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EN TEORIA La literatura infantil: una minoria dentro de la literatura Teresa Colomer* Una de las interyenciones mis des- tacadas en el 32.” Congreso de IBBY (Santiago de Compostela, septiem- bre 2010) fue Ia de Ia profesora catalana Teresa Colomer. En su confereneia plenaria «La literatura infantil: una minoria dentro de la fi literatura», que reproducimos a a Fe) UVic continuacién, la profesora propuso TINGE cee (interesante recorrido por el cos- we toso proceso de legitimacién de la Literatura Infantil como auténti- ca literatura, Un desafio, todavia en marcha, que Ia autora concreta en ocho debates principales. 32 CLIS240 ( 2044) uuando los organizadores dle! Congreso me propu- sieron este titulo, debo confesar que dudé de que fuera id6- neo, Me daba la impresién de que contemplar la literatura infantil como «cuna minora combativay se relacio naba més con el pasado que con el presente que hemos ido conquistan do. Sin embargo, el Congreso nos ‘convocaba a una interesante perspec= tiva modema: entender un campo de estudio sociocultural como una en ccrucijada de tensiones entre dreas y tendencias minoritarias y mayorita- rias. En ese entramado parscia real- mente obligado otorgar un espacio Ja literatura infantil, contemplada en si misma como literatura. Asi, pues, ime puse @ reflexionar sobre los desa fios que un espacio de auténtica expe. riencia lteraria para los niios y niias ha planteado a fuerzas mayoritarias de distinto tipo a lo largo de su cons. tinucion. [dentifiqué ocho debates prin- cipales, Una primera constatacion sor prendente fue comprobar que los habia presenciado todos a lo largo demi vi- a profesional. Asi que, conta mi se sacion inieial de «pasado», conclui ue las tensiones de una litetarura in- fantil de calidad respecto 2 esos ocho espacios no pueden darse por resual- {as en la mayoria de los cas0s, mien- tras que, en otros, apenas acaban de estrenarse, 41. Respecto de {a literatura e tradicion oral: la historia de una amistad Como todos sabemos, Ia fuerza del necimiento de una literatura para ni- jlos produjo gemelor: una parte de] folelore se hizo especifica de esa au diencia. Algo mis tarde, unos pocos autores escribieron para unos cuantos nifios con el propésito de divertilos. Para ello los escrtores adoptaron un Cicrto aire ransgresor frente les nor- ‘mas y al mundo adulto. Alison Lurie nos ha dado un titulo expresivo pasa esa ferza subversiva de los clésicos infantile: No se le cuontes @ los ma yores (1989), Nacia una complicided de distznciamiento ante el propio en- tomo, un respiro para la fiecion y al. juego. cY donde st hallaban hasta en- tonces fa fceisn yel juego iatantls no en el folelore? Para desbrozar un revo espacio fente alos inancs lic bios dticas, los autores acusieron inevitablemente a su hermana, a lite ratura de tradcion oral Amos tipos de literatura mantvie ron Su eseneia litera. Como fora dos, sesituaron fuera de In ley y del corral dela Ieratura infantil denune do por Graciela Montes (2001). Asi aque ese alianza literaria no solo tu ‘Yo ove empujar para nacer, sino que ha compartigo también la tensién de ser puesta bajo sospecha en un oleoe que ‘ay viene alo largo del tiempo. Fital= mente, en la década de los sotena del pasado silo, ie deseripcion estructura 33 CLIJ240 lista del flelore y la imerpretacin de su relevancia desde Ia perspecta an tropologica ypsicoanaitia parecieron encajardefinitivamente, tanto la fanta- sia simbolica dal folelore, como la ine- xistenoia de temas vedados para nifios ena literatura infantil moderna Sin embargo, el pulso se ha mante- nido en interrozantes ms coneretos {qué grado de violencia y crueldad puede aceptase en los cuentas infaa- tiles? qué esterootipos cuturales de- brian evitarse 0 set renovados?, es posible 0 conveniente traicionae’ la confianza del lector en el ttunfo del héroc?, ;no preservar la esperanza en el