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Se conoce como tradición oral a los cuentos, cantos, leyendas, fábulas y mitos entre otros. Se
preservan gracias a que se transmiten de generación en generación.
Los cuentos son una de las formas más antiguas de la creación literaria.
En la tradición oral también están las anécdotas. Ellas narran brevemente algún suceso que pueda
despertar asombro, interés, simpatía y humor.
Los mitos se refieren a las narraciones que, al igual que el cuento, narran un suceso.
Generalmente, el origen y evolución del universo, de la humanidad o de los pueblos.
Leyendas: narran acontecimientos que tienen fundamento histórico, pero conlleva elementos
fantásticos.
Otras composiciones de carácter tradicional son las bombas, las coplas, las canciones populares,
poemas breves.
Son cantadas o recitados en reuniones sociales o festividades religiosas.
Bomba...bomba como la que sé que en la palma de lal mano tengo la vara del Sr. San José.
Azahares me pediste, azahares te daré. Agachame la ramita que yo te la cortaré.
Por aquí pasó una pava chiquitita y voladora que en el pico lleva flores y en las alas mis amores.
Las leyendas viven en la tradición oral con toda la frescura que tuvieron en tiempos pasados,
cuando algunos historiadores las recogieron y consignaron. Con una estructura propia, en ellas se
recopilan las formas de pensamiento colectivo de un pueblo, en este caso de la ciudad de
Guatemala.
El escenario de las apariciones de espantos han sido los barrios con sus calles empedradas, los
tanques y algunos callejones.
Tradiciones guatemaltecas
Guatemala ofrece tradiciones formadas con el paso de los siglos, desde el legado Maya, la
cultura de sus antepasados en el mundo prehispánico, seguido por las tradiciones de la
época colonial, con gran influencia del catolicismo, y las nuevas de la época
contemporánea, hasta las denuncias contra políticos corruptos, todo fusionado en este país
de contrastes.
Entre las manifestaciones de mayor tradición se encuentra:
Semana Santa o Semana Mayor
Esta se celebra cada año entre marzo y abril. Es un período de 7 días que comienza el
Domingo de Ramos y termina el Domingo de Resurrección.
La Semana Santa está precedida por la Cuaresma que se refiere al tiempo de preparación
donde se recuerda los 40 días de Jesucristo en el desierto.
Los religiosos proponen que este tiempo sea utilizado para la oración y reflexión, a fin de
revisar sus acciones y los cambios que debe tener para acercarse más a Dios y cumplir con
sus mandamientos.
Procesión de Jesús Nazareno de La Merced – Antigua en Viernes Santo – foto por Maynor Marino Mijango
Durante la Semana Santa, el católico cumple con diversos actos, como procesiones,
escenificación del drama de la muerte y pasión de Cristo, sobre calles ornamentadas con
alfombras, cargadores vestidos de cucuruchos y cortejos se desplazan al ritmo de marchas
fúnebres.
Cada año al iniciarse la noche del 24 de diciembre, el Hermano Pedro acostumbraba sacar
una procesión con las imágenes de la Virgen María y del Patriarca San José, que iban
vestidos en traje de peregrinos.
En ella participaban los niños de su escuela que, vestidos de pastores, llevaban velas
encendidas, farolillos, instrumentos musicales como pitos de caña y barro, chinchines,
tambores, conchas de tortuga, castañuelas y panderetas.
También iban cantando villancicos, coplas y sones de pascua. Al llegar al Hospital de
Nuestra Señora de Belem, otros pastorcitos salían a recibir a los que pedían posada. El
recorrido concluía en una sala, frente a un Nacimiento elaborado por el Hermano Pedro, el
cual estaba adornado con frutas. Entre ellas naranjas, limas, manzanillas, melocotones,
piñuelas, granadillas, toronjas, también hojas de pacaya y figurillas de barro.
Al concluir la procesión, los participantes recibían una refacción, consistente en algún
tamalito o chuchito, pan dulce y ponche; después continuaban cantando villancicos hasta
media noche cuando se dirigían a la iglesia de San Francisco para asistir a la Misa del
Gallo, explica el historiador Horacio Cabezas.
Huelga de Dolores
Son actividades diversas que culminan con el desfile bufo que realizan los estudiantes de la
Universidad de San Carlos, el Viernes de Dolores de cada año.
Fue iniciado por estudiantes de la Facultad de Medicina, en marzo de 1898, durante el
Gobierno de Manuel Estrada Cabrera, para presionarlo a incrementar y mejorar las escuelas
públicas.
