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TRABAJO PRÁCTICO

VIH / SIDA

1
OBJETIVOS

El trabajo fue ideado con el objetivo de analizar desde una estructura monográfica, la relación entre
el VIH/SIDA y el Derecho Argentino. Para ello tomamos en cuenta distintas variables que en su
conjunto nos dan un panorama más totalizador del estado de situación pasada y actual de la
enfermedad.

Inicialmente se presenta un desarrollo histórico en base a estudios antropológicos de las


enfermedades epidémicas y su repercusión en el escenario social, haciendo énfasis en la
representación social que las mismas tuvieron a lo largo de la historia hasta llegar al VIH/SIDA y su
propia representación en el imaginario social. Creemos que recorrido por las variables sociales,
culturales, económicas y políticas enriquecen la apreciación que podemos tener de la enfermedad
para luego ampliar el trayecto de su abordaje desde el campo específicamente político y jurídico.

Luego del desarrollo general recortamos nuestro objeto de estudio y lo ubicamos en el contexto local.
Para ese recorrido tomamos en cuenta primero el contexto histórico del país en los años 90, es decir
luego de la aparición de la enfermedad y la sanción de la primera ley nacional sobre la problemática.
En el mismo apartado, nos enfocamos específicamente en la ley 23.798 y en el anteproyecto que
pretendió cambiarla en el año 2017. En el mismo apartado, a través distinto artículos periodísticos
vimos parte de la respuesta actual del Estado con respeto a la distribución de medicamentos.

Finalmente tomamos como modelo concreto del análisis el fallo “ASOCIACIÓN BENGHALENSIS
Y OTROS c/ MINISTERIO DE SALUD Y ACCIÓN SOCIAL” con el fin de exponer las
conclusiones finales en el marco de una situación fáctica que abrió un nuevo paradigma respecto al
manejo del presupuesto nacional y la responsabilidad de los diferentes estratos de gobierno en la
ejecución de los programas de salud.

2
INTRODUCCIÓN

Como sociedad estamos inmersos en una época donde la mayoría de las discusiones, producto de la
gran expansión de los medios de comunicación, terminan siendo fuertemente polarizadas y
determinando el minuto a minuto de la agenda política. Esta situación, lejos de escapar del ámbito
legislativo, está siendo utilizada de usina de proyectos, de volantazos y contravolantazos, que
terminan en votaciones empujadas por fuertes movilizaciones sociales. Dependiendo el polo o la
vereda en que uno se encuentre, concluyen en conquistas o derrotas históricas que luego, el poder
político en gestión, termina capitalizando estrictamente en lo discursivo, en lo enunciativo, pero con
grandes déficits a la hora de ejecutar las facultades y obligaciones que el Derecho estableció. De esta
situación, y considerando que aún se estaba gestando la explosión de poder de los medios de
comunicación, el VIH/SIDA no escapó.
.
En principio es necesario situarse temporalmente en principios de la década el ‘80 y la lucha de esas
minorías que comenzaban a percibir el crecimiento exponencial de una enfermedad que era
adjudicada exclusivamente a la comunidad gay, llegando a considerarla como “La Enfermedad
Rosa” en alusión a la referida comunidad. El abordaje de esta problemática inicialmente y por
tratarse de una enfermedad asociada a ¨lo gay¨ fue desde una gran discriminación, lo que generó una
fuerte base negatoria entre quienes contraían esa enfermedad y que propagó aún mucho más el
contagio y las demoras para someterse a tratamientos con el consecuente aumento en el riesgo de
vida. No fue hasta fines de la década del 80 que la enfermedad se volvió un gran problema mundial.
Los diversos Estados afectados, acorralados por la gran epidemia, tuvieron que accionar distintos
mecanismos para hacer frente a la enfermedad a fin de establecer campañas de prevención,
programas de salud, afiches, folletos, se pensó en asignar presupuesto, financiar investigaciones y
distribuir medicamentos. Argentina no quedo al margen, la enfermedad ya no estaba solo en un país
ni mucho menos afectaba a la comunidad gay, sino que se extendía a toda persona en situación de
vulnerabilidad, a todas las sociedades que presas de la incertidumbre reaccionaron de distintas
maneras. Lo común fue la discriminación, el aislamiento, el prejuicio y la ignorancia. La necesaria
intervención del Estado fue inevitable. La enfermedad no era común ni propia de ningún Estado o
persona. En un artículo que se publicó en el diario Clarín, Chan médico y ex Director Científico de la
Fundación Huésped explica que “A diferencia de otras epidemias, de otras enfermedades, el VIH nos
empujó a dar explicaciones constantemente: sí, se puede compartir un mate con una persona que vive
con el virus y no, los besos, las caricias, los abrazos no transmiten VIH. Aparecieron las campañas,

3
los afiches, los folletos. Entonces comenzamos a repetir como un mantra que el único método que
previene el VIH es el preservativo. Y otra vez, el VIH nos obligó a pensar en nuestra sexualidad, a
hablar de ella, y a tomar decisiones”1

En Argentina el máximo hito normativo fue la Ley 23.798 del año 1990, que declaró de interés
nacional, la lucha contra el SIDA. En el escenario mundial y local se estableció la necesidad urgente
de realizar campañas de prevención y concientización para la sociedad en general. Al mismo tiempo
se intentó compaginar la normativa con respecto a los avances científicos disponibles hasta el
momento, los cuales fueron permitiendo la ejecución de programas a fin de distribuir recursos
medicamentosos necesarios a todo el territorio nacional.

No obstante, y como lo adelantamos al principio de esta introducción, con la sanción de una Ley
23.798 por parte del Congreso de la Nación, el tema no se agota. La ejecución de los preceptos y
bases sentadas en la Ley ha sido dispar dependiendo del estado económico financiero del país. No
creemos necesario aludir de manera detallada y ahondar en detalles respecto a los ciclos y vaivenes
sin fin que tiene la economía argentina porque se haría sumamente extensivo nuestro análisis, pero,
¿la cuestión en este aspecto de la variable económica tiene que ver específicamente en qué grado de
responsabilidad tiene el Estado Nacional y sus estratos inferiores respecto al cumplimiento de la
manda contenida en la Ley? La respuesta a la pregunta realizada viene en cierta forma a descubrirse
en el análisis del fallo “ASOCIACIÓN BENGHALENSIS Y OTROS c/ MINISTERIO DE SALUD
Y ACCIÓN SOCIAL” donde diferentes organizaciones encolumnadas en la lucha contra el virus
VIH/SIDA interponen un recurso de amparo ante la falta de medicamentos en Hospitales Públicos.
Situación que tuvo sus idas y vueltas y sigue apareciendo en el país.

1
https://www.clarin.com/opinion/vih-hizo-repensar-sexualidad_0_Hyll5uo0z.html

4
ENFERMEDADES EPIDÉMICAS - VIH / SIDA

Modelos de percepción y representación social de las enfermedades epidémicas.

A partir de la lectura de estudios del campo antropológico hemos recopilado una cronología de las
enfermedades epidémicas. Ellas nos permitieron escudriñar la trayectoria social frente a este tipo de
enfermedades y concluir que todas propiciaron por parte de la sociedad, representaciones del
imaginario social de carácter negativo y estigmatizante con respecto a la enfermedad y especialmente
con respecto a los enfermos, situación a la que el VIH/SIDA claramente no fue la excepción.

Con la aparición en la escena mundial de las enfermedades epidémicas, el sentir social de cada
sociedad vuelve a tomar conciencia de que el ser humano es vulnerable y que la muerte puede entrar
por cualquier rincón del edificio corporal. Ellas reestablecen y actualizan miedos, prejuicios y
estereotipos en la percepción que la sociedad afectada tiene sobre la vida, la enfermedad y la muerte.

Creemos que es partir de la irrupción de este tipo de enfermedades se pone a prueba a todo el
conjunto social. A la vez, podemos vislumbrar a partir de su trayectoria la acción del Estado y de sus
poderes para hacer frente a las distintas problemáticas que rodean la aparición de enfermedades de
gran envergadura y en principio, por supuesto, desconocidas, mal explicadas y tratadas, lo cual
genera consecuencias irreversibles para el conjunto de la población que tiene la mala fortuna de
contagiarse a inicios de las mismas. Todo es incertidumbre, prejuicio, discriminación, aislamiento
del “apestado”, del “tuberculoso”, del “leproso”, del “sidoso”.

Lo común en todas ellas fue el desconocimiento, la marginación, la exclusión y los prejuicios en


contra de los enfermos, que no eran menos agónicos que la misma enfermedad que padecían, porque
en sí, también, se trata de la propia actitud personal sobre la muerte y la vida. También entra a
probarse la solidaridad social y su respuesta frente a la enfermedad y a los enfermos.

Las lecturas de varios estudios indican que las sociedades tienden a la represión de la muerte por eso
se desplaza por completo la experiencia de la muerte hasta marginarla de la vida pública. Casi nadie
gusta hablar de ella y se tiende a alejarla del pensamiento en la vida cotidiana sin que ella deje, sin
embargo, de estar siempre presente entre nosotros. Por lo general, el individuo viviente siente miedo
ante el misterio de la muerte, su cercanía, y se estremece ante su sacralidad y las inquietudes del

5
silencio que provoca la ausencia definitiva y en algunos casos inesperada de quien hacía poco aún
vivía.