desenlace de las historias? Son in- terrogantes que exploran pertinente- serie las fronteras de discuso social dirigido a 1a infancia. Pero a veces tambien obedecen a la porplejidad de duien se acerca por primera vez a es- te compas desde Ta mirada adulta, Lo sabe cualquiera que conozea las aulas de formacién docente, con alumnos horrorizadas ante detalles erueles del folelore © ante duros temas sociales de los libros actuales; 0 cualquiera {que asista a les polémicas puntuales en Jos medios de comunicacién, Asi por ejemplo, tras ciertas declaracio- ‘nes desafortunadas © malinterpreta das de! Instituto de la Mujer en Espa- ‘ha, no menos de diez autores de roporiajes 0 de informes académicos de todo tipo de instancias me han in- terrogado ansiosamente sobre el se- xismo de los cuentos populares. Aunque hayan jugado en el mismo bbando, ambos tipos de literaturas es- tablocen relaciones complejas entre si En las tltimas décadas se han produ cido avances en a tarea de precisarlas, radiografias que modifica nuestras idcas sobre esos dos corpus constitu tivos, En primer lugar, los estudios folelorieos nos han hecho tomar con: ciencia de que las producciones que ‘migraron fueron una exigua minora que Se mantiene ademas a la baja en Ta audicacia infantil actual y también ‘nos han contado de los distitos tipos de modificaciones que suftieron ys cn ese trdnsito. En segundo lugar, 3¢ hha desterrado el supuesto formative de que el folelore supone la primera etapa literaria de los peguetios, ya que, desde el primer momento, 1a i= terotura oral eoexiste con otros vehi ulos de la ficcidin, como les libros para no lectares o fos audiovisuales: lun eambio de perspectiva importan te para actuar ea la formacion de lec- tores, En tercer lugar, hemos descu- bierto hasta qué punto la produecion actual de libros infantiles se ha apar- tado sustaneialmente de las caracte- ristieas dal folclore. Lo que no imp. de que, peradéjicamente, los cuenios populares sean la estrella invitada de formas artisticas may propias de la escritura, como la intertextualidad de- liberaca y la voluntad de reinterpreta- cién de los clasicos. En esta batalla conjunta por la cons: titucién de una auréntica literatura infantil han aparecido recientemer: EN TEORA € Geronimo Stilton eee Mi nombre es Stilton, Geronimo Stilton sy te nuovos peligros, de los que citare- mos tres: Uno es la pérdida del fol- clore en las sociedades postindustria- les, Hace ya tiempo que el folclore se vio obligado a refugiarse en las es- cuelas para su transmision, pero ase reducto pare-ce amenazado por las nuevas generaciones de maestros que rho poseen esa experiencia literaria ‘como propia y que tarmpeco a hallan fen su escasa formacion docente. El segundo es que las versiones audiovi- suales han impuesto inexorablemente sus rasgos a las viejas historias y eso ha esterilizado, en muchos casos, 1a potercia literaria de la tradicion. El tercero es la banalizacion de lalitera- tura de tradicién oral en innumerables versiones modernas que juegan sin propésito con el imaginario colective ¥y que lo reformulan superficislmence ‘in ampliar su eco interpretativo. 34 CLIJ240 La conclusién, pues, en este cam po. es la de lucher por mantener La fueran de una slianza tan produetiva 2. Respecto de la pedagogia: la confusa lucha por la independencia La literatura infantil nacié enfrenta- dda. 6505 libros que «tienen todas las caracteristicas de la escuela domi= nical», como sentencis el protagonis- ta de Las aventuras de Huckleberry Finn, de Mark Twain. Ganar la inde- pendencia respecto de la «madrastra pedagégica» se convirtié en un pro~ $yeclo profesional y cas ético para una parte de los autores, mediadores y eri- ticos. «Literatura contra pedagogi dio raz de ser 2 dos bandos enfrer tados que, como en tantos debates educativos, extrapolaron sus _angu= rmentos hasta sentirse seguros y con- fortables. Los unos en sus opiio ¥ Tos oiros en su pr