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Kelly 1995 PDF
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UNCUYO
APUNTES DE CÁTEDRA: ANTROPOLOGÍA (KELLY 1995)
TRAD: PROFESORA VALERIA CORTEGOSO (PARA USO INTERNO)
ROBERT L. KELLY
Smithsonian Institution Press (1995)
PREFACIO (resumido)
(El autor reflexiona en las primeras páginas sobre el rol que han tenido las
sociedades de cazadores-recolectores en nuestra cultura, y las bases sobre las que se
apoyan. Entre éstas, desde las reflexiones más básicas y estereotipadas -como las
tomadas por la cinematografía- hasta el conocimiento alcanzado por las ciencias
sociales).
Las distintas posiciones antropológicas pueden rastrearse aún antes de la
Ilustración; J. Rousseau, seguido en muchos casos hasta nuestros días, acuñó el
concepto del “buen salvaje” rescatando en estas sociedades las bondades originales
que el hombre perdió en su historia. T. Hobbes por el contrario, se enfocó en los
aspectos más oscuros de la humanidad y caracterizó la vida del hombre “primitivo”
como: solitaria, pobre, despreciable, brutal y corta.
En visiones más modernas, algunos toman a las sociedades de cazadores-
recolectores como modelos de organización humana que pueden aplicarse en la
actualidad a una cultura corporativa, así como otros los consideran violentos y
sanguinarios. Según el autor, ambas imágenes se basan en el evolucionismo
unilineal: la idea de que todas las sociedades humanas progresan a través de los
mismos estadios evolutivos -aunque con diferencias de velocidad- por el mejoramiento
de sus capacidades morales y mentales.
Los antropólogos han gastado considerable cantidad de tiempo en explicar al
público que este método para dar cuenta de la diversidad humana es erróneo.
Considerando que los cazadores-recolectores vivientes no son el alter ego de la
civilización occidental; que nos son sociedades “simples”; que no son la humanidad en
su estado natural; que no son relictos Pleistocénicos; que no preservan un antiguo
modo de vida; y que nosotros no podemos reconstruir la antigua sociedad humana
extrapolando hacia atrás los actuales cazadores-recolectores. Aún así, los científicos
sociales somos culpables de algunas de estas tendencias hacia la simplificación,
puesto que muchos textos ignoran la importancia de los contextos sociales y
económicos modernos, tanto como la variabilidad, entre aquellos que cazan y
recolectan para obtener su alimento.
Este libro es una contribución a combatir ambos problemas: la tendencia de los
antropólogos a simplificar las sociedades de cazadores-recolectores, y la tendencia de
los estudiantes a confundir los factores que condicionan las diferencias humanas. Para
conseguir este objetivo, este libro se focaliza sobre la variabilidad en el modo de vida
forrajeador, y examina los factores que podrían dar cuenta de esta variabilidad dentro
de la perspectiva de la ecología del comportamiento.
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CAPÍTULO 1
CAZADORES-RECOLECTORES Y ANTROPOLOGÍA
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para los intelectuales de la época que los propios europeos habían pasado por
estadios primitivos en su progreso a la modernidad. La antropología se desarrolló
como parte de los esfuerzos de finales del siglo XIX para reconstruir ese pasado de
estadios. Esos esfuerzos incluyeron Ancient Society (1877) de Lewis Henry Morgan,
Ancient Law (1861) de Henry Maine; Prehistoric Times (1865) de John Lubbock y
Primitive Culture (1871) de Edward Tylor. Estos primeros evolucionistas, de algún
modo enfrentaron el problema. La reconstrucción prehistórica requiere de evidencia
arqueológica, el registro físico del pasado humano. Aún cuando suficiente
investigación arqueológica se llevó a cabo hacía finales del siglo XIX para discernir el
pasado, ese pasado se hacía difícil de interpretar. Podía revelar avances tecnológicos
y la progresiva dominación de la naturaleza, pero no tenía nada que decir sobre el
parentesco o la organización política y social. Para la reconstrucción prehistórica,
donde el registro arqueológico era insuficiente, los evolucionistas se apoyaron en la
etnografía y el método comparativo.
