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La Diferencia Positiva Pau-Brasil y Antr
La Diferencia Positiva Pau-Brasil y Antr
This article analyzes the manifests Pau-Brasil and Anthropophagy by Oswald de Andrade,
in terms of their rejection of the eurocentrism adopted by the Brazilian elites of the early
20th Century and, especially, in terms of their affirmation of the difference of Brazilian and
Latin American identity in relation to Europe. Drawing from cultural studies and
postcolonialism, it proposes that this affirmation of difference denounces Modernity as a
European civilizational project, the demotion of which is prerequisite for the construction
of a local sensibility and episteme.
1
“[…]la modernidad nunca fue, y nunca podría ser, lo que dice ser”.
Michel- RolphTrouillot
tierra. Su pequeña cabeza, melancólica y lejana, se apoya sobre una de sus manos. La otra
mano cae al suelo y por su tamaño torna insignificante a la primera. Los pensamientos del
cumpleaños, cuando su amigo y también escritor Raul Bopp le preguntó: “¿vamos a hacer
un movimiento en torno a ese cuadro?” Abaporu, 1928, era el nombre que Tarsila le había
sospechaba que este nombre sería inspirador de uno de los más originales manifiestos
artísticos producidos de este lado del mundo y por qué no, en el mundo entero.
En este ensayo, quiero proponer que los dos manifiestos literarios compuestos por el
Europa, uno de los pocos -y de los primeros- casos en los que la identidad local se enfatiza
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y posteriormente en otros de sus textos literarios1–, Andrade logra articular una crítica de la
con intenciones similares, tiene la virtud de señalarnos una vía de escape de dicho proyecto
modernidad, producción que, lejos de ser una consecuencia inesperada, es parte constitutiva
reconocimiento de aquellos autores y agentes culturales que de este lado del mundo nos han
Para ello, recurriré a un contrapunto entre mi lectura de los textos de Andrade y los análisis
que de la modernidad realizan tres autores: Michel- Rolph Trouillot2, Timothy Mitchell3 y
1
Entre estos destaca particularmente la novela Serafím Ponte Grande. Para el profesor Julio Prieto,
quien realiza un riguroso análisis de la novela contrastándola con las vanguardias europeas, esta “
[…] contiene un rechazo explícito de la estética vanguardista y sus utópicos viajes, plasmados en
Serafim con una reiteración que en algún momento hace pensar en la parodia, esto es, en la
ambigüedad de una fruición que coincide con una crítica implícita” (2005: 6).
2
Michel-Rolph Trouillot, de origen haitiano, fue profesor de Antropología y Ciencias Sociales en
la Universidad de Chicago. Su trabajo giró en torno a la relación entre historicidad y poder, la
epistemología de las ciencias sociales y evolución histórica de las poblaciones del Caribe, su
emergencia económica y cultural desde la situación de esclavitud, su desigual integración a la
economía mundial, y su relación con el capital y el estado. Entre sus publicaciones más destacadas
se encuentran: Peasants and Capital: Dominica in the World Economy (1988), Haiti: State Against
Nation. The Origins and Legacy of Duvalierism (1990) Silencing the Past: Power and the
Production of History (1995).
3
Timothy Mitchell, de origen árabe, es un científico político británico estudioso del mundo árabe.
Es profesor de Estudios del Medio Oriente en la Universidad de Columbia . Anteriormente fue
profesor de Política en la Universidad de Nueva York. Su trabajo gira alrededor de la economía
3
Lawrence Grossberg4. En el marco de los estudios culturales (aunque sin ser los únicos),
manear densa y compleja: no la miran solamente como el ámbito desde el cual se articula la
oposición a Europa, sino que la contemplan en sus distintas facetas que, frente a aquella,
pasan tanto por la oposición como por la constitución, por la transformación como por la
de dicha centralidad5. Además, y quizás de manera más importante, sus reflexiones sobre la
diferencia pasan por una constitución particular de conciencia temporal y espacial respecto
del aquí y del ahora, conciencia que se articula en relación con intencionalidades que son
específicas y propias de cada lugar en donde se han llevado a cabo acciones en nombre de
la modernidad. Espero que de este contrapunto pueda surgir una interpretación positiva de
política del Medio Oriente, el papel político de la economía y otras formas de conocimiento experto
y el lugar del colonialismo en la realización de la modernidad. Es autor de Colonising Egipt (1991),
Questions of Modernity (2000) y Rule of Experts: Egypt, Techno-Politics, Modernity (2008), entre
otros textos.
