todavía, dicen, hay quien las enciende. Cuentan que prenden hogueras alimentadas de sueños áridos y rezos zurdos con ralea abocada a perseguir esas luces que dicen, otros encienden.
Al otro lado hay puentes
que llegan a las nubes y van a ninguna parte sin perder de vista el sol ardiente que hace que las luces pierdan su razón de ser al otro lado, siempre que amanece, siempre que no te vuelvo a ver.
Al otro lado hay dioses
de milagros de estraperlo y dicen hay hadas que siguen restando importancia al amor. Te espero siempre al otro lado, donde dios no pueda vernos y tú, al mirar, veas que no volví, que cuando logré jugar a creerme mayor, supe que nunca llegaría a ser, aquel que creía que era yo.