El método comparativo fue formalmente desarrollado por Auguste Comte, aún
cuando su pedigrí intelectual se puede rastrear por lo menos hasta los filósofos
griegos. En lingüística el método comparativo es el método para reconstruir lenguas
muertas; en biología el modo de reconstruir especies extintas; y en antropología fue el
modo de reconstruir el pasado europeo. Para decirlo de un modo simple, el método
comparativo toma la diversidad cultural (y biológica) existente en el mundo y la
transforma en una secuencia evolutiva. Diferentes personas representan diferentes
estadios en la marcha humana hacia la perfección.
El paradigma teórico de los evolucionistas proveyó la justificación para esta
metodología. Entrenados en las nociones ilustradas de progreso, el pensamiento
evolucionista temprano también incluyó temas como la “lucha por la existencia” y
“supervivencia del más apto”, nociones que los estudiantes de antropología conocen
mejor a partir de los escritos de Charles Darwin y Herbert Spencer. Pero la noción de
Darwin de la selección natural, no jugó ningún rol en los trabajos de los primeros
evolucionistas. En lugar de un proceso selectivo, los evolucionistas vieron el cambio
como transformación a lo largo de una -más o menos simple- escala de progreso. La
evolución resultaba de la acumulación de ideas a lo largo del tiempo que
perfeccionaban las mentes y la moral de las personas. La lucha era el movimiento
ascendente de la humanidad hacia la perfección de Dios. Evolucionistas como
Morgan, vieron que algunas sociedades se movían a lo largo de diferentes sendas
debido a los efectos de la difusión y de sus ambientes. Sin embargo, estuvieron
principalmente interesados por el tiempo de este proceso. Así, Morgan pudo describir
la historia mundial en términos de siete períodos, el estatus bajo, medio y superior del
Salvajismo, el estatus bajo, medio y alto de la Barbarie, y el estatus de la Civilización,
cada uno con su descubrimiento o invención crítica que mejoraba la condición de la
humanidad y aseguraba su progreso.
Esto por su puesto trae la pregunta de por qué cada uno no es igual. El
paradigma de la Ilustración proveía la respuesta: la variabilidad entre la gente del
mundo era atribuida a la variabilidad en el tiempo mental del mejoramiento; algunas
personas se movían (progresaban) hacía la escala evolutiva más rápido que otras.
Esto era suficiente para los evolucionistas, las sociedades menos avanzadas podrían
entonces ser relictos de una edad temprana “monumentos del pasado” (Morgan 1977).
Poniendo a la gente del mundo en una secuencia rankeada, la prehistoria de la
humanidad podía ser reconstruida.
Los criterios para la construcción de las secuencias evolutivas fueron varios, e
incluyeron factores tecnológicos, sociales, políticos, intelectuales y morales. El
etnocentrismo del método comparativo se muestra en estos criterios; invariablemente
la sociedad europea fue el standard contra el cual todas las otras sociedades fueron
juzgadas. La monogamia era superior a la poligamia, la descendencia patrilineal era
mejor que la descendencia matrilineal, el monoteísmo era moralmente superior a los
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(1º modelo)
La banda patrilineal/patrilocal
(2º modelo)
El modelo de forrajeamiento generalizado
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3º modelo
El modelo Interdependiente
(...)Mientras que ningún antropólogo en Man the Hunter hubiera dicho que los
forrajeadores vivientes eran exactamente iguales a los pleistocénicos; no estuvo claro
cómo las teorías de la evolución social, podrían dar cuenta del nuevo registro sobre
grupos de cazadores-recolectores. La cuestión es central para la arqueología, porque
los modernos forrajeadores no viven en el mundo prehistórico de los cazadores, sino
en el mundo de IBM, Coca-cola, estancias de pastoreo financiadas por el Banco
Mundial, etc. (...)
