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TALLER DE ÉTICA

3.1 Proceder ético en las instituciones y organizaciones

Las instituciones son mecanismos de orden social que procuran normalizar el comportamiento de un grupo de individuos. Las instituciones en dicho sentido
trascienden las voluntades individuales al identificarse con la imposición de un propósito, en teoría considerado como un bien social, es decir: normal para
ése grupo. Su mecanismo de funcionamiento varía ampliamente en cada caso, aunque se destaca la elaboración de numerosas reglas o normas que
suelen ser poco flexibles.

El término institución se aplica por lo general a las normas de conducta y costumbres consideradas importantes para una sociedad, como las particulares
organizaciones formales de gobierno y servicio público.

Como estructuras y mecanismos de orden social, las instituciones son uno de los principales objetos de estudio en las ciencias sociales, como la
antropología, la sociología, la ciencia política y la economía entre otras. Las instituciones son también un tema de estudio central para el derecho, el
régimen formal para la elaboración e implantación de reglas. La creación y evolución de las instituciones es un asunto, desde luego, que ha jugado un
papel preponderante en la historia de las sociedades, existiendo incluso una historia de las instituciones dedicada a su estudio. El institucionalismo es un
enfoque particular o tendencia de algunas corrientes dentro de estas ciencias sociales.

Por su parte, las organizaciones son sistemas sociales diseñados para lograr metas y objetivos por medio de los recursos humanos y de otro tipo. Están
compuestas por subsistemas interrelacionados que cumplen funciones especializadas que forman una estructura sistemática de relaciones de interacción.
Una organización solo existe cuando hay personas capaces de comunicarse y que están dispuestas a actuar conjuntamente para obtener un objetivo
común.

La Ética en las Instituciones Públicas

Dentro del concepto de vida de las organizaciones se ha podido resaltar la importancia de las estrategias a largo plazo que, a través de fines y medios
acordes, apuntan a la construcción de un proyecto común. En particular, en las organizaciones públicas, tal proyecto común involucra tanto a los actores
incluidos en las organizaciones, como a los que resultan de una u otra manera afectados por las decisiones que se adopten.

La vida pública implica la realización de los fines establecidos a través de mediaciones en las cuales cobra importancia el plano de las decisiones que, a
partir de convicciones, producen efectos de los cuales es necesario hacerse responsable. De este modo, las decisiones que se adoptan en las
organizaciones públicas implican el triple nivel de las convicciones, las acciones y la responsabilidad. Visto desde esta perspectiva, el plano ético resulta la
plataforma a partir de la cual, las decisiones en el ámbito público realizan en la práctica la inteligencia de la vida de la organización.

Una institución pública es un organismo que generalmente depende del gobierno o del estado el cual presta sus servicios a todo el público en general. Es
decir, día con día un gran numero de personas tienen contacto con estos organismos buscando sus servicios.

La ética en las instituciones públicas se refiere a una serie de posturas y normas que adopta una institución pública. La importancia de dichas posturas
éticas adoptadas por las instituciones públicas radica en el hecho de que afectan e influyen de una u otra manera en las personas que entran en contacto
con estas instituciones día a día. Esto quiere decir que algunas de las posturas éticas adoptadas por las instituciones públicas se verán reflejadas en
nuestra sociedad y en la vida cotidiana.

Es por esto que las instituciones públicas a la hora de determinar que posturas adoptaran deben de ser sumamente cuidadosas y responsabilizarse puesto
que afectaran a un gran número de personas.

Un claro ejemplo de este tema seria en una institución pública educativa. En este caso una escuela primaria, puesto que se sabe de antemano que los
niños tienden a imitar el comportamiento de los adultos.

En este caso la postura ética que debe de adoptar el personal docente de dicha institución debe ser aquella que fomente el desarrollo integral, académico y
social de los estudiantes. Dicho personal deberá comportarse de manera acorde a la ética adoptada y de esta manera estará erradicando con el ejemplo.
Por consiguiente los alumnos que serán influenciados por dicha postura ética se desarrollaran con una ética similar a aquella adoptada por la institución
pública afectado de una manera directa a la sociedad en común.

Hay algunas posturas éticas que todas las instituciones públicas deben de tener como son:

Equidad: Esta se refiere a que las instituciones públicas le deben dar el mismo trato a todas las personas sin importar su género, color de piel, religión, etc.

Respeto: Se refiere a que las instituciones públicas deben tomar en cuenta, apreciar y valor los derechos y cualidades de las personas.

Honestidad: Se refiere a que las instituciones públicas le deben de dar un trato justo a las personas que entren en contacto con la institución pública sin
abusar de estas.
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Responsabilidad: Se refiere a que las instituciones públicas deben de comprometerse a que sus servicios sean los adecuados.

