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PRAGMÁTICA y
DESCRIPCIÓN GRAMA nCAL
por GRACIELAREYES
University of Illinois at Chicago
1 La pragmática de ho:r
mediante el lenguaje, y qué efectos produce el lenguaje en los hab antes y en la es-
l. Véansel. R. Austin, Palabras y acciones, Paidós, Buenos Aires, 1971 (versión original de 1962) y lobn
R. Sear1e,Actos de habla, Cátedra, Madrid, 1980 (versión original de 1969).
2. Para una presentación breve de las teorías inferenciales puede verse Graciela Reyes,El abecéde la prag-
mática, Arco Libros, Madrid, 2." ed., 1996; se encontrará allí, también, la bibliografía correspondiente.
SINTAXIS 435
tas, o no indicar literalmente ninguna temperatura,como se ve en los ejemplos si-
guientes: la cerveza estáfría (acabo de sacarla del refrigerador); el café estáfrío
(se me ha enfriado mientras charlaba); cuando lo vi me quedéfría.
Los adjetivos inteligente, guapo, alto, temprano,azul... no significan lo mismo
para todo el mundo ni en todas las situaciones. Los diccionarios puedenregistrar,
hastacierto punto, los distintos significados de una palabra, o, más exactamente,sus
sentidosmás primitivos. P(~ronunca podránregistrar todos los significados. La posi-
bilidad que tiene cualquier palabra o expresiónde significar algo no previsto revela
la ambigüedadbásica del vocabulario. La expresión ah qué bien, emitida con exas-
peración o con ironía, indi.::auna gama de significados que poco tienen que ver con
el significado literal de dicha expresión. Incluso discursosenteros admiten interpre-
tacionescontradictorias: algo intentado (quizá) como un cumplido puederesultar un
insulto; una invitación a cenares y no es,o en todo casoes susceptiblede ser,una de-
claración de amistad o amor; cualquier comentario admite serinterpretado como un
reproche, cualquier pregunta como una impertinencia, y asíinfinitamente. Una bue-
na parte de nuestrasaflicci,onesdiarias se origina en cómo interpretamoslo que nos
dicen los demás, y las dificiultades se agudizan si hay diferencias culturales entre los
hablantes,es decir, si varían las manerasde realizar los actos de habla, si varían las
manerasde percibir el entorno y de evaluar las situaciones, y si varían los procedi-
mientos por los cuales los hablantesse presentana sí mismos como seressociales.
Como sabenbien los que tienen que usar lenguasextranjeras,para comunicarse con
éxito no basta con compartilruna gramática, hay que orientarsede manera similar en
las complejidades del mundo social.
La ambigüedad del lenguaje no impide la comunicación ni necesariamentela
hace más complicada; como explica Grice en un artículo clásico,3hay una lógica
propia de la conversación,principios que todos seguimosy que nos permitencomuni-
camos aun con silencios. La ambigüedades, también, uno de los factoresque hacen
posibles desdelos chistes y juegos lingüísticos hastalas obrasde arte dellenguaje.4
Si aceptamosque todos los significados lingüísticos son más o menosindeter-
minados, podemos preguntamos si es correcto, entonces, atribuir a las expresiones
lingüísticas significados constantesy específicos.De esto ya dudabaBloomfield en
1935,sy es un problema que se sigue discutiendo. En los análisis gramaticales de
orientación pragmática se asignaa las expresioneslingüísticas un valor básico o mí-
nimo, el que se considera codificado por los signos. Al ponerse en contacto con un
contexto que rebosa de informaciones, el valor codificado se amplía y precisa y se
parecemás a lo que podríarrlosllamar el «valor intentado»,es decir, lo que el hablante
quiere decir con determinadaexpresión,que es lo que interesaa la pragmática.