Hacia mediados del siglo XX, los antropólogos miraron el efecto del contacto
entre los cazadores-recolectores y las sociedades del “exterior”, como algo que podía
ser eliminado o neutralizado, como el ruido en una señal de radio, permitiendo la
reconstrucción del modo de vida pre-contacto.
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Aproximaciones marxistas
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primeros consumen los recursos en las bases diarias y son equiparables a las
sociedades de bandas; los de retorno diferido incluyen sociedades que almacenan
alimento para un consumo posterior, y esto aparecería asociado a organizaciones
sociopolíticas no igualitarias)
Las sociedades de retorno diferido o cazadores-recolectores almacenadores,
no concuerdan con el modelo de comunismo primitivo, un hecho elaborado por los
teóricos representantes del marxismo estructural. Combinando el marxismo con el
estructuralismo francés, los marxistas estructurales argumentan que las sociedades de
cazadores-recolectores deben ser comprendidas sobradamente en los mismos
términos de clases, o sociedad capitalista. Por lo tanto el marxismo estructural asume
que la sociedad de cazadores-recolectores es también llevada por las inherentes
relaciones de explotación y por las contradicciones entre relaciones sociales e
ideologías. Precisamente como el modelo forrajeador generalizado focaliza en los
sistemas de retorno inmediato (Woodburn) con la exclusión de otros, el marxismo
estructural aparece focalizado en los sistemas de retorno diferido. (...)Los marxistas
asumen que hay relaciones de explotación en todas las sociedades, relaciones que
son encubiertas por la ideología. (...)
Varios marxistas, sin embargo, argumentan que las clases no son necesarias
para que un análisis marxista pueda proceder, desde que todas las sociedades
contienen contradicciones y explotación en algún nivel entre grupos que teóricamente
se aproximan a clases en naturaleza, por ejemplo, grupos de géneros y edades. (...)
Es probablemente cierto que todas las sociedades de cazadores-recolectores
contengan contradicciones que enmascaran y propagan relaciones de explotación, y
todos los forrajeadores modernos (y varios prehistóricos) constituyen una clase, en
relación a sus vecinos no forrajeadores. El marxismo puede ser un poderoso marco
explicativo para la comprensión de las operaciones de la dinámica interna de los
grupos, las relaciones entre los forrajeadores y sus vecinos, y la manipulación de los
símbolos de la ideología. Pero el marxismo pierde su poder como marco explicativo
cuando mira a todas las sociedades de cazadores-recolectores como esencialmente
similares. La generalización no es única del marxismo, y aún cuando el Marxismo es
un marco explicativo, más que un modelo descriptivo como el de bandas patrilineales y
el modelo de forrajeamiento generalizado, comparte con aquellos modelos la
tendencia a ofrecer imágenes estereotipadas más que la comprensión de la
variabilidad.
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Cazadores-recolectores y ecología
Asumo que la adaptación al medio juega el más importante (pero por ningún
medio único) rol en el condicionamiento de la variabilidad observada en las sociedades
de cazadores-recolectores. Así, este libro enfatiza en las aproximaciones ecológicas
focalizando en el comportamiento y los procesos de toma de decisión que giran
alrededor del tiempo, la energía y la reproducción. Sigo la amplia definición de Pianka
de ecología como “el estudio de las relaciones entre organismos, y la totalidad de los
factores físicos y biológicos que los afectan o son influenciados por ellos” (1978), pero
adiciono a ésta el interés por las relaciones sociales, la percepción humana y la
enculturación.
(...) Podemos examinar cómo la gente toma decisiones y se adapta a su
ambiente físico y social, más allá de si ellos son cazadores-recolectores “puros” o no.
La interacción humana con en ambiente no es la fundación de la sociedad humana, ni
una panacea teórica. Aún cuando las decisiones humanas son tomadas en un marco
ecológico, también los son en condicionamientos históricos y culturales. (...) Los
comportamientos no se pueden dividir en ecológicos o culturales y sociales, como lo
ha manifestado Ingold (1987, 1988). Pero se debe comenzar por un punto, y a la vez
reconocer que comenzar con el ambiente, no lo hace un precepto ontológico sobre la
cultura.