Ética en las organizaciones

Como ya vimos, la ética es el conjunto de principios y valores que hace más humana y meritoria la convivencia entre los hombres. Sus principios se fundan
como paradigmas morales para ser aplicados mediante una correspondiente necesidad de clarificación y de discusión pública; estos son conocidos
independientemente y previamente antes de su aplicación. Los valores son las ideas abstractas regidas por el pensamiento y acción para soportar la
cultura, visión y misión de una persona.

En una organización, vendrían a ser las creencias radicadas en el negocio y en su gente para guiar la estrategia organizacional. La ética empresarial está
ajustada para desvanecer conflictos existentes en la organización mediante una reflexión moral que ayude el trazo de las discusiones y maniobras con
acuerdos justificados apropiados a la conducta.

Hay muchas razones para plantearse la necesidad de una ética de las organizaciones como ámbito de estudio específico de la ética aplicada. Una de las
más sobresalientes es que la ética corporativa ha de hacerse pública; no puede quedar como habitualmente sucede en las convicciones morales
individuales, en el "fuero interno".

Enfrentadas a sus responsabilidades, las organizaciones no pueden albergar "sentimientos" morales (culpabilidad, vergüenza, orgullo, sentido del deber)
como les sucede a las personas que han tenido alguna educación moral. Las organizaciones han de responder a sus responsabilidades con decisiones
colectivas.

El que una organización deba responsabilizarse de sus actos no es nuevo. En todos los países desarrollados hay legislación detallada, civil, penal, laboral,
administrativa, mercantil, que especifica que responsabilidades tienen las personas y las corporaciones. En los países desarrollados hay además sistemas
judiciales suficientemente fiables que tratan de imponer las responsabilidades legales cuando es necesario. Lo que es nuevo es la conciencia social de que
esa responsabilidad corporativa existe, y que debe hacerse efectiva incluso cuando la ley no alcanza a imponerla. Por ejemplo cuando atañe a hechos
realizados fuera de las fronteras del país de nacionalidad de la corporación, cuando ninguna ley protege el bien afectado o cuando el procedimiento de
reparación judicial es tan lento que resulta inútil.

Toda empresa u organización debe estar respaldada de un código ético por el que se rige todo su personal, además, de su responsabilidad social de
cumplir con la comunidad donde opera, con su clientes.

Hace tiempo que las grandes corporaciones aprendieron que las mayores sanciones que pueden sufrir no son las impuestas por los gobiernos, sino la
pérdida de su reputación y de la confianza de los mercados. En este contexto la gestión de la responsabilidad corporativa se hace cada vez más relevante
no sólo como parte de la gestión del riesgo o de una política eficaz de relaciones públicas, sino como parte integral de la dirección y la organización de las
empresas. Con una ética que de confianza, respalde la operatividad de la empresa.

Por último, consideremos la importancia de tomar en cuenta lo que representan los código de ética y sobre ellos, señala Roberto de Michele, un abogado
especializado en consultoría de empresas, que los dos aspectos fundamentales de los códigos de ética empresarial son: Las reglas que surgen a partir de
la decisión del top management de la organización. La idea es que los miembros de la compañía cumplan los objetivos sin perder la coherencia respecto a
los objetivos establecidos por sus líderes.

3.1.1. Código de ética de las Instituciones y organizaciones

¿Qué es un código de Ética? 1

Los códigos de ética permiten a las empresas incorporar e implementar a través de declaraciones de principios y valores, fundamentos morales y éticos de
carácter universal, dentro de la vida diaria de una organización.

El código de ética en una empresa, debe surgir como una parte integral de la cultura organizacional. Esta cultura organizacional determina los patrones,
valores, símbolos, lenguaje, historias y prácticas de la empresa, los cuales se ven reflejados en la forma en que sus directores, gerentes o administradores
la conducen, y cómo los colaboradores se desempeñan en la misma. El código de ética es un documento que recoge todos los elementos anteriormente
enunciados y que permite a la organización contar con lineamientos claros que establecen pautas de conducta que deben respetarse tanto por los
directivos y/o dueños, como por los colaboradores de una empresa en sus acciones diarias.

Los códigos de ética pueden nacer en la empresa por diversas formas: ya sea porque las casas matrices de una empresa multinacional responden a
estándares internacionales y envían a sus subsidiarias un código pre-establecido; o por que la idea nazca de un departamento o de la dirección ejecutiva a
lo interno de la empresa. No importan el origen de su proveniencia, los códigos de ética empresarial deben nacer con el respaldo de las altas autoridades.