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Lawrence Grossberg es un reconocido académico de los estudios culturales, cuyo trabajo se centra
principalmente en la música popular y la política de juventud en los Estados Unidos. También es
ampliamente conocido por sus investigaciones en la filosofía de la comunicación y la cultura. Su
más reciente trabajo explora las posibilidades y limitaciones así como las formaciones alternativas
que emergen a partir de la modernidad. Entre sus publicaciones destacan: Dancing In Spite of
Myself: Essays on Popular Culture (1997), Bringing it All Back Home: Essays on Cultural Studies
(1997) y Media Making: Mass Media in a Popular Culture (2004).
5
Como pensadores que han abordado la diferencia de manera compleja también cabe destacar a
Ernesto Laclau, Aníbal Quijano, Paul Gilroy, Homi Bhabha, Dipesh Chakrabarty y Gayatri Spivak.
4
Andrade es muy consciente del cimiento académico e intelectual de la predominancia de la
cultura europea sobre la brasilera. Ya al inicio del manifiesto de 1924, escribe: La nunca
las lianas de la morriña universitaria. Pero, como se infiere en este fragmento, se trata de
una predominancia que tiene que ver con el anhelo de las clases burguesas por ser “cultos”,
Entonces la revolución indicó apenas que el arte se volvía hacia las élites. Y las
[…].
En este y otros pasajes, Andrade evita la trampa del universalismo: el escritor subvierte la
hecho que se trata de un designio que solo es formulable si se entiende por cultura brasilera
la cultura de las élites burguesas. Arte y literatura para “las chica de los hogares”; pianolas
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y cámaras fotográficas6, los instrumentos técnicos del pasatiempo estético de las élites. Los
Pero Andrade pasa rápidamente por allí: su intención no está tanto en realizar la crítica del
vitalidad de la cultura propia: La lengua sin arcaísmos, sin erudición. Natural y neológica.
La contribución millonaria de todos los errores. Como hablamos. Como somos. El escritor
evita juzgar la producción cultural local a partir de valores europeos, y despacha con fino
como un forma de ser que enfatiza la conciencia de la pertenencia al momento presente; sin
embargo, la angustiosa relación con el presente del hombre moderno tiene al poeta sin
Por fuera de Europa, una parte del pensamiento crítico contemporáneo también gira en
6
Es de notar el exquisito sarcasmo con que Andrade se refiere al anhelo de democratización del arte
que la burguesía denota:
Las chicas de todos los hogares se volvieron artistas. Apareció la cámara fotográfica. Y con ella
todas las prerrogativas del pelo largo, de la caspa y de la misteriosa genialidad del ojo virolo –el
artista- fotógrafo. En la música, el piano invadió las salitas desnudas, con almanaques en la
pared. Surgió la pianola y el piano de cola. La pianola. Y la ironía eslava compuso para la pianola.
Stravinsky.
La estatuaria se quedó atrás. Las procesiones salieron nuevecitas de las fábricas.
Sólo no se inventó una máquina de hacer versos- ya había el poeta parnasiano.
6
sido entendida como manifestación de un proyecto político y económico de dominación
articulado por Europa occidental a partir del momento en que esta se expande allende sus
sentido de actualidad o progreso, sino que es entendida como un proyecto civilizatorio cuyo
origen es europeo, pero que tiene fuertes repercusiones en el resto del mundo. Se trataría
de un proyecto que, tanto dentro como fuera de Europa, habría buscado movilizar
presente, Europa emerge en el lugar central, mientras que Latinoamérica, África y Asia
sencillamente, no sucede.
historia, dentro de una formulación lineal y escatológica del tiempo. Trouillot (2002)
7
El poscolonialismo de Said, Bhabha y Spivak expuso, por primera vez, el carácter
epistémico y cultural del colonialismo. A partir de allí, nos dice Santiago Castro Gómez
(2005), ya no es posible ver el colonialismo, bajo la lente marxista, como una consecuencia
lógica de la expansión de la modernidad europea, el mero efecto del necesario
sometimiento de los pueblos periféricos al devenir de la historia. Pero, señala Castro, la
deconstrucción de la modernidad comprendida en el plano de la economía de capital es
algo que ya habían acometido los pensadores latinoamericanos, basados además en su
propia tradición crítica. Castro Gómez ubica aquí, en particular, la relevancia de los aportes
de Walter Mignolo y Enrique Dussel.