Mientras una comprensión de la interacción humana con el ambiente no puede
llegar fácilmente, esta es en mi opinión la tarea más franca de la antropología en el
presente. En el capítulo siguiente, vamos a trazar brevemente el desarrollo del
pensamiento ecológico en la antropología, concluyendo con una discusión de la
ecología comportamental, que se está desarrollando velozmente como un contexto útil
en el cual comprender la variación entre cazadores-recolectores.
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CAPÍTULO 2
AMBIENTE, EVOLUCIÓN Y TEORÍA ANTROPOLÓGICA
El concepto de área-cultural
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ser consumido. Argumentó que una cultura se volvía mejor ajustada a la subsistencia
de una región, pudiendo convertirse en el centro de un área cultural, cuando la
“condiciones ideales” prevalecían (aún cuando los centros podrían ser definidos tanto
por las condiciones históricas o étnicas, como ambientales) (...)
No hubo un método explícito para identificar los rasgos “típicos” de una región,
o qué “condiciones ideales” iban a hacer incrementar tales rasgos, excepto que ambos
estarían en el centro de un área cultural. Es fácil ver que las nociones preconcebidas
sobre la adaptación de, por ejemplo, la región de caza de visón, probablemente jugó
un rol importante en la definición de “rasgos típicos”.
Para nuestros propósitos, los que es más importante es que el concepto de
área cultural deja en vaguedad los lazos causales reales entre la cultura y el ambiente.
(...)
Ecología Cultural
Casi al mismo tiempo que Kroeber estaba publicando los mapas de áreas
culturales, uno de sus estudiantes, Julian Steward, estaba listo para intentar resolver
las deficiencias en el concepto de área cultural. Steward rechazó el “infructífero
principio de que la cultura viene de la cultura” y se focalizó en las relaciones entre la
sociedad, la tecnología y el ambiente, una aproximación que el mismo llamó: ecología
cultural (1955).
Originalmente la ecología cultural no fue un enfoque nomotético, porque fue
pensado “para explicar el origen de rasgos particulares y patrones que caracterizan
diferentes áreas, más que para derivar principios generales aplicables a cualquier
situación cultura-ambiente” (Steward 1955). A pesar de esto, la ecología cultural tuvo
que asumir algunos principios generales. Central a la metodología de la ecología
cultural estuvo el concepto de núcleo cultural, el cual se definió como aquellos
comportamientos más cercanamente referidos a la extracción de energía del
ambiente. (...) De cualquier modo, puesto que no había un método explícito para la
identificación del núcleo cultural, este podría ser cualquiera que el antropólogo
quisiese que fuera (Harris 1968). Para Steward este fue la tecnología de
subsistencia.(...)
La introducción de la teoría de sistemas y el concepto de ecosistemas en la
antropología, hacia finales de los 60’ produjo un mayor vigor en la ecología cultural,
enfrentando a la medición de las complejas relaciones entre las personas y su
ambiente, se podría referir los comportamientos culturales en una forma más rigurosa
y empírica al ambiente. (menciona varios ejemplos de estudios desde el enfoque
ecosistémico).
Los estudios conducidos bajo la rúbrica de la ecología cultural, han
incrementado nuestro conocimiento de las sociedades de cazadores-recolectores de
forma inmensurable. Sin embargo, en varias formas la ecología cultural sufría los
mismos problemas que el concepto de áreas culturales. Varios estudios de ecología
cultural son sólo “ecología anecdótica” que proveen una plausible base de cuán bien
ajustados están los cazadores a sus ambientes, pero son explicaciones subjetivas post
hoc.(...)