La primera manifestación satírica pública de los huelguistas contra personajes del Gobierno
aconteció el 1 de abril de 1898. Entre los principales elementos simbólicos de la huelga
figuran: el periódico No Nos Tientes, la insignia o distintivo La Chabela, el canto La
Chalana (1922), los boletines, la Velada Estudiantil en el Cine Lux y el Desfile Bufo. La
Chabela, nahual de los huelgueros, fue creada en 1921 a iniciativa de Joaquín (la Chinche)
Barnoya, Epaminondas Quintana y Hernán Martínez Sobral, quien fue el que hizo su
primer dibujo, un esqueleto femenino bailando.
En 1903, el Gobierno de Estrada Cabrera impidió su realización y la policía reprimió a los
estudiantes de la Facultad de Derecho, cuando intentaban salir a las calles; en tal ocasión
murió Bernardo Lemus. En 1908, el Gobierno prohibió la circulación del No Nos Tientes.
El Desfile Bufo volvió a establecerse a la caída de la dictadura de Estrada Cabrera. En
marzo de 1931, al mes y medio de instalado Jorge Ubico Castañeda en el poder, los
universitarios invitaron a colegas salvadoreños para participar en el desfile, pero la policía
cargó contra los huelgueros, les propinó una paliza, encarceló a un buen número de ellos e
impidió que se realizara manifestación alguna.
Algunos estudiantes tuvieron que marchar a otros países a concluir sus estudios. El año
siguiente, Ubico cambió el calendario académico y trasladó el período de vacaciones a los
meses de marzo y abril; ello, con el objeto de evitar la celebración de la huelga, la cual
pudo salir a la calle hasta en 1945, después de transcurridos los 14 años que duró la
dictadura ubiquista. El reinicio de su celebración fue un logro de los estudiantes Francisco
(Chico) Luna Ruiz, el Loco Alvarado, Jesús Guerra Morales y Chichicúa López Urzúa.
El Palo Volador
Es una danza mesoamericana, que se realiza en demanda de lluvia y fertilidad de los suelos.
Antes de cortar el árbol, del cual proviene el eje o palo en torno al cual giran los danzantes,
se realizan ciertos rituales preparatorios, consistentes en abstinencia sexual, ayuno y
libaciones.
El jefe de la danza, llamado el mico, es el primero en subir al palo o mástil para dirigir,
desde arriba, el ritual, con toda suerte de monerías. Luego lo hacen los bailarines, quienes,
después de atarse la cuerda a la cintura, se dejan caer con los brazos extendidos y las
piernas enlazadas a la cuerda, en un descenso circular en el que las vueltas se van
ensanchando.
Abajo, la danza es acompañada con el tun o teponaxtli, flautas y caracoles. Esta ceremonia
se practica todavía en Chichicastenango, en Joyabaj y Cubulco, en Guatemala, y en algunos
lugares del sur de México. A la llegada de los conquistadores españoles a Mesoamérica, los
danzantes iba con trajes hechos con plumas de aves, representando águilas, búhos, cuervos,
guacamayas, quetzales, calandrias, etc. Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán fue el
primer cronista colonial que se refirió a esta danza detalladamente, en la Recordación
Florida. Con posterioridad, Rafael Landívar la describió en la Rusticatio Mexicana.
La Carrera de Cintas
Según el cronista huehueteco Fermín Herrera, para los pobladores, el que haya un muerto
durante la carrera es presagio de que será buen año en la salud y habrá abundancia, razón
por la cual, de ocurrir, no sería una tragedia sino un motivo más para celebrar.
Esta actividad conocida también como Juego de Gallos o Corrida de Cinta, se
desarrolla luego de una ceremonia en la cual la cofradía pide permiso a los santos y a la
Madre Tierra para poder correr, esto incluye la entrega de la sangre de un gallo como
ofrenda que en ocasiones se mezcla con la sangre de los jinetes al caerse de los caballos.
Vestidos con el traje ceremonial que incluye sombrero con plumas de colores, pañuelos
coloridos y cintas rojas, uno a uno esperan su turno para ingresar a la pista, la cual es
controlada por miembros de una cofradía.
Los jinetes deben prepararse física y espiritualmente, pero además, con suficientes recursos
económicos, pues quienes se atreven a montar uno de los 300 caballos que son llevados de
las comunidades asentadas en los Cuchumatanes, deben pagar ya sea por todo el día Q1 mil
800, por una hora Q400 o de Q25 a Q50 por una vuelta, además de sufragar el pago de la
marimba para la noche previa al evento.