Hoy, empresas, organismos internacionales e incluso gobiernos han elaborado códigos de ética porque les garantiza productividad, sostenibilidad y
respuesta a compromisos legales y tratados internacionales ratificados por las naciones, tales como la Convención Interamericana contra la Corrupción, a
1
Tomado de: http://www.proetica.info/index.php?option=com_content&task=view&id=25&Itemid=32. 11 de abril del 2010
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compromisos éticos que trascienden la normativa legal. AYUDAN PARA QUE EN LAS ORGANIZACIONES EXISTA UN VERDADERO COMPROMISO
ÉTICO

Para la elaboración del código de ética empresarial se sugieren los siguientes seis pasos:

1. Integración del equipo líder del proceso su elaboración.

2. Inducción para el equipo líder. COMPROMISO DE LA ORGANIZACIÓN.

3. Estrategia de comunicación.

4. Redacción del código.

5. Mecanismos de funcionamiento y seguimiento. (CUMPLIMIENTO)

6. Actualización periódica.

Los pasos del proceso son progresivos y están diseñados para que cada uno sea complemento del anterior y da pauta a los pasos del siguiente.

Ética Empresarial

Como podemos ver, analizamos la ética desde un punto de vista empresarial. POR TAL MOTIVO UN CODIGO ÉTICO HACE QUE UNA EMPRESA
ADQUIERA “UNA ÉTICA EMPRESARIAL”. El sentido de la ética merece destacarse como un pilar fundamental de la empresa, y como un factor
determinante. Este factor es especialmente percibido y tenido en cuenta por el público general. Por tal causa, las empresas deben emitir su “Código de
Ética” y darlo a conocer a sus accionistas, personal, clientes, proveedores y autoridades vinculadas a la actividad.LOS QUE TENGAN CONTACTO CON LA
ORGANIZACIÓN.

Si bien la ética es mencionada dentro de las organizaciones, su tono remite equivocadamente a cierta “moral”, pero deberíamos pensar en el concepto ético
pero desde una visión pragmática, que es la propia de las empresas. “Nada es más hábil que una conducta irreprochable”.

La ética se define como: “principios directivos que orientan a las personas en cuanto a la concepción de la vida, el hombre, los juicios, los hechos y su
acción moral.”

La ética y la empresa. El administrador y la ética

En una empresa u organización ser un administrador efectivo es una labor muy demandante, pero en la actualidad, enfrentan desafíos muy particulares. La
cada vez más alarmante contaminación industrial nos recuerda que al destinar recursos los administradores inevitablemente incurren en ventajas y
desventajas, sin importar lo que hagan o dejen de hacer. El estudio de quién resulta, y quién debe resultar beneficiado o perjudicado por una acción en
particular se denomina ética, la cual estudia también quien goza de derechos de cualquier índole, y quién goza de ellos. En un plano superficial, es
relativamente fácil juzgar si una práctica empresarial es correcta e incorrecta en términos de ética. Lo complejo, en particular cuando las normas
convencionales no son aplicadas, consiste en comprender los conceptos y las técnicas de la toma de decisiones éticas para poder establecer juicios de
orden moral más adecuados.

Todas las empresas tienen una obligación ética y de hecho la administración de personal, hacia cada uno de los cinco grupos que las constituyen:
propietarios, accionistas, empleados, clientes, proveedores y la comunidad en general. Pero, no solo en términos de normas y deberes como reglas, sino
propiciar la práctica de los valores: la libertad, la igualdad, la solidaridad, el respeto activo y el diálogo. La administración de personal, en consonancia con
las directrices del ejecutivo principal y de los propietarios, debe propender por la generación de tres elementos éticos fundamentales que permitan el
desarrollo de los valores: la ética de la responsabilidad, la ética hacia el interés de todos, y la ética de la organización.

 No atentar contra la salud


 No atentar contra la seguridad
 No atentar contra el medio ambiente

Uno de los deberes importantes de los empresarios son aquellos vinculados a la publicidad, la que debe ajustarse a padrones éticos, como la veracidad y
buena fe.

Virtudes específicas del empresario:

Es indudable que hay virtudes específicas del empresario. Así como Platón, en su República, analiza las virtudes esenciales del poeta, del guardián y de
otros que desempeñan roles en su sociedad ideal, así también podemos asignar virtudes esenciales al empresario. Si el militar debe ser valeroso, el juez
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justo y prudente, ¿qué ha de caracterizar al empresario?

Planteó algunas de las muchas hipótesis posibles. El empresario ha de ser laborioso, imaginativo, íntegro. Tiene deberes que cabe referir a la verdad: la de
ser veraz y transparente, garantizado con esas virtudes la calidad de los productos y servicios que ofrece; la de ser prudente, no abusando de información
que logre y pueda perjudicar a sus competidores; la de ser audaz, asumiendo riesgos, que son los que, en definitiva justifican la ganancia ha de ser
mesurado en la obtención de esta y no lograrla a toda costa.

Beneficios de un código de ética

Los códigos de ética permiten determinar patrones y expectativas que pueden ser previsibles en una empresa. A pesar de ello, existe aún un gran debate
sobre la importancia de contar con un código. La valorización final de la implementación le corresponde a la gerencia de una empresa en particular. A
continuación se citan algunos beneficios para las empresas de contar con un código de ética.