La armonía del medio social se desequilibra cuando aparecen repentinamente enfermedades hasta
entonces desconocidas que siembran terror y se llevan consigo a muchos. Como afirma el filósofo
Gadamer, “alguien tiene futuro mientras sabe que no lo tiene. La represión de la muerte es, por
tanto, voluntad de vivir…” Para el autor, “aun en los casos en el que el claro conocimiento de la
proximidad del fin se hace sentir y no permite ya su ocultamiento, la determinación de vivir y el afán
de futuro son tan fuentes en ciertos individuos que ni siquiera les permite decidirse a encarar las
formas legales de su última voluntad…” Otros, por su parte “tratan las disposiciones legales que
fijan su última voluntad casi como una confirmación de la propia experiencia y del estar-todavía-
aquí…”2 Podemos relacionar y entender entonces muchas actitudes acerca de la muerte , la
enfermedad y la indiferencia en los distintos ámbitos donde ellas deben ser tratadas o enfrentadas a
partir de esta simple reflexión que tambien nos interpela a nosotros mismos.

Siempre, frente a las grandes epidemias, se han constituido visiones no solo acerca de la enfermedad
sino también acerca de los sujetos que la padecen. Actitudes de discriminación, rechazo,
marginación, exclusión, son fenómenos que persisten y van de la mano junto con las consecuencias
de la enfermedad.

En otros tiempos, ciertas enfermedades como la lepra eran consideradas castigos divinos. Junto al
desconocimiento del motivo de su aparición se explicaba de manera mágica que la víctima era
culpable de su mal por haber quebrantado las reglas de la divinidad. Era un castigo para el afectado a
causa de sus pecados. Podemos encontrar este tipo de explicaciones en los primeros libros de la
Biblia y el Pentateuco judío. Estar enfermo provenía de afuera de la persona a causa de sus acciones
que iban contra las reglas que la sociedad creaba. Este imaginario creaba las condiciones para aislar
al leproso de la sociedad y excluirlo de por vida a los leprosorios por temor al contagio. El concepto
de castigo sirvió por mucho tiempo para explicar la aparición y difusión de enfermedades.
Particularmente, al enfermo se lo estigmatizaba por la manifestación externa de la enfermedad, se los
calificaba de manera peyorativa y se los rechazaba.

2
Gadamer, Hans – Georg. El estado oculto de la enfermedad Ed Gedisa, 2001. Páginas 81 y 82

6
Podemos apreciar así que con la enfermedad y en especial cada enfermedad, creaban sus respectivos
valores y representaciones sociales que agravan el mal y se distingue a “determinados enfermos” de
otros enfermos. A partir de los síntomas y signos visibles de la enfermedad (llagas, hemorragias,
inflamación, manchas) se estigmatiza al individuo y se lo distingue de otros enfermos que no
presentan igual signo de valoración social por no contar con una enfermedad de marcada carga
simbólica.
Según el filósofo Levinas, es en relación con el prójimo que concebimos nuestra relación con la
muerte, y podemos agregar la enfermedad, y su carácter negativo. Nos explica que “todo lo que
podemos afirmar y pensar sobre la muerte y el morir, con su plazo inevitable nos llega de segunda
mano”.3 Lo sabemos de oídas por el conocimiento empírico de la realidad que nos rodea. Todo lo
que sabemos de estos asuntos procede del lenguaje que las nombra y cataloga, dichos, proverbios,
frases políticas, filosóficas, religiosas, médicas, judiciales.
Nuestra relación con la muerte está conformada y tiene contenido en base a las repercusiones
emocionales e intelectuales del conocimiento de la muerte de los demás y de los discursos sociales
que se tejen al calor del desarrollo de la enfermedad.

"Portamos anteojos, celulares, armas, pero no una enfermedad o un virus. Depende de cómo lo
nombres es cómo te parás. Todo hace a la persona"4, corrige Russo, quien integra la Sociedad
Argentina Interdisciplinaria de SIDA (Saisida).

Es entonces, en esa sutil diferencia, como puede ser una palabra, se visualiza la lucha contra el
estigma y la discriminación social que viven día a día miles de personas con VIH. Es a través del
lenguaje y los discursos sociales que se va explicando a la muerte y es a través del mismo que se
crean las imágenes sociales sobre la enfermedad y los enfermos.

Entonces, a partir del análisis de las relaciones sociales, podemos descubrir y explicar cómo las
sociedades piensan la muerte y la enfermedad y es a través del análisis de esos discursos y
representaciones que podemos encontrar variables comunes a lo largo de los siglos con respecto a la
problemática e intentar desnaturalizar y deconstruir los distintos discursos y actitudes
estigmatizantes, negativos, que aún persisten y se niegan a desaparecer. Todos ellos guardan
determinadas similitudes y es justamente por ello que los podemos comparar y combatir.

3
Levinas, Emmanuel. Dios, la muerte y el tiempo. Ed Catedra, Colección Teorema. 3º ed. Página 19

7
La muerte es una posibilidad siempre abierta “posibilidad que si es cercana vuelve insignificantes
todas las demás posibilidades”. 5 Nos explica Levinas, y creemos que la enfermedad de quien padece
una enfermedad incurable, crónica y terminal pone al sujeto en esa condición de incertidumbre y
desazón que se agrava cuando la sociedad no responde de manera significativa, solidaria y
comprensiva.

La enfermedad es una llamada a la medicación y es también en muchos casos una llamada a la


separación social. La muerte es una separación irremediable, la muerte es crisis, escándalo,
descomposición, una “no respuesta”, el fin que casi todos quieren evitar incluso de pensar.

El Sífilis, enfermedad con gran carga simbólica, causó conmoción a finales del siglo XV. El enfermo
era señalado, estigmatizado y rechazado básicamente porque se trataba de una enfermedad
relacionada con la sexualidad, es decir, un tema tabú cargado de connotaciones religiosas y morales.
Se la llegó incluso a calificar como una “enfermedad vergonzosa” y al estar relacionada con la
sexualidad propició la aparición de múltiples prejuicios de moralidad sexual. Los enfermos llevaban
etiquetas que los señalaban como “degenerados”, “promiscuos” y que hacían un mal uso de su
sexualidad, fuera de lo que las reglas sociales toleraban en aquella época. Generalmente se pensaba
que eran quienes concurrían asiduamente a los prostíbulos. Idea que llevó al Estado a mayores
controles entre las prostitutas y sus clientes. Es decir, los discursos sociales sobre la enfermedad
guiaban la acción de los Estados.

Por supuesto que la enfermedad también tenía sus signos visibles difíciles de ocultar lo que
acrecentaba aún más el sufrimiento frente a los discursos y prácticas de rechazo. El individuo era así
excluido social, física y espiritualmente.

El cólera apareció en el siglo XVIII y también contó con su representación social. Se la asoció a la
pobreza, a la marginalidad, a la suciedad y a la falta de higiene que rodeaba a dichos contextos.

A finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX aparece la tuberculosis o también llamada “peste
blanca” y se descubre el bacilo de Koch, cuya característica principal era la palidez de la piel, la
delgadez y el esputo sanguinolento. Fue asumida como un problema público. Constituyó también un

4
https://www.lanacion.com.ar/2055086-vivir-con-vih-piden-ampliar-el-alcance-de-la-ley-actual-para-sumar-mas-derechos
5
Levinas página 61

8
caso paradigmático a fin para explicar los discursos médicos y percepciones sociales de la época que
cruzaban a las sociedades acerca de la tuberculosis y de la enfermedad en el imaginario social.

Se puso en evidencia y se movilizaron distintos posicionamientos no siempre favorables para atender


a los enfermos tuberculosos. Con respecto a la tuberculosis, existieron miradas ligadas el excesivo
miedo al contagio de la enfermedad que se denominaba “tisofobia” o “tuberculofobia” entendida
como el excesivo, -aversión- e incluso obsesivo miedo a la enfermedad, imagenes alentadas por el
sanitarismo profiláctico de la época y el sistema médico hegemónico de aquellos tiempos.6
Se estimuló, por parte del Estado, la desinfección y modificación de los estilos de vida invadiendo
incluso la privacidad de los sujetos afectados. También se alentó el recurso de la separación de los
enfermos de los sanos. Sobresalía en la época la idea de contagio. Si bien algunos sectores dudaban
de la extrema contagiosidad de la enfermedad, ganaron terreno las teorías contagionistas que
responsabilizaba al enfermo por su enfermedad. Curiosamente se ideó hasta un “código
antituberculoso”7. Incluso, a través del teatro y la literatura se construyeron imágenes y asociaciones
de gran peso social en relación a la sociedad. Ejemplo, la obra de teatro “Los derechos de la Salud
del Uruguayo Florencio Sánchez, popular en esos tiempos.

El enfermo “tuberculoso” era un peligro social que debía ser desterrado, si es posible, de manera
voluntaria. El rol del Estado y la beneficencia fue determinante para tratar de paliar el problema,
espacialmente en cuanto a la conformación de establecimientos para aislar a los enfermos y
brindarles asistencia llamados eufemísticamente “centros de infección”. La tuberculosis era vista
como “la enfermedad de la miseria, de la muerte y el contagio” lo cual significaba estigmatizar a las
clases pobres y catalogarlos como peligrosos. En consecuencia, “hospitalizarse significaba obtener
publico estigma de repudio social” Se llegó a obligar negar albergue en casas de pensión a los
8
enfermos por el gran temor al contagio . Volviéndose así a las prácticas de aislamiento llevadas a
cabo en la edad media.