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explica en qué consiste el régimen de historicidad impuesto por la modernidad: una ruptura
imagina para sí una única línea de tiempo compuesta por nada más que sucesivos
En esa única línea temporal se ubican actores que no ocupan el mismo lugar: algunos
quedan adelante o atrás, en donde estar “atrás” significa estar en otro lugar, estar a la vez
la libertad y la emancipación de todos los seres humanos, la historia universal labrada por
ellos, es posible determinar el grado de desarrollo o progreso que detenta una región
determinada del mundo. Y, por supuesto, Europa sale ganando, en tanto que otras regiones
son ubicadas más adelante o más atrás sobre la línea del tiempo, o bien son relegadas fuera
de ella. Shakespeare como referente literario por excelencia, el idioma tupí como balbuceo
palpable de la vida. Y la mentalidad prelógica para que el Sr. Lévy-Bruhl estudie. Si del
lado de Europa se encuentra la razón, de este lado del mundo se encuentra el valor
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innegable de la vida; contra el logocentrismo europeo y el afán por estudiarlo todo, y contra
relatos de la cultura europea: Contra las historias del hombre que comienzan en el Cabo
Finisterre. El mundo sin fechas. Sin rúbricas. Sin Napoleón. Sin César. No debe
entenderse que proclama un mundo sin historia, sino libre del relato histórico de Europa; a
este se contrapone un origen a partir del dios del sol Guarací y la lengua tupí. La
referencia final del manifiesto Antropófago resume esta intención con incisivo sarcasmo:
Andrade ubica a la deglución del obispo Sardinha, quien realmente fue devorado por
De modo que, especialmente en el manifiesto antropófago, se puede leer con claridad una
relato histórico europeo es aquí presentado como el “exceso que dicho relato no puede
contener. Esto es importante para el momento actual, por cuanto este tipo de reivindicación
ha tomado un lugar central dentro de las luchas políticas. Frente a una versión de la historia
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precedente de Andrade ha de ser significativo, no sólo para comprender la historia de esta
pregunta, sino para reconocer y considerar las posibilidades de las respuestas que se han
dado.
Sin embargo, debemos acatar la voz de Trouillot cuando nos señala que
(2002: 6).
Trouillot (al igual que Mitchell y Grossberg) se diferencia de otros autores que han
abordado la diferencia cultural con Europa porque nos resalta el carácter constitutivo de la
a través de cuyos valores se ubican los sujetos en diferentes lugares a lo largo de la línea
del tiempo histórico y en la cual Europa se encuentra a la cabeza, los sujetos históricos que
se encuentran “más atrás” sobre la línea del tiempo son también los “otros” del hombre
europeo.
sino que también esta diferencia es espacializada: de la misma manera en que el tiempo del
otro es ubicado en el “pasado” de la civilización europea, el lugar del otro pasa a ser su
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afuera. Si el corte entre el presente y el pasado produce al sujeto moderno como aquel que
se encuentra “en su tiempo”, la distancia entre el lugar del hombre europeo y el lugar del
otro produce el centro de la modernidad como el espacio en que se realiza la actualidad del
tiempo y la periferia como el espacio más o menos lejano de dicha actualidad. El hombre
europeo no solo es moderno por ser del tiempo presente, sino también, por estar en el
centro de la historia.
Mitchell ha profundizado en esta dirección. Este autor anglosajón de origen árabe nos
diferencia. En su análisis
tanto temporal como espacial, entre las escenificaciones de lo moderno que se dan en no-
Europa:
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“The modern is produced as the difference between space and its representation. It is not a
particular representation of space that characterizes the production of the modern but the
organization of reality as a space of representation”. Traducción propia.
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Cuando uno sitúa en el centro del entendimiento de la modernidad el proceso
este corre el riesgo de reforzar dicho proyecto, en la medida en que produce la diferencia
intacto el poder expansivo de la modernidad. Proponerse como diferente es, en este sentido,
como arrojarle más leña al fuego: la diferencia aparece, para el proyecto moderno, como
9
“Once one places at the center of an understanding of modernity the process of representation and
insists upon the importance of displacement, deferral, and delay in the production of the modern,
the non- West emerges as a place that makes possible the distance, the difference, and the time lag
required for these forms of displacement”. Traducción propia.
10
Lawrence Grossberg afirma que “la modernidad nunca se constituye como una identidad
(diferente de otras) sino como una diferencia (diferente de sí mismo, a través del tiempo y el
espacio)” (1996: 362). Parece propio del movimiento de la modernidad ser siempre diferente de sí
misma, parece propio de ella la expansión continua más allá de sus propios límites, y esto es así,
particularmente, si se comprende la modernidad en relación con el capitalismo.
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aquello que este todavía debe colonizar11; lo que se revela aquí es nada menos que el
típica en los manifiestos de las vanguardias europeas, las cuales pretendieron cambiar el
mano con la formulación, más o menos revolucionaria, de una nueva sociedad. Basta solo
recordar los manifiestos surrealista, escritos casi a la par con los textos de Andrade. En el
paréntesis entre las dos guerras mundiales, Breton y los demás firmantes concibieron la
sociedad hacia su radical transformación, que lograrían alejarla de las aberraciones que
producidas por el proyecto moderno en las sociedades europeas, ordenado sobre la base de
la razón y el progreso.