1. Beneficios internos

o Enmarca la actuación de los colaboradores y orienta al empresario a actuar con imparcialidad. Esto hace que todos los participantes de la empresa se
ordenen bajo los mismos principios.

Indica las pautas de conducta y los criterios por los cuales se regirán todos los colaboradores de la organización al realizar acciones o tomar decisiones en
el contexto de los negocios. Los códigos permiten tener pautas de conducta y criterios generales para resolver y prevenir problemas; establece premios y
castigos.

Crea lealtad y colaboración de los colaboradores hacia la empresa. El tener un código de ética crea un ambiente y seguridad laboral que promueve la
lealtad de los colaboradores a los mejores y más nobles intereses de la empresa.

Motiva a los colaboradores. Un código de ética implementado y apoyado desde la gerencia de la empresa, donde ésta invierte en establecer una cultura
ética interna, motiva a los colaboradores a ser partícipes de este proyecto.

Mejora la rentabilidad y reduce los costos funcionales. Un código de ética y los valores contenidos en éste velan por mejorar la eficiencia, reduciendo la
necesidad de una supervisión directa sobre la conducta de los colaboradores, evitando su permanente rotación.
Protección de los intereses económicos. (beneficia los interés económicos de la empresa) El cumplimiento de un código de ética protege los intereses
económicos de la empresa pues establece normas para salvaguardar los activos tangibles e intangibles.

2. Beneficios externos

o Prevé conflictos. La aplicación del código previene o minimiza situaciones de riesgo para la empresa, ya que los temas se tratan internamente, antes
que éstos estén regulados por la ley

o Mejora la confianza de los inversionistas. Las empresas que tienen y aplican un código de ética generan una mayor confianza y certeza a sus
accionistas, quienes confían en que su inversión generará la rentabilidad ofrecida cumpliendo con los principios éticos establecidos. Por ende, las
actuaciones de la gerencia y los colaboradores están respaldadas por la transparencia y los valores en los que cree la organización.

o Atrae a personas altamente calificadas. Atrae a profesionales quienes ansían laborar en la empresa por el hecho de hacer público los valores y la
cultura organizacional.

o Mejora la imagen corporativa de la empresa u organización ante la sociedad. La existencia de un código de ética práctico y razonable, bien
fundamentado y coherente, es un elemento clave de la legitimidad y permite ganar el respeto y lealtad de los clientes, proveedores y comunidades, entre
otros públicos interesados.

o Entrega un mensaje sincero a los públicos interesados fuera de la empresa. Un código de ética establece y proyecta una imagen concreta y sincera de
la empresa, respecto del fuerte compromiso con que una empresa maneja corporativamente sus negocios con sus proveedores, comunidad, estado, y otros
públicos interesados.

o Desincentiva la corrupción en las compañías competidoras. Le permite a la empresa enfrentar situaciones o acciones en que la competencia actúa
fuera de los parámetros de la ética empresarial. Proyectan una imagen donde no existe la preferencia ni la corrupción.

3.1.2 Casos concretos del proceder ético en las instituciones y organizaciones


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La OIT y el Pacto mundial de las Naciones Unidas

El Pacto Mundial de las Naciones Unidas es una iniciativa de compromiso ético destinada a que las empresas de todos los países acojan como una parte
integral de su estrategia y de sus operaciones diez principios de conducta y acción en materia de Derechos Humanos, Trabajo, Medio Ambiente y Lucha
contra la Corrupción.

Su fin es promover la creación de una ciudadanía corporativa global, que permita la conciliación de los intereses y procesos de la actividad empresarial con
los valores y demandas de la sociedad civil, así como con los proyectos de la ONU, Organizaciones Internacionales sectoriales, sindicatos y ONGs

La idea de un Pacto Mundial de las Naciones Unidas en materia de responsabilidad social de las empresas fue lanzada por el Secretario General de la
ONU, Kofi Annan ante el World Economic Forum en Davos, el 31 de Enero de 1999.

Su fase operativa comenzó el 26 de julio de 2000, cuando el mismo Secretario General hizo un llamado a los líderes y responsables de las compañías a
que se unieran a un gran pacto para llevar a la práctica el compromiso ampliamente compartido de sincronizar la actividad y las necesidades de las
empresas con los principios y objetivos de la acción política e institucional de las Naciones Unidas, de las organizaciones laborales y la propia sociedad
civil.

Suponía el reconocimiento de las necesidades compartidas por todos en un mundo crecientemente globalizado y el inicio de una colaboración mutuamente
enriquecedora que contribuyese a la eliminación de los más evidentes y perjudiciales efectos perniciosos de la actual dinámica económica y la promoción
del bienestar y la dignidad humana. En esencia, una respuesta a nueve desafíos, en principio, y en la actualidad diez, y un compromiso con las
necesidades de un mundo en transformación.