Herrera refirió que de la calidad del caballo depende el precio que se debe pagar, aunque
hay algunos montadores que durante años pagan todo el día y eligen el mismo animal, con
el que llegan a desarrollar una amistad al unirse durante la carrera.
Elvis López, contratista de animales, explicó que los caballos han sido cuidados por dos
meses antes de participar en esta actividad, pues durante la carrera sufren desgaste físico
que requiere preparación, porque la mayor dificultad es que los jinetes montan ebrios.
Barriletes Gigantes
Según la cosmogonía de los indígenas kaqchiqueles los barriletes representan un lazo de
comunicación entre los muertos (los santos) y los vivos.
Para los habitantes de Santiago, Sacatepéquez el primero de noviembre día de todos los
Santos, tiene poca relación con los santos de la iglesia católica y se enfoca casi por
completo en los muertos del inframundo, en sus antepasados.
Es un día de un ritual tradicional que inicia a la salida del sol del primero de noviembre; en
el cual las familias esparcen flores en las casa y se ponen ramilletes en las ventanas, con el
afán de guiar a las animas muertas el camino a su hogar y con eso hacerles saber que siguen
siendo bienvenidos y no se les ha olvidado.
La tradición oral cuenta, que ese día las almas de los antepasados son liberadas por
veinticuatro horas en donde los espíritus tienen la libertad de volver a sus hogares, a sus
seres cercanos, a lo que vivieron y a sus descendientes.
Los vivos deben de estar preparados y es por ello que adornan con flores, ya que, si los
espíritus no encuentran buena recibida por parte de sus familias, éstos pueden causar daños
a las cosechas, enfermedades o atentar contra los vivos.
Por ésta razón, es que los pobladores al darse cuenta que espíritus malignos invadían el
camposanto y las viviendas donde vivieron y convivieron, decidieron en una manifestación
abstracta elevar lienzos de papel, que al chocar con el viento indicarían a los espíritus el
camino al cielo y se alejaría la molestia.
Por lo que los lugareños dedicaron largo tiempo a elaborar los objetos que derivaron en
barriletes o cometas.
Actualmente, los barriletes actúan como mensajeros verdaderos ya que a muchos de estos
se les coloca un mensaje o telegrama que se prende a la cola de una pita, que con cada jalón
va subiendo al cielo.
Anualmente se lleva a cabo el “Festival de Santiago, de Barriletes Gigantes” dicha
festividad da inicio a las cuatro de la mañana, del día primero de noviembre, los barriletes
son llevados al camposanto y son terminados de armar; los barriletes voladores son
elevados durante todo el día y a las cuatro de la tarde los bajan, al día siguiente a las cuatro
de la mañana, regresan al camposanto con velas para que los espíritus que han estado con
ellos puedan regresar a sus hogares.
Cuando está terminando la festividad los niños destruyen los barriletes, lo cual es una señal
hacía los espíritus que la visita terrenal ha terminado y tienen que regresar al cielo. Los
barriletes que se han mantenido en tierra se elevan para que así los espíritus de los
ancianos, ayuden a quienes aún no encuentran la subida al cielo. Al bajar los barriletes, son
quemados en el cementerio, con la esperanza que el humo guie a regresar al cielo a
cualquier espíritu vagabundo.
Dada la relevancia que tiene ésta hermosa tradición ancestral, que data de los años de 1900-
1910, el Ministro de Cultura y Deportes declara ésta festividad el 30 de octubre de 1998,
como Patrimonio Cultural de Guatemala. El 15 de diciembre de 2005 también recibe por
parte del Presidente de la República Oscar Berger el Galardón de la Orden Nacional del
Patrimonio Cultural.
Durante 35 años consecutivos cada primero de noviembre en Santiago Sacatepéquez se
lleva a cabo el Festival de Barriletes Gigantes.
En el cual varios grupos de pobladores participan en un concurso de creatividad y vuelo. La
preparación para dicho festival inicia aproximadamente cuatro meses antes del primero de
noviembre, en donde generalmente se trabajan de cinco a seis horas diarias para determinar
el tamaño, diseñar los adornos, hacer los trazos y ejecutar el diseño.