6
Carbonetti, Adrián, Rodríguez, María Laura. Aizenberg, Lila. Tuberculosis y tisofobia en Argentina: discursos y conflictos en la construcción del
sanatorio de Ascochinga, 1925
Disponible en: http://ri.conicet.gov.ar/bitstream/handle/11336/13243/CONICET_Digital_Nro.12529.pdf?sequence=1&isAllowed=y
7
Ídem Nota 5
8
Carbonetti, Adrián, Rodríguez, María Laura. Aizenberg, Lila. Tuberculosis y tisofobia en Argentina: discursos y conflictos en la construcción del
sanatorio de Ascochinga, 1925, página 14

9
No es ocioso pensar en relacionar el tratamiento de esta terrible enfermedad y las anteriores, con
respecto a la que trataremos en el siguiente apartado y sacar casi las mismas conclusiones que
veníamos desarrollando.

Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA)


Definición, historia y representación social de la enfermedad.

Los inicios de la aparición y descubrimiento de la enfermedad se establecen a principios de los años


ochenta en las ciudades de California y New York. Allí se diagnostican los primeros casos de
inmunodeficiencia relativa a los gays, es decir, apareció como una enfermedad propia de
homosexuales. Si bien se han podido determinar las vías de contagio, aún permanece la incógnita y
el misterio respecto de su origen.

El SIDA, o Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida es una enfermedad que aparece luego del
contagio del virus del HIV, es decir, luego de que los portadores se contagian el virus que es cuando
aparecen las enfermedades llamadas “oportunistas” entre las que se encuentran la tuberculosis, el
Sarcoma de Kaposi, linfadenopatías, hepatitis C, neumonía, entre otras. Solo a partir de allí, se puede
hablar propiamente dicho, de la enfermedad del SIDA. Es el último estadio de la enfermedad,
producida por el VIH, virus de inmunodeficiencia humana. Quien lo ha contraído es el llamado
portador o seropositivo (se cursa de manera asintomática). Este último no está enfermo, pero tanto
portadores como enfermos utilizan la idea de estar enfermos siendo portadores asintomáticos.

El mayor temor de los portadores es llegar a la fase del SIDA que significa la aparición de las
enfermedades “oportunistas” debido a que el sistema inmunológico está deprimido, deteriorándose
cada vez más el organismo y haciéndolo vulnerable a las enfermedades. Dicho temor se expresa
como miedo al sufrimiento, al dolor, a la muerte, un combo que condena a quienes padecen SIDA a
una vida de incertidumbre y desolación. Se sufre no solo por las consecuencias de la enfermedad
sino también y aun peor…” a la muerte social que precede a la física…”9

El enfermo cuenta con la certeza del cambio en su vida que debe experimentar a partir del momento
en que se le diagnostica, tiene certeza de la proximidad de la muerte y sumado a la marginación
social se entiende que su vida se torne invivible cuando está viviendo en un medio social hostil, o

9
Frase del actor Tom Hank en la película Philadelphia de 1993. Una de las primeras en basar el guion sobre el HIV/SIDA

10
más bien sobreviviendo, parado en la incertidumbre, antes un Estado y una sociedad que no sabe
muy bien que hacer y que no responde bien ante sus necesidades, en cuanto al tratamiento,
medicación, afecto y aceptación.

Las enfermedades epidémicas son siempre un terrible fenómeno social, son como fantasmas o
monstruos gigantes, una catástrofe que ponen en jaque al conjunto de las poblaciones y crean los
contextos de mayor incertidumbre, inseguridad y perplejidad. Son el Goliat de las ciencias médicas
que deben combatir muchas veces con tan solo un par de piedras.

Entender particularmente el tratamiento del SIDA implica no solo analizarlo a partir del sistema
político y jurídico, es decir, las distintas acciones llevadas a cabo por el Estado, sino también analizar
el sistema médico, el educativo, el social y cultural, en plan de entender todo el escenario desde una
panorámica más amplia y abarcativa de la realidad.

Es importante ver la dinámica y el rol de los operadores jurídicos, pero también las acciones y
presiones de la sociedad y de las distintas Asociaciones para que las políticas públicas no sean solo
programáticas sino también eficaces, prácticas y ejecutables.

Se hace inevitable realizar un pantallazo general de las distintas variables que se ponen en juego y es
a partir de un análisis sistémico, entendiendo al sistema jurídico dentro del sistema social que lo
abarca, que se puede lograr una reflexión más acabada y clarificadora de la enfermedad.

La enfermedad del VIH/SIDA, ha sido caracterizada como biosociocultural, lo cual hace necesario
tanto el análisis de variables provenientes del ámbito médico y biológicos como también un estudio
de las variables sociales, culturales, económicas, políticas y judiciales que den cuenta más acabada
de uno se los fenómenos que mayor conmoción e incertidumbre han causado en la población
mundial a partir de su descubrimiento. De manera que las mencionadas variables permiten que se
estudie al individuo afectado no solo como mecanismo biológico sino como un sujeto social cuya
conducta se encuentra en interferencia intersubjetiva con el conjunto de la sociedad.

La idea en este apartado es plantear de una manera crítica, las acciones y conductas en torno al
desarrollo de la enfermedad y las distintas reacciones sociales frente a la misma pero principalmente
el rol del Estado en cuanto a políticas que deben tener como finalidad lograr que los individuos

11
afectados tengan una vida digna aun frente a las adversidades y conflictos que siempre traen
aparejadas enfermedades graves de características fuertemente estigmatizantes con lo es el SIDA.

Se hace necesario reconstruir los discursos y analizar las distintas interpretaciones que se hicieron de
la enfermedad desde distintos épocas y ámbitos sociales donde se fue tratando. Aquellos discursos
sociales que se han construido para designarla, explicarla y justificarla que en muchos casos
contribuyeron a sumar mayor sufrimiento al dolor causado por la existencia de la enfermedad en los
sujetos.

Conceptos tales como “transmisión”, “contagio”, “infección”, que remiten a la capacidad de afectar a
otros, si bien en muchos casos parecen inocentes, en otros ámbitos aparecen cargados de ignorancia
y de simbolismos que remiten a la discriminación, la marginalidad y la exclusión social de los
enfermos.

El SIDA desnuda y saca a relucir cuestiones tales como la discriminación por razones de orientación
sexual, o sobre los modos de contagio del HIV. Pero también propició la solidaridad de parte de
varios sectores de la población y políticas positivas de parte de los gobiernos. No todo es negativo en
cuanto a respuestas de la sociedad, pero en otros ámbitos aún quedan cosas por hacer. También hay
que tener en cuenta que el SIDA es una enfermedad que se mantiene en el ámbito de la privacidad
del enfermo, es de las enfermedades más singularizantes que existen. El paciente recibe
personalmente el resultado de sus estudios de manera confidencial, lo que significa, según Sevilla
González,” un gran impacto a nivel de la identidad y le corresponde a la persona asimilarlo o no, al
tratarse de una enfermedad que inexorablemente terminará con la muerte, el afectado es quien
directamente debe decidir cómo seguir viviendo e incluso como morir; puesto que la sexualidad
forma parte de los mecanismos de contagio y de reinfección, le toca al afectado resolver si ejerce su
sexualidad y cómo hacerlo” 10

Sevilla Gonzales afirma, al comparar el SIDA con otras enfermedades epidémicas que se dieron a lo
largo de la historia, que nunca antes se había hecho una campaña de concientización a la población
con respecto a los derechos del afectado a ser respetado, a vivir una vida digna sin tener que

10
Sevilla Gonzales, María de la Luz Discriminación, discurso y SIDA Cuicuilco vol.17 no.49 Mexico,2010

12
experimentar el rechazo, de ser atendido cuando sea necesario, recibir medicamentos y tratamiento,
entre otros.

Problemática. Estigmatización, discriminación e indiferencia contra los enfermos de SIDA


Problemática que aún está vigente.

Las organizaciones internacionales como la Organización Mundial de la Salud (ONU), La


Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Comunidad Económica Europea (CEE) la UNESCO
y la Organización Mundial del Trabajo (OIT) han creado una Declaración Universal de los derechos
de las personas con VIH/SIDA para tratar de contrarrestar los efectos negativos del rechazo, los
abusos y la constante violación de los derechos de las personas afectadas por el VIH.

Los afectados son rechazados por la familia, los amigos y la gente que los rodea. Así también ocurre
en los centros administrativos y en ámbitos sanitarios y hospitalarios. Frente a esto, la
responsabilidad del Estado y de las sociedades en general es innegable.

Desde sus inicios, al haberse catalogado al SIDA como “la peste rosa” o “Cáncer Gay” se hacía
alusión a que la misma tenía como principales víctimas a los homosexuales, que era una enfermedad
que les “pertenecía a ellos en forma exclusiva y que el resto de la población estaba inmune al mal”.
Relacionada con la sexualidad, pronto propició la creación de prejuicios y la marginación de los
afectados, limitándose así el primer “grupo de riesgo” de manera espacial. El repetido fantasma de la
discriminación y la exclusión vuelve a aparecer. Luego se amplió el espectro hacia los
heroinómanos, los haitianos y los hemofílicos que conformaron así los grupos 4H pero siempre
teniendo en cuenta a grupos estigmatizados socialmente por distintos motivos.
Según los informes y las noticias de los medios la enfermedad parecía enfocarse exclusivamente en
los grupos de riesgo, lo cual propició la discriminación hacia los grupos, actitud que aún persiste en
el imaginario social y es muy difícil de erradicar sin campañas eficaces de concientización e
información.