En las nuevascorrientes de análisis gramatical surgidas en estos últimos años
como continuación del trab;ajohecho por las gramáticasfuncionales, por la teoría de
la conversacióny por los análisis de orientación antropológica, seha sobrepasadola
3. Paul Grice, «Lógica y coD"ersación», en L. M. Valdés Villanueva, ed.,La búsquedadel significado, Tec-
nos, Madrid, 1991 (versión original de 1975).
4. Sobre esto puede verse Graciela Reyes, «Pragmática y literatura» (partes1 y 11),Textos,12, abril de 1997 y
13,juniode 1997.
5. L. Bloomfield, Language, )~ondres,Allen and Unwin, 1935,p. 145. Véase el análisis de este problema en
Peter Mattbeus, «Syntax, Semantics, Pragmatics», en F. R. Palmer, ed., Grammar and Meaning. Essaysin Honour o/
Sir John Lyons, Cambridge, Cambrid~e University Press, 1995,p. 58.
436 INTRODUCCIÓNA LA LINGÜíSTICA ESPAÑOLA
oposición entre decir y querer decir. Segúnestosnuevos análisis, el significado lin- lógica y s
güístico, y el de las c~structuras
gramaticalesque contribuyen a expresarlo, no es so- lenguaje.
lamente el resultado de la intención del hablante, sino que estárepartido entre ha- Ena
blante, oyente y situación, y es el resultado de un trabajo en el que colaboran todos plina son
los que participan en el coloquio. La gramática «interactiva», cuyas estructuras son llamado 1
consideradas sociales y provenientes de prácticas y métodos de comunicación y ido a para
cognición, no es autónoma y estásiempreconstituyéndoseen actosconcretos de uso acude al
del lenguaje: sus estructuras han sido parcialmente consolidadas por la práctica y mostrand
por las necesidadesde la comunicación, pero estánsiempre abiertas a reinterpreta- ral, si no
ciones y cambios exigidos por nuevosactosde comunicación.6De estemodo, la gra- como
mática consta de co.mportamientoslingüísticos consolidados y de otros comporta-
mientos más o menosnuevos,tramitados por los hablantesen cadaacto de palabra y
segúnlas necesidadesy característicasde la interacción. En el futuro, ningún análi-
sis gramatical que s.econsidere pragmático podrá ignorar estasnuevas tendencias, contiene
que ponen en primer plano la relación entre los actosde habla, la conversación y las te situad<
estructurasgramatil;ales} objeto (e
la expres
quier chi
Pragmática y gramática ticipante
pragmáti
Pesea las ideologías divergentesde la lingüística actual, el trabajo de los gra- Los
máticos, y especialmenteel de los sintactistas,es, básicamente,el mismo: analizar que suce
los datos lingüísticIJSpara reconstruir el sistema subyacentede regularidades que ne,por SI
llamamos gramática -más allá de cuál sea el origen de esasregularidades, y de la Pero es i
teoría que lo explique-. Los gr~áticos trabajan acumulando datos, como en los güístico!
tratadosdescriptivo'sclásicos, o partiendo de susintuiciones teóricas para desmenu- gunda p.
zar datos construidos por ellos mismos para los fines del análisis. En cualquier caso, verbales
los juegos combinatorios que analizan los sintactistasincluyen, necesariamente,da- Ningunc
tos semánticosy datos pragmáticos. Hoy en día, nadie discute que la gramática deba contextc
incluir en sus descripcionesdatos pragmáticos.
