como contraparte de los aportes del gobierno
central en inversiones que permitan mejorar las condiciones materiales para el
desarrollo de los territorios rurales.
48
Determinante Medidas Países
Mejorar la disponibilidad y
acceso a los alimentos
Sistema de extensión
agropecuaria y rural
mediante arreglos público-
privados
Riego y drenaje
Ampliar el acceso a
servicios financieros
(crédito, seguros, etc.)
49
Determinante Medidas Países
Premios a la calidad a/
Agricultura de contrato a/
Fondos competitivos a/
Certificaciones a/
Atracción de inversión a/
a/ Ejecutar acciones como estas implica generar la voluntad política necesaria para priorizar
los temas rurales en la agenda de desarrollo de los países. Para ello resulta clave mejorar la
presencia institucional de los Estados en las zonas rurales así como fortalecer la
participación ciudadana de las poblaciones y líderes rurales en el ámbito subnacional y
nacional.
50
ingresos y su productividad al mismo tiempo que les permita revalorizar el
medio rural y fortalecer valores estratégicos como la conservación ambiental, el
aprecio por el agua y la biodiversidad, así como la identidad con sus territorios y
comunidades.
Seguridad social: Crear mecanismos que permitan ampliar la cobertura de los
sistemas de salud y pensiones a los trabajadores independientes y por cuenta
propia, esquemas laborales predominantes en los sectores agrícola y las zonas
rurales. Superar las condiciones de pobreza y exclusión de la población rural
también requiere ampliar la presencia institucional y capacidades financieras,
técnicas y de infraestructura para la prestación de los servicios de salud a la
población (principalmente infantil, juvenil y adulta mayor), que por sus
condiciones particulares no califiquen para ser asegurados directos y mejorar la
cobertura de pensiones no contributivas para aquellos sectores de adultos
mayores en condición de pobreza.
Infraestructura y comunicación
Caminos Rurales: Ampliar y mejorar la red de caminos rurales y puentes para
el acceso a los mercados de las zonas donde se fomente la intensificación de la
actividad económica y los clusters. Esta propuesta se sustenta en la
consideración de que no hay recursos suficientes ni justificación económica
para llegar a cada comunidad pobre, por más que se quisiera. Esto debe
obedecer a una planificación territorial y de comunicaciones sustentada en el
entendimiento de las oportunidades productivas de los territorios.
Conectividad, comunicación y agronegocios: Aprovechar mejor las redes y
los medios de comunicación disponibles en el medio rural (emisoras de radio,
boletines y prensa escrita, asociaciones comunales y de productores) para
difundir información relevante para el medio rural (salud, educación, asistencia
técnica, gestión de recursos naturales, etc.) así como para la identificación de
oportunidades productivas y de agronegocios rurales. Desarrollar programas de
asistencia social focalizados a aquellas personas con mayores niveles de
vulnerabilidad y menor conectividad en los territorios. Estos programas existen
en varios de los países pero muchas veces son más dirigidos a las poblaciones
urbanas o con mayor acceso a infraestructura e información.
Riego y drenaje: Fomentar las inversiones necesarias para ampliar la
cobertura y mejorar la calidad del riego de pequeña escala, especialmente en
las zonas más áridas y vulnerables al cambio climático, tanto para el acceso de
pequeños productores como medianos. Esta inversión debe considerar también
la educación para aprender a manejar el agua de riego. Complementariamente
es importante construir y dar mantenimiento a sistemas de drenaje, públicos y a
nivel parcelario, en zonas rurales, los cuales eviten que los excesos de agua
sean motivo de inundaciones y pérdidas catastróficas cada vez más frecuentes
y cuantiosas y que destruyen los pocos bienes de capital de las poblaciones
más pobres.
Agua y sostenibilidad
Agua potable y servicios de alcantarillado: Ampliar la cobertura y mejorar la
calidad del agua para consumo humano y el saneamiento en las zonas rurales
como factores clave para lograr reducir la incidencia de enfermedades
51
infectocontagiosas y la gestión y protección del recurso hídrico. Fomentar la
organización comunitaria y/o de pequeña empresa para brindar los servicios de
agua a nivel local.
