Está en la página 1de 13

Los medios de comunicación de masas son imprescindibles para comprender la

sociedad de la información, pero... ¿Qué es, en primer lugar, la sociedad de la


información? Para simplificar, diremos que la sociedad de la información es aquella
en la que la tecnología juega un papel fundamental a la hora de gestionar la
información de las actividades socioeconómicas y culturales. En otras palabras, la
sociedad de la información es una sociedad dirigida fundamentalmente por y para el
conocimiento.

No hay que confundir la sociedad de la información con la sociedad del


conocimiento, pues aunque se trata de dos conceptos estrechamente ligados, no son lo
mismo. La sociedad de la información es uno de los pilares de la sociedad del
conocimiento, en la medida en que el acceso a la información es indispensable para la
construcción del conocimiento, pero la sociedad del conocimiento, de acuerdo con la
UNESCO, trasciende a lo meramente informativo, es un concepto que implica la
transformación cultural, económica y de mentalidad de la sociedad.

La sociedad de la información se diferencia de la sociedad industrial por el hecho de


que esta última funciona principalmente gracias al concepto de "producción de
bienes". La sociedad de la información es posible gracias a conceptos como
"información", "tecnología" y "producción de conocimiento" . Según el sociólogo
español Manuel Castells, todas las culturas y civilizaciones funcionan en algún grado
como sociedades de la información. Castells prefiere usar el término "sociedad
informacional", ya que la sociedad actual se diferencia radicalmente de las anteriores
por las posibilidades que abren las tecnologías de la información y la comunicación,
sobre todo Internet.

Por lo tanto, sociedad de la información y sociedad informacional no son


exactamente lo mismo, aunque nosotros la usaremos de manera indiferente para no
perdernos en la jerga academicista.

En cuanto a los medios de comunicación de masas, no son más que medios de


comunicación dirigidos a grandes audiencias. No importa tanto conocer la etimología
de esta expresión como su relación conflictiva con la democracia, algo de lo que
hablaremos a continuación.

Los medios de comunicación de masas (o mass media) han cambiado radicalmente los
paradigmas de organización de nuestras sociedades. Después de la Segunda Guerra Mundial,
la explosión de posibilidades tecnológicas, culturales, mediáticas y de entretenimiento fue
descollante. La ciencia y la tecnología lo han cambiado prácticamente todo; a su vez, los
medios de comunicación se han hecho eco de estos cambios.

La masa es un concepto que se refiere a la acumulación o hacinamiento de personas.


Pensemos en los fenómenos culturales contemporáneos: las playas, el cine, los partidos
de fútbol, los viajes turísticos... cualquier fenómeno contemporáneo ya no tiene que
lidiar con decenas o cientos de personas, sino con miles o millones. Un ejemplo trivial:
Facebook tiene más de quinientos millones de usuarios. Los fenómenos de masas
implican a personas de distintas culturas, lenguas y nacionalidades. Éste es el
sentido de la expresión "globalización": una película o un libro como El cementerio de
Praga (2010) de Umberto Eco tiene un gran impacto socioeconómico a nivel mundial.
Este gigantismo es una de las características de los medios de comunicación de masas.
Pero veamos otros rasgos no menos interesantes relacionados con la manera en que
entendemos la realidad que nos rodea.

1.2.1. La infoxicación

Una de las características más evidentes de los medios de comunicación de masas es la


producción de "infoxicación", es decir, de contaminación informativa. La
contaminación puede deberse a varios factores: falta de rigor informativo, ausencia de
criterios de calidad o fiabilidad, exposición excesiva a los contenidos, etcétera. La
infoxicación es la consecuencia del exceso de información. Más información no
significa estar mejor informado. Por ejemplo: estar permanentemente conectado a la red
social Twitter no te aporta información valiosa.

1.2.2. El infotainment

En el sistema de medios actual, la información no puede estar reñida con el


entretenimiento. Vivimos en una "sociedad del espectáculo", por utilizar la
expresión del pensador Guy Debord. Los medios de comunicación de masas son
una consecuencia de la sociedad del entretenimiento, por lo que cualquier
contenido distribuido por esos mass media tienen que alcanzar un umbral mínimo
de entretenimiento. Para bien o para mal, lo "aburrido" [sic] no tiene cabida en los
medios de comunicación. Esto es lo que se conoce como "dictadura de la audiencia": si
algo no entretiene, se elimina de la televisión. Si algo no se lee, deja de editarse. Si se
prevé que una película no tendrá éxito, ni siquiera llegará al cine.