Según un nuevo informe presentado en julio de 2018 por la Organización Internacional del Trabajo y
la Red mundial de personas que viven con el VIH “las personas con VIH enfrentan discriminación

13
cuando buscan empleo, cuando quieren mantener su trabajo o cuando quieren subir la escalera
laboral. La situación se agrava cuando son mujeres.” Entonces,” Las mujeres que viven con el VIH
tienen menos probabilidades de estar empleadas que los hombres en la misma situación, debido a
las responsabilidades de cuidado no remuneradas. Asi también se explica que: “en todos los países,
el desempleo de las personas transexuales que viven con el VIH permanece alto. La falta de un
ingreso independiente entre las mujeres también es alta, lo cual significa que las mujeres que viven
con el VIH no tienen autonomía económica en la misma medida que sus homólogos masculinos.” 11

Al seguir expandiéndose la epidemia, y ya que había personas que nada tenían que ver con esos
grupos delimitados y catalogados como peligrosos o riesgosos, del concepto de “grupos de riesgo” se
pasó al de concepto de “prácticas de riesgo”. Lo que nos indica también que se extendió el radio de
sectores y sujetos que son discriminados por padecer SIDA. La enfermedad pasaba a ser problema
grave ya no solo de ciertos grupos sociales sino de todo el conjunto social, incluso a nivel mundial.

Con respecto a la discriminación y sus tipos en torno a la enfermedad, vemos que hoy abarca no solo
la del tipo sexual o racial, sino también laboral, de género, profesional, religiosa, familiar,
profesional, por edad y otras que puedan aparecer.

El informe hecho a partir de entrevistas a personas seropositivas por parte de la OIT afirma que “Los
jóvenes que viven con el VIH registran una tasa de desempleo mucho más alta que los adultos.”
Ósea que al problema de la falta de experiencia de este sector de la población se le suma la
discriminación por la enfermedad. Según Sevilla González, la información sobre las formas de
contagio no es suficiente porque los sujetos discriminan y excluyen por temor y prejuicios que no
pueden resolver de manera efectiva con respecto a los enfermos.

En resumen, el SIDA desnudo y sacó a luz la falta de solidaridad social y cuestiones tan relevantes
como la discriminación por razones de orientación sexual entre otras y por desconocimiento sobre
los modos de contagio. De allí la necesidad de que las políticas públicas sigan desarrollando
campañas de información, concientización, apoyo a los enfermos y a la población mal informada
para poder dar soluciones justas y eficaces a la medida de una sociedad plural y democrática.
Podemos advertir fácilmente que convivir en sociedad para los portadores y enfermos es un contexto
tan adverso como el descrito es una tarea titánica que genera en ellos sentimientos de inseguridad,

11
Noticias ONU https://news.un.org/es/story/2018/07/1438582

14
frustración e injusticia. Ante tal panorama es tarea del Estado promover mayores campañas de
información en todos los sectores de la sociedad y condiciones para que los derechos
constitucionales del individuo portador del virus de HIV/ SIDA sean reales y efectivos y no meras
palabras y papelerío.

Muchas veces el enfermo se encuentra con una burocracia ineficaz, despreocupada e insensible con
el padecer del administrado. Prácticamente se ignora que detrás de los números y estadísticas hay
una persona que sufre por la enfermedad y por la falta de solidaridad social. Son muchas son las
actitudes, conductas y proyecciones sociales incluso en el mismo Estado que se deben intentar
corregir a nivel político, social y cultural. En principio, son necesarios cambios constantes en las
conductas de los agentes y funcionarios estatales, empezando por las administraciones públicas, es
decir, empezando por “ casa”, como se dice vulgarmente, se nota la falta del acercamiento al
ciudadano enfermo, en muchos contestos públicos prevalece la falta de cercanía y atención del
ciudadano enfermo, el destrato, la falta de cumplimiento en la atención en plazos razonables,
prácticas de discriminación por parte de las administraciones, falta de pronta respuesta a los
reclamos, denegación de información pertinente y demoras innecesarias es común y frecuente
encontrar. No es difícil deducir a simple vista que los individuos enfermos y desvalidos terminan
siendo víctimas del burocratismo, los formalismos, formulismos vacíos y extrema legalidad, lo que
los obliga a buscar soluciones paralelas para conseguir sus fines y pocas veces alcanzarlos a tiempo.
En la misma sintonía podemos decir que el ordenamiento jurídico es ineficaz y vacío cuando no gira
en torno de la persona humana y de sus derechos fundamentales que son el fundamento del orden
político y jurídico de la comunidad.

Desde el inicio de la enfermedad, era entendible que las secretarías de salud no estaban preparadas
para enfrentar el problema, tuvieron que organizarse ONG (organizaciones no gubernamentales) para
apoyar y brindar atención e información a los afectados. De manera altruista se intentaba procurar la
mejora de las condiciones del medio que rodea a las personas enfermas para permitirles incorporarse
al ritmo natural de la vida. A medida que se fue considerando como un problema mayor y los
distintos sectores que actuaban en el ambito privado ejercieron y reclamaron mayor compromiso del
Estado, pero como podemos comprobar fácilmente en nuestro país, si bien hubo respuestas, casi
siempre fueron insatisfactorias o más bien insuficientes. Los enfermos siguen siendo considerado
una estadística más, un número entre otros tantos que esconden realidades lamentables.

15
A nivel médico- científico el estado de situación a lo largo de los años con respeto y frente a la
enfermedad fue variando. Hoy, los avances de la medicina y otras disciplinas afines permiten la
mejora en la calidad de vida, el prolongamiento de la misma o el mantenimiento de funciones vitales
hasta límites insospechados hasta hace unos pocos años.

Muchos Estados han tomado conciencia hace tiempo y han contribuido disponiendo recursos y
financiando proyectos de investigación para combatir la enfermedad y lograr poco a poco revertir la
situación trágica de los enfermos. Con respecto al tratamiento médico se han logrado significativos
avances lo cual tiene como consecuencia inmediata que cada vez sean más numerosas las personas
con enfermedades crónicas, degenerativas e irreversibles que llegan incluso a situaciones terminales,
es decir, caracterizada por la incurabilidad de la enfermedad causal, un pronóstico de vida limitado y
un intenso sufrimiento familiar y personal que pueden alcanzar un estilo de vida más digno gracias a
la ayuda del Estado. Los costos cada vez más altos en torno a la salud exigen en forma preventiva
que el cuidado de la misma se extienda y se viva nuevamente como un deber general de la propia
población. Pero en todos lados el rol del Estado es primordial, sobre todo en los países mas
vulnerables y de allí la importancia de cuestionar las practicas estatales que se repiten. Una de ellas
la hemos mencionado más arriba. El Estado argentino y sus representantes, al haberse negado a
actualizar la ley DEL SIDA?? también propicio la petrificación de la legislación en cuanto y un
retraso muy marcado que no acompaña a los diferentes sectores sociales y estudios
interdisciplinarios que recomiendan un cambio de ley urgente. Una vez más se comprueba que el
campo social, el cultural y en este caso la enfermedad y el conocimiento sobre ella van siempre por
delante del campo jurídico y político cuestión no menor cuando lo que está en juego en este caso es
la vida de las personas que padecen la enfermedad.

16
EL SIDA EN ARGENTINA. MARCO JURIDICO

En la República Argentina, los primeros casos registrados de VIH/SIDA datan de 1982 y la gran
mayoría se concentraron en los hospitales de la Ciudad de Buenos Aires. Al igual que en la gran
mayoría de los países, los médicos infectólogos que se empezaron a enfrentar con la enfermedad no
contaban con el conocimiento total de la patología, sumado a ello se anexaba una situación
económica adversa en general, los insumos eran insuficientes y los primeros tratamientos disponibles
tenían un costo muy elevado. El personal médico era también insuficiente y las condiciones
hospitalarias paupérrimas. Todo iba a la par con el modelo económico y político que gobernaba por
aquellos años, lo que en general iba a la par con un vaciamiento del sector público de la salud, de la
educación y un alto porcentaje de pobreza.

Las tasas de muerte por SIDA se elevaron precipitadamente para principio de la década del 90. A
esto se sumaba un contexto de estigma y discriminación hacia quienes tenían el virus. Los pacientes
se encontraban con una realidad deficitaria, desfavorable y sin respuesta desde el Estado. Ante este
escenario tan desolador el Congreso sancionó la Ley Nacional de Sida 23.798 en 1990, reglamentada
con el Decreto 1244/914.

Cabe destacar que la Ley ha sido pionera en la promoción y protección de los derechos humanos de
las personas infectadas y de alcanzar los objetivos de salud pública consistentes en reducir la
vulnerabilidad a la infección por el VIH y dotar de medios a las personas para responder ante dicha
epidemia. En su art 1 la ley prescribe “Declárase de interés nacional a la lucha contra el Síndrome
de Inmunodeficiencia Adquirida, entendiéndose por tal a la detección e investigación de sus
agentes causales, el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad, su prevención, asistencia y
rehabilitación, incluyendo la de sus patologías derivadas, como así también las medidas tendientes
a evitar su propagación, en primer lugar la educación de la población” lo que en definitiva fue el
comienzo de acciones públicas para comenzar a tratar mediante una política nacional , una asistencia
integral al VIH/ SIDA y las patologías derivadas de ella.