Pero estaconfluencia es relativamente nueva. En la teoría clásica de los actos
I Ad
como la
de habla enunciadapor Searle(op. cit. en n. 1) sepostula una correlación entre el va- «simpli1
lor ilocutivo y la estructura morfosintáctica del segmentolingüístico utilizado en el pletan, 5
acto de habla correspondiente:ciertos morfemas y construcciones sirven de indica- o much¡
dores de fuerza ilocutiva. En estemodelo, las reglas semánticasde los actos de habla posibili(
y las reglas gramaticalesse mantienenindependientes,constituyen dos dimensiones claros d,
de análisis bien diferenciadas. ficar adi
Los primeros .:ontactosentre descripción gramatical y pragmática surgieron de «y luegt
la necesidadde tral:aradecuadamentelos fenómenosgramaticalescuyo significado echaro1i
y funcionamiento clependendirectamentede la situación de habla. Estos fenómenos cactos, t
quedabanal margelflde lo que la lingüística considerabala organizaciónprimaria del biJidad
lenguaje, compuesta por los niveles fonológico, sintáctico y semántico. Entre los ellosiw
«residuos»figuran los aspectosesencialesde la deixis, la anáfora,la variación fono- bién m~
arriba)'
6. Véase Elinor (>cbs,Emanuel A. Scbegloff y SandraA. Tbompson, eds.,lnteraction and grammal; Cam-
bridge University Press, Studies in lnteractional Sociolinguistics, Cambridge, 1996. .
7. Sobre la relaci,Snentre actos de babla y conversación véaseJobn R. Searle y otros, (On) Searle on Conver-
sation, Jobn Benjamins, Pragmatics and Beyond New Series, Amsterdam, 1992. 8.
2.
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438 INTRODUCCIÓNA LA LINGÜíSTICA ESPAÑOLA
IO. Eneu1-'
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9. Salvador FemándezRamírez, Gramática española.4. El verbo y la oración, volumen ordenado y comple-
tado por Ignacio Bosque, Arco Libros, Madrid, 1986,p. 313. ciopara hacerla.
pragmático al Ira!
~
SINTAXIS 439
critos. La evolución de la lingüística en los últimos cuarentaañosha servido para in-
tensificar el deseo(siempre presenteen los gramáticos: ~nsemos en Bello) de esta-
blecer con mayor preci:~iónese sistema de preferencias y rechazos que llamamos
gramática de una lengua: buscamosregularidades,generalizacionesy formalizacio-
nes que trasciendancadó1uso bien estudiado y revelen -o, mejor, dejen vislumbrar
un poco--la relojería o(;ulta en el reloj, y en ella los resortescognoscitivos y comu-
nicativosque la hacencomo es y la mantienen en actividad.
Teniendo presente!;tanto las descripcionestradicionales como los análisis re-
cientes, voy a presentarmuy brevementeun par de ejemplos de aplicación de princi-
pios pragmáticos básicos a las descripcionesgramaticales.
Volvamos al territorio de la deixis y consideremosprimero el caso de los mor-
temas de tiempo. Vamo~,a limitamos al morfema de presente.La diferencia semán-
tica entre enseñola.ríny enseñabalatín sólo puedecomprendersea partir de un cen-
tro deíctico, es decir, un punto de origen: yo, aquí y ahorade la enunciación, El mor-
fema de presenteubica 1¡1acción dentro de esecentro deíctico, de modo que si el ha-
blante dice enseñoel procesode enseñarquedasituado en el ahora del hablante, aho-
ra que sólo puede identificarse en el contexto de la enunciación. Tal determinación
semánticaseleccionaciertas construcciones y no otras: ahora enseño latín, enseño
latín desdehace veinte años,pero no *enseñolatín cuando iba a lafacultad, *ense-
ño latín el año pasado.
En enseñolatín desdehace veinte añosestáclaro que lo enseñoen el presente,
aunque a mi presente se añadan veinte años del pasado. En enseñolatín todos los
jueves el proceso se extiende a un ~ríodo de tiempo, en el cual se reitera todos
los jueves,lo y ese período de tiempo incluye el presente del hablante. En ningún
caso hay coincidencia total con el momento de la enunciación. Para encontrar tal
coincidencia tenemos qlle recurrir a casos del tipo de «¿Qué haces?» «¿No ves?
Hago café.»
