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LA TRANSITIVIDAD

1.1 Introducción

Uno de los conceptos más utilizados en lingüística y, a la vez, con un significado

controversial es el de transitividad. Muchas veces se nos ha dicho que un verbo es transitivo

cuando designa una acción realizada por un “agente” (sujeto) que pasa o afecta a una

entidad codificada como objeto directo. Sin embargo, esta definición de libro de texto ha

sido muy criticada por los lingüistas debido a su imprecisión y a que, aunque se ampliara,

no abarcaría las construcciones transitivas prototípicas. Existen otras definiciones para el

término, pero podemos decir que, en general, se distingue entre transitividad semántica y

transitividad sintáctica.1

a) Desde una perspectiva semántica de la lengua, un verbo transitivo denota un

evento que requiere dos participantes. Uno tiene la función de sujeto y el otro

puede aparecer codificado de distintas maneras. En español, como se verá más

adelante, segundo participante se formaliza como objeto directo (OD), objeto

indirecto (OI) o como objeto preposicional (OP). A este tipo de verbos se les

denomina “bivalentes”.

b) En una visión más sintáctica de la lengua, un verbo transitivo es el que tiene el

esquema sujeto-verbo-objeto directo (S-V-OD).

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García-Miguel 1995

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El concepto de transitividad semántica sigue las propuestas de la teoría de valencias,

planteada por el francés Lucien Tesnière en su libro Éléments de syntaxe structurale

(1959). Dicha teoría plantea dos conceptos básicos: actante y circunstante. El primero

corresponde a los argumentos que el verbo necesita o rige para ‘completar’ su significado;

estos elementos pueden tomar la forma de SUJ, OD, OI o de OP. En cambio, los

circunstantes o complementos marginales son elementos que el verbo no requiere

semánticamente. En la gramática tradicional se les llama complementos circunstanciales y

pueden aparecer de diversas maneras, como frase nominal en (1a), frase preposicional en

(1b), o como un adverbio en (1c).

1. a. La semana pasada estuvimos en un campamento.


b. Ana hará una fiesta en el jardín.
c. Lo hizo allí/así/entonces.
Ahora bien, con base en el concepto de argumentos regidos y no regidos, los verbos en

español se pueden dividir en cuatro grupos, como se observa en la Tabla 1:

Tabla 1. Valencias y esquemas típicos

Valencia Esquema típico


0 V
1 (monovalente) SUJ-V
2 (bivalente) SUJ-V-OD
SUJ-V-OI
SUJ-V-OP
3 (trivalente) SUJ-V-OD-OI
SUJ-V-OD-OP
SUJ-V-OI-OP

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Algunos ejemplos de estas construcciones son los que aparecen abajo. En (2a), tenemos un

verbo de valencia 0, en (2b) hay un verbo monovalente, en (2c) uno bivalente y en (2d) un

verbo trivalente:

2. a. Llovió mucho.
b. Mario corre muy rápido.
c. Paola rompió la taza.
d. Pedro le dio chocolates a Vanessa.

Existen diferentes posibilidades para construir un verbo bivalente o uno trivalente. Sin

embargo, es cierto que, en español, existen esquemas típicos para cada clase de verbos.

Para los predicados de un argumento, el prototipo es ˂SUJ-V˃ como en (2b), para verbos

bivalentes es ˂SUJ-V-OD˃ como en (2c), y para los verbos de tres actantes es ˂SUJ-V-

OD-OI˃ como se ve en (2d).

Los esquemas no prototípicos para predicados que rigen dos argumentos son ˂SUJ-

V-OI˃ y ˂SUJ-V-OP˃, como se aprecia en (3). Para los verbos trivalentes, los esquemas

marcados serán ˂SUJ-V-OD-OP˃ y ˂SUJ-V-OI-OP˃, como los ejemplos de (4).

3. a. El premio le tocó a María.


b. María disfrutó del premio.
4. a. Paco puso el vaso en la mesa.
b. María nos habló de sus proyectos.

Siguiendo esta postura semántica de la lengua, nos encontramos con que el OP puede

aparecer como un argumento regido semánticamente por el verbo, es decir, es un actante.

Sin embargo, desde el punto de vista sintáctico, el OP se caracteriza por tener un

comportamiento ligeramente distinto frente a los demás actantes. En efecto, García-Miguel

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(1995:37) propone que las funciones centrales del español son SUJ, OD y OI, mientras que

el OP se identifica como función no-central. Las primeras se consideran funciones centrales

por ser las que están más relacionadas con el verbo, tanto que las podemos encontrar

integradas en él mediante morfemas de número y persona (5a) o a través de clíticos

pronominales de acusativo (5b) o de dativo (5c). Así, la mejor prueba para identificar

funciones centrales es mediante la referencia cruzada en los verbos.

