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Lyanna (Myoi Mina, Mina)

Cabello largo, esbelta, una piel suave y delicada como si fuese una porcelana.
Una joven con presencia muy despampanante e misteriosa ante los demás.
Desde muy pequeña fue muy humilde, amable, tímida, solidaria y educada. Con
tan solo oír sobre la nueva llegada de un nuevo integrante, su familia estaba muy
feliz ante ello, ya que le iba a deparar un futuro “grandioso”, sin embargo, la vida
de aquella jovencita no sería color de rosa, mucho menos estaría lleno de
felicidad, porque estaría expuesta a situaciones muy difíciles aunque no
pareciera en lo más mínimo.
Cuando nació, era la alegría de sus padres, permitiéndole crecer
adecuadamente sin dificultades durante sus primeros años de vida. Desde niña
vivió bien, nunca le falto nada, aunque por motivos de trabajo a veces no estaban
siempre a su lado, pero de alguna manera se mantenían contactados. Ellos
siempre están al pendiente de su bienestar y la joven de cabello corto estaba
muy agradecida con ello aunque tuviera una edad tan corta. Por eso, supo
aprovechar como también valorar todo lo que le ofrecía su madre y su padre, lo
cual, pudo sobresalir bastante en lo estudiantil.
Conforme fue creciendo, esa atmosfera tan armoniosa, llena de tranquilidad y
amor había cambiado repentinamente cuando llego a la edad de 5 años. No se
explicaba el por qué su madre cayó en aquel mundo del alcohol, perdiéndose
con varias botellas llenas del líquido embriagante al día, inocentemente solía
acercarse donde su progenitora interrogándole reiteradas veces: ¿Por qué
tomaba tanto esa bebida? ¿Por qué lo hacía?, lo cual, ella solo atinaba por
responder: _“No es nada pequeña Lyanna, déjame tranquila. Anda a hacer tus
quehaceres.” Diariamente solía recibir esa respuesta, le hacía quedar con la
intriga, hasta que un día no pudo aguantar, sin más, soltó un suspiro pesado y
no se dio por vencida, insistiéndole a su madre para que le diera alguna
explicación pero era inútil, su progenitora no pensaba decirle sus motivos,
aunque tarde o temprano sabría el “por qué”.
Respecto a su padre, pues, no quería hablar mucho sobre él, ni siquiera podía
verlo a los ojos, tampoco estaba en su mente imaginarse el rostro de aquel joven
que no tenía nombre para ella, imaginaba solo a un monstro que había
provocado un grave daño, tanto física como psicológicamente. Para ella era solo
un hombre, el cual, la tocaba sin motivo alguno, quien le había robado y
arrebatado lo más preciado en su corta vida. Con solo 6 años de edad no pudo
evitar ser víctima del abuso al que había sido expuesta, tan solo por sus propios
progenitores. Seguro se preguntaran: ¿Dónde rayos estaba su madre? ¿Por qué
no hace nada? Aquella mujer no tenía suficiente fuerza y potestad para poder
detener a la bestia de hombre con quien se había casado a causa del
alcoholismo, estando tan débil y acostada sobre algún mueble u otro lugar dentro
de casa, su única niña de sus ojos estaba siendo lastimada, pero, era incapaz
de luchar por ella.
Cada día, tarde o noche era una tortura para Mina, porque cuando llegaba a
casa, esa persona que no debía denominarse padre siempre estaba atrás hasta
cometer aquellas fechorías horribles contra la pequeña, sin resentimiento u
remordimiento alguno. Su cuerpecito tan frágil y delicado, no podría aguantar
tanto y en cualquier momento parecía resquebrajarse a causa de los toques tan
bruscos provocados por parte del contrario.
Ambos padres se inclinaban a diferentes mundos, los cuales, perjudicaban
mucho a la fémina, ya que al ser una niña podría ocasionarle varios traumas e
incluso desordenes su futuro, pero, al parecer no les importaba desde ese
momento en donde ese padre empezó a ultrajarla, abusando de ella como si de
otra joven se tratase y no tomaba conciencia que era su propia hija, por último,
la madre estaba casi inconsciente de tanto beber. A pesar de todo ello, entre
tantos llantos y lágrimas cayendo de sus hermosos ojos, recorriendo cada mejilla
tan suaves y delicadas, aprendió desde entonces que nada sería lleno de paz y
tranquilidad para su persona, por ende, cuando el padre la despojaba de sus
prendas y terminaba lo detestable, solo quedaba ser fuerte y seguir adelante
como sea, por más difícil que le resultase para su persona.