Se logró también, a partir de la ley, incorporar con claridad los conceptos relacionados a la
enfermedad, las campañas de prevención necesaria resaltaban el indiscutido deber del Estado en
brindar educación preventiva a la población, ayuda a los ciudadanos enfermos y presupuesto para
llevar a cabo tales acciones mediante una política de salud desarrollada y a la par de los

17
conocimientos acerca de la enfermedad. Parecía que en aquellos años se empezaba a tomar
conciencia dentro del campo político y legislativo de la gravedad de la situación de un gran sector de
la población infectada y otro gran sector en estado de vulnerabilidad.

Los principios rectores de la mencionada Ley son básicamente la dignidad humana, la lucha contra la
estigmatización y discriminación de los enfermos, la confidencialidad y el derecho a la privacidad de
los pacientes consagrado en el artículo 2° de Ley. Este artículo es completado por el decreto
reglamentario que establece que, para la aplicación de estas disposiciones, se deben tener en cuenta
normas vigentes al momento de sancionarse dicha reglamentación tales como la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, el Pacto de San José de Costa Rica, aprobada por Ley Nº
23.054, y la Ley Antidiscriminatoria, Nº 23.59234. Es decir, se imponía una interpretación
sistemática de la ley con otras leyes afines afín de que se logren los objetivos de cumplir con los
derechos y ayudar a los enfermos a alcanzar una mejor calidad de vida libre de prejuicios,
discriminación y rechazo. La tarea de concientizar a la población en general era fundamental, no solo
para evitar el contagio, sino también para desarmar prejuicios, estereotipos y dar herramientas a las
personas para reclamar, es decir, que se cumplan todos sus derechos de manera efectiva. El respeto a
la dignidad humana y no discriminación indica que el contenido de esta ley deberá ser interpretado
teniendo presente que no se puede afectar la dignidad humana mediante conductas de marginación,
estigmatización, degradación o humillación

Estos preceptos se refuerzan y armonizan con la Ley Antidiscriminación 23.592 que prohíbe
expresamente cualquier forma de discriminación, quedando de este modo incluida cualquier práctica
de exclusión arbitraria para personas viviendo con VIH/SIDA

Es importante tener en cuenta que la ley y su decreto reglamentario es previo a la reforma


constitucional de 1994 que, como ya se analizara, incorporó al texto constitucional los tratados
internacionales de derechos humanos en el art. 75 inc. 22 suscriptos por la República Argentina que
hoy cuentan con jerarquía constitucional y son superiores a las leyes internas.

La ley 23.798 fue en su momento un avance importante para el país en su lucha contra la
enfermedad, podemos mencionar algunos de ellos, por ejemplo, el de la accesibilidad, que se
desprende del artículo 1º de la ley, cuando declara de interés nacional la lucha contra el VIH y sida.
Lo cual implica que toda persona tiene derecho a la atención de su salud. Siendo el acceso gratuito,
voluntario y confidencial al diagnóstico, al tratamiento antirretroviral y a la asistencia integral de la

18
salud, tanto física como psicológica. A su vez, las leyes 24.455 y 24.745 obligan a las obras sociales
y a las empresas de medicina prepaga, respectivamente, a garantizar la cobertura de los
tratamientos médicos correspondiente para el paciente con VIH/SIDA.

Con respecto a la información se la interpreta como una regla ética que los equipos de salud deben
cumplir y que se recepta en el derecho que tiene persona a conocer todo lo referido a su estado de
salud lo que incluye, información sobre el diagnóstico, los riesgos y beneficios del tratamiento y las
alternativas terapéuticas La información está conceptualizada en la figura del consentimiento
informado, siendo un procedimiento que se desarrolla durante toda la relación médico-paciente,
basado en el diálogo y el respeto mutuo. Por el cual el médico brinda la información al paciente
sobre su diagnóstico, los riesgos y beneficios que puede tener y qué tratamiento o alternativas
terapéuticas existen. El consentimiento es una decisión libre que da el paciente y supone su
comprensión sobre su situación de salud. Este proceso se realiza con una autorización escrita en los
casos que lo exige la ley. En el caso de testeo de VIH, la persona debe firmar dicha autorización
antes de la extracción de sangre y se establece la obligación del asesoramiento dispuesta en el
artículo 6 de la Ley Nacional de Sida. El consentimiento se debe dar en el marco de la consejería
previa a la prueba de VIH, es decir, la persona debe recibir la información necesaria en el momento
adecuado, para tener una conducta saludable y poder decidir con libertad. Sin embargo, el
consentimiento informado tiene las siguientes excepciones:
 Pacientes en situaciones de urgencia donde el tiempo que demandaría darle la
información y obtener su consentimiento informado le provocaría un daño grave;
 Pacientes graves en estado de inconsciencia donde no hay familiares ni allegados para
representarlos;
 Pacientes que para realizarse una operación han dado su consentimiento pero que en la
intervención los médicos se dan cuenta de que es necesario realizar una cirugía diferente
a la prevista, la cual fue consentida.

La confidencialidad es un principio claves para evitar toda practica de discriminación y


estigmatización de los pacientes. Es el marco de protección que brinda la ley podemos encontrar tal
principio en los artículos2° y 6° del decreto reglamentario, que abarca al criterio del principio de la
bioética de la confidencialidad, en concordancia con la Ley de Derechos del Paciente, Ley 26.529.
Asimismo, la confidencialidad no solo se remite a los servicios de salud, sino también a todos los
ámbitos de la vida privada de la persona. La persona que tiene VIH tiene derecho a no revelar su

19
diagnóstico, lo cual incluye el área laboral pero en el caso que desee comunicarlo a su empleador,
debe hacerlo mediante telegrama laboral, poniéndolo en conocimiento de la protección legal de dicho
secreto, y su susceptibilidad a la reclamación de daños y perjuicios en casos de discriminación
laboral. Sin embargo, el Decreto 1244/914, en el inciso c) del artículo 2 regula las excepciones al
deber de confidencialidad. Siendo que la información podrá ser brindada:
 A la propia persona o su representante.
 A otro profesional médico por cuestiones de tratamiento.
 A los jueces: mediante resolución fundada que lo establezca (en causas criminales o
de familia).
 Al Sistema Nacional de Sangre.
 Al director de la institución cuando resulte necesario para su asistencia.
 A los padres sustitutos, guardadores o futuros adoptantes.
 Bajo responsabilidad del médico a quien o quienes deban tener esa información para
evitar mal mayor.

En cuanto a la prevención la ley la regula en los artículos 3 y 4 y ordena que a través de los
programas jurisdiccionales se lleve adelante el cumplimiento de la misma, para lo cual dichas
autoridades deben desarrollar programas de prevención y educación, además de coordinar con la
Dirección de Sida y ETS el acceso al diagnóstico y tratamiento. En la Argentina, la Dirección de
Sida y ETS del Ministerio de Salud de la Nación define y coordina las políticas de prevención y
atención del VIH y el sida y otras infecciones de transmisión sexual en el ámbito nacional. Coordina
y articula sus acciones con los programas provinciales, jurisdiccionales y municipales, actores de la
sociedad civil, organismos internacionales y otras áreas del Estado Nacional. El acceso a los
servicios y el fortalecimiento de la ciudadanía son los principios que orientan sus líneas estratégicas:
brindar atención integral de las personas con VIH y sida, promover el uso del preservativo y el test
con asesoramiento; como también reducir la discriminación en el sistema de salud y en la sociedad
en su conjunto. Hoy, sin embargo, citando al ex director de la Fundación Huésped, y referente
internacional sobre la enfermedad parecería que la política de prevención no esta funcionando de
manera acertada, en una entrevista reciente el director afirmo : “La situación en el país es paradójica,
porque si bien contamos con un programa que siempre ha provisto de modo gratuito el diagnóstico y
la medicación para enfermos con HIV, el 30 por ciento de los pacientes que llega a los centros de
salud lo hace cuando la enfermedad está avanzada y sus niveles de defensas están muy bajos”. Para
el ex director de la fundación el sistema de salud ignora las ventajas de la planificación, tornándose
ineficiente al aumentar el gasto presupuestario más que el necesario, ya que se brinda dicho

20
tratamiento a enfermos en estado crítico cuando la atención podría haberse anticipado mediante el
fortalecimiento de las estrategias de prevención, testeo y consulta.

Para el año 1994, cuando se reforma la Constitución Nacional, se incorpora expresamente el derecho
a la salud en el artículo 42, como parte de los nuevos derechos y garantías. A su vez, se otorga
jerarquía constitucional a trece tratados internacionales sobre derechos humanos que se enumeran en
el artículo 75 inciso 22. Con ello se amplía el espectro de derechos con fuerza constitucional y en
virtud de lo mencionado, ciertos derechos, como el derecho a la salud, adquirieron carácter de
fundamentales para mejorar la calidad de vida de las personas.

Si bien la ley, como hemos mencionado, ha sido un puntapié inicial para abordar la política nacional
en VIH al incorporar en su texto nociones de derechos humanos y haciendo referencia al tema en
forma específica, también es cierto que, contiene defectos en la materia y necesita con urgencia ser
actualizada.