Es un hecho habitual en la práctica lingüística desplazar el centro deíctico:
crear un aquí-ahora (y a ,recesun yo-aquí-ahora)discrepantecon el aquí-ahorade la
enunciación. En esoscasos,los complementosseleccionadospor el verbo no sonlos
previsibles. El ejemplo siguiente pertenecea una conversación:
10. En este ejemplo el verbo enseñarequivale a «dar clase» y toma aspectoperfectivo: «doy clase de latín to-
dos losjueves». Es casi imposible hatar el tiempo verbal sin considerar a la vez el aspectoverbal, pero no tengo espa-
cio para hacerlo, y espero que no st:a imprescindible para lo que quiero mostrar, que es la aplicación de un principio
pragmático al tratamiento de un mc rfema deíctico.
440 INTRODUCCIÓNA LA LINGÜíSTICA ESPAÑOLA
La descripción inicial que hemos hecho del presenteno es adecuada,y menos resaltar ~apert
lo será si queremosque incluya otros usos de estaforma, por ejemplo el de mandato: po en el que la
te sientas aquí y me es,oerascinco minutos, porfavor: Bello hablaba de metáforas caso no ~e prc
temporales. Hoy suelehablarsedel «foco del hablante»: que sedesliza por el tiempo que se ptoduZI
real, creando efímeras ficciones, en ¡estecaso abriendo presentesimaginarios que, Ot$del,
una vez pasadasunecesidadestilística ocomunicativa, sedesvanecen.Estosdespla- es la quq se prl
zamientos, desde el momento en queno afectan el valor veritativo de las oraciones, toscaso$,laa(
sonhechospragmáticos, en loscuale$ seexplota el valor básicode la forma, que está dependi~nte dI
infraespecificado, y es a la vez una guía y, como proponenlos teóricos de laconver- Uniprinc:
sación, un «destilado» de prácticas domunicativas. sivos» d~ las f
Con un simple pri:ncipioinferencial, la pragmática resuelve el problema de la por una Worrnc:
., !
que procede de nuestro conocimiento del mundo. La pragmática nos permite expli- Pa~emos
car por qué es anómalo no usar el presentecuandola situación a la que nos referimos Veremo$ sola!
incluye el presente,aunquese extienda, antes y después,más allá del presente.Así, LO$ con(
.
si enlugar de decir el museodel Prado estáen Madrid dijéramos el museodel Prado ción pragmáu
estabaen Madrid implicaríamos muy fuertemente que el museo ya no está en Ma- ñol.13 Eri esto!
drid, Yesto se debe, otI'a vez, a la lógica de la conversación:el presente,origen de la valor «nb aser
..,
enunciación, es siempre pertinente, y, si se lo excluye de la referencia, se crea una su propqslClOJ
implicatura del tipo de la indicada. De ahí las vacilacionesde los hablantesenlos es- tricción ~e di,
tilos indirectos: el profi?sordijo que el museodel Prado estaba/estáen Madrid, vaci-
lación que surge del deseode evitar la implicatura «ahora no está».
El hablante pued(~,sin embargo, desplazar el foco temporal del presente al pa- 11. , Véase
gunda edicipn, 199
sado: despuésde buscarmucho rato las llaves, alguien puededecir, al encontrarlas, 12. i Penélc
mira dónde estaban,porque, si bien las llaves están ahí en el presentede la enuncia- 13. ! Véansc
UniversitarIa, Madi
ción, y el descubrimiento es importante y afecta el presente,el hablantequiere hacer
j
SI/fTAXIS 441
resaltar la pertinencia del tiempo perdido buscandolas llaves, y serefiere a esetiem-
po en..el que las llavesestab~nahí, muertas de risa, mientras él desesperaba.En este
ca~ono se produce la implicatura «ahoI1ano están»porque el contexto no permité
que se produzca.
Otra de las ficciones de coincidencia temporal entre la acción y su enunciación
es la que se produce cuando se usa el presentepara hacerreferencia al futuro; en..es~
tos casos,la acción..suelest~r inmediata, programada,previsible, o sepresentacomo
dependientede la VO.Iuntaddel hablante: el avión sale a mediodía,mañana te llamo.