Ya que los libros pata nitos apare- cicron ligados ala escolaridad obliga ‘oria, la escuela se convirtié en. el principal eampo de batalla entre las banderas contrapuestas de la Lectura Tibre y la lectura escola, Anne Mar er y Jean Hébrard (1994) de: estos discursos en cl sena d= sdades cccidentales ao largo dal siglo xx. Y muchos otros aut como Bruno Bettelheim y Kan lan (1981), revelaron y denuneiaroa la artificialidad y escasa eficacia de los libros para uprender a leer, de los ibros clasificados por cursos y eda des, de los libros con contenidos pre- vios a tenor de los curriculos escole~ res 0 de le ideologia defendida, {que fuera antiaurortaria; los libros, en definitiva, ajenos a ls experiencia li cratia. Los libros de valores trans- versales o la incidencia de la politica de la correceién han sido los ultimos capitulos de esta historia de los libros tos bajo dictado. Y sin embargo, la realidad se mues- tra siempre mis compleja que los au- tocomplacientes diseursos de denun- cia, En primer lugar porque el campo literario no se divide en dos. La fun ‘gn moral no se cireunscribe los l= bros infantile Ha sido siempre uno de los propésitos dela literatura popular, sean las vidas de santos, los folletines Gel 11%, las series televisivas 0 la fie ion actual de gran consumo. Pode ‘mos afirmar, qué duda cabe, qu verdadera function educativa de ratura elude estos esquemas simplistes 35 CLIJ240 Holly Potter Maeno etch leclclie c y opera a niveles mucho més sutiles. Pero es una opcidn de grado artistic ris que de intencion, Por ejemplo, h bria mucho que decir sobre la comple jidad de las relaciones artisticas y edu cativas que se hallan en la base de igéneros tan nobles como la épica 0 la ‘ovela istérica. O sobre el continuum entre propésitos deliberados o no de las obras que nos revelan la condicin humana. Algo que permite afirmar a José M* Merino (1987), comentando a losnovelistas del siglo xxx, que «nues- tra cultura esté cargada de conductas acuada @ lo largo de generaciones y {que tienen como referencia, preci ‘meate, os modelos de comportamien- to desarrollados en las ficciones liters rias, que nos han ensefiado, ya no a pensary a sentir, sino a conocer nues {ros sentimientos y nuestras actitudes, a diversificarios y a ponerios en su si tion. ¥ atin en su vertiente més di radamente didactica, tampoco parece que ke li ratura infantil deba pre: na cantidad notable de Libros an y elaboran de forma artis. vica materiales indudables de aprendi zaje, como ladistincién de los colores, los nmeros aritmétices o determina: dos tomas de conducta moral. in segundo lugar, la relacion es mas compleja porque el diseurso en tac lectura libre —arte y entreteni- miento— y lectura escolar —form cidn— ha dajado de ser dual. Hace , En la frontera de Jos afos setenta, se intent6 hallar una salida postulando que la literatura in fantily juvenil era un genera literario especifico, Bajo el inflajo del estruc- turalismo, se inicid, pues, une basque day captura desesperada de marcas de sliteraredado en las obras infantiles Se trataba de demostrar que eran dela ‘misma familia lteraria que les de los adultos, iguales aunque xespeciticas» Por suerte, en la década siguiente, la teoria literaria habia ampliado ya sus intereses hacia Ia consideracin del lector, de la literatura como sistema y dl circuito literario de las obras en ana sociedad determinads, Teoria de la recepcion, teoria de sistemas, prag- matic... Ya que Ja literatura infantil se define por su destinatario, esa am- pliscién fue esencial. El antiguo eje Jerarquizado de valoracién literaria con la cispide colocada en la maxim tensidn literara de la onda expansiva de un poems, se convirtié en un terre no mis variable y articulado, un te reno que, para la critica de la litera tura infantil, fusionaba el andlisis el texto, la recepeion del lector y Is ‘mediaci¢n educativa ‘A partir de esta historia constiruiva, In novedad en