Está en la página 1de 2

EL BRILLO QUE ARDE

Hace un rato que he perdido


la mirada de tu olor.

Marcho a trabajar
de noche, donde los sueños llegan
a tener olores, y lagrimeo
pensando que es la diferencia
entre tú y yo la que consigue
separarnos, la que logra
que soñemos estar juntos
porque nos une un olor.

Es como el día que busca la luna


y no puede saborearla,
y se derrite de pensar que
alguna vez la tendrá tan cerca,
que la penumbra cegará su mirada
y dará fin a su razón de ser:
el brillo que arde si tratas de abrazarlo.

Me doy cuenta entonces


que nunca llegaremos a alcanzarnos.
Y pienso por no llorar,
que es la mente una máquina perversa
que cierra círculos abiertos
por la imaginación y por el deseo destruido
al no ser tú quien les otorga cuadratura.
Y creo volar, y pienso que tu tacto
es el mío y que es tu olor quien me confunde
y no al contrario.
Y sale el sol en lo alto del portal
y la noche asciende por la escalera
haciendo que por fin descubramos
que es no es la mente,
si no la soledad,
la que hace que creamos que
nos han puesto trampas
para no alcanzar nuestro camino.

Pero amanece cada día y


percibimos, que es el cobarde
la trampa,
y la tristeza,
la tristeza es lo que tiene
de seductora la vida.

También podría gustarte