Un anteproyecto que se quedó en proyecto

El presente es un tema que dista de ser simple, pero que como la mayoría de los temas en lo que
concierne al Derecho de la Salud, el Estado Nacional ha querido saldar su deuda tan solo con la
sanción de la ley que analizamos más arriba, pero es más que claro que tomando en consideración el
conjunto de variables que veníamos analizando se necesita mucho más que eso. Es más, la ley fue
pensada con un criterio biomédico que sirvió en su momento para organizar una respuesta a nivel
nacional pero hoy es claro que los avances científicos, el mayor conocimiento de la enfermedad, la
dinámica social, las necesidades de los enfermos y las presiones sociales hacen necesario una
actualización urgente de la ley porque la vigente resulta sumamente insuficiente. Entrevistada por el
diario la Nación, Romina Carvallo, abogada de la Fundación Huesped explica: "La actual ley fue
dictada en el año 90. En ese momento sirvió mucho y la principal conquista fue el acceso universal
al tratamiento. Hoy ya pasaron 27 años y hay cuestiones que es necesario incorporar" 12

En la misma línea que venimos explicando en párrafos anteriores, en una entrevista al diario Clarín,
en Diciembre de 2017 Sergio Maulen, director de Sida y ETS del Ministerio de Salud de la Nación
afirmaba “estos datos- se refiere a las estadísticas cada vez mayor de gente con la enfermedad- nos

12
https://www.lanacion.com.ar/2055086-vivir-con-vih-piden-ampliar-el-alcance-de-la-ley-actual-para-sumar-mas-derechos

21
confirman que no sólo tenemos que tener una posición dinámica en lo que respecta a las políticas de
acceso al diagnóstico y a la prevención sino también estar atentos a los cambios que una epidemia
como el VIH tiene en las poblaciones modernas. Vemos cómo nuevamente los varones,
especialmente los más jóvenes, gays y bisexuales siguen liderando los casos de infección y cómo las
mujeres por encima de los 40 están empezando a tener una relevancia que no habían tenido hasta
ahora en la historia de la epidemia”13

Recientemente, y tambien en el año 2017, volvió a foja cero un proyecto que intento modificar y
ampliar los alcances de la ley. Se planteaba que la misma debía incluir protección a las personas que
nacieron con el HIV/ SIDA con una perspectiva integral que exigiera que se entienda que el
tratamiento de la enfermedad no se reduce a tomar la medicación.

Según Lorena Di Giano, directora ejecutiva de la Fundación Grupo Efecto Positivo (GEP)
organización que trabaja para mejorar la calidad de las personas que viven con HIV/SIDA el projecto
de ley era “ producto de un proceso histórico de dos años de construcción plural y aportes liderados
por los distintos colectivos de personas con HIV , redes nacionales y organizaciones que trabajaban
en la temática para que la ley tenga un enfoque integral y perspectiva de derechos humanos .La
sociedad científica, la academia , ONUSIDA, la Organización Panamericana de la Salud y la
dirección nacional de Sida del Ministerio de Salud”14, ósea que un gran grupo de gente, entre ellos
enfermos, reunidos en distintas organizaciones, habían sido parte de la elaboración del projecto que
se dejó de lado como una forma más de dar la espalda y desoír los reclamos de la ciudadanía por
parte de los diputados y sanadores . No era un projecto improvisado, se había puesto esfuerzo y
trabajo constante para modificar la ley y hacerla más amplia y más efectiva, para adaptarla a las
necesidades actuales de los enfermos, un sector que abarca a niños, mujeres, adolecentes, adultos y
que sigue siendo una amenaza social para el conjunto de la sociedad

La ley 23.798, que resultó de avanzada en sus primeros años, hoy ya sabemos que está
desactualizada por varias razones, las principales: una falta de perspectiva de prevención y
diagnóstico, la inclusión de niños y jóvenes que nacieron con el virus y hoy son adultos, todo en base
a una mirada más amplia que ponga una mayor focalización en derechos humanos.

13
https://www.clarin.com/sociedad/vih-argentina-crecen-diagnosticos-mujeres-mayores-45-hombres-jovenes_0_rJ8IT20lf.html
14
http://www.telam.com.ar/notas/201706/193634-nueva-ley-vih-argentina-sida-di-giano.html

22
A fines del año 2016, se produjo una demora administrativa que propicio que después de mucho
tiempo se hablara de faltantes antirretrovirales. La ley sufrió su primer cajoneo. Tras haber llegado el
dictamen en la comisión de Salud de la Cámara de Diputados de la Nación, el proyecto debía haberse
aprobado en las comisiones de Legislación General y Presupuesto y Hacienda. Antes de fin del año
legislativo el proyecto cayó, y deberá volver a ser presentado y atravesar todas las instancias desde
cero.

Si bien algunos puntos del anteproyecto ya estaban distribuidos en atajos, resoluciones y


jurisprudencia se intentaba unirlos en un solo cuerpo normativo con el fin de evitar objeciones o
trabas burocráticas cuestiones que vulneran el derecho a la vida comprendido en el art 75 inc. 22 de
la CN. Significaba también una ampliación en derechos sociales en lo referente al acceso a la salud e
imponía la obligación de políticas públicas activas en la materia. Se buscaba que los tratamientos
para combatir al SIDA y a las enfermedades “oportunistas” sean sustentables y acordes con la
defensa de la soberanía sanitaria para que la misma sea considerada una política firme de Estado.

Se prohibía expresamente la discriminación en el ámbito laboral y la divulgación de datos que


permitan identificar a las personas portadoras del virus, es decir, respetando el principio de
confidencialidad que ya estaba establecido por la ley de derechos del paciente de la ley 26.529

El proyecto prohibía la obligatoriedad de una orden firmada por un médico para realizar o procesar
las pruebas para detección. Otro de los puntos para la prevención, el tratamiento y la asistencia hacia
mención el garantizar la disponibilidad y acceso a insumos tales como preservativos, medicamentos,
vacunas, reactivos. También se incluía a las personas privadas de la libertad y se ordenaba el respeto
a la diversidad cultural.

Una propuesta novedosa era la creación de la “Comisión Nacional de vih, hepatitis virales y ets”, la
cual estaría integrada por representantes de las agencias estatales y organizaciones de personas
viviendo o trabajando con HIV, en conjunto con la comunidad científica.

Lamentablemente el proyecto de actualización de la ley no logro avanzar en el Congreso,


conservando la ley las falencias estructurales. Quizá el projecto resultó demasiado ambicioso a los
ojos del gobierno de turno debido al panorama de ajustes presupuestarios que impulsa, lo triste no es
solo que el anteproyecto se quedó en el camino, lo verdaderamente lamentable es que la indiferencia,
la falta de respuestas y la ineficacia política se llevan por delante y violan sistemáticamente los

23
derechos más importantes de los seres humanos, el Derecho a la Vida y a la Salud. Se niega y se
evita nuevamente tratar el tema, se pierde de vista otra vez que más que nadie, para los enfermos de
SIDA la muerte es una posibilidad siempre abierta “posibilidad que si es cercana vuelve
insignificantes todas las demás posibilidades” y esa posibilidad de vivir de manera digna y por más
tiempo se trunca cuando un gobierno les da la espalda a los ciudadanos que la padecen
convirtiéndose en el máximo responsable.

"En el mejor de los casos, hubo desidia"15

En Diciembre de 2016 el diario Página 12 informaba que en el día internacional de lucha contra el
SIDA el Estado no había comprador preservativos para distribución gratuita y que se había reducido
la entrega de medicamentos para tratar la enfermedad. El director de la Fundación Huésped, Pedro
Cahn opinaba que “En marzo, el entonces director de Sida y ETS, Carlos Falistocco hizo un pedido
para comprar 26 millones de preservativos. Pero todavía no llegaron, porque recién hace dos
semanas se firmó la orden de compra. No me queda claro si es un problema de ineficiencia en la
gestión o si están subejecutando el presupuesto”

“El Ministerio de Salud es el principal distribuidor de preservativos. En la medida en que el Estado


no los provee, los centros de salud y hospitales, en las distintas provincias empiezan a tener
problemas de stock”, explicó Cahn en la nota. En el mencionado artículo, Mar Lucas, directora de
Programas de la Fundación Huésped señalaba otro problema que enfrentaban ese año los pacientes a
partir de la llegada del macrismo: “Se había logrado que la medicación de VIH se diera cada dos
meses, para favorecer la adherencia al tratamiento. Y se ha retrocedido, otra vez se está entregando
para un solo mes y la medicación que antes se daba en una sola pastilla ahora la pueden recibir en
tres, lo que significa mayores molestias”

“Hoy estamos en condiciones de terminar con la epidemia del VIH. La estrategia 90/90/90,
propuesta por Onusida, dispone que esto será posible si logramos que el 90 por ciento de las
personas con VIH conozca su diagnóstico, que el 90 por ciento de ellas esté bajo tratamiento
antirretroviral y que el 90 por ciento tenga su carga viral indetectable. En Argentina, uno de los
grandes desafíos es achicar la brecha de quienes no conocen su diagnóstico”, explicó Cahn.16

15
Frase dicha en una nota al diario Pagina 12 por el ex director de la Fundación Huésped ante la falta de medicamentos en enero de 2018
https://www.pagina12.com.ar/90826-en-el-mejor-de-los-casos-hubo-desidia
16
https://www.pagina12.com.ar/6239-la-prevencion-te-la-debo

24
Junto a la negativa de impulsar la nueva ley, en enero del 2018 con la excusa de demoras
administrativas, el Ministerio de Salud de la Nación frenó la entrega de retrovirales hasta nuevo
aviso poniendo en juego la vida de 50 mil personas. En esa oportunidad, el ex Director de la
Fundación Huésped opinaba “"Que se interrumpa la entrega de medicación transitoriamente por la
falta de una firma, no recuerdo que haya ocurrido"17, lo que daba a entender era una increíble
ineficacia de los políticos a cargo del asunto. En diálogo con Radio la Voz y trascripto por el mismo
diario había afirmado:” Verificamos que el Programa Nacional de Sida pasó los pedidos con
suficiente anticipación, pero a nivel Jefatura de Gabinete no se firmaron a tiempo las partidas
presupuestarias", en algunas áreas de gobierno habrá significado que falte tóner para la impresora
o materiales para una obra, pero no afecta la salud ni la vida de nadie. Con insumos críticos no
debería ocurrir", sentenció y enmarco la situación dentro "un problema general del Estado" en "el
marco de una política de sentarse arriba de la caja y demorar decisiones administrativas sin pensar
en las consecuencias que puede generar". Asi queda demostrada, una vez mas, de manera
manifiesta, la extrema insensibilidad del Estado frente a la enfermedad y los enfermos.