Con el pasar del tiempo, conforme fue creciendo se volvía más hermosa, linda e
inigualable ante los ojos de toda persona. Su personalidad siempre fue muy
dulce y agradable, aunque nadie le haya dirigido la palabra, desde un primer
momento causaba un gran impacto, hasta cuando uno la visualizaba por primera
vez, podía ser testigo de aquello. Su madurez, como también la cordura que
siempre mantenía ante cualquier situación estaba ahí desde ese momento en la
que se dio cuenta sobre la vida que llevaba.
La sencillez y humildad predominaban siempre en ella, pero eso no quería decir
que carecía de carácter, porque en sí lo tenía. Desde muy pequeña fue tímida,
aún más cuando conocía a alguien por primera vez pero conforme pasaba el
tiempo tomaba confianza, haciendo que se muestre tal y como es. Aunque, a
veces le costaba mucho socializar, trato de no darse por vencida en ese aspecto.
Al terminar sus estudios en la escuela, decidió ganarse la vida por sí misma, ya
que sus propios progenitores le hacían daño y por más que tenía cierto afecto
por ellos no quiso depender de nadie, así que consiguió trabajo en una cafetería
a los 16 años, justamente un año antes de ingresar a aquel centro de estudios,
para así ir ahorrando, pensando en su futuro y al final, aquel esfuerzo puesto por
ella daría frutos de una manera rápida, pero no solo con el trabajo que tenía, sino
con algo mucho peor. Logró tener un salario, lo cual, le permitía cubrir sus gastos
pero no era lo suficiente, de vez en cuando carecía de dinero, llegando al punto
de no poder comer durante el día.
Hasta que una mañana llego una buena noticia y sorpresa inesperada donde
Alessia trabajaba, ésta tendría ayuda gracias a _“un ángel caído del cielo”_, la
denomino así por todo lo que le iba a brindar porque lo necesitaba, aquel ser tan
amable era nada más y nada menos que la Sra. Song, ¿Quién era ella? La dueña
del establecimiento donde trabajaba, que al ver la situación de la joven no dudo
en ofrecerle ayuda alguna, llamándola personalmente y explicándole por qué la
ayudaría, admiraba su trabajo y empeño al atender a la clientela, además de las
dificultades por las que había atravesado, lo cual, no dudo en prometerle muchas
oportunidades, tanto en lo estudiantil y económico. En un principio dudo mucho
en aceptar aquella oferta dada por su mayor, ya que tenía una condición, _“Debía
entregarse a todo hombre que pudiese pagar por ella”_. Ante la propuesta se
negaba rotundamente en querer aceptarlo, pero aquel “ángel” de alguna manera
u otra la convencía, porque la agarraba en su punto débil: “la necesidad”
embargaba su vida, por la que no quedo de otra, aunque pidió tiempo para
pensarlo y finalmente dio un _“SÍ”_ como respuesta.
Finalmente, con el pasar de los años fue así, ingreso a la universidad, empezó a
vivir en un lugar mejor, incluso empezó a estar llena de lujos y detalles recibidos
por aquellos varones. Se había convertido en una mujer de una vida fácil, sin
embargo, tenía sus propias razones u objetivos para poder serlo.
A la edad de 18 años, era estudiante aplicada en una de las mejores
universidades de Seúl, donde ejerce una carrera profesional, en la que pudo
ingresar con tanto esfuerzo y dedicación, ya que el examen de admisión no sería
gratis, mucho menos fácil, felizmente pudo asegurar la entrada a aquel centro de
estudios. Desde muy chiquilla le llamo la atención aquella profesión denominada
“arquitectura”, le fascinaba demasiado el querer ejercer esa carrera, tan solo con
pensar en aquel arte y la habilidad de poder diseñar, proyectar u construir
cualquier edificio o espacio público simplemente lo amaba.
Cursaba el segundo ciclo de esta misma, le iba muy bien y no tenía ningún
inconveniente en los estudios aunque de vez en cuando era muy pesado, pero
después de todo, la chica de tés blanca podía observar algo bueno en todo eso,
que todo esfuerzo tendría sus frutos más adelante.