En adición a las vagas medidas de éxito, la ecología cultural además carecía
de un lenguaje de estructura y organización, esto es, un marco teórico común. Esto
hace difícil ver la relevancia de un estudio a otro, en tanto estudios individuales
focalizados en variables específicas sin una referencia a un marco mayor. (da el
ejemplo de las caracterizaciones de los estudios ecológicos que se refieren a
ambientes benévolos o marginales; estas categorías son subjetivas y no ayudan a
medir las complejas relaciones que existen entre las sociedades y su ambiente)
Incluso los estudios de ecología cultural encontraron que era necesario dibujar
límites espaciales para cada sociedad, para poner límites en los análisis energéticos
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de imput y output; del mismo modo que los teóricos de las áreas culturales tuvieron
que dibujar límites sobre las distribuciones continuas de rastros culturales. La
demarcación de límites, en algún nivel, es por supuesto, una necesidad para la
construcción de modelos- y un problema perenne de cualquier aproximación
ecológica, ya que pocos sistemas tienen límites naturales-. Pero el resultado en la
ecología cultural, fue tratar a las sociedades humanas como si fueran unidades
prístinas, auto-suficientes y aisladas. Esto fomentó la aproximación ahistórica en los
estudios de cazadores-recolectores, y además dirigió a los investigadores lejos de la
posibilidad de tomar en cuenta las interacciones con otras sociedades. El cambio
cultural fue atribuido a fuerzas disruptivas del exterior (principalmente poder colonial)
crecimiento de población, o cambios ambientales. No fue atribuido a estructuras
sociopolíticas internas (como manifestó la crítica marxista). Consecuentemente la
ecología cultural tendió a continuar la visión del siglo XIX de que los cazadores-
recolectores eran relictos de poblaciones pleistocénicas, personas que no habían
tenido razón para cambiar a lo largo de milenios.
Estos son problemas importantes, pero las deficiencias fatales de la ecología
cultural yacen en su concepto neofuncionalista de adaptación y en la confianza
implícita en la selección de grupo. Los ecologistas culturales trataron a las sociedades
como si estuvieran en equilibrio. El término adaptación, consecuentemente, vino a
referir a cualquier comportamiento que pareciera ser un modo razonable de mantener
el status quo. La adaptación fue vista como un estado de existencia, más que como un
proceso continuo de ir existiendo. Esto conduce a una importante tautología: el
comportamiento es adaptativo porque existe -de lo contrario no existiría. (...) En esta
cuestión los ecologistas culturales parecen similares a los teóricos de las áreas
culturales, en tanto asumen que las sociedades atravesaron cambios en el pasado,
pero estaban, al momento de estudio, perfectamente adaptadas a su ambiente. Cómo
las sociedades habían cambiado, no fue su preocupación; por lo tanto no podría darse
cuenta del cambio o la continuidad en tal marco teórico.
La confianza implícita en la selección del grupo viene de asumir que la gente
hace lo que es mejor para el grupo, no necesariamente lo que es mejor para ellos
mismos o su descendencia. La idea de la selección de grupo puede observarse en la
visión de los ecologistas culturales de la demografía de los cazadores-recolectores.
(...) El conocimiento convencional después de “Man de Hunter” fue que los cazadores-
recolectores mantenían su población a un 20 o 30 por ciento de su capacidad a través
de varios medios culturales, incluyendo en infanticidio y el tabú. Haciendo esto,
prevenían la sobreexplotación de los bienes alimenticios y mantenían un balance
homeostático con el ambiente. La ecología cultural asumía que de algún modo el
sistema podría imponerse por sobre la gente. Haciendo esto, atribuían a la población
una capacidad de toma de decisión que solo puede residir en el individuo (una práctica
conocida como colectivismo metodológico). La noción de que miembros del grupo
pudieran tener diferentes, incluso conflictivas metas, no existía en la ecología
cultural.(...). El énfasis de la ecología cultural en la homeostasis y su adhesión a la
perspectiva del seleccionismo grupal, causó que muchos antropólogos se volvieran
hacia marcos teóricos alternativos, como el marxismo, estructuralismo y simbolismo.
Otros, sin embargo, reconocieron que mientras la ecología cultural no era enteramente
correcta, tampoco estaba completamente equivocada. Estuvo perdido de todo esto el
componente evolutivo darwiniano.
