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Tomás Haya
COLECCIÓN NOVELA ACTUAL
#spanishinfection
Tomás Haya
ISBN: 978-84-15786-09-2
A Meri, a Yagui, a mi madre,
mindoniense.
Jueves a sábado
Uno. Jueves. Mi casa.
A mi m molaria komert la
boca julandron, bss d
torno :-)
El cabrón del Cani. ¡Coño, me
equivoqué!
Parec q t lo pasas mu
bien kn hugo.
Piri piri piii.
X lo mens no s 1
hamargado
Hostia. ‘Hamargado’. Yo no seré
Lázaro Carreter, pero, coño,
‘hamargado’… No me gustó su sms:
Eso va cn segndas?
Piri piri piii.
T k cres??!! y x ciert ya k
abls d sgnds, sgdas partes
nnka fueron buenas
A la mierda. Paso de calentarme. Pero
el Cani no se va de rositas. Sms al Cani:
Judas.
Piri piri piii.
T juro q t lo iba a kontar xro
cn l hugo dlante no me atrevi.
No paso nada k yo
viese t l juro, perdonam
tomi :-(
¡Bah! No sabía qué pensar. Estaba de
mala hostia:
Madrid, 25 de junio de
2010
Algn dia ya m lo
explicaras.
Pretendía ser irónico, pero el cabrón
se lo tomó en serio:
Ya t perdone kpullo, m
ekivke y le mand sms a
hugo dciend k su blog s
1 mierda.
Piri piri piii.
Ricardo Maestro
De:
manuel.castellano@management-
emp.es
Enviado el: martes, 22 de
junio de 2010 11:31
Para: rmaestro@uad.es
Asunto: Para añadir al
check list
Datos adjuntos: factura ued
Ricardo, espero que estés
bien. Me refiero a vuestra
última factura, que te remito
en attachment. Puedes
chequearla por favor?? La he
verificado y no cuadra con los
datos que tenemos!! En otro
orden de cosas te pediría un
poco más de proactividad por
vuestra parte en este nuevo
escenario. Como sabes
estamos desbordados y hemos
tenido que externalizar el
consulting porque nuestro
controller no tenía tiempo de
verificar los trabajos. Podrías
validarnos una parte
reportándolo a mi assistant??
Un saludo.
Manuel S. Castellano
Account Manager
Management Empresarial
De vuelta a la moto.
Avanzamos unos kilómetros a una
velocidad ridícula, y además teníamos
que parar cada poco porque la vespa se
calentaba y a mí me dolía el culo que te
pasas de ir mal sentado. No podíamos
seguir así mucho rato. Había que
agenciarse un coche. Se lo comenté a
mis compis.
—La siguiente parada tiene que ser en
algún sitio donde podamos pillar un
coche. Voy muerto —les grité.
—Vale —contestó Cani.
Cuando llevábamos unos cien
kilómetros vi otra gasolinera. Tenía
movimiento de coches. Según mi teoría,
quien conduce no ataca. O sea, que no es
peligroso, si se mantienen las distancias.
Paré lejos del movimiento, por si
acaso. Prefería un zombi de buena
familia que un sano cabrón. Milú bajó
de un salto.
Junto a la gasolinera había un
restaurante y un bar. Se podía decir que
estaban abiertos por saqueo.
Me interesaban coches abandonados
que pudiesen tener las llaves puestas.
Una lotería, vamos. Eché un vistazo.
Milú lo olfateaba todo, pero sin ladrar.
Estupendo.
En los surtidores repostaban una
parejita en un Smart, una Kia Carnival,
una family en una Chrysler Voyager y un
Lupo amarillo.
Junto al bar había una furgo del Berlín
Kebab abierta y vacía, un par de
camiones con trailer y un Ford Escort
hecho polvo. Del bar salieron dos críos
con la hostia de bolsas de pan Bimbo.
Se subieron al Ford y se esfumaron.
«Vamos a echar sulfa», dije. Nos
bajamos los tres y tiré con la moto
apagada hacia los surtidores.
El Cani debía de tener muy mala pinta
porque todos, menos los niñatos de la
Carnival, miraron con cara de acojono.
El de la Voyager soltó el surtidor, se
subió al coche, hizo un gesto a los del
Smart y los dos coches salieron
volando. Iban juntos.
En los surtidores quedaban la
Carnival de los niñatos y, detrás de la
Carnival, el Lupo.
Del Lupo se bajó una cuarentona de
melena rubia y gafas de montura roja. A
su lado iba un abuelo y detrás más peña.
En la Carnival estaban apoyados dos
niñatos, uno con la capucha de la
sudadera puesta, y otro bastante grande
con el pelo rapado pero solo por los
lados.
«Vaya coche guapo», dijo el de la
capucha. La del Lupo hizo que no había
oído.
—Que digo que vaya coche guapo, o
es que no me oyes.
—Gracias —dijo la otra, tensa.
El de la capucha dio dos toques en el
cristal de atrás, se abrió la puerta
corredera de la furgo y salieron otros
dos niñatos: uno con chándal blanco,
pelo de punta y aros en las orejas, y otro
con pelo corto y patillas tochas.
Los cuatro se acercaron al Lupo.
Siguió hablando el de la capucha.
—¿Por qué no les dejas probar el
buga a mis colegas?
—Por favor, déjame.
—Pero si es un momeeento, trooonca.
—Por favor, déjanos tranquilos.
—Pues se me canta a mí en los huevos
que les prestes el coche a mis colegas
—dijo el niñato, agresivo.
—¿Pero tú no ves que voy con niños y
con gente mayor?, ¿es que no lo ves? —
dijo ella, colorada y nerviosa,
señalando al Lupo.