Cosecha de agua: El cuido de las fuentes de agua y la cosecha de agua de
lluvia, pueden ser acciones relevantes, especialmente en las zonas rurales más
vulnerables a la escasez. Fomentar una fuerte inversión pública y apoyar la
inversión privada y comunitaria en cosecha de agua.
52
Servicios Financieros y Empresariales: Ampliar a través de actores públicos
y privados la cobertura de los sistemas innovadores de servicios financieros
rurales para extender el crédito a más emprendedores especialmente mujeres y
jóvenes; y esto incluye los bancomunales, las cajas rurales, las cooperativas de
ahorro y crédito, los fondos creados por empresas para adelantos de cosecha, y
otras modalidades que funcionan.
Investigación: El Estado requiere reconsiderar sus estrategias de apoyo a la
innovación tecnológica y de gestión agropecuaria a partir de modelos
institucionales y empresariales novedosos que permitan lograr una renovación
total de las instituciones de investigación y extensión agropecuaria, ampliando
el número de actores públicos (universidades públicas) y privados
(universidades privadas, organizaciones de productores, Centros de excelencia,
ONG, entre otros). También ampliar el rol las universidades y colegios
agropecuarios especialmente para generar conocimiento y difundir información
sobre oportunidades de negocios para los productores de todas las escalas y
capacidades.
Es importante también valorar las experiencias para apoyar por medio de
capacitación y fondos concursales a instituciones públicas y privadas con plena
participación de los productores, en la investigación aplicada para resolver
problemas concretos y el desarrollo de material genético y la producción de
semillas para productos básicos y a partir de la riqueza de la biodiversidad y con
generación de sistemas de apropiación de conocimiento en beneficio de las
comunidades autóctonas; especialmente para la adaptación a la inestabilidad
climática, recuperando los saberes ancestrales.
Extensión agropecuaria y rural: Los servicios son factores determinantes de
calidad y competitividad en la agricultura y los productores y las organizaciones
que los valoran, los demandan y están dispuestos a pagar por ellos. Algunos
pueden ser provistos por las mismas organizaciones, y otros requieren
contratarse. El acceso a servicios productivos, de asistencia técnica, análisis de
suelos y agua, control de calidad y certificación, de transporte oportuno y otros
han sido importantes para que la producción de los pequeños productores
mejorase la calidad y cumpla con las exigencias de los compradores en
términos de oportunidad y calidad. La combinación de servicios públicos de los
institutos de tecnología y universidades públicas y la mezcla de recursos
técnicos, empresariales y financieros del sector público con los de empresas y
cooperativas del sector privados ha probado dar excelentes resultados.
Los grupos más exitosos y que han logrado organizaciones sostenibles han sido
los que complementaron sus esfuerzos y sus recursos con aportes del Estado,
de la empresa privada y cooperativas, de la cooperación internacional, de ONG
o de proyectos especiales; superando frontalmente el modelo de aporte de
recursos externos como medio fundamental.
Fomento de la organización a través de cooperativas y otras formas de
asociación: Apoyo a la organización cooperativa para la provisión de servicios
(acopio, calidad, procesamiento, negociación, entre otros) y establecimiento de
mecanismos financieros cooperativos a los que tengan acceso los pobres
rurales.
53
Hay que aprovechar las experiencias exitosas de creación de organizaciones
que hay en los países de la región, y facilitar visitas, intercambios, y establecer
regulaciones mínimas que estimulen el esfuerzo colectivo y que eviten la
corrupción, utilizar bonos para asistencia técnica a las organizaciones y los
miembros.
Se requiere de mayor asistencia en la conformación de asociaciones de
productores, mediante asesorías en desarrollo organizacional y
empresarialidad; así como simplificar los trámites y costos para el registro de
organizaciones. El empoderamiento a través de la participación de la población
rural es fundamental para que sirva de contraparte activo y efectivo en la
atención a los grandes desafíos del desarrollo rural
Apoyo a la organización comunitaria solidaria ante los desastres naturales, tema
que debe recibir atención especial ante la evidencia del agravamiento de la
situación y las limitaciones de recursos
Incentivos a la producción rural
Premios a la calidad: Es preciso fomentar y seguir los ejemplos del café y el
cacao, en donde los principales logros se dieron por la vía de la existencia de
mercados que premian la calidad y transmiten esta demanda hacia los
productores, la mejora de la calidad y la adición de valor, para lo cual la
organización empresarial y cooperativa y la capacitación de las familias es de
suma importancia y también fue decisiva la negociación con los compradores
para los pagos por calidad; y especialmente la observancia de los compromisos
adquiridos.