El pacto es un instrumento de libre adscripción por parte de las empresas y organizaciones laborales y civiles, que descansa en su compromiso de
implantación de los diez actuales principios del Pacto en su estrategia y en sus operaciones. En este sentido, el pacto no es ni un instrumento regulador
que plantea normas legales de conducta para todas las empresas, ni un instrumento que concede una certificación a las empresas que cumplen con
determinados requisitos. La empresa que se adhiere al pacto asume el compromiso de ir implantando los principios de pacto en sus actividades diarias. Así
mismo, adquiere el compromiso de ir dando cuenta a la sociedad, con publicidad y transparencia, de los progresos que realiza en ese proceso de
implantación de los diez principios.

El pacto funciona como una red integrada de trabajo en la que las compañías participantes, la ONU, sus organizaciones sectoriales, y las uniones
sindicales internacionales promueven los objetivos y principios del mismo en torno a cuatro componentes o instrumentos principales, que marcan el estilo
de trabajo y las actividades que desarrollan las entidades adheridas al pacto:

a) Iniciativas conjuntas para la promoción de buenas prácticas empresariales.

b) Creación de foros de diálogo y redes de colaboración entre el mercado y la sociedad en las materias objeto del pacto.

c) Un foro activo de educación y aprendizaje para promover estos valores entre la comunidad educativa así como estudios de casos e iniciativas piloto
de implementación de los principios.

d) La creación de redes y plataformas locales y nacionales que permita el aprendizaje mutuo entre empresas, y dar respuesta a las necesidades e
intereses específicos de cada comunidad empresarial en su progreso hacia la implantación de los diez principios.

El conjunto de estas actividades así como todo lo referente a su promoción y desarrollo están dirigidas desde la Oficina de Naciones Unidas para el Pacto
Mundial, con sede en Nueva York.

En el último año se han ido consolidando plataformas o redes locales en muchos países del mundo que trabajan en la implantación de los diez principios
entre la comunidad empresarial adherida a los mismos.

Pacto mundial de las Naciones Unidas

El Pacto Mundial es, ante todo y sobretodo, un compromiso firme de cada entidad para avanzar en sus actividades por el camino marcado por estos diez
Principios:

1.- Las empresas deben apoyar y respetar la protección de los derechos humanos fundamentales, reconocidos internacionalmente, dentro de su ámbito
de influencia.
2.-Las empresas deben asegurarse de que sus empresas no son cómplices en la vulneración de los derechos humanos.
3.-Las empresas deben apoyar la libertad de afiliación y el reconocimiento efectivo del derecho a la negociación colectiva.
4.-Las empresas deben apoyar la eliminación de toda forma de trabajo forzoso o realizado bajo coacción.
5.-Las empresas deben apoyar la erradicación del trabajo infantil.
6.-Las empresas deben apoyar la abolición de las prácticas de discriminación en el empleo y la ocupación.
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7.-Las empresas deberán mantener un enfoque preventivo que favorezca el medio ambiente.
8.-Las empresas deben fomentar las iniciativas que promuevan una mayor responsabilidad ambiental.
9.-Las empresas deben favorecer el desarrollo y la difusión de las tecnologías respetuosas con el medio ambiente.
10.-Las empresas deben trabajar contra la corrupción en todas sus formas, incluidas extorsión y soborno

3.2 Responsabilidad social de las instituciones y organizaciones

La definición de la responsabilidad social de la empresa admite varias acepciones, pero todas coinciden en que se trata de un enfoque que se basa en un
conjunto integral de políticas, prácticas y programas centrados en el respeto por la ética, las personas, las comunidades y el medio ambiente.

Se emplea para describir una amplia variedad de iniciativas de orden económico, social y medioambiental tomadas por empresas, que no se fundan
exclusivamente en requisitos jurídicos y son, en su mayoría, de naturaleza voluntaria.

La responsabilidad social de las empresas no es algo nuevo, sin embargo hoy en día es uno de los temas que concita, la máxima atención del sector
empresarial y del resto de la sociedad.

En los últimos años han surgido diferentes iniciativas mundiales que han impulsado la incorporación de la Responsabilidad Social en la estrategia
empresarial. Diferentes instituciones y organizaciones han desarrollado iniciativas para promover y fomentar el comportamiento socialmente responsable
de las empresas. Generalmente todas estas iniciativas o proyectos incluyen una serie de normas o recomendaciones que incorporan un compromiso por
parte de los estados adheridos para fomentar su desempeño en el entramado empresarial de sus respectivos países.

Mediante estos proyectos mundiales, lo que también se busca es uniformidad de principios, actuaciones y medidores de la responsabilidad social de forma
que la labor de las empresas en este ámbito pueda ser reconocida no sólo en el entorno más cercano de la empresa sino también en el ámbito
internacional.