El tamaño de los barriletes varía desde los pequeños de un metro de diámetro hasta los más
grandes que sobrepasan los 16 metros de diámetro, todos son elaborados con papel de china
y su armazón es de caña de bambú o de tallos de castilla, la cual es una planta similar al
trigo; el pegamento que se usa es natural elaborado con harina de yuca mezclada con trozos
de cáscara de limón y agua. Los cables para las pitas son de maguey. Las colas del barrilete
son de tela tejida.
Cada año es dedicado a un tema distinto, bien puede ser un tema político, religioso o
cultural.
Durante la celebración del Festival se elevan al cielo los barriletes de menor tamaño, siendo
éstos los que participan en la categoría de elevación; mientras los más grandes son
exhibidos y se califica en éstos el diseño, el colorido y el tema.
El primero de noviembre es un día lleno de rituales que es acompañado por música de
marimba, comida típica y miles de guatemaltecos con deseo de preservar la tradición del
vuelo de barriletes.
Quema del Torito
Esta tradición celebra un tema relacionado con la ganadería y sus capataces. La trama de la
danza narra la historia del capataz de una hacienda que prohíbe a los vaqueros lidiar con un
toro, por lo que estos optan por emborrachar al jefe para poder hacerlo.
La trama culmina con la muerte del capataz por el toro más bravo.
La Quema del Torito se originó cuando los españoles, después de la conquista, introdujeron
los juegos pirotécnicos para las celebraciones religiosas.
Esta tradición se puede apreciar en muchos lugares del país y es celebrada por diferentes
culturas guatemaltecas.
El Torito consiste en una armazón de alambre o madera cubierta con cohetes, canchinflines
y estrellitas.
Para la celebración, esta armazón es colocada sobre los hombros de un hombre, luego se
encienden los juegos pirotécnicos; y el Torito es transportado entre la gente quienes lo
torean y corren para evadir ser alcanzados.
Gastronomía
Los tamales son una tradición gastronómica de los mayores deleites y que constituye el
plato principal de la tradicional cena de Navidad. Aunque estos también los guatemaltecos
tienen por tradición comer tamales menos elaborados cada sábado del año.
El ponche es una bebida elaborada con frutas cocidas, que al igual que los tamales se
consume en temporada de fin de año.
El fiambre es una de las mayores expresiones de la tradición guatemalteca; representa la
pluriculturalidad y multiculturalidad de nuestra raza. Su origen es de la época colonial, sus
ingredientes y textura se pueden describir como una ensalada, que puede llegar a tener más
de 50 ingredientes y aunque no exista una única receta, podemos clasificar su contenido en
cuatro grupos: carnes, embutidos, verduras y quesos, además varios tipos de aderezo. Se
celebra el 1 de noviembre en el Día de Todos los Santos.
Si deseas leer y conocer mas afondo acerca de estas tradiciones de Guatemala da un click al
los siguientes enlaces:
La Cuaresma y Semana Santa en Antigua Guatemala,
La Tradición del Palo Volador,
La Carrera de Caballos en Todos Santos Cuchumatán,
La Tradición de la Danza del Torito,
Sones, Bailes y Danzas Folclóricas en Guatemala,
Tradicion de la Quema del Torito,
Los Tradicionales Tamales de Nochebuena,
El Fiambre Plato Tradicional del Dia de Todos los Santos
Los vecinos de la Nueva Guatemala, afirma el historiador y antropólogo Celso Lara, comentan que
se han bañado en los búcaros coloniales, han gritado a la vera de los barrancos y han hecho ruido
con sus casquitos de cabra en el empedrado de las calles antiguas.
Hoy, el Cadejo se resbala en el asfalto de sus calles, la Siguanaba no encuentra un tanque donde
bañarse con su guacal de oro. El lamento de laLlorona se pierde entre el ruido de los motores de
los automóviles, la música de los radios y la violencia exportada de los televisores.
Sin embargo, en algunos barrios todavía hay quien asegura haberlos visto, concluye el historiador
y antropólogo Celso Lara.
Desde la fundación de la Nueva Guatemala de la Asunción, los vecinos aseguraban haber visto una
serie de espantos. “Comentaban que se aparecía la Siguanaba, el Cadejo y la Llorona.
Otros, en cambio, asumían que en las carretas usadas en el traslado desdeSantiago, se habían
colado la Tatuana, el Tzizimite y otros muchos aparecidos que quitaban el sueño, asegura el
antropólogo Miguel Avendaño.
En este sentido la tradición oral juega un papel unificador cuando estas historias son contadas de
generación en generación, concluyen ambos especialistas.