Agricultura de contrato: Entre las modalidades para la producción se debe
promover la agricultura de contrato, pero también se debe mejorar la normativa
al respecto. Muchos productores señalan que hace falta una normativa más
clara al respecto, especialmente para evitar el incumplimiento de los
compromisos de las partes, estimular la provisión de financiamiento de los
compradores a los productores en condiciones preferenciales, mecanismos de
compensación por riesgos y desastres, etc.
Fondos competitivos: Crear y fortalecer los fondos competitivos de pre
inversión e inversión para la PYME Rural, con especial atención y condiciones
para la participación de mujeres y jóvenes emprendedores. Dentro de dichos
fondos debe preverse su utilización en actividades para mejorar la capacidad de
las personas y mejorar el acceso a servicios que elevan la eficiencia productiva
y permiten aumentar el valor agregado.
Certificaciones: Las certificaciones son instrumentos que pueden ser útiles
para mejorar los ingresos de los productores porque en la mayoría de los casos
estas certificaciones son “internalizadas” por los mercados. Hay decenas de
certificaciones que van desde las orgánicas, sostenibles, libre de mano de obra
infantil, protectoras de la biodiversidad, huellas de carbono y de agua, entre
otras. Hay que fortalecer la capacidad de las instituciones públicas para brindar
certificaciones al igual que hay que fortalecer las normativas para el desarrollo
de certificaciones privadas –locales e internacionales-.
54
Atracción de inversión: para la inversión privada en el medio rural (parecidos
los que tienen las Zonas Francas) de tipo tributario, infraestructura rural,
simplificación de procesos aduaneros condicionados a la generación de empleo
de calidad, adecuadas condiciones laborales y modelos de integración vertical
con la participación de los pequeños productores, reconociendo que
actualmente las Zonas Francas Agroindustriales no satisfacen ese requisito.
Agroindustrias rurales con identidad local
La gravedad de los problemas de inseguridad alimentaria y nutricional en
Centroamérica podrían enfrentarse mediante incentivos y mejores condiciones
de apoyo para la agricultura familiar de productos alimenticios para consumo
local que combinados con aquellos destinados al mercado internacional
permitan mejorar la rentabilidad de los emprendimientos agrícolas y la
agroindustria rural de pequeña escala. Su fomento puede hacerse con
participación de los gobiernos locales y creando fondos de preinversión y
comprometer a las cadenas de supermercados, bajo los principios de la
responsabilidad social empresarial, a concretar alianzas para la producción
agrícola y pecuaria y agroindustrial en zonas pobres con potencial. Ello no tiene
porque ir en contra de sus objetivos de rentabilidad y eficiencia.
Inocuidad en los alimentos para la población rural
La población rural especialmente la más pobre consume los alimentos que
producen ellos y los que se venden en las zonas rurales para los cuales no
existen mecanismos de control de la inocuidad. Como resultado consumen
alimentos con residuos de pesticidas, hormonas y antibióticos entre ellos los
que proveen más de 600 mataderos rurales y 1000 microprocesadores lácteos
en unidades operativas que operan sin las condiciones necesarias. Tanto las
municipalidades rurales como los Ministerios de Salud, Agricultura y de
Ambiente requieren tomar acción es para educar a la población para que sea
más exigente, educar y crear facilidades de inversión para las agroindustrias
referidas y sancionar a los infractores.
55
convierte en caldo de cultivo para otros problemas regionales más complejos
tales como migración, el narcotráfico, la violencia y la inseguridad ciudadana.