Una de estas iniciativas ha sido el desarrollo por parte de ISO de una Norma Internacional sobre Responsabilidad Social, con el objeto de producir “un
documento guía, escrito en un lenguaje sencillo que resulte comprensible y práctico para quienes no son especialistas” y no prevista para utilizar con
propósitos de certificación.

3.2.1 Desarrollo del concepto de Responsabilidad social

Como otros muchos conceptos en torno a la gestión de empresas, el concepto de Responsabilidad Social surge en Estados Unidos, a raíz de la guerra de
Vietnam y otros conflictos como el Apartheid a finales de los cincuenta.

Milton Friedman (Premio Nóbel de Economía en 1976) exponía en 1970 que lo responsable desde la empresa era preocuparse del retorno para el
propietario (accionista en el caso de las sociedades anónimas) y que, el destinar recursos fuera de este objetivo era irresponsable por parte de los
administradores de la misma. El único objetivo de la empresa es el beneficio económico, aunque también reconocía que los directivos deben actuar de
conformidad con las reglas básicas de la sociedad: aquellas incorporadas en la legislación y en los usos éticos. De esta manera, cualquier actuación en
contra de los intereses de los accionistas, estaría gastando su dinero y reduciendo sus dividendos, lo que correspondería a aplicarles un impuesto y decidir
cómo habría que gastar el mismo; ello también supondría usurpar las funciones del gobierno en su faz ejecutiva y legislativa. La postura de Friedman, que
niega la Responsabilidad Social de la empresa, ha sido seguida por las empresas hasta casi los años noventa de la centuria pasada.

En oposición a Friedman, Melvin Anshen, en 1970, afirma que están surgiendo nuevas presiones y demandas desde la sociedad hacia las empresas y
habla de que existe un “contrato social” entre las empresas y la sociedad. Por su parte Kenneth Arrow (premio Nóbel de economía en 1972), en un artículo
sobre la Responsabilidad Social y la eficiencia económica en 1973, defiende que en mercados imperfectos no existe justificación social para la
maximización de beneficios.

En los ochenta aparece el concepto de stakeholder (grupo de interés), como complemento al shareholder (accionista), como único interesado en la
empresa. Según este nuevo punto de vista, el empresario no sólo debe de tener en cuenta al accionista, sino que además debe de tener en cuenta a todos
los grupos de interés (clientes, trabajadores, proveedores, sociedad, sin olvidarse del inversor-accionista). Esta visión de la gestión de la empresa va en
línea con la defendida desde los principios de la Calidad Total, donde para la buena marcha de la empresa y el beneficio a largo plazo, nos debemos de
preocupar por la satisfacción de los clientes, que se consigue con la satisfacción de los trabajadores, proveedores y sociedad, lo que lleva a una mayor
implicación de los grupos de interés.

Desde 1990 hasta ahora es muy abundante la literatura en torno a la Responsabilidad Social.

Hechos como la Conferencia de Estocolmo en 1972, el Informe Brundtland en 1987 o el Protocolo de Kyoto en 1997; el nacimiento de grupos civiles como
Amnistía Internacional, WWF, Greenpeace o Transparencia Internacional; las iniciativas formales empresariales como AA1000, SA8000, las Directrices de
la OCDE o el mismo Pacto Mundial; así como el surgimiento de organizaciones como la Global Reporting Inititative o el Instituto Ethos, son todos,
acontecimientos que han servido como bloques para levantar esta construcción social y medioambiental conocida como Responsabilidad Social
Empresarial.

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Hoy, la Responsabilidad Social se halla institucionalizada, a través de distintos organismos alrededor del mundo; hoy se habla ya de una manera sólida de
sustentabilidad; hoy se han realizado grandes documentos como el Libro Verde y el Blanco; y se han publicado guías extraordinarias como las Directrices
de la OCDE o la tan ansiada ISO 26000 que aún no llega pero que ya podemos vislumbrar.

Finalmente, habría que subrayar la sutil diferencia que existe entre el significado de la responsabilidad social corporativa (RSC) y de la responsabilidad
social empresarial (RSE), en la medida en que distinguen entre la empresa y la corporación, entendiendo que ésta última incorpora a todas las
organizaciones, empresariales o no e independiente de su tamaño, aunque para muchos ambas expresiones significan lo mismo.

Sí es unánime la diferencia entre RSE o RSC y responsabilidad social (RS). La responsabilidad social se entiende como el compromiso que tienen todas
las y los ciudadanos, las instituciones -públicas y privadas- y las organizaciones sociales, en general, para contribuir al aumento del bienestar de la
sociedad local y global.

