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Si hay un personaje digno de analizar en la cultura argentina es aquel situado a la

izquierda del espectro político: el zurdo, el progre, el socialista, el bolche, el


trosko, etc.
El zurdo se caracteriza principalmente por ser absolutamente pacífico, empoderador
de los trabajadores, justiciero y benefactor de la sociedad. El zurdo no es chorro
y corrupto como todos los políticos 'meid in' Argentina. El zurdo es intelectual,
increíblemente intelectual. Su superioridad moral es indiscutible.
¿Pero qué es lo que hace al zurdo tan espectacular? Él tiene autoridad, sabe
imponerse ante la falencia de sus contrincantes. Tiene una capacidad de gambeteo
argumentativo salvaje. Sabe perfectamente que puede ganar cualquier discusión
alegando que cualquier conocimiento que se pueda tener es subjetivo, sin importa si
es científico, económico, jurídico o incluso histórico. Cualquier dato fáctico que
vaya en su contra es como una bala de goma contra Superman.
Además, combate al capitalismo con fervor, se dedica a escribir hilos en Twitter
desde su iPhone para mostrarle la verdad al pueblo. En sus ratos libres mirá en
Netflix a Malena Pichot. Banca a Cuba y a la Unión Soviética. Puede ser gay y usar
una remera del Che Guevara, símbolo de lucha que trasciende el hecho de que haya
asesinado a miles de homosexuales.
El zurdo es siempre una figura para admirar, es honorable, como el zurdo del
mortero, el que te vende las fotocopias en la facu o la feminista que caga en la
puerta de la iglesia.

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