En segundo lugar, el reconocimiento de la pobreza y la exclusión social y sus
determinantes tiene implicaciones importantes en materia de políticas
públicas orientadas a tratar el problema. Por un lado ratifica, la necesidad de
introducir cambios sustanciales en el diseño actual de las políticas
universales y recursos que acompañen la implementación de las mismas. En
el caso de la población rural, junto con la mejora en la cobertura de los
servicios de salud y educación, es importante asegurar su calidad y
adecuarlos a sus necesidades y particularidades (dispersión geográfica,
actividades productivas, horarios, participación comunitaria en la gestión,
etc.). Por otro lado, implica repensar los programas de combate a la pobreza,
de modo que se orienten a ampliar las oportunidades productivas y de
generación de ingresos y a atender los problemas existentes en los mercados
laborales, tales como la baja cobertura de la seguridad social y la falta de
políticas de generación de empleos de calidad. El análisis sobre exclusión
confirma que la ausencia de estas condiciones impide a los hogares de
mayor privación mejorar sus ingresos y acceder a los beneficios de la política
social. Por otro lado, en cuanto a las políticas económicas, alerta sobre la
necesidad de promover cambios en el estilo de crecimiento económico
vigente y las formas en que se distribuyen sus frutos. Para esto resulta
imprescindible promover acciones más claras orientadas a impulsar en los
distintos territorios dinámicas que favorezcan la creación de empleos
formales, un mayor acceso de la población a la educación y la salud,
incrementar la productividad de las unidades familiares, favorecer la equidad
en la distribución, fomentar la asociatividad y el acceso a activos (tierra,
crédito y tecnologías) así como la generación de nuevos recursos fiscales
para ampliar de manera sostenida el alcance de las políticas sociales
dirigidas a los hogares excluidos.
La aplicación de este tipo de políticas requerirá, además, decisiones que no
se pueden tomar sin alterar las relaciones de poder entre los principales
grupos sociales de los países, las mismas relaciones que han dado lugar a
las dinámicas que subyacen a la situación de los hogares excluidos
(negación de ciudadanía social y procesos de acumulación que generan
excedentes laborales y precarización de la fuerza de trabajo). Se trata de
cambios de orden distributivo y redistributivo, que pueden afectar las reglas
actuales sobre el reparto de los frutos del crecimiento económico, cuyas
tendencias concentradoras se han consolidado en los últimos veinte años, tal
como lo demuestra el análisis de la desigualdad. No se puede pretender que
las políticas sociales resuelvan las insuficiencias del sistema económico.
Avances en esta materia pasan necesariamente por una mayor carga y
recaudación tributaria, que junto con mejoras en la asignación, transparencia
y gestión del gasto público, permitan financiar de manera sana y sostenible
los Estados y sus políticas sociales y programas de desarrollo.
Tal como lo documentó el Cuarto Informe Estado de la Región (Programa
Estado de la Nación, 2011), en varios países del Istmo ha sido imposible
lograr avances en esta materia debido al bloqueo político y el ejercicio del
56
poder de veto de los poderes fácticos (aquellos que están fuera del ámbito
institucional y político formal)32.
De ahí la importancia de promover, que el diseño de políticas, se base en
acuerdos políticos duraderos que, tomando en cuenta el sistema de
interacciones sociales construido históricamente en los distintos territorios
rurales, tenga como punto de partida el establecimiento de coaliciones que
busquen articular los esfuerzos de diversos actores políticos (partidos,
movimientos sociales, empresas, y organizaciones gremiales) capaces de
comprometerse con una serie de acciones a desarrollar con visión de largo
plazo (más allá de periodos electorales) para mejorar el acceso de los
hogares excluidos a los recursos claves que les permitan superar las
condiciones de rezago crónico a las que han sido sometidos por décadas.
En síntesis, la remoción de los núcleos duros de pobreza y exclusión en las
zonas rurales de Centroamérica requiere de cambios sustantivos en las
formas de actuar y llevar a cabo acciones de política pública y la
consideración de aspectos estratégicos en su diseño tales como:
32
De acuerdo con entrevistas en profundidad realizadas para este Informe, dos factores
clave para lograr avance en esta materia es mejorar la calidad del gasto y fortalecer la
transparencia y rendición de cuentas para asegurar el uso eficiente de los recursos y su
asignación de acuerdo con las prioridades acordadas.
57
las agroindustrias rurales para generar una producción con mayor
valor agregado.
6. Promover la asociatividad en los territorios rurales como recurso para
empoderar a los pobladores rurales más excluidos en términos
económicos, sociales y políticos.
7. Articular los esfuerzos de la cooperación internacional con un
sentido más estratégico de apoyo a aquellas iniciativas que tengan como
objetivo principal remover los determinantes estructurales que impiden a
los hogares excluidos acceder a recursos que para superar sus
condiciones de rezago crónico.