Es necesario decir que con frecuencia, se abrevian indistintamente las tres para referirse a la responsabilidad social corporativa. En todo caso la RS se
aplica no sólo a las compañías privadas. La Responsabilidad Social Corporativa (RSC), se ha ampliado para incorporar a las agencias gubernamentales y
a otras organizaciones, que tengan un claro interés en mostrar cómo realizan su trabajo.

3.2.2 Contexto actual de la responsabilidad social

En el siglo XIX algunos empresarios industriales en Europa y en los EE.UU. se preocuparon por la vivienda, el bienestar y la caridad de sus empleados.
Junto con la aparición de movimientos contrarios a grupos que consideraban poco éticos al lucrarse con productos perjudiciales para la sociedad, como
venta de tabaco, alcohol, etcétera.

En el siglo XX y con el desarrollo del Estado de Bienestar, el sentimiento filantrópico se volcó en relaciones formales integrales dentro de las instituciones;
cuando hasta entonces el único objetivo empresarial había sido aumentar la productividad y los beneficios económicos.

Aunque la expresión surge entre los 50-60 en EE.UU., no llega a desarrollarse en Europa hasta los 90, cuando la Comisión Europea para implicar a los
empresarios en una estrategia de empleo que generase mayor cohesión social, utilizó el concepto. Pues en la sociedad europea había cada vez más
problemas en torno al desempleo de larga duración y la exclusión social que eso suponía.

Más tarde en 1999 el secretario general de la ONU durante el Foro Económico y Mundial de Davos pidió que se adoptasen valores con rostro humano al
mercado mundial. Lo cierto es que desde los años noventa este concepto ha ido cobrando fuerza y evolucionado constantemente, tras el advenimiento de
la globalización, el aceleramiento de la actividad económica, la conciencia ecológica y el desarrollo de nuevas tecnologías.

Hay ciertos organismos de carácter internacional que se encargan de delimitar en lo posible el concepto teórico de la RSC, cuyas directrices sirven como
orientación para las empresas que se deciden a transitar por este camino. Dentro de los más destacados se podría citar a los siguientes:

Global Compact (Pacto Mundial) de Naciones Unidas

Global Reporting Initiative (Iniciativa para la Rendición de Cuentas Global)

Además, existen otras entidades e iniciativas nacionales con una especialización en el tema de la RSC, que están contribuyendo de forma determinante a
la creación y difusión de una cultura responsable entre las organizaciones que forman el tejido empresarial de cada país.

Como documento decisivo acerca de la RSC en Europa, destaca el llamado libro verde europeo sobre ésta. El artículo 116, de la ley francesa sobre nueva
reglamentación económica del 2001, incluso impone la obligación jurídica a las empresas, de informar acerca de sus acciones de índole social.

En Brasil, la coalición presidida por el izquierdista Luis Ignacio "Lula" Da Silva, en la que participan numerosos empresarios, ha promovido la RSC y existe
un proyecto de Ley de Responsabilidad Social de octubre del 2003. Existen normas oficiales acerca de la RSC como la norma SA 8000 (Social
Accountability Standard 8000) impulsada por el Council on Economic Priorities y aplicada por SAI, así como la Norma SGE 21 de Forética, única norma en
el mundo que certifica globalmente la RSC en todos sus ámbitos, EFR1000 de la Fundación + Familia que incide especialmente en lo que se denominaría
"Ámbito Social Interno" de una organización, una nueva norma sobre conciliación laboral que está teniendo un fuerte crecimiento en todo el ámbito de
habla hispana.

Según la ONG Accountability en un ranking de los 108 países cuyas empresas tienen un mayor grado de desarrollo de la Responsabilidad Social
Empresarial, los líderes son Suecia, Dinamarca, Finlandia, Islandia, Reino Unido, Noruega y Nueva Zelanda.

3.3 Derechos humanos laborales

Reconociendo, a partir de sus propios principios, que es necesario manejar una concepción integral de los derechos humanos sin escindirlos en
clasificaciones que podría inducir a la idea errada de prelación de unos u otros, nos parece importante, a efectos didácticos, destacar la evolución histórica
que refleja su progresiva institucionalización en el orden interno como en el internacional.
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1. Derechos Civiles y Políticos (DCP) Son aquellos que tienen por objeto la tutela de la vida, la libertad, la seguridad y la integridad física y moral de la
persona, así como de su derecho a participar en la vida pública y de Gobierno.

2. Derechos Económicos, Sociales y Culturales (DESC) Son los derechos vinculados a la satisfacción de las necesidades socioeconómicas, es decir,
orientados a lograr adecuadas condiciones de vida, acceso a servicios y bienes materiales y culturales, que permitan alcanzar una calidad de vida
aceptable y digna.

A diferencia de los Derechos Civiles y Políticos en donde el Estado debe, por lo general, abstenerse para que el individuo pueda ejercer sus derechos sin
trabas, en el caso de los llamados Derechos Económicos, Sociales y Culturales, el Estado debe más bien actuar y prestar su apoyo material y político para
lograr que todas las personas disfruten de ellos.