Para saber cómo funciona la industria del entretenimiento, se puede ampliar la


información con obras como Cultura mainstream: Cómo nacen los fenómenos de
masas, de Frédéric Martel.

1.2.3. La sobreproducción y la mediocridad

En Los demasiados libros de Gabriel Zaid se nos recuerda que pronto habrá más
escritores que lectores. El sociólogo John B. Thomson, autor de Mercaderes de la
cultura, calcula que alrededor de un millón de libros nuevos aparece cada año en el
mercado anglosajón. ¿Qué implicaciones tiene esto? La facilidad de la creación tiene
algunas consecuencias no deseadas. La sobreproducción hace que surjan infinidad de
obras mediocres y malas, por muy bajas que sean las exigencias.

Tampoco hay que echarse las manos a la cabeza. La "baja cultura" o "cultura popular"
siempre existió. Además, si se analiza con algo de rigor, se puede comprobar que la
"baja cultura" no suele ser tan baja y que la "alta cultura" no siempre es tan alta. De
hecho, muchos fenómenos culturales se acercan a un término medio conocido como
"midcult".

1.2.4. La cultura del escándalo

El 17 de julio de 2011, la periodista Rebekah Brooks fue detenida por permitir y llevar a
cabo escuchas ilegagles. Esta mujer era la consejera delegada de News Corporation, uno
de los grandes imperios de la comunicación mundial dirigido por el magnate australiano
Rupert Murdoch. No es la primera vez que se traspasan los límites de lo legal. El caso
Watergate provocó la dimisión del presidente Nixon debido a un caso con algunas
similitudes. Los medios, en estos casos, son un termómetro del tipo de democracia que
existe.

Una vez más, quien mejor ha estudiado esto es John B. Thompson en su obra de
referencia El escándalo político. Las democracias actuales funcionan mediante
escándalos políticos que estremecen a la opinión pública. En 2010, el mundo vio
cómo naciones y embajadas se ponían en tela de juicio debido a las fultraciones de la
organización Wikileaks. Las democracias se basan en el derecho a la información y la
revelación de informaciones ocultas producen escándalos políticos con consecuencias
imprevisibles. En la sociedad de la información, el ciudadano no puede ser ajeno a
esta cultura del escándalo.

Desde luego, el escándalo político no es una buena noticia, pero sería aún peor que
no existieran, porque entonces viviríamos en una sociedad absolutamente
indiferente y anestesiada.

1.3. La importancia de los medios en la salud democrática

Todos sabemos que la democracia no sólo consiste en votar cada cuatro años. La
democracia es un proceso de deliberación mucho más importante que el mero
hecho de depositar el voto. Los valores de la democracia tienen que ver con el respeto
a los derechos y la vocación por participar en la vida pública. Esto puede parecer más o
menos obvio. En cambio, a veces resulta menos evidente que los medios tengan una
importancia superlativa en la salud democrática.

Las características que hemos comentado más arriba sobre los medios de comunicación
de masas condicionan el tipo de democracia en el que vivimos. Cuando los medios
llenan sus espacios de contenidos basura e información rosa, estamos
determinando cuáles son los asuntos de interés público. No se trata de restringir o
prohibir los contenidos que no parezcan culturales o con intereses elevados; podemos
aceptar que un partido de fútbol es de interés público (el ejemplo no es casual, en
España se ha discutido si el partido Real Madrid - Barcelona es de interés público y si
debería emitirse en abierto). Pero cada decisión tendrá alguna consecuencia en el tipo de
sociedad que tenemos. Los medios de comunicación de masas, como encargados de
transmitir la información a grandes audiencias, son intermediarios y en buena medida
responsables del proceso democrático.

Un ejemplo que deberíamos tomarnos muy en serio: el descrédito o la buena imagen de


los políticos no sólo depende de sus acciones. También depende de los medios que
rodean a estas figuras públicas para engrandecerlas, criticarlas o analizarlas. Aunque
parezca una exageración, la política no es exactamente lo que los políticos llevan a
cabo, sino lo que nosotros creemos que hacen. Uno no vota en función del
conocimiento absoluto de la gestión de los políticos, más bien vota atendiendo a lo
mucho o poco que sabe de lo que esos políticos han realizado... y esa información
llega filtrada por los medios de comunicación de masas.
La sociedad civil y el quinto poder

Los tres poderes tradicionales son el ejecutivo, el legislativo y el judicial. Además,


la prensa suele conocerse como el cuarto poder. ¿Qué hay del quinto? Es el
reservado para la sociedad civil, es decir, para el poder ciudadano.

