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Minuta de la sesión del viernes 17 de agosto del 2018.

Nuestra sesión del seminario se desarrolló en el intento por esclarecer el sentido de los
discursos y diálogos del libro II de los Recuerdos de Sócrates. Dentro de este libro nos
encontramos con tres problemas centrales: la amistad, el beneficio y el trabajo. Estos tres
problemas, se dijo, deben comprenderse desde la economía que, parece, es el hilo conductor
del libro. Nos preguntamos, pues: ¿Por qué requiere Sócrates tener amigos?, ¿Cuál es el
beneficio -si es que existe- que aporta el filósofo a sus amigos y/o familiares y cuál es el que
ellos le pueden proporcionar al filósofo?, ¿Cuál es la naturaleza del trabajo? Y, en general,
¿Cuál es la relación entre filosofía y trabajo?

Partiendo de la conclusión de la sesión anterior, a saber: que en la actividad del


filósofo se encuentra implícita cierto tipo de plenoexia, haciendo que éste se arruine a sí
mismo y a su hogar. Nos surgió la inquietud acerca del por qué Sócrates, según Jenofonte, se
preocupaba por la amistad. Planteado esto, se reconoció que en el libro II los interlocutores
de Sócrates, con excepción de su hijo Lamprocles, eran todos pertenecientes a la aristocracia,
que en alguna medida tenían las virtudes de la kalokagathia, que eran, pues, caballeros. ¿Qué
significa que a este tipo de hombres Sócrates les cultive el aprecio por la amistad? Y ¿por
qué el filósofo se preocupa por hacerse amigo de estos hombres?

Sin embargo, la cuestión de la amistad está planteada desde el contexto económico.


Preguntamos por el significado de los discursos y diálogos de la amistad en clave económica,
es decir, preguntamos por el beneficio que de ésta se deduce. Al apuntar esto, los seminaristas
dilucidaron acerca del beneficio del caballero al filósofo y a la comunidad. El caballero
clásico, por decirlo de alguna forma, expresa su beneficio y generosidad teniendo en cuenta
lo mejor para aquello a lo que benefician, su generosidad lleva consigo la atención y cuidado;
es un beneficio que no puede pensarse sin la comunicación directa que se establece entre el
benefactor y el beneficiado y, en lo referente al filósofo, la generosidad del caballero es
integral, provee a su amigo de dinero, protección y servicios. Por otro lado, el beneficio y
generosidad hoy día por parte de los nuevos caballeros, o, al menos, de los que en sesiones
anteriores hemos identificado como posibles portadores de este título, se da desde el
anonimato y, cuando no, se da siempre desde alguna institución intermedia. En este tipo de
generosidad que, también es identificada con la moderna filantropía, no hay una
preocupación por el cuidado y por aquello que resulta mejor para los que reciben el beneficio,
es una generosidad desligada del contexto de la ciudad y, en lo que se refiere a particulares,
el mecenazgo es propiamente anónimo. Finalmente, la cuestión del beneficio de la amistad
del filósofo al kalokagathos permanece oscura.

Referente a esto último, los seminaristas pasaron a dilucidar en torno al beneficio


económico del filósofo hacia sus amigos, familia y ciudad o, en otras palabras, ¿cómo se
justifica la vida del filósofo en términos económicos? Se habló primero de la naturaleza del
trabajo de la que habla Marx, se dijo que para este pensador el trabajo es descrito desde dos
perspectivas: la idea burguesa y la idea proletaria. La idea burguesa del trabajo es la que,
según Marx, Jenofonte expresa en sus escritos, se trata de la idea de que el trabajo es bueno
porque dignifica y expresa una utilidad tangible para la sociedad. Por otro lado, la idea
proletaria del trabajo es expresada en términos negativos; para el proletario lo más penoso es
trabajar por la enajenación y violencia a la que se ve sometido. Sin embargo, se apuntó en la
sesión, que la visión del trabajo de Marx oculta la esencia del trabajo que parece consistir,
según lo dicho, en la capacidad de algunos hombres para mandar y en la de otros para
obedecer (sin la necesaria pertenencia a una clase social) en la distinción natural entre amos
y esclavos. En este sentido, los caballeros con los que se relaciona Sócrates son amos o, al
menos, se reconocen en disposición de mandar o administrar. Pues ninguno de ellos
consideraría digno el ser mantenido por otro. Por otro lado, el filosofo parece no encontrarse
entre los amos ni entre los esclavos, primero porque ni por violencia o por posesión de
riquezas subordina a otros, segundo, porque no se considerada que sirva a alguien ni esté
sometido.

¿En qué lugar se encuentra, pues, la vida del filósofo? Se dijo en la sesión que la vida
filosófica parecía fluctuar entre las dos. Se citaron ejemplos históricos acerca de filósofos
que trabajaban y mantenían sus escuelas y otros que no trabajaban y se dedicaban a robar lo
necesario para la subsistencia. Sócrates, por otra parte, parece no tener problemas en recibir
los beneficios de sus amigos caballeros, pues estos le proveen lo necesario para vivir y, sin
embargo, se consideraría indigno de ser mandado por algún otro, lo que imposibilita su
capacidad para el trabajo y, sobre todo, su incapacidad para sostener a su familia, afirmando
su estado de pleonexia.

Finalmente, nos propusimos hacer un balance de lo dicho. El filósofo no puede


reportar beneficio económico a sus amigos, familia y ciudad, pareciera que su modo de vida
demandara cierto engaño para proveerse de lo necesario para su subsistencia, lo que marcaría
su distinción con el sofista. Su incapacidad para el trabajo, como la ciudad lo comprende,
hace que tenga que ocultar su inutilidad con la amistad de los caballeros, su beneficio parece
aún quedar en lo obscuro y su trabajo consistiría en ser administrador de administradores,
con todas las implicaciones inmorales que pueda llevar consigo.

La pregunta que se invita a pensar a los seminaristas es: ¿Qué trabajo es compatible con la
actividad filosófica?

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