Durante mucho tiempo dicha distinción dio la excusa para argumentar la naturaleza diferente entre ambos grupos de derechos, lo que "legitimó los intentos
tradicionales de conceder a los derechos sociales un estatuto distinto y claramente inferior. (...) El principio de "indivisibilidad" contradice todos los intentos
de mantener la separación y negar a los derechos sociales el rango concedido a los derechos civiles y políticos".

3. Derechos Colectivos o de Solidaridad Actualmente se viene desarrollando una nueva dimensión de los derechos, que está en pleno proceso de
reconocimiento internacional como son los derechos al desarrollo, a la paz, a la preservación del medio ambiente y a un equilibrio ecológico.

4. Derechos humanos laborales Del conjunto de derechos humanos, existen una serie de ellos vinculados al trabajo y a los trabajadores/ras conocidos
como derechos humanos laborales, son los que se orientan a posibilitar condiciones mínimas de vida y de trabajo para todas las personas, así como la
organización de los trabajadores/ras para su defensa, reivindicación y participación sociopolítica. La Libertad sindical, forma parte del conjunto de estos
derechos y como tal ha sido recogida en una serie de instrumentos internacionales, siendo regulada en forma expresa por los Convenios 87 y 98 de la
Organización Internacional del Trabajo (OIT).

En la actualidad está "universalmente admitido que no es posible el desarrollo de la libertad sindical sin la preexistencia efectiva de los demás derechos
humanos y que tampoco es posible el completo ejercicio de éstos, sin la vigencia de aquélla. En otras palabras, la libertad sindical no es posible sin el
ejercicio de los otros derechos humanos, y viceversa".

Es más, podríamos decir que la Libertad sindical es la expresión de una síntesis de los derechos humanos, porque a través del ejercicio de sus acciones
de defensa, reivindicación, participación sociopolítica y lucha, enriquece los contenidos e impulsa la progresividad de los derechos humanos en su
conjunto. De hecho, no es posible hablar de derecho del y al trabajo sin vincularlo al ejercicio del derecho de libertad sindical como garantía de la justicia
social en las relaciones laborales.

Otro argumento, no menos importante, para justificar "la protección de la libertad sindical reside en el hecho de que, tal como hoy es universalmente
aceptado, el movimiento sindical ha pasado a constituir uno de los pilares sociales fundamentales que sustentan las sociedades democráticas. Esto debido
(...). A que el derecho de los trabajadores a la libertad sindical, (...), constituyen herramientas claves para el fortalecimiento del ejercicio de todos los
derechos humanos, en razón de que habilitan medios por los cuales se postulan, afirman y defienden otros derechos fundamentales de las personas". De
hecho, "pasar revista al significado contemporáneo de la libertad sindical, implica reconocer que fue también, gracias a la sacrificada aunque no siempre
reconocida lucha de los sindicatos en pos de la reivindicación de derechos democráticos básicos en el lugar de trabajo (...) que se abrieron espacios en
nuestras sociedades para un correlativo y simultáneo reconocimiento de ciudadanías integrales y modernas".

Por su parte la CIOSL/ORIT señala que: "Las Libertades Sindicales se convierten en importante instrumento para luchar por una reivindicación amplia de
los Derechos Humanos". Desde su perspectiva, entienden a la libertad sindical como un derecho "bisagra" en la medida que se vincula tanto con los
derechos civiles y políticos como con los derechos económicos, sociales y culturales.

En la actualidad, aun cuando hay una aceptación retórica de que los "derechos laborales también son derechos humanos", a menudo falta voluntad política
por incluir los derechos del trabajador/a-ciudadano/a en la práctica de los derechos humanos por parte de los Gobiernos e incluso de algunos organismos
internacionales.

Es evidente que mientras se mantenga un escenario mundial de desconocimiento y violación de tales derechos, los derechos humanos de todas las
personas se verán afectados. Situación preocupante cuando con la "mundialización de la economía y los imperativos de la productividad han motivado
también en sectores poco visionarios los argumentos que tienden a disminuir, cuando ya no a suprimir, los derechos de los trabajadores en aras de una
mayor competitividad basada en condiciones de trabajo muy a menudo inaceptables". Posturas que profundizan la fragilidad de su reconocimiento

La defensa de los Derechos Humanos Laborales supondría una utopía si se entiende como una idea movilizadora de la conciencia humana; aquello por lo
cual se debe luchar. "No se trata de confrontar el ideal con la realidad de las violaciones para demostrar que no existe y que en consecuencia debería ser
desechado. Se trata de exigir el ideal para cuestionar e interpelar la realidad exigiendo su transformación".

TALLER DE ÉTICA 8

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