Los tres primeros poderes son positivos, en el sentido de que tienen funciones que le
son propias (elaborar leyes, aprobarlas, dictar sentencias, etcétera). El cuarto poder, en
cambio, funciona como un contrapoder. Es un intermediario entre los tres poderes
y la ciudadanía. En la actualidad, en cambio, hemos comprobado que se necesita un
nuevo contrapoder, la propia ciudadanía. A la pregunta: ¿Quién vigila al vigilante?, la
única respuesta posible es: la ciudadanía. Un mundo verdaderamente justo es aquel en el
que todos los ciudadanos ejercemos de contrapeso a los abusos del poder.

En la cultura popular, encontramos un ejemplo sobre abuso de poder con el mensaje


más o menos explícitos de vigilar a los vigilantes. Hablamos del cómic Watchmen y de
su adaptación al cine.

En el cómic, que fue anterior a la película, se retrata el abuso del poder mediante una
parábola: la de unos superhéroes con virtudes extraordinarias... pero también con el
defecto de extralimitarse. El autor del cómic Watchmen es el mismo que creó el tebeo V
de Vendetta. No es casualidad que con el escándalo de Wikileaks y otros fenómenos
cercanos (el movimiento 15-M, por ejemplo), los ciudadanos hayan llevado la máscara
del protagonista de V de Vendetta, un héroe que se enfrentaba a la tiranía.
Más información en la dirección: http://es.wikipedia.org/wiki/V_de_Vendetta

¿Qué nos enseñan esas historias respecto al tema que nos ocupa? A nuestro juicio, son
metáforas útiles para explicar cómo la acción social crece mediante la comunicación y
la aportación de símbolos que unen a la ciudadanía. Por lo tanto, la sociedad civil no
sólo necesita comunicarse, también necesita crear imágenes y símbolos que
mejoren la cohesión interna.

En la sociedad de la información, nunca fue tan cierto que una imagen vale más
que mil palabras

.2. Las redes sociales y la movilización ciudadana

La participación activa en la sociedad de la información se puede entender de dos


maneras: por una parte, podemos participar a través del núcleo mismo de la sociedad
de la información, que son los medios de comunicación de masas (prensa, televisión, y
sobre todo Internet, en la que todos podemos poner nuestro granito de arena). Por otra
parte, podemos participar en cualquier ámbito de la sociedad, que está sujeto a las
condiciones de la sociedad informacional. Asistir a la reunión ordinaria de la Junta de
Vecinos de una comunidad también forma parte de la participación en la sociedad de la
información, aunque es una forma mucho más indirecta y más relacionada con la vida
cotidiana, no con las TIC. No obstante, la comunicación lo abarca todo y el fomento
de la participación se refiere a una acción general, no sólo a Internet y a las
tecnologías de la información y la comunicación.
Un error que no nos cansaremos de señalar será que la ciudadanía tiende a pensar que
ahora "todo ocurre en la red" (en la nube, como ya dicen Google y otras compañías de
renombre). Para nada. Internet es un aspecto más de la sociedad de la información,
no el único.

Para que se entienda aún mejor lo que acabamos de decir. Cuando tuvo lugar el atentado
del 11-M, la comunicación fue fundamental para saber qué estaba ocurriendo. Lo que se
dedujo del 11-M fue que los SMS fueron fundamentales para la movilización
ciudadana. ¿Existía Internet? Sí. Evidentemente, también estaban la televisión, la radio
y algunos otros medios. Pero en aquella ocasión fueron los mensajes de móvil quienes
protagonizaron "la chispa" para incendiar la comunicación social y la movilización
ciudadana.

2.3. Estudio de caso: best-sellers sobre cómo mejorar la democracia

Vayamos a un pequeño estudio de caso acerca de cómo las redes de comunicación se


despliegan en un contexto real y superan las fronteras nacionales. En 2011, la
insatisfacción por la deriva neoliberal de algunos gobiernos y la crisis económica y
financiera internacional desemboca, después de un cierto tiempo de incubación, en una
movilización social organizada que ha llegado a los medios de comunicación y a la
clase política. Paradójicamente, esas protestas atacaban, a menudo, al sistema de medios
de comunicación por la connivencia que tienen con el poder. En cualquier caso, lo que
llama la atención es cómo se gestó la protesta y cómo estas manifestaciones
corrieron como la pólvora.

Reconstruir este entramado de reacciones sociales es complicado porque se mezclan las


revoluciones árabes con la llamada Spanish Revolution y algunos otros acontecimientos
sociopolíticos. Sin embargo, podemos observar un fenómeno objetivo y curioso: el
panfleto ha regresado. En el mercado editorial no abundaban los panfletos o las
declaraciones eminentemente políticas en las que se discutiera cuál es el rumbo que
debe tomar nuestra sociedad. A partir de estas revoluciones pacíficas, una ingente
cantidad de textos ha surgido y se han convertido en superventas (los llamados best-
sellers). Uno de esos libros empezó en Francia, pero fue mucho más allá.