Si los humanos son animales, aún cuando animales culturales, entonces hasta
cierto punto son susceptibles de los mismos procesos evolutivos que gobiernan el
mundo no humano. La evolución puede ser definida como la persistencia
diferencial de la variabilidad a través del tiempo, y la adaptación como el
proceso de selección y reproducción diferencial. La ecología cultural, por lo tanto,
no fue evolutiva en el sentido darwiniano, desde que desestimó el potencial del
conflicto entre los miembros de un grupo y de ahí, la importancia de la variabilidad
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Selección Natural
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cae en la ecología del comportamiento, puesto que los comportamientos son vistos
como parte del fenotipo producido por factores tanto genéticos como ambientales
(incluyendo ambiente natural y social). Para los humanos, por lo tanto, la cuestión
reside en cuál es el lazo entre la variación comportamental y genética.
Los proponentes de la “tesis sociobiológica fuerte” argumentan por una cercana
conexión entre la variación genética y conductual. (...). El problema de aplicar este
principio a los humanos, por su puesto, es que en el vasto volumen del
comportamiento humano, las diferencias entre las poblaciones, por cierto, no son
genéticamente determinadas.
La mayoría de los ecólogos evolutivos, por tanto, adhieren a una “tesis
sociobiológica débil” en la cual la gente tiende a seleccionar comportamientos de un
rango de variantes cuyo efecto ulterior es maximizar su reproducción individual o
adaptabilidad inclusiva.(...) Aún cuando los comportamientos específicos no están
genéticamente seleccionados “para”, los proponentes de la tesis débil argumentan que
el proceso evolutivo, sin embargo, “dota a nuestra especie con la predisposición
psicológica, capacidad mental, y habilidades físicas que tienen la tendencia a ser
adaptativas en los ambientes de la evolución humana; en tanto en “ambientes” se
incluyen situaciones individuales culturales y sociales” (Cronk 1991). La tesis débil no
argumenta que el comportamiento es genéticamente controlado; no hay por ejemplo
un gen de la caza, o un gen para la matrilinealidad. Lo que argumenta es que los
humanos tienen la habilidad de evaluar subconscientemente las consecuencias
reproductivas de sus comportamientos. Los comportamientos que están ligados a un
mayor fitnes -en un ambiente natural y social- y que son heredables (a través de la
cultura o los genes) deben, así, tender a volverse más prevalecientes en una
población. Este presupuesto, sin embargo, esta todavía siendo sometido a test y
debate.
Central a este debate es el concepto de aptitud (fitnes) generalmente el fitnes
es la propensión de los organismos a sobrevivir y reproducirse en un ambiente y
población específicos (Mills & Beatty en Smith & Winterhalder 1992). Como han
manifestado estos últimos autores esto focaliza la atención en los diseños adaptativos
y el potencial número de descendientes, más que en la verdadera reproducción,
puesto que el número de nacimientos producidos (o el porcentaje que sobrevive hasta
la adultez) puede ser afectado por otros factores que los del fenotipo. Así los
ecologistas comportamentales están interesados en la medición del fitnes de alguna
clase de organismos. En antropología estas clases son a veces referidas como
variantes comportamentales, ya que estamos preocupados por el significado del fitnes
de comportamientos particulares, más que el fitnes de individuos particulares. Esto es
porque para los humanos la mayor parte del fenotipo consiste en comportamiento
cultural, más que genéticamente transmitido. La ecología cultural asume que la
selección favorece rasgos con alto fitnes y que la gente evalúa los fenotipos
disponibles y adopta aquellos con más alta manifestación de fitnes. (...) Los opositores
a la sociobiología argumentan que las culturas establecen sus propios estándares de
éxito, los cuales son altamente variables de una sociedad a otra. Los ecologistas
comportamentales reconocen esto, pero argumentan que mientras diferentes
ambientes naturales, sociales y culturales, resultan en diferentes estándares de éxito,
los individuos que encuentran estos estándares deben además manifestar la variante
comportamental que alcance mayor fitnes que otras.
De todos modos, como veremos adelante, este principio inicial de la ecología
comportamental puede ser refutado cuando adicionamos la cultura humana al cuadro.