Para la misma época y ante la misma situación el diario Clarín escribía que según estadísticas en
Argentina: “se estima que hay 120.000 personas viviendo con VIH, y 70.000 no tienen cobertura
privada de salud, sino que dependen directamente del Estado”.18 En la misma nota Martin Muñoz
del Frente Nacional por la Salud de las Personas con VIH (una entidad formada por más de 60
organizaciones que se formó a fines de 2016, cuando también hubo faltantes en los medicamentos)
opinaba alarmado que “ Ya le hicimos un pedido de informes y solicitamos una reunión al Ministerio
porque necesitamos respuestas. La explicación de que se trata de una falla administrativa no es
suficiente. Por acción o por omisión se trata de una decisión política” y agregaba: “Es muy grave,
uno de los medicamentos es el jarabe que toman los bebés recién nacidos de madres portadoras. El
5,1 por ciento de los bebés nacen con VIH. Este jarabe es un tratamiento que hacen los bebés, no
puede faltar”

Otro de los sujetos citados por el diario explicaba ““Nosotros damos las especificaciones técnicas y
el listado de lo que hay que comprar -explica a Clarín Sergio Maulén, director de Sida y ETS del
Ministerio-. Estos pedidos normalmente se hacen con anticipación, estas órdenes de compra se
tendrían que haber emitido en diciembre”.

17
https://www.pagina12.com.ar/90826-en-el-mejor-de-los-casos-hubo-desidia
18
https://www.clarin.com/sociedad/alerta-faltantes-medicamentos-pacientes-vih_0_HJxDWN-Sf.html

25
Por su parte el diario explica que “El área encargada de emitir estas órdenes depende de la
Subsecretaría de Coordinación Administrativa, a cargo de María Cecilia Loccisano desde fines de
2016. Loccisano es abogada y esposa del ministro de Trabajo, Jorge Triaca. Clarín intentó
comunicarse con ella pero desde prensa explicaron que no pudieron ubicarla…”

Es interesante la opinión del director ejecutivo de la Fundación Huésped citada por el diario que
dice: “Nunca es ideal un cambio de tratamiento y menos por fallas burocráticas. Y no es lo ideal
porque no es en el marco de una decisión médica sino de un error administrativo. Tampoco
corresponde que las provincias salgan a comprar cada una sus medicamentos porque el garante de
la salud es el Estado Nacional. Esta falla administrativa debe ser una luz de alerta importante para
que esto no vuelva a ocurrir”.

En esa oportunidad la Fundación Huésped emitió un comunicado que decía textualmente: “Ante la
información acerca de faltantes de algunos de los medicamentos antivirales distribuidos por el
Ministerio de Salud de la Nación, Fundación Huésped expresa su preocupación por esta situación
que dificulta el acceso al tratamiento de las personas con VIH perjudicando la adherencia al mismo.
Exhortamos a las distintas autoridades competentes a que tengan en cuenta la situación que se
presenta en estos días para tomar las medidas pertinentes para evitar futuros faltantes similares y
para que arbitren los medios para que avance en tiempo y forma la compra anual de antivirales de
manera de evitar posibles quiebres de stock del conjunto de las drogas. Las 70 mil personas con VIH
sin otra cobertura que la del Ministerio de Salud tienen el derecho de acceder en forma continua e
ininterrumpida a los medicamentos antivirales”.

La excusa por parte del Gobierno en este caso se anunció en las redes sociales, se explicaba por
“Twitter” que: “Las demoras en la entrega de medicamentos para el tratamiento de vih obedecen a
los tiempos habituales de habilitación presupuestaria”. Vemos nuevamente como los ciudadanos ni
siquiera son considerados “estadísticas” y “números”, porque directamente también se las ignora,
como a las personas que están detrás de ellas. Tal actitud revela una profunda y alarmante
ignorancia de los funcionarios acompañada por una total indiferencia al dolor ajeno. ¡Ni siquiera
daban la cara a la ciudadanía! Solo les da explicaciones poco coherentes y escuetas sin ningún tipo
de justificación valedera frente al deber y la inmensa responsabilidad del Estado obligado a
garantizar la salud de la población.

26
Siguiendo con su trayectoria nefasta, el 12 de enero el Ministerio de Salud envió a todas las
provincias una carta firmada por el director de la Dirección de SIDA y Enfermedades de
Transmisión Sexual, Sergio Maulen, en la que avisaba que “debido a distintas dificultades
presentadas en los procesos de compra, los medicamentos Abacavir 600mg./Lamivudina 30mg.,
Darunavir 600mg, Zidovudina Jarabe, Efavirenz 600 mg comp. y Dolutegravir 50mg comp. sufrirán
una demora en su adquisición. Si bien continuamos trabajando para acelerar los procesos,
estimamos que la demora será de aproximadamente un mes para tener disponible nuevamente la
medicación”.19 Desconociendo por completo la necesidad de los enfermos de seguir de manera
continua e ininterrumpida su tratamiento, como si la cuestión no fuera de vida o muerte sino de
simple burocracia.

En una nota publicada en el diario Página 12 de enero del 2018 Martin Canevaro, de la Asociación
“100% Diversidad y Derechos” explicaba: “No es la primera vez que se producen faltantes en la
provisión de antiretrovirales, lo que se suma a la falta de distribución de preservativos y la negativa
a impulsar la nueva ley de vih y hepatitis que impulsa el Frente por la Salud de las Personas con
vih. La respuesta al vih debiera ser una política de Estado, implica compromisos internacionales
asumidos por nuestro país cuyo cumplimiento no puede verse afectado por la desidia en la
implementación de la política pública por parte del Ministerio de Salud”-20 Lo que termina de
confirmar la negligencia, la inectitud y la falta de solidaridad de los funcionarios del Estado para con
los enfermos de SIDA

Este es un escenario verdaderamente fatal que hace urgente el reclamo de cambios que no pueden
hacerse esperar más porque son más que nunca, de vida o muerte.

19
https://www.pagina12.com.ar/91283-sida-y-desidia
20
Ídem nota 1

27
FALLO BENGHALENSIS

El fallo “ASOCIACIÓN BENGHALENSIS Y OTROS c/ MINISTERIO DE SALUD Y ACCIÓN


SOCIAL”, comúnmente denominado “fallo Benghalensis”, reviste una triple importancia dentro de
la jurisprudencia argentina. En principio resulta un precedente importantísimo a la hora de reconocer
la legitimidad activa de las asociaciones para la interposición de Acciones de Amparo. En segundo
lugar, viene a poner en discusión los alcances de la forma de Estado Federal en la ejecución de los
preceptos contenidos en la Ley 23.798. Y finalmente, es reconocido como un fallo ejemplar a la hora
de analizar los alcances de las obligaciones del Estado en virtud de las capacidades del presupuesto
nacional.

La Corte Suprema intervino en el caso en el año 1996, en los inicios de una gran crisis económica en
la República Argentina, cuando debido al incumplimiento de las licitaciones que se requerían para
proveer medicamentos a enfermos de SIDA derivó en una gran escasez de medicamentos e, incluso,
en algunos casos -como ocurrió en un hospital de Tigre- los centros asistenciales se negaban a
brindarles a los enfermos algunos tratamientos y reactivos. Además, el Programa de Lucha contra los
Retrovirus Humanos, que dependía del Ministerio de Salud, aducía falta de presupuesto para hacer
frente a todos los pedidos.

Por eso, seis entidades -Asociación Benghalensis, Fundación Descida, Fundación Estudio e
Investigación de la Mujer, Asociación Intilla, Fundación Red y Fundación Pro Ayuda al Niño con
SIDA-, presentaron una acción de amparo, en representación de las personas afectadas por ese mal.

Para ello invocaron el derecho a la salud y diversas cláusulas de la Constitución Nacional y de la


Constitución de la Ciudad de Buenos Aires. Si bien hacia fines de la década del 90 se regulariza la
atención, el fallo es importante porque su criterio continuará siendo aplicable en vista a los que
veníamos desarrollando en párrafos anteriores con respecto a los actuales problemas y excusas con
respecto a la distribución de la medicación respectiva a los enfermos.

Los grupos de entidades no gubernamentales que desarrollan actividades contra la epidemia del
Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida, promovieron acción de amparo a fin de obligar al Estado
Nacional a cumplir con la asistencia, tratamiento, rehabilitación y suministro de medicamentos a los
enfermos que padezcan aquella dolencia.

28
Posteriormente, la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal
confirma la sentencia de primera instancia, que al hacer lugar a la acción de amparo interpuesta por
la Asociación Benghalensis y otras entidades no gubernamentales que desarrollan actividades contra
el virus del SIDA, condena al Estado Nacional -Ministerio de Salud y Acción Social- a dar acabado
cumplimiento a su obligación de asistencia, tratamiento y en especial suministro de medicamentos -
en forma regular, oportuna y continua- a los enfermos de ese mal registrados en los hospitales
públicos y efectores sanitarios del país. Contra la decisión de la Cámara que, al confirmar la del a
quo hizo lugar a lo solicitado, interpuso el Estado Nacional recurso extraordinario.