¡Indignaos! es el libro que ha dado el pistoletazo de salida a este recién recuperado


fenómeno literario. Pero no es el único. El mismo autor, Stéphane Hessel, ha publicado
algo después ¡Comprometeos! Y hay muchos más libros en la misma línea que han
surgido a partir de las reacciones sociales espontáneas por el descontento de la política
actual: Reacciona, con aportaciones de conocidos periodistas como Ignacio Escolar, No
nos representan, de Pilar Velasco, Nosotros, los indignados, o libros algo más
grandilocuentes como La Vía de Edgar Morin.

Todos tienen algo en común: la voluntad de aportar soluciones a una situación


crítica, en lo económico y en lo moral. Pero comparten algo mucho más importante: se
han convertido en best-sellers porque ha habido una "masa crítica" que ha
comprado, leído y comentado estos libros. Lo que antes no tenía ninguna oportunidad
de éxito en el duro mercado editorial, ahora es un fenómeno de masas. Si antes se
vendían novelas históricas como puro entretenimiento, ahora también entretienen los
manifiestos que reivindican un cambio en la situación política.
Lo hemos comentado anteriormente. El poder reside en nuestras mentes y la
información no debe rivalizar en la época actual con el entretenimiento si quiere
tener alguna oportunidad. Con estos libros se ha obrado el milagro: obras de hondo
calado político entretienen, venden y estimulan el pensamiento.

¿Cómo ha ocurrido esto? La respuesta está en el título de este curso: gracias al


fomento de la participación en la sociedad de la información.

Por último, debemos añadir que la misión de estos libros no es "destruir" la sociedad
para proponer algo radicalmente distinto, como ocurre en la película El club de la
lucha. Las fantasías revolucionarias son muy divertidas, pero no proponen modelos
realistas ni recomendables (el último ejemplo de fracaso utópico lo protagonizó el
futbolista Éric Cantona con una propuesta que quiso llevar a cabo sin contar con el
apoyo suficiente para boicotear a los bancos).

De hecho, gracias a un libro superventas de Joseph Heath y Andrew Potter


sabemos que Rebelarse vende. El título del libro reza igual: Rebelarse vende: el
negocio de la contracultura. Es una pequeña joya que todos deberíamos tener presentes
antes de pasar a la acción.

Hay ríos de tinta sobre el concepto de empoderamiento. Con la expresión


empoderamiento se quiere poner énfasis en la capacidad del individuo de "adquirir
poder", ganar relevancia pública y fomentar cambios reales en aquello que se propone.
El empoderamiento social es una vía para la participación y la mejora de nuestras
democracias. Nosotros, sin embargo, queremos proponer una metáfora de los cambios
sociales que precede a esta fase de empoderamiento.

Antes de empoderarnos, necesitamos conocer alguna idea básica sobre cómo funciona la
opinión pública y la teoría social. No hay nada más práctico que una buena teoría.
De ahí que introduzcamos en este curso la idea de la "espiral del silecio". La teoría de
la espiral del silecio fue propuesta por Elizabeth Noelle-Neumann y con ella se
refería a un fenómeno que observó sobre cómo actúan y opinan las personas en
función de lo que se acepta socialmente. En realidad, la sociedad no es un conjunto de
personas que actúan de manera transparente las 24 horas del día. Los individuos, para
bien o para mal, actúan de manera estratégica. Ése es el sentido que tiene la frase según
la cual la vida es un teatro. Todos representamos un papel. Todos esperamos
oportunidades, tomamos la temperatura de la sociedad para saber qué hacer o qué decir.

Noelle-Neumann observó que la sociedad puede funcionar como un aparato


represivo. A eso lo llamó "espiral del silencio". Incluso conductas razonables pueden
reprimirse por el mero hecho de que la sociedad no tolera esos comentarios o ideas. No
es casualidad que Noelle-Neumann viviera en la época del nazismo y el Holocausto.