Tal como se ha documentado en este informe, no existe una fórmula única para
enfrentar la pobreza y la exclusión social de la población rural en
Centroamérica. Si bien todos los aspectos arriba señalados son importantes de
considerar en cualquier estrategia, la complejidad y multidimensionalidad de
estos fenómenos y su persistencia en las sociedades centroamericanas plantea
la necesidad de priorizar las intervenciones alrededor de puntos “neurálgicos”
en los que se puedan generar efectos indirectos y positivos sobre otros factores
vinculados al problema, bajo la previsión de que para lograr cambios
sustantivos las acciones deberán ser sostenibles en tiempo y contar con sólidos
mecanismos de seguimiento, evaluación y rendición de cuentas. No hacerlo
implicaría la imposibilidad de su ejecución en contextos institucionales y
financieros muy limitados como los de los países centroamericanos. Además, la
decisión de cada gobierno y la asignación de recursos a cada intervención
dependerá de la severidad de los problemas, la capacidad técnica y financiera
de los Estados y sus instituciones en los territorios rurales, el costo de las
intervenciones en relación con la cantidad de personas beneficiadas y el plazo
establecido para que las medidas adoptadas generen resultados.
En general, los determinantes de la pobreza analizados en este informe refieren
a rezagos históricos característicos de los estilos de desarrollo de los países
centroamericanos. Cabe destacar sin embargo una amenaza particular: los
países centroamericanos tienen una alta dependencia de alimentos importados.
En las volátiles condiciones de los mercados internacionales, esta dependencia
es un serio desafío para la seguridad alimentaria y nutricional de sus habitantes:
altos precios pueden generar desabastecimiento alimentario y la agudización de
las carencias nutricionales, particularmente de la población infantil. Estas
situaciones afectarían principalmente a la población pobre que tiene bajo poder
adquisitivo y serios problemas subnutrición y desnutrición. Razón por la cual
mejorar la producción interna y el acceso a los alimentos emerge como un tema
regional de orden estratégico. El riesgo de que vastos sectores de la población
rural, pobre, indígena y joven experimenten hoy inseguridad alimentaria es un
costo demasiado alto para una región que necesita aprovechar al máximo las
oportunidades que le ofrece su actual transición demográfica para impulsar su
desarrollo durante las próximas décadas.
Durante las últimas décadas en Centroamérica se han promovido una amplia
diversidad de experiencias y buenas prácticas en temas claves del desarrollo
rural. Tal es el caso de las experiencias en materia de crédito y micro-finanzas,
sistemas de producción agroforestales, manejo de fincas y conservación de
58
suelos, comercialización y servicios de apoyo a la producción, innovación
tecnológica e investigación en producción sostenible, bancos de semillas y
especies mejoradas, infraestructura de captación y almacenamiento de agua y
sistemas de riego; así como protección de cuencas y pago de servicios
ambientales; capacitación, participación local en el ordenamiento territorial y
desarrollo de empresa asociativas y micro-empresas. Sin embargo, las buenas
prácticas per-se, su identificación y promoción, no constituyen una respuesta
satisfactoria a la complejidad de los problemas asociados con la alta
prevalencia de la pobreza y la exclusión social en las áreas rurales del Istmo:
59
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Anexo
Red y proceso de investigación para la producción del Informe sobre
determinantes de la pobreza rural en Centroamérica
En la elaboración del estudio sobre determinantes de la Pobreza Rural en
Centroamérica: desafíos y oportunidades para la acción, se elaboraron un conjunto
de trabajo en el que participaron 25 investigadores, más 6 miembros del equipo
técnico del Programa Estado de la Nación–Región, vinculados al proyecto como
coordinadores y asistentes de investigación. Varios miembros del equipo de RUTA
participaron en el diseño del proyecto así como en la revisión de los productos
intermedios y finales de investigación.
66
Nombre del investigador (a) País Tema/aporte
Centroamérica
Hugo Chavarría Costa Rica Asistente de investigación
Roger Bonilla Costa Rica Elaboración de mapas
José Angulo Costa Rica Edición técnica informe final
1/ Preparación de informe regional
2/ Sistematización de estadísticas e información bibliográfica
67