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Con motivo del Bicentenario de la Independencia de América

LA PARTICULAR SITUACIÓN HISTÓRICA DEL PERÚ EN LOS PROCESOS DE NACIMIENTO DE


LOS ESTADOS REPUBLICANOS

Por Carlos Rojas Galarza*

La historia como ciencia,


compromete al pasado con el futuro,
vía de lo que hagamos en el presente.

C.R.G.

En el caso del Perú, en el año 2021 se estará cumpliendo el Bicentenario de la República desde que
formalmente el general Don José de San Martín en 1821 proclamó la Independencia del Perú respecto a la
opresión colonial española.

La visión dialéctica de la historia señala que ésta, es una ciencia social cuyo objeto de estudio es el pasado,
pero no del cementerio al cual hay que acudir de tiempo en tiempo para recordar a nuestros muertos. La
filosofía de la historia nos señala el sentido de la ciencia histórica que es extraordinariamente dinámico. De tal
forma que su objeto de estudio no es inerte. No. La ciencia histórica tiene ante sí, en el presente, los efectos
trascendentales del pasado, que son la proyección en la contemporaneidad de los sucesos históricos a lo largo
del desarrollo de la humanidad. Comprender el presente implica ubicar y conocer con rigor científico los
acontecimientos pretéritos que nos permita descubrir las raíces de los principales problemas que aquejan a la
sociedad de hoy. Más aun, la ciencia histórica, como tal, permite vislumbrar el porvenir y el camino a seguir,
para construir un futuro cualitativamente superior. En tal sentido, la historia como ciencia, compromete al
pasado con el futuro, vía de lo que hagamos en el presente.

Estas iniciales reflexiones son necesarias para releer y repensar con mayor capacidad de análisis científico el
significado del Bicentenario de la Independencia de América Latina y el Caribe, particularmente del Perú.

Las causas profundas e inmediatamente vinculantes a lo que hoy es nuestra patria, se encuentran en los
procesos independentistas que se dieron en toda América. Y de manera particular, en la evolución
emancipadora de América del Sur.

Tener una visión científica de los problemas de hoy en el Perú, no implica tanto buscar sus causas en el
imperio inca, ni en la conquista española, sino directamente en la crisis del feudalismo-colonial del siglo XVIII.
Lo cual no quiere decir que sean inválidos los estudios e investigaciones históricas de las épocas mencionadas
antes mencionadas. Lo que se quiere enfatizar es la relación directa y esencial entre el Perú republicano
contemporáneo y los orígenes de la república para explicarnos el porqué de la situación de un atraso de una
situación capitalista atrasada y dependiente de carácter neoliberal, que parametra de manera crónica a
nuestra economía primaria de exportación de recursos naturales no renovables, como son principalmente los
minerales.

La crisis feudal–colonial se manifestó sobretodo en el siglo XVIII, previamente a la maduración de un proceso


revolucionario burgués. No olvidemos que el pueblo indígena y mestizo como también los negros, sí
estuvieron en permanente lucha desde que invadieron los españoles en el siglo XVI. La historia nos enseña que
durante los tres siglos de dominación colonial, los indígenas campesinos, mineros, obrajeros, artesanos, etc.,
como también sectores empobrecidos de mestizos y criollos, resistieron y pelearon de varias formas. En el
proceso mismo de la conquista, siglo XVI fue un período de violenta resistencia indígena al invasor, en el que
destacaron Rumi Ñahui, Calcuchimac y Manco Inca. Años después de culminado el aplastamiento militar de la
resistencia autóctona, la lucha continuó adoptando nuevas formas como los movimientos religiosos
autóctonos de Taki Onkoy y Yanahuara.

*
Magíster en Docencia Universitaria, Profesor Asociado de la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y
Valle, La Cantuta-Chosica. Decano del Colegio de Profesores del Perú, Región de Lima Metropolitana.
Durante todo el siglo XVII, aunque en menor grado, prosiguieron las rebeliones populares, ahogadas en
sangre. Como señala Don Atilio Sivirichi fueron “movimientos esporádicos de protesta y desesperación contra
los sistemas de servidumbre y esclavitud que han pasado desapercibidos para la historia, pero que
demuestran que el Perú anhelaba su autonomía”.1 Precisamente a esta etapa en la cual el coloniaje se había
consolidado, también se le llama la época floreciente, por las grandes cantidades de oro que se llevaron los
españoles a costa de la dura explotación de los indígenas en las minas.