¿Qué paso precede al deseado empoderamiento del individuo? La espiral del diálogo. El
empoderamiento nunca se producirá si no se rompe la espiral del silecio (a
propósito, la película La ley del silencio muestra un claro ejemplo del daño que puede
provocar el silenciamiento). La ciudadanía necesita generar una espiral del diálogo para
llegar al empoderamiento social, o lo que es lo mimo, para adquirir relevancia (social
y/o política). Si el silencio es coercitivo, represivo, entonces el diálogo es liberador,
emancipador.
El empoderamiento social se constriuye con la creación de diálogo y de iniciativas
fértiles- ¿Cómo hacer todo esto? Como siempre, la teoría es más fácil que la práctica. El
desafío está en el aire, aunque hay páginas que se dedican a proponerte cómo hacer esto:

Se ha convertido en un tópico decir que los cambios sociales no se pueden producir


sin la tecnología necesaria y que solamente con la tecnología no se producen
cambios sociales. Es un hecho que se necesitan ambas cosas: concienciación y medios
disponibles.

LasTecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) son la parte


tecnológica que pone a disposición de la ciudadanía un conjunto de utilidades que
puede emplear para participar en la sociedad de la información. Uno de los
mayores éxitos lo hemos visto en Moodle, una plataforma educativa virtual que
contribuye con la participación del alumnado. Con la implantación de Moodle en los
centros, los alumnos y alumnas pueden generar contenidos a partir de su propia
experiencia y pueden disfrutar de las grandes ventajas de este soporte informático.

La inquietud por participar tiene que sembrarse desde el principio. Esto queire decir que
el fomento de la participación en la sociedad de la información debe nacer en la
educación obligatoria (primaria y secundaria). Una de las razones por las que existe
una brecha digital es que muchas generaciones no aprendieron a usar las TIC y ahora su
incorporación es tardía y algo problemática. Los nativos digitales, en cambio, nacieron
con las TIC y saben que la participación es esencial para sus vidas: colgar fotos en un
blog, escribirse por el móvil, todas estas acciones forman parte de la participación en la
sociedad informacional.

Este curso trata sobre la participación. Uno de los objetivos es conseguir movilizar a
las personas para que participen en el proceso democrático a través de las TIC que
ofrece la sociedad de la información. Sin embargo, hasta ahora la teoría social que ha
hablado sobre este aspecto siempre ha enfocado el tema desde el punto de vista de la
revolución. Por ejemplo: se habla del software libre como una revolución dentro del
software que pretende cambiar las reglas del juego de la informática. También se ha
hablado a menudo de las revoluciones comunicativas para que den lugar a revoluciones
reales.

Los cursos y los manuales sobre la sociedad de la información están repletos de


llamadas a la revolución. En el uso periodístico, casi cualquier herramienta
informática supone una revolución. ¿Por qué estamos tan ansiosos de revolución y por
qué hemos gastado tanto el término?

En el lenguaje de la ciencia política, revolución es cambiar el orden establecido para


implantar otro. Nuestra perspectiva, en cambio, no es revolucionaria, sino
reformista. Como usuario, no necesita reinventar Internet o revolucionarla. Esa idea
sólo le generará frustraciones. Un usuario sólo tiene que hacer su pequeña aportación.
Un comentario en un foro puede crear toda una revolución, pero nunca debemos
participar pensando en la reacción en cadena de las otras personas. En general, nadie es
tan importante. No podemos subestimar la opinión de otros ni el funcionamiento de las
instituciones.
Por lo tanto, la clave que proponemos en este capítulo es pasar de la metáfora de la
revolución a la metáfora de la descripción. Si usted tiene información sobre algo y
quiere que esa situación cambie, su participación no consiste en animar directamente a
las personas para que actúen. Su participación consiste, más bien, en describir qué sabe
lo mejor que pueda y entonces las personas reaccionarán diligentemente. Es más
importante que sus palabras sean veraces a que estén cargadas de un lenguaje
apasionado.

Cuando describa con brillantez las situaciones que conoce, la participación llegará por
inercia. Por ejemplo: las movilizaciones del 15-M no se produjeron, pese a lo que pueda
parecer, por el hecho de que un grupo de personas quisiera revolucionar la situación del
país. Eso se ha intentado muchas veces y no se ha conseguido. El éxito de las
manifestaciones llegó cuando hubo una conciencia clara de en qué consistía la
"insatisfacción ciudadana". Desde el momento en el que un colectivo tuvo claro que la
raíz de sus problemas era la falta de "calidad democrática", los pasos siguientes fueron
muy sencillos.

La mera descripción es transformadora: eso es la performatividad de las ciencias sociales.


Cuando alguien describe adecuadamente lo que le preocupa, ya está provocando un cambio.
Cuando una palabra tiene éxito (por ejemplo: web 2.0.), no es porque se haya tratado de
imponer; el éxito llega porque el concepto dio con alguna clave, y se desarrolló en el lugar
adecuado y en el momento adecuado.