esta iltima década e¢ que los estudios literarios sobre Litera {ura infantil han intensificado su de. sarrollo dese una rica perspectiva ‘multdisciplinar. Ahora es mucho més frecuente encontrar equips de investi= gacién, proliferan los cursos univers= tarios, abundan las webs y revistas de critica y se suceden sin cesar los ‘cuentros académicos 0 de divulgacién centre todos los sectores implicados y cen la mayoria de paises. Le critica de literatura infant no solo ha seleccio- nado ¢ importedo ya todo tipo de ins trumentos de anilisis y resultados de las otras disciplinas. También ha em pezado a desafiarlas con preguntas es timulantes que han surgido precisa- ‘mente del propio campo; porque es la posiblidad de Forraular sus propios in terrogantes lo que define un perspec tiva nueva del conocimiento, como le que hemos alcanzado. La conclusién, pues, ct es comprabar Ia fuerza de la teor ‘con Ia casa grande de los estudios Ui tevarios, nuevas gafas valoratives una onda expansiva del conocimient. iecampo, 37 CLIJ240 4. Respecto al debate cultural: la conquista relativa de los medios de comunicacion La demanda en este caro supone una prolongacién del deseo de reco rnocimiento anterior, pero en exten siéa, mis que en intensidad. Si a los autores que han escrito ocasional= meate para nifios, empezando por el tmismo Andersen, les molesta que su fama se vincule con este producto enor», a los autores de literatura infantil les molesta no recibir eritic mis detalladas y extensas de sus ‘obras, aungue tal vez mis espacio po- ria implicar recibir eriticas men elogiosas de Io que lo son ahora las pequenas resefias de los medios. A redida que el sector se desarrollaba, 2 ha ido generalizando la queja sobre la ainvisibilidads de la literatura in- fant en los programas culturales, re Xistas 0 promociones de las admini traciones. Ante esto hay que sefialar, de entra da, que el grado de atencion de los rmadios no resulta sorprendente una parte, deriva del espacio que le cultura y la infancia reciben en le fusion social. De otra, los profesiona~ Tes de la comunicacién no reciben formacidn sobre libros infantiles y conquistas sefaladas en el apartado anterior les son ajenas, de modo que se perpetiia 2qui la antigua jerarquia de valores cultural. Y ‘sin embargo, esta situacion ba mejorado notablemente por varios Fe nomenos recientes, En primer lugar pot la presion del mercado, ya que fe nomenos editoriales como el de Harry Powter y la eclosion fantistica, 0 de Crepisciulo y el renacimiento de sombrios romaniicismos, han impre- sionado a los medios, al advertis las dime sociales y econémicas deese pequefio objeto cultural que se habia desarrollado empecinadamente por debajo do la mirada eliista de la cultura. En segundo lugar, la deriva de la edicion hacia los best sel adaltos y ade los audiovisuales hacia ‘oductos infantilizados en las socie- dades de masas han ofrecido un enca~ fe mas natural ala atencién hacia lali- ‘eratura infantil. En tereer lugar, 1a democratizacién causada por las nue~ vas tecnologias ha impuesto una pre- sencia importante de webs, clubes de lectura y debates en las redes sociales sobre el tema, Tal vez algunos aspec- tos de estos fenémenos no sean una ‘gran noticia para nucstra idea de la cultura, pero probablemente si lo son para el reslamo de atencion hacia los libcos para niios, Ta conclusién, pues, en este cam- po, es la de estar intensificando la fuerza de un pequeio c quistado, aunque tal vez no podamos celebrar todas sus causas, 5. Respecto de las formas de ocio: la telaraia de la animacién lectora Hablar de libros infantiles es habla de las formas en las que los adultos los llevamos a las manos de los nif Ante el fracaso escolar en el objetivo de formar leetores estables, se exten id [a idea de que obligar a leer con ducia ala pérdida de lectores, La alar- ma social incliné, pues, la balanza del Jado de la lectura libre. El propésito de desescolarizar