Un principio pragmático idóneo para explicar estosusosmetafóricos o «expre~
sivos» de las formas gramaticales es el de la economía informativa. La preferencia
por una forma gramatical o por otra, cu~ndohay alternancia, tiene que ver con la
creación de más «efectQscontextuales».En el caso de los verbos, el hablante puede I
valerse de un desplazamiento temporal para dar más información que la que daría,
en ciertos contextos, si se atuviera a los significados básicos de las formas. En el
ejemplo de arriba, abrí la puerta, distraída, y qué veo, el uso de veo en lugar de vi,
que esla alternativa disponible, produce mayoresefectoscontextuales,es decir, evo-
ca una serie de informaciones sobre la situación y despiertauna reaccióndetermina-
da en el oyente; este presente anuncia, por ejemplo, que lo que sigue va a ser sor-
prendente,desagradable,o, en general, inesperadoo chocante.La teoría de la rele-
vanciall atribuye a las figuras (los desplazamientospuedenconsiderarsetales) la ca-
pacidad de transmitir económicamentemayor información sobre el mundo o efectos
contextuales.
Parafinalizar, notemos que un aspectointeresantedel cambio de foco es el que
tiene que ver con la distancia entre los hablantes.El cambio abrupto al presente,por
ejemplo, en textos narrativ(ls de experienciaspersonales,es el producto y, a la vez,
contribuye a crear una situación de comunicación más informal que la que se pre-
sentaría con el uso del pasado. El presentede veo, en nuestro ejemplo, es una forma
de obligar al oyente a participar en lo que se le cuenta, y tal acercamientosolamente
es posible cuando hay o se pretende que haya una corriente de simpatía, camarade-
ría, o, en general, de lo que en la teoría de la cortesía se llama «imagenpositiva»,12
entre hablante y oyente. Si el hablante intentara mantenerla distancia con su oyente
(por la razón que fuese, incluso que no le estuvierapermitido socialmente el acerca-
miento) usaría el pasadosimple en el ejemplo que comentamos.
Pasemosal segundocaso, el de la distribución de la información en el discurso.
Veremossolamentela relación entre este fenómeno y los modos verbales.
Los conceptos pragmáticos de significado intencional, aserción y presuposi-
ción pragmática han dado lugar a una serie de trabajos sobre el modo verbal en espa-
ñol.13En estosestudios se asigna al indicfitivo el valor «asertivo» y al subjuntivo el
valor «no asertivo». La aserciónimplica compromiso del hablante con la verdad de
su proposición, de modo que el subjuntivo indicaría, en todos sus usos, falta o res-
tricción de dicho compromiso. Estos nuevosanálisis replanteanla noción misma de
11. Véase Dan Sperber y Deirdre Wilson, Revelance. Commullication and Cogllitioll, Blackwell, Oxford, se-
gunda edición, 1995. Hay traducción e1:pañolade la primera edición de 1986.
12. Penélope Brown y Stephen Levinson,Politeness, Cambridge, Cambridge University Press, 1987.
13. Véanse, entre otros, los trabajos reunidos por Ignacio Bosque, Indicativo y Subjuntivo, Taurus, Taurus
Universitaria, Madrid, 1990,cap. V.
442 INTRODUCCIÓNA LA LINGüíSTICA ESPAÑOLA
~
SINTAXIS 443
can o desfiguran (y allí 1¡eensañanlos preceptistasde la «verdad»gramatical). Mi-
rando la gramática pragmáticamente,es decir, mirando al hablante en la gramática,
y sin cortar ninguna de las ligazones de la lengua con la vida (con el cuerpo, con el
entorno, con las expectativas y rutinas de la comunicación, con las convencionesge-
néricas y sociales...)vemos el lenguaje en su esplendor y en sus paradojas:recalci-
trante pero incitante al análisis, social y a la vez personal, poco específico y al tiem-
po exquisitamente sutil, abundante y económico, milagrosamente eficaz.