El fenómeno de la performatividad se ha estudiado en muchos campos: desde la


sexualidad (donde el sexo sigue siendo algo biológico, pero el "género" es algo cultural
y cada uno es lo que construye con su identidad) hasta la economía. En este último
ámbito, Donald McKenzie ha hecho un trabajo extraordinario para explicar que
los modelos económicos funcionan como profecías autocumplidas. No hay leyes
puras en la economía, hay modelos elaborados por economistas y mercados que
reaccionan a estos modelos propuestos. La performatividad significa que cuando
alguien propone un modelo y éste es escuchado, ya se está transformando la
sociedad. Esto podría extrapolarse a otros campos: la sociología, la filosofía, el
periodismo, etcétera.

Por este motivo, no hay que obsesionarse con "transformar" la sociedad. Basta con
describirla bien. Describir no es una tarea fácil: redactar un informe (como hacen las
ONG) es describir. Escribir una crónica o reportaje es describir. Ya lo hemos dicho
antes, y es un lema que adoptaron economistas y sociólogos: no hay nada más
práctico que una buena teoría. El objetivo es, por supuesto, actuar, pero para actuar
previamente hay que saber cómo hacerlo y por qué.

Pongamos otro ejemplo. Si tu trabajo está mal remunerado y las condiciones son
verdaderamente malas, cuando no ilegales, la solución no pasa por promover un motín o
una revolución, sino por explicar a tus compañeros/as de trabajo qué está fallando y qué
puede hacerse. Una buena descripción de la situación es mejor que cualquier revolución.
Una revolución es querer cambiar las cosas (lo cual está bien) y pretender que la gente
te siga a ciegas (lo cual ya no está tan bien). Otra opción es la descripción, que consiste
en explicar las cosas (lo cual está bien) y esperar a que el resto de personas involucradas
se implique de la mejor manera que pueda.

Los expertos hablan de la "inteligencia de las masas" o la "sabiduría de las


multitudes". ¿Qué quiere decir esto aplicándolo a nuestro tema? Muy sencillo: las
personas no son tontas y la comunicación no será efectiva si tu opinión pretende
ser más valiosa y perspicaz que la de un colectivo completo. El mantra también es
muy sencillo: sea humilde. No hay que imponer un criterio, hay que explicar cuál es su
posición y esperar a que el resto tome partido.

El activismo en la red no es una cuestión de firmar. Es cierto que hay numerosas


campañas por Internet: desde las propuestas de www.petitiononline.com hasta firmar a
favor del Proyecto Gran Simio. De un modo u otro, no basta con mandar un email
automático a los europarlamentarios. Hacer un click de ratón no es ser activista.
Reenviar una cadena de mensajes por correo electrónico tampoco.

El activismo empieza cuando mandas un email personalizado a alguien que esté


dispuesto a leerlo. El activismo no es aprenderse el manifiesto inmediatista de Hakim
Bey ni cualquier otra consigna en Internet. El activismo es poner en práctica tus
convicciones sin que éstas necesiten un nombre o un bautismo para que se
conviertan en una realidad.

La participación en Internet y el ciberactivismo tienen sus limitaciones. Recuerda que la


guerra no se libra sólo en el territorio virtual. Vayamos al siguiente apartado, donde
revisaremos la perspectiva del empoderamiento social y la participación ciudadana.

Este curso conoce bien sus limitaciones. No pretendemos, desde luego, crear una teoría
completa de la acción social. Para eso ya llevan trabajando durante años numerosos
intelectuales, como Noam Chomsky, Alain Touraine, el citado Manuel Castells o
pensadores menos conocidos como Geert Lovink. Será suficiente con proponer algunas
ideas o referencias y que los lectores hagan el resto del trabajo: pensar y participar.

El capítulo de este módulo se titula una revisión de la teoría crítica porque nuestra
sociedad de la información necesita nuevas ideas para problemas no tan nuevos. Desde
que iniciamos el curso, hemos hablado de la importancia de la intervención en la vida
pública y de la construcción de diálogos que rompan la espiral del silencio. El
empoderamiento, decíamos, se construye mediante espirales de diálogo.

En la actualidad, no todos han comprendido este aspecto de la comunicación.


Numerosas personas e instituciones aún siguen ancladas en un paradigma antiguo,
pensando que el modelo comunicativo anterior todavía puede funcionar (así lo
expresaba Manuel Castells en el enlace del primer módulo). Los usuarios harían bien en
reflexionar y convencerse, de una vez por todas, de unos cuantos errores que existen en
la teoría de la comunicación acerca de cómo funciona la sociedad. Revisemos la teoría
crítica que ha imperado hasta el momento.