5. a. Juan saltó.
b. El pastel lo comió Luis.
c. Daniel le regaló flores a Ximena

En (5a), la morfología del verbo en tercera persona del singular, saltó, hace referencia al

sujeto, Juan. En (5b) vemos el clítico lo, masculino singular, hace referencia al OD, el

pastel. Finalmente, en el ejemplo (5c) el clítico le es correferencial con el OI, María. La

prueba de referencias cruzadas no puede realizarse con el OP, puesto que no se puede

sustituir por un pronombre clítico (6c).

6. a. Confío en mi vecina.
b. Confío en ella.
c. *Le/la confío.

Como se muestra en (6c), los clíticos le y la no pueden hacer referencia a mi vecina. Es

necesario sustituir esa frase nominal por un pronombre tónico, ella, acompañado por la

preposición que le corresponde (en), como en (6b).

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1.2 Funciones semánticas

Ahora bien, cabe mencionar que los argumentos de una oración no sólo desempeñan una

función gramatical en ella, sino que también se caracterizan por tener una función

semántica. A cada componente sintáctico se le asigna un rol semántico, según el papel que

juegue en la predicación. Típicamente, las oraciones transitivas asignan los roles de

‘agente’ y ‘paciente’ al SUJ y al OD respectivamente. De esta manera, en una oración coo

la de (7), Marco es el sujeto-agente y la ventana el OD-paciente:

7. Marco rompió la ventana.

En el ejemplo anterior, nos encontramos con un agente y un paciente prototípicos, puesto

que tienen las siguientes características:

- Agente: + Origen + Animado + Volitivo


- Paciente: - Origen - Animado - Volitivo
Además de tener las características mencionadas arriba, el paciente debe verse afectado por

la acción que el agente realiza sobre él. De esta manera, obtenemos una oración transitiva

como Hopper y Thomson (1980: 251) la definen: “Transitivity is traditionally understood

as a global property of an entire clause, such that activity is ‘carried-over’ or ‘transfered’

from an agent to a patient”. Cabe decir que el agente, típicamente, estará en la función

sintáctica de sujeto y el paciente en la de OD.

Sin embargo, no existe una correspondencia necesaria entre el papel semántico y a

función. Es decir, habrá casos en los que la semántica del verbo nos lleve a asignar la

función de paciente a la entidad que ocupa la posición de SUJ como en (8):

8. El perro murió.

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Otro caso en el que la correspondencia típica de funciones y papeles se ve alterada es en las

oraciones pasivas. En ellas, el OD-paciente de una construcción en voz activa pasa a ser el

sujeto-paciente cuando la predicación se pasiviza y el sujeto toma la forma de su

complemento agente, como vemos en (9):

9. a. Los alumnos cerraron la facultad como protesta. (voz activa)


b. La facultad fue cerrada por los alumnos como protesta. (voz pasiva)

Ahora bien, hay otras funciones semánticas, además de agente y paciente. Podemos

encontrar oraciones en las que el sujeto tenga el papel de ‘fuerza’ (10a) o ‘instrumento’

(10b); estos roles se diferencial del agente en que se identifican como [-animados, -

volitivos], son similares porque también afectan a un paciente.

10. a. El viento abrió la puerta.


b. El cuchillo corta bien el pan.

También hay oraciones en las que, en lugar de un paciente, aparece un ‘tema’. La función

semántica de tema se atribuye a las entidades de las cuales se predica la locación o el

desplazamiento en el espacio. En comparación con los pacientes, un elemento definido

como tema se ve menos afectado por la acción verbal. En (11), a la frase la pelota le

corresponde el papel de tema:

11. Juan rodó la pelota.

Otras funciones semánticas, que resultan de gran importancia en este trabajo, son las de

‘experimentante’ y ‘estímulo’. Estos roles suelen aparecer en oraciones cuyo predicado es

un verbo de sentido ‘mental’ como oír, pensar, amar, gustar, etcétera. En el ejemplo de

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(12a), Ana siente la tristeza, lo que la vuelve experimentante, y Los días lluviosos provocan

esa emoción en Ana y son el estímulo.

12. a. Ana ama la playa.


b. Los días lluviosos entristecen a Ana.

Como los ejemplos de (12), nos damos cuenta de que funciones sintácticas y semánticas no

tienen que coincidir; pues en (12a) el experimentante es sujeto y en (12b) es OD, y los

estímulos también tienen una función sintáctica diferente en ambas oraciones.

