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¿De dónde nace la guerra y que características tiene ésta?

La guerra nace de la desconfianza. La desconfianza, a su vez, nace de la igualdad. Así, como


Hobbes dice que los hombres son iguales por naturaleza, se puede determinar que la guerra es
connatural al género humano. Pero, para ver con mayor claridad esto, en el presente ensayo
desarrollaré los dos procesos ya mencionados: el de la igualdad a la desconfianza y el que ocurre
de la desconfianza a la guerra. De esta forma podremos ver que lleva a Hobbes a determinar tales
cosas.
Todos los hombres son iguales por naturaleza. Esto se puede asegurar tanto en el sentido
físico como en el intelectual. Si bien, en lo que respecta al sentido físico, aunque no todos los
hombres posean exactamente la misma fuerza, esto no los hace diferentes. Esto se debe a que el
débil cuenta con diferentes factores que pueden igualar su fuerza con la del fuerte. Estos factores
pueden ser, o bien, una alianza con otro hombre que comparta su interés de que el fuerte deje de
ser físicamente superior, o bien, factores intelectuales que potencien la fuerza del débil.
Pero si a lo que nos referimos es al sentido intelectual, los hombres también son iguales. Y
su igualdad es aun más grande que en el sentido anterior. Hay dos cosas que hacen que los hombres
sean iguales en el sentido intelectual. La primera es la prudencia. La prudencia viene con la
experiencia. Entonces, debido a que todos los hombres tienen experiencias por igual (aunque sean
de diferente tipo), por ello tienen la misma prudencia de aquellas cosas que ellos consagran. La
segunda es la concepción sobre la propia sabiduría. Esto significa que todos los hombres por igual
consideran ser más sabios que los demás (exceptuando a aquellos hombres que son famosos por
su sabiduría). Se consideran más sabios porque son más conscientes de su propia sabiduría que de
la de los otros. “(…) ya que cada uno ve su propio talento a la mano, y el de los demás hombres a
distancia”1. Y debido a que todos los hombres se consideran más sabios que los otros, son iguales
también en esto.
Habiendo probado que los hombres son iguales, podemos considerar que también sus
deseos lo son. “De esta igualdad en cuanto a la capacidad se deriva la igualdad de esperanza
respecto a la consecución de nuestros fines.”2 Por ende, si dos hombres desean la misma cosa, pero

1
Hobbes, T. Leviatán; o la materia, forma y poder de una república eclesiástica y civil (2017) FCE,
México. Trad: Manuel Sanchez Sarto, P. 108
2
Ibíd. 109
no la pueden tener ambos, se vuelven enemigos. Por ello todo hombre tiene miedo de que otro
deseé lo mismo que él y quiera privarlo del producto producto de su deseo. De esta forma es como
de la igualdad nace la desconfianza.
En el camino de esta desconfianza, el hombre encuentra que el mejor medio para garantizar
su seguridad es anticipándose. Esto significa tener todo el poder posible sobre otros hombres para
garantizar que estos no le vayan a hacer nada malo. Lo anterior se puede dar mediante la conquista
o el dominio de sus semejantes. A esto se le llama guerra. Y así es como de la desconfianza nace
la guerra.
Habiendo explicado de donde nace la guerra, ahora cabe apuntar que características tiene
ésta.
Empezaré por explicar que la guerra que nace de este proceso es la guerra de todos contra
todos. Es importante diferenciarla de la guerra que se da entre dos naciones o reinos, ya que la
guerra de todos contra todos ocurre antes de la formación de naciones o reinos. Y se da por esta
misma razón: porque no hay un poder común que los atemorice a todos. “Con todo ello es
manifiesto que durante el tiempo en que los hombres viven sin un poder común que los atemorice
a todos, se hallan en la condición o estado que se denomina guerra; una guerra tal que es la de
todos contra todos.”3
Entonces ¿en qué consiste la guerra? Hobbes es muy puntual en esta cuestión y precisa que
la guerra no consiste solamente en el acto de batallar, esto quiere decir en luchar. Sino que también
la guerra se da en la voluntad para llegar a dicho acto. Es decir, cuando hay voluntad de estar en
guerra, hay guerra. Para esto Hobbes usa un símil muy claro entre la guerra y el clima, símil tal
que me gustaría reconstruir en el presente ensayo.
Se dice que hay mal clima cuando es propenso a que llueva, debido a que ha llovido por
varios días y no cuando han caído dos o tres chubascos. De la misma forma se dice que hay guerra
cuando hay la disposición manifiesta a la inseguridad y no cuando está la lucha actual. Sólo en
este margen hay guerra, fuera de él está la paz.
Como la disposición manifiesta de la inseguridad es una característica de la guerra, las
herramientas para llegar a su propia seguridad también lo son. Las herramientas que tiene un
hombre para garantizar su seguridad en un tiempo de guerra se reducen a su fuerza física y el
producto que su propia invención pueda darles.

3
Ibíd, 110
Otra característica de los tiempos de guerra es la escasez de industria. Esto se debe a que
dentro de este margen, todo lo que podría llegar generar la industria resulta incierto. De esto que
no pueda haber ni cultivo de la tierra, ni progreso en las ciencias y en las artes, ni sociedad.
Estas son algunas características de los tiempos de guerra, pero según Hobbes, la peor de
todas es el continuo miedo a ser asesinado. Ya que de esta ultima ocurre que la vida del hombre
caiga en desdicha. “ (…) y lo que es peor de todo, existe continuo temor y peligro de muerte
violenta; y la vida del hombre es solitaria, pobre, tosca, embrutecida y breve.”4
Estas son, finalmente, todas las características de las que habla Hobbes sobre la guerra de
todos contra todos.

Tras esto, es notorio cómo Hobbes nos narra el origen de una guerra, con cada uno de sus
pasos, hasta llegar a remontarse a la misma naturaleza humana. Me gustaría concluir, pues, que
me parece una postura estructuralmente perfecta. Por otra parte, aunque no me atrevería a debatir
la verdad de las proposiciones, la forma en la que están armadas me parece muy rica.

Bibliografía:
Hobbes, T. Leviatán; o la materia, forma y poder de una república eclesiástica y civil (2017) FCE,
México. Trad: Manuel Sanchez Sarto

4
Ídem.

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