La comunicación es imparable. Es imposible no comunicar (para una explicación más


teórica y argumentada de esto, se recomienda leer a Paul Watzlawick). ¿Qué
consecuencia práctica podemos extraer de aquí? La existencia del llamado "efecto
Streisand" (http://es.wikipedia.org/wiki/Efecto_Streisand).

El efecto Streisand se produce cuando hay una campaña de censura o un intento


obsesivo por restringir la información. . La etimología, como se indica en el enlace de
Wikipedia, procede de la actriz Barbara Streisand en su intento de impedir que se viera
una fotografía de una de sus casas. El efecto fue completamente opuesto.

Si queremos comprender adecuadamente el funcionamiento de la sociedad


informacional, tenemos qeu asumir que los mercados son conversaciones y que los
flujos comunicativos pueden seguirse y desviarse, pero difícilmente pueden
retenerse o eliminarse.

Anteriormente, observamos un estudio de caso sobre cómo la literatura sobre


manifiestos políticos se había revitalizado. Parece que el manifiesto político ha
recobrado su antiguo esplendor.

Al margen de esto, en cualquier análisis o curso sobre las tecnologías de la información


y la comunicación, hay dos enfoques principales: la tecnofilia (amor por la
tecnología) y la tecnofobia (odio a la tecnología). Son simplificaciones,
evidentemente, pero podemos ver que todo lo que se suele escribir es una mera
enumeración de virtudes tecnológicas o una lista de defectos e inconvenientes.

Enumerar las ventajas es algo positivo para quienes no conocen nada de Internet o de la
sociedad de la información. Si ya tienes algunas nociones, como esperamos que así sea
gracias a este curso o a tus conocimientos previos, entonces las ventajas ya no son tan
satisfactorias y los lectores esperan una posición más crítica. Las personas con
experiencias en el empoderamiento social y la filantropía saben que no es oro todo lo
que reluce y se muestran más críticos con las formas de organización y acción social.

En resumen, queremos proponer un tercer acercamiento a la sociedad de la


información, que sea crítico y a la vez constructivo, que sea afirmativo sin caer en
la autocomplacencia. Nos apoyaremos en el "manifiesto composicionista", un
término empleado por el sociólogo francés Bruno Latour.

Si nos inspieramos en las directrices del manifiesto composicionista, el fomento de la


participación no consistiría en comunicar a otras personas que hay que participar.
Tampoco en criticar la falta de participación. Los usuarios tendrían que dar
ejemplo participando. Si un programa de software o cualquier herramienta te parece
ineficaz, crea una alternativa en lugar de criticar a quienes usan ese programa. A esto
también podemos llamarle "idealismo pragmático".

Componer consiste en construir, crear, en levantar algo en lugar de destruirlo. La


sociedad ha perdido demasiado tiempo en criticar y lo contrario (adular, cegarse) no ha
sido beneficioso... porque no vivimos, ni mucho menos, en el mejor de los mundos
posibles.

El manifiesto composicionista pretende encontrar puntos de unión entre todos (y cuando


decimos todos, nos referimos también a los no humanos: las plantas, los animales y los
ecosistemas tienen que estar en el centro de nuestras reflexiones) y enfocar el debate en
cuestiones reales, no en utopías políticas. Este manifiesto dice: "seamos idealistas
pragmáticos".

Si, por ejemplo, la situación económica te parece insatisfactoria, y si piensas que la


crisis financiera podía haberse abordado de otra manera, no digas simplemente que se
ha hecho mal... propón cómo tendría que hacerse. Si no eres un experto, empieza por
libros o documentos básicos sobre economía. Si no tienes ninguna noción de economía,
entonces somos nosotros quienes te propondremos alguna referencia bibliográfica:
empieza por Lucro sucio: economía para los que odian el capitalismo, de Joseph Heath,
un libro que plantea con ingenio y moderación los asuntos económicos que afectan a
cualquier ciudadano.

El idealismo pragmático es la fuente de nuestra confianza en el empoderamiento y


el cambio social. El manifiesto composicionista es un texto que nos ha inspirado para
apostar con fuerza por la convivencia y la participación de todos en un colectivo a nivel
internacional.

No somos más que individuos atrapados en una red de redes de personas, tecnologías e
información. Sin embargo, podemos movernos a través de esas redes. También
podemos cambiar nuestras conexiones y buscar otras distintas. Podemos seleccionar la
información y hacer que nuestra vida se interese por unos aspectos y no por otros. No
podemos cambiar el mundo, pero podemos cambiar la percepción que tenemos de él y
hacer que nuestras redes más inmediatas reaccionen a los pequeños cambios. Así
lograremos el esperado salto de lo local a lo global: reprograma lo que eres capaz de
hacer en tu vida cotidiana. "You must change your life".