En el siglo XVIII, la protesta indígena cobró nueva dimensión y surgieron manifestaciones de grandes
proporciones, llegándose a los alzamientos armados, ya no de resistencia, sino de carácter antifeudal y
anticolonial, es decir procesos revolucionarios, a lo largo de más de un siglo, donde se produjeron más de cien
movimientos subversivos predominantemente indígenas. Es importante anotar que estas luchas tuvieron un
carácter anticolonial y en muchos casos antifeudal. Entre los movimientos revolucionarios indígenas
sobresalieron los de Juan Santos Atahualpa, Tupac Amaru II, Pedro Vilcapaza, etc. Queda entonces
demostrado que los indígenas jamás estuvieron en resignados a su situación de siervos, ni estuvieron largo
tiempo en silencio gimiendo.

Serios investigadores e historiadores progresistas han denominado la frustración histórica de la independencia


del yugo español pues “no trajo consigo cambios sustanciales en el orden económico-social establecido. En lo
fundamental, implicó más bien un reacomodo de las clases dominantes, en el que la aristocracia criolla no fue
capaz de impulsar una transformación cualitativa de las bases económicas heredados de la colonia. Por lo
tanto, sino que por el contrario se le reforzó a lo largo de las primeras dos décadas inmediatas a 1821, período
en el que surgieron nuevos latifundistas en un contexto de crisis económica y caos social y, en la práctica, de
un fracturamiento del país por el advenimiento del gamonalismo, la falta de integración de la República en
embrión y la desarticulación del estado colonial ante la inexistencia de un Estado con capacidad de
centralización”2

Y ¿Por qué sucedió esta frustración histórica?

Recordemos que las dos más poderosas colonias en América-hispana fueron México y Perú. Antes de las
independencias era evidente que de las dos, Perú era la colonia que inicialmente abarcó casi toda Sudamérica,
y Lima era el centro comercial monopólico que se ejercía a través del Tribunal del Consulado de Lima, entre
cuyos funcionarios se encontraban miembros de la élite aristocrática criolla limeña, beneficiados con el
comercio Perú-España. De tal mancera que las mercancías provenientes de España necesariamente tenían que
ingresar por Lima y luego distribuirse por toda Sudamérica. También es cierto que esta situación monopólica,
hizo que a lo largo del siglo XVIII, surgieran en Buenos Aires y Venezuela, núcleos de comerciantes criollos
contrabandistas y piratas que actuaban al margen del comercio oficial. Por ello se explica que las primeras
ciudades en las cuales se formaron criollos hispanos separatistas anticoloniales, fueron Buenos Aires y Caracas,
desde donde partieron más tarde las expediciones libertadoras del sur y del norte, respectivamente. Como
dice Mariátegui en sus 7 ensayos; “He tenido ya -desde mi primer esfuerzo marxista por fundamentar en el
estudio del hecho económico la historia peruana- ocasión de ocuparme en esta faz de la revolución de la
Independencia, sosteniendo la siguiente tesis: (Las ideas de la revolución francesa y de la constitución
norteamericana encontraron un clima favorable a su difusión en Sudamérica, a causa de que en Sudamérica
existía ya, aunque fuese embrionariamente, una burguesía que, a causa de sus necesidades e intereses
económicos, podía y debía contagiarse del humor revolucionario de la burguesía europea. La Independencia
de Hispanoamérica no se habría realizado, ciertamente, si no hubiese contado con una generación heroica,
sensible a la emoción de su época, con capacidad y voluntad para actuar en estos pueblos una verdadera
revolución. La Independencia, bajo este aspecto, se presenta como una empresa romántica. Pero esto no
contradice la tesis de la trama económica de la revolución emancipadora. Los conductores, los caudillos, los
ideólogos de esta revolución no fueron anteriores ni superiores a las premisas y razones económicas de este
acontecimiento. El hecho intelectual y sentimental no fue anterior al hecho económico).

1
Sivirichi Tapia, Atilio, LA REVOLUCIÓN SOCIAL DE LOS TUPAC AMARU, Ed. Universo, 1979, Lima, Pág.42.

2
Partido Comunista del Perú-Patria Roja, V CONGRESO DE UNIDAD Y REAFIRMACIÓN REVOLUCIONARIA, 1984,
Lima, Pág. 206.

2
La política de España obstaculizaba y contrariaba totalmente el desenvolvimiento económico de las colonias al
no permitirles traficar con ninguna otra nación y reservarse como metrópoli, acaparándolo exclusivamente, el
derecho de todo comercio y empresa en sus dominios.