Para conseguir sus metas, la ecología comportamental asume dos principios simples
pero de gran alcance:
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Existen por lo menos otras cuatro condiciones que pueden producir una
optimización del comportamiento
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Conclusiones
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CAPÍTULO 9
CAZADORES-RECOLECTORES Y LA PREHISTORIA
(síntesis)
Una de las cuestiones finales que se propusieron en “Man the Hunter” fue “Son
los cazadores-recolectores un tipo cultural? (Lee and De Vore 1968: 335) Una
generación después, nos continuamos haciendo la pregunta. Como estos
predecesores intelectuales, pareciéramos estar aun abrumados por el hecho de que
los cazadores-recolectores parecen ser las más antiguas o también llamadas
sociedades “primitivas” por la impresión de que preservan la más arcaica forma de
vida conocida por la humanidad, que caracterizo la totalidad del Paleolítico (Testart
1988). Esta impresión lleva a varios antropólogos socioculturales, aun aquellos muy
familiarizados con la diversidad de sociedades de cazadores-recolectores, a buscar el
destello del pasado en el presente.
(...)Debemos concluir que no existe una sociedad humana originaria, ni una
adaptación humana fundacional, el estudio de los modernos cazadores-recolectores
en orden a substraer los efectos del contacto con el sistema mundial (si fuera posible)
y cubrir el universo del comportamiento con el objeto de reconstruir la forma de vida
original de los cazadores, es simplemente imposible -porque esa forma de vida jamás
existió-. Debemos aceptar que es altamente posible que la diversidad moderna, parta
de la diversidad original en las adaptaciones de forrajeamiento de los humanos
modernos (desde el punto de vista del comportamiento). Al margen de la analogía del
efecto fundacional en la evolución biológica, estas adaptaciones diferentes pudieron
haber establecido las bases para la fundación de las historias regionales del mundo,
proveyendo un marco en el cual la gente desarrolla soluciones culturales específicas a
los desafíos de incremento de la población, contacto con otras personas, cambios en
el medioambiente, etc.
(...)Si construir una imagen de la sociedad humana original motivo los intentos
para reducir la variabilidad en los análisis de los forrajeadores vivientes, debemos ir a
preguntar ¿por qué los antropólogos (tanto como varios no antropólogos) desearon
hacer esto?. Como los filósofos sociales de la ilustración antes que ellos, los
antropólogos han continuado buscando la naturaleza humana, para descubrir las
huellas que denotan el fundamento de toda la humanidad. Esta es una empresa
valiosa, incluso subyace en e l corazón de la antropología y ha estimulado mucha de
nuestra investigación. Pero a pesar de nuestro rechazo el evolucionismo cultural del
siglo XIX, encontramos que es aparentemente duro abandonar el sentido (erróneo) de
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que la evolución es aditiva, que los pasajes del tiempo y los cambios en la
organización social se construyen sobre el núcleo de la naturaleza humana. Y así,
muchos antropólogos han estado “viviendo y trabajando entre los cazadores a causa
del sentimiento de que la condición humana va a ser probablemente dibujada con más
claridad que entre otras clases de sociedades” (Lee and De Vore 1968). Ningún
científico social hoy diría que los miembros de una sociedad industrial son más
evolucionados que los modernos forrajeadores. Pero podemos todavía escuchar ecos
en las ideas de que las trampas materiales de la sociedad industrial y la codicia por
esos materiales nos han removido de nuestra verdadera naturaleza humana.
Entonces, los fantasmas de Spencer, Hobbes y Rousseau persisten....
La evolución cultural humana es la manifestación de millones de decisiones
que incluyen entre otras: alimento, cónyuges, parentesco, tierra, prestigio, reputación,
el espíritu y el cosmos. El resultado de los procesos de toma de decisión creó
diversidad en el pasado y continúa para crear la diversidad en el mundo. Nuestra tarea
es preguntar qué rol jugaron las variables ecológicas, sociales y biológicas en las
decisiones.
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