11
Chakrabarty señala que la historia moderna se presentó ante los pueblos no europeos del siglo
XIX como un “todavía no”. Ubica como ejemplos de esto los ensayos clásicos de John Staurt Mill
Sobre la libertad y Del gobierno representativo. En ellos Mill, a la vez que celebra el autogobierno
como la forma más elevada de gobierno, niega su concesión a los pueblos indígenas y africanos
sobre el argumento de que ellos todavía no eran lo suficientemente civilizados como para
gobernarse a sí mismos ([2000] 2008: 35).
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Pero ya en el manifiesto Pau Brasil, el poeta nos invoca: Ninguna fórmula para la
contemporánea expresión del mundo. Ver con ojos libres. Para Andrade, la denegación de
literario, puesto que no hacerlo sería repetir el mismo gesto que rechaza. Proponer un nuevo
programa estético y una nueva determinación del arte sería operar bajo la misma lógica del
historicismo moderno, apostándole con ello a dar “un paso adelante” en la historia de la
la cultura que niegan nada más que el señalamiento de un camino abierto: Derroteros.
Derroteros. Derroteros. La cultura brasileña tiene que construir sobre su pasado, pero
europea. Sus manifiestos –al igual que su poesía- no se pueden asumir sencillamente como
hibridización, sino de un rechazo. Y este rechazo se opera ya desde las palabras de sus
manifiestos:
Catiti Catiti
Imara Notiá
Notiá Imara
Ipeyú12
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Poema tupí-guaraní que traduce: Lunanueva Lunanueva / Arresopla en fulano / en Fulano arresopla /
Recuerdos de mí (1981: 69).
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En este sentido por lo menos, decir sin más que con Andrade el modernismo se instaura en
Brasil es injusto con él, puesto que nos remite a una lógica de la diferencia como
radicalmente diferente: el poeta quiere que la literatura se instaure en una relación directa
producción literaria y de la cultura misma. En este sentido, su obra contiene una inminente
Para Grossberg, “las formas dominantes en las cuales la modernidad ha sido teorizada
asumen que todas las posibles modernidades son simplemente variaciones sobre el modelo
imposibilidad de poder imaginar otra realidad y otros modos de estar en el presente. Frente
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Más adelante, Grossberg amplía: “Por importantes que sean estos movimientos, no nos
pueden llevar a una noción de la multiplicidad, por cuanto seguramente hay una diferencia
entre la afirmación de que la euro-modernidad fue inventada globalmente, que Europa no
inventó la modernidad por sí misma, y la afirmación más fuerte y radical de que la
modernidad también se inventó en otros lugares, de que ha sido inventada, de hecho, en
muchos momentos y lugares diferentes” (2009: 364). No sobra recordar, en consonancia con
estas palabras de Grossberg, que el término latín “modernus” es el precursor del término
“moderno” del castellano, del “modern” inglés, el “moderne” francés, entre otros términos
similares de las lenguas europeas. Según Antoine Compagnon, los romanos usaban el
término ya en el siglo tercero para referirse a la condición de “ser de su tiempo”.
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fin de “elaborar una ontología de la modernidad como multiplicidad” (2009: 361), es decir,
una ontología de los distintos modos de ser moderno en el mundo o las formas de ser
proyecto civilizatorio que construye una relación particular con el presente, que contiene
una preocupación por el aquí y el ahora, entonces la euromodernidad es solo uno de estos
Ciertamente, muchos de los proyectos culturales de nación que se han dado en nuestra
región se han construido con referencia a los valores culturales de Europa. En algunos
casos, las diferencias se obliteran por completo; en otros, estas emergen como la marca
pasa por la reafirmación y construcción sobre los legados culturales que se encuentran
vivos en él, y también por la subversión radical de los legados culturales del colonialismo.
La diferencia que sus manifiestos denotan, que luego va a elaborar en sus poemas y
una propuesta de proyecto civilizatorio propio, que pasa por la deconstrucción del proyecto
del momento presente, podríamos decir, incluso, que su obra esboza una propuesta
producción de diferencia.
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Referencias:
Compagnon, Antoine (1990). Las cinco paradojas de la modernidad. Caracas, Monte Ávila.
Grossberg, Larry (2009). “In Search of Modernities”. En: We all want to change the world:
wan.net/restrepo/modernidad/
Mitchell, Timothy. (2000). “The Stage of Modernity”. En: Timothy Mitchell (ed),
Trouillot, Michel-Rolph (2002). “The Otherwise Modern. Caribbean Lessons from the
Savage Slot.” En: Bruce Knauft (ed.), Critically Modern: Alternatives, Alterities,
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