El Ministerio de Salud y Acción Social en su recurso extraordinario considera que las asociaciones
que dedujeron esta acción de amparo carecen de legitimación activa para interponerla. Afirma que la
Cámara interpreta erróneamente la ley 23.798 al condenar al Estado Nacional exclusivamente a
proveer medicamentos, desconociendo de ese modo, lo dispuesto por los arts. 3° y 21 de la norma
cuestionada que ponen también a cargo de las provincias la ejecución y los gastos que demande el
cumplimiento del programa de lucha contra el SIDA.

La Corte juzgó que los actores tenían legitimación suficiente para interponer la presente acción con
fundamento en los arts. 5° de la ley 16.986 (Ley de Amparo) y el Art.43 de la Constitución Nacional
en cuanto establece que podrán interponer acción de amparo contra cualquier forma de
discriminación las asociaciones que propendan a esos fines y en la medida en que estén registradas y
autorizadas para funcionar. La Corte en su fallo entiende que el accionar del Estado de incumplir o
cumplir mal con la obligación de suministrar medicamentos para el tratamiento de la enfermedad
constituye una omisión que viola los derechos a la vida y a la salud reconocidos por la Constitución
Nacional y por los tratados de derechos humanos (art. 75, inc. 22).

Finalmente, la Corte declara formalmente admisible el recurso extraordinario, pero confirma la


sentencia apelada por el PEN que condena al Estado Nacional -Ministerio de Salud y Acción Social-
a dar acabado cumplimiento a su obligación de asistencia, tratamiento y en especial suministro de
medicamentos -en forma regular, oportuna y continua- a los enfermos de ese mal registrados en los
hospitales públicos y efectores sanitarios del país.

Entre los considerandos más relevantes de los votos de los miembros de la corte se pueden detallar
los siguientes:

29
Voto de los Dres. Moline Oconnor y Boggiano:
“La ley 23.798, que declaró de interés nacional la lucha contra el SIDA, dispuso que las
autoridades sanitarias debían desarrollar programas destinados a detectar, diagnosticar y tratar la
enfermedad y gestionar los recursos necesarios para financiarlos, los cuales, serían solventados por
la Nación y por los respectivos presupuestos de cada jurisdicción.
El accionar del Estado de incumplir o cumplir mal con la obligación de suministrar medicamentos
para el tratamiento de la enfermedad constituía una omisión que violaba los derechos a la vida y a
la salud reconocidos por la Constitución Nacional y por los tratados de derechos humanos (art. 75,
inc. 22).” (Considerando 2)

El Estado Nacional está obligado a "proteger la salud pública" (Fallos: 31:273) pues el derecho a
la salud está comprendido dentro del derecho a la vida que es el primer derecho natural de la
persona humana preexistente a toda legislación positiva que, obviamente, resulta reconocido y
garantizado por la Constitución Nacional." (Fallos: 302:1284; 310:112). (Considerando 9)

El derecho a la salud se encuentra expresamente reconocido con jerarquía constitucional en el art.


75 inc. 22. En este sentido, el art. XI de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre establece que toda persona tiene derecho a que su salud sea preservada por medidas
sanitarias y sociales, relativas a la alimentación, el vestido, la vivienda y la asistencia médica,
correspondientes al nivel que permitan los recursos públicos y los de la comunidad. (Considerando
10)

“Para que el tratamiento sea adecuado debe suministrarse en forma continua y regular, máxime si
se tiene en cuenta los riesgos que comporta la interrupción del suministro de medicamentos para la
salud de los enfermos que padecen las consecuencias del virus VIH/SIDA.
Carece de razonabilidad que el recurrente pretende desligar su responsabilidad afirmando que las
provincias imposibilitaban el cumplimiento del programa de lucha contra el SIDA, al no enviar en
tiempo y forma la información necesaria para brindar adecuada atención a los enfermos de ese mal,
cuando es el Estado Nacional, es el encargado de velar para que la continuidad y regularidad del
tratamiento médico sea asegurada.” (Considerando 14)

Finalmente la sentencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación admite el recurso


extraordinario presentado por el Ministerio de Salud y Acción Social pero confirma la sentencia

30
apelada que impone al estado nacional la responsabilidad de cumplir con la obligación de asistir,
tratar y brindar los medicamentos en tiempo y forma a los enfermos del S.I.D.A, no siendo posible
que el estado desligue la responsabilidad en los gobiernos locales y/o en las obras sociales.21

21
http://www.saij.gob.ar/corte-suprema-justicia-nacion-federal-ciudad-autonoma-buenos-aires-asociacion-benghalensis-otros-ministerio-salud-accion-
social-estado-nacional-amparo-ley-16986-fa00000121-2000-06-01/123456789-121-0000-0ots-eupmocsollaf (02/08/2018)

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CONCLUSIÓN

En sintonía y volviendo a la introducción del presente trabajo práctico, consideramos que el accionar
del Estado es deficiente, insensible e ineficaz. Vemos como las políticas públicas no pueden agotarse
solo con el impulso de normativas o a través de la firma de decretos y la presentación de proyectos
de Ley.

Vimos el manifiesto rechazo del gobierno del último anteproyecto realizado en forma conjunta tanto
por los enfermos de SIDA como por las distintas organizaciones sociales que son conscientes de la
necesidad de ayudarlos y de que todos somos vulnerables ante enfermedades de este tipo. Al
contrario de la situación actual, tal vez la constante, insistente, combativa y agotadora acción de los
grupos sociales y las organizaciones que representan a los enfermos de SIDA logre quebrar la
negativa estatal a dar respuesta eficaz en algún momento, por el momento, la situación es crítica,
alarmante y cada vez más negativa. Incluiríamos su carácter de vergonzosa para un Estado de
derecho que ha ratificado e incorporado Tratados de Derechos humanos en el bloque constitucional.
Vemos que el Estado está al borde de la responsabilidad internacional por el constante
incumplimiento de los Tratados Internacionales.

Por nuestra parte esperamos que las insistencias de organizaciones que impulsan este tipo de
cambios sean escuchadas y se vean concretadas mediante acciones concretas del Estado mediante
políticas públicas serias que busquen mitigar, contener o dar respuesta a demandas sociales del
pueblo. Ahora bien, esta búsqueda de soluciones, estos pisos mínimos que establecen tanto las bases
contenidas en la Constitución Nacional como así también en las normativas específicas, de ningún
modo pueden ser sostenidos ni siquiera puestos en práctica sin los necesarios y escasos recursos
económicos, técnicos y humanos no se distribuyen de manera acertada y racional. Y acá entramos en
un terreno que lejos de ser simple, resulta muy complicado y de una complejidad muy elevada.

Insistentemente se hace mención de los derechos fundamentales y se pone especial énfasis en los
Derechos Humanos cuando se tratan cuestiones del Derecho de la Salud. Pero la aplicabilidad de
esos Derechos y Garantías -que no es la intención de esta reflexión ponerlos en duda ni restringirlos-,
¿hasta qué punto son aplicables en la realidad y cuánto dependen de la capacidad económica? O más
en lo concreto, ¿de cuánto depende la aplicabilidad de estas Leyes, que vienen a garantizar derechos,
de la partida presupuestaria que el Poder Ejecutivo Nacional designa año a año? La experiencia

32
indica que en un 99,9% las capacidades de acción y de gestión de todos los estratos del Estado
(Nacional, Provincial, Municipal) dependen del factor económico.

Entonces, ¿hasta qué punto debe exigirse a los diferentes niveles de Estado que dé cumplimiento a
los Derechos y Garantías que emanan de las normas constitucionales y las leyes específicas?

El Derecho fundamental colectivo que surge de los instrumentos internacionales sobre derechos
humanos, en cuanto a la obligación que tiene el Estado argentino de garantizar la operatividad de
estos Derechos es hasta el máximo de sus recursos disponibles. Con lo cual esto no limita esa
responsabilidad al sólo hecho de establecer una partida presupuestaria y desentenderse de su
ejecución. Sino que es responsabilidad del Estado destinar hasta el máximo de sus recursos
disponibles en la satisfacción y cumplimiento de la manda contenida en la norma, es responsabilidad
velar por el cumplimiento dando seguimiento de la ejecución de cada uno de sus respectivos
programas, del funcionamiento de sus dependencias, de las obras sociales, de los prestadores de
salud, etcétera. El incumplimiento sólo podría ser justificado si el Estado demuestra que empleó
todos los recursos económicos, humanos y técnicos a su alcance y, aun así, no pudo cumplir.

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BIBLIOGRAFIA

Ministerio de Salud, Presidencia de la Nación, http://www.msal.gob.ar/sida/.

Carbonetti, Adrián, Rodríguez, María Laura. Aizenberg, Lila. Tuberculosis y tisofobia en Argentina: discursos y
conflictos en la construcción del sanatorio de Ascochinga, 1925

Levinas, Emmanuel. Dios, la muerte y el tiempo. Ed Catedra, Colección Teorema. 3º ed.

Gadamer, Hans – Georg. El estado oculto de la enfermedad Ed Gedisa, 2001

Sevilla Gonzales, María de la Luz Discriminación, discurso y SIDA Cuicuilco vol.17 no.49 México jul./dic. 2010 Pagina
6. Disponible on line en: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?pid=S0185-
16592010000200004&script=sci_arttext&tlng=en

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