Siguió trabajando en la cafetería y dedicándose a lo que solía hacer siempre, su
padre no dejaba de hostigar y obtener lo que quería, por momentos quería
dejarlo todo, pero no quería echarse para atrás, aunque en algún momento
dejaría aquella vida con esos hombres que solo provocaban asco y dolor en su
corazón, además de recordarle siempre al animal de su progenitor.
Trabajaba tres veces a la semana y estudiaba en la mañana, hay veces que
debía faltar por motivos del otro trabajo, mandado por la señora Song. Gracias a
dios podía darse el tiempo para hacer sus trabajos, dedicarse a su departamento,
donde al cabo de 5 meses para ser exactos, pudo adquirir una propia y pagarla
por sus propios medios. Lyanna se sentía satisfecha de algún modo, sin
embargo, sentía vergüenza de sí misma, en ocasiones caía en depresión por
todo lo hecho hasta ahora, no se sentía bien del todo, sin embargo, tenía un
contrato con aquella persona y no podía romperlo como ella quisiese realmente,
porque podría llegar a ser fatal para ella.
No lograba ser feliz y tampoco llegaría a serlo, porque cuando pisó por primera
vez aquellos lugares, maquillada de una manera adecuada y un vestido que
resaltaba su figura, se había expuesto a algo muy grave. Siempre le pasaba algo
con tan solo recordar a aquellos hombres tocar su cuerpo, besar sus labios e
incluso con cada palabra y frases sucias, dadas por esos jóvenes sin escrúpulos,
le recordaba a lo bestia que había sido su padre con ella, esos recuerdos
malditos invadían su mente cada noche que pasaba.
Sin embargo, la vida no siempre era color negro para la joven, porque la vida
siempre tenía sus buenos momentos, además, como persona no era la chica
más perfecta del universo, mucho menos ella creía aquello. A veces solía hacer
alguno que otro berrinche o solía enojarse con motivo alguno e incluso facilidad
por alguna que otra tontería, pero a pesar de ello, para alguien era la mujer sin
igual, sin algún defecto, la niña con rostro angelical y frágil que deseaba cuidar,
tener y amar por siempre.
¿Quién es esa persona? Pues, nada más ni nada menos que Líon, un joven muy
apuesto, con gran sentido del humor, además de ser una persona muy amable,
con una personalidad muy alegre, atento y respetuoso, incluso es respetado en
la universidad, es completamente un joven con una forma de ser diferente a los
demás.
Quien diría que aquel chico era uno de los primeros jóvenes en atreverse a
pedirle que salieran y ella con cierta duda acepto su invitación por más que no
estaba interesada en empezar una relación amorosa o algo relativo a ello, pero
no estaba mal poder tener nuevas amistades. Aquel día cuando sucedió lo
mencionado anteriormente fue un día tranquilo como siempre, porque ella se
encontraba debajo de un árbol leyendo un libro, el cual le gustaba mucho.

Era un día como cualquier otro, pero esta vez, más calmado y menos ajetreado
que los anteriores, la fémina estaba muy feliz de poder obtener almenos un par
de horas o minutos para ella y hacer una de las cosas queridas para sí misma.
Observa y lee con atención uno de los libros que tanto le gusta mientras se
apoyaba bajo ese gran árbol, el cual, le daba una gran sombra. Pero minutos
después, una voz masculina la saco del mundo literario apenas le dirigió unas
cuantas palabra, aquella joven no pensaba responder u dirigirle la palabra
porque era ser algo tímida, sin embargo se atrevió a hablarle, además, no pudo
evitar haberse sorprendido por el joven, ya que nadie solía conocer aquella obra
literaria.
- Oh, sí. Es una historia muy bonita e interesante, no pensé que alguien
podría conocer de este libro. – Respondió amablemente y un pequeño
nerviosismo invadía su interior. Luego, pudo escuchar claramente la
presentación del chico y no dudo en acceder en estrechar la mano con la
suya suavemente. – El gusto es mío Líon, yo soy Lyanna, es un placer
conocerte. – Una pequeña se formó en su rostro mientras miraba al más
alto tomar asiento a su lado luego de aquella pequeña interacción entre
ambos.