El impulso natural de las fuerzas productoras de las colonias pugnaba por romper este lazo. La naciente
economía de las embrionarias formaciones nacionales de América necesitaba imperiosamente, para conseguir
su desarrollo, desvincularse de la rígida autoridad y emanciparse de la medioeval mentalidad del rey de
España” 3

Buenos Aires y Caracas se convirtieron en las antorchas nacientemente burguesas comerciantes, mientras que
Perú, fue el baluarte de la resistencia colonial-feudal en América del Sur. Hay que puntualizar que quienes se
oponían a la independencia eran los aristócratas limeños elitistas del Tribunal del Consulado de Lima, de
carácter feudal, denominados fidelistas, secundados por los grandes terratenientes quienes estaban
espantados de que el proceso revolucionario-independentista llegase a Perú. Lima era su centro de
enriquecimiento comercial, mas no así con la aristocracia criolla provinciana que sí estaba por el rompimiento
con el coloniaje español. Ejemplo de esto último eran Juan Pablo Vizcado y Guzmán (Arequipa); Toribio
Rodríguez de Mendoza (Chachapoyas), Francisco de Zela (Tacna). Estos renombrados criollos provincianos sí
lucharon con sus ideas y algunos empuñaron las armas por la liberación. Por tales razones, Lima se convirtió
también en el más fuerte reducto de resistencia a favor de la corona española. Ante tal situación los ejércitos
de Don José de San Martí primero, y Lugo el general Don simón Bolívar convergieron en Perú para que se
complete la liberación de la opresión colonial Hispana. No hay que olvidar que en todo este proceso, la
presencia de los borbones en el trono español y su diversidad de reformas, influyó en los criollos de lo que hoy
son México, Ecuador, Chile, Venezuela, Argentina, etc., en la germinación de las ideas libertarias en América.
Como se sabe particularmente Lima criolla, aristócrata y fidelista fue un fuerte refugio de los contrarios a
cualquier tipo de separación independentista.

En el terreno concreto del carácter de la economía en Perú, la realidad era que las columnas del feudalismo no
habían sufrido sustancialmente ningún cambio. De tal manera que quienes sucedieron a los españoles en el
aparato político-administrativo fueron los representantes del fidelismo, vale decir, los directos militares
gamonales feudales. Mientras en las realidades de Buenos Aires y Caracas ya habían prendido las ideas liberal-
burguesas; aquí en Perú, en Lima la feudalidad y las ideas medioevales se afianzaron, con caretas liberaloides.
Luego de la salida de los españoles de Perú, el territorio andino se convirtió en un escenario real de las luchas
fraccionarias entre los propios militares quienes se creían con el derecho de estar en el sillón presidencial. Fue
la época del militarismo feudal en un país que nacía como formal república, pero en la práctica con
gobernantes con una mentalidad retrógrada y medioeval. Así fue todo el siglo XIX.

Hubo un momento de oportunidad para el Perú con el descubrimientos de la riqueza de de las aves del litoral
costeño en 1845-1870, en el que los millones de toneladas de guano se vendieron a Francia e Inglaterra, por lo
que, como dijo Mariátegui, nuestro país “se sintió rico”. Pero con gobernantes feudales, ambiciosos de robar,
se enriquecieron a costa de la venta del guano y no se invirtió en nada. Es que no había clases dirigentes con
visión de futuro. El Perú siguió siendo feudal, hasta que con la penetración del capital norteamericano a inicios
del siglo XX, se introdujeron manufacturas, luego surgieron algunos centros industriales, convirtiéndose el país
en semifeudal-semicolonial hasta aproximadamente la segunda mitad del siglo XX, cuando se produce la toma
del poder político en 1968, con el autodenominado Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas, con un
nuevo proceso de reformas de modernización burguesa que quiebra el espinazo de la oligarquía tradicional,
dándose paso a la caracterización de un neocolonialismo que a fines de los siglos XX e inicios del XXI, adquiere
el sello neoliberal. Jamás ha habido una real soberanía de nuestra República, porque no tuvimos clases
dirigentes, sino clases dominantes tradicionalistas, sin verdaderos proyectos nacionales de desarrollo.

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3 Mariátegui, José Carlos los 7 ENSAYOS DE INTERPRETACIÓN DE LA REALIDAD PERUANA, Ed. Amauta, 1928,
Lima, Pág. 16.

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