La democracia tradicional es mucho más joven de lo que pensamos. En la actualidad, el


deterioro de la democracia parece algo imparable, pero lo cierto es que la democracia es
un proceso, no un punto y final, y todavía podemos cambiar y mejorar mucho la calidad
de nuestras democracias europeas liberales.

La democracia es, pese a que suena a tópico, el menos malo de los sistemas. La
ciudadanía siempre tendrá la tentación de pensar que otros sistemas tienen sus ventajas,
pero lo cierto es que la democracia es un sistema de garantías que limita los abusos de
poder. En este sentido, el lema marxista sigue siendo válido: civilización o barbarie. La
democracia es imperfecta, pero las alternativas son opciones sujetas a
arbitrariedades, cuando no a atrocidades.

No hay un único sistema democrático. Hay una amplia variedad de modelos


democráticos con sus diferentes sistemas electorales. La referencia clásica para todo
aquel que quiera conocerlos formalmente sigue siendo Modelos de democracia de
David Held.

Volvemos a la pregunta de este epígrafe: ¿Es posible la e-democracia? Antes de


responder, deberíamos ponernos de acuerdo en qué significa democracia, lo que nos
lleva al siguiente apartado.

En España hay una democracia representativa, pero no es el único modelo de


democracia. Algunos modelos ya no están vigentes, como la timocracia, que es una
democracia restringida por consideraciones económicas o de otro tipo, al igual que la
plutocracia, una democracia dirigida por los poderosos.

Al hablar de e-democracia, nos referimos a una democracia que se practica gracias


a Internet y las TIC, una democracia digital directa. En el epígrafe anterior nos
preguntábamos si esto era posible, y seguimos sin responder porque necesitábamos
introducir algunas otras cuestiones. Pasemos al último apartado donde esperamos
despejar alguna duda, aunque no todas (hemos insistido en que no siempre hay
respuestas).

El proceso democratizador no consiste sólo en el modelo de democracia, sino en los


procesos deliberativos que llevamos a cabo en nuestros trabajos, dentro de nuestras
familias y en la sociedad en general. La democracia tiene que ser practicada,
protegida, cultivada y fomentada.

El futuro es incierto, pero la sociedad de la información provee numerosas armas para el


cambio social y para la mejora de la ciudadanía. Nunca estuvimos tan bien
pertrechados de conocimiento y nunca los ciudadanos se sintieron tan confusos
ante el exceso de información.

fin vamos a intentar responder a la pregunta: ¿Es posible la e-democracia? Quizás.


Probablemente sí, pero no hay certezas.

La democracia directa es un ideal a seguir, pero no está exento de problemas,


como ha demostrado el sociólogo francés Michel Callon. Desde luego, tenemos que
mejorar nuestra democracia y hay ciertas decisiones que pueden tomarse a la manera de
una democracia directa, pero plantear una democracia directa para todo un país no es
algo que podamos resolver en unas pocas líneas ni a nivel individual. Muchos cambios
llevan años, o decenas de años.

La ciudadanía, ahora lo sabemos, funciona como un quinto poder. Nadie tiene todo el
poder para conseguirlo, pero cada uno tiene un cierto poder individual que se suma al
del resto de ciudadanos.

Algunos modelos de e-democracia ya se han probado. Las experiencias son pocas, pero
intensas y muy fructíferas. Sólo el tiempo dirá en qué queda toda esta voluntad de
cambio hacia una democracia digital directa.

Uno de los primeros cambios que podemos percibir en nuestras democracias es la


incorporación de numerosos políticos a las redes sociales: ver a personalidades
públicas con perfil en Twitter o Facebook ya no es nada raro.

Probablemente es complicado, por diferentes motivos, que un presidente del gobierno o


un ministro atienda a peticiones o dudas personales, pero conforme bajamos en la
jerarquía, las posibilidades de que puedan responder a nuestras necesidades crecen.

Los delegados, los alcaldes y otros cargos políticos empiezan a tomar conciencia de la
importancia de "escuchar al pueblo", lo que quiere decir que tienen que atender a sus
preguntas y responder a sus críticas en las redes sociales. Su prestigio depende de esta
comunicación y ya no hay vuelta atrás en este aspecto, porque si unos políticos se
retiraran de la red, la oposición rentabilizaría estas ausencias. Gracias a Internet,
la política está un poco más cerca de la ciudadanía.

También podría gustarte