-
Conforme pasaron los días, mientras asistían a sus clases, se percataron que
ambos estudiaban la misma carrera, lo cual se pudieron acercar más, hacer
alguno que otro trabajo juntos les parecía interesante, pero, aquella chica no
sabía que TaePyung la conocía desde antes muchos menos esta sabía que la
había buscado desesperadamente y no se había detenido hasta encontrarla.
¿Dónde y cómo paso eso? Pues, un fin de semana la Sra. Song la había llamado
con anticipación que tendría trabajo esa noche, gracias a Dios no iría a estudiar
ni trabajar, entonces solo opto por darse un baño, alistarse y esperar hasta que
la recogieran. Asistieron a un restaurante, donde ambos se encontraron de
casualidad, él estaba en otra mesa junto a personas quienes al parecer eran
familiares, mientras la jovencita estaba cumpliendo un trabajo que hacia
comúnmente. Vestida y maquillada de una manera elegante, delicada y
despampanante como siempre, una sonrisa fresca y natural estaba formado en
sus labios como si estuviera feliz hasta que finalizara aquella cena. Tomarla de
la cintura, querer besarla y más, tenía que estar presente durante toda la comida
Con el tiempo se había acostumbrado a ese tipo de situaciones, de alguna
manera u otra le incomodaba, pero era su obligación trabajar de esa manera e
incluso, terminaría en algo horrible para ella. Pero, no perdía la esperanza de
acabar con todo aquello que la torturaba.
Ahora, ambos estaban desarrollando algo bonito con el pasar de los días, sin
embargo esto se vería interrumpido a causa de ella, por la vida que ocultaba y
que nadie sabía. De algún modo tenía miedo de que se enterara, incluso hubo
noches en la que se preguntaba: ¿Cómo reaccionaría si se entera? ¿Qué
sucederá? ¿Me juzgará?, miles de preguntas invadían su cabeza, pero no quería
torturarse con ello y decidió relajarse, pensando que todo saldría bien.
Al día siguiente se había despertado temprano como de costumbre, tenía clases
y no podía llegar tarde, por ende tuvo que hacer lo común de todos los días,
alistarse y prepararse para ir hacia su destino, cuando termino se preparó y tomo
su desayuno tranquilamente hasta que recibió una llamada y era de su padre,
quien la estaba esperando en la puerta del departamento como siempre, no
respondería nada de ese señor, por más que le costara la vida, pensaba en no
dejarlo entrar por ninguna circunstancia, ya estaba cansada de su presencia, del
abuso que seguía cometiendo contra ella.
Sin embargo, la Sra. Song le dio una llamada, donde ella contestó
inmediatamente dándole el saludo respectivo de buenos días, pero se vio
interrumpido por una llamada de atención por parte de ella, regañándole y
diciéndole que debería dejar pasar a una persona muy importante, porque había
pagado por ella y debía cumplir con su trabajo de inmediato. Mina no dudo en
reclamar y decir que debía ir a estudiar y ahora era imposible, además, no quería
estar con ninguna persona aquel día, pero fue en vano, no pudo hacer nada más
que atender a la persona quien le haría recordar su infancia.
Se levantó firmemente y se dirigió hacia la entrada del hogar donde actualmente
vivía y se dio con la sorpresa que ese hombre estaba esperando, lo hizo pasar,
donde el contrario no dudo en ingresar de inmediato, fueron a una de las
habitaciones y comenzó la tortura de la pequeña joven, cerró los ojos y dejo que
este hiciese lo que fuera con ella, no quería recordar el rostro de ese monstro,
había sido imposible no pensar en ese hombre, tan y solo derramo una pequeña
lagrima mientras recordaba cómo pudo haberle destrozado su niñez.

Luego de unas horas la pesadilla había acabado, ahora ella se encontraba


apoyada en el pecho del contrario, sin expresión alguna, mientras el otro la
tomaba firmemente de su cintura. Quería que se valla de una buena vez, pero
era imposible, tenía que ser paciente y esperar un rato más. Solo quería que
Líon no se apareciera en esos momentos, era lo único que la mantenía
preocupada hasta que ello no pudo ser ocultado. Porque aquella jovencita, no
sabía que la puerta del departamento se encontraba junta he ahí sucedió lo más
temido por sí misma, lo que la asustaba y no quería que sucediera nunc, que la
presencia de aquella persona tan querida apareciera ahí y observara tal imagen
tan complicada de procesar.

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