la lectura y la con- vicelin de que «el verbo leer no tiene /o> ered una nueva ter er obras de ra cualquies Animar a leer fue, pues, el nuevo ‘objetivo. No se circunseribié, claro, al espacio exterior, sino que’ invadié (Colomer, 2003). Durante la década de los noventa, los rasillos excolares Se vieron transita dos por agentes de lo més variopinto: cuentacuentos profesionales, portea- ores de maletas de instiuciones pe bilicas repletas de libros temporales, componentes de especticulos de dea- matizacién, tteres o reeitados posti- 08 coniratadas para talleres 0 ce braciones puntuales, organizadores cludes de lesiores, autores dis- puestos a comentar sus libros y ven= edores editoriales con materiales y guia Listas para tentar a los sobrepa~ sados docentes. ¥ aunque no entraran fisicamente, también empezaron a asomarse a las ventanas de la escuela los aumerosos promotores que ofre- cian si zpoyo virtual a través de wobs ‘editoriales o administra cones educativas revistas de las pro= pias escuelas 0 intereambios con los lectores de otros centros, ‘mente, a un medio mas Fico que nun- cz en solicitudes e inmersiones en el escrito... pero también podia erear un 20s de actividad frenstica por donde los nifios y nifas circularan con com 38 CLIU240 placencia, aunque sin mella alguna en su formacién de habitos lectores. Es- ta objecion fue tomande fuerza, Pasa do el sarampion de la animacion, la rensién se resolvid en favor de la de- limitacion de qué es responsabilidad especifica de la escuela ¥ que necesi- twalianzas; de la planifieacign de pr yectos estables, y de una actitud di ictica renovada, basada et ayudar activa y sostenidamente a Ios nifos a enfrentartaxtos que merecievan sie: fuerzo. Algo que nos recordé que leer requiere silencio, constaneia y compli= eidad (Colomer, 20026). La conclusin en este campo es la Je apoyarse en la fuerza de Ta buena lectura: ta existeneia de un conoei- miento ya acumulado, tanto para po- der repartir juego entre los distintos actores preocupados por la lectura infantil, como para poder mejorar €l aprenilizaje escolar de la Lectura, 6. Respecto de las leyes del mercado: la marea de la mediocridad La literatura infantil se ha desarro- lado como producto cultural en una seciedad de consumo, de manera que su contexio de produccién ha sufrido poderosss transformaciones. Para bien ¥¥ para mal. Para la literatura infantil y para todos los demas libros. Por una parte, nos beneficiamos de una in- mensa diversidad de géneros, titulos y precios donde elegir, de una gran Cireulacién de tradueciones de todos los paises y de la existencia de pre ios y posibilidades de profesionali- zaci6n para los autores. Por otra, su- frimos de pautas de producciéay venta masiva que dan lugar a la descatalo- ‘gacién de buenos libros, a una rueda ‘Yertiginosa que no da tempo a otros li ‘bros para saber silo son y a una mayor ien TT. Colomer, F- Ferreiro, F. Garrido: Leesuras sobre lecturas. Méxi- Conejo Nacional para ta Cultura yl Artes, 9-29, Disponible en linea: www.gretel.cat, apariado «Documentos». ote (2003) «La escuela y la promociin dela lecturan. I Encuentro de Pro= “motores de lectura, XVII Fena Interacional del Libro de Guadals- ‘ara. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, CERLALC, Uni- versidad de Guadalajara Oalisco). Guadalajara (México). Disponible en linea ‘en su versién en CLU ¢Quién promociona i lecturay: ‘wwvtgrcel cat, apartado «Documentos». . T;_ B. Kimmeling-Meibauer, M.C. Silva-Diaz (coords) (2010b):Cruce de mradas: Nuevas apromaciones al libroilban, Barcelona: Banco del Libre- Gretel. Colores, TB. Kimmerling-Meibaucr, M. C. Silva-Diaz (cis) {Q0102), New Directions tn Picurobook Research, Nueva York-Lon- dres: Routledge, atric, A. (1990): Don’ Tell the Grown-Ups. Subversive Children’ Lit eranure, Londres, Bloomsbury. (trad.east = No se fo cuentes alos ma ‘bores. 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