1.3 Esquemas prototípicos y esquemas no prototípicos

Como mencionamos, hay una diferencia entre esquemas prototípicos y marcados. Como

vimos, los verbos bivalentes en español suelen seguir el esquema SUJ-V-OD. También es

más típico que el agente tenga la forma de sujeto y el paciente la de OD. Además, este

último es la función prototípica del segundo argumento de una oración como la que vimos

en (2c), repetida aquí como (13):

13. Paola rompió la taza.

Éste es un claro ejemplo de una oración transitiva con dos argumentos. Sin embargo, en

español, podemos encontrar dos ‘desviaciones’ con respecto al esquema prototípico de los

verbos bivalentes. La primera aparece con los llamados verbos de régimen preposicional,

los cuales siguen el esuqme SUJ-V-OP. El segundo argumento regido de estas

construcciones está introducido por una preposición que tiende a ser fija por estar ya muy

vaciada de contenido semántico. En la gramática de Alarcos Llorach (1999), se denomina a

esta frase preposicional como suplemento. Algunos ejemplos de los verbos de régimen

preposicional son los que aparecen en (14):


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14. a. En ocasiones, Fática carece de sentido común.
b. Todos aspiramos a cosas mejores.
c. Siempre hemos confiado en ella.
d. Esos zapatos combinarían con tu vestido azul.

Aquí cabe mencionar que hay verbos bitransitivos (trivalentes) que también se construyen

con un argumento introducido por una preposición. Como vimos anteriormente, el esquema

prototípico de los verbos trivalentes es SUJ-V_OD-OI. Sin embargo, con verbos de

movimiento causado (tales como poner, quitar, sacar, llevar, etc.), el tercer argumento se

codifica como un OP, tal como se aprecia en estos ejemplos:

15. a. Paco puso el vaso sobre la mesa.


b. Valeria quitó los libros de la cama.
c. Daniel llevó comida a la fiesta.

En este punto queremos hacer notar que hay una diferencia entre los OP que aparecen con

verbos de régimen preposicional y los que suelen seguir a los verbos de movimiento

causado. Como se dijo más arriba, los primeros pueden denominarse suplementos porque la

preposición que los acompaña está ‘vacía’ de significado y, por ello, es casi imposible que

varíe. Como vemos en (16), si cambiamos la preposición, la oración se vuelve agramatical:

16. a. En ocasiones, Fática carece de sentido común.


b. *En ocasiones, Fátima carece por/en sentido común.
c. Siempre hemos confiando en ella.
d. *Siempre hemos confiado por/con ella.

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En cambio, con los verbos bitransitivos que rigen un OP, la preposicón aún tiene cierto

contenido semántico y puede haber variación, como sucede en (17):

17. a. Paco puso el vaso sobre/en/detrás de la mesa.


b. Mario llevó a Karla hasta/hacia el parque.

Además, estos OP se pueden sustituir por un adverbio (cf. poner algo allí). Por esta razón,

García Miguel (1995) considera que las frases preposicionales que acompañan a verbos de

movimiento causado son complementos adverbiales.

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BIBLIOGRAFÍA

Alarcos Llorach, Emilio (1999). Gramática de la lengua española. Madrid: Espasa Calpe.
Cano Aguilar, Rafael (1987). “Análisis semántico de los verbos transitivos” en Estructuras
sintácticas transitivas en el español actual. Pról. Rafael Lapesa. Madrid: Gredos. P.
46-217.
García-Miguel, José Ma. (1995). Transitividad y complementación preposicional en
español. Galicia: Universidade de Santiago de Compostela.
Gutiérrez Ordóñez, Salvador (1999). “Los dativos” en Gramática descriptiva de la lengua
española, vol. 2, dirigida por Ignacio Bosque y Violeta Demonte. España: España.
P. 1855-1930.
Hooper, Paul J. y Sandra A. Thompson (1980). “Transitivity in Grammar and Discourse”
en Language, v. 56. No. 2. P. 251-299.
Jackendoff, Ray (1990). Semantic Structures. Cambridge/Londres: The MIT Press.
Langacker, Ronald (1987). Foundations of Cognitive Grammar. Vol. 1. Theorical
Prerequisites. Stanford: Stanford University Press.
Lehmann, Christian (1991). “Predicate clases and participation” en Partizipation, eds.
Hansjakob Seiler y Waldfried Premper. Tübingen: Gunter Narr.
Tesnière, Lucien (1959). Éléments de syntaxe structurale. París: Librairie C. Klincksieck.

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