Del Lupo se habían bajado el abuelo y
un tío joven. El marido de la de las
gafitas, pensé. «Déjenos», decía el
abuelo. «Dejadnos en paz», decía el tío.
Dentro del coche quedaba peña.
Aceleré el paso. «Pasa alguna cosita
por aquí», dije. Miraron todos. Hice
dudar al de la capucha.
—Métete en tus putos asuntos chaval,
que todavía cobras.
—Dejadlos en paz, gilipollas —dijo
Lupe.
—Mira niña, tú lo mismo te llevas un
recuerdo —dijo el de la capucha
sacando una navaja.
Justo después también sacó una navaja
el del chándal.
«Venga, tranqui todo el mundo, coño»,
dijo Cani. Milú empezó a ladrar y Cani
lo cogió en brazos.
Yo vi que la Lupe no se contenía. La
conozco y sé que estalla.
—Solo tenéis huevos para meteros
con mujeres y viejos. Sois unos putos
maricones.
—Mira, zorra, que te abro en canal —
dijo el del chándal, y se vino a por
nosotros.
Yo soy de sangre caliente y en
situaciones tensas me suelo meter en líos
por mi mala cabeza. Eché la mano a la
espalda, saqué la pipa y me fui a por él:
«como se me hinchen mucho los cojones
tiro de fusca y lo mismo me tengo que
cagar en dios».
¡Hostia cómo reculó! Soltó la navaja y
levantó los brazos. El rapao y el de las
patillas se pegaron a la furgo.
«A ver, el soplapollitas de la
capucha, suelta la faca y dame las llaves
de la furgo antes de que te meta un tiro
en los huevos». Lo hizo. «Y ahora nos
vamos a tumbar los cuatro aquí con las
manitas en la nuca», dije sin dejar de
apuntarles. ¡Buah!, parecía un madero.
Miré a la de las gafitas: «sois muchos
para un coche tan pequeño, y a nosotros
nos viene bien el vuestro. Toma las
llaves de la furgo, dame las del Lupo y
subid a toda hostia».
Cogió las llaves y arrancó la
Carnival. El abuelo se montó delante y
el tío joven detrás, con dos niños que
sacó del Lupo. Uno lloraba. «Gracias,
gracias», dijo el tío. La de las gafas bajó
la ventanilla y me dijo «Gracias. Que
dios os guarde». Seguía nerviosa. Luego
se fueron.
Le di las llaves a Cani. «Cani,
conduces. Lupe, arriba». Cani cogió las
llaves. Soltó a Milú dentro y arrancó.
Lupe se montó detrás. Subí, cerré de un
portazo y salimos quemando rueda.
«Jajaja, hostia, hostia, hostia, Tomás»
se reía Cani. Yo también me reía:
«jajaja, qué bueno tío, como en las putas
pelis».
Al rato tiré las llaves de la vespa por
la ventanilla, sin parar de reírme.
Lupe no se reía. Ni lo más mínimo.
Cinco. Flores.
El químico Hugo
Xan Home héroe
de la lucha contra
la pandemia
Su intervención decisiva en la
erradicación del Virus VhX
podría valerle la candidatura al
Nobel de Medicina
R.R.M / Vigo
El altruismo, la ética
profesional y la valentía
ejemplar del químico Hugo Xan
Home permitirá la erradicación
del Virus VhX.
Este joven químico vigués
afincado en Madrid, que era
responsable de calidad de Berlin
Kebab España (BKE), advirtió
sobre la infección de una partida
de ‘salsa berlín’ que fue, a la
postre, la causante de la
expansión del virus.
Según fuentes policiales, «el
análisis de la partida infectada
no se ha podido hallar en los
archivos de la empresa en
formato alguno». Según las
mismas fuentes, la única
explicación a ello es que «la
Dirección de BKE destruyese el
informe y todo rastro del mismo
para, después, distribuir la salsa
por los establecimientos de la
cadena. La decisión se habría
tomado para evitar eventuales
pérdidas por desabastecimiento
del ingrediente estrella de los
populares kebabs».
Se da la circunstancia de que
la cúpula directiva de BKE, que
permitió la propagación del
virus, ha desaparecido al
completo por efecto de dicho
virus letal.
Xan Home, que ignoraba la
destrucción de su informe y la
comercialización de la salsa
infecciosa, tuvo conocimiento de
la pandemia cuando disfrutaba
de unas vacaciones en su Vigo
natal. Lejos de amedrentarse,
reunió un instrumental básico
para improvisar un modesto
laboratorio. Llegando al límite
de experimentar con su propio
cuerpo, Xan Home desarrolló un
eficaz antiviral que trasladó con
la máxima celeridad a científicos
de Naciones Unidas.
La fabricación y distribución
del antiviral, que ya ha
comenzado, permitirá el cierre
de los controvertidos Centros de
Aislamiento y el alta de los
enfermos en cuarentena.
La irrupción de Xan Home en
un país tan necesitado de héroes
ha sido fulgurante. Pese a su
juventud algunos lo sitúan en las
quinielas para la cartera de
sanidad del Gobierno
Provisional. Pero Hugo parece
tener otros planes. En
declaraciones a El Mundo ha
afirmado que «no es ético ni
íntegro abandonar el barco en
momentos difíciles». Sus
palabras hacen pensar que
aceptará el ofrecimiento de
trasladarse a Alemania para
convertirse en el número dos de
Berlin Kebab a nivel mundial.
Algunos consideran tal maniobra
una astuta operación de lavado
de imagen de la multinacional
alemana, que querría utilizar en
su provecho la repentina
popularidad del joven.
Pero no se acaban ahí las
buenas noticias para Xan Home.
Fuentes cercanas al Instituto
Karolinska, institución
encargada de la designación del
Nobel de Medicina, aseguran
que su nombre suena con fuerza
para el galardón.
Dos. Sábado.
Amanecer.